Dance till your tears are gone -Libre-

por **Axter Moureau** Vie Abr 03, 2015 12:23 pm

- La música creaba en el ambiente una sensación efímera de inmortalidad, se presentaba en el momento que entrabas pues parecía que tenías un pase directo ( si te lo podías permitir ) a otro mundo. Un mundo dominado por mujeres ya que sin importar lo que la mente de macho alfa de muchos de los allá presente quisiera reconocer, las mujeres dominaban ese sitio, se deleitaban apretando los labios como si fueran meras meretrices de la actuación, obedientes pero con las uñas a punto de clavarlas en el corazón de los hombres; Sin embargo, no era un burdel. Se bailaba, te servían, las podías mirar pero no tenías a nadie a quien llevarte a un cuarto que dependiendo de la categoría de tu cinto y tu oro tendrías más o menos comodidad, aquí, tanto pobres como ricos se lucraban de las vistas, tanto hombres como mujeres caldeaban el sitio. El sonido de los bailes, de las voces, las risas masculinas, el alcohol llegaba como un augurio de olvido a sus fosas nasales al tiempo que se giraba.

No había reservado una mesa, pensaba que habría algo de espacio para él, al ver que estaba todo ocupado se apoyó sobre una de las paredes, cerca de la entrada y alejado de ella para que la realidad no se detuviese lejos de él pues a pesar de todo era un hombre, cuyos instintos siempre estaban a la orden del día, era el esclavo de éstos, pues no se consideraba dueño de nada. Con la espalda apoyada, la diestra logró apartar los mechones de su flequillo, no se había echado de esos productos para los hombres, que parecían tener el pelo como corderos, todos del mismo estilo, hacía atrás y repeinado. Él prefería el desorden de sus mechones, que bailaban con cada movimiento, a veces doblegando su vista, sus dedos, mecían con deleite ese caos de cabello, además, vestía una camisa de color negra, holgada especialmente por los brazos y los hombros, en contraste con los pantalones ceñidos completamente a la cintura con unos zapatos de color blanco. El único tono de color, además del antes mencionado, era la corbata, de color blanca que adornaba su cuello, aunque debido al calor que hacía en el sitio se la aflojó al igual que uno de los botones.

Su mirada se dirigió hacía un asiento de la barra, no era demasiado cómodo pero no podía pedir más. Sus piernas fueron rápidas, sabía que los demás que estaban esperando sitio, se agolparían ante aquel asiento. Cuando logró su objetivo, miró hacía atrás recreándose en la pérdida de los perdedores, aquellos que se habían entretenido charlando o mirando a una de las damas habían perdido su oportunidad. Sus miembros se relajaron, pidió una copa de vino, no le interesó que cosecha era lo que le sacaba, pero colocar el dinero en la mesa ayudaba a que no le diesen una basura que tragase mientras las mujeres le distraían. Cesó su espera, un nuevo número, un nuevo ambiente. La curiosidad le tragaba como si fuese un petimetre sin importancia, allí, no era "único" porque seguía a los demás, a la masa. El sonido que el camarero hizo cuando se llevó las monedas le sacó de su ensimismamiento y tomó la copa de vino casi al instante, mojando sus labios antes de olvidar. Olvidar que hacía allí, porqué había tenido deseos de entrar. La realidad, le había abandonado, se había abandonado a su papel secundario, al menos por el tiempo que permaneciese allí-

por **K. Sevil Ilich** Sáb Abr 04, 2015 1:31 pm

La soledad jamás había significado más que una palabra para él, conocedor de su significado y del poder que evocaba mencionarla, pero aún así no lograba jamás ser pronunciada en sus labios o siquiera albergada en su mente, él jamás la había experimentado y no consideraba siquiera una posibilidad el poder permitirse hacerlo. Como un Nómada, estaba acostumbrado a ir de un lugar a otro, asentarse en una tierra fértil y aprovechar lo que esta pudiese ofrecerle, más cuando ya no fuese viable su presencia o simplemente estuviese cansado, se levantaría una vez más y emprendería viaje hasta que su camino le llevase hasta un nuevo rumbo, un destino que dejaba completamente al azar y que de ninguna forma cuestionaba o alteraba.

Ser un gitano claramente no se asociaba a lujos o comodidad, requerría un perfil bastante estricto y por sobre todo desinteresado, significaba dejar de lado los bienes materiales, la opulencia de la cual se gozaba bastante en la época actual, también exigía deshacerse del pudor y del miedo, de dejarse llevar por las trivialidades de la vida y los placeres que pudiesen atar a una persona, de una forma u otra. Para el joven nunca había sido algo fácil, como un ser humano, era imperfecto y motivado por las tentaciones, su voluntad era maleable y prácticamente frágil ante el más mínimo atisbo de placer o exhuberación, más sin embargo, la vida le enseñó que las decisiones cambiaban a las personas, para bien o para mal, pero al fin y al cabo marcaban corazones y mentes permanentemente. Sevil había logrado librarse de cualquier cadena que pudiese atar su alma al mundo terrenal, era un ser libre y su presencia podía ser bastante etérea si se lo proponía, jamás resaltaba y mucho menos buscaba la fama, en aquel sentido, distaba bastante de cualquier otro miembro de su pueblo, mientras ellos gozaban de las riquezas y de ser el centro de atención, el chico prefería adquirir conocimientos y mejorar sus habilidades orfebres, nada ambicioso, nada sospechoso y mucho menos nada demasiado egoísta.

A pesar de que pudiese parecer un sujeto bastante decente y pulcro, no dejaba de ser un hombre, si bien su espíritu estaba en perfecta armonía con su entorno, su cuerpo, la carne que vestía a diario, ansiaba contacto o algún tipo de estimulación, necesitaba sentirse vivo, sentir que su existencia podía permitirse ser un poco más pecaminosa, o al menos, disfrutar de lo que la ciudad podía ofrecerle, después de todo, no se quedaría mucho tiempo allí y permitirse un gusto una vez cada cierto tiempo en aquel instante no le parecía inadecuado, posiblemente podría serlo, pero ya no podía arrepentirse cuando se deslizó en aquel mundo, no existía vuelta atrás. Podía sentir como sus sentidos eran suavamente envueltos en un suave terciopelo de lujuria y tentación, su mente ya no era aquella fortaleza que muchas veces le había protegido, esta vez, parecía aceptar la invitación a un baile de máscaras de la cual no podía rechazar, por lo cual, luego de un par de minutos, podía verse al gitano sentado en la barra donde se servían las bebidas, allí mantenía una conversación bastante fluída con una mujer, la cual no parecía tener problemas con la naturaleza de su alegre amigo.

Un vaso de terminaciones rústicas se encontraba frente a él, con un líquido incoloro que no alcanzaba a llegar a la mitad en aquel instante, aquel cristal parecía dispuesto sin intención alguna, sus ojos parecían no obedecer a ningún tipo de concentración o punto fijo, por lo cual, no fue de extrañar que se fijara en el hombre que tomó asiento a su lado, por su vestimenta, podía decir que era un noble, o al menos, alguien que gozaba de una buena posición económica, lo cual para él no era importante, más era un rasgo que le distinguía-No pensé que este lugar fuese tan concurrido-terminó por soltar suavemente, sus ojos en aquel momento estaban fijos en el frente, mientras sus labios permitían que el líquido se deslizara por estos, claramente sus palabras eran para aquel hombre, puesto que nadie más parecía estar facultados para entablar una conversación-Aunque tampoco debería sorprenderme, después de todo..es una de las "atracciones" de París-dejó salir sin mucha intención ni preocupación, mientras dejaba el vaso descansar sobre la barra nuevamente.

por **Axter Moureau** Lun Abr 06, 2015 10:47 am

-Mientras apuraba un sorbo más de vino escuchó la voz de alguien que estaba a su izquierda, al principio pensó como es normal que estaba hablando a otra persona, por lo que no prestó especial atención hasta que habló por una segunda vez, "sí, se ha dirigido a ti" comentó esa sarcástica voz de su cabeza añadiendo una burla cínica hacía si mismo por no haberse percatado de que alguien en ese sitio le estaba ofreciendo una conversación. Ojeó al hombre, de reojo a la par que miraba al frente, el roce de los vestidos parecían a punto de romperse pero siempre daban la frágil sensación de resistirse. Tuvo que de nuevo, darse cuenta de que no era un burdel, de que esos placeres más que carnales eran visuales- París es el sitio donde todos los placeres se dan caza pero que al mismo tiempo son censurados. Pienso que por las mañanas alguien dice "Ponte una venda cariño" pero en la noche le está dando un corsé para que muestre su cuerpo y le arranca la venda de los ojos. Sin embargo, este tipo de placeres... creo que merece la pena venir a verlos.

-No era un Burdel, es cierto pero no obstante no podía decir que tampoco estaba disfrutando, era un sitio animado incluso se atrevería a llamar moderno dado que en el pasado, recordaba que las únicas que hacían bailes de ese estilo eran las de lujo esperando capturar alguna atención de un hombre rico, estaba más que claro que éstas no eran de lujo, que todos los clientes que se reunían eran o nuevos o veteranos, en un momento se preguntó ¿a qué clase pertenecería quien le habla, de los que son vírgenes en estos escenarios o de los que vienen todas las noches que pueden?. Bebió y mientras vertía bajo su garganta la última gota de aquel líquido color magenta preguntó- ¿Es la primera vez que vienes? -Pidió otra, tuvo que alzar la mano derecha dos veces, estaba todo atestado de gente, no sabía si sentirse incómodo o intuir que el show no había hecho más que empezar.

Chasqueó la lengua cuando se giró, miraba hacía el escenario pero ahora prestaba más atención a su interlocutor. Una charla con un hombre, alguien con quien compartir esos gustos o por lo menos unas horas de conversación no hacían daño a nadie- ¿Como te llamas? - Tuteó, en Paris todos los señorones estaban acostumbrados a que se les besara hasta el trasero, tratarles de usted era como si fuese una ley pero él le gustaba hablar de tú, no era un ricachón que se dejase dominar por las apariencias, los lujos, el sarcasmo o su actitud egocéntrica a veces era empleada para los de su misma clase social o bueno, depende de a quien conociese. El que tenía al lado, era un hombre calmado, no tenía cara de estar salido y tampoco, como muchos otros seguía el vaivén de los senos de las mujeres que pasaban a su lado; Era agradable ver a un hombre que "disfrutaba" sin tener la cara propia de las caricaturas que hacían en las plazas con los ojos saltones y con la comisura derecha ( o izquierda ) manchada de baba- Mi nombre es Axter, no tengo ningún apodo así que espero no desilusionar si solo puedes llamarme Axter.

-Justo cuando se presentaba, se escuchó el sonido de una mujer gritar, giró el rostro con cierta parsimonia, al parecer alguien quería tocar más de lo que se debía a una de las chicas. No fue necesario más de un minuto para que el hombre fuese reducido, había demasiada seguridad, la mujer se fue corriendo hacía un lado ¿sería nueva? él no prestaba demasiada atención a los detalles a no ser que fuese un sitio nuevo que no conocía, parecía querer controlar todo, pero la pereza o simplemente el deseo de pasarlo bien sumado a su innata curiosidad parecían mitigar cualquier brillo lógico que pudiese bloquear sus pensamientos- Debe de pasar a menudo, por como la seguridad se ha movilizado... ¿Te importa que fume? -Sacó la pipa, escuchó un pequeño sonido a su espalda, le habían colocado un cenicero al lado y miró entonces la pipa, le sería útil y aquello respondía a la duda sobre si se podía fumar en ese sitio La pipa, era sobre todo para hombres de edad, pero él lo encontraba como símbolo de virilidad, de elegancia y sobre todo (porqué no admitirlo) era práctico, podía tomar una buena dosis de tabaco, podía durar lo que al mundano fumador le duraban dos o tres cigarrillos de esos que llamaban modernos y además, las hojas de tabaco no eran tan fuertes. Cuando quería experimentar, claro que tomaba hojas de tabaco perjudiciales incluso de esas que colocaban, pero se había metido tantas mierdas que no le importaba. Podía vivir sin alcohol incluso sin sexo pero el tabaco era para él lo que le distraía. Cuando la encendió, dejó que el aliento de su boca se transformase. Era irónico, como a pesar de lo ocurrido el ambiente más que tensarse era lo contrario, buscaban agradar incluso más, había un nuevo número de baile, con una cantante. Era hermosa, giró el rostro hacía su compañero con una sonrisa ladina, bromista o amistosa, depende de como se viera se podía interpretar-

por **K. Sevil Ilich** Mar Abr 07, 2015 10:18 pm

Sus ojos siempre lucían hambrientos, ávidos de todo lo que le rodeaba, imágenes que pudiesen grabarse en su memoria y darle una impresión del lugar en el que se encontraba era una costumbre ya arraigada en él, su cerebro funcionaba como una especie de máquina que capturaba momentos, quizás al común de la gente le parecería una estupidez, más para un Nómada como él era su forma de vivir.
Su mirada oscilaba por la barra, observando los rostros de la gente que allí se encontraban, rasgo común en todos era un leve enrojecimiento alrededor de la zona de los ojos y la nariz, una leve sonrisa se asomó en su rostro, al parecer, la estaban pasando demasiado bien, en parte, debido gracias al alcohol que allí se distribuía, y por otra, al espectáculo que estaba teniendo lugar.

Tras un leve momento de dispersión, centró su atención en el hombre a su lado, no podría ignorarle, puesto que se había aventurado a llamar su atención-Vaya..esa es una forma muy elocuente de decirlo, si puedo agregar-le sonrío amablemente, por su forma de expresarse y vestir claramente se trataba de un noble, la educación parecía cubrirle como un manto que dudaba pudiese quitarse, lo cual era immpresionante, al menos, a ojos que no acostumbraban a tratar con gente tan educada; si bien, solía relacionarse con gente de clase alta, ninguno había llamado su atención más que por el tamaño de sus bolsillos o lujos, era la primera vez que una persona atraía su atención por las palabras que salían de su boca.

Suspiró por lo bajo y con sus dedos rodeó el cristal dispuesto frente a él, podía observar su reflejo allí, el cual ofrecía una vista que no era ajena, ojos verdes intensos, cabello rubio peinado lacio hacia atrás y una camisa holgada que dejaba ver una parte de su pecho, definitivamente sencillo pero no cayendo en desaliñado, por un momento, se replanteó si había sido una buena idea entablar una conversación con aquel hombre, no le conocía y quizás como muchos tan sólo vería un vago antes que una persona normal-Conozco el mecanismo por el cual funcionan estos lugares, pero efectivamente, es la primera vez que decido verlo con mis propios ojos-comentó con un tono suave y relajado, al parecer, se había precipitado a juzgar la situación, puesto que él parecía interesado en la charla.

Sevil jamás se avergonzaba de sus orígenes, quizás algunas veces podría haberse sentido impotente o disminuido, más no lo suficiente para hacer de ello un problema real, al contrario, era de la idea de que sin importar la clase social a la cual se pertenecía, todos eran iguales, al menos, en cuanto a la anatomía de un ser humano se refería, y más aún, en lugares como este, consideraba que nadie estaba por sobre otro, después de todo, la reputación de un cabaret le precedía y pensaba que todos caían en el mismo saco por decirlo, claro está, dentro de sus paredes-Mi nombre es Sevil-se presentó luego de escucharle, él tampoco tenía un apodo, si bien su nombre de pila era Krzysztof, Sevil se había convertido en su identidad, para bien o para mal-No hay problema, como verás, tampoco gozo de un apodo, por lo que creo que estamos en igual de condiciones-se rió suavemente, en parte porque intentaba ser amable, y por otra, porque la ironía era bastante en aquel instante.

Un grito desgarró el ambiente que les rodeaba, se tensó como respuesta inmediata, sus sentidos se encontraban a flor de piel y bastante receptivos, no le llevó más de un par de segundos tener una imagen clara del incidente, sin embargo, tan pronto como volteó a mirar volvió sobre su posición, no solía involucrarse ni formar parte de los ojos curiosos expectantes de un espectáculo de decandencia humana, él no era así y no comenzaría ahora, ni siquiera por la influencia que aquel lugar podría tener en él-Y veo que es otro tipo de espectáculo más-tomó el vaso y lo acercó a sus labios, rozando su superficie-Oh, para nada, adelante-le sonrío por sobre el cristal y dejó deslizar el líquido nuevamente por su garganta, en aquel momento se concentró en aquello, puesto que su compañero de asiento parecía bastante ocupado con la pipa, tras vaciar el contenido, dejó el vaso y con una mirada la chica de antes vertió el líquido incoloro hasta el tope, Sevil le dedicó una sonrisa coqueta y colocó sus codos sobre la barra, adoptando una postura erguida; una voz un tanto grave pero aún así fluida comenzó a esparcirse por el lugar, cambiando el ambiente a su favor, logrando que todos los ojos se centraran en ella, él no era inmune a sus encantos por lo cual también le observó, encontrándose de soslayo con el rostro grácil de Axter-Toda una belleza, ¿No crees?-le espetó contagiándose de la expresión de este.

por **Axter Moureau** Jue Abr 23, 2015 8:55 am

- Le produjo una extraña curiosidad cuando el contrario mencionaba tan a la ligera que no había entrado antes en algo que la mayor parte de los hombres podría decir formaba parte de sus vidas, el genero masculino siempre se ha entretenido observando a las musas femeninas, puede que de una forma enferma pues la mayor parte de las veces solo se prestaban a instintos sexuales, mientras que evolucionaba el hombre, el ser humano siempre tenía ese instinto de reproducción hacía el otro sexo. La mayor parte de los del sexo masculino crecían viendo entre las faldas de las prostitutas o se entretenían imaginando que había bajo la ropa de las mujeres que pasaban ratos con ellos, los padres los hacían hombres o bien a base de trabajo duro o en la cercanía de algún burdel también, no obstante, aunque muchos no hubiesen ido a un burdel en su vida, todos presumían sobre andanzas imaginarias, burdas pretensión; Él había crecido en uno de los burdeles más andrajosos de todos, en los barros perdidos de Paris, así que cuando alguien mencionaba no tener idea de burdeles o por el contrario actuaba como un fanfarrón petulante contribuía a intensificar esa caprichosa curiosidad acerca del comportamiento del ser humano. Sin embargo, él no iba a comportarse como los ricos modernos que tomaban a un muchacho inferior bajo su ala durante una noche, con un puro en la boca, salivando al contar todo lo que ha comprado con el dinero mientras que el otro tendría los ojos abiertos de par en par, así que, escogió sus palabras- La elocuencia a veces es un método de expresar algo que no muchos ven con buenos ojos, siempre he estado entre burdeles pero nunca en este tipo de sitios. -Chasqueó la lengua, odiaba tener que pensar en que iba a decir luego.

Por eso los nuevos ricos odiaban al pelinegro, quien decía lo que pensaba en todo momento habiéndose ganado por ello la enemistad de más de un bando, desde los de su mismo gremio textil hasta garantizarse el odio de algunos que estaban perdiendo el dinero mientras que él, al contrario que todos ellos, continuaba con una buena cantidad de fondos. Cruzó las piernas, sonido que paso desapercibido mientras sus ojos de nuevo se concentraban en la mutitud que tenía al lado, sin embargo, no perdía esa concentración en quien tenía al lado. Un muchacho que miraba a su alrededor sin los ojos achicados por el odio, debía de ser inocente o vivía sin odio. Pensó para si mismo antes de tomar la pipa entre sus manos alertando a sus sentidos cuando un bostezo apareció de pronto en sus labios, no por aburrimiento, más bien por cansancio; ¿Cuantas noches había dormido bien?, no muchas y ese sentimentalismo barato le sacaba de sus casillas, llegando a causar cierta irritación en su modo de comportarse. Escuchó por pura suerte lo que mencionó el muchacho de su lado, giró el rostro en consecuencia, con la pipa una vez más en sus labios, el amargo sabor del tabaco parecía una amalgama de sabores debido a la mezcla del licor, de la mezcla de varias hojas de tabaco aplastadas y la madera que cual cafeina despertaba sus sentidos-

Lo es, creo que le gustas - Carcajeó al momento siguiente- O eso es lo que dicen todos, como una frase cliché. Sin embargo los ojos no mienten -Arqueó la ceja, pícaro- ¿Vas a intentar "hablar" con ella? porque si te vas a poner sentimental puedo irme un poco más a la derecha por si la espanto con mi hermoso rostro y me prefiere a mi -Guiño el ojo, se giró con rápidez de nuevo enfrentándose a la barra, el sonido de sus acciones era opacado por una extraña música, sensual, casi llamativa mientras escondía sus auténticas razones. Después de soltar la pipa dejándola directamente sobre un cenicero, el humo se escapó con sumisión antes de que pronunciase de nuevo unas palabras- Ahora dime, ¿Qué mujer no es hermosa?, todas las damas son hermosas a mi punto de vista, huelen distinto que nosotros, su piel es suave incluso si han estado trabajando de sol a sol, su rostro cansado parece una mezcolanza de erotismo, sus ropas siempre están en nuestra fantasias como unos fantasmas mal apagados, cuya presencia se puede hacer más fuerte. Nos gusta todo de ellas, aunque las consideremos de mejor o peor clase, más guapas o simplemente menos atractivas, sus labios, su sonrisa, todo. Igual que esto, ¿no crees? parece un altar de la mujer, para admirarla, ver lo que siempre hemos querido ver pero sin dejar correr la imaginación de forma obscena. Queremos ver sus pechos pero sin observarlos por completo, delinear sus piernas sin perdernos en el misterio de las telas.

-Volvió a tomar la pipa colocando ésta en la boca, sus dientes se mostraron tras aquella sonrisa, como una carcajada traviesa que no acababa por formarse. Miró hacía el escenario - ¿Sabes tocar algún instrumento? -Preguntó a la par que sonrió- O mejor dicho, espero que sepas bailar... este ambiente me aburre si yo no soy el protagonista -apagó la pipa y le dio varios golpes para que las cenizas salieran por completo manchando el antes cristalino cenicero. Aproximo a aquella mujer, de la que antes habían estado hablando, habría sido él, el coqueto pero no tenía costumbre de meterse con las mujeres que a alguien más le hubieran podido gustar, que gracioso pues, una norma para alguien sin normas. Le tomó la mano, besando ésta- Mademoiselle, ¿puede preguntar al encargado si me dejaría tocar el violin? estoy seguro de que no me negará ese deseo. -La mujer pareció dudar pero asintió para ir a preguntar a quien directamente le concerniese, tanto si podía como sino, no le importaba demasiado, como siempre decía, cuando uno es el protagonista se divierte mucho más- Espero no haberte robado la diversión -dijo sin más, volviendo a girar el rostro en dirección al contrario, con una sonrisa de medio labio-

por **K. Sevil Ilich** Vie Abr 24, 2015 4:16 pm

La música siempre había sido un deleite para él, sin importar el tipo y la intensidad, podía disfrutar de ella completamente, dejando que cada nota pudiese reproducirse en sus oídos y permanecer algunos segundos hasta desaparecer completamente, dando paso a otra y así, conformar una serie completa de melodías que daban paso a una composición, el carácter de obra maestra o simples notas no le correspondía juzgar, puesto que todo respondía a una emoción y finalidad particular, por lo cual, ¿Cómo poder colocar una por sobre otra cuando ni siquiera atendían al mismo fin?.

En aquel lugar claramente el ambiente era de fiesta por lo cual la melodía atendía a aquel concepto, animando con su alegría y vitalidad hasta el alma más decadente del lugar, y porqué no, estallando ciertas emociones y pensamientos que normalmente las personas tratarían de ocultar en público, sin embargo, este lugar y su atmósfera fomentaban liberar las inhibiciones propias de la sociedad y dejarse llevar por la enigmática y atrayente mano de la lujuria. Sus ojos oscilaban por el lugar sin embargo no parecía sorprendido o maravillado por todo lo que se estaba desarrollando allí, muy pocas veces se sorprendía por algo, la vida era demasiado interesante y corta como para dejarse perder y encandilar, por el contrario, se mantenía centrado y analítico procesando lo que sus iris podían captar; su cabeza se ladeó en posición hacia el sujeto con el que estaba charlando, y una leve sonrisa se asomó en sus labios, las palabras que decía le parecían ajenas a su realidad, puesto que sus intereses no solían ser los más comunes-No creo que sea así, pero gracias por ser tan amable-rió pensando en el hecho de que él se haría a un lado-Si quieres puedes ir por ella, adelante-hizo el gesto con una manos sin modificar su semblante calmado y amistoso.

Podía sentir cómo la música hacía vibrar el ambiente y su propio cuerpo, extendiéndose hasta la última fibra de su ser y dejándose llevar por el suave coqueteo que esta parecía sugerir, sin embargo, sus ojos permanecían en su acompañante, puesto que le parecía sumamente interesante charlar con él-Mi amigo-sopesó aquellas palabras esperando no sonar impertinente-Que poética e interesante manera de referirse a la mujer, de verdad que admiro tus palabras-lo elogió con sinceridad, puesto que no recordaba la última vez que alguien se expresaba de forma tan elocuente y a pesar del tema al cual se refería, podía notar toques románticos que hacían de sus palabras aún más hermosas-Me has dejado sin palabras, y aunque las tuviese, no podrían siquiera competir con tu elocuencia-inquirió y le sonrió, al parecer, había encontrado a una persona que valía la pena conocer, y no olvidar como a tantos muchos que había dejado en el pasado.

Se disponía a aventurar algunas palabras que había formulado claro está pensando en no incomodar ni rozar los límites establecidos entre ellos, sin embargo fue interrumpido por las palabras del hombre-En realidad se me dan bastante bien ambas, sin ánimos de presumir, claro está-agregó mirándole con suavidad, y divertido luego para el hecho de qué él disfrutase de ser el centro de atención. Luego observó los pasos del hombre, los cuales eran fluidos y elegantes, propios del porte de un caballero como ya lo había visto, no esperaba que él quisiera formar parte directa de aquel espectáculo, le parecía más de los que se limitaban a observar y juzgar, sin embargo, no le conocía y se llamó la atención a si mismo por aventurarse a juzgarlo así-Para nada, además, si vas a hacer gala de tus talentos, me gustaría poder apreciarlo de primera mano-asintió para luego dedicarle una sonrisa grácil.

por **Axter Moureau** Miér Abr 29, 2015 12:26 pm

- La hilaridad de las palabras pronunciadas por su acompañante, produjeron en él una breve y silenciosa carcajada aunque más parecía un estímulo pues no dejó escapar sonido alguno; La comicidad de la palabra que le había provocado tal sensación se debía tan solo a la palabra amable dado que él precisamente él, no era muy conocido por su amabilidad sino por lo contrario por ello era uno de los enemigos públicos de los de su misma clase social y también podía adivinar siéndolo en alguna otra clase social pobre, su sarcasmo no era sino una burla para quienes estaban a su lado, los hombres eran demasiado sensibles por lo que cuando se le atizaba con alguna frase teñida en ironía pensaban que iban directamente a ellos ( bueno, aunque algunas sí que iban directamente a herir el orgullo de sus acompañantes o lameculos ) así que con esa facilidad y con ese "don" hacía enemigos más rápido de lo que podía contar que hacía amigos. Por ello le extrañó que alguien como el muchacho que tenía al lado le llamase de aquella manera, bien mirado, el otro si que tenía esos rasgos que puestos a juzgar se podían llamar los rasgos de un hombre amable, sonrisa, movimientos caballerosos incluso para más inri te cedía la chica en la que él había puesto los ojos primero. Así que para él, el otro más que amable era una amalgama de acertijos que por un lado le producía curiosidad mientras que por el otro lado, no sabía muy buen como actuar- No, creo que pasaré de tan hermosa dama pues otra me espera.

-Esa dama no era sino una alegoría para referirse a la dama de todas las damas, no era física pero a veces podía serlo, era capaz de enloquecer a los hombres y calmar a las bestias. ¿Quién tenía tiempo para otra dama que no fuese la música?, ahora mismo, cada nota parecía atravesar su espina dorsal, movía incluso los dedos de las manos de forma automática, sin saber cuando empezó ni tampoco cuando acabaría, la piel se erizaba con algunas notas, los bailes a veces iban acompasados de ésta calentando el ambiente. No solo eran las mujeres que se paseaban con aquellos trajes ceñidos mostrando sus encantos no de una forma obscena sino más bien seductora, sino también la buena música que a veces era la que pasaba más desapercibida. Los músicos iban si pena ni gloria, como las buenas musas o como había dicho el otro, como los buenos poetas. Sin embargo, si había algo que le irritaba en lo que podía decir que era una noche perfecta, era que él mismo no fuese demasiado ese sátiro de las clases altas que buscaba a las mujeres y alejaba a quienes no era capaz de controlar sino que ahora, estuviese disfrutando de ser casi pacífico, hablando correctamente, escuchando incluso a su interlocutor en algunas de sus palabras, mediar en sus gestos, sentarse tranquilo e incluso tener una conversación. De haber sido él mismo un poco más, aquel hombre no tendría ese gesto amable y no solo le habrían buscado un sitio que pudiese comprar con su dinero sino que pasaría a una de las listas de los despreciables y a la vez de los pacíficos. No obstante, para que enturbiar lo que se presentaba como una noche perfecta, en la que estaba conociendo, porqué no, también a la compañía perfecta.

Inmediatamente, tomó la copa con la diestra acercándola a la boca, tomó un poco de su bebida notando como a pesar de todo el ambiente era envidiable, giró un poco el rostro, los hombres reían y respetaban el espacio, algo increíble puesto que donde él había nacido los hombres no pedían permisos más bien reclamaban sus derechos sobre el género femenino. Para que mentir, algunos detalles de sus actos eran debidos directamente a aquellos hombres, pues los únicos referentes masculinos de su infancia eran los borrachos y los drogadictos que querían tener diez minutos de mujer. Agarraban los muslos con pretensiones de ser los mejores amantes y a los diez minutos, agotados, rumiaban que no había sido para tanto mientras arrojaban las monedas que se les daba la gana; Con un sonido sordo, un eco que indicaba que la mujer de antes estaba llamando la atención dejó a un lado esa mierda de la nostalgia y volvió hacía ella. Parecía que les había dado el visto bueno.

Les indicó que esperasen unos minutos que una mujer les guiaría a la sala donde podían escoger los instrumentos que deseaban o hablar con los músicos para comentar que era lo que querían hacer. A los pocos segundos, el resto de la bebida se evaporizó con unos tragos poderosos, aunque una risa cubrió sus labios algo húmedos al no haber tragado totalmente antes de pronunciar las últimas palabras- "Amigo" -pronunció, con cierto retintín que no esperaba ser intimidante, sino conciliador pues no le gustaba mucho aquella palabra, prefería llamar al otro por su nombre antes que recibir aquel término que le resultaba tan efímero- Para que está el ser humano sino para presumir -Alzó la mano, mientras prestaba atención hacía el escenario- Por eso te digo -anunció con voz teatral y ocurrente- que si sabes hacer algo, presume de tal modo que dejes en ridículo a los que creen saber hacerlo. Cuantas bocas se callarían entonces...pero no tendría gracia - La parte más hermosa era humillar al rival, aquel que te sonreía y te desafiaba.- Yo creía que era especial preciosa, pero veo que nos vamos a sumar a una nueva moda -Habló hacía la muchacha que estaba en la barra. Justo acababa un baile cuando festivamente un hombre que parecía haber bebido de más pero que se encontraba lo suficiente sobrio como para hablar, indicaba que iba a bailar.

A lo mejor, lo hacían muchos porque algunos hombres fueron llevados a una sala de la que presumió ellos serían llevados en breve, así fue, dado que comenzó la música de nuevo y una mujer con voz melosa atrajo la atención de ambos. Arqueó la ceja, era una de esas mujeres que no mirabas solamente una vez, de estatura media pero un poco más baja, el cabello rubio y rizado, no se mecía, parecía declararle una guerra a la lógica o seguramente sería una peluca, un maquillaje natural a excepción de los labios que estaban brillando en rojo, el vestido parecía ser un palabra de honor que a duras penas podía contener sus senos al igual que las miradas de los hombres hacía éstos ( y vaya, que éstos merecían ser mirados ), unos tacones de punta fina y unas medias negras eran todo lo que necesitaba para ser una mujer que dejase guiar la imaginación de muchos hombres. No hizo falta más que aquella sugerente sonrisa para que Axter se moviese, mientras tomaba de la camisa al otro- Vamos. Creo que puede ser divertido. -Obviando el hecho de que él lo había sugerido se permitió aquella broma de nuevo, metió la mano en los bolsillos contemplando como aquellas caderas de la mujer se movían.

Con que gracia estaban siendo guiados, el compás de una guitarra parecía haberse enredado entre las piernas de aquella mujer pues como si no fuese nada, andaba meciendo su cuerpo, bailando y al mismo tiempo guiándoles al sitio donde debían de escoger sus requisitos. Ella les señaló el sitio, saliendo junto con otras mujeres que sonreían de forma alarmantemente sensual dejando así a los hombres henchidos de alcohol con deseos de probar algo delante de unas masas llenas de testosterona. Resopló mientras contemplaba a su alrededor- Violín...Violín -hablaba para si mismo, buscando su instrumento favorito-

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