From Dusk Till Dawn [Privado]

por **Rachel Decker** Jue Jul 28, 2016 5:10 am

Se rumoreaba por las calles de París que en la taberna L'Ecluse, al caer la noche se juntaban todo tipo de bestias crueles y violentas. Cualquier humano que quedase encerrado allí después de las doce de la noche, sería pasto para las bestias. Estaba ubicada en un callejón sombrío, poco frecuentado y de una forma bastante clandestina, pues no destacaba a la vista que fuera una taberna ya que sus pequeñas compuertas fácilmente la podían confundir con un hostal o algo similar. Rachel, decidida a investigar sobre aquella leyenda y a pararle los pies a quien fuera necesario, ya que el sentido de la justicia en esa ciudad se esfumaba como la niebla entre las alcantarillas. Llevaba casi dos semanas investigando sobre el paradero, sobre quién lo frecuentaba y observando a todo aquel que entraba o salía. Hoy le tocaba a ella. Era obvio y ella lo sabía, que se enfrentaba a algo desconocido. ¿Y si habían decenas de criaturas dentro? No podría acabar ella sola con todas, pero aún así, se equipó bastante bien con sus dos pistolas con balas de plata, alguna estaca en el cinturón que llevaba junto a su machete, todos ocultos por la gabardina que llevaba la joven cazadora.

Respiró profundamente y dirigió su paso hacia el interior de la taberna. Eran las 23.45 de la noche, así que la función estaría a punto de empezar. Sabía que existían bestias de todo tipo, algunas más peligrosas que otras, no obstante, quizás se trataba de un rumor absurdo para atraer a los más morbosos de la ciudad hasta esta taberna, oculta y con propaganda barata. No descartaba nada en la posibilidad de el mapa de hipótesis de su cabeza.
Al abrir las puertas, un golpe de fuerte olor a whisky, tabaco y perfume barato la golpeó. Arrugó un poco la nariz en un gesto automático, y siguió caminando hacia el interior, observándolo todo. Las paredes estaban recubiertas de caoba, el suelo tenía algunos listones de madera hinchados que crepitaban bajo sus pies al pisarlos, en la pared de detrás de la barra había una amplia vitrina con gran variedad de licores y un camarero algo... extraño. Tenía el pelo grasiento, algo alopécico a la vez que unas largas y finas hebras de cabello azabache le caían por la cara. Le faltaba parte de la dentadura y exhibía una sonrisa algo perturbadora e inquisidora, mientras limpiaba un vaso con un trapo mugriento. Maldita sea... ¿y debía pedir algo para beber allí? Si no moría de alguna infección ya podría estar en su día de suerte.

En las mesas, había un grupo de hombres bastante extenso, todos corpulentos y con cara de pocos amigos. Rachel tomó asiento en la barra en un lugar donde la vitrina le ejercía de espejo retrovisor, así podría controlarlo todo desde su posición sin girarse descaradamente. —Ron. —se limitó a pedir. Todo el mundo pedía ginebra, o whisky incluso absenta. Pero ella optó por algo menos común. Miró hacia la entrada, algo sorprendida. Pues no esperaba que apareciese nadie más por allí... y menos un humano como el que estaba pasando la puerta en esos instantes.

por **Nathan Beckett** Jue Jul 28, 2016 5:27 am

¿Por qué estaba él allí? Bueno, digamos que aquella taberna le pillaba de paso. No tenía ningún motivo en especial. Necesitaba un trago después de un trabajo rápido. Todavía tenía sangre en una de sus manos, la cual consiguió limpiársela con disimulo con un pañuelo que tenía en el bolsillo de su gabardina. La adrenalina que sentía después de decapitar un vampiro era indescriptible, por no mencionar el placer de verlos sufrir. Ya habían pasado un par de horas y todavía sentía los efectos de la victoria.

Fue directo a la barra, a sentarse y pedir uno de los mejores whiskys que tuvieran. Por las apariencias del lugar, no pensaba que fuera excesivamente caro.

Una vez sentado en la barra, miró a ambos lados para comprobar a quién tenía cerca. Y no fue hasta ese momento cuando reconoció a una de las habitantes. Mostró media sonrisa y levantó levemente la cabeza, a modo de saludo.

- Veo que sigues viva - buen saludo, ¿no?

por **Rachel Decker** Jue Jul 28, 2016 11:01 am

Lo vigiló por la cristalera de la vitrina. Lo conocía, pues habían coincidido un par de veces en una de tantas cazas de criaturas peligrosas que no dejaban de dañar a los humanos. Media sonrisa surcó su rostro, se alegraba de verlo vivo y en parte, se alegraba de verlo a esa hora concreta en esa taberna. Menuda casualidad. ¿Sabría él también lo del rumor esparcido por la ciudad acerca de la taberna? Sólo había una forma de comprobarlo.

Rachel contestó con una sonrisa irónica. —Sí, para tu desgracia sigo vivita y coleando. ¿Qué te parece? —le dijo alegrándose de verlo. —Veo que tú también has salido airoso de algunas situaciones. ¿Qué te trae por aquí?—le preguntó mientras daba otro vistazo a la sala. Sacó su reloj de bolsillo para consultar la hora. Aún quedaban diez minutos y ya había algo extraño en el aire, como una expectativa para que pasara algo. Como cuando va a empezar la obra en el teatro, ese silencio previo al caos, a la destrucción. Se removió algo inquieta en el asiento, mientras se dio cuenta de que el camarero andrajoso se estaba riendo de algo que no lograba comprender. Miró a su compi de cacerías con cara de circunstancias, intentandole decir mentalmente que esto se estaba poniendo feo.

—Parece que falta poco para que empiece la acción, querido compañero...—le dijo por lo bajini a Nathan. Ojalá supiese a qué se refería porque no habría tiempo para explicaciones en breves minutos.

por **Nathan Beckett** Jue Jul 28, 2016 1:21 pm

Lo cierto era que él no conocía el rumor que había llevado a Rachel hasta allí. A él, simplemente, le había pillado de paso la taberna de mala muerte. No había entrado allí con intenciones de cazar más criaturas, lo que quería era un trago de cualquier tipo de alcohol. Un trago o dos o tres. Bueno, para qué mentir, lo que quería era emborracharse. Últimamente lo hacía demasiado a menudo, pues era lo único que le hacía sentir bien sin contar el hecho de asesinar bestias.

- Sí, vivito y coleando, yo también. A mí me matará el alcohol o un infarto teniendo relaciones sexuales. No toleraré ningún otro tipo de muerte - bromeó, a pesar de pensarlo en serio. Le fastidiaría mucho morir a manos de una criatura sobrenatural, por mucho que conozca los riesgos de su profesión. Prefiere algún tipo de muerte dulce, en pleno orgasmo, por ejemplo - Me pillaba de paso este local, ¿y tú? ¿Poco para que empiece la acción? - preguntó eso último en voz baja, sin llegar a comprenderlo por completo.

Miró a su alrededor, buscando respuestas. Suponía que se refería a una cacería pero, por el momento, no veía nada demasiado sospechoso.

por **Rachel Decker** Sáb Jul 30, 2016 6:21 pm

Rió ante la respuesta de su compañero. Era así de natural y a ella le gustaba la gente natural. —Las dos a la vez, ¿por qué no? —se encogió de hombros a la respuesta que le dio a Nathan. —Creo que has elegido un sitio para emborracharte muy malo... ¿Conoces esa expresión que dice: "El lugar equivocado en el momento equivocado"? Pues eso es lo que te ha pasado. —suspiró para dejar su vaso en la barra y sacar su reloj de bolsillo, para mostrárselo.

—¿No te suena la leyenda? A las doce de la noche, nada es lo que parece... —pues todo se transforma. Se lo dijo por lo bajini, quedaba tan solo un minuto para las doce. Seguramente que la conocía, pues era bastante sonada, lo único que hacía falta era refrescarle la memoria... o que lo viviera en su propia piel. Hoy había luna llena, para más inri. Tenía pruebas fehacientes de que allí pasaba algo raro, pues muchas veces había esperado incluso hasta la mañana siguiente, observando las puertas d la taberna de incógnito y nadie salía de allí si no era antes de las doce de la noche.

Detrás de ellos dos, habían cuatro tipos bastante corpulentos. Le dio la sensación a Rachel de que podrían ser hombres lobo, pues daban el típico perfil... y el camarero, a parte de ser un esperpento, podría ser un cambiante. Su alter ego, probablemente sería una rata con esos rasgos tan horribles. Si le echabas un poco de imaginación, se veía todo bastante claro, la verdad. O eso, o Rachel gozaba de un sentido deductivo más poderoso que los demás.

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