AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Es extraño cómo un encuentro puede hacer que todo cambie || Privado
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Es extraño cómo un encuentro puede hacer que todo cambie || Privado
por Zuriñe Miér Ene 29, 2014 9:42 pm
“El verdadero heroísmo consiste en convertir los sueños en realidades y las ideas en hechos.”
—Alfonso Rodriguez Castelao
—Alfonso Rodriguez Castelao
Había volado tan lejos, que ya ni recordaba el asunto, de hace unas cuantas semanas atrás, tantas, que ni siquiera las heridas recordaba, por suerte para ella, nunca tenia rasguños, ni marcas que le recordara lo que había sufrido. Eso le permitía seguir con vida. El invierno había sido fuerte, lo que la obligo a buscar refugio en algún lugar de parís, pocas veces lograba salir en su estado animal, menos en su humano, por suerte, para el hombre que trabajaba, solamente pedía pocas cosas, por ella, lograba quererlo, aunque ella parecía querer a cualquiera que le pudiera dar alimentos y abrigo.
Aun así su naturaleza era salvaje, le encantaba estar en el cielo, Ignatus le advertía que no debía salir, que era mejor que se quedara en casa, en aquella mansión en donde no le pasaría nada, pero eso era sumamente aburrido, demasiado para ella, por eso salía, se divertía en el cielo, mirando la nieve desde una vista que muy pocos, tendrían el privilegio de ver, era su adicción, ver el mundo de esa forma única. Por suerte el joven italiano le permitía salir, pero siempre debía volver a una hora determinada.
Todo parecía razonablemente bien, ella volaba tranquilamente, decidió descansar en una rama muy alta, en donde podía acomodarse, para tomar una pequeña siesta aviar, pero cuando estaba entrando en ese sueño, pero sin quedarte dormido, algo golpeo el árbol, abrió los ojos encontrándose, con leñadores, que estaban talando el árbol en donde ella dormitaba, se podía escuchar a los animales que dependían de esos troncos, llorar, mientras huían despavoridos, por miedos a los gigantes, que probablemente serian borrachos gitanos.
No supo bien cómo fue que se metió en problema, tal vez fue el hecho de que salto del árbol con una rama que había conseguido a romper para comenzar a pegarles con esta, tal vez eso fue lo que provoco su furia contra ella, la que ella también tenía, mientras no dejaba que se acercara a ese árbol, por cuestiones simples; la naturaleza lo necesitaba. Aun así sus esfuerzos no fueron recompensados, varios hombres lograron contenerla, cuando le quitaron la gran rama, con los que le había golpeado — Soltadme, cobardes —forcejeaba, perola tenían agarrada de brazos y piernas, no dándole muchas opciones, solamente podía gruñir, forcejear y maldecir a alta voz.
Decidió hacerse más pequeña, transformándose en un Búho que alzo vuelo rápidamente, los hombres asombrados, llamaron a la virgen y a Jesús, pero ninguno de los dos apareció, el ave se movió para esconderse entre las copas de los arboles, mientras los hombres, parecían gritar, preparándose a cazar al hijo del demonio o a la hija, en ese caso. Estaba algo asustada, mas cuando vio que sacaban arcos y flechas, pero a su visión, llegaba alguien más, un hombre de cabellera larga su cuerpo estaba cubierta por una gran y gruesa vestimenta, por unos momentos la envidio, pues los minutos que había estado como humana, le habían dejado con algo de frio. Lo reconocía, nunca lo olvidaría, chillo con furia al recordar lo que le había hecho, pero no era el momento, ese no era el más indicado para arreglar cuentas.
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Re: Es extraño cómo un encuentro puede hacer que todo cambie || Privado
por Eliphas Leví Jue Mar 20, 2014 9:43 am
Ahí se hallaba Leonardo, su presencia era totalmente perceptible, aun así aquellos enfurecidos y asustados hombres no le notaban. Estaba cegados en destruir a la demonio blanco que los asalto de manera esplendida. Sonrió, pues recordó la fuerza sobre humana de aquella mujer y que si quería bajar y destruirlos a todos podría hacerlo sin mucho esfuerzo. Se fue acercando más, su desdeñar hacia relucir un seco sonido y desvió la mirada de algunos. Todo parecía ir como de manera lenta y pausada a los ojos del mago, ojos con aguijones apuntaban al desconocido, fruncidos ceños intentaban intimidar, querían imponerse ante el extraño hombre; se sentía fuertes y aguerridos por estar en manada, pero ciertamente no eran más que leones sin garras ni dientes.
-¿Zuriñe…?- interrogo con fuerza, un hombre soltó un escupitajo al suelo, con sus alebrestadas manos al aire pregunto: -¿Tú quien eres? – voz ronca y febril.
Lo ignoro completamente, solo se concentro en aquella ave blanca quien parecía asomarse un poco, o de menos prestar atención al llamado –En cárguense de esa engendro demoniaco que yo me lio con este mechudo- refunfuño el hombre, se acerco a Rosa Negra preguntándole si quería algo y ahuyentándole con su “feroz” mirar. Por otra parte Zuriñe parecía estar en problemas, se empezaba a preocupar por que aquella feroz mujer, pero recordó que por mucho que ellos le lastimaran ella se saldría con la suya y estaría completamente ilesa, pero de igual manera sufriría el dolor. <> rio para él, como el niño que tiene un travesura planificada.
Aquel hombre panzón no soportaba más cargar con aquella cólera. Se dirigía algo tambaleante hacia él, Rosa negra cerró los ojos por unos segundos y pronuncio –Iaku!!- una especia de vórtice dorado se abría en su plexo solar, de el salía una figura abstracta que penetro el cuerpo del otro hombre, el cual quedo petrificado, El mago termino de acercarse a él mirándolo fijamente a los ojos, su mirada parecía tierna y compasiva. Aquel barrigón parecía estar hipnotizado fue tomado por los hombros por el peli-largo, tenía la piel erizada y su aspecto era pálido, le succionaban su energía –¡ma.. Mamá..!- dijo aquel antes de caer tendido al piso.
Antes de que pudieran correr Gaia ya se había entrelazado con el brujo. Tenaces raíces atraparon a los hombre dejándolos completamente maneados. El mismo fenómeno sucedía, los hombres rápidamente perdían el brío y quedaban tendidos. La presencia de Leonardo no era la misma, ahora era mucho más fuerte que antes. Serenos y armonizo su ser, suspiro. Finalmente con la mirada buscaba a la cambiante.
-¿Zuriñe…?- interrogo con fuerza, un hombre soltó un escupitajo al suelo, con sus alebrestadas manos al aire pregunto: -¿Tú quien eres? – voz ronca y febril.
Lo ignoro completamente, solo se concentro en aquella ave blanca quien parecía asomarse un poco, o de menos prestar atención al llamado –En cárguense de esa engendro demoniaco que yo me lio con este mechudo- refunfuño el hombre, se acerco a Rosa Negra preguntándole si quería algo y ahuyentándole con su “feroz” mirar. Por otra parte Zuriñe parecía estar en problemas, se empezaba a preocupar por que aquella feroz mujer, pero recordó que por mucho que ellos le lastimaran ella se saldría con la suya y estaría completamente ilesa, pero de igual manera sufriría el dolor. <
Aquel hombre panzón no soportaba más cargar con aquella cólera. Se dirigía algo tambaleante hacia él, Rosa negra cerró los ojos por unos segundos y pronuncio –Iaku!!- una especia de vórtice dorado se abría en su plexo solar, de el salía una figura abstracta que penetro el cuerpo del otro hombre, el cual quedo petrificado, El mago termino de acercarse a él mirándolo fijamente a los ojos, su mirada parecía tierna y compasiva. Aquel barrigón parecía estar hipnotizado fue tomado por los hombros por el peli-largo, tenía la piel erizada y su aspecto era pálido, le succionaban su energía –¡ma.. Mamá..!- dijo aquel antes de caer tendido al piso.
Antes de que pudieran correr Gaia ya se había entrelazado con el brujo. Tenaces raíces atraparon a los hombre dejándolos completamente maneados. El mismo fenómeno sucedía, los hombres rápidamente perdían el brío y quedaban tendidos. La presencia de Leonardo no era la misma, ahora era mucho más fuerte que antes. Serenos y armonizo su ser, suspiro. Finalmente con la mirada buscaba a la cambiante.
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Re: Es extraño cómo un encuentro puede hacer que todo cambie || Privado
por Zuriñe Dom Mar 23, 2014 8:07 am
Horrorizada era lo que estaba con tal acto del brujo, ya había visto su poder en su encuentro anterior, pero todo eso era diferente, como niña descubriendo nuevas cosas, no podía alejar su mirada de esa escena. Le intrigaba haber conocido a un ser humano tan fascinante como aquel pelilargo, personas como el habían pocas, pero aun no sabía si estaba allí para bien o para mal, parecía querer ayudarla podría ser una obra del destino, los hombres le estorbaban y debía deshacerse de ellos, lo que beneficiaba a terceros, que en este caso era la joven rubia.
Sus alas se extendieron y emprendió vuelo hacia muy arriba, lejos de todos ellos, de los gritos de los hombres, de su posible salvador, por segunda vez, había llegado hasta la copa de los arboles, sobrepasándolos, para poder sentir el calor del sol, totalmente desnudo, sin que los arboles filtraran con sus ramas este mismo y volvió a bajar, lentamente, planeando, hasta quedar en el lomo del caballo, que alguna vez le había conversado bien sobre el brujo. Le miro con cierto reproche, mientras parecía tener una acalorada discusión con el animal. Ella revoloteaba con energía, mientras el caballo simplemente movía su cabeza y bufaba suavemente.
— El es buen hombre, solamente puedo decir eso, me trata bien, me da buen heno
— Pues a mí no me trato muy bien, que se diga
—Humano es humano, hasta una parte de usted humana, debe comprenderlo
Era cierto, una parte de ella era humana, el hombre de cabellos largos parecía tener todo bajo control, comenzó a mutar en el lomo del animal, este parecía no molestarle el cambio de peso, solamente se equilibraba moviéndose un poco de vez en cuando. Pronto apareció la desnuda figura de Zuriñe sentada en la parte trasera del caballo, dejando la silla libre, no tenia intensiones de irse a cabalgar con su amigo, aunque le parecía divertido, tener una experiencia similar; el caballo corriendo libre por un amplio prado y ella acompañándolo por el cielo.
— Señor… Rosa Negra, nos volvemos a encontrar — noto una bolsa de cuero cerca de ella e introdujo su mano para ver que podría sacar, encontró un pedazo de pan y dos manzanas, dejo el pan y saco una manzana — debo decirle que tengo la impresión de que tiene la habilidad de hacer enemigos, más que amigos — mordió la manzana mientras cruzaba sus piernas. No le iba dar las gracias por su heroica aparición, que deducía que había sido pura suerte y que sus intensiones debían ser otras. La manzana le pareció poco apetitosa, la termino lanzando con fuerza hacia la cabeza del hombre, además escupiendo lo que había mordido.
— Me estaba cayendo muy bien — exclamo con furia saltando del caballo, dando pasos firmes hacia el — pero termino siendo como todos los demás — sus manos se habían cerrado formando puños, que podrían en cualquier momento ser acertados en cualquier parte del cuerpo del brujo, pero se contenía, con esfuerzo lo hacía — No sabe lo difícil que es ser alguien como yo ¿Cómo le parecería la vida si hubiera estado seis meses encerrada en una jaula? — aquel mal recuerdo había que su voz comenzaba a temblar un poco, no sabía porque le contaba todo eso, tal vez porque, con su ataque, había revivido aquel gran temor de volver a ser encerrada nuevamente. — Todos nosotros, tenemos ese posible destino, ser encerrados… — susurro suavemente. — Supongo que gracias… — camino un poco para acariciar al caballo — No estés triste — abrazo la cabeza del animal con cierto cariño — Estaré bien, aunque no lo creas, soy muy ágil y fuerte — alboroto un poco la crin del caballo, seguida de una pequeña risa, definitivamente prefería a los humanos antes que a los animales. Llevo el dorso de su mano hacia su rostro, para limpiar rápidamente algunas lagrimas que salían de sus ojos, al solo pensar en su gran temor de ser encerrada.
Sus alas se extendieron y emprendió vuelo hacia muy arriba, lejos de todos ellos, de los gritos de los hombres, de su posible salvador, por segunda vez, había llegado hasta la copa de los arboles, sobrepasándolos, para poder sentir el calor del sol, totalmente desnudo, sin que los arboles filtraran con sus ramas este mismo y volvió a bajar, lentamente, planeando, hasta quedar en el lomo del caballo, que alguna vez le había conversado bien sobre el brujo. Le miro con cierto reproche, mientras parecía tener una acalorada discusión con el animal. Ella revoloteaba con energía, mientras el caballo simplemente movía su cabeza y bufaba suavemente.
— El es buen hombre, solamente puedo decir eso, me trata bien, me da buen heno
— Pues a mí no me trato muy bien, que se diga
—Humano es humano, hasta una parte de usted humana, debe comprenderlo
Era cierto, una parte de ella era humana, el hombre de cabellos largos parecía tener todo bajo control, comenzó a mutar en el lomo del animal, este parecía no molestarle el cambio de peso, solamente se equilibraba moviéndose un poco de vez en cuando. Pronto apareció la desnuda figura de Zuriñe sentada en la parte trasera del caballo, dejando la silla libre, no tenia intensiones de irse a cabalgar con su amigo, aunque le parecía divertido, tener una experiencia similar; el caballo corriendo libre por un amplio prado y ella acompañándolo por el cielo.
— Señor… Rosa Negra, nos volvemos a encontrar — noto una bolsa de cuero cerca de ella e introdujo su mano para ver que podría sacar, encontró un pedazo de pan y dos manzanas, dejo el pan y saco una manzana — debo decirle que tengo la impresión de que tiene la habilidad de hacer enemigos, más que amigos — mordió la manzana mientras cruzaba sus piernas. No le iba dar las gracias por su heroica aparición, que deducía que había sido pura suerte y que sus intensiones debían ser otras. La manzana le pareció poco apetitosa, la termino lanzando con fuerza hacia la cabeza del hombre, además escupiendo lo que había mordido.
— Me estaba cayendo muy bien — exclamo con furia saltando del caballo, dando pasos firmes hacia el — pero termino siendo como todos los demás — sus manos se habían cerrado formando puños, que podrían en cualquier momento ser acertados en cualquier parte del cuerpo del brujo, pero se contenía, con esfuerzo lo hacía — No sabe lo difícil que es ser alguien como yo ¿Cómo le parecería la vida si hubiera estado seis meses encerrada en una jaula? — aquel mal recuerdo había que su voz comenzaba a temblar un poco, no sabía porque le contaba todo eso, tal vez porque, con su ataque, había revivido aquel gran temor de volver a ser encerrada nuevamente. — Todos nosotros, tenemos ese posible destino, ser encerrados… — susurro suavemente. — Supongo que gracias… — camino un poco para acariciar al caballo — No estés triste — abrazo la cabeza del animal con cierto cariño — Estaré bien, aunque no lo creas, soy muy ágil y fuerte — alboroto un poco la crin del caballo, seguida de una pequeña risa, definitivamente prefería a los humanos antes que a los animales. Llevo el dorso de su mano hacia su rostro, para limpiar rápidamente algunas lagrimas que salían de sus ojos, al solo pensar en su gran temor de ser encerrada.
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Re: Es extraño cómo un encuentro puede hacer que todo cambie || Privado
por Eliphas Leví Miér Abr 30, 2014 11:41 pm
Todo parecía como sacado de un libro de fantasías, el héroe y la damisela. En realidad era todo lo contrario pero la imaginación de Leonardo era muy volátil e infantil. Otra vez esta la paliducha Zuriñe mostrando todo frente a él, posiblemente lo común no le abría puerta a la lujuria, se expresaba y en su hablar mostro que había sufrido, que no simplemente era un extraordinario “fenómeno” el cual se podía estudiar, y estaba demostrado que era todo lo contrario a la imagen de la débil joven de intimidades asalmonadas y deleitantes. Le hablo con sinceridad, incluso Leo quiso irrumpirle pero no le fue posible. Cuando los seres se expresan con absoluta sinceridad no hay barreras que puedan detener estas.
Sintió dolor por el golpe, quiso quejarse pero a lo mejor se lo tenía merecido. Más su miedo volvió, al parecer ella ya deseaba partir y seguramente con el deseo de no volverle a ver nunca más, ni siquiera tener su ingrato recuerdo en su preciada memoria, nunca recordar al sínico Leonardo Rosa Negra. Sus lágrimas brotaban, eran la divina esencia de su alma, de la pureza que tiene y que en algún momento el intento corromper. El pisar se hacía más fuerte, el crujir de hojas y ramas lo delataba, era el momento.
– ¡Zuriñe detente!– corrió tras de ella –Por favor que tu ser no me vea de esa manera, ¡ciertamente estoy loco!– su voz subía de tono, quizá fuera necesario para expresar lo que de verdad sentía. –Al principio quería ayudarte, mi naturaleza es esa, ofrecer mi bondad sin importar que, ciertamente desconocía de tu naturaleza. La oscuridad y ambición me invadió, incluso os fuese abierto el cuerpo entero por solo saber la exactitud de tu trasmutación– Leonardo parecía ver visto un milagro, Zuriñe había detenido su caminar. El viento frio hacia revolotear las hojas amarillentas que se paseaban por el cielo gris. Quedo en silencio por un momento, esperando por lo menos escuchar algún sonido de su boca, pero a final de cuentas solo se volteo y se digno por lo menos de mirarlo.
–Aunque me veas habilidoso aun me considero un estudiante y toda mi vida lo seré por ello mi sed de conocer más. Toma este encuentro no planificado como parte de mi apenamiento…– Ella solo sonrió, y con un gesto de labios le dijo que lo dejara así.
>Leonardo simplemente debía comprender que ella era libre, que volaba en las alas del viento a su antojo y que el mayor pecado seria detenerla, incluso pensarlo, pues sería robarle la gracia…<
Zuriñe no partía aun. ¿Habrá escuchado la voz de su corazón?, debió ser posible. Leonardo le toco por el hombro y así lograr su atención. –Esta tierra está plagada, y no solo en Paris, en todo el mundo hay magos dementes como yo, eres muy fuerte lo sé pero con esto estarás segura de que ningún otro te hará pasar un mal rato, como yo lo hice.- Le alzo el cabello y en su nuca dibujo y tatuó gracias a su magia las runas: Algiz, Kenaz, Laguz y Uruz. Con esto y tu poder estarás prácticamente inmune…– No quedaba más nada que decir –Que mi luz te acompañe. –
Sintió dolor por el golpe, quiso quejarse pero a lo mejor se lo tenía merecido. Más su miedo volvió, al parecer ella ya deseaba partir y seguramente con el deseo de no volverle a ver nunca más, ni siquiera tener su ingrato recuerdo en su preciada memoria, nunca recordar al sínico Leonardo Rosa Negra. Sus lágrimas brotaban, eran la divina esencia de su alma, de la pureza que tiene y que en algún momento el intento corromper. El pisar se hacía más fuerte, el crujir de hojas y ramas lo delataba, era el momento.
– ¡Zuriñe detente!– corrió tras de ella –Por favor que tu ser no me vea de esa manera, ¡ciertamente estoy loco!– su voz subía de tono, quizá fuera necesario para expresar lo que de verdad sentía. –Al principio quería ayudarte, mi naturaleza es esa, ofrecer mi bondad sin importar que, ciertamente desconocía de tu naturaleza. La oscuridad y ambición me invadió, incluso os fuese abierto el cuerpo entero por solo saber la exactitud de tu trasmutación– Leonardo parecía ver visto un milagro, Zuriñe había detenido su caminar. El viento frio hacia revolotear las hojas amarillentas que se paseaban por el cielo gris. Quedo en silencio por un momento, esperando por lo menos escuchar algún sonido de su boca, pero a final de cuentas solo se volteo y se digno por lo menos de mirarlo.
–Aunque me veas habilidoso aun me considero un estudiante y toda mi vida lo seré por ello mi sed de conocer más. Toma este encuentro no planificado como parte de mi apenamiento…– Ella solo sonrió, y con un gesto de labios le dijo que lo dejara así.
>Leonardo simplemente debía comprender que ella era libre, que volaba en las alas del viento a su antojo y que el mayor pecado seria detenerla, incluso pensarlo, pues sería robarle la gracia…<
Zuriñe no partía aun. ¿Habrá escuchado la voz de su corazón?, debió ser posible. Leonardo le toco por el hombro y así lograr su atención. –Esta tierra está plagada, y no solo en Paris, en todo el mundo hay magos dementes como yo, eres muy fuerte lo sé pero con esto estarás segura de que ningún otro te hará pasar un mal rato, como yo lo hice.- Le alzo el cabello y en su nuca dibujo y tatuó gracias a su magia las runas: Algiz, Kenaz, Laguz y Uruz. Con esto y tu poder estarás prácticamente inmune…– No quedaba más nada que decir –Que mi luz te acompañe. –
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Re: Es extraño cómo un encuentro puede hacer que todo cambie || Privado
por Zuriñe Mar Jun 17, 2014 8:11 pm
No supo exactamente porque detuvo su partida, el escuchar la explicación del pelilargo solamente llegaba a hacer que su curiosidad se incrementara, por eso le escuchaba atentamente, giro su cuerpo mientras se cruzaba de brazos, dedicándose a mirarle. Era cierto el apenas era un jovencillo queriendo explorar todas las maravillas del mundo, sonrió levemente a veces olvidaba que doblaba la edad que aparentaba, había vivido más que el hombre de cuerpo fornido que parecía deseoso de justificarse, pero la cambiante aun sentía aquel rencor dentro de sí, pero debía admitir que estaba acostumbrada al dolor, a los maltratos y el deseo de encerrarla y era eso justamente lo que provocaba en ella un miedo inmenso a la raza humana, aun siendo una de sus trasformaciones una fémina de cabellos dorados y rostro angelical.
Lo vio acercarse de forma muy sutil, pero no pudo evitar que su cuerpo se tensara ante su acercamiento, frunció el ceño levemente, preferiría siempre el tacto animal antes que el humano, aunque debía aceptar que Leonardo era otra persona totalmente diferente a quienes había conocido antes, terminaba cayendo en la misma red que todos los demás, eso llegaba a decepcionarla, le hubiera gustado que todo lo que estaba en su mente y sus expectativas de aquel hombre hubieran sido cumplidas, pero al final de cuenta había nacido de una mujer, era humano y tenía sus defectos, aunque este no quisiera aceptarlo del todo.
Su instinto le dijo que no parecía tener malas intenciones, dejo que se acercara por detrás a su cuello, le retiro su cabellos dorados dejando su nuca descubierta, su piel se erizo ante tal acción ―… ― quiso decirle que se apartara, pero dejo que terminara su acción, su cuerpo termino de relajarse completamente mientras escuchaba sus palabras. Sus ojitos mostraban cierta incredulidad en lo que había hecho, con una de sus manos sujeto su cabello, mientras con la otra libre buscaba para tocar lo que parecía estar allí en su nuca, dibujado o algo parecido.
― ¿Qué tengo? ― pregunto girando en su mismo eje como si se tratara de un cachorrito en busca de su cola. Le molestaba la sensación de tener algo allí, pero estaba segura que no lo vería, al menos parecía nada malo ― Ah… Leonardo ― suspiro dejando que su cabello le cubriera parte de su espalda. ― Aun eres un joven hombre de pues de todo ― entrecerró sus ojos, mientras trataba de dejar de en paz su nuca, bajo sus manos y las dejo caer. ― Nosotros duramos más que un humano común ― quiso explicar, no pareció darle mucha importancia el explicar que prácticamente era mayor que él, tal vez en por los libros que mantenía para expandir sus conocimientos habían tenido el detalle de explicar que su cuerpo parecía tener una longevidad mayor a la que un humano común, podrían pasar los años y pasarían cuenta en sus cuerpos, pero siempre de una forma más retardada.
Lo vio acercarse de forma muy sutil, pero no pudo evitar que su cuerpo se tensara ante su acercamiento, frunció el ceño levemente, preferiría siempre el tacto animal antes que el humano, aunque debía aceptar que Leonardo era otra persona totalmente diferente a quienes había conocido antes, terminaba cayendo en la misma red que todos los demás, eso llegaba a decepcionarla, le hubiera gustado que todo lo que estaba en su mente y sus expectativas de aquel hombre hubieran sido cumplidas, pero al final de cuenta había nacido de una mujer, era humano y tenía sus defectos, aunque este no quisiera aceptarlo del todo.
Su instinto le dijo que no parecía tener malas intenciones, dejo que se acercara por detrás a su cuello, le retiro su cabellos dorados dejando su nuca descubierta, su piel se erizo ante tal acción ―… ― quiso decirle que se apartara, pero dejo que terminara su acción, su cuerpo termino de relajarse completamente mientras escuchaba sus palabras. Sus ojitos mostraban cierta incredulidad en lo que había hecho, con una de sus manos sujeto su cabello, mientras con la otra libre buscaba para tocar lo que parecía estar allí en su nuca, dibujado o algo parecido.
― ¿Qué tengo? ― pregunto girando en su mismo eje como si se tratara de un cachorrito en busca de su cola. Le molestaba la sensación de tener algo allí, pero estaba segura que no lo vería, al menos parecía nada malo ― Ah… Leonardo ― suspiro dejando que su cabello le cubriera parte de su espalda. ― Aun eres un joven hombre de pues de todo ― entrecerró sus ojos, mientras trataba de dejar de en paz su nuca, bajo sus manos y las dejo caer. ― Nosotros duramos más que un humano común ― quiso explicar, no pareció darle mucha importancia el explicar que prácticamente era mayor que él, tal vez en por los libros que mantenía para expandir sus conocimientos habían tenido el detalle de explicar que su cuerpo parecía tener una longevidad mayor a la que un humano común, podrían pasar los años y pasarían cuenta en sus cuerpos, pero siempre de una forma más retardada.
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