¡Várgame, mi arma! (Kevin & Adina)

por **Kevin Kissaeläin** Miér Mar 23, 2016 5:47 pm

Puta osa. Hablando en plata, enserio y sin pelos en la lengua, puta osa. ¿Pero de que iba dándome órdenes como me las daba? Vale que era la mayor de la familia, pero que no era mi hermana. Era la hermana mayor, pero no era mi hermana, que vamos, resumiendo, que no tenía que obedecerla siempre, solo cuando a mí me apetecía, incluso siendo consciente de que de un guantazo me podía mandar volando de París a Londres, ida y vuelta. Era una abusona, eso era. Con el arranque de mal genio que me calzaba fue como me dirigí al parque de diversiones, donde había un montón de humanos sonrientes y felices. ¿Por qué sonreían? ¿Por qué eran felices? Maldita plaga homo sapiens. Solté un profundo y reverendo – Meh. – y me fui hacia la zona donde había puestos de comida. Además de llevar una ropa elegante pero discreta y extremadamente sencilla, subido a mi hombro estaba Minion, mi pequeño gato al que una hechicera gitana maldijo para que se quedara cachorro eternamente a no ser que muriera por arma blanca o enfermedad incurable. Me costó caro el animalito, pero desde entonces hemos sido inseparables.
Al cabo de media hora ya me había comido una bolsa de cartón llena de castañas asadas, por suerte traía una segunda, y me encontraba sentado en una especie de claro rodeado de árboles adyacente al recinto ferial donde se encontraban todos aquellos humanos ruidosos, olorosos y en excesiva cantidad. ¿Y luego la Osa se quejaba de mi olor en forma de felino? ¿Me estaba vacilando? No entendía nada y tampoco me iba a esforzar mucho más por hacerlo. A medida que iba comiendo castañas iba tirando las cáscaras al suelo, Minion jugaba con ellas a cazarlas, mordisqueándolas y saltando de una a otra con aquellos ojos saltones y pelos desordenados como si se le hubiera caído un rayo encima. En ningún momento llegué a sospechar que alguien o algo me acechaba, estaba tan contento de poder disfrutar de un momento de paz y tranquilidad que parecía que realmente mi subconsciente ignoraba los avisos de mis instintos a propósito. Llegó el momento en que el olor de aquella presencia se hizo insoportablemente cercana y tuve que ponerme en pie, colocando la bolsa sobre el suelo y remangándome los dobladillos de los puños de la camisa hasta la altura del codo. Ya que estaba, también me desabroché los botones de la camisa hasta medio pecho. Una vez listo, puse los brazos en jarra, asumiendo que igual iba a tener que boxear, partir algunas caras o vete tu a saber y espeté con tono de voz afilado y agresivo. – Sal de ahí seas quien seas y estés donde estés. – El pequeño gato al percatarse de la situación se agazapó en el suelo, hecho un ovillo y miró hacia donde yo había hablado. Como no obtuve una respuesta rápida, me agaché, agarré una castaña de la bolsa, volví a enderezarme y la tiré con fuerza y precisión hacia el lugar del que procedía el olor de aquel espía acosador. - ¡Cincuenta puntos si te acierto en la cabeza!. – “Booom” ¡Bingo! Había tenido que darle por cojones, y por ello me reí a mandíbula batiente tan feliz.

por **Adina Gevaert** Miér Mar 30, 2016 7:49 am

Había llegado a Paris hacia poco tiempo, en busca de mi sueño, nunca mejor dicho. Estaba buscando literalmente un sueño, o dicho de otro modo, al hombre que aparecía constantemente en mis sueños. Durante años había soñado con él, había bebido de la imagen de su cuerpo desnudo en una cama con sábanas blancas y eso era lo más extraño, ya que yo no tenía cama y mucho menos unas sábanas blancas. Por ese sueño había huido de casa de mi madre adoptiva y por ese sueño me había alejado de mi hermana gemela nada más conocerla. Aunque me habría gustado conocer un poco más a Alysa, no podía quedarme en ese sitio si eso significaba estar casada con un hombre que no deseaba. No había hombre capaz de encender mi cuerpo; a menos, claro, que fuese el de mis sueños. Era un poco extraño no responder ante los besos de los gitanos y si responder con ansiedad a un sueño, pero yo sabía que ese sueño era real. Tenía que serlo, necesitaba que lo fuese, ya que era lo último que me quedaba en la vida antes de caer en la trampa que era esta existencia.

Bueno, pero mientras encontraba a ese hombre de mis sueños, tenía que vivir, por lo que me había dedicado a robar a todos aquellos con más dinero que había encontrado hasta llegar a luna park. Ahí no sabía mucho que robar, ya que la mayor parte de los clientes era una pobre clase media y hasta yo tenía principios, pero justo cuando estaba por marcharme lo ví. Era un hombre con buenas ropas y un porte totalmente distinguido, pero en parte no era eso lo que me había llamado la atención de él, sino sus bolsillos –casí a rebozar– y aquel pequeño gatito que iba con él. Lo seguí con la mirada atentamente maravillándome de como el mínino lo escuchaba y cuando me decidí a acercarme, para saquearle, el muy maldito se fue caminando hacía un claro más tranquilo con su gatito y sus castañas para comer. Sopese los riesgos de seguirle, pero oye, si me pillaba siempre podía decir que solo estaba mirando, así que le seguí.

Estuve en la sombra casi todo el rato, pero por alguna razón extraña él me pilló y me lanzo una castaña en la cabeza. El aullido que salió de mis labios fue igual al de un perro herido, pero el cabreo era igual al de todos los gitanos –¿¡SE PUEDE SABER QUE HACES GALLINA!?– gruñí sonoramente mientras me levantaba. Estaba tan cabreada que me acerque a él y en un arrebato de locura saque mi cuchillo y se lo puse en el cuello. Matarlo era sencillo, porque fácilmente podía escabullirme y no pagar la condena, pero estaba claro que no iría tan lejos. No era una psicópata, tan solo quería hacerle sufrir por un momento –Pídeme perdón pequeño insecto– gruñí aunque de pequeño no tenía nada. Era unas 3 cabezas más alto que yo, ya que apenas llegaba con el cuchillo a su cuello, pero no por ello me iba a dejar intimidar. –Y de paso, dame todo lo que tengas en los bolsillos. No me vendría mal una buena bebida después de tu golpe. Para curarme y eso…– si es que, para aprovechada estaba yo ahí presente.

¡Várgame, mi arma! (Kevin & Adina)

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