Hollow and alone [Privado]

La pesada falda verde oscuro oscilaba con brusquedad con cada nuevo y apresurado paso de la dama. Caminaba de forma demasiado enérgica, como si se encontrase retrasada para una cita importante, y la angustia que marcaba las delicadas facciones solo servía para reafirmar la apresurada conclusión. Bueno, o así sería de encontrase en algún lugar concurrido pero, por suerte, solo le acompañaban los rostros congelados de los silenciosos retratos apostados en las paredes del corredor. No recordaba con exactitud el camino recorrido desde su hogar hasta las entrañas del College de France, era tanta la turbación de su espíritu que bien podría haberse simplemente materializado. A pesar de lo anterior una aparta región de su alterada mente rogaba porque no se hubiese comportado de forma tal que llamase la atención de sus vecinos. Era esto lo último que deseaba y por eso mantenía un férreo control sobre su comportamiento en público, pero los recientes acontecimientos abrieron una brecha en su bien estructurada fachada de normalidad ¿Se estaba acaso volviendo loca? ¿Sería ese el precio a pagar por todos sus pecados? La idea de la demencia resultaba tan aterradora como la de admitir que lo que ocurría en su vida fuese real.

Una puerta cerrada interrumpió sus pensamientos a la par que sus pasos. Tomó dos inspiraciones para intentar serenarse, acomodó su cabellera y vestido y tocó anunciado su llegada – Buena tarde, el Director Fausten espera mi llegada. Soy Elona de Molay – una mujer joven le ofreció una mirada aburrida antes de indicarle que pasara al despacho del Director y le esperara allí. Elona agradeció escuetamente y respiró aliviada por contar con algunos minutos para aclarar su mente en soledad. La cita, pactada días antes, tenía como propósito identificar un posible nuevo alumno para Elona. No era la primera vez que recurría a Tyler para que le ayudara con tales menesteres y, seguramente, no sería la última. Siempre era un buen recurso para los maestros privados contar con la simpatía de contactos al interior de los colegios y academias. Ese día estaba planeado para ser fructífero pero los eventos acaecidos en un par de horas antes se ensañaban en arruinar la compostura de la mujer.

Se encontraba sentada frente al vacío escritorio de madera, tratando de controlar su respiración y convenciéndose de lo ilógico de la situación cuando su mirada percibió un moretón en el antebrazo derecho. Era tan pequeño que no llamaba para nada la atención ni causaba la más mínima molestia real, pero a los ojos de Elona bien podría tratarse de un fuego abrazador. En un instante volvió en el tiempo a una época en la que temía constantemente por que un descuido descubriese el pedazo erróneo de su piel, mostrando a sus conocidos la realidad de su vida marital y las consecuencias que tenía que soportar por consentir el acceso carnal que por derecho tenía su marido. Pero él estaba muerto y por tanto no debería sobrecogerse por tales preocupaciones nunca más ¿verdad?

Ocultó un gemido de angustia con el dorso de la mano izquierda mientras un torrente de lágrimas se deslizaba por sus mejillas. La deducción a la que estaba llegando resultaba tan aterradora que ni siquiera la posibilidad de que Tyler entrase y la encontrase en un estado tan lamentable la obligó a tomar el control de sus emociones. Podía negar todo lo que quisiera lo ocurrido, podía repetirse una y otra vez que su imaginación le jugaba una mala pasada (otra vez), pero no había palabras, pensamientos ni posible acusación de locura lo suficientemente enfática como para negar el cardenal que probaba la autenticidad del ataque… ¿Qué haría ahora?