Con dinero todo se puede (Privado)

por **Esteban Valenzuela** Vie Mar 25, 2016 5:06 pm

Residencia || 19:00 || Llovizna

Cuando las sombras de aquellos recuerdos tormentosos hacían que Esteban se despertara en la noche sin poder conciliar el sueño, su error en ese momento había sido que se había quedado dormido a media tarde, cuando había terminado la faena del ajetreo matutino. Se encontraba de mal humor, demasiado mal humor, algo que no experimentaba hacía mucho tiempo, cuando las pesadillas acabaron con su sueño se despertó exhausto y malhumorado.

Salió de la casa dando un portazo, para encontrar cualquier cosa en la calle con qué distraerse, no era que tuviera demasiadas cosas en mente, había entrado a una taberna de mala muerte y bebido un poco, o tal vez bastante, no se había fijado si era vino del que él fabricaba, simplemente se había ahogado dejando el suficiente dinero para pagar lo que había consumido, esa vez las pesadillas lo habían vuelto alguien que no razonaba del todo bien, era de las ocasiones en que se consumía a sí mismo en aquella culpa eterna.

Al salir de la taberna se internó en las calles parisinas, escuchando el repiqueteo de una pequeña llovizna que amenazaba con acrecentarse conforme avanzara la tarde, miraba a todos lados sin encontrar la paz que necesitaba, había sido mala idea salir, pero encerrado en cuatro paredes seguramente sería como un león enjaulado que no encuentra acomodo, pero así sucedía, no podía controlarlo y por más que le habían recomendado seguir en sesiones con un psicólogo, Esteban se negaba firmemente, no lo podía permitir, ya no quería, no servía de nada.

Observó a una mujer de cabellos rubios y curvas que invitaban al pecado, de haber sido otro día y estar menos ebrios no habría hecho lo que hizo. Se acercó a la mujer y sin muchos miramientos la encerró contra una de las paredes de aquél callejón. -¿Quieres ganar un poco de dinero?- Preguntó mientras sus manos le encarcelaban sin dejarle mucha salida, siempre era bastante reservado, pero ahora, ahora estaba mal como para fijarse en nimiedades, ni siquiera sabía si la mujer era de aquellas que vendía su cuerpo por un par de monedas. Podía recibir una bofetada o una buena noche, se arriesgaba.

por **Sweet Von Teese** Jue Jun 02, 2016 12:02 am

Tenía todas las compras del día hechas, no quedaba mucho para llegar a su departamento, disponía de algo de tiempo antes del ajetreo de la noche, pero no necesitaba prepararse demasiado, sus tareas solo incluían la ropa como un elemento meramente decorativo. Como una nueva funda de almohadón, básicamente.

Llevaba su canasta y mantenía sus apariencias, en ese barrio como cualquier otro de clase baja nunca faltaban las mujeres que se encargaban de esparcir chismes entre ellas, sus patéticas vidas no tenían el suficiente sabor como para poder desplegar historias reales sobre ellas mismas asi que solían realizar conjeturas sobre las demás mujeres del barrio. A Sweet ya se la había visto con dos hombres al menos asi que se la denominaba como una chica fácil y esto no presentaba buenas consecuencias a la larga. Varios hombres de la zona habían tenido el tupé de pedir por sus servicios en medio de la calle. Pero nada se comparaba con lo que ahora pasaba…

Un hombre había salido de una taberna de mala muerte a los trompicones y la había encerrado contra la pared del callejón. Su canasta de compras cayó al suelo, una naranja rodó hasta la alcantarilla perdiéndose para siempre y la mirada de la prostituta que pasó de buscar en la mirada del hombre algo familiar, a ver de reojo la situación de la calle. Si sus suposiciones eran buenas estas gentiles personas no habían notado su desaparición física. Suspiró recuperando el aliento y tomó los hombros del hombre. Ya recuperada respondió susurrando.

- Mira, no te recuerdo exactamente, pero no trabajo en plena vía publica como lo hago por las noches, asi que te pido que por favor mantengas las apariencias aquí, al menos en pleno atardecer – suplicó Sweet al encontrarse frente a frente con el rostro obnubilado de alcohol del hombre. No parecía ser de los asiduos clientes de burdeles baratos de la zona y eso fue lo que la hizo frenarse un poco y no golpearlo en el callejón. Además era corpulento y fornido asi que sus chances de ser asertiva eran pocas.

off:

por **Esteban Valenzuela** Mar Jul 05, 2016 12:51 pm

Residencia || 19:00 || Llovizna

-No tendrías por qué recordarme, en realidad ni siquiera nos conocemos, esa es una verdad absoluta, pero no veo por qué guardar las apariencias, ahora que si así lo deseas.- El alcohol seguía mermando las neuronas de Esteban a cada momento, mientras que sus sentidos se nublaban de poco en poco hasta que no supo qué más hacer en realidad. Devolvió el dinero en sus ropas, observando a la mujer, esperando que caminara o que hiciera algo en realidad, apenas si podía mantenerse en pie, algo que a la rubia no tendría por qué afectarle en lo más mínimo.

Valenzuela generalmente no se comportaba de aquél modo, pero todo era tan diferente ahora, se había alcoholizado hasta casi perder la consciencia, sentía que en cualquier momento haría una estupidez, así sería pues ya la estaba haciendo delante de lo que era una dama, alguien a quien así debía de tratar, siempre, realmente siempre, pero no, no lo hacía. Respiró profundo un par de veces, relamiéndose los labios.

-Si no vas a querer el dinero, puedo ir a buscar a alguien más.- Su voz sonaba rasposa y comenzó a caminar, sin un rumbo fijo, simplemente intentaba no tambalear ni caer contra el piso, apoyaba la mano en la pared, respirando con cierta dificultad, estaba fuera de sus propios límites.

Miraba de reojo, la gente observaba aquella escena, pero a él no le importaba demasiado, sólo quería corroborar que la rubia se moviera o hiciera algo coherente, o que simplemente huyera, todavía estaba a tiempo.

por **Sweet Von Teese** Miér Ago 17, 2016 12:37 am

- Bueno veo que no llegas a comprender porque, seguramente mañana después de una buena siesta si… - comentó algo molesta observando como una de sus vecinas le echaba una mirada furibunda, de seguro iría con el chisme a la inquilina y terminaría por echarla de su lugar. Embroncada pensó sus posibilidades después y no eran buenas, ya se había confirmado que su dinero venia del trabajo mas antiguo del mundo.

Se acercó al hombre que se había alejado dando algunos trompicones y lo sostuvo para que se sentara en uno de los asientos de la vereda – Espera ¿si? Iremos donde quieras, solo dime donde, no puedo entrar gente a mi casa, al menos no a desconocidos, no trabajo asi – se escuchó decir mientras examinaba al hombre que tenía frente a ella, estaba desmejorado por el alcohol pero era extraño encontrar hombres como él en esas tabernas. Seguro habría tiempo de contar los motivos mas adelante.

- ¿Y bien? – preguntó acelerando su respuesta a este dilema. De reojo vio como una de sus naranjas iba a parar a la alcantarilla perdiéndose y se levantó a juntar lo que quedaba de sus reservas de comida. Cuando terminó la dejó a su lado y observó su cuarto en el segundo piso, no creía verlo dispuesto a subir las estrechas escaleras con semejante mareo, pero ella si tenía que hacerlo y dejar la canasta al menos. Su negativa no resolvía nada, al contrario iba a cambiar las decisiones solo para tener diferentes resultados. Buscó calma con un prolongado suspiro.

Cambió la expresión de su rostro para hacerse pasar por un conocido con el cual tenían cierta cercanía. Y como quien da su consentimiento ante la atenta mirada del barrio pasó una mano por sus cabellos de forma cariñosa mientras se decidía el lugar.

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