AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Overpast [Privado]
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Overpast [Privado]
La imagina ahora,
germinando en la
lobreguez de las tinieblas...
—Victoria Francés.
germinando en la
lobreguez de las tinieblas...
—Victoria Francés.
El infortunio llega a nuestras vidas como un voraz incendio que lo arrasa todo, destruyendo con sus infames llamas la fe que guardan nuestros corazones. Hace flaquear el alma y la sumerge en una profunda tristeza, condenándola al abandono perpetuo. Nos hace vagar entre los restos de la esperanza marchita; nos arrincona a la soledad y clava profundas dagas de miseria en nuestro corazón.
Tan desdichada y miserable se siente Gwynneth, que entre las paredes frías de un orfanato, vaga sin consuelo de no hallar a su hijo amado. Apenas han pasado pocos meses desde que aquel ser precioso llegara a este mundo, para ver la luz de la vida y que fuera terriblemente apartado del seno materno. Sólo una venganza sería capaz de cometer tal acto, que ante los ojos de los mismísimos dioses es ruín e impuro. Ruega todos los días, cada segundo, cada minuto, que le sea devuelta esa parte de sí que había perdido. Viajó por varias ciudades desde las montañas irlandesas, sólo para continuar perdida en la miseria. Deseaba poder tenerlo en sus brazos y decirle lo mucho que lo amaba.
¿Por qué el justo siempre tiene que sucumbir a los peores males? ¿Acaso no existe la verdadera felicidad para un noble espíritu? Estaba convencida de que no.
Taciturna, observaba el atardecer que quemaba las nubes grises de invierno. Los pequeños niños del orfanato se preparaban para dejar a un lado sus juegos infantiles y ayudar en la preparación de la cena. Era irónico que mientras ella buscaba angustiadamente a su hijo, esos infantes habían sido abandonados por sus padres o quizás, algunos fueron el objetivo de una cruel disputa entre adultos inmaduros. Tan sólo pensar en esa posibilidad le estremecía el alma, sintiendo el inevitable temor de que su pequeño estuviera en manos de desconocidos, sin saber si éstos pudieran hacerle daño a tan inocente criatura.
Dio un par de pasos más, llegando hasta el pórtico del patio central. Ahí notó la presencia de uno de los niños, quien parecía distraído observando la nada. Kristof era un pequeño de unos ocho años de edad, observador y callado; se le podía agarrar estima de inmediato por su personalidad tranquila. Lo contempló durante varios minutos, eternos y silenciosos; él no notó la presencia de Gwynneth en ningún momento y al percartarse ella de esto, notando como ya la oscuridad descendía paulatinamente sobre la ciudad, decidió llamarlo. Si se le acercaba repentinamente, podría asustarlo y era lo que menos quería. Kristof era asustadizo; huía de la muchedumbre y prefería estar solo. Desde que lo encontraron era bastante nervioso y enfermizo, por lo que Gwynneth le prestaba más atención que a los otros críos.
—¡Kristof! Ya es tarde y hace frío. Ven aquí —le habló sin alzar demasiado la voz. Pero al ver que el chico no se inmutó por su llamado, se acercó a él—. Oye, mejor vamos adentro, te leeré un libro, mientras tomamos chocolate caliente. Afuera no es seguro, ya casi anochece.
Se inclinó un poco para hablarle, mientras llevaba una mano sobre su espalda. Él niño miraba fijamente el trecho de tierra que conducía a la entrada del orfanato. Ensimismado en la nada, alzó su mano y abrió sus labios finalmente:
—Alguien viene —susurró el chiquillo—. Es un hombre...
Gwynneth le miró extrañada. Conocía la naturaleza de Kristof y sabía que tenía razón, ella también pudo percibir una presencia acercándose; escuchó la hojarasca crujir bajo duras pisadas y se erguió, dando unos pasos más adelante de donde estaba el niño, esperando en silencio a quien rompía la calma invernal del atardecer. ¿De quién se trataría y por qué su corazón palpitaba tan angustiado en su pecho? No lo comprendía y sólo esperó.
Gwynneth Aylwin- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 32
Fecha de inscripción : 08/02/2015
Localización : París
Re: Overpast [Privado]
¿Qué hay finalmente en Ludovic?, esa voz angelical que existió siempre ahora está herida, cree que jamás le habían lastimado en cuanto a la seguridad de su propia lucha, en cuanto a sus propias debilidades que siempre estuvo consciente de ellas, y no hay otro crítico peor que el mismo, no hay nada donde existía todo, esa crisis existencial, emocional y violencia mental con la que se castiga día a día, noche tras noche. Ahora es tremendamente preocupante, caer al abismo de pesadillas encerradas tras los muros de sí mismo. El soñar las posibilidades de dolor que le podrían ocasionar: Primero su hermano y después su hijo, ¿Ahora en donde atacarán? Su temor no le deja. Tener tanto que decir y no poder hacerlo, convertirse en eso lentamente, ese ser monótono, prisionero de sí mismo, atrapado en un horario, en una búsqueda que no está siendo favorable, en lineamientos que absurdamente sigue solo por encontrar respuestas, por encontrarlo a él, donde ya no brilla esa chispa decadente que solía tener y donde teme perderse más conforme pasan los días. Está cansado de dar esperanzas a su esposa, está despreciando por limitarse. Por actuar con prudencia para que no resulte alguien más herido. Ya va perdiendo cada día más ese sueño que le regalaron; el formar una familia, ella, y él. Su esposa y su hijo.
¡Maldita sea! ¿Que debe de hacer? ¿Estará haciendo lo correcto? Ir hacia ella, decirle que se mantenga alerta, que llegó el momento en mezclarse con sobrenaturales, que no se preocupe, traerá a su hijo cueste lo que le cueste. ¿Eso era lo correcto? ...Ya no sabe, que es peor aún. Cree que ya no puede sentir más allá de esa máscara que mantiene. Por ella se hace el fuerte, por ella es que debe brindar seguridad, el poder responder a sus preguntas, esas inquietudes que no se perdonará nunca Ludovic. La culpa lo destrozaba por dentro, siente que cada vez que de sus labios sale un "El estará bien, no te preocupes, está vivo y sano, no pienses más, yo lo traeré, juro que lo haré" Es como si navajas se proyectarán enterrándose en su cuerpo. También tiene miedo de perder el control, el dejar que le domine ese instinto desesperado.
...Risas, alegrías, voces infantiles que le clavaron el pecho, peor, el sentimiento tras saber que ella estaba rodeado de ellos, ese daño que no puede evitarle a su esposa. El padecer que debería estar pasando, si él estaba muriendo, a ella la asesinó ese día. Ni un día completo pudo sostenerlo en su regazo, no pudo ni amamantarlo y eso, eso se desdeñó Ludovic. Tanto que sus pisadas eran pesadas, su sombra se refleja al paso que da, no deseaba ver más a esos niños, no quería ni escucharlos, solo quería verla a ella. Sin ser capaz de prohibirle que siguiera en ese orfanato, ¿Con que cara lo haría? ¿Con qué cara podía pedirle que no tocara a ese niño?
La observa, sus ojos siempre se habían enfocado en ella, su belleza no la perdía a pesar de estar ausente, quebrantada. Y ante su postura, sabía que se encontraba alerta —Espero que no sea inapropiado al venir por ti, Gwynneth.
Se acercó a ella al estar frente a frente, deslizando el brazo alrededor de su cadera mientras sus labios se dirigen a besar su frente.—¿Hasta cuando sera...? ¿Hasta cuándo es que dejaras de venir a este lugar? Gwynneth, no quiero que te sigas atormentando con ellos, con él. ¿Es necesario que hagas esto?.
Preguntó tras no poder darle una preocupación más, por lo que guardo el motivo de su visita, es aterrador convivir con niños que te recuerden las heridas. Y eso no quiere para ella, si tenía que ser odiado por ello, lo aceptaría.
¡Maldita sea! ¿Que debe de hacer? ¿Estará haciendo lo correcto? Ir hacia ella, decirle que se mantenga alerta, que llegó el momento en mezclarse con sobrenaturales, que no se preocupe, traerá a su hijo cueste lo que le cueste. ¿Eso era lo correcto? ...Ya no sabe, que es peor aún. Cree que ya no puede sentir más allá de esa máscara que mantiene. Por ella se hace el fuerte, por ella es que debe brindar seguridad, el poder responder a sus preguntas, esas inquietudes que no se perdonará nunca Ludovic. La culpa lo destrozaba por dentro, siente que cada vez que de sus labios sale un "El estará bien, no te preocupes, está vivo y sano, no pienses más, yo lo traeré, juro que lo haré" Es como si navajas se proyectarán enterrándose en su cuerpo. También tiene miedo de perder el control, el dejar que le domine ese instinto desesperado.
...Risas, alegrías, voces infantiles que le clavaron el pecho, peor, el sentimiento tras saber que ella estaba rodeado de ellos, ese daño que no puede evitarle a su esposa. El padecer que debería estar pasando, si él estaba muriendo, a ella la asesinó ese día. Ni un día completo pudo sostenerlo en su regazo, no pudo ni amamantarlo y eso, eso se desdeñó Ludovic. Tanto que sus pisadas eran pesadas, su sombra se refleja al paso que da, no deseaba ver más a esos niños, no quería ni escucharlos, solo quería verla a ella. Sin ser capaz de prohibirle que siguiera en ese orfanato, ¿Con que cara lo haría? ¿Con qué cara podía pedirle que no tocara a ese niño?
La observa, sus ojos siempre se habían enfocado en ella, su belleza no la perdía a pesar de estar ausente, quebrantada. Y ante su postura, sabía que se encontraba alerta —Espero que no sea inapropiado al venir por ti, Gwynneth.
Se acercó a ella al estar frente a frente, deslizando el brazo alrededor de su cadera mientras sus labios se dirigen a besar su frente.—¿Hasta cuando sera...? ¿Hasta cuándo es que dejaras de venir a este lugar? Gwynneth, no quiero que te sigas atormentando con ellos, con él. ¿Es necesario que hagas esto?.
Preguntó tras no poder darle una preocupación más, por lo que guardo el motivo de su visita, es aterrador convivir con niños que te recuerden las heridas. Y eso no quiere para ella, si tenía que ser odiado por ello, lo aceptaría.
Ludovic McQuoid- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/02/2016
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Re: Overpast [Privado]
El pasado podía resultar doloroso, como decenas de puñales invisibles clavándose en el alma hasta dejarla debastada y al borde del delirio. Gwynneth no estaba bien, no desde que una parte suya fue arrancada de sus brazos. Pero se empeñaba por mantenerse de pie, jurando en silencio, que algún día, encontraría a su bebé. Por más que sufriera, cada segundo que pasaba, por la memoria maldita de ese recuerdo nefasto, sabía que tenía que soportar; no podía bajar la cabeza y declararse derrotada, ella no fue criada de esa manera. Aunque le resultara terrible, incluso respirar, la sonrisa de aquellos niños la mantenía viva. Estar con ellos era razón suficiente para sentirse viva, a pesar de que una parte de sí misma estuviera muerta en su interior. Por eso estaba con ellos y se negaba a irse de ahí.
Se quedó de pie frente al camino, con una mano en el pecho, temiendo lo peor de aquel que se acercaba. No sabía qué pensar, muchas emociones y memorias la asaltaron repentinamente. Pero ahí estaba el pequeño Kristof y no quería desvanecerse frente a él, era un niño sensible y cualquier gesto negativo en otras personas, podía causarle malestar al jovencito. Gwynneth siempre se esforzaba por evitar que eso ocurriera y aunque en esos momentos, algo no estaba bien, se armó de fortaleza y cuando descubrió a la figura entre los árboles marchitos, se cubrió los labios con la mano.
Ludovic...
Ese nombre sacudió cada centímetro de su cuerpo, sintiendo como el corazón se le aceleraba. No pensó que él fuese a buscarla después de tantos meses y menos ahí, el lugar que tanto detestaba. Gwynneth estaba destrozada y ver a Ludovic no le resultó nada favorable. No lo quería ahí, deseaba que se fuera, que no se acercara más, pero no fue así. Bajó la mirada y respiró hondo, armándose de valor para confrontar la mirada de aquel hombre.
—Kristof, entra ya... Yo luego te alcanzo —ordenó, sin apartar la mirada de Ludovic—. ¡Vamos! O te quedarás sin cenar.
El niño observó a Gwynneth algo consternado, asintiendo sin titubear y salió corriendo cuando el hombre terminó acortando la distancia.
—Ludovic, ¿qué haces aquí? —Inquirió de inmediato, tomándose un par de minutos para responderle luego—. Es inapropiado y lo sabes; es inútil que hayas venido a buscarme, no me pienso ir y menos contigo.
Sus palabras salieron de sus labios como cristales cortantes. No estaba contenta, no después de lo ocurrido; había sufrido demasiado y no quería seguir sumándole más malestar a su alma. Volteó el rostro y colocó una mano en su pecho para "intentar" alejarlo.
—¿Crees que ellos me están atormentando? ¿De verdad? —Frunció el ceño y suspiró, bajando la mirada—. Es el único lugar en donde me siento bien, me gusta estar aquí y no puedes prohibirme quedarme. No eres quien para hacerlo, Ludovic McQuoid, no desde que... por tu culpa me quitaron a mi hijo. Esta discusión es completamente innecesaria.
Se alejó de él, con brusquedad, frotándose el rostro con ambas manos, como si quisiera limpiar las lágrimas que no caían. No quería ser tan dura con Ludovic, pero era algo que no podía evitar. Estaba molesta, indignada y quebrada, ¿qué más podía hacer? Tampoco merecía ser recibido con una amplia sonrisa. Por más que le prometiera el cielo, Gwynneth no daba su brazo a torcer,
Se quedó de pie frente al camino, con una mano en el pecho, temiendo lo peor de aquel que se acercaba. No sabía qué pensar, muchas emociones y memorias la asaltaron repentinamente. Pero ahí estaba el pequeño Kristof y no quería desvanecerse frente a él, era un niño sensible y cualquier gesto negativo en otras personas, podía causarle malestar al jovencito. Gwynneth siempre se esforzaba por evitar que eso ocurriera y aunque en esos momentos, algo no estaba bien, se armó de fortaleza y cuando descubrió a la figura entre los árboles marchitos, se cubrió los labios con la mano.
Ludovic...
Ese nombre sacudió cada centímetro de su cuerpo, sintiendo como el corazón se le aceleraba. No pensó que él fuese a buscarla después de tantos meses y menos ahí, el lugar que tanto detestaba. Gwynneth estaba destrozada y ver a Ludovic no le resultó nada favorable. No lo quería ahí, deseaba que se fuera, que no se acercara más, pero no fue así. Bajó la mirada y respiró hondo, armándose de valor para confrontar la mirada de aquel hombre.
—Kristof, entra ya... Yo luego te alcanzo —ordenó, sin apartar la mirada de Ludovic—. ¡Vamos! O te quedarás sin cenar.
El niño observó a Gwynneth algo consternado, asintiendo sin titubear y salió corriendo cuando el hombre terminó acortando la distancia.
—Ludovic, ¿qué haces aquí? —Inquirió de inmediato, tomándose un par de minutos para responderle luego—. Es inapropiado y lo sabes; es inútil que hayas venido a buscarme, no me pienso ir y menos contigo.
Sus palabras salieron de sus labios como cristales cortantes. No estaba contenta, no después de lo ocurrido; había sufrido demasiado y no quería seguir sumándole más malestar a su alma. Volteó el rostro y colocó una mano en su pecho para "intentar" alejarlo.
—¿Crees que ellos me están atormentando? ¿De verdad? —Frunció el ceño y suspiró, bajando la mirada—. Es el único lugar en donde me siento bien, me gusta estar aquí y no puedes prohibirme quedarme. No eres quien para hacerlo, Ludovic McQuoid, no desde que... por tu culpa me quitaron a mi hijo. Esta discusión es completamente innecesaria.
Se alejó de él, con brusquedad, frotándose el rostro con ambas manos, como si quisiera limpiar las lágrimas que no caían. No quería ser tan dura con Ludovic, pero era algo que no podía evitar. Estaba molesta, indignada y quebrada, ¿qué más podía hacer? Tampoco merecía ser recibido con una amplia sonrisa. Por más que le prometiera el cielo, Gwynneth no daba su brazo a torcer,
Gwynneth Aylwin- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 32
Fecha de inscripción : 08/02/2015
Localización : París
Re: Overpast [Privado]
Y si te digo que aun aquí, estoy muy oscuro, y si te digo que cada paso que doy, aun me lastima seguir, que este ambiente asfixiante; me sofoca, me ataca hasta apoderarse de mí. Que no hay más anhelos, que no hay más brillantes deseos. Pensaba, a tan dañinas palabras, ella era la única que podía destruirlo, derribarlo con una simple palabra o gesto. Como lo está haciendo, le evita, le niega un toque, una mirada.
¿Tan infame compañía era? ¿Tan destructora cercanía podía ser? No estaba ahí alardeando por una victoria, o una orden, esa batalla que se perdió a medida que fue cayendo inevitablemente bajo el poder de su propia crueldad, estaba afectando no solo a él, sino a ella, a ella pasó a perjudicar, y es que nunca deja de pensar en si su decisión fue correcta. Comenzaba a creer que en absoluto no fue la mejor opción, y más con ese niño, que le restriega el dolor de su mujer, la congoja que pudiese estar padeciendo su hijo; su hijo que ni una vez pudo llamarlo de aquella manera.
Pero, ¿Algún día, dejara de lastimarme por eso?, ¿Dejará algún día de recriminarme esta ausencia?, aun deseo escuchar el llanto del bebé; aun mis lágrimas extrañan ese aleteo al surcar el cielo. Aquí solo hay vestigios de rotas esperanzas, aquí cada vez la nada me consume. Ya no puedo respirar, ya no deseo seguir luchando. ¿Qué debo hacer entonces?, si con interminables añoranzas aun espero aquí… en el sepulcro emocional donde pertenece esta promesa, esa que se reafirma cuando me daña la única persona a la que destruí y a la cual amo.
— Gwynneth, aun continuo aquí tambaleándome entre errores y malas decisiones, aún estoy aquí en espera de que un día todo termine, no por mí, por ti, ¿Sabes que me afecta el que estés fuera de mi alcance? Que sigas rehusándote a venir a mi lado, el que quiera protegerte al menos a ti.— Su voz sonó aún más gravoso cuando de su mano quería alejarlo, negando, toma su muñeca y la gira, bajándole, atrayéndola entre sus brazos donde tiempo atrás la quería tener. —Sé que eres fuerte, me temo que más de lo que esperaba ser, hábilmente escapaste, y con ellos es que te encuentras…
Siempre le atacaba con la misma flecha, palabras venenosas que nunca le callaba, debía pagar por sus actos, pero la necesitaba, justo ahora. Por solo un instante, debía hacer un recorrido largo, y como podría marcharse sin saber de ella, el dejarle con protección porque llegó con la claridad de que no le seguiría. —No vengo a prohibirte nada, nunca lo he hecho y esta vez no será así, más, dime, ¿Quién soy? ¿Quién soy para tener el derecho de abrazarte, el querer protegerte, el que me preocupes?... ¿Quién soy, qué soy para ti?...—Dolía, pero era inevitable, no le soltaría, no dejaría que se marchara, por lo que de manera ágil, tiró de su brazo con precaución, no quería lastimarle, que sus manos se deslizaron por cada costado, abrazándola con la fuerza necesaria para que el calor percibiera, para que sus labios se dirigieran a los que alguna vez probaba sin rogarle.
Necesitaba su tacto, una caricia, una señal de afecto, era un camino que le estaba endureciendo el alma si es que aún existe después de embriagarse de odio, soledad, ira. Estaba consumido por la venganza, que el calor único que percibía era el daño, destrucción, tortura para a quienes atacaron a su familia.
Tal que, sus labios se movieron de arriba hacia abajo, no quería forzarla, fue solo un beso, esperando que ella respondiera, más solo quedo un murmuro.— Solo dame un momento…— Permaneció cerca, depositando su amor en la mirada que le sostenía, y lo que representó tras el beso en su mejilla—... ¿Podrías solo acompañarme en este último paso? Déjame escucharte…. en mis últimos momentos antes de ser consumido por la demencia; antes de que todo pierda sentido y no pueda detenerme. Antes que esta avalancha de emociones me sepulte entre mi propia miseria. Tan difícil que es contenerme en este camino hacia la destrucción, tan difícil que es tomar la correcta decisión, ¿no me culpes ahora, no me veas así? Solo este vacío acabará cuando vea tu sonrisa junto a la de mi hijo, pero me sigo sintiendo culpable” lo oculto en su pensamiento.—no importa si no sean gratas palabras, dame este momento, camina un rato a mi lado. ¿Puedes hacer eso? Solo eso te estoy pidiendo.
Su mano descendió de su brazo hasta rozar sus dedos, y deslizándose a su palma, quería sujetarla mientras el tiempo lo permitiera. Mientras ella lo aceptara. Era la única forma de insinuarle que se protegiera, que siguiera como lo estaba ahora, rodeada de esas criaturas, si eso era su felicidad.
¿Tan infame compañía era? ¿Tan destructora cercanía podía ser? No estaba ahí alardeando por una victoria, o una orden, esa batalla que se perdió a medida que fue cayendo inevitablemente bajo el poder de su propia crueldad, estaba afectando no solo a él, sino a ella, a ella pasó a perjudicar, y es que nunca deja de pensar en si su decisión fue correcta. Comenzaba a creer que en absoluto no fue la mejor opción, y más con ese niño, que le restriega el dolor de su mujer, la congoja que pudiese estar padeciendo su hijo; su hijo que ni una vez pudo llamarlo de aquella manera.
Pero, ¿Algún día, dejara de lastimarme por eso?, ¿Dejará algún día de recriminarme esta ausencia?, aun deseo escuchar el llanto del bebé; aun mis lágrimas extrañan ese aleteo al surcar el cielo. Aquí solo hay vestigios de rotas esperanzas, aquí cada vez la nada me consume. Ya no puedo respirar, ya no deseo seguir luchando. ¿Qué debo hacer entonces?, si con interminables añoranzas aun espero aquí… en el sepulcro emocional donde pertenece esta promesa, esa que se reafirma cuando me daña la única persona a la que destruí y a la cual amo.
— Gwynneth, aun continuo aquí tambaleándome entre errores y malas decisiones, aún estoy aquí en espera de que un día todo termine, no por mí, por ti, ¿Sabes que me afecta el que estés fuera de mi alcance? Que sigas rehusándote a venir a mi lado, el que quiera protegerte al menos a ti.— Su voz sonó aún más gravoso cuando de su mano quería alejarlo, negando, toma su muñeca y la gira, bajándole, atrayéndola entre sus brazos donde tiempo atrás la quería tener. —Sé que eres fuerte, me temo que más de lo que esperaba ser, hábilmente escapaste, y con ellos es que te encuentras…
Siempre le atacaba con la misma flecha, palabras venenosas que nunca le callaba, debía pagar por sus actos, pero la necesitaba, justo ahora. Por solo un instante, debía hacer un recorrido largo, y como podría marcharse sin saber de ella, el dejarle con protección porque llegó con la claridad de que no le seguiría. —No vengo a prohibirte nada, nunca lo he hecho y esta vez no será así, más, dime, ¿Quién soy? ¿Quién soy para tener el derecho de abrazarte, el querer protegerte, el que me preocupes?... ¿Quién soy, qué soy para ti?...—Dolía, pero era inevitable, no le soltaría, no dejaría que se marchara, por lo que de manera ágil, tiró de su brazo con precaución, no quería lastimarle, que sus manos se deslizaron por cada costado, abrazándola con la fuerza necesaria para que el calor percibiera, para que sus labios se dirigieran a los que alguna vez probaba sin rogarle.
Necesitaba su tacto, una caricia, una señal de afecto, era un camino que le estaba endureciendo el alma si es que aún existe después de embriagarse de odio, soledad, ira. Estaba consumido por la venganza, que el calor único que percibía era el daño, destrucción, tortura para a quienes atacaron a su familia.
Tal que, sus labios se movieron de arriba hacia abajo, no quería forzarla, fue solo un beso, esperando que ella respondiera, más solo quedo un murmuro.— Solo dame un momento…— Permaneció cerca, depositando su amor en la mirada que le sostenía, y lo que representó tras el beso en su mejilla—... ¿Podrías solo acompañarme en este último paso? Déjame escucharte…. en mis últimos momentos antes de ser consumido por la demencia; antes de que todo pierda sentido y no pueda detenerme. Antes que esta avalancha de emociones me sepulte entre mi propia miseria. Tan difícil que es contenerme en este camino hacia la destrucción, tan difícil que es tomar la correcta decisión, ¿no me culpes ahora, no me veas así? Solo este vacío acabará cuando vea tu sonrisa junto a la de mi hijo, pero me sigo sintiendo culpable” lo oculto en su pensamiento.—no importa si no sean gratas palabras, dame este momento, camina un rato a mi lado. ¿Puedes hacer eso? Solo eso te estoy pidiendo.
Su mano descendió de su brazo hasta rozar sus dedos, y deslizándose a su palma, quería sujetarla mientras el tiempo lo permitiera. Mientras ella lo aceptara. Era la única forma de insinuarle que se protegiera, que siguiera como lo estaba ahora, rodeada de esas criaturas, si eso era su felicidad.
Ludovic McQuoid- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/02/2016
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Re: Overpast [Privado]
Gwynneth no era capaz de engañar a nadie; aún continuaba abatida y triste por la pérdida de su hijo. Algo así era casi imposible de olvidar, pero aún existía en su interior la posibilidad de encontrarlo sano y salvo, por lo que no podía derrumbarse tan fácilmente. Sufría en silencio, a pesar de estar rodeada de todas aquellos rostros alegres de los niños del orfanato. Ellos, de alguna manera, le regresaban la fe que amenazaba con desvanecerse cada día que pasaba. Se encargaba de brindarles protección y cariño, y a cambio, recibía abrazos y sonrisas. Aquellas muestras de afecto eran más que suficiente para sentirse medianamente bien. En poco tiempo, el orfanato se había convertido en su refugio, mientras continuaba con la búsqueda de su pequeño.
Pero, entre todas las casualidades del universo, jamás pensó que se encontraría con Ludovic. Todo parecía indicar que aquel encuentro había sido dictado por las estrellas y no por ellos mismos, aunque no era algo que a Gwynneth le complaciera. Aún mantenía la espina del rencor clavada en su corazón. Ludovic podía ser el padre de su hijo, sin embargo, también era el culpable de su desaparición. No porque el, ahora mayor, de los McQuoid lo decidiera así, sino por su estirpe, que más bien parecía estar maldita desde hacía varias generaciones.
Exhaló al escucharlo, al decir las mismas palabras de siempre. Estaba cansada y pese al dolor de su alma, sólo quería estar en paz, sin tener que volver a herirse con los recuerdos. Pero... él ahora le volvía a abrir las heridas del pasado y sólo quería mantenerlo alejado.
—¡Basta! Por una vez en tu vida... ¡basta! Estoy cansada de oír lo mismo. No me sirven las palabras, ya no —replicó, frunciendo el ceño y dirigiéndole una mirada de pura molestia—. Sólo quiero estar tranquila; encontrar a mi hijo y ya. Sólo eso. ¿Por qué te empeñas en hacerlo más difícil?
Quiso seguir reprochándole hasta que se alejara de ella, pero, era tal la terquedad del hombre, que acortó toda distancia entre ambos y terminó rodeándola con los brazos. Gwynneth se quedó pasmada, con la misma molestia de antes arremolinándose en su interior. ¿Cómo podía hacerle entender que deseaba estar sola? Apenas habían pasado meses y eso era poco, muy poco, para intentar darle sosiego a su espíritu. Pero en ese instante, ante la caricia ajena, todo aquel rencor se quebró. Sostuvo la mirada de Ludovic y respiró hondo, intentando recobrar la calma, aquella paciencia que era parte de sí misma.
—Ludovic —murmuró, colocando luego una mano sobre su mejilla—. Está bien, accederé a lo que me pides. Porque, quizá, aún te amo a pesar de todo lo que ha ocurrido. Pero, por favor, no me pidas que me aleje de estos niños. Aunque pretendas creer que me hacen daño, no es así; ellos me han develto la fe y los recompensaré con mi protección. —Entrelazó las manos con las de él y sostuvo su mirada, como lo hacía en antaño—. Te acompañaré porque estás herido y eso sólo aumenta la ira en tu corazón. No quiero volver a tener que lidiar con alguien así nunca más, Ludovic McQuoid. Te estás hundiendo a ti mismo...
Pero, entre todas las casualidades del universo, jamás pensó que se encontraría con Ludovic. Todo parecía indicar que aquel encuentro había sido dictado por las estrellas y no por ellos mismos, aunque no era algo que a Gwynneth le complaciera. Aún mantenía la espina del rencor clavada en su corazón. Ludovic podía ser el padre de su hijo, sin embargo, también era el culpable de su desaparición. No porque el, ahora mayor, de los McQuoid lo decidiera así, sino por su estirpe, que más bien parecía estar maldita desde hacía varias generaciones.
Exhaló al escucharlo, al decir las mismas palabras de siempre. Estaba cansada y pese al dolor de su alma, sólo quería estar en paz, sin tener que volver a herirse con los recuerdos. Pero... él ahora le volvía a abrir las heridas del pasado y sólo quería mantenerlo alejado.
—¡Basta! Por una vez en tu vida... ¡basta! Estoy cansada de oír lo mismo. No me sirven las palabras, ya no —replicó, frunciendo el ceño y dirigiéndole una mirada de pura molestia—. Sólo quiero estar tranquila; encontrar a mi hijo y ya. Sólo eso. ¿Por qué te empeñas en hacerlo más difícil?
Quiso seguir reprochándole hasta que se alejara de ella, pero, era tal la terquedad del hombre, que acortó toda distancia entre ambos y terminó rodeándola con los brazos. Gwynneth se quedó pasmada, con la misma molestia de antes arremolinándose en su interior. ¿Cómo podía hacerle entender que deseaba estar sola? Apenas habían pasado meses y eso era poco, muy poco, para intentar darle sosiego a su espíritu. Pero en ese instante, ante la caricia ajena, todo aquel rencor se quebró. Sostuvo la mirada de Ludovic y respiró hondo, intentando recobrar la calma, aquella paciencia que era parte de sí misma.
—Ludovic —murmuró, colocando luego una mano sobre su mejilla—. Está bien, accederé a lo que me pides. Porque, quizá, aún te amo a pesar de todo lo que ha ocurrido. Pero, por favor, no me pidas que me aleje de estos niños. Aunque pretendas creer que me hacen daño, no es así; ellos me han develto la fe y los recompensaré con mi protección. —Entrelazó las manos con las de él y sostuvo su mirada, como lo hacía en antaño—. Te acompañaré porque estás herido y eso sólo aumenta la ira en tu corazón. No quiero volver a tener que lidiar con alguien así nunca más, Ludovic McQuoid. Te estás hundiendo a ti mismo...
Gwynneth Aylwin- Cambiante Clase Media
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Re: Overpast [Privado]
Nada era suficiente con lo que haga, ni esfuerzos, ni máscaras pesadas que hieren al portarlas, de nada sirvió tanto esfuerzo si finalmente el mismo resultado será. “Es un monstruo” alguien que no tiene derecho de réplica, no tiene credibilidad, no merece nada. ¿Eso es? Un ser maldito tocado por la tragedia, por el dolor, y las ganas de morir mil veces. Pero, ese “basta” Por fin comprendió. Que personas así no son necesarias, no encajan en el mundo, se ahogan con tanta farsa, se ahoga en su propia farsa… ¿Por qué pretende seguir ese camino?, solo por ese rayito de luz que le fue arrebatado. Aun así se desangra, se encadena, le tortura en un mundo que odia y detesta, si por él fuera habría dejado desde hace mucho tiempo. Cansado de seguir sonriendo y decir “estoy bien”, no pasa nada. Siempre es la misma historia, ve a su alrededor y no tiene nada, las personas, las cosas, la estabilidad, nada es suficiente para calmar ese vacío; las personas cada vez más falsas, más lejanas aparentando solo las falacias contadas, las cosas nada duraderas todo por servir se acaba y no hay marcha atrás, la estabilidad ¿a costa de su esclavitud? Acosta de apariencias que le dejan cada vez más hundido entre la miseria de la humanidad. Y por eso es que creía que ella sufría, así como él lo hacía, pensó que Gwynneth era la más afectada. Pero no, era todo lo contrario. Tanto que estaba ahí, comenzando por tener fuerzas, y destruir sus destructivos sentimientos.
—Solo quiero protegerte, el que estés sana y salva, que cuando te entregue a nuestro pequeño, nos encuentre como lo que éramos antes; una familia. Quiero mantener ese hogar, el iniciar de nuevo juntos, y el recuperar el tiempo perdido. No quiero perder nada ya, Gwynneth , ni mucho menos a ti. —Si estaba perdiendo las esperanzas, pero ella se las volvía a renacer, si estaba muriendo, vencido, ella, lo reanima, con deseos de luchar. El respirar...pero entendió que quien nada posee, quien en nadie confía, nada será, y es mejor ser nada a ser un esclavo con grilletes sociales, con apariencias de alguien que no es Ludovic. Por eso es de esta venganza, el hacerlo pagar por ese destino que quiere formar.
Y su caricia, sosteniendo su mirada, sujetando con delicadeza su mano, libera unos pasos, emprendiendo una caminata. —Entiendo, no puedo reprocharte nada, así como también debes de saber, que jamás dejare de amarte. Que aunque te pida ciertas cosas, no te obligare. Confiare en tus palabras como lo he hecho desde antes. Pero cuídate, es lo único que si deseo que me prometas, que sobre todas las cosas, y sobre esos niños, te protegerás a ti misma.
Caminaba sin perder la mirada en ella, estaba atesorando ese instante. Que debía aclarar su sentimiento. — Me conoces muy bien. La ira, la venganza, el rencor me está consumiendo. Pero solo me pasa contigo, porque con los demás, tengo en claro mis intenciones de destruir todo, el que me transformo en una bestia cuando se trata de lo que amo. Que es por eso, que debo defenderlo, que no son exageraciones, ni absurdos pedidos. Conozco cómo actúan aquellos que se llevaron a nuestro pequeño, que es por eso, que estoy aquí, no descansaran hasta terminar con lo que es mío, y antes de que eso suceda, debo dar ya el primer golpe.
Desvió el rostro, mirando el horizonte… —Me iré a donde todo empezó, ahí es donde lo tienen…
Silencio, se envolvió en el paraje, purificando su cuerpo, necesitaba desechar los malos pensamientos, y guardar sus sensaciones.
—Solo quiero protegerte, el que estés sana y salva, que cuando te entregue a nuestro pequeño, nos encuentre como lo que éramos antes; una familia. Quiero mantener ese hogar, el iniciar de nuevo juntos, y el recuperar el tiempo perdido. No quiero perder nada ya, Gwynneth , ni mucho menos a ti. —Si estaba perdiendo las esperanzas, pero ella se las volvía a renacer, si estaba muriendo, vencido, ella, lo reanima, con deseos de luchar. El respirar...pero entendió que quien nada posee, quien en nadie confía, nada será, y es mejor ser nada a ser un esclavo con grilletes sociales, con apariencias de alguien que no es Ludovic. Por eso es de esta venganza, el hacerlo pagar por ese destino que quiere formar.
Y su caricia, sosteniendo su mirada, sujetando con delicadeza su mano, libera unos pasos, emprendiendo una caminata. —Entiendo, no puedo reprocharte nada, así como también debes de saber, que jamás dejare de amarte. Que aunque te pida ciertas cosas, no te obligare. Confiare en tus palabras como lo he hecho desde antes. Pero cuídate, es lo único que si deseo que me prometas, que sobre todas las cosas, y sobre esos niños, te protegerás a ti misma.
Caminaba sin perder la mirada en ella, estaba atesorando ese instante. Que debía aclarar su sentimiento. — Me conoces muy bien. La ira, la venganza, el rencor me está consumiendo. Pero solo me pasa contigo, porque con los demás, tengo en claro mis intenciones de destruir todo, el que me transformo en una bestia cuando se trata de lo que amo. Que es por eso, que debo defenderlo, que no son exageraciones, ni absurdos pedidos. Conozco cómo actúan aquellos que se llevaron a nuestro pequeño, que es por eso, que estoy aquí, no descansaran hasta terminar con lo que es mío, y antes de que eso suceda, debo dar ya el primer golpe.
Desvió el rostro, mirando el horizonte… —Me iré a donde todo empezó, ahí es donde lo tienen…
Silencio, se envolvió en el paraje, purificando su cuerpo, necesitaba desechar los malos pensamientos, y guardar sus sensaciones.
Ludovic McQuoid- Cazador Clase Alta
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Re: Overpast [Privado]
Pudo ver, a través de esa mirada fría y sombría, un alma atormentada. Pese al rencor, a la gran tristeza y a la falta de ánimo que la acompañaban día tras día, aquella mirada quebrantada hizo que bajara la guardia por un momento. En un principio, la presencia de Ludovic, la hizo sentir incómoda y hasta disgustada; sus palabras no habían causado la mejor impresión, y eso no lo supo soportar. Pero ahora todo quedaba reducido a cenizas. Él se mostraba como un frágil cordero; un niño más que necesitaba de protección. Ludovic la necesitaba, y aunque Gwynneth se empeñara en mostrarse altiva, indignada e iracunda, esa vez no pudo negarse. Claro, todavía el dolor le palpitaba por dentro, quemándole las entrañas y hasta el alma; sin embargo, no iba a echarse a la deriva. Tenía que continuar la búsqueda.
—Me parece que el papel del protegido y el protector se ha invertido esta vez —dijo de manera pausada, desviando la mirada hacia el suelo cubierto por la hojarasca—. Yo estaré bien. Al menos físicamente sí, porque... hay heridas que son más profundas que cualquier cortada superficial. Pero, ¿de qué me sirve quejarme y alejarme del mundo? Eso no me va a regresar a mi hijo.
Se lamentó, dejando escapar un suspiro. El dolor muchas veces amenazaba con consumir la tenue llama de esperanza que aún conservaba entre los retazos de su espíritu destrozado. Quizá, para algunos, el tiempo pretender hacer de curandero, pero las cicatrices aún quedan y a veces siguen sangrando. Y para Gwynneth, las heridas del alma aún estaban abiertas.
—El tiempo que he estado con estos niños me ha dado valiosas lecciones de vida. Esa ingenuidad y pureza que tienen ellos para ver al mundo como un lugar medianamente seguro, ha despertado en mí esperanza. No puedo no querer estar a su lado y querer cuidarlos, como de seguro lo haría con mi pequeño, si estuviera conmigo. —Cerró los ojos y esbozó una sonrisa sutil, mientras recordaba todas las preciosas acciones de aquellos huérfanos—. Mientras esté con ellos, me siento segura. Hay paz entre todos esos infantes.
De alguna manera, hacer mención de aquello, hizo que recobrara la calma y dejara a un lado sus constantes reproches en contra de Ludovic. Aunque la situación vivida por ambos no hubiera sido la más grata, lo amaba. Por eso, verlo abatido y culpándose, comparándose con una bestia, era algo que Gwynneth no podía tolerar. Conocía la situación de los McQuoid; lo mal que habían estado los últimos meses, luego de la muerte de Sigmund. Todo se volvía una encrucijada terrible.
Se detuvo y le miró, como escudriñándole el espíritu con la mirada.
—Ludovic... —susurró—, sé que no es este el caso, pero, ¿qué ha sido de tus hermanos menores? Luego de que Sigmund muriera debiste quedarte cargo como cabecilla de familia. Ellos también te necesitan. —Colocó una mano en su hombro, intentando transmitirle paz—. Ya que me pides que te prometa que me cuidaré, también quiero que tú también hagas una promesa. Dime que irás a buscar a tus hermanos y juntos hallarán la manera de hacer menos terrible el destino de todo el linaje de los McQuoid. Porque, aunque no lo veas de ese modo, por las venas de nuestro hijo, también corre la sangre de los merovingios.
—Me parece que el papel del protegido y el protector se ha invertido esta vez —dijo de manera pausada, desviando la mirada hacia el suelo cubierto por la hojarasca—. Yo estaré bien. Al menos físicamente sí, porque... hay heridas que son más profundas que cualquier cortada superficial. Pero, ¿de qué me sirve quejarme y alejarme del mundo? Eso no me va a regresar a mi hijo.
Se lamentó, dejando escapar un suspiro. El dolor muchas veces amenazaba con consumir la tenue llama de esperanza que aún conservaba entre los retazos de su espíritu destrozado. Quizá, para algunos, el tiempo pretender hacer de curandero, pero las cicatrices aún quedan y a veces siguen sangrando. Y para Gwynneth, las heridas del alma aún estaban abiertas.
—El tiempo que he estado con estos niños me ha dado valiosas lecciones de vida. Esa ingenuidad y pureza que tienen ellos para ver al mundo como un lugar medianamente seguro, ha despertado en mí esperanza. No puedo no querer estar a su lado y querer cuidarlos, como de seguro lo haría con mi pequeño, si estuviera conmigo. —Cerró los ojos y esbozó una sonrisa sutil, mientras recordaba todas las preciosas acciones de aquellos huérfanos—. Mientras esté con ellos, me siento segura. Hay paz entre todos esos infantes.
De alguna manera, hacer mención de aquello, hizo que recobrara la calma y dejara a un lado sus constantes reproches en contra de Ludovic. Aunque la situación vivida por ambos no hubiera sido la más grata, lo amaba. Por eso, verlo abatido y culpándose, comparándose con una bestia, era algo que Gwynneth no podía tolerar. Conocía la situación de los McQuoid; lo mal que habían estado los últimos meses, luego de la muerte de Sigmund. Todo se volvía una encrucijada terrible.
Se detuvo y le miró, como escudriñándole el espíritu con la mirada.
—Ludovic... —susurró—, sé que no es este el caso, pero, ¿qué ha sido de tus hermanos menores? Luego de que Sigmund muriera debiste quedarte cargo como cabecilla de familia. Ellos también te necesitan. —Colocó una mano en su hombro, intentando transmitirle paz—. Ya que me pides que te prometa que me cuidaré, también quiero que tú también hagas una promesa. Dime que irás a buscar a tus hermanos y juntos hallarán la manera de hacer menos terrible el destino de todo el linaje de los McQuoid. Porque, aunque no lo veas de ese modo, por las venas de nuestro hijo, también corre la sangre de los merovingios.
Gwynneth Aylwin- Cambiante Clase Media
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Re: Overpast [Privado]
A ella, ¿qué más podía decirle? Siempre la pureza de sus palabras le entregaban las emociones que creía olvidadas, que le ablandaba el corazón a pesar de haber recorrido el proceso de endurecerlo. Poseía una sabiduría divina que fortalecía a Ludovic, más, debía comenzar a ser el sustento de ella. Que no acuda a infantes que le están robando el espacio que él quiere ocupar, que se refugie en él y no en ellos. Comprendía el lazo que ha forjado, la semejanza del amor, cariño y cuidado que desprende al estar rodeados de seres inocentes que hace recordar el dolor gratificante del parto, ese camino hermoso que dejó huella y que ahora eran solo de ausencia muy a pesar de que los rostros angelicales sonrieran a cada rato. Pero Ludovic ha llevado más pérdidas que hallazgos, más maldiciones que bendiciones. Y su hijo, fue el golpe fatal. La necesitaba, ella es lo que puede acabar con él.—No quiero ocasionar más problemas, no quiero que me veas como una carga o un infortunio.— Jamás quiso verse vulnerable ante ella, pero era la única en quien confiaba. Y si no era ella, ¿en quién? Debía tranquilizarse antes de partir.
— He jurado estar en las buenas y en las malas, en las alegrías tanto como en las tristezas, en la salud y en la enfermedad. Quisiera que compartieras todo conmigo, que no solo me muestres el soporte, que cuando tengas ganas de llorar, lo hagas estando yo para reconfortarte.—Siendo que al perder a un ser amado, comenzaban a emprender un camino poblado de tristeza y desconsuelos, pero la madre que es, se queda con las notas de la canción de cuna, desparramadas en su tristeza, en la soledad, en el silencio de las risas y sus llantos, a pesar de tanto dolor y desconcierto, le demostraba cómo sacaba sus fuerzas. Y el aire parecía comprender sus palabras, se paseaba en ambos rozando con suavidad, respirando la naturaleza que calmaban el vacío. Que todos necesitan desahogarse en un momento o enfermaran.
Y él era todo lo contrario a ella, no podía estar rodeados de pequeños, si con una bella niña vio reflejado a su hermoso angelito. Era y es algo imperdonable. — Sabes que esto no durará por siempre, entre más te encariñes con ellos, será más difícil la separación, el que tú los dejes o que ellos te dejen a ti. ¿Estás consciente de ello? — Frente a su sonrisa, hacía demasiado tiempo que no la veía. Guardó silencio, observándola, amándola, y sobre todo, admirando lo que representa como mujer.
Había decidido no tratar más del tema de su linaje, pues las desgracias se deben a ello. Desde un inicio eran sus cruces que debían cargar y las cuales fueron aceptadas. Pero ella lo había expuesto. Y tan solo escuchar de sus labios los McQuoid la culpa era inevitable. —Gwynneth, si los encuentro, estoy seguro que les traeré más calamidades. Quizás sea mejor que los deje vivir como se encuentran ahora. — Tomo su mano, posando un beso y la atrajo a él, estrechándole entre sus brazos, era la única oportunidad de tenerle, ya que el tiempo era indefinido para volverla a ver. — Los buscare mientras siga el paradero de nuestro hijo, no los quiero involucrar en esto. Como has dicho, soy el mayor y mi deber es protegerlos, prevenirlos y buscar esa tranquilidad que hace mucho no conocemos.— Inhalo su perfume, moviendo el rostro entre sus cabellos, las fosas nasales se mantenían abiertas, siendo grato su perfume.
—Prometo resolver esto cuanto antes, dar con ellos, el traer a nuestro pequeño sano y salvo. Y finalizar con la profecía. Quiero darles seguridad, esa paz que no debieron arrebatarnos. — Acariciaba sus cabellos, dejando que su corazón latiera y se llenara de cariño a través de su calor. Que el frío no les impidiera envolverse entre ellos. Porque después,ser muy difícil permanecer de aquella manera, se vienen los tiempos de guerras, y los secretos que habían protegido, de alguna manera eran armas para defenderse.
— He jurado estar en las buenas y en las malas, en las alegrías tanto como en las tristezas, en la salud y en la enfermedad. Quisiera que compartieras todo conmigo, que no solo me muestres el soporte, que cuando tengas ganas de llorar, lo hagas estando yo para reconfortarte.—Siendo que al perder a un ser amado, comenzaban a emprender un camino poblado de tristeza y desconsuelos, pero la madre que es, se queda con las notas de la canción de cuna, desparramadas en su tristeza, en la soledad, en el silencio de las risas y sus llantos, a pesar de tanto dolor y desconcierto, le demostraba cómo sacaba sus fuerzas. Y el aire parecía comprender sus palabras, se paseaba en ambos rozando con suavidad, respirando la naturaleza que calmaban el vacío. Que todos necesitan desahogarse en un momento o enfermaran.
Y él era todo lo contrario a ella, no podía estar rodeados de pequeños, si con una bella niña vio reflejado a su hermoso angelito. Era y es algo imperdonable. — Sabes que esto no durará por siempre, entre más te encariñes con ellos, será más difícil la separación, el que tú los dejes o que ellos te dejen a ti. ¿Estás consciente de ello? — Frente a su sonrisa, hacía demasiado tiempo que no la veía. Guardó silencio, observándola, amándola, y sobre todo, admirando lo que representa como mujer.
Había decidido no tratar más del tema de su linaje, pues las desgracias se deben a ello. Desde un inicio eran sus cruces que debían cargar y las cuales fueron aceptadas. Pero ella lo había expuesto. Y tan solo escuchar de sus labios los McQuoid la culpa era inevitable. —Gwynneth, si los encuentro, estoy seguro que les traeré más calamidades. Quizás sea mejor que los deje vivir como se encuentran ahora. — Tomo su mano, posando un beso y la atrajo a él, estrechándole entre sus brazos, era la única oportunidad de tenerle, ya que el tiempo era indefinido para volverla a ver. — Los buscare mientras siga el paradero de nuestro hijo, no los quiero involucrar en esto. Como has dicho, soy el mayor y mi deber es protegerlos, prevenirlos y buscar esa tranquilidad que hace mucho no conocemos.— Inhalo su perfume, moviendo el rostro entre sus cabellos, las fosas nasales se mantenían abiertas, siendo grato su perfume.
—Prometo resolver esto cuanto antes, dar con ellos, el traer a nuestro pequeño sano y salvo. Y finalizar con la profecía. Quiero darles seguridad, esa paz que no debieron arrebatarnos. — Acariciaba sus cabellos, dejando que su corazón latiera y se llenara de cariño a través de su calor. Que el frío no les impidiera envolverse entre ellos. Porque después,ser muy difícil permanecer de aquella manera, se vienen los tiempos de guerras, y los secretos que habían protegido, de alguna manera eran armas para defenderse.
Ludovic McQuoid- Cazador Clase Alta
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Re: Overpast [Privado]
Gwynneth siempre estuvo al tanto de la situación de la familia McQuoid. De algún modo u otro, estuvo relacionada con ellos, y no sólo porque su hijo llevara la misma sangre, sino, porque el destino así lo quiso. Pero no sólo los herederos actuales han pasado por momentos terribles, los de antaño también. Las razones eran mucho más poderosas que una simple venganza; el secreto que los McQuoid ocultaban no era cualquier cosa. Eso era lo que más temía Gwynneth, pues, aunque le doliera reconocerlo, su hijo descendía de este linaje. No tenía más alternativa que aceptar la situación, pero sin dejar a un lado su objetivo de encontrar a su pequeño. No le importaba si tenía que hacerlo sola. Debía armarse de valor y mantener la esperanza viva. Esperaba que Ludovic lo comprendiera de la mejor manera; sin embargo, él parecía estar hundido en su terquedad, lo que causó un disgusto aún mayor en Gwynneth. Simplemente suspiró y se frotó la frente, intentando hallar las palabras menos pesadas para intentar hacerle entrar en razón.
—Lo sé, lo sé. Recuerdo perfectamente ese juramento —respondió en voz baja, aún con la mano en la frente, mientras seguía pensando en lo qué diría—. Pero ese no es el caso, Ludovic. No me evadas; sabes cuánto odio que hagas eso —espetó, esta vez, cruzando los brazos. Respiró hondo y exhaló de manera pausada unas tres veces—. Estoy consciente de muchas cosas, muy a diferencia de ti, obviamente. Yo no he venido aquí por el hecho de quedarme para siempre con ellos, no. Incluso, los hijos crecen y se alejan de sus padres para formar sus propias familias. Es un ciclo más de la naturaleza. Así funcionan las cosas en este mundo —sentenció—; entiéndelo de una buena vez.
Y pudo seguir hablando sobre eso, pero había otra cosa más en su mente. Tenía que aprovechar las anteriores palabras para enlazarlas de manera correcta. Gwynneth podía mostrar, en apariencia, ser una mujer noble, tranquila y hasta un tanto dócil, pero no era así. Tenía un carácter que sabía controlar adecuadamente. No obstante, cuando éste emergía, no era tan fácil quedarse callada.
—Es más, no puedes decirme a mí, si soy consciente o no, cuando tú, Ludovic McQuoid, has sido tan egoísta estos meses —soltó, sin anestesia, sin contemplaciones. Con él no medía ningún tipo de reprimenda—. ¿Tienes una idea de lo mal que ha podido pasarla Klaus? ¿Acaso olvidas lo cruel que ha sido para él todo esto? Sigmund lo dejó bastante claro una vez. Tú mismo lo dijiste y no te cansaste en repetirlo. —Le miró con el ceño fruncido—. Klaus corre más peligro que nuestro hijo, lo sabes. Simplemente lo están usando para llegar a la pieza principal. Por los momentos piensan que eres tú, pero no es así, es tu hermano menor. ¡Dios mío! Ha tenido que lidiar con todo esto él solo. Ah no, no solamente él, sino, Faith. ¿Qué ha pasado con ella?
Negó varias veces con la cabeza y luego cubrió su rostro con ambas manos, dando un par de pasos hacia adelante.
—No es ninguna profecía, Ludovic... Esto no es algo que se supera de la noche a la mañana. Toda mi familia, mis ancestros, ¡todos! Han sido testigos de lo que está ocurriendo. Las cruzadas no fueron ocasionales; se dieron por algo más. —Guardó silencio, esta vez, mucho más calmada—. Ludovic, debes buscar a Klaus antes de que sea demasiado tarde. Mi padre me aseguró que él tiene todas las pistas que llevan al Grial, sólo que no las recuerda. Él ha pasado por muchas vidas, y ahora lo están sepultando en desvaríos. Desde que llegó a Irlanda, siempre tenía pesadillas; por eso mi padre lo cuidaba tanto.
—Lo sé, lo sé. Recuerdo perfectamente ese juramento —respondió en voz baja, aún con la mano en la frente, mientras seguía pensando en lo qué diría—. Pero ese no es el caso, Ludovic. No me evadas; sabes cuánto odio que hagas eso —espetó, esta vez, cruzando los brazos. Respiró hondo y exhaló de manera pausada unas tres veces—. Estoy consciente de muchas cosas, muy a diferencia de ti, obviamente. Yo no he venido aquí por el hecho de quedarme para siempre con ellos, no. Incluso, los hijos crecen y se alejan de sus padres para formar sus propias familias. Es un ciclo más de la naturaleza. Así funcionan las cosas en este mundo —sentenció—; entiéndelo de una buena vez.
Y pudo seguir hablando sobre eso, pero había otra cosa más en su mente. Tenía que aprovechar las anteriores palabras para enlazarlas de manera correcta. Gwynneth podía mostrar, en apariencia, ser una mujer noble, tranquila y hasta un tanto dócil, pero no era así. Tenía un carácter que sabía controlar adecuadamente. No obstante, cuando éste emergía, no era tan fácil quedarse callada.
—Es más, no puedes decirme a mí, si soy consciente o no, cuando tú, Ludovic McQuoid, has sido tan egoísta estos meses —soltó, sin anestesia, sin contemplaciones. Con él no medía ningún tipo de reprimenda—. ¿Tienes una idea de lo mal que ha podido pasarla Klaus? ¿Acaso olvidas lo cruel que ha sido para él todo esto? Sigmund lo dejó bastante claro una vez. Tú mismo lo dijiste y no te cansaste en repetirlo. —Le miró con el ceño fruncido—. Klaus corre más peligro que nuestro hijo, lo sabes. Simplemente lo están usando para llegar a la pieza principal. Por los momentos piensan que eres tú, pero no es así, es tu hermano menor. ¡Dios mío! Ha tenido que lidiar con todo esto él solo. Ah no, no solamente él, sino, Faith. ¿Qué ha pasado con ella?
Negó varias veces con la cabeza y luego cubrió su rostro con ambas manos, dando un par de pasos hacia adelante.
—No es ninguna profecía, Ludovic... Esto no es algo que se supera de la noche a la mañana. Toda mi familia, mis ancestros, ¡todos! Han sido testigos de lo que está ocurriendo. Las cruzadas no fueron ocasionales; se dieron por algo más. —Guardó silencio, esta vez, mucho más calmada—. Ludovic, debes buscar a Klaus antes de que sea demasiado tarde. Mi padre me aseguró que él tiene todas las pistas que llevan al Grial, sólo que no las recuerda. Él ha pasado por muchas vidas, y ahora lo están sepultando en desvaríos. Desde que llegó a Irlanda, siempre tenía pesadillas; por eso mi padre lo cuidaba tanto.
Gwynneth Aylwin- Cambiante Clase Media
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Re: Overpast [Privado]
¿Cómo decirle que entendía la situación? ¿Que no era necesario repetir todo? Que, nada es para siempre, y que los hijos son prestados, solo es mostrarles y prepararles para que tomen el camino que es mejor para ellos, el otorgarles las herramientas suficientes para que salgan adelante y que sean independientes. Más, siempre existe una afectación en este proceso, sea en sentido bueno o lo contrario, así sea una mínima posibilidad, existe una. A esto es lo que quiere llegar Ludovic pero ella no quiere salir de un estado egoísta, porque se alejó cuando más debían estar unidos. Pero no iba a volver al tema, estaba ahí para disfrutar el momento, el gozar de sus palabras, el deleitar su mirada y dejar que el tiempo se consumiera en su compañía. Le atraía tan solo su perfume, pero así como lo aspiro, se quiso ir de su alcance, ella siempre daba pasos y Ludovic esta vez no avanzó. No podía dejar de mirarla, su indiferencia golpeaba una vez más, no hacía nada por querer aceptar ni una mínima palabra de él. Por lo que sonrió; una pulcra sonrisa que conlleva un sometimiento a las diferentes conmociones que se presentase, fue su única respuesta ante lo que esperaba, era como si se repitiera el mismo momento, la misma conversación, nada cambiaba a pesar de su repetición. Aunque, esta vez, él ya no evadía los temas, era hora de que se afrontarán con o sin ella.
—No Gwynneth, estoy consciente de todo, una cosa es que no desee tratar estos temas contigo, ya que lo veía como una carga más que añadir a tu vida, pero si te aferras a esto a tu manera, es tu elección, por más que desee que lleves una vida común como otros lo harían, te empeñas a cambiarla. — Pausó, la serenidad con la que habla, era porque todos los días se pone a pensar en que es lo correcto o no tratándose de ellos. Pero, decirle que era egoísta, cuando era todo lo contrario, le hicieron reír, negando.— ¿Egoísta? ¿Tú, me estás diciendo esto? —, se produjo una ironía, acoplándose el sarcasmo con la sorpresa. El sentido de las cosas cambió rotundamente. Ella quería sin duda alguna provocarlo, reclamarle, reprocharle…
Inhalo y exhalo, calmando sus sentidos, por un instante se mantuvieron alerta, y miro de un lado al otro con lentitud. El escuchar de sus labios el nombre de su hermano, la historia que claro está que la conocía. — Gwynneth, ¿a qué viene todo esto? Sé lo que ha ocasionado el pasado en cada uno de nosotros, lo que ha provocado el separarnos, más, espero que la crueldad lo fortalezca, no es el único que ha vivido con esa sensación. Sigmund lo experimento que hasta la muerte le dieron. —Acepta todo, todo lo que decía era cierto y tenía lógica, pero, ¿por qué ha sacado el tema? ¿Por qué justo cuando se marcha? , — Lo sé, no es necesario que me lo repitas, al igual sé que él es la clave principal a todo, y por ende el que corre más peligro, pero… ¿Por qué tuviste que hacerlo? …—Avanzo, no quería mirarla justo ahora, por lo que se enfocó en lo que estuviera más allá. —Sé que están bien, Klaus sigue en la inquisición como bibliotecario, y ella, no he podido dar con su paradero, ella no quiere que la encontremos. —Musito las palabras que su investigador le informaba. Algo más sucedía y era lo que se encargaría de saber.
— Quería sacar provecho de que Klaus olvidara, eso lo mantenía a salvo, pero dado que se encontró la manera de volver sus recuerdos, decidí buscarlo. No es necesario que me lo menciones, por eso es que estoy aquí, me iré a casa a arreglar unos pendientes que deje antes de desaparecer. Y uno de ellos, es hallarlos y resolver algunas dudas…
Masajeó el cuello al moverlo de un lado a otro hasta que le tronaron los huesos, tomando los dedos para hacer lo mismo…— Pase lo que pase, prométeme que te mantendrás a salvo—viva para ser exactos, intacta—.
Si era una despedida momentánea, por lo que quería hacer las cosas bien antes de marcharse. Y a ella, por ser importante en su vida muy a pesar de las desgracias.
—No Gwynneth, estoy consciente de todo, una cosa es que no desee tratar estos temas contigo, ya que lo veía como una carga más que añadir a tu vida, pero si te aferras a esto a tu manera, es tu elección, por más que desee que lleves una vida común como otros lo harían, te empeñas a cambiarla. — Pausó, la serenidad con la que habla, era porque todos los días se pone a pensar en que es lo correcto o no tratándose de ellos. Pero, decirle que era egoísta, cuando era todo lo contrario, le hicieron reír, negando.— ¿Egoísta? ¿Tú, me estás diciendo esto? —, se produjo una ironía, acoplándose el sarcasmo con la sorpresa. El sentido de las cosas cambió rotundamente. Ella quería sin duda alguna provocarlo, reclamarle, reprocharle…
Inhalo y exhalo, calmando sus sentidos, por un instante se mantuvieron alerta, y miro de un lado al otro con lentitud. El escuchar de sus labios el nombre de su hermano, la historia que claro está que la conocía. — Gwynneth, ¿a qué viene todo esto? Sé lo que ha ocasionado el pasado en cada uno de nosotros, lo que ha provocado el separarnos, más, espero que la crueldad lo fortalezca, no es el único que ha vivido con esa sensación. Sigmund lo experimento que hasta la muerte le dieron. —Acepta todo, todo lo que decía era cierto y tenía lógica, pero, ¿por qué ha sacado el tema? ¿Por qué justo cuando se marcha? , — Lo sé, no es necesario que me lo repitas, al igual sé que él es la clave principal a todo, y por ende el que corre más peligro, pero… ¿Por qué tuviste que hacerlo? …—Avanzo, no quería mirarla justo ahora, por lo que se enfocó en lo que estuviera más allá. —Sé que están bien, Klaus sigue en la inquisición como bibliotecario, y ella, no he podido dar con su paradero, ella no quiere que la encontremos. —Musito las palabras que su investigador le informaba. Algo más sucedía y era lo que se encargaría de saber.
— Quería sacar provecho de que Klaus olvidara, eso lo mantenía a salvo, pero dado que se encontró la manera de volver sus recuerdos, decidí buscarlo. No es necesario que me lo menciones, por eso es que estoy aquí, me iré a casa a arreglar unos pendientes que deje antes de desaparecer. Y uno de ellos, es hallarlos y resolver algunas dudas…
Masajeó el cuello al moverlo de un lado a otro hasta que le tronaron los huesos, tomando los dedos para hacer lo mismo…— Pase lo que pase, prométeme que te mantendrás a salvo—viva para ser exactos, intacta—.
Si era una despedida momentánea, por lo que quería hacer las cosas bien antes de marcharse. Y a ella, por ser importante en su vida muy a pesar de las desgracias.
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Re: Overpast [Privado]
A lo largo de los años siempre quiso mantener un carácter inquebrantable, resistente, que demostrara que ella no era mujer que se doblegaba fácilmente ante las adversidades. Pero debía admitir una cosa: en ese momento sentía una profunda fragilidad. Quiso dar a entender lo contrario con su indiferencia, con el simple reproche de juzgar a Ludovic por la desaparición de su hijo. Aun así, mientras más tiempo él se hallaba ahí, más iba bajando la guardia. ¡No podía seguir culpándolo! Tenía que grabarse a fuego en su cabeza que Ludovic no tenía nada que ver, sólo tuvo que servir al linaje equivocado. Sin embargo, si perteneciera a otro linaje, nunca se hubieran conocido, y es ahí en donde el destino suele burlarse descaradamente de los mortales, demostrándoles una vez sus miserias. Estaba dispuesta a ayudarlo; siempre lo estuvo. Por esa misma razón tampoco iba a quedarse de brazos cruzados, sería injusto dejarle toda la carga a él.
Lo escuchó, asintió varias veces, se resignó a sus palabras, y sólo lo observó en silencio. Hallar las respuestas adecuadas podía resultar complicado, el tema que estaban tratando era delicado, hiriente, filoso como una daga.
—No es una carga para mí, Ludovic. Si así lo fuera nunca habría aceptado estar a tu lado sabiendo toda la verdad; simplemente decidimos tomar rumbos diferentes por nuestro propio bienestar. Ambos somos culpables, ambos somos egoístas —aseguró, mientras retomaba el camino hacia él—. Yo no quiero bajar la guardia, ni mucho menos derrumbarme cuando más me necesita, ¿lo entiendes? No puedo simplemente esperar un milagro, porque el único que tuve, me fue arrebatado, y lo voy a recuperar, como sea. —Y ahí estaba de nuevo, esa fuerza de voluntad tan propia de los de su raza, sin importar si era su propia vida la que estaba en juego—. Voy a estar bien, Ludovic. Recuerda que no soy de las que se dan por vencidas tan rápido; el fracaso no está entre mis planes, sólo debo conservar la fe y la paciencia. Quiero que tú hagas lo mismo, no sólo por nuestro hijo, ni por mí, también por tus hermanos, en especial por Klaus.
Extendió la mano hasta su mejilla, dedicándole una sutil caricia, una en la que intentaba despejar inseguridades, también la ira. Sólo era un gesto de paz, de afecto, de hacerle entender que todo estaba bien, que no debía afligirse más, sino, dejar que el valor mantuviera su fuego en alto sin temer a la lluvia.
—Faith estará bien, algo me lo dice, sólo preocúpate en encontrar a Klaus y más si aún sigue en la Inquisición. Quizás haya pasado por desconocido, como una más dentro de la institución, pero, si ha empezado a tener remembranzas de sus anteriores vidas, eso será un terrible problema —le advirtió con todo el conocimiento que había albergado durante años acerca del Santo Oficio, y de su convivencia con el menor de los varones McQuoid—. Debe estar tan confundido, y la soledad no será su mejor consejera. Él es el fuerte, lo sé, pero te necesita, y ahora más que nunca. —Sostuvo su rostro, sólo para mirarlo a los ojos—. Estaré bien, lo prometo. Y si hay una manera en que me ayudes, es que vayas por Klaus y cuides de él. Uniremos fuerzas para encontrar a nuestro pequeño para que regrese a nosotros. Sólo debemos fijar prioridades.
Alzó el rostro para depositar un beso la frente de Ludovic, como lo haría una madre antes de despedir a su hijo. Era una acción llena de ternura, involuntaria, propia de alguien que siente una profunda estima por otro.
—Cuídate mucho, y por favor, regresa pronto.
Lo escuchó, asintió varias veces, se resignó a sus palabras, y sólo lo observó en silencio. Hallar las respuestas adecuadas podía resultar complicado, el tema que estaban tratando era delicado, hiriente, filoso como una daga.
—No es una carga para mí, Ludovic. Si así lo fuera nunca habría aceptado estar a tu lado sabiendo toda la verdad; simplemente decidimos tomar rumbos diferentes por nuestro propio bienestar. Ambos somos culpables, ambos somos egoístas —aseguró, mientras retomaba el camino hacia él—. Yo no quiero bajar la guardia, ni mucho menos derrumbarme cuando más me necesita, ¿lo entiendes? No puedo simplemente esperar un milagro, porque el único que tuve, me fue arrebatado, y lo voy a recuperar, como sea. —Y ahí estaba de nuevo, esa fuerza de voluntad tan propia de los de su raza, sin importar si era su propia vida la que estaba en juego—. Voy a estar bien, Ludovic. Recuerda que no soy de las que se dan por vencidas tan rápido; el fracaso no está entre mis planes, sólo debo conservar la fe y la paciencia. Quiero que tú hagas lo mismo, no sólo por nuestro hijo, ni por mí, también por tus hermanos, en especial por Klaus.
Extendió la mano hasta su mejilla, dedicándole una sutil caricia, una en la que intentaba despejar inseguridades, también la ira. Sólo era un gesto de paz, de afecto, de hacerle entender que todo estaba bien, que no debía afligirse más, sino, dejar que el valor mantuviera su fuego en alto sin temer a la lluvia.
—Faith estará bien, algo me lo dice, sólo preocúpate en encontrar a Klaus y más si aún sigue en la Inquisición. Quizás haya pasado por desconocido, como una más dentro de la institución, pero, si ha empezado a tener remembranzas de sus anteriores vidas, eso será un terrible problema —le advirtió con todo el conocimiento que había albergado durante años acerca del Santo Oficio, y de su convivencia con el menor de los varones McQuoid—. Debe estar tan confundido, y la soledad no será su mejor consejera. Él es el fuerte, lo sé, pero te necesita, y ahora más que nunca. —Sostuvo su rostro, sólo para mirarlo a los ojos—. Estaré bien, lo prometo. Y si hay una manera en que me ayudes, es que vayas por Klaus y cuides de él. Uniremos fuerzas para encontrar a nuestro pequeño para que regrese a nosotros. Sólo debemos fijar prioridades.
Alzó el rostro para depositar un beso la frente de Ludovic, como lo haría una madre antes de despedir a su hijo. Era una acción llena de ternura, involuntaria, propia de alguien que siente una profunda estima por otro.
—Cuídate mucho, y por favor, regresa pronto.
Gwynneth Aylwin- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 08/02/2015
Localización : París
Re: Overpast [Privado]
Disentimiento; es lo menos esperado en ese encuentro, su cometido era cerciorarse de su estilo de vida, el lugar donde reside y sobre todo, con quienes se rodeaba, todo necesitaba saber de ella: el que este alimentándose, que no abandone su salud ni protección a sí misma, quería marcharse con la tranquilidad de que no corriera peligro, es fuerte, no lo niega, ha enfrentado peores sucesos y ha sabido cómo defenderse pero no siempre sería lo mismo, por ello, su seguridad es primero, ya con la tranquilidad de verla, aunque sea un instante, bastaba por el momento, se encuentra en las mejores condiciones, y sorprendente después de todo. Conociendo su autodefensa, pero jamás lo exponía, no, pues con el paso de los años, aprendieron a conocerse, se conocen. Y ahí se expuso, guardando sus palabras. Recalcando su despedida al desviar el rostro hacia el horizonte, la luz le anunciaba su partida, ya debía avanzar. Ya una vez confesado el motivo de su llegada y ahora su marcha, es siempre por el linaje, irá en busca de sus hermanos, de sus padres donde quieran que este, si vivos o muertos, y a ellos, espera que estén sanos y salvos, pues necesita resolver cabos pendientes. Pero su presencia era potente, no podía mentirse que no le afectaba estar distanciado, ni que con solo palabras se alejaría, obteniendo sus manos en las mejillas, ladeando el rostro cuando el roce se forjó en una de ellas, descubriendo sus verdaderas intenciones con esas irises, pero cayó, manteniendo ese rostro en su mente.
— Lo sé, lo admito y acepto. Eso es lo que admiro de ti, tu fortaleza en las diferentes circunstancias, solo quiero que salgas de esa manera, estoy seguro que así será. Haré todo lo posible para que las cosas resulten bien. No puedo asegurarte que traiga conmigo buenas noticias, eso es algo muy lejano que ha trascendido en nuestra familia.
Asintió, el peligro inminente en Klaus era claro, que el ir a las viejas ruinas donde todo empezó, era el inicio de esa búsqueda. Calmo, posa la mano en la ajena, retirándola del rostro y depositando un beso tras bajarla. No puede seguir dejando que observe sus irises, él mismo reconoce que ya no es la persona que ella conoció. O quizás ya se haya dado cuenta, pero no quiere que se percate de la horrorosa oscuridad que predomina. Más su beso fue la salvación de una catástrofe, y el sentir de una bendición, ¿cómo decirle que aquello ya es tan ajeno para él? Los golpes, lo vivido en la inquisición, lo han convertido en una bestia. Tan ajena al mundo que conocen, que él ahora, solo inclina la cabeza, representando su respeto hacia ella, como su mujer le confiesa su fidelidad, y los mejores deseos de una buena vida. Alzando su rostro, llevándose la confianza de que estará bien como menciona.
— Sea lo que encuentre, en el estado en el que se hallen, y el tiempo que se requiera. En cuanto termine vendré a verte, te mantendré al tanto de las cosas a mi regreso, no puedo prometerte escribirte, evitare hacerlo, más que por seguridad, no es necesario que lo explique, lo sabes muy bien. Cuídate, mantén esa promesa en mi ausencia, no te preocupes más por ello, iré por él, por ella, y ellos, estaremos juntos para esas prioridades. Adiós Gwynneth, protégete, sabes que siempre te llevo en mente..
Se giró, dándole la espalda, retomando su camino, si la besaba, terminaría por despedirse por completo en ella, (en cuerpo, aparte del alma), habiendo tomado la mejor decisión, su cuerpo comienza a ser borroso para ella, perdiéndose en una sombra muy lejana poco a poco, yendo al peor de los mundos, a las acciones que invitan una y otra vez a cruzar el limbo de la locura. Construyendo imperdonables y sutiles consecuencias, a cada paso un caos, un desenlace desconocido, un aterrador y silencioso destino.
— Lo sé, lo admito y acepto. Eso es lo que admiro de ti, tu fortaleza en las diferentes circunstancias, solo quiero que salgas de esa manera, estoy seguro que así será. Haré todo lo posible para que las cosas resulten bien. No puedo asegurarte que traiga conmigo buenas noticias, eso es algo muy lejano que ha trascendido en nuestra familia.
Asintió, el peligro inminente en Klaus era claro, que el ir a las viejas ruinas donde todo empezó, era el inicio de esa búsqueda. Calmo, posa la mano en la ajena, retirándola del rostro y depositando un beso tras bajarla. No puede seguir dejando que observe sus irises, él mismo reconoce que ya no es la persona que ella conoció. O quizás ya se haya dado cuenta, pero no quiere que se percate de la horrorosa oscuridad que predomina. Más su beso fue la salvación de una catástrofe, y el sentir de una bendición, ¿cómo decirle que aquello ya es tan ajeno para él? Los golpes, lo vivido en la inquisición, lo han convertido en una bestia. Tan ajena al mundo que conocen, que él ahora, solo inclina la cabeza, representando su respeto hacia ella, como su mujer le confiesa su fidelidad, y los mejores deseos de una buena vida. Alzando su rostro, llevándose la confianza de que estará bien como menciona.
— Sea lo que encuentre, en el estado en el que se hallen, y el tiempo que se requiera. En cuanto termine vendré a verte, te mantendré al tanto de las cosas a mi regreso, no puedo prometerte escribirte, evitare hacerlo, más que por seguridad, no es necesario que lo explique, lo sabes muy bien. Cuídate, mantén esa promesa en mi ausencia, no te preocupes más por ello, iré por él, por ella, y ellos, estaremos juntos para esas prioridades. Adiós Gwynneth, protégete, sabes que siempre te llevo en mente..
Se giró, dándole la espalda, retomando su camino, si la besaba, terminaría por despedirse por completo en ella, (en cuerpo, aparte del alma), habiendo tomado la mejor decisión, su cuerpo comienza a ser borroso para ella, perdiéndose en una sombra muy lejana poco a poco, yendo al peor de los mundos, a las acciones que invitan una y otra vez a cruzar el limbo de la locura. Construyendo imperdonables y sutiles consecuencias, a cada paso un caos, un desenlace desconocido, un aterrador y silencioso destino.
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Ludovic McQuoid- Cazador Clase Alta
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