AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Todo hombre tiene un precio // Privado - Geralt
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Todo hombre tiene un precio // Privado - Geralt
El mundo de la momia se reducía a la venganza. Nada más anidaba en su mente, porque su corazón ya no albergaba nada, era una simple piedra ennegrecida en el centro izquierdo de su pecho, una roca vulcanizada, llena de agujeros, dura y maloliente. Pero nada le importaba a Mout, nada excepto Nefertiti. Pero con el paso de los siglos, cada vez le costaba más recordar su preciosa sonrisa o sus ojos grandes y profundos. El sonido de su voz o el roce de sus caricias. Sólo podía perderse en rememorar el día de su muerte, escena que veía una y otra vez en cuanto dejaba caer los párpados. Imágenes que había revivido durante milenios en el sarcófago en el que la enterraron. Por lo que, su única motivación para no exponerse al sol y terminar con su “vida”, era poner fin a la maldad que se escondía en las almas de los descendientes de los despiadados asesinos de la reina de Egipto.
Ella ya sabía que los humanos se reproducían como conejos y que, tras los tres mil años que había pasado en letargo, los descendientes de aquellos a quienes deseaba dar caza se contaban por cientos y miles. Pero ya había hecho sus indagaciones y encontrado varios mercenarios aquí y allá que eliminaran a las ratas menos problemáticas, aquellos que descendían de los que no causaron la muerte de su amada, pero que se quedaron mirando sin hacer nada. Esos también merecían conocer el fin de los días y viajar al inframundo. Aquel que, supuestamente, se regentaba con mano dura y una predilección retorcida por el sufrimiento, o eso se leía en algunos libros, al menos, aunque ahora que ya conocía al mismísimo Lucifer, había comenzado a albergar algunas dudas sobre la veracidad de aquellas palabras.
Así pues, sus pasos la llevaron a un barrio pobre de Lyon, donde sabía que se encontraban varias familias que, milenios atrás, emigraron de sus tierras y se plantaron en el Europa. Desconocía los motivos y le daban exactamente lo mismo. Sólo quería localizarles y exterminarles como a las cucarachas negras en las que se habían convertido. Si bien los escarabajos eran animales de culto allí donde la momia naciera, también eran portadoras de maleficios y eso eran aquellas almas descarriadas, la maldición que arrancó de la faz de la tierra la existencia de la mujer más hermosa y sin motivo.
Se plantó frente a una taberna, allí le habían susurrado las voces que podía encontrar a un humano que vendía su espada a cambio de unas míseras monedas. Era conocido por ser ducho con las armas y no hacer demasiadas preguntas. Además, conocía el terreno, así que le sería de ayuda. La única pega era su condición, pues los hombres eran poco resistentes por naturaleza y su fuerza nada tenía que ver con la de una cainita. Pero era lo que había y, si no tenía más remedio, se conformaría.
Usó la mente para abrir la puerta, negándose a tocarla con lo sucia que se veía. Todo el mundo estaba muy animado, así que nadie prestó atención a su pequeño “truco de magia”, mas algunos se giraron a mirarla en cuanto entró al local con sus rasgos exóticos y su porte majestuoso, algo que no había perdido de sus años como guardia real y consorte de Nefertiti. Fue directa a la barra y esperó, apenas unos segundos, a que el mesero se acercara a preguntarle lo que quería. -Quiero a Geralt.- Contestó sin rodeos y sus orbes color entre miel y dorado, vibraron, creando un extraño efecto visual que hizo que el hombre reculara, extrañado y, para qué mentir, asustado. Porque la figura de Mout refulgía poder, algo que no se molestaba en ocultar, ni tampoco sabía cómo hacerlo.
Ella ya sabía que los humanos se reproducían como conejos y que, tras los tres mil años que había pasado en letargo, los descendientes de aquellos a quienes deseaba dar caza se contaban por cientos y miles. Pero ya había hecho sus indagaciones y encontrado varios mercenarios aquí y allá que eliminaran a las ratas menos problemáticas, aquellos que descendían de los que no causaron la muerte de su amada, pero que se quedaron mirando sin hacer nada. Esos también merecían conocer el fin de los días y viajar al inframundo. Aquel que, supuestamente, se regentaba con mano dura y una predilección retorcida por el sufrimiento, o eso se leía en algunos libros, al menos, aunque ahora que ya conocía al mismísimo Lucifer, había comenzado a albergar algunas dudas sobre la veracidad de aquellas palabras.
Así pues, sus pasos la llevaron a un barrio pobre de Lyon, donde sabía que se encontraban varias familias que, milenios atrás, emigraron de sus tierras y se plantaron en el Europa. Desconocía los motivos y le daban exactamente lo mismo. Sólo quería localizarles y exterminarles como a las cucarachas negras en las que se habían convertido. Si bien los escarabajos eran animales de culto allí donde la momia naciera, también eran portadoras de maleficios y eso eran aquellas almas descarriadas, la maldición que arrancó de la faz de la tierra la existencia de la mujer más hermosa y sin motivo.
Se plantó frente a una taberna, allí le habían susurrado las voces que podía encontrar a un humano que vendía su espada a cambio de unas míseras monedas. Era conocido por ser ducho con las armas y no hacer demasiadas preguntas. Además, conocía el terreno, así que le sería de ayuda. La única pega era su condición, pues los hombres eran poco resistentes por naturaleza y su fuerza nada tenía que ver con la de una cainita. Pero era lo que había y, si no tenía más remedio, se conformaría.
Usó la mente para abrir la puerta, negándose a tocarla con lo sucia que se veía. Todo el mundo estaba muy animado, así que nadie prestó atención a su pequeño “truco de magia”, mas algunos se giraron a mirarla en cuanto entró al local con sus rasgos exóticos y su porte majestuoso, algo que no había perdido de sus años como guardia real y consorte de Nefertiti. Fue directa a la barra y esperó, apenas unos segundos, a que el mesero se acercara a preguntarle lo que quería. -Quiero a Geralt.- Contestó sin rodeos y sus orbes color entre miel y dorado, vibraron, creando un extraño efecto visual que hizo que el hombre reculara, extrañado y, para qué mentir, asustado. Porque la figura de Mout refulgía poder, algo que no se molestaba en ocultar, ni tampoco sabía cómo hacerlo.
Mout- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 14/11/2017
Re: Todo hombre tiene un precio // Privado - Geralt
Vender la espada al mejor postor era algo que hacían muchos forajidos en París, la mayoría hombres que eran sombras, fugados de la justicia que no podían ganarse la vida de otra forma que arrancando las almas y enviándolas al purgatorio.
En mi caso era un hombre libre que desde niño se forjó a base de acero, si bien era cierto por un puñado de monedas ponía mi arma a disposición de quien la pagara tena mis propias reglas, no era un asesino como muchos de los allí presentes.
Tomé asiento en la barra aquella noche como muchas otras, el tabernero ya me conocía y tras conversar sobre asuntos banales y echarnos unas risas me sirvió una buena jarra de cerveza negra, tan fría y espesa que se podía masticar.
Una de las asesinas de la orden de la daga negra se acercó a mi, nos habíamos visto varias veces, era una joven interesante, que ya me había ofrecido en mas de una ocasión presentarme a su jefe, según ella escaseaban los hombres como yo.
-¿Con principio? -pregunté ladeando la sonrisa sabiendo sobradamente que para esa orden eso era justo lo que me sobraba.
La morena negó con la cabeza sonriendo como de costumbre.
-Geralt, Geralt, cuando aprenderás que los ideales son un arma de doble filo, es mejor obedecer y seguir tu camino.
La chica del culo bonito se alzó del taburete dejando un beso en mi cuello y una tarjeta en mi mano y se despidió con un “nos vemos”
Randulf era un hijo de puta, pero pagaba bien a sus mercenarios de ansiar enriquecerme no hubiera salido del norte, por contra Höor hacía lo que podía, pero su lucha era justa como ninguna otra, con él estaba mi espada y mi plan era volver pronto a sus filas.
Una joven de aspecto exótico y ojos fieros se adentró en el local cargado de humos, su paso era felino y sin necesidad de mirar a nadie su presencia intimidó a mas de uno.
Al tomar asiento en la mesa fue mi nombre el que pronunció, creo que muchos se alegraron de no ser ellos por quien pensaba postar aquella noche.
Me alcé del taburete con la jarra en mi diestra y me dejé caer a su lado con una ladeada sonrisa.
-¿me quieres para que exactamente mujer?
En mi caso era un hombre libre que desde niño se forjó a base de acero, si bien era cierto por un puñado de monedas ponía mi arma a disposición de quien la pagara tena mis propias reglas, no era un asesino como muchos de los allí presentes.
Tomé asiento en la barra aquella noche como muchas otras, el tabernero ya me conocía y tras conversar sobre asuntos banales y echarnos unas risas me sirvió una buena jarra de cerveza negra, tan fría y espesa que se podía masticar.
Una de las asesinas de la orden de la daga negra se acercó a mi, nos habíamos visto varias veces, era una joven interesante, que ya me había ofrecido en mas de una ocasión presentarme a su jefe, según ella escaseaban los hombres como yo.
-¿Con principio? -pregunté ladeando la sonrisa sabiendo sobradamente que para esa orden eso era justo lo que me sobraba.
La morena negó con la cabeza sonriendo como de costumbre.
-Geralt, Geralt, cuando aprenderás que los ideales son un arma de doble filo, es mejor obedecer y seguir tu camino.
La chica del culo bonito se alzó del taburete dejando un beso en mi cuello y una tarjeta en mi mano y se despidió con un “nos vemos”
Randulf era un hijo de puta, pero pagaba bien a sus mercenarios de ansiar enriquecerme no hubiera salido del norte, por contra Höor hacía lo que podía, pero su lucha era justa como ninguna otra, con él estaba mi espada y mi plan era volver pronto a sus filas.
Una joven de aspecto exótico y ojos fieros se adentró en el local cargado de humos, su paso era felino y sin necesidad de mirar a nadie su presencia intimidó a mas de uno.
Al tomar asiento en la mesa fue mi nombre el que pronunció, creo que muchos se alegraron de no ser ellos por quien pensaba postar aquella noche.
Me alcé del taburete con la jarra en mi diestra y me dejé caer a su lado con una ladeada sonrisa.
-¿me quieres para que exactamente mujer?
Geralt- Humano Clase Baja
- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 11/10/2017
Re: Todo hombre tiene un precio // Privado - Geralt
Durante unas milésimas de segundo, tras la pregunta del hombre que acababa de aposentarse junto a la momia, pareció como si trazos de tinta se dibujaran por los brazos de la mujer y su cara. Las manchas bailaron, una mezcla entre letras y dibujos asomaron, pero fue todo tan rápido, que cualquiera que se hubiera fijado creería haberlo soñado. El mesero seguía apartado, temblando, tal vez no se apreciara a simple vista, pero con el trapo apretaba tanto el cristal de la copa que limpiaba que como se descuidara, le estallaría en las manos dejando a cambio un reguero de sangre. Los inconfundibles ojos de la inmortal se clavaron en el rostro de aquel pobre desgraciado y como si estuviera hipnotizado, se relajó, dejando caer los brazos con ellos al cristal y el trapo. El chasquido de la rotura hizo que algunos se giraran a ver lo que ocurría, pero las miradas se centraron antes en la silueta de la egipcia que en la del hombre que, aún de pie tras las barra, seguía inmóvil y sin habla.
La morena se giró muy lentamente y observó con detenimiento a aquel que tenía, ahora, en frente. Le estudió de manera breve y rápida, como si fuera capaz de leerle el alma. -Quiero tu espada.- Mout no era mujer de muchas palabras, de hecho, odiaba dar explicaciones. Lo suyo era comunicarse a través de las visiones, visiones que podía compartir a voluntad como si proyectara recuerdos en mentes ajenas o creara ilusiones que casi se pudieran hasta tocar. -Me han dicho que te conoces la zona y eres bueno con el sable. ¿Cuál es tu precio?- El dinero no era ningún problema para la vampiresa, ella podía conseguir oro sin necesidad de inmutarse. Las monedas francesas eran un asunto aparte pero, hasta la fecha, nadie se había quejado por sus pagos.
Pudo ver dudas en los iris de aquel hombre que la analizaba de vuelta. Al igual que muchos otros la estaba juzgando, la consideraba la mala de un cuento que nadie había explicado. Deslizó una mano sobre la barra y fue a buscar la ajena. Cubrió el dorso de la foránea con los dedos en apenas un roce y, de pronto, sus párpados se abrieron desmesuradamente, dejando que ese desconocido atravesara su alma y se colara en sus recuerdos. Dolor, sufrimiento y sangre. Gritos, llantos y súplicas. Tres mil años de letargo, de repetición de los hechos, mas el mercenario no veía el paso del tiempo, sólo un suplicio desmesurado, una tortura retorcida y una sed de venganza infinita. Cortó el contacto y sus párpados cayeron. Reinó el silencio, como si no sólo ellos hubiesen presenciado aquella escena en la que Nefertiti muriera, asesinada, desollada viva, vejada de manera pública. Pero sólo Geralt y Mout lo habían visto realmente, el resto de los presentes sencillamente se habían visto envueltos en una vorágine de vibraciones oscuras y temor. Algunos hasta se habían meado encima, a otros les castañeteaban los dientes y unos pocos se mordían las uñas. Como un virus el mal se extendía, sus largos brazos alcanzaban cualquier rincón y hasta el más risueño de la taberna, ahora temblaba de miedo y ansiaba esconderse en una cueva profunda e inalcanzable. -¿Cuál es tu precio?- Repitió la momia. Ya le había dado motivos suficientes para comprender lo que necesitaba. Ya le habían hablado del mercenario con escrúpulos y que no se vendía al mejor postor, sino a las causas.
La morena se giró muy lentamente y observó con detenimiento a aquel que tenía, ahora, en frente. Le estudió de manera breve y rápida, como si fuera capaz de leerle el alma. -Quiero tu espada.- Mout no era mujer de muchas palabras, de hecho, odiaba dar explicaciones. Lo suyo era comunicarse a través de las visiones, visiones que podía compartir a voluntad como si proyectara recuerdos en mentes ajenas o creara ilusiones que casi se pudieran hasta tocar. -Me han dicho que te conoces la zona y eres bueno con el sable. ¿Cuál es tu precio?- El dinero no era ningún problema para la vampiresa, ella podía conseguir oro sin necesidad de inmutarse. Las monedas francesas eran un asunto aparte pero, hasta la fecha, nadie se había quejado por sus pagos.
Pudo ver dudas en los iris de aquel hombre que la analizaba de vuelta. Al igual que muchos otros la estaba juzgando, la consideraba la mala de un cuento que nadie había explicado. Deslizó una mano sobre la barra y fue a buscar la ajena. Cubrió el dorso de la foránea con los dedos en apenas un roce y, de pronto, sus párpados se abrieron desmesuradamente, dejando que ese desconocido atravesara su alma y se colara en sus recuerdos. Dolor, sufrimiento y sangre. Gritos, llantos y súplicas. Tres mil años de letargo, de repetición de los hechos, mas el mercenario no veía el paso del tiempo, sólo un suplicio desmesurado, una tortura retorcida y una sed de venganza infinita. Cortó el contacto y sus párpados cayeron. Reinó el silencio, como si no sólo ellos hubiesen presenciado aquella escena en la que Nefertiti muriera, asesinada, desollada viva, vejada de manera pública. Pero sólo Geralt y Mout lo habían visto realmente, el resto de los presentes sencillamente se habían visto envueltos en una vorágine de vibraciones oscuras y temor. Algunos hasta se habían meado encima, a otros les castañeteaban los dientes y unos pocos se mordían las uñas. Como un virus el mal se extendía, sus largos brazos alcanzaban cualquier rincón y hasta el más risueño de la taberna, ahora temblaba de miedo y ansiaba esconderse en una cueva profunda e inalcanzable. -¿Cuál es tu precio?- Repitió la momia. Ya le había dado motivos suficientes para comprender lo que necesitaba. Ya le habían hablado del mercenario con escrúpulos y que no se vendía al mejor postor, sino a las causas.
Mout- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 14/11/2017
Re: Todo hombre tiene un precio // Privado - Geralt
La miré de soslayo cuando me preguntó por le precio de mi espada, la verdad es que yo no trabajaba solo por dinero, si la causa no era justa no desenvainaba el acero.
-Depende -aseguré deslizando mis ojos por sus rasgos exóticos. Podía hacer temer al resto de la taberna, pero yo había visto demasiado como para que una doncella hiciera tambalear mi valor.
Naci en un norte oprimido por un rey tirano, crecí luchando por la libertad y en el intento de conseguirla perdí a mi esposa e hijo, a estas alturas de la vida nada me quedaba por perder, asi que la muerte en batalla se me antojaba dulce.
La egipcia colocó su palma sobre mi dorso, estaba helada como su condición bien señalaba, mas eso no fue lo que congeló mi sangre si no la consecución de imágenes que pasearon ante mis ojos de la perdida que una y otra vez parecía revivir esa mujer.
Un dolor que atenazaba su corazón, que la dejaba sin respiración y que me recordó lo que yo viví, era muy consciente de como la sed de venganza nublaba tu juicio y te carcomía las entrañas como una enfermedad contagiosa.
-Acepto.
Apartó su mano elevando la mirada hasta mis pardos, como si no esperara mi respuesta tan temprana, peor si la causa era justa no tenia inconveniente en derramar sangre, y nada era mas justo que la venganza.
-No mato niños -sentencié dejando claro que solo aquellos que habían efectuado tal acto caerían a manos de mi espada, nunca mataría un inocente, yo no era un asesino...
-Me alojo en el motel, puedes acudir allí para que hablemos con mas calma, aquí hay demasiados oídos. Mi salario dependerá de cuantos tengan que caer, necesito que me des la información necesaria, por lo demás, acabaré mi trabajo y desapareceré de tu vida..no me volverás a ver.
La mayoría buscaba discreción, nadie quería verse envuelto con negocios turbios, con venganzas sangrientas y imaginaba que la inmortal tampoco querría que la salpicara, pues de no ser así ella misma acabaría con esos desgraciados, su poder era palpable en aquella estancia.
Así tras unas jarras me retiré de la taberna hacia el motel, prendí la lumbre dejando apoyada la bastarda en la pared al lateral de la cama y tras desnudarme, me calcé unos pantalones cómodos, dejándome caer descalzó sobre el lecho.
-Depende -aseguré deslizando mis ojos por sus rasgos exóticos. Podía hacer temer al resto de la taberna, pero yo había visto demasiado como para que una doncella hiciera tambalear mi valor.
Naci en un norte oprimido por un rey tirano, crecí luchando por la libertad y en el intento de conseguirla perdí a mi esposa e hijo, a estas alturas de la vida nada me quedaba por perder, asi que la muerte en batalla se me antojaba dulce.
La egipcia colocó su palma sobre mi dorso, estaba helada como su condición bien señalaba, mas eso no fue lo que congeló mi sangre si no la consecución de imágenes que pasearon ante mis ojos de la perdida que una y otra vez parecía revivir esa mujer.
Un dolor que atenazaba su corazón, que la dejaba sin respiración y que me recordó lo que yo viví, era muy consciente de como la sed de venganza nublaba tu juicio y te carcomía las entrañas como una enfermedad contagiosa.
-Acepto.
Apartó su mano elevando la mirada hasta mis pardos, como si no esperara mi respuesta tan temprana, peor si la causa era justa no tenia inconveniente en derramar sangre, y nada era mas justo que la venganza.
-No mato niños -sentencié dejando claro que solo aquellos que habían efectuado tal acto caerían a manos de mi espada, nunca mataría un inocente, yo no era un asesino...
-Me alojo en el motel, puedes acudir allí para que hablemos con mas calma, aquí hay demasiados oídos. Mi salario dependerá de cuantos tengan que caer, necesito que me des la información necesaria, por lo demás, acabaré mi trabajo y desapareceré de tu vida..no me volverás a ver.
La mayoría buscaba discreción, nadie quería verse envuelto con negocios turbios, con venganzas sangrientas y imaginaba que la inmortal tampoco querría que la salpicara, pues de no ser así ella misma acabaría con esos desgraciados, su poder era palpable en aquella estancia.
Así tras unas jarras me retiré de la taberna hacia el motel, prendí la lumbre dejando apoyada la bastarda en la pared al lateral de la cama y tras desnudarme, me calcé unos pantalones cómodos, dejándome caer descalzó sobre el lecho.
Geralt- Humano Clase Baja
- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 11/10/2017
Re: Todo hombre tiene un precio // Privado - Geralt
No le sorprendió que aceptara, aunque seguramente él pensara que sí. Mout era una vampiresa milenaria, pero se había pasado más del noventa por ciento de su tiempo durmiendo, sumida en una pesadilla que nunca terminaba. Sabía lo que eran el dolor y el sufrimiento, por ese motivo había acudido a ese mercenario en concreto, porque los hombres que trabajaban por dinero, tan pronto estaban de tu lado como intentaban traicionarte por un mejor pago. Sin embargo, él se movía por algo distinto, lo suyo eran las causas y con toda la información que la momia había recabado, sabía que mostrándole lo ocurrido con Nefertiti, él apoyaría la suya. Era difícil que alguien que compartía tu dolor, te clavara un puñal por la espalda.
El contrario dejó claras sus condiciones y le sugirió seguir la conversación en otra parte. Él estaba acostumbrado a su trabajo y, seguramente, a clientes que valoraban la discreción, algo que a la egipcia no le importaba en lo más mínimo. Si debía morir bajo el yugo de la inquisición mientras llevaba a cabo su venganza, que así fuera. Pero bueno, si seguir unas pequeñas directrices servía para que el mercenario hiciera su trabajo, tampoco le suponía a la morena un drama.
Tras la breve conversación, el hombre se alzó, pagando por sus consumiciones y se retiró. Mout no tenía nada más que hacer allí, pero tuvo la sensación que el hecho de partir primero, era otro de sus protocolos con aquellos que contrataban sus servicio. Le parecía absurdo, pero aguadó unos minutos antes de partir y dirigirse hacia el motel.
Pasó frente al pequeño mostrador de la recepción, pero no hizo caso de la anciana que la miraba con estupor, alzando un dedo tembloroso e intentando dirigirle la palabra. La momia sabía a dónde iba, podía seguir el rastro de Geralt, como si su aura hubiese dejado una especie de aroma que sólo ella era capaz de percibir. Subió las escaleras con paso sereno y decidido, giró arriba a la derecha y se plantó frente a la puerta en cuestión. Alzó la mano, entornando los ojos antes de actuar y decidió que no iba a llamar. Ladeó la cabeza, observando la perilla y ésta giró sola, moviendo la hoja de madera hasta quedar abierta y cederle el paso que, obviamente, dio. Pasó al interior de la estancia y con la misma velocidad lenta de antes, se cerró la puerta tras ella. -No puedo darte un número exacto de objetivos.- Pasó el dedo índice por encima de uno de los muebles e hizo una mueca cuando pudo ver el polvo que quedó en la yema. -Hubo mucha gente implicada en la muerte de mi amada. Aún sigo descubriendo nombres a estas alturas- No hizo mención de lo que esa frase implicaba, de los siglos que habían transcurrido desde el asesinato de Nefertiti. Lo dejaba todo en el aire, porque era lo que a ella le convenía.
Observó al mercenario allí sentado en la cama, porque se había incorporado tras la entrada de la morena, con el torso desnudo y descalzo. Se le veía cómodo. Nadie diría que estaban hablando de asesinar gente.
El contrario dejó claras sus condiciones y le sugirió seguir la conversación en otra parte. Él estaba acostumbrado a su trabajo y, seguramente, a clientes que valoraban la discreción, algo que a la egipcia no le importaba en lo más mínimo. Si debía morir bajo el yugo de la inquisición mientras llevaba a cabo su venganza, que así fuera. Pero bueno, si seguir unas pequeñas directrices servía para que el mercenario hiciera su trabajo, tampoco le suponía a la morena un drama.
Tras la breve conversación, el hombre se alzó, pagando por sus consumiciones y se retiró. Mout no tenía nada más que hacer allí, pero tuvo la sensación que el hecho de partir primero, era otro de sus protocolos con aquellos que contrataban sus servicio. Le parecía absurdo, pero aguadó unos minutos antes de partir y dirigirse hacia el motel.
Pasó frente al pequeño mostrador de la recepción, pero no hizo caso de la anciana que la miraba con estupor, alzando un dedo tembloroso e intentando dirigirle la palabra. La momia sabía a dónde iba, podía seguir el rastro de Geralt, como si su aura hubiese dejado una especie de aroma que sólo ella era capaz de percibir. Subió las escaleras con paso sereno y decidido, giró arriba a la derecha y se plantó frente a la puerta en cuestión. Alzó la mano, entornando los ojos antes de actuar y decidió que no iba a llamar. Ladeó la cabeza, observando la perilla y ésta giró sola, moviendo la hoja de madera hasta quedar abierta y cederle el paso que, obviamente, dio. Pasó al interior de la estancia y con la misma velocidad lenta de antes, se cerró la puerta tras ella. -No puedo darte un número exacto de objetivos.- Pasó el dedo índice por encima de uno de los muebles e hizo una mueca cuando pudo ver el polvo que quedó en la yema. -Hubo mucha gente implicada en la muerte de mi amada. Aún sigo descubriendo nombres a estas alturas- No hizo mención de lo que esa frase implicaba, de los siglos que habían transcurrido desde el asesinato de Nefertiti. Lo dejaba todo en el aire, porque era lo que a ella le convenía.
Observó al mercenario allí sentado en la cama, porque se había incorporado tras la entrada de la morena, con el torso desnudo y descalzo. Se le veía cómodo. Nadie diría que estaban hablando de asesinar gente.
Mout- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 14/11/2017
Re: Todo hombre tiene un precio // Privado - Geralt
La puerta se abrió de golpe, enarqué una ceja al ver como la egipcia se adentraba calma en mi habitación para continuar hablando algo que a mi parecer había quedado claro.
Incorporé mi torso observando como sus curvas serpenteaban por la cámara y sus dedos recogían las motas de polvo con un gesto de asco pintado en su rostro.
-¿por que estas aquí? -pregunté interrumpiendo su divagación.
Me incorporé de la cama con una ladeada sonrisa pintada en mis labios, quizás me equivocaba, mas en el norte cuando una mujer sigue a un hombre hasta su cama no es de trabajo de lo que espera hablar.
Descalzó me aproximé a ella hasta que nuestros cuerpos se encontraron de frente, su diestra aun quedaba suspendida en el aire, mano que atrapé con mi zurda llevándola directamente a mi abultada entrepierna.
La momia alzó su turbia mirada, oscurecida, no se si por el deseo, o por la rabia y dibujo con la yema de sus dedos el tronco por encima de la tela del cómodo pantalón que llevaba.
-¿entonces? ¿vienes a?
Mi aliento golpeó sus húmedos labios, por lo que había visto pretendía vengar a una mujer, su pareja, pero era algo que tampoco me llamó la atención pues las nórdicas a veces también experimentan relaciones sexuales entre ellas, así que..bien podía ser bisexual y simplemente querer un polvo, algo para lo que yo estaba mas que dispuesto.
Mi mano aferró sus nalgas, tiré de ella hasta que mi verga golpeó su bajo vientre.
-quiero follarte -le dije sin mas -quiero follarte por todas partes.
Incorporé mi torso observando como sus curvas serpenteaban por la cámara y sus dedos recogían las motas de polvo con un gesto de asco pintado en su rostro.
-¿por que estas aquí? -pregunté interrumpiendo su divagación.
Me incorporé de la cama con una ladeada sonrisa pintada en mis labios, quizás me equivocaba, mas en el norte cuando una mujer sigue a un hombre hasta su cama no es de trabajo de lo que espera hablar.
Descalzó me aproximé a ella hasta que nuestros cuerpos se encontraron de frente, su diestra aun quedaba suspendida en el aire, mano que atrapé con mi zurda llevándola directamente a mi abultada entrepierna.
La momia alzó su turbia mirada, oscurecida, no se si por el deseo, o por la rabia y dibujo con la yema de sus dedos el tronco por encima de la tela del cómodo pantalón que llevaba.
-¿entonces? ¿vienes a?
Mi aliento golpeó sus húmedos labios, por lo que había visto pretendía vengar a una mujer, su pareja, pero era algo que tampoco me llamó la atención pues las nórdicas a veces también experimentan relaciones sexuales entre ellas, así que..bien podía ser bisexual y simplemente querer un polvo, algo para lo que yo estaba mas que dispuesto.
Mi mano aferró sus nalgas, tiré de ella hasta que mi verga golpeó su bajo vientre.
-quiero follarte -le dije sin mas -quiero follarte por todas partes.
Geralt- Humano Clase Baja
- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 11/10/2017
Re: Todo hombre tiene un precio // Privado - Geralt
Arqueó una de sus cejas ante la innecesaria pregunta del hombre. -Tú me dijiste que viniera.- Para la momia no había segundas intenciones, se había criado en el antiguo Egipto donde las cosas eran tal cuál se decían. Los únicos que ocultaban las verdades eran considerados traidores y condenados a las muertes más horribles.
Le vio alzarse y aproximarse, mientras ella se mantenía allí, impasible, quieta como una estatua. Sus orbes descendieron hasta la mano contraria que osaba tomar la propia y en cuanto vio lo que hizo con ella, sus pupilas se dilataron, oscureciendo su mirada. -¿Qué crees que haces, mortal?- Con la misma palma que el insensato humano había tocado, presionó el pecho foráneo y de un seco empujón lo apartó, con tal fuerza que le lanzó, haciéndole tropezar con la cama y cayendo sobre ésta de espaldas. -Es el primer y único aviso que voy a darte: vuelve a tocarme y haré que exhales tu último suspiro.- Movió los dedos lentamente en el aire, de un modo que parecía imitaba el bailar de un fuego, mas lo que ocurrió a continuación nada tenía que ver con eso. Unos tentáculos emergieron de debajo del camastro y atraparon el cuerpo de Geralt comenzando a estrangular su figura, limitando el riego sanguíneo. Mout no sonrió en ningún momento, porque ella no disfrutaba torturando, no como lo hacían los sádicos. Ella estaba llena de odio y necesidad de venganza, pero nada era capaz de saciarla. Observó como la piel morena del hombre comenzaba a empalidecer en algunas zonas, mientras que las que estaban apresadas bajo los brazos de la bestia se amorataban. -Si lo que quieres es follar, llama a una cortesana.- Abrió la mano de golpe, liberando al estúpido norteño y se dirigió hacia la puerta. -Partiremos al alba.- Salió de la estancia dando un portazo. El mercenario tendría toda la noche para pensar en sus actos y en sí quería aceptar o no el trato.
Le vio alzarse y aproximarse, mientras ella se mantenía allí, impasible, quieta como una estatua. Sus orbes descendieron hasta la mano contraria que osaba tomar la propia y en cuanto vio lo que hizo con ella, sus pupilas se dilataron, oscureciendo su mirada. -¿Qué crees que haces, mortal?- Con la misma palma que el insensato humano había tocado, presionó el pecho foráneo y de un seco empujón lo apartó, con tal fuerza que le lanzó, haciéndole tropezar con la cama y cayendo sobre ésta de espaldas. -Es el primer y único aviso que voy a darte: vuelve a tocarme y haré que exhales tu último suspiro.- Movió los dedos lentamente en el aire, de un modo que parecía imitaba el bailar de un fuego, mas lo que ocurrió a continuación nada tenía que ver con eso. Unos tentáculos emergieron de debajo del camastro y atraparon el cuerpo de Geralt comenzando a estrangular su figura, limitando el riego sanguíneo. Mout no sonrió en ningún momento, porque ella no disfrutaba torturando, no como lo hacían los sádicos. Ella estaba llena de odio y necesidad de venganza, pero nada era capaz de saciarla. Observó como la piel morena del hombre comenzaba a empalidecer en algunas zonas, mientras que las que estaban apresadas bajo los brazos de la bestia se amorataban. -Si lo que quieres es follar, llama a una cortesana.- Abrió la mano de golpe, liberando al estúpido norteño y se dirigió hacia la puerta. -Partiremos al alba.- Salió de la estancia dando un portazo. El mercenario tendría toda la noche para pensar en sus actos y en sí quería aceptar o no el trato.
Mout- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 14/11/2017
Re: Todo hombre tiene un precio // Privado - Geralt
Esa inmortal estaba loca, osaba adentrarse en mi cámara con los movimientos sinuosos de una serpiente saliendo de su jarrón al ritmo de la flauta para una vez engrosada la anaconda no querer terminar el baile.
Su dedo impactó en mi pecho como si el mismo “Infernó” hubiera disparado “la verga de Satan” sobre el mismo y salí disparado hasta el lecho donde quedé tumbado.
Fruncí el ceño malhumorado iba a elevar el torso para replicar, mas unos tentáculos emergieron de debajo de la cama atrapándome contra la misma para seguramente que no volviera a intentar meter mano a su dueña.
-¿que cojones? -rugí clavando mis ojos en sus fuegos desafiando a la egipcia -te aseguro mujer, que antes de que pasen 4 lunas estarás suplicando me cuele entre tus piernas, tu no sabes lo que nos gastamos los norteños ahí abajo pero te aseguro calzamos bestias -dije ladeando la sonrisa.
La morena parecía poco interesada en la envergadura de mi mandoble, al menos en el que tenia entre las piernas, no así el que colgaba de mi espalda. Su única motivación para conmigo era que ejecutara el trabajo que ella bien podía llevar a cabo y por motivos que desconocía no quería.
De ahi que se despidió con un mañana partimos y se largó cerrando la habitación de un portazo a sus espaldas.
Tal y como eso sucedió los tentáculos se redujeron a la nada dejandome libre del influjo de la vampiresa y sus artes oscuras.
-Una gratificante visita -dije ladeando la sonrisa mientras me sacaba el verga y la sacudía imaginando a la serpiente bailando sobre ella.
No detuve mi masturbación hasta que la leche manchó mi vientre.
-Lo que te has perdido chupasangres.
A la noche siguiente estaba preparado en el muelle del puerto con un pequeño petate, bien pertrechado de acero y una sonrisa picara que delataba lo bien lo habíamos pasado juntos la noche de autos.
Su dedo impactó en mi pecho como si el mismo “Infernó” hubiera disparado “la verga de Satan” sobre el mismo y salí disparado hasta el lecho donde quedé tumbado.
Fruncí el ceño malhumorado iba a elevar el torso para replicar, mas unos tentáculos emergieron de debajo de la cama atrapándome contra la misma para seguramente que no volviera a intentar meter mano a su dueña.
-¿que cojones? -rugí clavando mis ojos en sus fuegos desafiando a la egipcia -te aseguro mujer, que antes de que pasen 4 lunas estarás suplicando me cuele entre tus piernas, tu no sabes lo que nos gastamos los norteños ahí abajo pero te aseguro calzamos bestias -dije ladeando la sonrisa.
La morena parecía poco interesada en la envergadura de mi mandoble, al menos en el que tenia entre las piernas, no así el que colgaba de mi espalda. Su única motivación para conmigo era que ejecutara el trabajo que ella bien podía llevar a cabo y por motivos que desconocía no quería.
De ahi que se despidió con un mañana partimos y se largó cerrando la habitación de un portazo a sus espaldas.
Tal y como eso sucedió los tentáculos se redujeron a la nada dejandome libre del influjo de la vampiresa y sus artes oscuras.
-Una gratificante visita -dije ladeando la sonrisa mientras me sacaba el verga y la sacudía imaginando a la serpiente bailando sobre ella.
No detuve mi masturbación hasta que la leche manchó mi vientre.
-Lo que te has perdido chupasangres.
A la noche siguiente estaba preparado en el muelle del puerto con un pequeño petate, bien pertrechado de acero y una sonrisa picara que delataba lo bien lo habíamos pasado juntos la noche de autos.
Geralt- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 11/10/2017
Re: Todo hombre tiene un precio // Privado - Geralt
La momia, a ojos de muchos, podía parecer una impía por su comportamiento, por esa sed de venganza que recorría sus venas. Sin embargo, ella era muy fiel a sus dioses, mas esos nada tenían que ver con los cristianos y sus maneras de resolver los asuntos, también distaban mucho de aquellas a las que los franceses, o incluso los europeos en su totalidad, estaban acostumbrados.
Allí estaba, quieta como una estatua. Con su porte regio, destilando poder por cada poro de su oscurecida piel. Sus ojos, completamente negros, como dos agujeros, dos pozos eternos, fijos en el horizonte, en el oleaje que, a lo lejos, parecía luchar por ver cuál de las crestas engullía antes un navío que se tambaleaba en la distancia.
Había sabido del acercamiento del humano hacía ya varios minutos. Había percibido su olor, el latido de su corazón, incluso el rumor de sus pensamientos. Pero tardó en hacerle caso aún cuando le tuvo situado al lado, y para cuando lo hizo, ni siquiera le miró a la cara. -Llegas tarde, mercenario.- Sentenció, dejando que sus iris volvieran a reducirse y adquirir aquella tonalidad miel que tenían originariamente. -Aunque sea inmortal, no deseo perder mi tiempo.- En aquel instante fue que giró la cabeza, enfrentando la mirada del sonriente Geralt. -Tú deberías aprender a apreciar el poco del que dispones.-
Sin más que añadir, emprendió el paso hacia un barco que nada tenía que ver con los buques que el norteño debía conocer. Era un kebenit egipcio, uno con el que Mout había viajado desde su tierra hasta las zonas en las que debía dar caza a los inmundos descendientes de quienes le arrebataron todo aquello que le importaba. El puente estaba bajado y ella subió por él, mientras los tripulantes dejaron de hacer aquello que estuvieran haciendo y le rindieron pleitesía, como si de una reina se tratara. No ostentaba ningún título, ellos lo sabían, pero admiraban su fuerza, su poder y tanto como la adoraban, la temían.
Se detuvo una vez al final de la pasarela y miró hacia atrás, al inicio de ésta, donde un mortal observaba todo con cara de embobado. -Sube de una vez, mercenario.- Prosiguió con su andar hasta el capitán y habló con él sobre el rumbo que tomarían. La ventaja de aquel navío era que su estructura le permitía tanto viajar por río como adentrarse en el mar más salvaje y agresivo. Los egipcios eran expertos ingenieros y sus barcos eran sólo un pequeño ejemplo de todo aquello que podían conseguir si se lo proponían.
Allí estaba, quieta como una estatua. Con su porte regio, destilando poder por cada poro de su oscurecida piel. Sus ojos, completamente negros, como dos agujeros, dos pozos eternos, fijos en el horizonte, en el oleaje que, a lo lejos, parecía luchar por ver cuál de las crestas engullía antes un navío que se tambaleaba en la distancia.
Había sabido del acercamiento del humano hacía ya varios minutos. Había percibido su olor, el latido de su corazón, incluso el rumor de sus pensamientos. Pero tardó en hacerle caso aún cuando le tuvo situado al lado, y para cuando lo hizo, ni siquiera le miró a la cara. -Llegas tarde, mercenario.- Sentenció, dejando que sus iris volvieran a reducirse y adquirir aquella tonalidad miel que tenían originariamente. -Aunque sea inmortal, no deseo perder mi tiempo.- En aquel instante fue que giró la cabeza, enfrentando la mirada del sonriente Geralt. -Tú deberías aprender a apreciar el poco del que dispones.-
Sin más que añadir, emprendió el paso hacia un barco que nada tenía que ver con los buques que el norteño debía conocer. Era un kebenit egipcio, uno con el que Mout había viajado desde su tierra hasta las zonas en las que debía dar caza a los inmundos descendientes de quienes le arrebataron todo aquello que le importaba. El puente estaba bajado y ella subió por él, mientras los tripulantes dejaron de hacer aquello que estuvieran haciendo y le rindieron pleitesía, como si de una reina se tratara. No ostentaba ningún título, ellos lo sabían, pero admiraban su fuerza, su poder y tanto como la adoraban, la temían.
Se detuvo una vez al final de la pasarela y miró hacia atrás, al inicio de ésta, donde un mortal observaba todo con cara de embobado. -Sube de una vez, mercenario.- Prosiguió con su andar hasta el capitán y habló con él sobre el rumbo que tomarían. La ventaja de aquel navío era que su estructura le permitía tanto viajar por río como adentrarse en el mar más salvaje y agresivo. Los egipcios eran expertos ingenieros y sus barcos eran sólo un pequeño ejemplo de todo aquello que podían conseguir si se lo proponían.
Mout- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 14/11/2017
Re: Todo hombre tiene un precio // Privado - Geralt
Sin duda alguna aquella mujer sabia tener súbditos, no se si a base de látigo o de miedo impuesto por el poder que la inmortal ostentaba pero todos aquello hombres acabaron ejecutando una unisona reverencia que de seguro contentó a su ama.
Me ordenó que subiera a aquella barcaza, no muy distinta a los drakkar con el que los vikingos en otros tiempos nos hicimos al mar y aunque era mas fina, seguramente dispuesta también para remontar ríos parecía estable y segura.
-No soy uno de tus esclavos -aseveré con el gesto soberbio, yo era un norteño, descendía de los vikingos y jamas me doblegaría ante nada o ante nadie.
Ella ladeó la sonrisa como si mi desafío le resultara francamente insignificante y tras u orden el barco se puso en marcha con ella en pie mirando a su alrededor como la diosa que creía ser.
-Si algo he aprendido en mi vida es que la caída es mas alta depende de hasta donde subas, vi que lo habías perdido todo, se que eres poderosa y eso me lleva a la siguiente pregunta ¿por que yo? ¿No ansias mas manchar de rojo tus manso con la sangre de quien te arrebató a tu único amor?
Sabia lo que implicaba que te arrebataran todo cuanto amabas, mujer, hijo y te dejaran sin nada. Bagué durante demasiado tiempo buscando el valhalla, odie a todo, hasta a mi mismo por haberlo permitido, por ser mas débil que el ejercito de Randulf y después empecé a ayudar a otros que en mi situación no querían perder, luche, sangre e hice sangrar hasta llegar a Akershus y tras un viaje junto a la mujer del conde, llegué a estas tierras que odiaba.
Vendería allí mi espada hasta tener el dinero suficiente como para comprar un pasaje y volver al norte con unos ahorros que me permitieran ayudar a la causa, llegaría el día en que me vengaría y por Odin que a nadie contrataría para dar muerte a ese tirano, soñaba con ser yo el que hundiera en su vientre la bastarda que pendía de mi espalda.
Me ordenó que subiera a aquella barcaza, no muy distinta a los drakkar con el que los vikingos en otros tiempos nos hicimos al mar y aunque era mas fina, seguramente dispuesta también para remontar ríos parecía estable y segura.
-No soy uno de tus esclavos -aseveré con el gesto soberbio, yo era un norteño, descendía de los vikingos y jamas me doblegaría ante nada o ante nadie.
Ella ladeó la sonrisa como si mi desafío le resultara francamente insignificante y tras u orden el barco se puso en marcha con ella en pie mirando a su alrededor como la diosa que creía ser.
-Si algo he aprendido en mi vida es que la caída es mas alta depende de hasta donde subas, vi que lo habías perdido todo, se que eres poderosa y eso me lleva a la siguiente pregunta ¿por que yo? ¿No ansias mas manchar de rojo tus manso con la sangre de quien te arrebató a tu único amor?
Sabia lo que implicaba que te arrebataran todo cuanto amabas, mujer, hijo y te dejaran sin nada. Bagué durante demasiado tiempo buscando el valhalla, odie a todo, hasta a mi mismo por haberlo permitido, por ser mas débil que el ejercito de Randulf y después empecé a ayudar a otros que en mi situación no querían perder, luche, sangre e hice sangrar hasta llegar a Akershus y tras un viaje junto a la mujer del conde, llegué a estas tierras que odiaba.
Vendería allí mi espada hasta tener el dinero suficiente como para comprar un pasaje y volver al norte con unos ahorros que me permitieran ayudar a la causa, llegaría el día en que me vengaría y por Odin que a nadie contrataría para dar muerte a ese tirano, soñaba con ser yo el que hundiera en su vientre la bastarda que pendía de mi espalda.
Geralt- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 11/10/2017
Re: Todo hombre tiene un precio // Privado - Geralt
Los comentarios del norteño eran mundanos, igual que él. Sólo un mortal necesitaría reafirmarse ante alguien que, claramente, podría matarle con el chasquido de los dedos. Mout no era una vampiresa, era una momia, su poder iba mucho más allá de lo que cualquiera pudiera imaginar o reconocer siquiera. Su sangre, que no era carmesí como la de un mortal o un cainita, era negra y espesa como el mismísimo petróleo, podrida por el paso de los siglos, pero capaz de llenar a un cuerpo, en teoría muerto, de energía.
Miró por el rabillo del ojo al mercenario que no comprendía por qué requería de su ayuda si ella era tan fuerte como parecía. La egipcia no había alardeado de sus dones y únicamente había usado una pizca de ellos para dejar claras las posiciones entre ambos, ya que el vikingo no había demostrado comprender cuál era su lugar en aquel trato que habían cerrado. -No confundas las cosas, mortal. Yo arrebataré las vidas de los culpables, pero necesito que tú me allanes el camino. Muchas de esas personas son gentes influyentes y tienen perros que guardan sus espaldas. Yo, sencillamente, me he adaptado a este mundo y he contratado a mi propio animal de presa.- No le dio importancia alguna a tratar a aquel hombre como si fuera un mero chucho, porque para ella no tenía más valor que ese. Y si él hubiese rechazado la oferta, se hubiese buscado a otro. Si había ido a dar con él había sido por su fama con la espada, aunque lo de sus escrúpulos la había echado para atrás inicialmente. Pero era una mujer sabia y, como tal, tenía muy presente que todo hombre tiene un precio en esta vida y en la siguiente. Aún tenía que toparse con uno que, por el dinero o el poder suficiente, no fuera capaz de vender su propia alma al mismísimo diablo.
El barco surcaba las aguas como si flotara sobre ellas. Cortaba el océano con suavidad, partía las olas a su paso, abriéndose camino. Nada navegaba con mayor suavidad y sutileza que un kebenit egipcio. Mout se sentía orgullosa de su procedencia, de ese linaje que, aunque putrefacto, aún corría por sus venas. La cultura era riqueza, pero por desgracia la humanidad aún era incapaz de apreciar su valor como el tesoro que era. Algún día, esperaba, las cosas cambiarían y en vez de matarse por tierras y oro, lucharían con palabras y el premio a obtener sería la sabiduría alcanzada tras un duelo inteligente y rico evolutivamente.
-Nos dirigimos a Inglaterra, allí debemos dar con cierto Lord Inglés, descendiente de egipcios con el que tengo cuentas pendientes.- Era irónico que, ella misma, llevada por esa sed de venganza que la corría, se viera abocada a contradecir sus propias esperanzas.
Miró por el rabillo del ojo al mercenario que no comprendía por qué requería de su ayuda si ella era tan fuerte como parecía. La egipcia no había alardeado de sus dones y únicamente había usado una pizca de ellos para dejar claras las posiciones entre ambos, ya que el vikingo no había demostrado comprender cuál era su lugar en aquel trato que habían cerrado. -No confundas las cosas, mortal. Yo arrebataré las vidas de los culpables, pero necesito que tú me allanes el camino. Muchas de esas personas son gentes influyentes y tienen perros que guardan sus espaldas. Yo, sencillamente, me he adaptado a este mundo y he contratado a mi propio animal de presa.- No le dio importancia alguna a tratar a aquel hombre como si fuera un mero chucho, porque para ella no tenía más valor que ese. Y si él hubiese rechazado la oferta, se hubiese buscado a otro. Si había ido a dar con él había sido por su fama con la espada, aunque lo de sus escrúpulos la había echado para atrás inicialmente. Pero era una mujer sabia y, como tal, tenía muy presente que todo hombre tiene un precio en esta vida y en la siguiente. Aún tenía que toparse con uno que, por el dinero o el poder suficiente, no fuera capaz de vender su propia alma al mismísimo diablo.
El barco surcaba las aguas como si flotara sobre ellas. Cortaba el océano con suavidad, partía las olas a su paso, abriéndose camino. Nada navegaba con mayor suavidad y sutileza que un kebenit egipcio. Mout se sentía orgullosa de su procedencia, de ese linaje que, aunque putrefacto, aún corría por sus venas. La cultura era riqueza, pero por desgracia la humanidad aún era incapaz de apreciar su valor como el tesoro que era. Algún día, esperaba, las cosas cambiarían y en vez de matarse por tierras y oro, lucharían con palabras y el premio a obtener sería la sabiduría alcanzada tras un duelo inteligente y rico evolutivamente.
-Nos dirigimos a Inglaterra, allí debemos dar con cierto Lord Inglés, descendiente de egipcios con el que tengo cuentas pendientes.- Era irónico que, ella misma, llevada por esa sed de venganza que la corría, se viera abocada a contradecir sus propias esperanzas.
Mout- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 14/11/2017
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