AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Voy a hacer todo un hombre de ti ~ Privado
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Voy a hacer todo un hombre de ti ~ Privado
Día de entrenamiento. He perdido ya la cuento de los días que llevo entrenando a Jane, días en los que la he visto caer, me he desesperado, he sentido que se rendía e incluso, ha llorado de frustración al no poder cumplir los objetivos que le ponía. Pero no todo está perdido. Poco a poco ha ido mejorando, al menos ahora ya sabe lanzar bien las dagas y dar en el objetivo, si este está estático en un punto. Hoy toca subir el nivel de dificultad al máximo, por eso me he desplazado a las cinco de la mañana a las afueras de París, llegando hasta la granja en la que vive Thomas. Una vez allí, miro a mi al rededor, todo está tranquilo y sonrío al ver a Helios en su lugar, esperándome. Acaricio su morro con cariño. —Hoy va a ser un día duro amigo... Pero será divertido, veremos de lo que es capaz la pequeña Jane.— Beso su morro con una sonrisa y salto la valla, Helios está fuera, pero necesito también a Raksha. Entro en el establo y la veo comiendo. Sonrío al verla, tan guapa como siempre. Acaricio su morro como momentos antes he hecho con el de Helios y la saco de allí. Tenemos un buen camino hasta el bosque en el que he quedado con Jane teniendo en cuenta de que sea puntual.
Llegamos al bosque cuando los primeros rayos de sol se dejan entrever por las espesas ramas de los árboles, he llegado al punto de encuentro y me bajo de Helios. En el suelo, dejo una mochila con todo lo que he traído para el entrenamiento de hoy. Doy una manzana a cada caballo y decido sacar lo que he traído. Uno de los entrenamientos de hoy va a consistir en tirar flechas de mentira, tienen en la punta un material que hace leves rasguños, pero no hieren de gravedad, por lo que si Jane consigue darme, no me hará mucho daño. Saco también la ballesta con la que funcionan estas flechas, es una ballesta normal y corriente, que puede pasar por una ballesta de verdad, pero no lo es. No sirve con flechas normales. Miro un poco más en la mochila y decidido no sacar lo demás, eso lo usaremos para más adelante.
Dejo todo en un árbol, cuando escucho unos pasos. La veo llegar y sonrío, tiene una cara de sueño que no puede con ella, para ella, las seis de la mañana es demasiado pronto como para hacer algo. —Llegas tarde. No nos gusta que nos hagan esperar.— Me pongo entre medio de ambos caballos y le doy las riendas de Raksha. —Espero que hayas desayunado bien. Esta es Raksha, será tu... elemento en el que moverte en el entrenamiento de hoy. — Sé que Raksha se portará bien con Jane, entre mujeres se entienden, o se supone que lo hacen. Monto sobre Helios y miro a Jane desde aquí arriba. ¿Que hace quieta? Que se suba ya. —Coge esa ballesta y esas flechas. Tienes que intentar darme subida en el caballo y corriendo ¿De acuerdo? Si fallas y la flecha se va a tomar por saco, deberás después ir a buscarla, que me cuestan dinero.— Me río como si fuese lo más malvado que habitaba en el planeta tierra y mando a Helios que comience a correr, va a ser divertida la mañana de hoy. ¿Cuántas veces se va a caer Jane? Espero que más de una.
Llegamos al bosque cuando los primeros rayos de sol se dejan entrever por las espesas ramas de los árboles, he llegado al punto de encuentro y me bajo de Helios. En el suelo, dejo una mochila con todo lo que he traído para el entrenamiento de hoy. Doy una manzana a cada caballo y decido sacar lo que he traído. Uno de los entrenamientos de hoy va a consistir en tirar flechas de mentira, tienen en la punta un material que hace leves rasguños, pero no hieren de gravedad, por lo que si Jane consigue darme, no me hará mucho daño. Saco también la ballesta con la que funcionan estas flechas, es una ballesta normal y corriente, que puede pasar por una ballesta de verdad, pero no lo es. No sirve con flechas normales. Miro un poco más en la mochila y decidido no sacar lo demás, eso lo usaremos para más adelante.
Dejo todo en un árbol, cuando escucho unos pasos. La veo llegar y sonrío, tiene una cara de sueño que no puede con ella, para ella, las seis de la mañana es demasiado pronto como para hacer algo. —Llegas tarde. No nos gusta que nos hagan esperar.— Me pongo entre medio de ambos caballos y le doy las riendas de Raksha. —Espero que hayas desayunado bien. Esta es Raksha, será tu... elemento en el que moverte en el entrenamiento de hoy. — Sé que Raksha se portará bien con Jane, entre mujeres se entienden, o se supone que lo hacen. Monto sobre Helios y miro a Jane desde aquí arriba. ¿Que hace quieta? Que se suba ya. —Coge esa ballesta y esas flechas. Tienes que intentar darme subida en el caballo y corriendo ¿De acuerdo? Si fallas y la flecha se va a tomar por saco, deberás después ir a buscarla, que me cuestan dinero.— Me río como si fuese lo más malvado que habitaba en el planeta tierra y mando a Helios que comience a correr, va a ser divertida la mañana de hoy. ¿Cuántas veces se va a caer Jane? Espero que más de una.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
- Mensajes : 445
Fecha de inscripción : 23/12/2015
Edad : 32
Localización : Detrás de ti
Re: Voy a hacer todo un hombre de ti ~ Privado
El calor de mi cama me suplica que me quede. Llevo días sin conciliar el sueño, me despierto de madrugada y me veo obligada a cansar la vista con un libro aunque la mayoría de las veces es la peor solución, para cuando quiero darme cuenta ya es hora de ponerse en marcha. Para marcar la página coloco un calcetín de seda entre medio y sonrío sin remedio, por mucho que lo intente no me quito esa manía de marcar la lectura con cualquier cosa que tenga a mano. Con un suspiro me desprendo de las sábanas y me visto con las ropas que preparé la noche anterior, el vestido que debería ponerme para la cena de esta noche está durmiendo en el armario. En vez de eso ciño el chaleco de cuero a mi cintura sobre la blusa color lavanda, y me pongo unas botas algo más ligeras que las de caza. Cuando me miro al espejo me resigno a dejar mi cabello sin peinar y ni siquiera el agua fría logra despertarme del todo. Oprimo el pensamiento que me cruza la mente. Solo duermo bien cuando Gael está cerca. Con un suspiro salgo de la habitación sin hacer el menor ruido, una vez en el hall me encuentro con los ojos de Alfred y la taza de té que me ofrece además de una bolsa con comida. Desde que el entrenamiento empezó el mayordomo y cochero de la familia se ha encargado de mantener mi dieta a un nivel razonable, las primeras semanas la pérdida de peso hizo que muchos de mis vestidos acabaran en manos de la costurera. De no ser por él y sus atenciones estaría en los huesos. El entrenamiento con Gael es más que duro, es insufrible, pero cada día noto los cambios tanto físicos como mentales. Sonrío a Alfred cuando terminó el té de dos sorbos y beso su mejilla.
-Volveré antes del almuerzo, si mi tía pregunta puedes inventarte cualquier excusa-abrocho mi abrigo y salgo al frío matinal. El bosque no se encuentra lejos de casa y a esta hora logro pasar desapercibida por las calles durmientes. Me tomo mi tiempo, no tengo ninguna prisa en llegar al lugar de encuentro ya que, cuando antes llegue antes tendré que soportar las indicaciones de Gael. Se lo toma muy en serio y, pese a que comprendo la situación, muchas veces me saca de quicio. Compartir estos momentos con él es una montaña rusa, tan pronto como hago algo bien comienza diciéndome los contras. Cuando atravieso la linde del bosque me descubro respirando tranquila y dejándome llevar por el sonido envolvente de los pájaros. Al llegar al punto de encuentro un Gael impaciente me recibe.
-¿Qué clase de tortura es ésta?-me pongo a su altura y le devuelvo la sonrisa a pesar de que debo tener una cara horrible, ni siquiera he optado por maquillarme o ponerme esos dichosos polvos que te iluminan el rostro. Cuando entreno no hay necesidad de acicalarme pero quizás hoy era uno de esos días. La señorita que llevo dentro grita desesperada deseando esconderse de la mirada de Gael-Buenos días a ti también-al tomar las riendas de Raksha la energia que me recorre es indescriptible. La última vez que monté a caballo fue con mi hermano, nuestras tardes de domingo consistían en largos paseos por los terrenos de nuestro padre. Inspiro y acaricio y lomo de la yegua. Me sorprende que esté tan tranquila ante mi presencia ya que es la primera vez que nos encontramos, ya que parece no rehusar de mis caricias apoyo la frente en ella y beso su morro. Para cuando miro de nuevo a Gael, él ya está sobre su caballo, ha comenzado a amanecer y la luz arranca destellos dorados de su pelo. Todo encanto se pierde cuando abre la boca y me cuenta lo que vamos a hacer hoy-Gael, no estamos en un circo. ¿Cuándo vamos a hacer algo normal?-dejo la bolsa con los aperitivos preparados por Alfred y recojo la ballesta y cologo el karkaj en mi espalda. Raksha reacciona muy bien cuando me monto en ella. Miro a Gael con cierta malicia-Si acierto hay premio, ¿verdad?-sonrío y me pongo cómoda mientras espero a que se aleje un poco de nosotras. Para cuando insto ala yegua a moverse comenzamos con un trote lento, quiero conocerla, saber hasta donde puedo llegar y qué está dispuesta a aceptar. Montar sobre Raksha resulta ser lo más perecido a ir sobre una nube, es dócil y ambas nos amoldamos a la perfección en cuestión de minutos. Rio emocionada y acaricio su cuello. Estamos listas.
Tardo media hora o más en atreverme a disparar. Me he caído dos veces y Gael ha comenzado a impacientarse ya que, lo que yo creía que sería un juego se ha tornado en una desquicio total. Me duele y No es tan fácil como parece y solo tengo quince flechas, no quiero fallar. Me he dedicado a observar a Gael, que parece que no sigue un patrón establecido pero he conseguido quedarme con algunas de las variantes. Al principio parecía que dejaba que Helios lo guiase debido a su postura tranquila y lo sueltas que lleva las riendas, pero de alguna manera es él quien toma las decisiones y guía con indicaciones imperceptibles por dónde debe ir el caballo. Siempre a mi alrededor. A lo lejos, entre los árboles, puedo observar un claro, éste se abre en todas las direcciones y parece muy amplio. Cuando la primera flecha sale disparada ésta roza un cuarto trasero del caballo y, debido a la sorpresa, sale cabalgando en dirección contraria, camino al claro. Sonrío e indico a Raksha para que lo siga, cabalgamos veloces, la yegua es más rápida de lo que esperaba y conseguimos ponernos casi a la altura de Gael. Siento el aire frío de la mañana, sobre nuestras cabezas el sol lucha para hacerse notar entre las nubes. Disparo de nuevo pero la viruta pasa de largo más allá de Gael, nuestras miradas se encuentras en un desafío en toda regla.
-¡Voy a borrarte la sonrisa!-Río mientras apreto los muslos todo lo que puedo sobre la yegua, necesito toda mi concentración para no caer, he descubierto que necesito unos cinco segundos en apuntar y disparar, así que me adapto como puedo. El truco está en anticiparme a Gael y, obviamente, es casi imposible. Me pongo en posición, apunto, inspiro y disparo. La flecha impacta sobre el omóplato del cazador y rebota ya que debido al material de la punta no se clava en un piel. Yo suelto un "já" eufórico pero ni siquiera tengo tiempo de celebarlo, pierdo el equilibro y caigo. Otra vez. El golpe me deja sin aire y ruedo un metro sin control, la ballesta está sobre la maleza a mi lado y yo oprimo un gemido dolorido. Raksha no tarde en volver a mi lado y me olfatea-Estoy bien chica-mentira, me arde el costado, pero tengo que seguir. Me pongo en pie sin apenas haber asimilado el golpe, la cabeza me da vueltas cuando recojo la ballesta. De nuevo sobre la yegua cabalgamos hacia Gael y Helios, que se habían detenido al parecer para comprobar si seguiría. No puedo darle el gusto o la decepción de rendirme. Sin perder tiempo disparo de nuevo, dos veces seguidas recargando la ballesta a toda prisa. La primera le pasa, la segunda le da en la espalda. Sonrío triunfante pero el dolor del golpe aún me incomoda. Aún más veloces nos ponemos a su altura, calbagamos a la par con apenas tres metros de distancia, me arqueo para apuntar y disparo. Nuestros ojos se cruzan en el último momento.
-Volveré antes del almuerzo, si mi tía pregunta puedes inventarte cualquier excusa-abrocho mi abrigo y salgo al frío matinal. El bosque no se encuentra lejos de casa y a esta hora logro pasar desapercibida por las calles durmientes. Me tomo mi tiempo, no tengo ninguna prisa en llegar al lugar de encuentro ya que, cuando antes llegue antes tendré que soportar las indicaciones de Gael. Se lo toma muy en serio y, pese a que comprendo la situación, muchas veces me saca de quicio. Compartir estos momentos con él es una montaña rusa, tan pronto como hago algo bien comienza diciéndome los contras. Cuando atravieso la linde del bosque me descubro respirando tranquila y dejándome llevar por el sonido envolvente de los pájaros. Al llegar al punto de encuentro un Gael impaciente me recibe.
-¿Qué clase de tortura es ésta?-me pongo a su altura y le devuelvo la sonrisa a pesar de que debo tener una cara horrible, ni siquiera he optado por maquillarme o ponerme esos dichosos polvos que te iluminan el rostro. Cuando entreno no hay necesidad de acicalarme pero quizás hoy era uno de esos días. La señorita que llevo dentro grita desesperada deseando esconderse de la mirada de Gael-Buenos días a ti también-al tomar las riendas de Raksha la energia que me recorre es indescriptible. La última vez que monté a caballo fue con mi hermano, nuestras tardes de domingo consistían en largos paseos por los terrenos de nuestro padre. Inspiro y acaricio y lomo de la yegua. Me sorprende que esté tan tranquila ante mi presencia ya que es la primera vez que nos encontramos, ya que parece no rehusar de mis caricias apoyo la frente en ella y beso su morro. Para cuando miro de nuevo a Gael, él ya está sobre su caballo, ha comenzado a amanecer y la luz arranca destellos dorados de su pelo. Todo encanto se pierde cuando abre la boca y me cuenta lo que vamos a hacer hoy-Gael, no estamos en un circo. ¿Cuándo vamos a hacer algo normal?-dejo la bolsa con los aperitivos preparados por Alfred y recojo la ballesta y cologo el karkaj en mi espalda. Raksha reacciona muy bien cuando me monto en ella. Miro a Gael con cierta malicia-Si acierto hay premio, ¿verdad?-sonrío y me pongo cómoda mientras espero a que se aleje un poco de nosotras. Para cuando insto ala yegua a moverse comenzamos con un trote lento, quiero conocerla, saber hasta donde puedo llegar y qué está dispuesta a aceptar. Montar sobre Raksha resulta ser lo más perecido a ir sobre una nube, es dócil y ambas nos amoldamos a la perfección en cuestión de minutos. Rio emocionada y acaricio su cuello. Estamos listas.
Tardo media hora o más en atreverme a disparar. Me he caído dos veces y Gael ha comenzado a impacientarse ya que, lo que yo creía que sería un juego se ha tornado en una desquicio total. Me duele y No es tan fácil como parece y solo tengo quince flechas, no quiero fallar. Me he dedicado a observar a Gael, que parece que no sigue un patrón establecido pero he conseguido quedarme con algunas de las variantes. Al principio parecía que dejaba que Helios lo guiase debido a su postura tranquila y lo sueltas que lleva las riendas, pero de alguna manera es él quien toma las decisiones y guía con indicaciones imperceptibles por dónde debe ir el caballo. Siempre a mi alrededor. A lo lejos, entre los árboles, puedo observar un claro, éste se abre en todas las direcciones y parece muy amplio. Cuando la primera flecha sale disparada ésta roza un cuarto trasero del caballo y, debido a la sorpresa, sale cabalgando en dirección contraria, camino al claro. Sonrío e indico a Raksha para que lo siga, cabalgamos veloces, la yegua es más rápida de lo que esperaba y conseguimos ponernos casi a la altura de Gael. Siento el aire frío de la mañana, sobre nuestras cabezas el sol lucha para hacerse notar entre las nubes. Disparo de nuevo pero la viruta pasa de largo más allá de Gael, nuestras miradas se encuentras en un desafío en toda regla.
-¡Voy a borrarte la sonrisa!-Río mientras apreto los muslos todo lo que puedo sobre la yegua, necesito toda mi concentración para no caer, he descubierto que necesito unos cinco segundos en apuntar y disparar, así que me adapto como puedo. El truco está en anticiparme a Gael y, obviamente, es casi imposible. Me pongo en posición, apunto, inspiro y disparo. La flecha impacta sobre el omóplato del cazador y rebota ya que debido al material de la punta no se clava en un piel. Yo suelto un "já" eufórico pero ni siquiera tengo tiempo de celebarlo, pierdo el equilibro y caigo. Otra vez. El golpe me deja sin aire y ruedo un metro sin control, la ballesta está sobre la maleza a mi lado y yo oprimo un gemido dolorido. Raksha no tarde en volver a mi lado y me olfatea-Estoy bien chica-mentira, me arde el costado, pero tengo que seguir. Me pongo en pie sin apenas haber asimilado el golpe, la cabeza me da vueltas cuando recojo la ballesta. De nuevo sobre la yegua cabalgamos hacia Gael y Helios, que se habían detenido al parecer para comprobar si seguiría. No puedo darle el gusto o la decepción de rendirme. Sin perder tiempo disparo de nuevo, dos veces seguidas recargando la ballesta a toda prisa. La primera le pasa, la segunda le da en la espalda. Sonrío triunfante pero el dolor del golpe aún me incomoda. Aún más veloces nos ponemos a su altura, calbagamos a la par con apenas tres metros de distancia, me arqueo para apuntar y disparo. Nuestros ojos se cruzan en el último momento.
Astrid J. Bergès- Cazador Clase Media
- Mensajes : 297
Fecha de inscripción : 01/01/2016
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Re: Voy a hacer todo un hombre de ti ~ Privado
Sonrío nada más verla llegar, los rayos de luz la envuelven al completo, haciendo que su pelo brille, su piel se ilumine pareciendo pálida y su cara es la de un ángel. La de un ángel del infierno. Me parto de risa por dentro, la pobre lleva días durmiendo mal y se le nota en las bolsas que tiene bajo los ojos, aunque no es que yo esté en todo mi esplendor, más bien al contrario, aunque es algo a lo que estoy acostumbrado, son muchos años cargados a mis espaldas con Thomas, mi maestro. Ella solo acaba de empezar a conocer una parte del infierno. ―¿Tortura? Estás en el paraíso. Un bosque, preciosos caballos, preciosa compañía... ¿Qué más puedes pedir para comenzar tu mañana mejor? Lo tienes todo.― Río, me encanta tomarle el pelo a esta muchacha, es lo mejor que me ha pasado en la vida.
Mi sonrisa se ensancha en mi cara al ver lo bien que se están llevando Raksha y ella nada más que coge las riendas. Sabía que se iban a llevar bien, Raksha es una de las que mejor carácter tienen y fácil de llevar, espero no arrepentirme de no haberle traído un pony. ―No estamos en un circo, esos hacen crueldad animal. Nosotros salvamos el mundo de bestias.― Cruzo los brazos antes de montar sobre Helios, cuando hablo de bestias me gusta mantenerme serio, si yo me lo tomo ensero, ella se lo tomará aún mucho más enserio, al ver que es algo importante para mí. Acaricio la crin de Helios, negra como el azabache, mientras espero a que Jane coja las cosas que tiene que coger y se deje de tonterías. La miro con una sonrisa traviesa, claro que hay premio, pero un premio que no va a obtener. ―Lo hay. Pero no lo vas a conseguir. Tu tan solo, intenta convencerme de que he hecho bien en traerte a Raksha y no a un pony...― Río a carcajada limpia antes de salir al galope.
El galope de Helios es firme, rápido y suave como la piel de una mujer, lo he criado desde que nació y me conoce mejor que mi madre, al igual que yo a él. Casi ni tengo que sujetar las riendas para indicarle el camino que quiero que siga, basta simplemente con que lo piense, como si fuese magia. Por algo dicen que los caballos pueden leer el pensamiento. Y estoy seguro de que Raksha está leyendo los míos en este momento y son desesperantes. Jane se ha caído de ella dos veces en los escasos metros que hemos recorrido. Y cada pum que escucho, hago a Helios relinchar, a modo de pique. Quiero picarla y que me demuestre que sabe montar a caballo, que el pony es para infantes y que es una cazadora con la ballesta en movimiento, pero de momento, no estoy obteniendo buenos resultados. A la media hora, escucho una flecha pasar zumbando muy cerca del cuarto trasero de Helios, lo que hace que el animal cambie de dirección. Aprieto la mandíbula y sujeto algo más firmes las riendas, solo quiero que piense que me ha sorprendido este cambio de dirección, pero nada más lejos de la realidad... Todo está planeado en los engranajes de mi cabeza. Lanza una segunda flecha, que pasa lejos de mí y nuestras miradas se cruzan unos momentos, en los cuales aprovecha para hablarme. Me río con ella y niego con la cabeza, divertido. ―La sonrisa te la voy a borrar yo cuando haga que te comas un árbol.― Me río malvado.
La tercera flecha impacta en mi omóplato y sonrío, ya era hora. Pongo los ojos en blanco y giro la cabeza para localizarla, está cerca mía... Tengo que pensar algo para perderla y que se asuste al no verme. ¿Qué hará? Tengo que intentar ponerla al límite, sacarla de la zona de confort. Pues en la vida real, todo puede pasar. Un ruido me llega a los oídos y hago a Helios frenar. ¿Se ha vuelto a caer? Pongo al caballo dado la vuelta, mirando en dirección a donde está Raksha. Sí, efectivamente se ha vuelto a caer. Me anoto en la cabeza que después, haremos ejercicios de equilibrio. Lo tiene que mejorar bastante. La veo ponerse de pie y montar de nuevo sobre la yegua y suspiro aliviado, quiero que entrene, pero tampoco quiero que se haga daño, al menos, no mucho. Lanza dos flechas más, la cuarta, que pasa silbando como las primeras y la quinta, la cual me da en la espalda. Bien. Dos de cinco... Giro la cabeza y la veo a la par mía, apuntándome con una flecha. Nuestras miradas se cruzan antes de que lance la flecha y...
De repente, Helios frena en seco, segundos antes de que Jane apriete el gatillo de la ballesta y suelte la flecha que sin duda, me iba a dar en toda la cara. La veo seguir hacía adelante y me río. Esto la va a enfadar. Acaricio el cuello de Helios. ―Buen chico.― Le hago que volvamos sobre nuestros pasos zumbando, quiero que Jane me pierda de vista cuanto antes... Llegamos de nuevo a la espesura del bosque, giro la cabeza para observar donde está Jane, la cual está dando órdenes a Raksha para que gire sobre sus pasos. Bien. Bien. Bajo del caballo y le sonrío. ―Ve unos metros más alante, donde ella te vea. Actúa con normalidad, come hierba y esas cosas que hacéis los caballos.― Lo dejo suelto y mientras, me dedico a trepar uno de los árboles que tengo cercanos, la muy tonta seguro que ni se le ocurre mirar hacía arriba, va a estar obcecada en perseguir a Helios.
Me agazapo sobre una gran rama y me dedico a esperar. La veo que se está acercando por debajo del árbol, ya ha debido de ver a Helios. Entonces, se da cuenta de que yo no estoy sobre el caballo. La veo girar la cabeza en todas direcciones salvo una, no, no ha mirado hacía arriba. Antes de que decida andar más, le hablo. ―¡Eh, pajarito, se te ha olvidado mirar hacía el cielo!― Salto de la rama hasta ella, cayéndole encima diagonalmente, evitando así caer encima de la yegua y lo único que hago, es tirarla al suelo, conmigo encima.
Mi sonrisa se ensancha en mi cara al ver lo bien que se están llevando Raksha y ella nada más que coge las riendas. Sabía que se iban a llevar bien, Raksha es una de las que mejor carácter tienen y fácil de llevar, espero no arrepentirme de no haberle traído un pony. ―No estamos en un circo, esos hacen crueldad animal. Nosotros salvamos el mundo de bestias.― Cruzo los brazos antes de montar sobre Helios, cuando hablo de bestias me gusta mantenerme serio, si yo me lo tomo ensero, ella se lo tomará aún mucho más enserio, al ver que es algo importante para mí. Acaricio la crin de Helios, negra como el azabache, mientras espero a que Jane coja las cosas que tiene que coger y se deje de tonterías. La miro con una sonrisa traviesa, claro que hay premio, pero un premio que no va a obtener. ―Lo hay. Pero no lo vas a conseguir. Tu tan solo, intenta convencerme de que he hecho bien en traerte a Raksha y no a un pony...― Río a carcajada limpia antes de salir al galope.
El galope de Helios es firme, rápido y suave como la piel de una mujer, lo he criado desde que nació y me conoce mejor que mi madre, al igual que yo a él. Casi ni tengo que sujetar las riendas para indicarle el camino que quiero que siga, basta simplemente con que lo piense, como si fuese magia. Por algo dicen que los caballos pueden leer el pensamiento. Y estoy seguro de que Raksha está leyendo los míos en este momento y son desesperantes. Jane se ha caído de ella dos veces en los escasos metros que hemos recorrido. Y cada pum que escucho, hago a Helios relinchar, a modo de pique. Quiero picarla y que me demuestre que sabe montar a caballo, que el pony es para infantes y que es una cazadora con la ballesta en movimiento, pero de momento, no estoy obteniendo buenos resultados. A la media hora, escucho una flecha pasar zumbando muy cerca del cuarto trasero de Helios, lo que hace que el animal cambie de dirección. Aprieto la mandíbula y sujeto algo más firmes las riendas, solo quiero que piense que me ha sorprendido este cambio de dirección, pero nada más lejos de la realidad... Todo está planeado en los engranajes de mi cabeza. Lanza una segunda flecha, que pasa lejos de mí y nuestras miradas se cruzan unos momentos, en los cuales aprovecha para hablarme. Me río con ella y niego con la cabeza, divertido. ―La sonrisa te la voy a borrar yo cuando haga que te comas un árbol.― Me río malvado.
La tercera flecha impacta en mi omóplato y sonrío, ya era hora. Pongo los ojos en blanco y giro la cabeza para localizarla, está cerca mía... Tengo que pensar algo para perderla y que se asuste al no verme. ¿Qué hará? Tengo que intentar ponerla al límite, sacarla de la zona de confort. Pues en la vida real, todo puede pasar. Un ruido me llega a los oídos y hago a Helios frenar. ¿Se ha vuelto a caer? Pongo al caballo dado la vuelta, mirando en dirección a donde está Raksha. Sí, efectivamente se ha vuelto a caer. Me anoto en la cabeza que después, haremos ejercicios de equilibrio. Lo tiene que mejorar bastante. La veo ponerse de pie y montar de nuevo sobre la yegua y suspiro aliviado, quiero que entrene, pero tampoco quiero que se haga daño, al menos, no mucho. Lanza dos flechas más, la cuarta, que pasa silbando como las primeras y la quinta, la cual me da en la espalda. Bien. Dos de cinco... Giro la cabeza y la veo a la par mía, apuntándome con una flecha. Nuestras miradas se cruzan antes de que lance la flecha y...
De repente, Helios frena en seco, segundos antes de que Jane apriete el gatillo de la ballesta y suelte la flecha que sin duda, me iba a dar en toda la cara. La veo seguir hacía adelante y me río. Esto la va a enfadar. Acaricio el cuello de Helios. ―Buen chico.― Le hago que volvamos sobre nuestros pasos zumbando, quiero que Jane me pierda de vista cuanto antes... Llegamos de nuevo a la espesura del bosque, giro la cabeza para observar donde está Jane, la cual está dando órdenes a Raksha para que gire sobre sus pasos. Bien. Bien. Bajo del caballo y le sonrío. ―Ve unos metros más alante, donde ella te vea. Actúa con normalidad, come hierba y esas cosas que hacéis los caballos.― Lo dejo suelto y mientras, me dedico a trepar uno de los árboles que tengo cercanos, la muy tonta seguro que ni se le ocurre mirar hacía arriba, va a estar obcecada en perseguir a Helios.
Me agazapo sobre una gran rama y me dedico a esperar. La veo que se está acercando por debajo del árbol, ya ha debido de ver a Helios. Entonces, se da cuenta de que yo no estoy sobre el caballo. La veo girar la cabeza en todas direcciones salvo una, no, no ha mirado hacía arriba. Antes de que decida andar más, le hablo. ―¡Eh, pajarito, se te ha olvidado mirar hacía el cielo!― Salto de la rama hasta ella, cayéndole encima diagonalmente, evitando así caer encima de la yegua y lo único que hago, es tirarla al suelo, conmigo encima.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 23/12/2015
Edad : 32
Localización : Detrás de ti
Re: Voy a hacer todo un hombre de ti ~ Privado
La flecha vuela más allá de nosotros, lo que debería haber sido un blanco limpio ha terminado siendo un fracaso. Me trago la rabia e inspiro para controlar el trote sobre Raksha, la yegua gira en el preciso instante en el que veo a Gael desaparecer de nuevo entre la espesura. Juro que le borraré la sonrisa de la cara, y no de una manera delicada. No es justo, es decir, cada paso que doy o cada acto por mi parte siempre acaba en vano. No consigo sorprenderlo o dejarlo sin palabras. Y me gusta, para qué negarlo, algo en mi se retuerce cuando me desafía. De nuevo entre los árboles mis sentidos se agudizan, procuro mantener la calma y estar bien alerta, los entrenamientos de este tipo me ponen los pelos de punta, con Gael nunca sé cuando es un juego y cuando no, cuando es a vida o cuando a muerte. Un sonido capta la atención de la yegua y procuro no dejarme llevar, ella presiente que estoy nerviosa e intento mantener las riendas sin tensión. Helios aparece a lo lejos, su crin brilla y casi parece burlarse de mi. Gael no está. Con un toque en el costado hago que Raksha gire sobre si misma para buscar en todas direcciones, la ballesta está preparada y solo tendría que presionar unos milímetros... Debe ser una broma. Alzo la vista un instante antes de ver cómo el cazador se lanza sobre mi. La ballesta cae de mis manos y siento el suelo bajo mi espala, el golpe es seco y suelto un gruñido por el cabezazo.
-¡Eso es trampa!-siento el rocío a nuestro alrededor, la tierra húmeda y, entre otras cosas, el calor que enama el cuerpo de Gael. Pesa tanto que me deja sin respiración. Él ríe, yo solo quiero darle un puñetazo-¿Se puede saber qué haces? No puedes cambiar las reglas así como así, o sobre caballos o sobre árboles-alzo una ceja desde donde estoy e intento quitármelo de encima. Helios bufa a nuestro lado, miro a la derecha y veo la ballesta a poca distancia. Imposible, no me dejará ni pensarlo. Pongo mis ojos en los suyos, tan cerca distingo los caminos de sus pupilas y la picardía tras sus pestañas. Se divierte con esto y el juego no ha hecho más que empezar-Has tenido suerte de que Helios parase en seco, la flecha te habría deformado la cara, cazador-ambos sabemos que no es verdad, él se adelantó a mis movimientos, pero me pica el orgullo. El caballo, sintiéndose aludido, olfatea nuestras cabezas y no puedo evitar reír. Con este gesto parece que la tensión del entrenamiento se disuelve, lo miro seria un segundo buscando cualquier punto neutro al que atacar. Sin más, con la mano que tengo libre saco una de mis dagas de su funda en el muslo y con el exremo del mango golpeo el costado de Gael, tan fuerte que casi, solo casi, me arrepiento. Esto me regala un momento de incertidumbre, cuando se encoge se crea por fin espacio entre nosotros y puedo volver a moverme con relativa libertad. Golpeo su brazo, justo en el pliegue del codo para que pierda estabilidad y por fin me lo quito de encima, sin muchos miramientos las situación cambia de perspectiva y soy yo quien se sitúa encima de él. El lado positivo de tener mi constitución es que puedo llegar a ser más ágil de lo que podría haber imaginado. La daga en su cuello y mis rodillas sobre sus manos, presionando sus costados. De no ser por la daga está claro que con solo un movimiento podría deshacerse de mi. Gael tiene una de esas miradas que te hacen dudar, me muerdo el labio divertida, quizás hasta con un poco de gloria, tengo que saborear el momento mientras pueda ya que, en resumen, siempre pierdo. Solo estoy a la espera de comprobar por dónde se escapa esta vez.
-¿Porqué pajarito?-sonrío ante el mote, desde que lo conozco pronuncia esa palabra para referirse a mi y yo solo siento que me puedo romper si la dice muy alto-No sé volar-presiono un poco más la daga sobre su cuello, lo justo para que comprenda que no he bajado la guardia. ¿Soy débil? ¿Un simple pajarito? No lo entiendo, tengo las alas rotas. Frunzo el ceño y observo sus rasgos, sus pestañas, la barba incipiente y la sonrisa al borde de sus labios. Tan cerca, sobre él. Aparto mis ojos y me concentro. Silbo entonces para captar la atención de Helios y consigo también atraer a Raksha, ambos se acercan y el caballo lame la cara de Gael. Aprovecho entonces para quitarme de encima y correr. De camino recojo la ballesta. Para cuando se incorpore habré desaparecido de su vista. Controlo mi pulso e inspiro cuando llego al tronco de un árbol, presiono la ballesta sobre mi pecho con las mejillas ardiendo. Ha sido por la carrera, me digo, solo eso.
-¡Eso es trampa!-siento el rocío a nuestro alrededor, la tierra húmeda y, entre otras cosas, el calor que enama el cuerpo de Gael. Pesa tanto que me deja sin respiración. Él ríe, yo solo quiero darle un puñetazo-¿Se puede saber qué haces? No puedes cambiar las reglas así como así, o sobre caballos o sobre árboles-alzo una ceja desde donde estoy e intento quitármelo de encima. Helios bufa a nuestro lado, miro a la derecha y veo la ballesta a poca distancia. Imposible, no me dejará ni pensarlo. Pongo mis ojos en los suyos, tan cerca distingo los caminos de sus pupilas y la picardía tras sus pestañas. Se divierte con esto y el juego no ha hecho más que empezar-Has tenido suerte de que Helios parase en seco, la flecha te habría deformado la cara, cazador-ambos sabemos que no es verdad, él se adelantó a mis movimientos, pero me pica el orgullo. El caballo, sintiéndose aludido, olfatea nuestras cabezas y no puedo evitar reír. Con este gesto parece que la tensión del entrenamiento se disuelve, lo miro seria un segundo buscando cualquier punto neutro al que atacar. Sin más, con la mano que tengo libre saco una de mis dagas de su funda en el muslo y con el exremo del mango golpeo el costado de Gael, tan fuerte que casi, solo casi, me arrepiento. Esto me regala un momento de incertidumbre, cuando se encoge se crea por fin espacio entre nosotros y puedo volver a moverme con relativa libertad. Golpeo su brazo, justo en el pliegue del codo para que pierda estabilidad y por fin me lo quito de encima, sin muchos miramientos las situación cambia de perspectiva y soy yo quien se sitúa encima de él. El lado positivo de tener mi constitución es que puedo llegar a ser más ágil de lo que podría haber imaginado. La daga en su cuello y mis rodillas sobre sus manos, presionando sus costados. De no ser por la daga está claro que con solo un movimiento podría deshacerse de mi. Gael tiene una de esas miradas que te hacen dudar, me muerdo el labio divertida, quizás hasta con un poco de gloria, tengo que saborear el momento mientras pueda ya que, en resumen, siempre pierdo. Solo estoy a la espera de comprobar por dónde se escapa esta vez.
-¿Porqué pajarito?-sonrío ante el mote, desde que lo conozco pronuncia esa palabra para referirse a mi y yo solo siento que me puedo romper si la dice muy alto-No sé volar-presiono un poco más la daga sobre su cuello, lo justo para que comprenda que no he bajado la guardia. ¿Soy débil? ¿Un simple pajarito? No lo entiendo, tengo las alas rotas. Frunzo el ceño y observo sus rasgos, sus pestañas, la barba incipiente y la sonrisa al borde de sus labios. Tan cerca, sobre él. Aparto mis ojos y me concentro. Silbo entonces para captar la atención de Helios y consigo también atraer a Raksha, ambos se acercan y el caballo lame la cara de Gael. Aprovecho entonces para quitarme de encima y correr. De camino recojo la ballesta. Para cuando se incorpore habré desaparecido de su vista. Controlo mi pulso e inspiro cuando llego al tronco de un árbol, presiono la ballesta sobre mi pecho con las mejillas ardiendo. Ha sido por la carrera, me digo, solo eso.
Astrid J. Bergès- Cazador Clase Media
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Re: Voy a hacer todo un hombre de ti ~ Privado
Ahogo un pequeño lamento por el golpe que nos damos sobre la húmeda tierra y le sonrío. Debe de estar enfadada, frustrada. ¿Cuántas veces la he tirado ya al suelo desde que comenzamos a entrenar? Muchas. Demasiadas. Debe de ser frustrante para ella tener un entrenador como yo. En mis tiempos jóvenes, yo era como ella. Mordía el suelo una y otra vez, Xaryne siempre era más rápida que yo, pensaba las cosas antes de hacer locuras... De ahí que yo tenga más cicatrices, a parte de las que me he creado yo mismo para ser el cebo de los vampiros.
No puedo evitar reírme por lo que está diciendo. Sí, efectivamente está picada y molesta, a parte de la humillación que supone que le haya vuelto a pillar desprevenida, estar en el suelo debajo mía debe de suponerle un problema, pues no es fácil quitarme de ahí. ―La vida no es justa Jane. Puedo cambiar las reglas como a mí me de la gana.― Desvío los ojos en la misma dirección en la que ella lo hace y sonrío, nunca le voy a dejar que alcance esa ballesta y lo sabe. Me acomodo un poco más sobre ella, es una chica muy cómoda, pienso ponerme más veces encima de ella. Dejo escapar un "¡Ja! y me muerdo la lengua... Helios ha hecho eso porque sabía lo que estaba pensando en ese momento, a parte de que sea listo, me conoce y sabe lo que quiero que haga en cada momento. ―¿Y que harías al sentirte culpable por eso? Te encanta mi preciosa cara...― Al igual que a mí me gusta la de ella. Helios en ese momento se acerca a nosotros y empieza a olfatearnos, los dos rompemos a reír, noto como su cuerpo y el mío vibran. Me distraigo un momento, y de repente, un dolor aparece en mi costado. Es tan intenso que me hace cerrar los ojos. ¿Qué ha pasado? Otro dolor aparece en mi codo y mascullo un gemido, pierdo la estabilidad que tengo y Jane consigue quitarse de debajo de mí. En pocos segundos, la tengo encima de mí. Muerdo mi labio por el dolor en el codo y mantengo la mirada fija. Ha estado inteligente, ha aprovechado un momento de distracción para darme mi merecido. Va aprendiendo y eso me hace sonreír. Coloca la daga en mi cuello y sus rodillas en mis costados, si me muevo, me cortará con la daga. ¿Será capaz de herirme de verdad? Quizás es algo que un día le haga hacer... Quiero ver hasta donde está dispuesta a llegar.
―No sabes volar, pero te enseñaré a hacerlo. Y volaremos juntos.― Noto presión en el cuello por culpa de la daga. Tengo las manos debajo de sus piernas, por lo que no puedo agarrarla como me gustaría hacer ahora mismo. Nos quedamos callados un rato. Ella me inspecciona la cara, seguramente buscando alguna impercepción la cual no existe. Me pierdo en sus ojos marrones - verdosos y estiro mi cabeza hacía ella, haciendo que la daga se clave un poco más... Tiene unos labios... De repente, se mueve y silba llamando a Raksha y a Helios. Este último viene y me lame la cara. Hago una mueca ante esto y veo como se quita de encima y sale disparada. Seguro que huye de las represalias. Me incorporo tocándome el costado. La cabrona me ha hecho daño. Me limpio el pelo y miro por donde se ha ido corriendo.
Salgo corriendo detrás de ella, dejando a los caballos ahí, seguro que estarán bien, Jane no puede haber ido muy lejos. ―¿Pajarito? Venga Jane, sal de donde estás... Me portaré bien.― Sigo sus huellas y su rastro, hasta que la encuentro apoyada en un árbol, intentando recuperar el aliento. Saco una daga, solo por precaución, no quiero que me dispare en la cara. ―Te has portado muy bien allí atrás. Me has pillado desprevenido, me ha gustado, aunque me has hecho daño. ― Hago un poco de drama al tocarme de nuevo el costado. Poco a poco me acerco a ella, hasta tenerla a una distancia que solo nos separa la ballesta que tiene apuntando a mi pecho. Doy un paso más, hasta clavarme la punta de la ballesta. ―Venga dispara. Aunque sea de mentira, estando tan cerca... El golpe me va a doler como nunca.― La miro retándola con la mirada. ¿Será capaz? Quizás hasta me haga sangre o quizás, la flecha no pueda ni salir y sea más fácil quitársela y atraparla entre mi cuerpo y el árbol, el cual es mi objetivo.
No puedo evitar reírme por lo que está diciendo. Sí, efectivamente está picada y molesta, a parte de la humillación que supone que le haya vuelto a pillar desprevenida, estar en el suelo debajo mía debe de suponerle un problema, pues no es fácil quitarme de ahí. ―La vida no es justa Jane. Puedo cambiar las reglas como a mí me de la gana.― Desvío los ojos en la misma dirección en la que ella lo hace y sonrío, nunca le voy a dejar que alcance esa ballesta y lo sabe. Me acomodo un poco más sobre ella, es una chica muy cómoda, pienso ponerme más veces encima de ella. Dejo escapar un "¡Ja! y me muerdo la lengua... Helios ha hecho eso porque sabía lo que estaba pensando en ese momento, a parte de que sea listo, me conoce y sabe lo que quiero que haga en cada momento. ―¿Y que harías al sentirte culpable por eso? Te encanta mi preciosa cara...― Al igual que a mí me gusta la de ella. Helios en ese momento se acerca a nosotros y empieza a olfatearnos, los dos rompemos a reír, noto como su cuerpo y el mío vibran. Me distraigo un momento, y de repente, un dolor aparece en mi costado. Es tan intenso que me hace cerrar los ojos. ¿Qué ha pasado? Otro dolor aparece en mi codo y mascullo un gemido, pierdo la estabilidad que tengo y Jane consigue quitarse de debajo de mí. En pocos segundos, la tengo encima de mí. Muerdo mi labio por el dolor en el codo y mantengo la mirada fija. Ha estado inteligente, ha aprovechado un momento de distracción para darme mi merecido. Va aprendiendo y eso me hace sonreír. Coloca la daga en mi cuello y sus rodillas en mis costados, si me muevo, me cortará con la daga. ¿Será capaz de herirme de verdad? Quizás es algo que un día le haga hacer... Quiero ver hasta donde está dispuesta a llegar.
―No sabes volar, pero te enseñaré a hacerlo. Y volaremos juntos.― Noto presión en el cuello por culpa de la daga. Tengo las manos debajo de sus piernas, por lo que no puedo agarrarla como me gustaría hacer ahora mismo. Nos quedamos callados un rato. Ella me inspecciona la cara, seguramente buscando alguna impercepción la cual no existe. Me pierdo en sus ojos marrones - verdosos y estiro mi cabeza hacía ella, haciendo que la daga se clave un poco más... Tiene unos labios... De repente, se mueve y silba llamando a Raksha y a Helios. Este último viene y me lame la cara. Hago una mueca ante esto y veo como se quita de encima y sale disparada. Seguro que huye de las represalias. Me incorporo tocándome el costado. La cabrona me ha hecho daño. Me limpio el pelo y miro por donde se ha ido corriendo.
Salgo corriendo detrás de ella, dejando a los caballos ahí, seguro que estarán bien, Jane no puede haber ido muy lejos. ―¿Pajarito? Venga Jane, sal de donde estás... Me portaré bien.― Sigo sus huellas y su rastro, hasta que la encuentro apoyada en un árbol, intentando recuperar el aliento. Saco una daga, solo por precaución, no quiero que me dispare en la cara. ―Te has portado muy bien allí atrás. Me has pillado desprevenido, me ha gustado, aunque me has hecho daño. ― Hago un poco de drama al tocarme de nuevo el costado. Poco a poco me acerco a ella, hasta tenerla a una distancia que solo nos separa la ballesta que tiene apuntando a mi pecho. Doy un paso más, hasta clavarme la punta de la ballesta. ―Venga dispara. Aunque sea de mentira, estando tan cerca... El golpe me va a doler como nunca.― La miro retándola con la mirada. ¿Será capaz? Quizás hasta me haga sangre o quizás, la flecha no pueda ni salir y sea más fácil quitársela y atraparla entre mi cuerpo y el árbol, el cual es mi objetivo.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Re: Voy a hacer todo un hombre de ti ~ Privado
Volaremos juntos, susurró.
Evito pensar en lo cerca que he estado de hacer algo de lo que podría arrepentirme. Mi ojos bajaron a sus labios y solo tendría que haber inclinado mi rostro unos centímetros para catarlos. Frunzo el ceño y sujeto con más fuerxa la ballesta, ahora ya preparada y lista para la acción. Pese a que nada tiene que ver con el resultado letal de una verdadera, ésta puede causar el daño suficiente y funciona de la misma manera. Es artesanal y me pregunto si la habrá hecho Gael. Escucho el resoplido de Helios a lo lejos y la voz del cazador haciéndose notar. Sonrío divertida ante la situación, mas que un entrenamiento esto se ha convertido en un juego y estoy bajo sus reglas. Al menos eso es lo que él cree. Cada vez que pronuncia mi nombre me da un escalofrío, el lobo feroz está cada vez más cerca. Me asomo por un lateral y no lo encuentro, cuando vuelvo la vista al frente está justo donde quiere estar, a medio metro de mi. Hago una mueca de frustración, siempre hace lo mismo, se mueve como una sombra en pleno día y no hace ruido, aparece y desaparece.
-¿He sido buena? ¿Tendré premio?-sonrío pícara. La mañana está resultado ser más divertida que de costumbre, solo con haber soprendido a Gael ya me doy por satisfecha, algo hace que mi orgullo se hinche. Observo cada uno de sus actos, podría pasar de cer a cien en medio segundo y dejarme desarmada. Cuando avanza un paso me mantengo en el sitio, no tengo muchas opciones de huída, el tronco a mi espalda me sirve de apoyo pero, si sigue avanzando, acabaré arrinconada-No hablas en serio, no puedo dispararte Gae ¿a qué juegas?l-niego con la cabeza, lo que dice no tiene sentido. Aunque no se traten de flechas reales, aunque le dolor no sea real, no puedo afrontar el hecho de tener que dispararle. Algo en su mirada resulta tentador, hay una mezcla de burla y desafío, también me mira con cautela y eso, en realidad, me gusta, no sabe hasta qué extremos puedo llegar. Antes de que pueda volver a apremiarme simplemente aprieto el gatillo y la flecha impacta contra él, percib una mueca de dolor-Algún día esto no será un entrenamiento, algún día serán razones y flechas de verdad lo que se interponga entre nosotros, ¿crees que no lo sé?-tiro la ballesta con toneladas en frustración en el pecho-¿Querías saber si sería capaz de hacerlo? Ahí tienes la respuesta-me quiebro un poco sin saber siquiera el porqué, miro al suelo y guerdo silencio un isntante.
Se ha terminado el entrenamiento para mi. Sin decir nada comienzo a avanzar y lo dejo atrás. No tengo claro si estoy molesta con él, conmigo misma o con el mundo. Si no pisase el mismo suelo que las criaturas a las que nos enfrentamos no tendría que plantearme esta situación, saber que en el futuro quizás tenga que disparar contra alguien que significa el mundo para mi me parte en dos. Cuando llego hasta los caballos busco el calor de Raksha y pego mi frente en ella. Si tan solo pudiera montar en ella y desaparecer.
Evito pensar en lo cerca que he estado de hacer algo de lo que podría arrepentirme. Mi ojos bajaron a sus labios y solo tendría que haber inclinado mi rostro unos centímetros para catarlos. Frunzo el ceño y sujeto con más fuerxa la ballesta, ahora ya preparada y lista para la acción. Pese a que nada tiene que ver con el resultado letal de una verdadera, ésta puede causar el daño suficiente y funciona de la misma manera. Es artesanal y me pregunto si la habrá hecho Gael. Escucho el resoplido de Helios a lo lejos y la voz del cazador haciéndose notar. Sonrío divertida ante la situación, mas que un entrenamiento esto se ha convertido en un juego y estoy bajo sus reglas. Al menos eso es lo que él cree. Cada vez que pronuncia mi nombre me da un escalofrío, el lobo feroz está cada vez más cerca. Me asomo por un lateral y no lo encuentro, cuando vuelvo la vista al frente está justo donde quiere estar, a medio metro de mi. Hago una mueca de frustración, siempre hace lo mismo, se mueve como una sombra en pleno día y no hace ruido, aparece y desaparece.
-¿He sido buena? ¿Tendré premio?-sonrío pícara. La mañana está resultado ser más divertida que de costumbre, solo con haber soprendido a Gael ya me doy por satisfecha, algo hace que mi orgullo se hinche. Observo cada uno de sus actos, podría pasar de cer a cien en medio segundo y dejarme desarmada. Cuando avanza un paso me mantengo en el sitio, no tengo muchas opciones de huída, el tronco a mi espalda me sirve de apoyo pero, si sigue avanzando, acabaré arrinconada-No hablas en serio, no puedo dispararte Gae ¿a qué juegas?l-niego con la cabeza, lo que dice no tiene sentido. Aunque no se traten de flechas reales, aunque le dolor no sea real, no puedo afrontar el hecho de tener que dispararle. Algo en su mirada resulta tentador, hay una mezcla de burla y desafío, también me mira con cautela y eso, en realidad, me gusta, no sabe hasta qué extremos puedo llegar. Antes de que pueda volver a apremiarme simplemente aprieto el gatillo y la flecha impacta contra él, percib una mueca de dolor-Algún día esto no será un entrenamiento, algún día serán razones y flechas de verdad lo que se interponga entre nosotros, ¿crees que no lo sé?-tiro la ballesta con toneladas en frustración en el pecho-¿Querías saber si sería capaz de hacerlo? Ahí tienes la respuesta-me quiebro un poco sin saber siquiera el porqué, miro al suelo y guerdo silencio un isntante.
Se ha terminado el entrenamiento para mi. Sin decir nada comienzo a avanzar y lo dejo atrás. No tengo claro si estoy molesta con él, conmigo misma o con el mundo. Si no pisase el mismo suelo que las criaturas a las que nos enfrentamos no tendría que plantearme esta situación, saber que en el futuro quizás tenga que disparar contra alguien que significa el mundo para mi me parte en dos. Cuando llego hasta los caballos busco el calor de Raksha y pego mi frente en ella. Si tan solo pudiera montar en ella y desaparecer.
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Re: Voy a hacer todo un hombre de ti ~ Privado
La veo como se gira hacía un lado, en mi busca, pero no me encuentra, puesto que estoy completamente al otro lado. Sonrío cuando me ve y ella hace una mueca, siempre le gano, siempre estoy donde quiero estar y es algo que debe de aprender. Quizás algún día el alumno supere al maestro, pero hoy, no es ese día. Asiento a sus palabras, sí que tendrá premio y sí que lo ha hecho bien, muy bien, la verdad. —¿Qué te gustaría que fuese el premio? ¿Que tú mandes en el siguiente entrenamiento? ¿Que te deje cazar sola? ¿No más flexiones?— Se cuanto odia hacer flexiones y abdominales y todo ese tipo de ejercicio.
La ballesta se me clava en el pecho y le digo que me dispare, solo para ver que es lo que hace. Quizás algún día tenga que dispararme de verdad, nunca se sabe lo que depara el futuro. Me pregunta a que juego y la miro divertido, solo es un simple entrenamiento, nada más, quiero ver hasta donde está dispuesta a llegar, si sabe acatar mis órdenes o en cambio, prefiere hacer caso a lo que siente por dentro. Veo unos instantes como se debate entre que hacer, si debe dispararme o no debe hacerlo. De repente aprieta el gatillo, haciendo que la flecha me de de lleno en el pecho y ahogué un grito, el dolor ha sido fuerte al igual que el golpe al estar tan cerca. De repente, me tira la ballesta, dándome donde me ha dado la flecha y la miro consternado. ¿Que cojones le pasa? ¿Razones para dispararme? ¿Se cree que le voy a dar motivos para que me mate? La veo como mira al suelo. Se ha vuelto definitivamente loca, mis entrenamientos le han sacado de sus casillas y se ha vuelto loca, quizás tenga que internarla en un centro de sanación de la cabeza. ¿He sido muy duro con ella? Estoy siendo igual de duro que como lo era Thomas conmigo...
La veo caminar de vuelta hacía donde están los caballos y suspiro, recogiendo la ballesta y la flecha. Esto estaba siendo divertido, al menos para mí... Sigo tras ella y llego a su lado en cuestión de minutos. Está con Raksha. Dejo las cosas en la mochila que llevo en la silla de Helios y le permito un poco de tiempo para que piense en lo que ha hecho, en las cosas que le han sentado mal y sobre todo para que se calme. Cuando considero que ya le he dejado suficiente tiempo para sí misma, me acerco. —Jane ¿Estás bien? ¿Me he pasado? ¿Estás molesta conmigo por algo? Solo quería ver que hacías, si tenías fe ciega en mí como para acatar lo que te decía... Nada más, era una simple prueba.— Me muerdo el labio, me siento increíblemente mal por esta situación. Le agarro de la mano y se la acaricio con mi pulgar. —¿Quieres que te de una tregua? Unos días sin entrenar, para que pienses las cosas. Si ya no estás a gusto conmigo... Puedes marcharte si quieres, no te obligo a que sea tu entrenador, aunque me encanta hacerlo y pasar tiempo contigo.— Si me dice que se va, me voy a romper en mil trozos... Ella es lo único que me mantiene a flote ahora mismo, todo en mi vida es un completo desastre, excepto ella. Le suelto de la mano, todavía cerca de ella, a la espera de que me responda a todas las preguntas que le he hecho.
La ballesta se me clava en el pecho y le digo que me dispare, solo para ver que es lo que hace. Quizás algún día tenga que dispararme de verdad, nunca se sabe lo que depara el futuro. Me pregunta a que juego y la miro divertido, solo es un simple entrenamiento, nada más, quiero ver hasta donde está dispuesta a llegar, si sabe acatar mis órdenes o en cambio, prefiere hacer caso a lo que siente por dentro. Veo unos instantes como se debate entre que hacer, si debe dispararme o no debe hacerlo. De repente aprieta el gatillo, haciendo que la flecha me de de lleno en el pecho y ahogué un grito, el dolor ha sido fuerte al igual que el golpe al estar tan cerca. De repente, me tira la ballesta, dándome donde me ha dado la flecha y la miro consternado. ¿Que cojones le pasa? ¿Razones para dispararme? ¿Se cree que le voy a dar motivos para que me mate? La veo como mira al suelo. Se ha vuelto definitivamente loca, mis entrenamientos le han sacado de sus casillas y se ha vuelto loca, quizás tenga que internarla en un centro de sanación de la cabeza. ¿He sido muy duro con ella? Estoy siendo igual de duro que como lo era Thomas conmigo...
La veo caminar de vuelta hacía donde están los caballos y suspiro, recogiendo la ballesta y la flecha. Esto estaba siendo divertido, al menos para mí... Sigo tras ella y llego a su lado en cuestión de minutos. Está con Raksha. Dejo las cosas en la mochila que llevo en la silla de Helios y le permito un poco de tiempo para que piense en lo que ha hecho, en las cosas que le han sentado mal y sobre todo para que se calme. Cuando considero que ya le he dejado suficiente tiempo para sí misma, me acerco. —Jane ¿Estás bien? ¿Me he pasado? ¿Estás molesta conmigo por algo? Solo quería ver que hacías, si tenías fe ciega en mí como para acatar lo que te decía... Nada más, era una simple prueba.— Me muerdo el labio, me siento increíblemente mal por esta situación. Le agarro de la mano y se la acaricio con mi pulgar. —¿Quieres que te de una tregua? Unos días sin entrenar, para que pienses las cosas. Si ya no estás a gusto conmigo... Puedes marcharte si quieres, no te obligo a que sea tu entrenador, aunque me encanta hacerlo y pasar tiempo contigo.— Si me dice que se va, me voy a romper en mil trozos... Ella es lo único que me mantiene a flote ahora mismo, todo en mi vida es un completo desastre, excepto ella. Le suelto de la mano, todavía cerca de ella, a la espera de que me responda a todas las preguntas que le he hecho.
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Re: Voy a hacer todo un hombre de ti ~ Privado
Aún con mi frente apoyada en el morro de Raksha, suspiro. Me he quedado sin habla ya que no comprendo qué me ha hecho sentir así, o quizás realmente me niego a hacerlo, no quiero aceptar que acabar con la vida de Gael es tan fácil como quedarse dormido. Me muerdo el labio en plena frustración mientras escucho cómo sus pasos van desgastando la distancia entre nosotros, mares de dudas y mil preguntas sin respuestas. Mentí, le dije que no podría dispararlo y sin embargo dejé que la flecha volara hasta su cuerpo. Jane, me llama, y estoy a punto de no girarme hacia él, Jane es un nombre que dejó de tener sentido para mi hace ya mucho tiempo. Tan solo por una vez me gustaría escuchar cómo queda Astrid en sus labios pero, por razones que desconozco, no consigo tener el valor de desvelarlo.
-Estoy, supongo que es lo que importa-susurro cuando me doy la vuelta para encontrarme con él-No estoy molesta contigo, me frustro conmigo misma pensando que puede llegar el día en que deba apretar el gatillo contra ti y no se trate de un entrenamiento-no he podido mirarle a los ojos, solo miro su mano sujetando la mía mientras intento hacer que me entienda- ¿Qué pasa si te acatan y la única opción que me queda es dispararte? ¿Qué pasa si no soy capaz?-me muerdo el labio de nuevo sintiendo ésta ya enrojecido por mi insistentes nervios. Sonrío casi con escepticismo ante su proposición de alejarme de esto por un tiempo. Como si a estas alturas fuera fácil, como si mi vida fuese a ser la misma sin él-¿Marcharme y ponérselo fácil a los demonios? No durarías ni tres días sin mi-alzo una ceja burlona aún sin desprenderme de su taco, mi dedo corazón se queda colgando del suyo en un intento desesperado por no separarme de él. Creo que es la primera vez que estamos cerca del otro sin tratarse de entrenamiento, caza o situaciones inevitables, la primera vez que ninguno se aparta. Me pregunto qué pensarán en casa cuando encuentren mi cama vacía, qué piensa mi tía cuando me escucha entrar por la ventana de mi habitación noche sí y noche también, qué escusa le daré esta vez, cuánto más esta dispuesta a fingir que me cree. De ser por su marido mi condición de cazadora sería un hecho aceptado entre nosotros. Los caballos pastan cerca de nosotros y yo calculo cuanto espacio queda entre Gael y yo. Si me pusiese de puntillas...
-¿Queda entrenamiento por hoy? Aún tengo que mejorar mi puntería mientras monto-suelto su mano de forma casual y toda mi piel suplica volver a su calor, me paso la mano por el pelo y lo miro. ¿Es acaso consciente del efecto que tiene en los demás? Avanzo hasta mi bolsa de cuero y lo cruzo sobre mi pecho para estar más cómoda al cargarlo, saco dos zanahorias y le tiendo una a cada caballo-Y sí, quiero un premio-finjo pensármelo mucho y entonces le miro, sus ojos azules parecen brillar curiosos-Un noche contigo-me doy cuenta al instante de lo precario de mis palabras, de todo lo que conllevan, así que me apresuro a aclararlo antes de que mi rostro se convierta en una bola de fuego y no haya forma de redactarme-Sin cazar, sin entrenamientos, solo dos personas normales paseando por París. Tú conoces la máscara oscura de la ciudad, déjame enseñarte la que brilla.
Mantengo mi mirada en la suya unos segundos más y luego vuelvo a concentrarme en Helios, los animales conmigo no estarían a salvo, no hago más que darles de comer. Inspiro aire profundamente ya algo más tranquila que antes, me he dado cuenta de que cada vez que nos acercamos vuelvo a alejarme de él. Cuando cazamos no tengo ese problema, solo estoy concentrada en lo que verdaderamente importa, nuestros cuerpos pueden rozarse o chocar entre sí, en esos momentos solo hay un objetivo y es supervivencia. Sin embargo, en situaciones normales me tengo que esforzar por controlar mis pensamientos, aún sin siquiera comprenderme.
-Estoy, supongo que es lo que importa-susurro cuando me doy la vuelta para encontrarme con él-No estoy molesta contigo, me frustro conmigo misma pensando que puede llegar el día en que deba apretar el gatillo contra ti y no se trate de un entrenamiento-no he podido mirarle a los ojos, solo miro su mano sujetando la mía mientras intento hacer que me entienda- ¿Qué pasa si te acatan y la única opción que me queda es dispararte? ¿Qué pasa si no soy capaz?-me muerdo el labio de nuevo sintiendo ésta ya enrojecido por mi insistentes nervios. Sonrío casi con escepticismo ante su proposición de alejarme de esto por un tiempo. Como si a estas alturas fuera fácil, como si mi vida fuese a ser la misma sin él-¿Marcharme y ponérselo fácil a los demonios? No durarías ni tres días sin mi-alzo una ceja burlona aún sin desprenderme de su taco, mi dedo corazón se queda colgando del suyo en un intento desesperado por no separarme de él. Creo que es la primera vez que estamos cerca del otro sin tratarse de entrenamiento, caza o situaciones inevitables, la primera vez que ninguno se aparta. Me pregunto qué pensarán en casa cuando encuentren mi cama vacía, qué piensa mi tía cuando me escucha entrar por la ventana de mi habitación noche sí y noche también, qué escusa le daré esta vez, cuánto más esta dispuesta a fingir que me cree. De ser por su marido mi condición de cazadora sería un hecho aceptado entre nosotros. Los caballos pastan cerca de nosotros y yo calculo cuanto espacio queda entre Gael y yo. Si me pusiese de puntillas...
-¿Queda entrenamiento por hoy? Aún tengo que mejorar mi puntería mientras monto-suelto su mano de forma casual y toda mi piel suplica volver a su calor, me paso la mano por el pelo y lo miro. ¿Es acaso consciente del efecto que tiene en los demás? Avanzo hasta mi bolsa de cuero y lo cruzo sobre mi pecho para estar más cómoda al cargarlo, saco dos zanahorias y le tiendo una a cada caballo-Y sí, quiero un premio-finjo pensármelo mucho y entonces le miro, sus ojos azules parecen brillar curiosos-Un noche contigo-me doy cuenta al instante de lo precario de mis palabras, de todo lo que conllevan, así que me apresuro a aclararlo antes de que mi rostro se convierta en una bola de fuego y no haya forma de redactarme-Sin cazar, sin entrenamientos, solo dos personas normales paseando por París. Tú conoces la máscara oscura de la ciudad, déjame enseñarte la que brilla.
Mantengo mi mirada en la suya unos segundos más y luego vuelvo a concentrarme en Helios, los animales conmigo no estarían a salvo, no hago más que darles de comer. Inspiro aire profundamente ya algo más tranquila que antes, me he dado cuenta de que cada vez que nos acercamos vuelvo a alejarme de él. Cuando cazamos no tengo ese problema, solo estoy concentrada en lo que verdaderamente importa, nuestros cuerpos pueden rozarse o chocar entre sí, en esos momentos solo hay un objetivo y es supervivencia. Sin embargo, en situaciones normales me tengo que esforzar por controlar mis pensamientos, aún sin siquiera comprenderme.
Astrid J. Bergès- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 01/01/2016
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Re: Voy a hacer todo un hombre de ti ~ Privado
El que ella diga que está y que eso es lo que importa no me sirve. Yo no quiero una Jane que simplemente esté y punto. La necesito entera, la necesito con ganas de vivir, con alegría, con fuerza, con valentía. Esto es solo el principio de lo que nos queda por vivir juntos, si se rinde ahora, nada de lo que pueda llegar a pasar tendrá sentido. Escucho con atención que es lo que le ha ocurrido cuando estábamos en el árbol y sonrío de medio lado, sin dejar ni un momento de acariciar su mano. Entiendo que es lo que le ocurre, muchas veces he estado en su situación y es difícil... Pero es lo que hay que hacer, por el bien de todos. ― Si algún día se da el caso de que estoy en peligro de muerte y tienes que dispararme, hazlo. Prefiero morir por ti que morir por un sobrenatural. Aunque espero que si me disparas una flecha no me des de lleno en el corazón, prefiero que me roces y poder seguir viviendo. ― Ahogo una risa, todas y cada una de mis palabras han sido ciertas ¿Que mejor manera que morir entre sus brazos? Ya muero un poco cada vez que se aleja de mí y sale a cazar sola. ― Eres una buena cazadora Jane. Tan solo deberás seguir tu instinto y sabrás que hacer.― Añado para dejarlo todavía más claro e infundirle una confianza que necesita con urgencia.
Esta vez, mi risa si que sale por mi garganta y estalla en una carcajada por sus siguientes palabras. Esta es la Jane que me gusta, la que me reta, la que es divertida, la que me hace volverme loco y desesperarme. ― Tienes toda la razón, no sé como he vivido tanto tiempo sin ti. ― Le guiño un ojo divertido y nuestras manos se sueltan, alejándonos un poco más. Escucho su siguiente pregunta y miro a Helios, está comiendo la hierba alta que hay por aquí. Vuelvo mi mirada hasta ella y me encojo de hombros, por mí, el entrenamiento ha finalizado, pero si ella quiere más, los caballos estarán encantados de correr un poco más. ― Como quieras. Estos caballos son de acero. ― Thomas los cuida de maravilla, pero sé que no les hace correr todo lo que deberían. Veo como saca dos zanahorias de su mochila y me percato de que no hemos comido nada en todo el día y tengo hambre. Cojo mi mochila de la silla de Helios y saco dos bocadillos. Estoy abriendo el mío para ver de que lo he hecho, pues ya ni siquiera me acordaba cuando la escucho decir que sí que quiere un premio. Me paro curioso en mi quehacer y la miro con los ojos brillantes. Una sonrisa de oreja a oreja aparece en mi cara cuando escucho lo que quiere y mis pasos se aproximan a ella, cortando el espacio que nos separaba.
"Déjame enseñarte la que brilla" Para mí, París ya brilla desde que ella está. Le tiendo su bocadillo y doy un mordisco al mío, está frío, pero no deja de estar bueno. Una noche con ella sin nada que hacer, sin preocupaciones por los sobrenaturales, solo ella y yo suena demasiado bien. ― ¿Es una cita?― Digo alzando una ceja y la cojo por la cintura, haciendo que su cuerpo desprevenido choque junto al mío. ― Está bien, tendrás tu premio. Ahora come, no quiero matarte de hambre.― Beso su frente con cariño y me separo para acabar sentado a la sombra de un árbol. Apoyo la cabeza sobre el tronco y mantengo mis ojos posados en ella, en su figura. Está mucho más fuerte que cuando la conocí, no solo físicamente. Poco le falta para brillar como realmente es y cuando ese día llegue, será una de las mejores.
Esta vez, mi risa si que sale por mi garganta y estalla en una carcajada por sus siguientes palabras. Esta es la Jane que me gusta, la que me reta, la que es divertida, la que me hace volverme loco y desesperarme. ― Tienes toda la razón, no sé como he vivido tanto tiempo sin ti. ― Le guiño un ojo divertido y nuestras manos se sueltan, alejándonos un poco más. Escucho su siguiente pregunta y miro a Helios, está comiendo la hierba alta que hay por aquí. Vuelvo mi mirada hasta ella y me encojo de hombros, por mí, el entrenamiento ha finalizado, pero si ella quiere más, los caballos estarán encantados de correr un poco más. ― Como quieras. Estos caballos son de acero. ― Thomas los cuida de maravilla, pero sé que no les hace correr todo lo que deberían. Veo como saca dos zanahorias de su mochila y me percato de que no hemos comido nada en todo el día y tengo hambre. Cojo mi mochila de la silla de Helios y saco dos bocadillos. Estoy abriendo el mío para ver de que lo he hecho, pues ya ni siquiera me acordaba cuando la escucho decir que sí que quiere un premio. Me paro curioso en mi quehacer y la miro con los ojos brillantes. Una sonrisa de oreja a oreja aparece en mi cara cuando escucho lo que quiere y mis pasos se aproximan a ella, cortando el espacio que nos separaba.
"Déjame enseñarte la que brilla" Para mí, París ya brilla desde que ella está. Le tiendo su bocadillo y doy un mordisco al mío, está frío, pero no deja de estar bueno. Una noche con ella sin nada que hacer, sin preocupaciones por los sobrenaturales, solo ella y yo suena demasiado bien. ― ¿Es una cita?― Digo alzando una ceja y la cojo por la cintura, haciendo que su cuerpo desprevenido choque junto al mío. ― Está bien, tendrás tu premio. Ahora come, no quiero matarte de hambre.― Beso su frente con cariño y me separo para acabar sentado a la sombra de un árbol. Apoyo la cabeza sobre el tronco y mantengo mis ojos posados en ella, en su figura. Está mucho más fuerte que cuando la conocí, no solo físicamente. Poco le falta para brillar como realmente es y cuando ese día llegue, será una de las mejores.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 23/12/2015
Edad : 32
Localización : Detrás de ti
Re: Voy a hacer todo un hombre de ti ~ Privado
Me encanta escucharlo reír, es tan contagioso que me uno a él. Gael no permitirá que me rompa o que dude, no hay cabida para mis pensamientos negativos mientras él esté presente. Pese a que muestro una sonrisa la preocupación decide quedarse conmigo. Si algún día debo dispararlo fallaré, por muy egoísta que parezca no puedo matar a Gael. Suspiro cuando nuestras manos se separan y poco puedo hacer ya por las palabras que han salido de mis labios, no es como si le estuviera pidiendo una cita, una dama no hace esas cosas. Me muerdo labio divertida porque de dama ahora mismo tengo bien poco, me siento más valiente cuando puedo ser yo misma, como ahora. Pero no, realmente no me refería a tener una cita con él, al menos eso quiero pensar.
-Si quieres llamarlo de ese modo-aparto los mechones rebeldes de mi rostro y le doy la última zanahoria a Helios. Cuando Gael se aproxima de nuevo a mi casi siento nerviosismo pero al comprobar que me tiende parte de su comida suelto una ligera risa, ni siquiera sé qué estaba esperando. La verdad es que tengo hambre, el entrenamiento ha sido duro y las horas han pasado rápidas, pero es otra sensación la que me abrasa por dentro. Cierro los ojos un instante cuando besa mi frente y lo observo alejarse. Doy un mordisco mientras camino tras él y me acomodo a su lado. Al final nos pasamos lo que resta de mañana conversando de asuntos tan banales y despreocupados que casi podría haber olvidado que somos cazadores. Le hablo sobre mi familia y mis tardes a caballo con mi hermano, le cuento que no tengo color favorito, que me encantan los pastelitos de limón y que de pequeña soñaba con ser bailarina. No quiero hablar de armas o de muerte, solo necesito fingir un poco más que podemos esquivar la maldad. No sé cómo, pero termino posando mi cabeza en su regazo, así como estoy puedo ver el cielo a través de la copa de las árboles. Suspiro y cierro los ojos mientras lo escucho hablar, como una melodía.
-Si quieres llamarlo de ese modo-aparto los mechones rebeldes de mi rostro y le doy la última zanahoria a Helios. Cuando Gael se aproxima de nuevo a mi casi siento nerviosismo pero al comprobar que me tiende parte de su comida suelto una ligera risa, ni siquiera sé qué estaba esperando. La verdad es que tengo hambre, el entrenamiento ha sido duro y las horas han pasado rápidas, pero es otra sensación la que me abrasa por dentro. Cierro los ojos un instante cuando besa mi frente y lo observo alejarse. Doy un mordisco mientras camino tras él y me acomodo a su lado. Al final nos pasamos lo que resta de mañana conversando de asuntos tan banales y despreocupados que casi podría haber olvidado que somos cazadores. Le hablo sobre mi familia y mis tardes a caballo con mi hermano, le cuento que no tengo color favorito, que me encantan los pastelitos de limón y que de pequeña soñaba con ser bailarina. No quiero hablar de armas o de muerte, solo necesito fingir un poco más que podemos esquivar la maldad. No sé cómo, pero termino posando mi cabeza en su regazo, así como estoy puedo ver el cielo a través de la copa de las árboles. Suspiro y cierro los ojos mientras lo escucho hablar, como una melodía.
Astrid J. Bergès- Cazador Clase Media
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