El encuentro que provocó el aburrimiento- Lian Ravel (+18)

El aburrimiento y la falta de diversión son dos compañeros que pocas veces irrumpen en mi vida. En esos momentos, hago todo lo posible para deshacerme de ellos y evitar caer en la locura que me acabaría provocando el aburrimiento que estaba empezando a sentir al estar sola en mi coqueta casa sin hacer nada en particular desde que el sol se había ido a dormir y yo había despertado de mi sueño.

Harta de esperar que la diversión viniera a buscarme, decidí ir yo en su busca. Me quité el camisón que llevaba de pijama y lo cambié por uno de mis ostentosos vestidos negros, a juego con mis inseparables botas de tacón.

Me monté en un carruaje que me llevó hasta el centro de la ciudad. Si quería aprovechar la noche no podía perder el tiempo caminando desde mi casa hasta la ciudad. Mientras más años voy cumpliendo, más me doy cuenta de lo convenientes que son las ciudades para nosotros los vampiros: tan grandes y con tanta gente diferente que es muy fácil pasar desapercibido y, si eres lo suficientemente perverso e inteligente, puedes sembrar el caos y nadie será capaz de descubrirte. En resumidas cuentas, el ambiente perfecto para que vivan vampiros que viven de seducir, jugar y alimentarse de humanos.

Caminando alegremente por las aún concurridas calles de esta ciudad que se ha convertido en mi nuevo hogar, decido buscar algún local en el que buscar algo de diversión y quizás algo de comida.

Inspeccionando por las calles, un pequeño local en la esquina me llama la atención. No por su ostentoso aspecto, sino todo lo contrario: rodeado de grandes y opulentos edificios estaba ese pequeño local que me llamó la atención. Sin pensarlo más, entré. Ay Dios, me estoy encasillando, no sé cómo me las apaño pero siempre que salgo, acabo en un bar o algo por el estilo. Pero es lo que me gusta, no lo puedo evitar.

En fin, entré en el local que examiné minuciosamente: no tenía muchos clientes pero el espacio tampoco daba para más. Algunos hombres en la barra y otros tantos y algunas mujeres repartidos por las mesas, trabajadores del local a parte, claro.

Me acerqué a la barra y pedí una bebida. Giré un poco mi taburete para seguir inspeccionando el sitio. Inevitablemente, mi vista se dirigió a las damas que estaban en una de las mesas. Me quedé sorprendida, no me había fijado nada más entrar pero, por su actitud y su ropa, esas chicas eran prostitutas. Vaya, así que este sitios es un burdel, sí que lo han logrado disimular bien. Posiblemente, en las planas superiores del edificio estén las habitaciones donde trabajen las chicas.

Orgullosa por mi descubrimiento, empecé a tomarme mi bebida, mientras me relajaba un poco. Más tarde buscaría algo de diversión. La noche aún es joven.

Una noche nueva había caído en la ciudad, trayendo con si muchas oportunidades, experiencias y, por qué negarlo, dinero. Comenzó a organizar el burdel, despertar a su gente mandar a limpiar y reponer las bebidas alcohólicas en los estantes.

Lian sirve una copa para sí mismo y así comenzar su rutina, como siempre expectante a nuevos placeres.

Las horas pasaron y la morada se llenó de risas, jolgorio, olor a alcohol, tabaco y a sexo.
Agnes, ¡cómo amo este lugar!- dice emocionado mientras le agarra con firmeza el trasero a una de las muchachas que caminaba a su lado, quien en respuesta ríe por el usual atrevimiento de su jefe.

Su mirada se detuvo en la hermosa mujer de negro vestido, como su fuese la misma noche quien en forma de mujer decidiera pasar un momento en la presencia de los mortales. Dejó su imaginación volar visualizando a tan bella dama riendo ebria para luego rendirse al placer que su casa como sus propias habilidades podrían ofrecerle.

Le sirve una copa de vino a la dama quien, a diferencia de sus congéneres de la alta sociedad, miraba divertida su humilde morada. Una vez se inclinó para acercarle la copa notó sus joyas caras y el delicado perfume, no pudo resistirse imaginar compartiendo el lecho con aquella musa.

Me pregunto ¿qué hace una hermosa dama como usted en un lugar como este?- pregunta seductor para luego mirarla entretenido.- En realidad me pregunto cuantas veces te han preguntado eso, veo en tu bello rostro que eres una dama a la que le gusta el palpitar propio de la noche.- añade con una sonrisa seductora.

El olor a lujuria da a cualquier lugar un ambiente que me atrae bastante. Mi intención al principio era solo tomarme una copa en aquel local e  ir a buscar aventuras en algún otro lugar. Pero cuando descubrí que era un burdel, las cosas habían cambiado. Ahora buscaré mis nuevas aventuras aquí.

Cuando me acabé mi copa e iba a pedirme otra, apareció un joven apareció y me sirvió otra copa. Giro la vista para ver cómo es el joven que me invitaba a beber: un chico joven y atractivo, muy bien vestido y con un aura de bastante seguro de sí mismo.

-Buenas noches, caballero- lo saludo elegantemente, inclinando la copa en señal de agradecimiento.

La noche se presentaba interesante en aquel burdel que me había sorprendido. El joven empezó a entablar conversación conmigo. No tenía nada mejor que hacer así que decido seguir hablando con él. Cualquier persona con ese aspecto que esté en un burdel es un sujeto merecedor de mi interés.

Ante su propia corrección a su pregunta, no puedo evitar sonreír un poco altanera. Llevo unos cuantos siglos oyendo la misma pregunta, pero no creo que esa respuesta sea la más adecuada para darle aun humano.

-No le negaré que me lo han preguntado ya muchas veces a lo largo de mi vida. Pero pocas veces, me la ha preguntado un caballero tan apuesto como vos- sonreí traviesa-. Vaya, es usted muy  observador. No se lo voy a negar, soy un ser que prefiere la compañía de la luna y las estrellas- le comenté con doble sentido

La voz de aquella mujer, avatar de la seducción nocturna, me embriagó como hace mucho tiempo no lo hacía nadie. No pude despegar mi mirada de su coquetería natural natural, de su aterciopelada sonrisa y su fragante perfume que me atraía más con cada uno de los movimientos que hacía para hablar.

Quiero a esta mujer, quiero su compañía, quiero escucharla reír, quiero escucharla gemir y si se da la oportunidad, quiero también su dinero y su admiración.

Me sorprendo positivamente frente a su ingeniosa respuesta. "No sólo es hermosa y atrevida, sino que también sabe responder" pienso divertido.

No podrían ser tantas noches en las que te hayan hecho aquella pregunta, te ves muy joven como para aquello.- digo sonriéndote seductor y seducido al mismo tiempo, sin poder evitar el comparar el color del fragante vino con especias dulces en tu copa, con el de tus delicados labios.

Por ende ahora me pregunto... Eres una jovencita mentirosa o eres una mujer llena de historias? Amaría escuchar tus historias y tus mentiras con ese delicioso dejo de acento extranjero... Podría ser italiano?.- termino por decir con una sonrisa divertida, regalándote una de las rosas que se encontraban en uno de mis floreros. Comienzo a fantasear acerca de los mitos sobre la sangre caliente de las italianas, sin poder evitar mirarte con curiosidad y deseo.

Al parecer he logrado captar la atención de aquel apuesto caballero. Noto su mirada observando todos y cada uno de los rasgos de mi cuerpo. Me siento observada y me parece bastante divertido, interesante, excitante.

Ese aura elegante y segura de sí misma me llama enormemente la atención. Puede que mi curiosidad se convierta en mi perdición, pero no lo puedo evitar y no creo que lo haga ya a estas alturas de mi vida.
Por lo que parece mi respuesta le ha resultado interesante. No puedo evitar a veces decir ciertas cosas que delatan que no tengo la edad que aparento. Aunque no creo que este atractivo caballero averigüe mi verdadera edad.

-Han sido bastantes noches Monsieur, frecuento mucho el mundo de la noche a pesar de mi edad- contesto centrando mi mirada en sus ojos y tomando un sorbo de mi bebida.

-Dejémoslo en que soy una mentirosa llena de historias- contesto seductora, limpiando con mi lengua los restos de vino de mis labios-. Así le podré contar todo tipo de historias y mentiras, siempre que quiera seguir acompañándome.

Con una sonrisa, cojo la flor que me ofrece y me deleito con su delicado aroma.

-Y no le traicionan sus oídos, nací en Florencia y he vivido en Italia muchos años.

Con picardía, extiendo la mano para poder saludar adecuadamente a aquel caballero.

-Un placer caballero.

-El placer es mío, bella dama.- le respondo tomando su mano y besándola con cuidado.

-Le robaré el tiempo que vino a gastar en mi humilde casa, deseo escuchar todas sus historias y sus mentiras. Me considero un buen apostador, amante de los juegos. Me encantaría perderme en sus palabras y tratar de adivinar si son verdades o si son historias que aún no le suceden.- digo para luego reír divertido.

Veo que es toda una mujer en el cuerpo de una señorita. Una mezcla letal si me lo permite, pero no es sino todo lo que es letal aquello que llama la atención de los mortales?- pregunto ensimismado en la belleza de la mujer que tengo delante de mi.

Tomo mi copa y bebo de la misma, no puedo dejar de pensar en esta nueva oportunidad, una chica acaudalada que me de las herramientas para seguir buscando a mi familia; claro, divirtiéndome en el proceso, disfrutando de aquel bello rostro y voz seductora.

Podríamos entonces disfrutar de una bella velada en mis aposentos personales. No puedo sino dejarme seducir por la misma Noche, quien tomó la forma de la más bella italiana que han visto mis ojos.- termino por decir con una voz aterciopelada y tomándole la tersa mano. No puedo sino disfrutar de su presencia. Si bien es cierto que amo a cada una de las personas que trabajan para mi, pero mis bellas flores están agotadas por el trabajo nocturno; toda flor se marchita un poco luego de que pasa por tantas manos. Es cierto, son todos hermosos y diferentes, pero hoy me quiero dejar seducir por la malicia en los ojos de quien lo tiene todo en la vida y aún así desea más.

Sonrío con un cierto toque de picardía inocente cuando se presenta. Ambos estábamos intentando seducir al otro, pero sin dar el brazo a torcer.

Por lo que veo, el apuesto caballero estaba más que dispuesto a pasar tiempo conmigo. No voy a negar que, para ser un simple humano, este hombre me llama bastante la atención. No lo descartaría como una posible relación de una noche o un amante ocasional.

Además, si, como ha dicho, es dueño de aquel local, debe saber bastantes cosas de las artes amatorias, lo que haría la relación más que interesante. Pero yo soy como soy, voy a hacerme un poco de rogar.

-¿Así que este local le pertenece? Déjeme decirle que es un local encantador, buena bebida, chicas atractivas y lo mismo podría decir del dueño- le insinúo mientras le guiño el ojo y bebo un poco de mi copa-. Me gusta que esté dispuesto a apostar conmigo cual de mis historias son ciertas y cuales no. Tiene completa libertad pata preguntar lo que quiera saber.

-Prefiero considerarme más una señorita que una mujer, caballero- le contesto haciendo hincapié en que soy muy joven-. Oh, caballero, yo no soy tan letal. ¿Acaso no ve cuan inocente soy?

Vuelvo a sentir su mirada posada en mí y no puedo evitar sonreír. Parece que la conversación cada vez se vuelve más interesante. Ante la comparación que hace entre la misma noche y mi persona no puedo sentirme más que alagada, nunca nadie me había dicho nada por el estilo.

-Bueno… si el dueño del local quiere que lo acompañe a sus aposentos…- digo, provocando un poco a mi interlocutor-. Tendrá que ofrecerme algo que haga que quiera alejarme de la barra.

Que no se diga más entonces. La invito a conocer mis habitaciones personales, donde el licor es mejor, la luz es más agradable y la compañía aún más grata.- digo con una gran sonrisa victoriosa.

Deseo poder escuchar sus historias y sus mentiras en la comodidad del mejor lugar que puedo ofrecerle.- añado ofreciéndole mi mano para escoltarle al lugar.

Mi corazón late acelerado por la emoción de la caza. ¿No es sino la conquista, aquella que nos recuerda el pasado y nuestro animal interno, la misma musa que nos hace sentir el propósito de estas vivos? Y yo deseo conquistar a esta mujer enigmática. Dejo a una de mis muchachas a cargo del lugar y me llevo conmigo la mejor botella de vino junto a dos copas.

¿Hay alguna comida que disfrutes?- te pregunto mientras salimos del centro del bullicioso lugar, escoltándote del brazo por los pasillos decorados de la que alguna vez fue una lujosa mansión. El olor a almizcle de las habitaciones se mezcla con el olor de las flores y los aceites que mando a usar. Desde una de las habitaciones se puede escuchar la música de un violín que opaca los gemidos de los amantes. No puedo evitar sonreír ni mucho menos sentirme orgulloso. Vivo por el placer de estar vivo, lo que me hace recorrer una vez más tu belleza con mi mirada.- O quizás la delicia de la música o un buen masaje. Todo por complacer a mi invitada.-

¿Seré tan afortunado de hacerle el amor a quien tomó la belleza de la noche bajo mis ojos? Eso espero.

Poco a poco, el flirteo iba en aumento, él me insinuaba y yo a él. El ambiente era perfecto para acabar todos sabemos dónde. Tampoco iba a decir que no a una invitación tan tentadora, aquel caballero sabía cómo conquistar a una dama normal, una humana cualquiera. Pero yo no era así, aunque había decidido serlo por una noche. Nunca viene mal echar una canita al aire.

-Si me vende de esa manera sus aposentos personales, no soy nadie para negarme- contesto sonriendo-. Será un mejor lugar para contarle mis historias caballero y veremos si es capaz de descubrir que es real y que, fruto de mi imaginación.

Tentado por mi proposición, ambos salimos del lugar, rumbo a las habitaciones privadas. Por lo menos, había encontrado un entretenimiento esta noches, un entretenimiento que, de gustarme podría pasarme a visitar de vez en cuando, en alguna de mis muchas noches de aburrimiento.

Me dejo guiar obedientemente por aquellos lujosos pasillos, se nota que este edificio no se edificó en un principio para ser un templo del placer prohibido o es la sensación que a mí me da al caminar por los interminables pasillos decorados con ostentosidad.

-Si no es indiscreción caballero, ¿A quién pertenecía antes esta mansión?- le planteo mi curiosidad mientras seguimos adentrándonos en las profundidades de la mansión.

-No tengo mucha hambre, prefiero beber- contesto mientras le arrebato de las manos la botella de vino y me adelanto unos pocos pasos a él con mi pequeño premio-. Aunque no le diría que no a un buen masaje aderezado con esta preciosa música- comento señalando la puerta de la habitación desde la que se escuchaban unos preciosos acordes.

No puedo negar lo tentadora que me resulta esta situación, con el paso de los siglos he aprendido a disfrutar de esto. Quien le habría dicho a mi yo de hace ocho siglos que ahora habría cambiado tanto. Bueno, a nosotros no nos queda otra que adaptarnos a los cambios de los humanos.

Aquella mujer, aquella araña me tenía sus redes en las cuales me arrojé dichoso en búsqueda de una noche distinta. Ella era inusual, como un vino fuerte, como una brisa fría en primavera despertaba los sentidos y te hacía sentir la presencia de lo peligroso. "Quizás si descubro que es más de lo que aparenta, puede serme de utilidad" pienso sonriendo al tiempo que noto como ella es una mujer que haría que un tigre le ronronee.

Esta mansión pertenecía a mi primer y gran amor.- digo en un gesto pensativo.- Aquella era una dama que sabía de clase durante el día, y sabía mucho más del placer durante la noche... todo lo que respecta a complacer el cuerpo de una dama me lo enseñó ella... En realidad, casi todo. He de admitir que mucho lo he aprendido por mi cuenta, soy un buen aprendiz.- admito con una pequeña risa mientras hago pasar a mi musa a mis habitaciones.- En mi opinión, una de las cosas que hacen valorar aún más a un mujer, es su habilidad de controlar el alcohol en su sangre... creo que podría resumirse en su habilidad de controlar.- añado en tono seductor cuando la veo arrebatarme la botella.

Bienvenida, por favor siéntete cómoda. Yo buscaré lo necesario para deleitarte con el masaje, no tardaré.- cierro la puerta detrás de mi para luego partir al baño privado a buscar lo elementos necesarios.

La habitación es lujosa, propia de alguien de la nobleza menor, siendo la más cuidada y con más lujos. Esencias perfuman la habitación mientras que una chimenea la mantiene templada en esta fría noche de primavera.

La situación era cada vez más prometedora. Aquel joven estaba completamente dispuesto a llevarme a la cama y yo no iba a desaprovechar la oportunidad de pasar una noche entretenida en brazos de aquel seductor caballero que se veía dispuesto a complacerme de cualquier forma que yo le pidiera.

Me quedo ensimismada oyendo su historia sobre la anterior dueña de la casa. Por lo que me decía, daba a entender que, realmente amaba a aquella mujer. Y que, obviamente, no la había olvidado. Un alma débil y herida que busca un reemplazo de su amada en todas las mujeres que hace pasar a su habitación, como estaba haciendo conmigo ahora mismo.

-Debió ser alguien muy importante para usted- le dije mientras me acercaba a su cuello para lamerlo lentamente. Pronto… muy pronto probaré su sangre. Por ahora, me conformo con ir provocando un poco a aquel joven.

-Pues yo controlo bastante bien el alcohol, caballero- le contesto mientras me contoneo para entrar en la habitación.

Entro en los lujosos aposentos y me siento en la cama esperando que mi nueva conquista traiga todo lo necesario para hacerme pasar una buena noche.

-No tarde mucho caballero. No quiero que la espera se me haga muy larga.

Río divertido con sus palabras mientras me regodeo haciéndola sentir una cazadora. Cuando lamió mi cuello me quitó todas las dudas, la miré con atención mientras buscaba los aceites aromáticos en el baño y me di cuenta al ver su aura que aquella mujer era mucho más especial de lo que yo creía.
Ya había visto esa aura pálida con anterioridad, solían ser de hombres que dejaban a mis trabajadores sin energías y con heridas, nunca habían habido asesinatos, "pero es mejor no arriesgarse con un ser que no se siente vivo" pensé divertido y tomándome esta noche como un reto personal. Si la sobrevivía y la encandilaba, aquella mujer de alto estatus podría serme útil.

Hay dos mujeres importantes en la vida de un hombre.- le explico con una sonrisa seductora mientras me acerco a ella.- La primera y la presente... Además, sé que ella se sentiría honrada ahora que la llamo mi maestra. Reconozco que fui su muñeco, la arcilla en sus manos. No puedo sino seguir el camino que dejó para mi; camino que amo, por cierto.- Respondo riendo mientras me inclino para comenzar a sacar con destreza las botas de mi compañera. Reconocer las prendas femeninas y saber como desvestir a una mujer a un buen ritmo, fue parte de mi "entrenamiento".

Entonces... soy apetitoso?- le pregunto divertido e inclinando un poco mi cabeza, para mostrarle el lugar de mi cuello que ella lamió; al tiempo que la miro a los ojos, acariciando la pierna que acabo de descubrir.

La caza seguía, el juego de seducción ya era irrefrenable. Ambos cazadores lo dábamos ya todo para llevar a nuestra presa hacia nuestro terreno, un constante tira ya afloja que solo hacía más interesante la noche. Una noche que se avecinaba muy joven aún. Ya había empezado probando un poco como era el cuello de aquel muchacho. No estaba mal, era bastante tentador y no voy a negar que me excitaba bastante.

Lo miro expectante mientras busca los útiles para el masaje que le he pedido. Atrapándolo con mi mirada para que no se me escapara.
Ante su siguiente comentario, acabo esbozando un falso puchero de lástima.

-Entonces, ¿eso significa que me olvidará mañana por la mañana? Pero debo admitir que me da cierta curiosidad el saber qué cosas le enseñó su amada para que la aprecie tanto. Además, no hay nada mejor que hacer lo que a uno le gusta- le susurro esto último a la oreja con una voz sensual e hipnótica.

Me dejo hacer, que me quite las botas, que me quite lo que quiera. Mientras tanto, yo lo desprendo de su chaqueta para ir acelerando el proceso.

-Es usted más que apetitoso, caballero- sonrío sensual para atraerlo lentamente a mis ansiosos labios.

Me estremezco ligeramente al sentir el susurro de mi compañera, tan peligrosa como seductora y bella como la noche. No negaré que me ha atrapado en sus juegos, pero he de admitir que me me encanta este juego, quiero ser parte de ella, de su mundo nocturno; quiero ser parte y autor de todas sus travesuras. Quiero ser más fuerte, quizás ella me vea como el insecto atrapado en su telaraña... Pero bien puedo ser aquel mago que domine a la fuerza de la noche, espero que mi amada me de la fuerza para ello, desde donde sea que se encuentre.

Dije la mujer presente, mi bella musa. Depende sólo de usted el seguir en mi presente o no.- le respondo acariciando sus piernas, disfrutando de su tersura y de su perfumada piel.

Me dejo desnudar por sus ávidas manos, pero usando mi experiencia mantengo la calma. Con seguridad unto en mis manos unas gotas del aceite y comienzo a acariciar sus pies. Me mostraré ante ella como un paje, y deseo terminar siendo su dueño, si tengo la buena fortuna de sobrevivir esta noche.

Tengo que contradecir sus palabras y confirmar que es una mentirosa; es usted quien está hecha como una delicia por la que reinos enteros matarían por probar.- le digo atendiendo su cuerpo, tocando las plantas de sus delicados pies en los puntos precisos donde sé que la relajarán, para luego subir por sus suaves y firmes piernas.

No puedo evitar sonreír traviesa por cada reacción de este caballero. Por una parte, por ver como, después de tantos años, sigo engatusando a los hombres con los mismos trucos que cuando era más joven, todos los hombres son iguales sea cual sea la época: si se les deleita con palabras bonitas, dejan de pensar y se ponen a disposición de cualquier cara bonita con una buena delantera; y, por otra parte, tampoco puedo negar que me gusta sentirme deseada, me da vida, es la esencia de mi existencia ya muerta, aquello que me hace avanzar y ver un día más la puesta de sol.

Noto como me acaricia las piernas y le acerco uno de mis pies, como si fuera la mano que quiero que me bese al presentarnos. Sintiéndome su reina, la que lo llevará por el camino de la perdición y que lo hará sentir placeres que nunca podría hacer experimentado con ninguna mortal ya que, la experiencia que tenemos los inmortales, el resto no la puede ni imaginar. Demasiados hombres y mujeres han pasado por entre mis piernas como para saber qué es lo que busca cada una de mis esporádicas conquistas, aunque a día de hoy, sigo llevándome muchas sorpresas.

-También depende de si usted tiene lo necesario para mantenerme a su lado, ¿no cree?- le reto.

Después de la chaqueta, me quedo unos segundos contemplándolo solo en camisa hasta que decido quitársela también y explorar con mis frías manos su pecho ya desnudo. Un pequeño gruñido se escapa de mi noca, anticipándose a mis próximas acciones.

Mientras dejo que me masajee los pies, no puedo evitar sonreír por sus ingeniosos comentarios para seducirme. Se notaba que era todo un experto en camelarse a todo tipo de mujeres. ¿A saber cuántas habrán estado en esta cama antes que yo? Y por supuesto, ¿cuántas vendrán después?

-No le he mentido caballero- le respondo-, pero me gusta como piensa.

Mientras sigue con el masaje, no puedo evitar sltar alguna que otra sonrisa traviesa por las cosquillas que me producen sus manos cuando tocan ciertas zonas de mi cuerpo.

Aunque quisiera evitarlo, y no quiero, no podría dejar de besar el delicado pie que me ofrece como una reina a su fiel vasallo, ni tampoco podría no quedarme con el aliento en la boca al observar la magnífica vista frente a mi. Su piel de porcelana y su figura que pareciera tallada a mano por un experto escultor. Tengo en mi cama a una atrevida joven antes de su veintena con ojos de haber visto y disfrutado el mundo.

Sigo subiendo mis manos por sus piernas, usando su bello rostro como una guía para saber qué es lo que disfruta. Tengo que admitir que en este momento estoy atrapado por esta deslumbrante mujer, quiero sentir sus frías manos recorrer mi piel, quiero ver sus ojos de cazadora desnudándome, quiero robarle esta noche y que sea sólo mía.

¿Tener lo necesario?- le pregunto sonriendo.- ¿Acaso algún mortal tiene lo necesario para complacer a una musa? Tomaré el reto de no perderme en sus brazos y de complacerla las noches que usted desee. Soy un ávido aprendiz si usted me lo permite.- digo acercándome para besar con delicadeza la suave piel de sus muslos.

Pasan los minutos y el masaje dio paso a que mis labios descubrieran su piel, regodeándome con los sonidos de su respiración y sus gruñidos ansiosos. Quiero sentir cada uno de sus sabores y escuchar cada uno de los gemidos que se escapen de su garganta. Sigo subiendo mis besos por sus muslos hasta que ella me detenga... o mejor, que no lo haga.

Para ser una noche que había comenzado con las expectativas de volver sola y aburrida a casa, no podía quejarme de cómo me estaban yendo las cosas. Aquí, frente a mí, un nuevo esclavo que vive por mi atención. Que se esfuerza para hacerme disfrutar y por hacer valer su propia hombría. Un hombre como otro cualquiera que solo quiere apuntar en su lista una cara bonita más, pero para su desgracia o su fortuna, yo no soy como las demás frescas que habrán pasado la noche, no durmiendo precisamente, en esta cama.

Noto como me besa el pie, como sus manos, poco a poco van explorando zonas nuevas de mi cuerpo. No está mal, parece que han instruido bastante bien a este jovencito. Muchas de sus caricias me producen pequeños suspiros de places, parece que sabe donde tocar para conseguir lo que quiere de una señorita.

Lo miro con pasión, con deseo, diciéndole sin palabras que siga, que necesito más. Quiero que siga adelante y que no pare hasta que mi cuerpo no de más de sí. En ese momento, mis manos aprisionan su cara y le roban un pasional beso, para dominarlo, para que sea mío, para que quiera más, para que lo busque…

-Bueno- le contesto-, hay mortales que han logrado conquistar a los mismísimos dioses. ¿Por qué no iba a lograrlo usted con una chica normal cómo yo? Le deje a su elección que me complazca como guste, siempre que me deje a mí también aprender. Al fin y al cabo, no hay mayor placer que el que se obtiene al recibir conocimiento.

Me estremezco al sentirlo en mis muslos, un escalofrío recorre todo mi cuerpo. Ante sus apasionados besos, no puedo más que acercar inconscientemente mi cuerpo a él. Necesitando tenerlo más cerca de mí. Al final iba a lograr hacerme perder la cabeza a mí también.


off: he puesto ya el +18 por lo que pueda pasar

Ese beso me confirmó lo que ya suponía. Amo cuando una bella mujer se deja llevar por sus deseos, cuando saben lo que quieren y lo toman por sí mismas. Quiero verla perderse en su propia piel mientras por estas horas la hago mía.

Desprendo con habilidad de su ropa interior y si es que quedara alguna prenda que cubriera aquella magnífica obra de arte. Deslicé con la suavidad de un suspiro mi mano mientras descubría su piel, blanca como la más pura de las muñecas. Mirarla roba mi aliento unos segundos, ¿Cómo era posible que aquella figura pudiera mostrarse ante mi como la pureza y la lujuria al mismo tiempo? No podía dejar de pensar que tenía a la misma diosa de la noche en mi cama, y ¿quien sino yo la podría hacer gritar de placer?. Sonrío ante mis pensamientos, sin duda le daré a esta musa lo mejor de mi.

Beso el interior de sus muslos mientras me acerco lentamente a su entrepierna, levando la mirada buscando sus ojos para hablarle. -Querida mía, le aseguro que ninguna mujer que no tenga algo de divino ha pasado por esta habitación. Sólo déjame complacerte.- le digo con voz aterciopelada antes de soplar suavemente entre sus labios mayores y hacerme paso para tener mi deliciosa recompensa. Me guío por cada uno de sus sonidos, de los movimientos de su cuerpo y llevo mis manos por su torso elevándose al ritmo de nuestro deseo.

Ambos sabíamos lo peculiar que era esta situación. Echando un pequeño vistazo a su aura, por casualidad, me di cuenta de que aquel hombre también poseía y aura mágica, un brujo o un hechicero, algo por el estilo. Curioso que alguien así posea un sitio como este.

Cual gatita sumisa, dejo que sus manos me desvistan completamente y dejo que sus manos recorran por completo mi cuerpo. Él iba a darme lo que estaba buscando al entrar en su local y yo iba a darle lo que buscaba al acercarse a mí en el bar. En ningún momento despego mi mirada traviesa de la suya, dándole mi consentimiento mudo a cada una de las acciones que iba realizando.

Todas y cada una de las caricias y besos que me profesaba solo hacían aumentar más y más mi temperatura corporal e, inconscientemente, mi cuerpo empezó a moverse para poder estar más cerca de él. Tan perdida estaba en la lujuria que, acabé desgarrándole la poca ropa que la quedaba.

-Ahora estamos en igualdad de condiciones, caballero- jadeé.

Me estremezco conforme lo noto cada vez más y más cerca de mi. Poco a poco, mi respiración es cada vez más acelerada, queriendo más.

-Venga, demuéstreme de lo que es capaz- lo reto lanzándole una seductora mirada felina.

Cuando escuché el primer sonido de la ropa desgarrada levanté una ceja "Demonios... amaba esa bendita camisa. Esa mala costumbre que tienen los de aura pálida de romper ropas. Me terminan por salir carísimo!" termino por pensar con una sonrisa divertida.

¡Vaya!, ¿Así que me están desafiando? Eso sólo lo hace más entretenido. Tengo en mi cama a una bella mujer que sabe lo que quiere, a una musa hambrienta de placer que claramente muero por darle. ¿Muero por darle? Quizás lo haga si es que no la complazco... Como dije antes, me gustan los desafíos y tengo algo de experiencia con los de su tipo, sé lo que son capaces.

Me dejé guiar por su respiración y sus gemidos, eso me indicó que estaba lista para entregarse a mi. No me importaba ser una herramienta para su placer, si con eso yo tendría una historia más que llegar a contarle a mi amada cuando algún día me encuentre con ella, en un futuro muy lejano de ser posible.

Deslicé mi boca hasta su dulce invitación, usando mi lengua para recorrer y estimular su entrada. Saboreé su intimidad como si fuera néctar divino, buscando obtener aún más de ella; yo le brindaba besos moldeados con la experiencia mientras ella me complacía dejándome escuchar sus melodiosos gemidos. Quiero regalarle una noche tan eterna como lo son sus ojos, quiero hacerla perder el sentido del tiempo en mis brazos y que se entregue a un placer que estoy seguro no ha sentido igual.

Sé cuando deslizar mis dedos para explorarla, para abrirme paso en ella y llevarla a sentir el cielo. Este será el primer de muchos orgasmos que voy a darle mientras me pierdo en su sabor. Juego a estimularla deteniéndome en un momento, cuando noté que le faltaba poco para el clímax, bebí algo de frío vino blanco que tenía cerca de mi para luego volver a devorarla. Uno de mis pequeños trucos es tocar aquella parte con la lengua fría, para así estimular con más potencia las sensaciones que recibe, enloquecerla, llevarla al punto donde me ruegue por más.