AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Todo por un hombre, un hombre que lo merece [+18][Privado]
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Todo por un hombre, un hombre que lo merece [+18][Privado]
*Muchas chicas del burdel cuchicheaban como unas niñas hormonadas ¿cual era el problema? bueno más bien problema no era, era lo que causaba aquella pelea de hormonas hasta en las más cortesanas que había allá, como ella casi nunca aparecia por el burdel a no ser que tuviera necesidad imperiosa de conseguir más dinero se quedó perpleja cuando vio varias chicas reir tontamente con la mirada preguntó al cansado camarero que había allá el cual le indicó que se acercase comenzando a hablar cansadamente de quien provocaba semejante alboroto* ¿En serio? *Su risa cautivaba el lugar mientras se retocaba el carmin de los labios mirandole con entretenimiento, era un simple hombre que trabajaba alla hará no mucho tiempo que tenia a todas las mujeres, clientas y clientes bastantes enloquecidos pero como la pelirroja no habia tenido la suerte de encontrarse con él planteaba con su mente pícara algun encuentro divertido con el hombre y con divertido queria referirse a una diversión "sudorosa" y ruidosa.
Agradeció con un beso en la mejilla al camarero que con la mirada nostálgica parecia haberse arrepentido de haberle dicho que era lo que sucedia porque gracias a ese hombre pocas mujeres intentaban coquetearle para tener bebidas gratis.Vino la madame dando una palmada para que todas las mujeres se moviesen y concentrasen en lo que tenian que hacer, aquello dispersó a los grupos entre las obedientes que se marcharon a sus habitaciones entre risas timidas y rubores poco comunes en una cortesana pero tambien a las rebeldes o sensuales que estaban intentando llamar la atención de ese hombre. Mar se sentó con las piernas cruzadas, habia optado por un vestido de gala de color oscuro que se transparentaba ligeramente, sus senos o sus muslos parecian ser visibles bajo aquella traviesa tela observando entre sonrisas como actuaban las mujeres.
Le dirigó una mirada a ese chico, Alejandro, se llamaba incluso el nombre era suficiente sensual como para gritarlo durante toda la noche, no se cortó con las miradas hacia el hombre, estaba cambiandose de camisa generando suspiros algo exagerados* Parece que no han visto un hombre en su vida *Comentó divertida, su voz habia sido disimulada por las charlas de algunas mujeres, no habia muchos clientes esa noche tan fria, por lo que pidio otra copa que fue a parar a su mesa rapidamente por aquel camarero tan poco solicitado que volvio a su puesto de trabajo con casi reticencia. Riendo dulce mar no podia evitar mostrar su dentadura blanca cuando parecia completamente divertida por todos aquellos hechos lanzando miradas de aprobación a ese hombre que esperaba no pasara desapercibidas*
Agradeció con un beso en la mejilla al camarero que con la mirada nostálgica parecia haberse arrepentido de haberle dicho que era lo que sucedia porque gracias a ese hombre pocas mujeres intentaban coquetearle para tener bebidas gratis.Vino la madame dando una palmada para que todas las mujeres se moviesen y concentrasen en lo que tenian que hacer, aquello dispersó a los grupos entre las obedientes que se marcharon a sus habitaciones entre risas timidas y rubores poco comunes en una cortesana pero tambien a las rebeldes o sensuales que estaban intentando llamar la atención de ese hombre. Mar se sentó con las piernas cruzadas, habia optado por un vestido de gala de color oscuro que se transparentaba ligeramente, sus senos o sus muslos parecian ser visibles bajo aquella traviesa tela observando entre sonrisas como actuaban las mujeres.
Le dirigó una mirada a ese chico, Alejandro, se llamaba incluso el nombre era suficiente sensual como para gritarlo durante toda la noche, no se cortó con las miradas hacia el hombre, estaba cambiandose de camisa generando suspiros algo exagerados* Parece que no han visto un hombre en su vida *Comentó divertida, su voz habia sido disimulada por las charlas de algunas mujeres, no habia muchos clientes esa noche tan fria, por lo que pidio otra copa que fue a parar a su mesa rapidamente por aquel camarero tan poco solicitado que volvio a su puesto de trabajo con casi reticencia. Riendo dulce mar no podia evitar mostrar su dentadura blanca cuando parecia completamente divertida por todos aquellos hechos lanzando miradas de aprobación a ese hombre que esperaba no pasara desapercibidas*
Mar Santini- Humano Clase Alta
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Re: Todo por un hombre, un hombre que lo merece [+18][Privado]
Que duro era ser un maduro con un cuerpo de Adonis.
Como Alejandro, por ejemplo. ¿Que por qué digo esa tontería? Irónica, por supuesto. Si lo digo es porque en ese día en concreto el 'muchachito' tuvo una tarde llena de miradas furtivas que se lo comían con los ojos. Miradas a las que, con el tiempo, se había acabado por acostumbrar gracias al cuerpo que con tanto esmero había trabajado. Claro. Todo lo que uno quiere requiere su esfuerzo y si él tenía esa espalda ancha y esos bien formados pectorales -A parte de por su contextura masculina.- era porque los había cuidado y aún los cuidaba con ejercicio de vez en cuando. Siempre procurando ser habitual o sabía que acabaría como esos barrigudos que veía habitualmente entrando por la puerta del burdel. Solo verlos, la pereza se le quitaba de golpe. Sí, también era un poco vanidoso cuando se miraba al espejo u observaba que le miraban disimuladamente -Algunas veces no tan disimuladamente.- pero no podía evitarlo. Así de simple, le gustaba su cuerpo y hacer disfrutar de él a otras personas era el mayor placer y recompensa que se le podría dar. Y en ese mismo momento estaba ocurriendo este 'fenómeno' de miradas, concretamente, entre él -Que intentaba aparentar el no darse cuenta de todas.- y unas cuantas cortesanas que aparentemente no tenían otra cosa mejor que hacer en ese momento.
Soltó una pequeña carcajada, la vete tu a saber cual de la noche, y miró hacia delante mientras escuchaba los gritos de la madame para despejar el revuelo que se había montado desde hacía un rato. No pudo contenerse esa carcajada. Debería apenarle que las riñeran por su culpa pero lo cierto es que su ego había subido demasiado en los últimos minutos como para apenarse por nada. Tal vez, si que empezó a arrepentirse un poco cuando observó que esa mujer con ceño fruncido caminaba hacia él. No precisamente con la mejor cara. En seguida volvió la vista hacia la copa que yacía sobre la mesa hacía ya media hora, intentando aparentar que todo eso no iba con él. - No me las distraigas, Alejandro - Escuchó una voz profunda pero que no dejaba de ser sensual, Alejandro siempre la encontraba sensual aunque estuviese gritando. En cuanto miró hacia arriba, sonrió coqueto e inocente, como siempre hacía en esas situaciones. - No puedo evitarlo, ya lo sabes. - Le guiñó un ojo picarón y no dejó la sonrisa mientras la observaba marcharse todavía con el ceño fruncido. No tenía remedio, eso mismo le había dicho con la mirada. Pero él ya lo sabía así que de nuevo retornó la vista hacia el frente, dónde ya no había el grupo de mujeres. Ahora solo había una. Estaba sentada, mirando en su dirección. Le desconcentró ligeramente ¿Estaría esperando algún cliente? La chica se le hacía conocida, de vista por el lugar. Las tenía todas bien repasadas; no necesitaba más de una mirada de echo.
Se acabó el culo del vaso de un solo trago. Notó a la perfección como le bajaba por la garganta y el Whisky le quemaba, de una manera positiva. Para él, por lo menos, ya que le encantaba la sensación de un buen alcohol en su organismo. Es hora de jugar. Se dijo así mismo mientras, con algo de pesadez, levantaba todo su cuerpo del asiento en el que había estado por más de una hora. Contemplando a la gente, dejando que le contemplaran y rechazando alguna que otra oferta que se le había presentado. Tenía momentos en los que no quería nada, solo beber y relajarse. Pues sabía que cuando quisiese algo de 'juerga' no tardaría en conseguirla. Y la mirada de la mujer hacia la que estaba caminando en ese momento le decía que ya la había conseguido. - Hasta ahora - Su lengua materna, el español, salió de una manera perfecta de sus labios. Más concretamente, las soltó justo en el momento que pasaba al lado de la pelirroja, en un susurro. Sonrió, esperando que hubiese captado la indirecta invitación que acababa de mandarle hacia dónde él iba. Su habitación. Tal vez se equivocaba y en verdad ella estaba esperando a un cliente, no a un compañero que no le pagaría nada por una noche, pero aún así él tenía ganas de darse una ducha.
Y se la daría le siguiera la muchacha o no.
Como Alejandro, por ejemplo. ¿Que por qué digo esa tontería? Irónica, por supuesto. Si lo digo es porque en ese día en concreto el 'muchachito' tuvo una tarde llena de miradas furtivas que se lo comían con los ojos. Miradas a las que, con el tiempo, se había acabado por acostumbrar gracias al cuerpo que con tanto esmero había trabajado. Claro. Todo lo que uno quiere requiere su esfuerzo y si él tenía esa espalda ancha y esos bien formados pectorales -A parte de por su contextura masculina.- era porque los había cuidado y aún los cuidaba con ejercicio de vez en cuando. Siempre procurando ser habitual o sabía que acabaría como esos barrigudos que veía habitualmente entrando por la puerta del burdel. Solo verlos, la pereza se le quitaba de golpe. Sí, también era un poco vanidoso cuando se miraba al espejo u observaba que le miraban disimuladamente -Algunas veces no tan disimuladamente.- pero no podía evitarlo. Así de simple, le gustaba su cuerpo y hacer disfrutar de él a otras personas era el mayor placer y recompensa que se le podría dar. Y en ese mismo momento estaba ocurriendo este 'fenómeno' de miradas, concretamente, entre él -Que intentaba aparentar el no darse cuenta de todas.- y unas cuantas cortesanas que aparentemente no tenían otra cosa mejor que hacer en ese momento.
Soltó una pequeña carcajada, la vete tu a saber cual de la noche, y miró hacia delante mientras escuchaba los gritos de la madame para despejar el revuelo que se había montado desde hacía un rato. No pudo contenerse esa carcajada. Debería apenarle que las riñeran por su culpa pero lo cierto es que su ego había subido demasiado en los últimos minutos como para apenarse por nada. Tal vez, si que empezó a arrepentirse un poco cuando observó que esa mujer con ceño fruncido caminaba hacia él. No precisamente con la mejor cara. En seguida volvió la vista hacia la copa que yacía sobre la mesa hacía ya media hora, intentando aparentar que todo eso no iba con él. - No me las distraigas, Alejandro - Escuchó una voz profunda pero que no dejaba de ser sensual, Alejandro siempre la encontraba sensual aunque estuviese gritando. En cuanto miró hacia arriba, sonrió coqueto e inocente, como siempre hacía en esas situaciones. - No puedo evitarlo, ya lo sabes. - Le guiñó un ojo picarón y no dejó la sonrisa mientras la observaba marcharse todavía con el ceño fruncido. No tenía remedio, eso mismo le había dicho con la mirada. Pero él ya lo sabía así que de nuevo retornó la vista hacia el frente, dónde ya no había el grupo de mujeres. Ahora solo había una. Estaba sentada, mirando en su dirección. Le desconcentró ligeramente ¿Estaría esperando algún cliente? La chica se le hacía conocida, de vista por el lugar. Las tenía todas bien repasadas; no necesitaba más de una mirada de echo.
Se acabó el culo del vaso de un solo trago. Notó a la perfección como le bajaba por la garganta y el Whisky le quemaba, de una manera positiva. Para él, por lo menos, ya que le encantaba la sensación de un buen alcohol en su organismo. Es hora de jugar. Se dijo así mismo mientras, con algo de pesadez, levantaba todo su cuerpo del asiento en el que había estado por más de una hora. Contemplando a la gente, dejando que le contemplaran y rechazando alguna que otra oferta que se le había presentado. Tenía momentos en los que no quería nada, solo beber y relajarse. Pues sabía que cuando quisiese algo de 'juerga' no tardaría en conseguirla. Y la mirada de la mujer hacia la que estaba caminando en ese momento le decía que ya la había conseguido. - Hasta ahora - Su lengua materna, el español, salió de una manera perfecta de sus labios. Más concretamente, las soltó justo en el momento que pasaba al lado de la pelirroja, en un susurro. Sonrió, esperando que hubiese captado la indirecta invitación que acababa de mandarle hacia dónde él iba. Su habitación. Tal vez se equivocaba y en verdad ella estaba esperando a un cliente, no a un compañero que no le pagaría nada por una noche, pero aún así él tenía ganas de darse una ducha.
Y se la daría le siguiera la muchacha o no.
Alejandro Garay- Prostituta Clase Baja
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Re: Todo por un hombre, un hombre que lo merece [+18][Privado]
*La mujer no controló una fluida sonrisa que salió de sus labios el que alejandro hablase también el idioma natal de mar se le hacia absurdamente emocionante pero no lo reflejaba, no quería ir perdiendo la feminidad que estaba expresando ahora para perderla con unas cuentas preguntas que habia aprendido no tenían ningún sentido. Todos tenían un pasado que se ofrecía de distintas maneras como los ricos que lo presentaban orgullosamente alardeando de la sangre que corría por sus venas o el escondido como los pobres o la mayor parte de extranjeros que venían a paris. Esperó que pasaran unos minutos de cortesía para dejar ventaja a aquel hombre { pero tambien para mirarle por atrás } los rasgos del varón eran esclarecedores, suficiente para saber que ya sabía que era hermoso aunque se lo recordasen con más de una mirada furtiva, Mar se levantó haciendo resonar sus tacones por el suelo que pisaba para indicar que efectivamente seguiría detrás de aquel hombre.
Descaradamente se quedó al lado del hombre pero no hizo lo que había presenciado en otras mujeres, no le tomo la mano, no le rozó, no le insinuó, solo dejó que el vaivén sensual de sus exuberantes caderas cortase el viento de manera planeada, sus cabellos que no estaban recogidos paseaban de sus hombros a su cuello produciendole algunas vagas cosquillas a la pelirroja que habia aprendido a esconder con el tiempo, sus senos que carecian de sosten se mecian al paso elegante poco común en una cortesana especialmente las que tenian senos de buen tamaño que corrian o los dejaban salir en cuando el cliente las mirase ella en cambio usaba el descaro entre las sabanas no antes* Bastante agradable, más que la mía *Su lengua materna, el español también salió a la luz aunque algo suave pues el francés que ocupaba la mayor parte del tiempo a veces creía haber vencido sobre su lengua de nacimiento.
Ella había nacido en Barcelona y habia permanecido muchos años allá era dificil olvidarse de lo único que le mantenia a esa odiosa españa, a lo mejor habia cambiado pero el día que ella se fue lo hizo con la cabeza alta dejando a los hombres que se creían dioses y a las mujeres transformadas en perros religiosos. En fin esos pensamientos se dispersaron tan rápido como la sonrisa que apareció en los labios de la mujer, no habia detenido en ningún momento a aquel hombre que ahora parecía dirigirse a la ducha como si ella tambien fuera invitada {algo que le daba igual si le echaba o no} se adentró hacia el baño observándolo de reojo, tenia siempre curiosidad de los baños masculinos, no hacía falta expresar con palabras lo que su rostro ya reflejaba que era un lugar bastante agradable, ahora si fue cuando tomó cuidadosamente el mentón de aquel hombre fijando sus ojos claros sobre los de él, la dulzura de su sonrisa se tornó juguetona cuando depositó un beso suave en los labios ajenos* Disfruta de la ducha *Se alejó cuando habia iniciado aquel tacto sentándose en el lavabo con las piernas cruzadas, la frialdad le sacudió por unos momentos erizando que era más sensible de lo que parecía agradeciendo que tan solo hubiese durado unos escuetos segundos insuficientes como para que alguien se diese cuenta.
No iba a comportarse como las demás { aunque algo dentro de ella le decía que lo haría tarde o tempranl } bien sabía tambien que el hombre no iba a importarle si estuviera allá o no, sentada o de pie, mirandole o tocándose nada más que el momento era lo que importaba, por eso a ella le gusaba el sexo que surgía entre quienes conocían las facetas de la sensualidad pues ahora el calor acariciaba todo su cuerpo de una manera apetecible devorando primero desde las puntas de sus dedos hacia sus hombros, ese calor era lo que en mas de una ocasión habia transformado a la elegante mujer en una mujer pervertida, le gustaba tentar, provocar primero sutil y después de un modo tan directo que enloquecia a los hombres. Eran como titanes que se habían encontrado, el le buscaría a ella, ella le buscaría a él aunque primero se preocupaban de quien era el primero en dar el paso gradualmente eso les importaria demasiado poco*
Descaradamente se quedó al lado del hombre pero no hizo lo que había presenciado en otras mujeres, no le tomo la mano, no le rozó, no le insinuó, solo dejó que el vaivén sensual de sus exuberantes caderas cortase el viento de manera planeada, sus cabellos que no estaban recogidos paseaban de sus hombros a su cuello produciendole algunas vagas cosquillas a la pelirroja que habia aprendido a esconder con el tiempo, sus senos que carecian de sosten se mecian al paso elegante poco común en una cortesana especialmente las que tenian senos de buen tamaño que corrian o los dejaban salir en cuando el cliente las mirase ella en cambio usaba el descaro entre las sabanas no antes* Bastante agradable, más que la mía *Su lengua materna, el español también salió a la luz aunque algo suave pues el francés que ocupaba la mayor parte del tiempo a veces creía haber vencido sobre su lengua de nacimiento.
Ella había nacido en Barcelona y habia permanecido muchos años allá era dificil olvidarse de lo único que le mantenia a esa odiosa españa, a lo mejor habia cambiado pero el día que ella se fue lo hizo con la cabeza alta dejando a los hombres que se creían dioses y a las mujeres transformadas en perros religiosos. En fin esos pensamientos se dispersaron tan rápido como la sonrisa que apareció en los labios de la mujer, no habia detenido en ningún momento a aquel hombre que ahora parecía dirigirse a la ducha como si ella tambien fuera invitada {algo que le daba igual si le echaba o no} se adentró hacia el baño observándolo de reojo, tenia siempre curiosidad de los baños masculinos, no hacía falta expresar con palabras lo que su rostro ya reflejaba que era un lugar bastante agradable, ahora si fue cuando tomó cuidadosamente el mentón de aquel hombre fijando sus ojos claros sobre los de él, la dulzura de su sonrisa se tornó juguetona cuando depositó un beso suave en los labios ajenos* Disfruta de la ducha *Se alejó cuando habia iniciado aquel tacto sentándose en el lavabo con las piernas cruzadas, la frialdad le sacudió por unos momentos erizando que era más sensible de lo que parecía agradeciendo que tan solo hubiese durado unos escuetos segundos insuficientes como para que alguien se diese cuenta.
No iba a comportarse como las demás { aunque algo dentro de ella le decía que lo haría tarde o tempranl } bien sabía tambien que el hombre no iba a importarle si estuviera allá o no, sentada o de pie, mirandole o tocándose nada más que el momento era lo que importaba, por eso a ella le gusaba el sexo que surgía entre quienes conocían las facetas de la sensualidad pues ahora el calor acariciaba todo su cuerpo de una manera apetecible devorando primero desde las puntas de sus dedos hacia sus hombros, ese calor era lo que en mas de una ocasión habia transformado a la elegante mujer en una mujer pervertida, le gustaba tentar, provocar primero sutil y después de un modo tan directo que enloquecia a los hombres. Eran como titanes que se habían encontrado, el le buscaría a ella, ella le buscaría a él aunque primero se preocupaban de quien era el primero en dar el paso gradualmente eso les importaria demasiado poco*
Mar Santini- Humano Clase Alta
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Re: Todo por un hombre, un hombre que lo merece [+18][Privado]
Malditos baños compartidos.
Fue lo único que pudo pasar por la mente de Alejandro cuando vio el panorama que se asomaba fuera del cubículo de la ducha en ese momento. Tenía a un cañón de mujer sentada en el retrete y la vista bajo sus piernas cruzadas le dio todo un 'bom' a su corazón. Y a su cuerpo entero. ¿Si lo había acompañado hasta allí, por qué no se metía con él? No podía entender en qué pensaba. Pocas mujeres habían estado en el mismo baño, con él a punto de desnudarse a solo unos metros y resistiéndose de esa manera. Frunció el ceño al darse cuenta de que no le gustaba ese pensamiento. Miró hacia abajo, el pequeño semi-bulto del pantalón estaba de acuerdo con su cerebro. ¡Milagro! Bueno, no, en estos temas tan 'delicados' casi siempre coexistían ambas cosas sin problemas. Por suerte para él y para su trabajo. Aprovecharía su juventud hasta el completo final, hasta que se extinguiese por completo y no le quedara más opción que abandonarse. Le dio una especie de repelús de solo pensar en ello. Verse viejo o 'inservible', sin poder desfogar sus necesidades sexuales, tal vez podía resultar uno de sus mayores temores. Por desgracia.
Soltó un suspiro dándose cuenta de que sus pensamientos lo estaban llevando por las ramas. Dio otro vistazo por la raja que le dejaba ver la cortina de la ducha, ahí seguía la mujer, impasible y al parecer esperando a que terminase. Solo habían pasado unos cuantos minutos desde que le había dado un pequeño beso y lo había dejado allí, claramente había captado su indirecta. De sobras se la veía espabilada. Y cuál fue la sorpresa de Alejandro al escucharla vagamente hablar en Español. Definitivamente en algún momento le habían dicho comentado que ella sabía la lengua, aunque todavía no acertaba a recordar cuando.
Si solo...
Empezó a quitarse la ropa tras darle al agua caliente, aquel cubículo era pequeño pero lo suficiente amplio como para no mojarse demasiado. O tal vez era que la ducha no tenía la potencia suficiente. Primero sacó su camisa, detrás de ella fueron los pantalones y para acabar la ropa interior. La especie de 'saco' llamado zapato que utilizaba para estar por allí ya lo había dejado tras la cortina. Colocó las prendas colgadas a su lado derecho, tocando la ducha pegada a la suya, y se metió debajo del chorro que caía por todo el lugar. Le encantaba el agua caliente, más que la fría. Todo lo que tuviese que ver con el frío le traía muy malos recuerdos. Enjabonarse y demás fue una tarea rápida y sencilla, como siempre que se daba una ducha. No entendía como las mujeres podían demorarse tanto en limpiar su cuerpo, cuando resultaba tan simple. Darse esos largos baños en bañeras, por otra parte, nunca había sido uno de sus gustos. Aunque de vez en cuando sí que las había compartido con sus compañeras de noche, un toque extra que endulzaba bastante el momento.
- No tengo toalla - Susurró para si mismo cuando ya no había casi rastro de jabón por su cuerpo, al darse cuenta de eso precisamente. La chica le había distraído completamente y se había olvidado de coger la toalla de su habitación; eso de tener que usar baños compartidos por problemas en el que había en su habitación le fastidiaba bastante. Por otra parte, cuando escuchó unas voces que se acercaban hasta dónde estaban ellos pensó que le vendría bien la poca intimidad. Después de todo, no hay mal que por bien no venga. - Creo que viene alguien - Murmuró sacando la cabeza por la cortina y observando de nuevo a la mujer, que seguía en el mismo lugar donde la dejó minutos atrás. Salió entonces, completamente desnudo y mojado, y sin pudor alguno caminó en su dirección. - Me parece que es una de las chicas con un cliente, ven - La agarró de uno de sus brazos y arrastró, literalmente, por dónde había venido. Hacia el cubículo de la ducha. Sin miramientos la empujó hacia el chorro de agua que todavía estaba en funcionamiento y justo un segundo antes de que la pareja entrara en el baño Alejandro dio un paso hacia delante, ocultándose junto a su bella compañera tras esa cortina que les daba la intimidad suficiente.
Sonrió divertido e hizo una señal de silencio con su dedo índice sobre sus propios labios, por si a ella se le ocurría gritarle o algo semblante. No hubo mal que por bien no viniese.
Disculpa la demoraFue lo único que pudo pasar por la mente de Alejandro cuando vio el panorama que se asomaba fuera del cubículo de la ducha en ese momento. Tenía a un cañón de mujer sentada en el retrete y la vista bajo sus piernas cruzadas le dio todo un 'bom' a su corazón. Y a su cuerpo entero. ¿Si lo había acompañado hasta allí, por qué no se metía con él? No podía entender en qué pensaba. Pocas mujeres habían estado en el mismo baño, con él a punto de desnudarse a solo unos metros y resistiéndose de esa manera. Frunció el ceño al darse cuenta de que no le gustaba ese pensamiento. Miró hacia abajo, el pequeño semi-bulto del pantalón estaba de acuerdo con su cerebro. ¡Milagro! Bueno, no, en estos temas tan 'delicados' casi siempre coexistían ambas cosas sin problemas. Por suerte para él y para su trabajo. Aprovecharía su juventud hasta el completo final, hasta que se extinguiese por completo y no le quedara más opción que abandonarse. Le dio una especie de repelús de solo pensar en ello. Verse viejo o 'inservible', sin poder desfogar sus necesidades sexuales, tal vez podía resultar uno de sus mayores temores. Por desgracia.
Soltó un suspiro dándose cuenta de que sus pensamientos lo estaban llevando por las ramas. Dio otro vistazo por la raja que le dejaba ver la cortina de la ducha, ahí seguía la mujer, impasible y al parecer esperando a que terminase. Solo habían pasado unos cuantos minutos desde que le había dado un pequeño beso y lo había dejado allí, claramente había captado su indirecta. De sobras se la veía espabilada. Y cuál fue la sorpresa de Alejandro al escucharla vagamente hablar en Español. Definitivamente en algún momento le habían dicho comentado que ella sabía la lengua, aunque todavía no acertaba a recordar cuando.
Si solo...
Empezó a quitarse la ropa tras darle al agua caliente, aquel cubículo era pequeño pero lo suficiente amplio como para no mojarse demasiado. O tal vez era que la ducha no tenía la potencia suficiente. Primero sacó su camisa, detrás de ella fueron los pantalones y para acabar la ropa interior. La especie de 'saco' llamado zapato que utilizaba para estar por allí ya lo había dejado tras la cortina. Colocó las prendas colgadas a su lado derecho, tocando la ducha pegada a la suya, y se metió debajo del chorro que caía por todo el lugar. Le encantaba el agua caliente, más que la fría. Todo lo que tuviese que ver con el frío le traía muy malos recuerdos. Enjabonarse y demás fue una tarea rápida y sencilla, como siempre que se daba una ducha. No entendía como las mujeres podían demorarse tanto en limpiar su cuerpo, cuando resultaba tan simple. Darse esos largos baños en bañeras, por otra parte, nunca había sido uno de sus gustos. Aunque de vez en cuando sí que las había compartido con sus compañeras de noche, un toque extra que endulzaba bastante el momento.
- No tengo toalla - Susurró para si mismo cuando ya no había casi rastro de jabón por su cuerpo, al darse cuenta de eso precisamente. La chica le había distraído completamente y se había olvidado de coger la toalla de su habitación; eso de tener que usar baños compartidos por problemas en el que había en su habitación le fastidiaba bastante. Por otra parte, cuando escuchó unas voces que se acercaban hasta dónde estaban ellos pensó que le vendría bien la poca intimidad. Después de todo, no hay mal que por bien no venga. - Creo que viene alguien - Murmuró sacando la cabeza por la cortina y observando de nuevo a la mujer, que seguía en el mismo lugar donde la dejó minutos atrás. Salió entonces, completamente desnudo y mojado, y sin pudor alguno caminó en su dirección. - Me parece que es una de las chicas con un cliente, ven - La agarró de uno de sus brazos y arrastró, literalmente, por dónde había venido. Hacia el cubículo de la ducha. Sin miramientos la empujó hacia el chorro de agua que todavía estaba en funcionamiento y justo un segundo antes de que la pareja entrara en el baño Alejandro dio un paso hacia delante, ocultándose junto a su bella compañera tras esa cortina que les daba la intimidad suficiente.
Sonrió divertido e hizo una señal de silencio con su dedo índice sobre sus propios labios, por si a ella se le ocurría gritarle o algo semblante. No hubo mal que por bien no viniese.
Alejandro Garay- Prostituta Clase Baja
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Re: Todo por un hombre, un hombre que lo merece [+18][Privado]
* Entre cortesanos se entendían demasiado bien, cuando el agua caía no importaba si habia una cortina que le impedía ver de todo aquella escena, la silueta de aquel hombre era sin duda deliciosa, sin embargo aún no podía actuar. Si hubiera sido otro momento ella se habría lanzado hacia él acariciando por completo su espalda uniéndose a la ducha, podía sentir incluso el agua caer por sus senos mientras él se arrodillaba para besar su cuello * Tonta *Se replicó en un tono suave para que solo ella pudiese escucharlo, se había excitado solo de pensar aquella imagen de aquel hombre cumpliendo todos los deseos de la pelirroja pero al mismo tiempo siendo ella la que fuese una sierva fiel para cumplir todas las fantasías que se le ocurriesen a él, de mil formas siendo cada una más erótica que la anterior.
Miró hacia el frente por unos segundos, en las duchas el olor era parecido al de un elixir afrodisiaco que estaba cayendo sobre ambos, el olor a jabón e incluso el vapor de agua era una mera excusa para distraerse de aquella fortaleza que planeaba poseer. Iba a perder su momento de gloria hasta que él apareció completamente desnudo, le miró a los ojos fijamente* Espera, te la alcanzaré yo * Se puso en pie, había bastante diferencia de alturas, mayor sería cuando ella se deshiciera de los tacones que llevaba, distraida tomó una toalla mientras le miraba de reojo, era disimulada para verle completamente. Era un cuerpo moreno, atlético con un físico que atrapaba a todas las mujeres ahora entendía porqué muchas de ese burdel estaban con la lengua arrastrando solo por aquel hombre* ¿Q-que? *Por primera vez se permitió un tartamudeo, la toalla cayó al suelo escuchando los sonidos cercanos de alguien que se acercaba.
Sin más miramientos su cuerpo se apretó contra la pared justo debajo de aquel chorro de agua, sonrió de costado, traviesa* Shh... *repitió lo que él había dicho, el agua había transformado a Mar en alguien más auténtica, el maquillaje había desaparecido con envidiable rápidez dejando su piel al descubierto, las mejillas sonrosadas que parecían un tenue rubor afirmaba su piel, sus cabellos caían por sus hombros y su espalda, recibiendo uno o dos mechones en sus mejillas, aquel volumen de rizos rojos se había disuelto con rápidez realzando los rasgos sensuales de la pelirroja, el vestido...¿que importaba? la tela completamente humeda se apegaba al cuerpo, podía sentir como su piel se humedecía asfixiándose contra la tela. Ambas miradas se encontraron mientras ladeaba el rostro viajando con su mirada hacia los labios de aquel hombre.
Una mirada coqueta pero divertida mientras sonreía de manera juguetona, ambos estaban escondidos...de un momento a otro escuchó los gemidos de aquella mujer pero no solo eso sino también los muelles de la cama, muchas de las camas tenían muelles más sonoros porque cuanto más sonase más "ego" subían a los hombres que acudían a esas habitaciones, a veces pensaba que un burdel no era tan sencillo como lo había pensado, mientras que el agua seguía cayendo parecía estallar entre aquella tensión sexual que se podía cortar con un cuchillo "si, ah, si dame mas oh dios si" aquella mujer no paraba de gemir lo cual aumentaba la morbosidad de aquel momento* Creo que nos vamos a quedar aqui un buen rato *Su español nuevamente salió a la luz, ya que no debía de hablar en francés no le importaba usar el español al menos cuando estaba con ese hombre.*
Entonces aprovecharé también ¿no lo ve justo? *Se volteó dejando su rostro ladeado, mirándole aún a los ojos de una manera felina, mientras sus manos se colocaron en sus hombros como si de pronto le doliese el cuello pero solo era un movimiento disimulado para bajar sus manos por la tela, arrastrándola poco a poco por los hombros, hasta que cedió en un par de segundos debido sobre todo al peso del agua, su espalda quedó desnuda brillando por el agua que caía sobre su piel aunque también parecía esconderse con el telón de hebras rojizas que caían por la espalda de la cortesana, sus caderas estaban siendo parcialmente escondidas por su ropa interior que empezaba a transparentarse por el goteo constante del agua.
La ropa interior de las cortesanas debía de ser sensual, una tela sencilla de rompes como muchos deseaban, esa era precisamente la ropa interior que llevaba ahora mismo de un tono sutil y claro, sus gluteos empezaban a hacerse presentes gracias a aquella suave tela, alzó suavemente las caderas logrando un roce con el cuerpo de Alejandro* Perdon...*Sonrió al decir aquello alzando sus manos hacia sus cabellos pelirrojos, hábilmente los sujetó haciendo una cola alta, aquel tipo de colas aumentaba la sensualidad del cuello, pues mostraba su nuca, sus hombros una parte tan femenina como atrayente*
Off- Lamento la tardanza y también si el post no me salió del todo bien. ¡ me disculpo !
Miró hacia el frente por unos segundos, en las duchas el olor era parecido al de un elixir afrodisiaco que estaba cayendo sobre ambos, el olor a jabón e incluso el vapor de agua era una mera excusa para distraerse de aquella fortaleza que planeaba poseer. Iba a perder su momento de gloria hasta que él apareció completamente desnudo, le miró a los ojos fijamente* Espera, te la alcanzaré yo * Se puso en pie, había bastante diferencia de alturas, mayor sería cuando ella se deshiciera de los tacones que llevaba, distraida tomó una toalla mientras le miraba de reojo, era disimulada para verle completamente. Era un cuerpo moreno, atlético con un físico que atrapaba a todas las mujeres ahora entendía porqué muchas de ese burdel estaban con la lengua arrastrando solo por aquel hombre* ¿Q-que? *Por primera vez se permitió un tartamudeo, la toalla cayó al suelo escuchando los sonidos cercanos de alguien que se acercaba.
Sin más miramientos su cuerpo se apretó contra la pared justo debajo de aquel chorro de agua, sonrió de costado, traviesa* Shh... *repitió lo que él había dicho, el agua había transformado a Mar en alguien más auténtica, el maquillaje había desaparecido con envidiable rápidez dejando su piel al descubierto, las mejillas sonrosadas que parecían un tenue rubor afirmaba su piel, sus cabellos caían por sus hombros y su espalda, recibiendo uno o dos mechones en sus mejillas, aquel volumen de rizos rojos se había disuelto con rápidez realzando los rasgos sensuales de la pelirroja, el vestido...¿que importaba? la tela completamente humeda se apegaba al cuerpo, podía sentir como su piel se humedecía asfixiándose contra la tela. Ambas miradas se encontraron mientras ladeaba el rostro viajando con su mirada hacia los labios de aquel hombre.
Una mirada coqueta pero divertida mientras sonreía de manera juguetona, ambos estaban escondidos...de un momento a otro escuchó los gemidos de aquella mujer pero no solo eso sino también los muelles de la cama, muchas de las camas tenían muelles más sonoros porque cuanto más sonase más "ego" subían a los hombres que acudían a esas habitaciones, a veces pensaba que un burdel no era tan sencillo como lo había pensado, mientras que el agua seguía cayendo parecía estallar entre aquella tensión sexual que se podía cortar con un cuchillo "si, ah, si dame mas oh dios si" aquella mujer no paraba de gemir lo cual aumentaba la morbosidad de aquel momento* Creo que nos vamos a quedar aqui un buen rato *Su español nuevamente salió a la luz, ya que no debía de hablar en francés no le importaba usar el español al menos cuando estaba con ese hombre.*
Entonces aprovecharé también ¿no lo ve justo? *Se volteó dejando su rostro ladeado, mirándole aún a los ojos de una manera felina, mientras sus manos se colocaron en sus hombros como si de pronto le doliese el cuello pero solo era un movimiento disimulado para bajar sus manos por la tela, arrastrándola poco a poco por los hombros, hasta que cedió en un par de segundos debido sobre todo al peso del agua, su espalda quedó desnuda brillando por el agua que caía sobre su piel aunque también parecía esconderse con el telón de hebras rojizas que caían por la espalda de la cortesana, sus caderas estaban siendo parcialmente escondidas por su ropa interior que empezaba a transparentarse por el goteo constante del agua.
La ropa interior de las cortesanas debía de ser sensual, una tela sencilla de rompes como muchos deseaban, esa era precisamente la ropa interior que llevaba ahora mismo de un tono sutil y claro, sus gluteos empezaban a hacerse presentes gracias a aquella suave tela, alzó suavemente las caderas logrando un roce con el cuerpo de Alejandro* Perdon...*Sonrió al decir aquello alzando sus manos hacia sus cabellos pelirrojos, hábilmente los sujetó haciendo una cola alta, aquel tipo de colas aumentaba la sensualidad del cuello, pues mostraba su nuca, sus hombros una parte tan femenina como atrayente*
Off- Lamento la tardanza y también si el post no me salió del todo bien. ¡ me disculpo !
Mar Santini- Humano Clase Alta
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Re: Todo por un hombre, un hombre que lo merece [+18][Privado]
Recoges lo que siembras.
Y Alejandro estaba empezando a ver esos frutos de la semillita que acababa de plantar al meterse con la muchacha dentro de la ducha. O, más concretamente, al obligarla a meterse ante la situación de escuchar como una pareja entraba dentro de la habitación. Gajes del oficio teniendo en cuenta que ese 'baño compartido' solo era una habitación más, la que estaba supuestamente reservada para imprevistos. Sí, imprevistos como los de esa pareja. Cuánto más tiempo pasaba más se podía adivinar que su intención no era parar a comprobar si había alguien más allí dentro, como por ejemplo ellos. Y a Alejandro ni se le ocurrió pensar en cerrar la puerta al dar por echo que, teniendo en cuenta la fama de ese lugar, quien quisiera utilizarla comprobaría primero. Pues no. Por otra parte, todavía no se había fastidiado del todo. Bajó su mirada a su 'mini yo' -No tan mini.- que parecía crecer con cada gemido que se escuchaba. Primero se empotraron contra la pared y el escuchar los muelles de la cama indicó cuando empezaron con lo bueno de la fiesta. Lo cierto es que escucharles también le habían dado ganas a él de empezar con una buena fiesta y la pelirroja no se lo estaba poniendo fácil ¿Se creía que era imbécil y no se daba cuenta de la más que evidente provocación? "Creo que nos vamos a quedar aquí un buen rato, aprovecharé también ¿No lo ve justo?" Sí, claro. Asintió mentalmente el cortesano mientras hacía oídos sordos. Le gustaban los juegos pero esa faceta de hacerse el inocentón ya se le había pasado años atrás.
Mientras observaba por el rabillo del ojo como la mujer se medio desnudaba, por el resto estaba pendiente de que la pareja no entrara por la puerta. Se debatía entre si salir y cerrar la puerta, sabía que no les cortaría el rollo, o empezar con lo que tenía previsto sin salir de allí. Lo que le daba bastante pereza. Y que, por otra parte, daba la posibilidad de que los pillaran; un morbo extra a la ya de por si situación de estar dos 'desconocidos' bajo el agua. El agua siempre daba al cuerpo humano un toque muy sensual, parecía que había sido creada expresamente para tentar al cuerpo humano. Y no solo para ser bebida.
Perdón...
Esa ya si fue la gota que colmó el vaso. ¿Perdón? Acababa de rozar sus caderas con la entrepierna de Alejandro ¿Y solo se le ocurría decir perdón? Con ese aire inocente, como si de verdad no lo hubiese echo a propósito...Alejandro se debatía, una vez más, entre seguir su jueguecito -Lo que parecía divertirla bastante.- o dejarle claro lo que quería y para lo que la había metido allí dentro; aunque el cómo la había metido no era precisamente algo que hubiese previsto. Pero, lo que importaba en el fondo, es que la quería dentro. Dentro de la ducha. Dentro de la cama. Meterse dentro de 'ella'. Podéis jugar todo lo que queráis con esas palabras que, posiblemente, todas las pervertidas que se os ocurran estarán acertadas. Simplemente por el echo de que así resultaba ser Alejandro. Y ese mismo pensamiento fue lo que le dio la señal que había estado esperando.
Sonrió, seguro de si mismo, mientras una de sus manos echaba hacia detrás alguno de los mechones rebeldes que se empeñaban en colocarse hacia delante. Entrecerró los ojos solo durante un instante, el suficiente para que al abrirlos concentrara su mirada en la pelirroja. Aunque esta no pudiera verlo bien, debía temerle si sabía lo que le convenía. Por la manera en que le coqueteaba y seducía estaba claro que lo que quería distaba de lo que le convenía. En un sutil movimiento, su propio cuerpo acorraló al de la muchacha contra la pared. Sus manos, ágiles, se colocaron a un lado y a otro del cuello femenino. Y su imponente cuerpo se empezó a cernir sobre el ajeno para que pudiese notar bien su presencia. En una de estas, con su rodilla y gracias a la estrechez del plato de ducha, cerró el grifo del agua. ¿Habéis probado a hablar bajo el agua? Resulta de lo más incómodo. - No juegues conmigo, chèrie - Habló, por fin, ahora que el agua no le entorpecía en ninguno de los sentidos. Ya había cumplido su cometido, empaparlos para enriquecer la experiencia, ahora no tenía cabida dentro de aquel pequeño cubículo. - Yo no soy como los muchachos que ves por aquí; me gusta ir directo al grano - Advirtió, no como una amenaza sino como un echo. Su mano derecha se deslizó por el cuerpo femenino, pasando de largo por el costado de uno de sus pechos hacia lo que era su destino; la entrepierna. El bello púbico, mojado, le impidió acariciar con el 'corazón' directamente los labios vaginales que no tardó en atacar en cuanto los despejó.
Y, mientras tanto, sus ojos no se desviaban del rostro ajeno; pendiente de cualquier tipo de reacción que le indicara cómo debía continuar.
Y Alejandro estaba empezando a ver esos frutos de la semillita que acababa de plantar al meterse con la muchacha dentro de la ducha. O, más concretamente, al obligarla a meterse ante la situación de escuchar como una pareja entraba dentro de la habitación. Gajes del oficio teniendo en cuenta que ese 'baño compartido' solo era una habitación más, la que estaba supuestamente reservada para imprevistos. Sí, imprevistos como los de esa pareja. Cuánto más tiempo pasaba más se podía adivinar que su intención no era parar a comprobar si había alguien más allí dentro, como por ejemplo ellos. Y a Alejandro ni se le ocurrió pensar en cerrar la puerta al dar por echo que, teniendo en cuenta la fama de ese lugar, quien quisiera utilizarla comprobaría primero. Pues no. Por otra parte, todavía no se había fastidiado del todo. Bajó su mirada a su 'mini yo' -No tan mini.- que parecía crecer con cada gemido que se escuchaba. Primero se empotraron contra la pared y el escuchar los muelles de la cama indicó cuando empezaron con lo bueno de la fiesta. Lo cierto es que escucharles también le habían dado ganas a él de empezar con una buena fiesta y la pelirroja no se lo estaba poniendo fácil ¿Se creía que era imbécil y no se daba cuenta de la más que evidente provocación? "Creo que nos vamos a quedar aquí un buen rato, aprovecharé también ¿No lo ve justo?" Sí, claro. Asintió mentalmente el cortesano mientras hacía oídos sordos. Le gustaban los juegos pero esa faceta de hacerse el inocentón ya se le había pasado años atrás.
Mientras observaba por el rabillo del ojo como la mujer se medio desnudaba, por el resto estaba pendiente de que la pareja no entrara por la puerta. Se debatía entre si salir y cerrar la puerta, sabía que no les cortaría el rollo, o empezar con lo que tenía previsto sin salir de allí. Lo que le daba bastante pereza. Y que, por otra parte, daba la posibilidad de que los pillaran; un morbo extra a la ya de por si situación de estar dos 'desconocidos' bajo el agua. El agua siempre daba al cuerpo humano un toque muy sensual, parecía que había sido creada expresamente para tentar al cuerpo humano. Y no solo para ser bebida.
Perdón...
Esa ya si fue la gota que colmó el vaso. ¿Perdón? Acababa de rozar sus caderas con la entrepierna de Alejandro ¿Y solo se le ocurría decir perdón? Con ese aire inocente, como si de verdad no lo hubiese echo a propósito...Alejandro se debatía, una vez más, entre seguir su jueguecito -Lo que parecía divertirla bastante.- o dejarle claro lo que quería y para lo que la había metido allí dentro; aunque el cómo la había metido no era precisamente algo que hubiese previsto. Pero, lo que importaba en el fondo, es que la quería dentro. Dentro de la ducha. Dentro de la cama. Meterse dentro de 'ella'. Podéis jugar todo lo que queráis con esas palabras que, posiblemente, todas las pervertidas que se os ocurran estarán acertadas. Simplemente por el echo de que así resultaba ser Alejandro. Y ese mismo pensamiento fue lo que le dio la señal que había estado esperando.
Sonrió, seguro de si mismo, mientras una de sus manos echaba hacia detrás alguno de los mechones rebeldes que se empeñaban en colocarse hacia delante. Entrecerró los ojos solo durante un instante, el suficiente para que al abrirlos concentrara su mirada en la pelirroja. Aunque esta no pudiera verlo bien, debía temerle si sabía lo que le convenía. Por la manera en que le coqueteaba y seducía estaba claro que lo que quería distaba de lo que le convenía. En un sutil movimiento, su propio cuerpo acorraló al de la muchacha contra la pared. Sus manos, ágiles, se colocaron a un lado y a otro del cuello femenino. Y su imponente cuerpo se empezó a cernir sobre el ajeno para que pudiese notar bien su presencia. En una de estas, con su rodilla y gracias a la estrechez del plato de ducha, cerró el grifo del agua. ¿Habéis probado a hablar bajo el agua? Resulta de lo más incómodo. - No juegues conmigo, chèrie - Habló, por fin, ahora que el agua no le entorpecía en ninguno de los sentidos. Ya había cumplido su cometido, empaparlos para enriquecer la experiencia, ahora no tenía cabida dentro de aquel pequeño cubículo. - Yo no soy como los muchachos que ves por aquí; me gusta ir directo al grano - Advirtió, no como una amenaza sino como un echo. Su mano derecha se deslizó por el cuerpo femenino, pasando de largo por el costado de uno de sus pechos hacia lo que era su destino; la entrepierna. El bello púbico, mojado, le impidió acariciar con el 'corazón' directamente los labios vaginales que no tardó en atacar en cuanto los despejó.
Y, mientras tanto, sus ojos no se desviaban del rostro ajeno; pendiente de cualquier tipo de reacción que le indicara cómo debía continuar.
*El blanco indica los diálogos en Español.
Alejandro Garay- Prostituta Clase Baja
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*En el burdel la inocencia parecía ser un disfraz de la más acertada tanto para los hombres como las mujeres, era extraño ver a una cortesana que sin más enseñase sus virtudes después de que el dueño del burdel les dijese que era lo que gustaba más a los clientes algunas insistían en pasar los senos por el rostro de cuanto hombre tuviera una billetera suficiente para sus espectativas mientras otras jugaban a ser damas que se encerraban en un papel morboso, la alta sociedad se molestaría si viese a las mujeres de tan baja clase pasearse con vestidos que acariciaban sus siluetas. eran insultos de las normas arraigadas que asfixiaban a todo noble pero también del descaro que el sexo provocaba, nunca había pensado que estaría allá encerrada en el baño con un hombre que era de su pais, dos españoles encerrados en un sitio que poco daba a la imaginación. Nunca pensó que ese hombre pudiera ser tan atractivo pero todos en el burdel era una obra de arte no por nada eran los mejores por lo que a menudo pasaba por el burdel fingiendo problemas monetarios solo para pasar como una simple mujer excitada a ver a los hombres que estaban allá en su sitio de trabajo, no era la única después de todo ella solo era una mujer.
El agua acariciaba su cuerpo, sus senos de tamaño considerable se enrojecían con el agua que caia sobre ellos, pero no había queja porque soportaba bien el agua caliente incluso mejor de lo que pensaba en muchas ocasiones, miró hacia el frente con ese aire de elegancia pero coquetería que marcaba cada una de sus acciones, su barbilla goteaba el agua que caia por todo su rostro apartando algunos mechones que le molestaban, la reacción del otro no se había hecho de esperar, algo que causó tremendo placer en Mar ya que la cortesana sin saber de qué venía esa obsesión le gustaba que la acorralasen así que a pesar del estremecimiento de su piel no se dio por aludida ni soltó gemido alguno dudando de la escasez de estos ya que saltaba a la vista que alejandro le haría estremecerse de placer con solo mirarle a los ojos.
La diferencia de cuerpos se hacía más evidente no solo de altura sino también de complexión, cuando cortó el agua las últimas gotas parecían caer con un sonido austero mientras el grifo silenciaba cualquier sonido a excepción de la rebelde gota que caía indicando de su presencia, un testigo silencioso que goteaba indicando su presencia parecía volver a la cortesana inmersa en aquellas sensaciones que la embargaban, el pecho de alejandro, moreno y varonil subía y bajaba, sus costados y sus caderas sumergían en la discreción el cuerpo de la pelirroja que miraba fijamente los ojos del hombre. Con un movimiento precavido apoyó también los hombros en la húmeda pared que recuperaba la frialdad a pesar del vapor de agua que la empapaba, de ese modo podía mantener mejor el equilibrio al separar un poco sus piernas*
Nunca pensaría de ese modo, monsieur *hizo enfasis en la última palabra empleando no un tono empalagoso sino un tono suave sin necesidad de alzar la voz, depositando en su garganta la confianza del tono adecuado* Es más espero que no penséis que yo soy igual que las otras damas con las que habéis jugado * Un brillo divertido reveló con cierto enardecimiento los rasgos de la mujer, sensuales pero femeninos con una dosis de inocencia en sus mejillas que acababa en los labios húmedos, exhibió sin vergüenza alguna su figura, caderas anchas que atraían las miradas de los hombres, una cintura delgada pero no demasiado, senos de buen tamaño, hombros y brazos de apariencia frágil pero unas piernas atléticas parecían poner de manifiesto que derrochaba erotismo con una mezcla de obscenidad que a menudo era necesaria.
Como reacción a aquellos dedos traviesos no reprimió un suspiro de sus labios, las manos de la cortesana acariciaron la pared, con movimientos cuidadosos colocó una de sus piernas en la mando del agua, exponiendo completamente su sexo, tenía algo de vello púbico del mismo color que su cabello pero algo más fino, no tenía demasiado puesto que se lo habia quitado en algunas zonas para que sus labios genitales no fueran tan tupidos, los hombres preferían un poco de vello pero no una selva* ¿Os gusta lo que veis o lo que tocais? *Esta vez fue ella quien le tomó por las caderas acercándole a su cuerpo, presumiendo de esa flexibilidad pudo mantener la postura sin ningún problema mientras le apegaba contra su cuerpo favoreciendo el roce directo entre su sexo húmedo como el de su hombría, pero aún no, aún no entraría, eso lo sabía ella, lo sabía él.
Vagó con la lengua por el torso de Alejandro, succionando una sola vez sus tetillas para volver a subir a sus labios con una sonrisa traviesa, no los beso pues volvió a bajar situando los labios en sus hombros, una de las manos de mar atendieron los testiculos del hombre, mientras la otra masajeaba su hombria con lentitud, acariciando completamente su piel* m... *Un ronroneo parecido a un suspiro de placer salió dócil de sus labios mientras besaba sus hombros continuando con las atenciones a la hombria ajena, sus senos hacían lo suyo contra el torso de Alejandro*
El agua acariciaba su cuerpo, sus senos de tamaño considerable se enrojecían con el agua que caia sobre ellos, pero no había queja porque soportaba bien el agua caliente incluso mejor de lo que pensaba en muchas ocasiones, miró hacia el frente con ese aire de elegancia pero coquetería que marcaba cada una de sus acciones, su barbilla goteaba el agua que caia por todo su rostro apartando algunos mechones que le molestaban, la reacción del otro no se había hecho de esperar, algo que causó tremendo placer en Mar ya que la cortesana sin saber de qué venía esa obsesión le gustaba que la acorralasen así que a pesar del estremecimiento de su piel no se dio por aludida ni soltó gemido alguno dudando de la escasez de estos ya que saltaba a la vista que alejandro le haría estremecerse de placer con solo mirarle a los ojos.
La diferencia de cuerpos se hacía más evidente no solo de altura sino también de complexión, cuando cortó el agua las últimas gotas parecían caer con un sonido austero mientras el grifo silenciaba cualquier sonido a excepción de la rebelde gota que caía indicando de su presencia, un testigo silencioso que goteaba indicando su presencia parecía volver a la cortesana inmersa en aquellas sensaciones que la embargaban, el pecho de alejandro, moreno y varonil subía y bajaba, sus costados y sus caderas sumergían en la discreción el cuerpo de la pelirroja que miraba fijamente los ojos del hombre. Con un movimiento precavido apoyó también los hombros en la húmeda pared que recuperaba la frialdad a pesar del vapor de agua que la empapaba, de ese modo podía mantener mejor el equilibrio al separar un poco sus piernas*
Nunca pensaría de ese modo, monsieur *hizo enfasis en la última palabra empleando no un tono empalagoso sino un tono suave sin necesidad de alzar la voz, depositando en su garganta la confianza del tono adecuado* Es más espero que no penséis que yo soy igual que las otras damas con las que habéis jugado * Un brillo divertido reveló con cierto enardecimiento los rasgos de la mujer, sensuales pero femeninos con una dosis de inocencia en sus mejillas que acababa en los labios húmedos, exhibió sin vergüenza alguna su figura, caderas anchas que atraían las miradas de los hombres, una cintura delgada pero no demasiado, senos de buen tamaño, hombros y brazos de apariencia frágil pero unas piernas atléticas parecían poner de manifiesto que derrochaba erotismo con una mezcla de obscenidad que a menudo era necesaria.
Como reacción a aquellos dedos traviesos no reprimió un suspiro de sus labios, las manos de la cortesana acariciaron la pared, con movimientos cuidadosos colocó una de sus piernas en la mando del agua, exponiendo completamente su sexo, tenía algo de vello púbico del mismo color que su cabello pero algo más fino, no tenía demasiado puesto que se lo habia quitado en algunas zonas para que sus labios genitales no fueran tan tupidos, los hombres preferían un poco de vello pero no una selva* ¿Os gusta lo que veis o lo que tocais? *Esta vez fue ella quien le tomó por las caderas acercándole a su cuerpo, presumiendo de esa flexibilidad pudo mantener la postura sin ningún problema mientras le apegaba contra su cuerpo favoreciendo el roce directo entre su sexo húmedo como el de su hombría, pero aún no, aún no entraría, eso lo sabía ella, lo sabía él.
Vagó con la lengua por el torso de Alejandro, succionando una sola vez sus tetillas para volver a subir a sus labios con una sonrisa traviesa, no los beso pues volvió a bajar situando los labios en sus hombros, una de las manos de mar atendieron los testiculos del hombre, mientras la otra masajeaba su hombria con lentitud, acariciando completamente su piel* m... *Un ronroneo parecido a un suspiro de placer salió dócil de sus labios mientras besaba sus hombros continuando con las atenciones a la hombria ajena, sus senos hacían lo suyo contra el torso de Alejandro*
Mar Santini- Humano Clase Alta
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Re: Todo por un hombre, un hombre que lo merece [+18][Privado]
No, está claro que no eres como las otras damas.
Pensó para sí mismo Alejandro, como un comentario en respuesta al de ella. Para empezar, la palabra dama propiamente dicha ya se refería a un tipo de mujer diferente a las que se solía ver habitualmente. Adinerada, con modales perfectos, rectada, virgen hasta el matrimonio... Y una larga lista de cualidades que a él, personalmente, le parecían bastante ridículas. Una mujer, al fin y al cabo, era una mujer. Rica o pobre. Extrovertida o tímida. Una vez que probaban los placeres de la 'cama' -Por así llamarlos.- nada de lo que había fuera de ella importaba. Solo importaba que eran dos personas entregándose mutuamente. O, por lo menos, esa debía ser la definición que le daban cuando se referían a 'hacer el amor'. Con Indhira, Alejandro lo había echo incontables veces aún sin él saberlo. Sin embargo, desde aquella época no había vuelto a pensar en el acto de una manera tan cursi. Y pocas veces reconocería haber echo el amor en algún momento. Para él era sexo. Era un intercambio de placer o, a veces, un dar sin recibir. Cosa que no le importaba. Ver extasiada a una mujer entre sus brazos le resultaba casi igual de satisfactorio que el que esta le provocase un orgasmo. Todo dependía del momento, de la mujer... Y la que tenía contra su cuerpo en ese momento, desde luego, iba a producirle placer. Mucho placer.
Se notaba que tenía experiencia en el trato con los hombres, además de por la falta total de pudor, por el juego erótico de 'dama' que había intentado fingir solo por unos pocos segundos. En cuanto se abrió de piernas para él -Literalmente hablando.- ya supo que había captado su indirecta de que no estaba para juegos. Él no era mucho de preliminares, a no ser que un cliente se los pidiera. Aún así, acababa encontrando la forma de ir directo al grano. ¡Eso era lo que le gustaba! Sexo puro y duro. Tan duro como estaba en ese momento su falo, que tan arduamente estimulaba la pelirroja con sus manos. Unas manos deliciosas y que le estaban proporcionando tanto placer como había pensado momentos atrás. Sin embargo, ella no sería la única en explorar el cuerpo ajeno. Por supuesto, Alejandro tardó cero segundos en corresponder a esas caricias. Empezó con un apasionado beso, del que su boca no se deshizo en un buen rato mientras sus manos se dedicaban a hacer lo propio despojando a la chica de la poca ropa que todavía le quedaba en el cuerpo. Empapada y que, además, le iba a molestar bastante. Era tan liberal que hasta le molesta sentir ropa sobre su cuerpo cuando, obviamente, tenía que vestirse para salir a algún lado. Mucho más cuando debía ponerse algún que otro traje; prendas que nada tenían que ver con sus habituales camisas o pantalones flojos. Él, para su suerte, no tenía un cuerpo que necesitase marcar constantemente, sus encantos se veían a simple vista y no únicamente los físicos.
Todavía ocupando la boca femenina, atacó primero a cada uno de sus pezones. Ya debidamente erectos, se dedico a apretarlos y arañarlos ligeramente con sus uñas. Nada largas pero si lo suficiente como para saber que le daría el placer necesario; de la misma manera que se lo había dado ella con sus dientes. Algo parecido. Mientras tanto, él con sus dientes mordisqueaba los labios que después atrapaba entre los suyos propios. Suspiró contra ellos, placentero, y bajó hasta su cuello en un camino que le llevaba de arriba a abajo para estimular la zona constantemente. Dejando, como era de costumbre, marcas por doquier. No por posesión o algún otro motivo que la atara a él -Como habían llegado a pensar en algunas (Demasiadas para su gusto) ocasiones.- sino simplemente por la mera costumbre de no contenerse en el acto sexual. Ni siquiera con las mujeres casadas. "¡Ah! Que malo eres, vas a pagar por esto Alejandro..." Le habían dicho en un tono meloso al descubrir sus marcas de dientes o chupetones a lo largo de todo el cuerpo. Lo que incluía la parte visible de su escote o su cuello. Claro que, ninguna se había enfadado lo suficiente como para no volver a verle. Ni siquiera se enfadaban. Y, por tanto, él ya se había malacostumbrado a dejarlas involuntariamente. Aquella no sería una excepción. Dudaba si quiera que pudiese importarle, al contrario, estaba convencido de que esos mordiscos la excitaban; sobretodo los más fuertes que eran los que dejaban la marca final.
Cada vez se sentía más caliente y, como alguien impaciente que era -Para según que cosas.-, quería más. Mordió su mentón, provocativamente, justo antes de poner unos milímetros de distancia entre su cuerpo inexistentes segundos atrás. - ¿Cómo vamos? - Habían pasado unos cuantos minutos sin decir palabra, únicamente se escuchaban los jadeos de ella y los suyos propios. Una música de fondo estupenda, según él. Sonrió descarado por la pregunta retórica y juguetona que no esperaba respuesta pues esta era completamente obvia; una muestra de que a veces él jugaba involuntariamente. Pellizcó de nuevo los pezones de la mujer, sin ningún tipo de delicadeza. Era un bruto, sí. Pero a su defensa hay que decir que nunca hacía un daño más allá del que producía placer físico. A veces se habían quejado de la brusquedad y él, entendiendo la situación, había bajado las 'revoluciones'. Después de todo, no cualquiera resultaba ser masoquista. - Antes has dicho.. Que no eres igual que las otras mujeres. - Arrimando de nuevo sus labios a los contrarios, susurró sobre ellos a la par que sacaba la lengua y los lamía. En un jadeo. - ¿Qué tal si demuestras esas cualidades? Me muero por... Sentirlas - Murmuró, sensualmente. - Prometo enseñarte después las mías ¿Te parece? - Soltó una carcajada y la besó volviendo a morderle los labios.
Una de sus manos abandonó el pezón que estimulaba y bajó hasta las que tenía ella sobre su falo para detenerla. Agarró ambas muñecas. Por encima de ambos cuerpos, las apoyó contra la pared, indicándole con aquel simple gesto que sí quería estimulación en aquel lugar pero no con sus manos. Descaradamente, relamió los labios de la mujer, en otra indirecta bien directa. ¿Lo habría entendido? Sí, claro. Una mujer como ella sabía eso y mucho más; estaba convencido.
Pensó para sí mismo Alejandro, como un comentario en respuesta al de ella. Para empezar, la palabra dama propiamente dicha ya se refería a un tipo de mujer diferente a las que se solía ver habitualmente. Adinerada, con modales perfectos, rectada, virgen hasta el matrimonio... Y una larga lista de cualidades que a él, personalmente, le parecían bastante ridículas. Una mujer, al fin y al cabo, era una mujer. Rica o pobre. Extrovertida o tímida. Una vez que probaban los placeres de la 'cama' -Por así llamarlos.- nada de lo que había fuera de ella importaba. Solo importaba que eran dos personas entregándose mutuamente. O, por lo menos, esa debía ser la definición que le daban cuando se referían a 'hacer el amor'. Con Indhira, Alejandro lo había echo incontables veces aún sin él saberlo. Sin embargo, desde aquella época no había vuelto a pensar en el acto de una manera tan cursi. Y pocas veces reconocería haber echo el amor en algún momento. Para él era sexo. Era un intercambio de placer o, a veces, un dar sin recibir. Cosa que no le importaba. Ver extasiada a una mujer entre sus brazos le resultaba casi igual de satisfactorio que el que esta le provocase un orgasmo. Todo dependía del momento, de la mujer... Y la que tenía contra su cuerpo en ese momento, desde luego, iba a producirle placer. Mucho placer.
Se notaba que tenía experiencia en el trato con los hombres, además de por la falta total de pudor, por el juego erótico de 'dama' que había intentado fingir solo por unos pocos segundos. En cuanto se abrió de piernas para él -Literalmente hablando.- ya supo que había captado su indirecta de que no estaba para juegos. Él no era mucho de preliminares, a no ser que un cliente se los pidiera. Aún así, acababa encontrando la forma de ir directo al grano. ¡Eso era lo que le gustaba! Sexo puro y duro. Tan duro como estaba en ese momento su falo, que tan arduamente estimulaba la pelirroja con sus manos. Unas manos deliciosas y que le estaban proporcionando tanto placer como había pensado momentos atrás. Sin embargo, ella no sería la única en explorar el cuerpo ajeno. Por supuesto, Alejandro tardó cero segundos en corresponder a esas caricias. Empezó con un apasionado beso, del que su boca no se deshizo en un buen rato mientras sus manos se dedicaban a hacer lo propio despojando a la chica de la poca ropa que todavía le quedaba en el cuerpo. Empapada y que, además, le iba a molestar bastante. Era tan liberal que hasta le molesta sentir ropa sobre su cuerpo cuando, obviamente, tenía que vestirse para salir a algún lado. Mucho más cuando debía ponerse algún que otro traje; prendas que nada tenían que ver con sus habituales camisas o pantalones flojos. Él, para su suerte, no tenía un cuerpo que necesitase marcar constantemente, sus encantos se veían a simple vista y no únicamente los físicos.
Todavía ocupando la boca femenina, atacó primero a cada uno de sus pezones. Ya debidamente erectos, se dedico a apretarlos y arañarlos ligeramente con sus uñas. Nada largas pero si lo suficiente como para saber que le daría el placer necesario; de la misma manera que se lo había dado ella con sus dientes. Algo parecido. Mientras tanto, él con sus dientes mordisqueaba los labios que después atrapaba entre los suyos propios. Suspiró contra ellos, placentero, y bajó hasta su cuello en un camino que le llevaba de arriba a abajo para estimular la zona constantemente. Dejando, como era de costumbre, marcas por doquier. No por posesión o algún otro motivo que la atara a él -Como habían llegado a pensar en algunas (Demasiadas para su gusto) ocasiones.- sino simplemente por la mera costumbre de no contenerse en el acto sexual. Ni siquiera con las mujeres casadas. "¡Ah! Que malo eres, vas a pagar por esto Alejandro..." Le habían dicho en un tono meloso al descubrir sus marcas de dientes o chupetones a lo largo de todo el cuerpo. Lo que incluía la parte visible de su escote o su cuello. Claro que, ninguna se había enfadado lo suficiente como para no volver a verle. Ni siquiera se enfadaban. Y, por tanto, él ya se había malacostumbrado a dejarlas involuntariamente. Aquella no sería una excepción. Dudaba si quiera que pudiese importarle, al contrario, estaba convencido de que esos mordiscos la excitaban; sobretodo los más fuertes que eran los que dejaban la marca final.
Cada vez se sentía más caliente y, como alguien impaciente que era -Para según que cosas.-, quería más. Mordió su mentón, provocativamente, justo antes de poner unos milímetros de distancia entre su cuerpo inexistentes segundos atrás. - ¿Cómo vamos? - Habían pasado unos cuantos minutos sin decir palabra, únicamente se escuchaban los jadeos de ella y los suyos propios. Una música de fondo estupenda, según él. Sonrió descarado por la pregunta retórica y juguetona que no esperaba respuesta pues esta era completamente obvia; una muestra de que a veces él jugaba involuntariamente. Pellizcó de nuevo los pezones de la mujer, sin ningún tipo de delicadeza. Era un bruto, sí. Pero a su defensa hay que decir que nunca hacía un daño más allá del que producía placer físico. A veces se habían quejado de la brusquedad y él, entendiendo la situación, había bajado las 'revoluciones'. Después de todo, no cualquiera resultaba ser masoquista. - Antes has dicho.. Que no eres igual que las otras mujeres. - Arrimando de nuevo sus labios a los contrarios, susurró sobre ellos a la par que sacaba la lengua y los lamía. En un jadeo. - ¿Qué tal si demuestras esas cualidades? Me muero por... Sentirlas - Murmuró, sensualmente. - Prometo enseñarte después las mías ¿Te parece? - Soltó una carcajada y la besó volviendo a morderle los labios.
Una de sus manos abandonó el pezón que estimulaba y bajó hasta las que tenía ella sobre su falo para detenerla. Agarró ambas muñecas. Por encima de ambos cuerpos, las apoyó contra la pared, indicándole con aquel simple gesto que sí quería estimulación en aquel lugar pero no con sus manos. Descaradamente, relamió los labios de la mujer, en otra indirecta bien directa. ¿Lo habría entendido? Sí, claro. Una mujer como ella sabía eso y mucho más; estaba convencido.
Siento mucho la demora.
Alejandro Garay- Prostituta Clase Baja
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*En aquellos momentos rondaba por su cabeza el ser un poco más “díficil” a los hombres, cuando ella quería el juego de la seducción era sino un examen donde sacaba la mayor nota, otras veces sin embargo sus deseos de sexo podían más con ella haciendo que por mucho que quisiera aguantar su carácter fácil saliera al escenario, no que fuese malo pero a ella le gustaba sentir más a un hombre con deseos de desesperación, desearla hasta tal punto que era un libro abierto, solo los cortesanos más experimentados podían sentir el poder que una persona tenía sobre la otra con solo un beso, un movimiento de caderas o una sonrisa de unos labios húmedos, hasta los guerreros caen de rodillas para lamer a la mujer, hasta las reinas se ruborizan cuando un hombre las trata como mujeres, eso era lo que estaba haciendo alejandro, a pesar de que pensara como pensara ambos tenían una cosa en común, la palabra sexo no tenía otro significado sino el disfrutar, dejarse llevar hasta que el cuerpo no aguantase a un ritmo sórdidamente impecable, rápido, profundo, duro, degollando al mismo placer siendo dos jugadores en un tablero ( o más si se acudía a la palabra orgía ).
A pesar de su carácter, se fundió en el beso dejando que el hombre dominase por el momento, era un beso directo como le gustaban sin necesidad de apegarse a sus labios más de lo necesario pero tampoco dejando que el aire se escapase de ellos, cerraba los ojos, sus párpados aún desterraban alguna que otra gota de agua que caía por ellos para parar en su mejilla, sus rizos paseaban apegandose a la dermis pálida de la pelirroja que sonreía con insinuación en aquellos labios, la lengua pequeña pero caliente de mar atravesó la boca de Alejandro, los españoles eran fogosos por naturaleza era algo que siempre utilizaba para presumir, ladeó el rostro consiguiendo que su cuerpo se apegase un poco más al del varón acariciando aún su cuerpo, era sutil en sus caricias sin emplear la fuerza o sin emplear lo que las mujeres llamaban el exceso de teatralidad en sus caricias, sus gemidos pues los sonidos que salían eran suaves, sonidos de su respiración que se aceleraba ante las atenciones separandose de sus labios con una sonrisa.
Sus pezones estaban endureciendose, se enrojecieron durante unos segundos señal de su despertar, ella siguió sus caricias paseando los dedos por los muslos mojados del hombre, eran delicadas sus caricias sin necesidad de aspereza para hacerse notar, paseó sin pudor alguno por sus testiculos los cuales no tardó mucho en masajear, volvió a aquellos labios devolviendole una de las mordidas hasta que le dejó ir para que bajase a su cuello, suspiró abriendo los labios pero solo dejando salir su respiración con una sonrisa en los labios * Eres de los mios *Cuchicheó cerca de sus labios cuando sus dedos subieron, le gustaban las marcas es más a veces cuando no le satisfacían en ese terreno era capaz de dejar muestras huidizas en los hombres casados, no le interesaba la posesión pero si lo que significaban * Apuesto que... muchas te han puesto en un buen lío *Divertida u entretenida mientras colocaba una de sus manos en la pared, estaba fría, húmeda, eso le servía para no dejarse llevar demasiado perdiendo lo que ella llamaba su orgullo, dejó una marca en sus propios labios con una mordida mientras respiraba en su oido, movió finalmente los pies para dejar olvidada la ropa, pisándola, moviendose así mucho mejor.
No apartó la mirada de él, las marcas en su cuerpo o los besos, las mordidas, paseó la lengua involuntariamente por sus labios seguido de una gota de agua, respiró agitada, ese hombre le estaba enloqueciendo antes de que ella pudiese abrir la boca ( en uno u otro sentido claro está ) los rizos empezaban a formarse en su rostro riendo débil, era una risa fluida y característica en ella mientras colocaba ambas manos en sus propios cabellos recogiendo aquestos, sus pezones estaban enrojecidos nuevamente, sus senos estaban erectos, duros por el placer * ¿De verdad tengo que decir como vamos ? *Sonó descarada, sin ninguna sutilidad empleada, sus muslos carnosos estaban brillando igual que sus caderas.
No hizo falta mirarle a los ojos, estaba mirando su objetivo la hombría del español, no debía de quejarse tampoco de tamaño...antes de hacer algo más sus manos fueron limitadas obligandose esta vez sí a mirarle, sonrió con el mismo descaro que antes apartando con hábilidad las manos * Se nota que no me conoces, tengo fama de ser una mujer muy dominante *La cortesana no dudó en tomarle las muñecas al hombre, con sus dos manos era imposible pretender que con sus manos pudiera abarcar las muñecas masculinas, cuando las tomó presas de las suyas propias cambió de posición dejando a Alejandro apegado contra la pared * Te libras porque eres más alto *Hablaba en su lenguaje materno, el español divertida, sus ojos expresaban la dominación que siempre había influido en ella, lamió su cuello, dejando unas mordidas, de nuevo por su pecho abandonando el agarre en las muñecas de Alejandro dejándolas en la pared, como si hiciera aquel ademán de acorralarle.
Sus manos fueron deslizándose hacia abajo con un sonido opacado por sus besos, la saliva, su respiración, mordió algunas ocasiones, dejó marcas en otras zonas como en sus costados, su cadera mirandole fijamente a los ojos, sonrió cuando dejó las manos en sus propios cabellos * Mira, sin manos *Su sonrisa fué la siguiente protagonista pero no por mucho tiempo, sus dientes acariciaron por completo aquel falo erecto, lo acarició rozándole no con fuerza pero si la suficiente para que notase el cosquilleo de sus dientes, después el de su lengua cuando se mecía suavemente, no lo chupaba, solo le apremiaba con la lengua cuando habia recorrido completamente su hombria, sus manos fueron bajando colocandose en las rodillas de Alejandro, la cortesana estaba arrodillada, con las piernas separadas mientras sustituía sus dientes por su lengua y sus labios *
A pesar de su carácter, se fundió en el beso dejando que el hombre dominase por el momento, era un beso directo como le gustaban sin necesidad de apegarse a sus labios más de lo necesario pero tampoco dejando que el aire se escapase de ellos, cerraba los ojos, sus párpados aún desterraban alguna que otra gota de agua que caía por ellos para parar en su mejilla, sus rizos paseaban apegandose a la dermis pálida de la pelirroja que sonreía con insinuación en aquellos labios, la lengua pequeña pero caliente de mar atravesó la boca de Alejandro, los españoles eran fogosos por naturaleza era algo que siempre utilizaba para presumir, ladeó el rostro consiguiendo que su cuerpo se apegase un poco más al del varón acariciando aún su cuerpo, era sutil en sus caricias sin emplear la fuerza o sin emplear lo que las mujeres llamaban el exceso de teatralidad en sus caricias, sus gemidos pues los sonidos que salían eran suaves, sonidos de su respiración que se aceleraba ante las atenciones separandose de sus labios con una sonrisa.
Sus pezones estaban endureciendose, se enrojecieron durante unos segundos señal de su despertar, ella siguió sus caricias paseando los dedos por los muslos mojados del hombre, eran delicadas sus caricias sin necesidad de aspereza para hacerse notar, paseó sin pudor alguno por sus testiculos los cuales no tardó mucho en masajear, volvió a aquellos labios devolviendole una de las mordidas hasta que le dejó ir para que bajase a su cuello, suspiró abriendo los labios pero solo dejando salir su respiración con una sonrisa en los labios * Eres de los mios *Cuchicheó cerca de sus labios cuando sus dedos subieron, le gustaban las marcas es más a veces cuando no le satisfacían en ese terreno era capaz de dejar muestras huidizas en los hombres casados, no le interesaba la posesión pero si lo que significaban * Apuesto que... muchas te han puesto en un buen lío *Divertida u entretenida mientras colocaba una de sus manos en la pared, estaba fría, húmeda, eso le servía para no dejarse llevar demasiado perdiendo lo que ella llamaba su orgullo, dejó una marca en sus propios labios con una mordida mientras respiraba en su oido, movió finalmente los pies para dejar olvidada la ropa, pisándola, moviendose así mucho mejor.
No apartó la mirada de él, las marcas en su cuerpo o los besos, las mordidas, paseó la lengua involuntariamente por sus labios seguido de una gota de agua, respiró agitada, ese hombre le estaba enloqueciendo antes de que ella pudiese abrir la boca ( en uno u otro sentido claro está ) los rizos empezaban a formarse en su rostro riendo débil, era una risa fluida y característica en ella mientras colocaba ambas manos en sus propios cabellos recogiendo aquestos, sus pezones estaban enrojecidos nuevamente, sus senos estaban erectos, duros por el placer * ¿De verdad tengo que decir como vamos ? *Sonó descarada, sin ninguna sutilidad empleada, sus muslos carnosos estaban brillando igual que sus caderas.
No hizo falta mirarle a los ojos, estaba mirando su objetivo la hombría del español, no debía de quejarse tampoco de tamaño...antes de hacer algo más sus manos fueron limitadas obligandose esta vez sí a mirarle, sonrió con el mismo descaro que antes apartando con hábilidad las manos * Se nota que no me conoces, tengo fama de ser una mujer muy dominante *La cortesana no dudó en tomarle las muñecas al hombre, con sus dos manos era imposible pretender que con sus manos pudiera abarcar las muñecas masculinas, cuando las tomó presas de las suyas propias cambió de posición dejando a Alejandro apegado contra la pared * Te libras porque eres más alto *Hablaba en su lenguaje materno, el español divertida, sus ojos expresaban la dominación que siempre había influido en ella, lamió su cuello, dejando unas mordidas, de nuevo por su pecho abandonando el agarre en las muñecas de Alejandro dejándolas en la pared, como si hiciera aquel ademán de acorralarle.
Sus manos fueron deslizándose hacia abajo con un sonido opacado por sus besos, la saliva, su respiración, mordió algunas ocasiones, dejó marcas en otras zonas como en sus costados, su cadera mirandole fijamente a los ojos, sonrió cuando dejó las manos en sus propios cabellos * Mira, sin manos *Su sonrisa fué la siguiente protagonista pero no por mucho tiempo, sus dientes acariciaron por completo aquel falo erecto, lo acarició rozándole no con fuerza pero si la suficiente para que notase el cosquilleo de sus dientes, después el de su lengua cuando se mecía suavemente, no lo chupaba, solo le apremiaba con la lengua cuando habia recorrido completamente su hombria, sus manos fueron bajando colocandose en las rodillas de Alejandro, la cortesana estaba arrodillada, con las piernas separadas mientras sustituía sus dientes por su lengua y sus labios *
- Spoiler:
- lamento la tardanza y espero no haber decepcionado con mi respuesta!
Mar Santini- Humano Clase Alta
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Re: Todo por un hombre, un hombre que lo merece [+18][Privado]
Alejandro rió lo más sonoramente que le permitía aquella situación, ante aquella peculiar demostración de habilidad por parte de su acompañante cortesana. Y no era la risa lo único que le estaba produciendo, por supuesto, todo su cuerpo se estremecía ante cada pasada de aquellos carnosos labios sobre su ya bastante erecto falo. Lo excitaba más y más, hasta el borde de querer llamarla por su nombre. Entonces recordó que no se habían si quiera presentado, trabajaban en el mismo oficio y a los dos parecían incluso gustarle, la había visto por aquel Burdel más de una vez e incluso había llegado a reconocerla. ¿Por qué entonces su nombre no era capaz de venirle a la mente? En medio de sus pensamientos se estremeció ante una inesperada corriente eléctrica que recorrió su cuerpo entero. Casi se olvida del "trabajito" que desempeñaba sobre una parte muy personal de su cuerpo. Mordió su labio inferior, reprimiendo un gemido. Aunque, por otra parte, los que fornicaban en una cama no muy lejana también opacarían lo que él pudiese llegar a decir. Aún así, mantuvo sus labios entrecerrados, lo suficiente para permitirse el jadear pero no el gemir abiertamente. No era un hombre que gemía de buenas a primeras, en ese sentido, sí podía considerársele como todo un "machote". Por muy ridículo que resultara, incluso para el propio Alejandro.
Inclinó ligeramente su cuerpo hacia delante, con el único fin de agarrar los pelirrojos cabellos de la mujer, ayudando en el empuje contra su falo. Ella le había demostrado que él no era el único capaz de dominar, sin embargo, le gustaba ejercer su poder -Por así llamarlo- en momentos como aquellos. Pensó entonces que, de estar en su propia habitación, ya la habría llevado hasta la cama o algún otro lugar con más espacio que aquel pequeño cubículo en el que a penas podía dar dos pasos, sin chocar contra la molesta pared. Eso lo molestaba. Molestia que pasaba a los segundos, ante aquellas descargas placenteras que no cesaban. Esta vez sí mereció un gemido por su parte, no demasiado alto ni pronunciado, pero gemido que sin duda le indicaría a ella lo bien que estaba ejerciendo su papel. Claramente, lo complacía.
La mano que quedaba temporalmente libre, accedió a uno de sus pechos, bajo los brazos con los que ella se aguantaba a las rodillas de él. Tomando impulso de ellas, del mismo modo que Alejandro tomaba impulso de la mano en aquella cabellera larga, pelirroja y en ese instante mojada debido al agua. Masajeó aquella suave y turgente zona a penas unos breves instantes, antes de centrar su atención principal en el rosado y endurecido pezón. Estrechándolo contra sus dedos, aprisionándolo y pellizcándolo simultáneamente. Con el fin de que no fuese él el único que recibiera placer. De no haber estado en un espacio tan reducido, su movilidad no se habría visto afectada y podría haber llevado aquella mano a un lugar mucho más íntimo que aquel. El segundo lugar más íntimo del cuerpo femenino. Con un nuevo jadeo, la separó de su virilidad solo para besar esos labios que lo estaban llamando y reclamando a cada embestida. Nunca había sido su fuerte pensar en algo que no fuera su propia satisfacción, sin embargo, desde que había cogido aquel trabajo como hobby sí había tenido tiempo de practicar. Nunca le había preocupado el placer de su acompañante, hasta que notó la diferencia entre ambas relaciones. Descubrió que complaciendo al otro, su receptividad se volvía el doble de perceptiva y acababa por satisfacerse mucho más. Siempre tenía que sacar una ventaja, de eso no quedaba duda.
- Vas por buen camino, preciosa - Tiró de su cabello con el fin de que moviera su cabeza hacia detrás, además de como una pequeña venganza personal por haber intentado acorralarlo contra la pared. - Es una lástima que no podamos salir de aquí, me pregunto que habilidades tendrás sobre... una cama - Sonrió ladino, lamiendo y mordiendo la zona antes besada. A él también se le veían reducidas sus "habilidades" en aquel poco espacio, aún así, pensó para sí que para lo verdaderamente importante de aquella relación no se necesitaba tampoco la gran cosa. De un tirón, la obligó a enderezarse al mismo tiempo que lo hacía él. Se apretó contra aquellas estrechas caderas, ayudándose por sus manos que ahora la recorrían de arriba a abajo, introduciéndose en la cueva sin dilación. Primero uno. Después otro. Y otro.. Observaba atentamente su rostro, sin querer perderse ninguna de sus reacciones. Si algo se complacía, era ver lo que sus acciones provocaran en el cuerpo ajeno. Ver como sucumbían ante él. Inevitable.
Inclinó ligeramente su cuerpo hacia delante, con el único fin de agarrar los pelirrojos cabellos de la mujer, ayudando en el empuje contra su falo. Ella le había demostrado que él no era el único capaz de dominar, sin embargo, le gustaba ejercer su poder -Por así llamarlo- en momentos como aquellos. Pensó entonces que, de estar en su propia habitación, ya la habría llevado hasta la cama o algún otro lugar con más espacio que aquel pequeño cubículo en el que a penas podía dar dos pasos, sin chocar contra la molesta pared. Eso lo molestaba. Molestia que pasaba a los segundos, ante aquellas descargas placenteras que no cesaban. Esta vez sí mereció un gemido por su parte, no demasiado alto ni pronunciado, pero gemido que sin duda le indicaría a ella lo bien que estaba ejerciendo su papel. Claramente, lo complacía.
La mano que quedaba temporalmente libre, accedió a uno de sus pechos, bajo los brazos con los que ella se aguantaba a las rodillas de él. Tomando impulso de ellas, del mismo modo que Alejandro tomaba impulso de la mano en aquella cabellera larga, pelirroja y en ese instante mojada debido al agua. Masajeó aquella suave y turgente zona a penas unos breves instantes, antes de centrar su atención principal en el rosado y endurecido pezón. Estrechándolo contra sus dedos, aprisionándolo y pellizcándolo simultáneamente. Con el fin de que no fuese él el único que recibiera placer. De no haber estado en un espacio tan reducido, su movilidad no se habría visto afectada y podría haber llevado aquella mano a un lugar mucho más íntimo que aquel. El segundo lugar más íntimo del cuerpo femenino. Con un nuevo jadeo, la separó de su virilidad solo para besar esos labios que lo estaban llamando y reclamando a cada embestida. Nunca había sido su fuerte pensar en algo que no fuera su propia satisfacción, sin embargo, desde que había cogido aquel trabajo como hobby sí había tenido tiempo de practicar. Nunca le había preocupado el placer de su acompañante, hasta que notó la diferencia entre ambas relaciones. Descubrió que complaciendo al otro, su receptividad se volvía el doble de perceptiva y acababa por satisfacerse mucho más. Siempre tenía que sacar una ventaja, de eso no quedaba duda.
- Vas por buen camino, preciosa - Tiró de su cabello con el fin de que moviera su cabeza hacia detrás, además de como una pequeña venganza personal por haber intentado acorralarlo contra la pared. - Es una lástima que no podamos salir de aquí, me pregunto que habilidades tendrás sobre... una cama - Sonrió ladino, lamiendo y mordiendo la zona antes besada. A él también se le veían reducidas sus "habilidades" en aquel poco espacio, aún así, pensó para sí que para lo verdaderamente importante de aquella relación no se necesitaba tampoco la gran cosa. De un tirón, la obligó a enderezarse al mismo tiempo que lo hacía él. Se apretó contra aquellas estrechas caderas, ayudándose por sus manos que ahora la recorrían de arriba a abajo, introduciéndose en la cueva sin dilación. Primero uno. Después otro. Y otro.. Observaba atentamente su rostro, sin querer perderse ninguna de sus reacciones. Si algo se complacía, era ver lo que sus acciones provocaran en el cuerpo ajeno. Ver como sucumbían ante él. Inevitable.
Alejandro Garay- Prostituta Clase Baja
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Re: Todo por un hombre, un hombre que lo merece [+18][Privado]
-No habia gemidos que sonaran como una caja musical que en sus deliciosas melodias alguna que otra se entrelazaba en un sentido erótico, podría ser un re que se habia perdido con el do y se había empezado a sentir atraido con el La mientras que la música se hacía más fuerte, en este caso las notas perdidas en su mundo eran ellos dos, una extraña combinación de españoles que se podría resumir en la pelirroja que adoraba el sexo además de a los hombres y al hombre que sabía que era irresistible y que adoraba a las mujeres o lo que tambien era igual ellas le adoraban igualmente; La caja musical solo tenia varios movimientos ridículos como los de los muelles envidiosos de aquella cama que exquisita se les antojaba prohibida al menos por el momento asi como los gemidos de placer en un tono algo exagerado de ella y los de él que empezaba a recurrir al lenguaje de los hombres que se creen dominantes "Te gusta ehh, ¿a que si putita? a que te gusta ". No era algo nuevo en ese mundo como tampoco era algo nuevo lo que ellos estaban haciendo.
Sus cabellos pelirrojos a pesar de haber deseado ser rebeldes se doblegaron, no todos los mechones se pusieron a obedecer a aquella mano que los tomaba, mientras su flequillo escondia su rostro empapandolo con algunas gotas de agua ( que no estaba empapado ya... desde que entraron en la ducha ) recibiendo el gran miembro en su boca, sus dientes primero lo fueron rozando e incluso delineando mientras la lengua de la cortesana se encargaba de las acrobacias sensyales enredándose en su glande asi como en su tronco con una facilidad incluso envidiable para muchas mujeres, siempre claro con aquella amenaza bajo custodia de sus dientes que raspaban no con dolor sino placenteramente la carne que tenia en su boca, la cual lamía casi con deseo mientras sus pechos recibian caricias ella no se quedaba quieta arqueandolos una y otra vez.
Era como una danza donde alzaba sus senos y los escondía sintiendo el fluido del agua que parecia jugar con su piel siendo doblemente el cosquilleo que sentia- Hm..-cerro los ojos lamiendole y succionandole todo lo que podía, devorando su miembro mientras movia sus senos de ese modo juguetón para sentir como le estaba apretando. Pero ese juego no duró mucho, la que "no" recibia ordenes ahora mismo estaba recibiendo una y además lo pasmoso del asunto era que su cuerpo parecia haberla obdecido sin pizca de desobediencia, sin rechistad apegando su cuerpo contra el ajeno sonriendo en sus labios- Asi vuelves locas a las mujeres... no puedo bajar la guardia ni un segundo -Su respiración cálida acarició, vagó por los labios mojados del hombre, sus reacciones no se hicieron de esperar en especial cuando aquellos dedos penetraron en su interior, primero fue uno claramente el mas travieso despues el segundo y el otro que sin previo aviso le dilataron sus paredes vaginales mientras ella apretaba la mano derecha contra la pared y la izquierda en los hombros anchos de Alejandro para no caer.
Por muy mujer dominante que quisiera ser las reacciones de su cuerpo hablaban incluso antes de que ella quisiera acallarlos, sus pezones duros jugaron con el torso ajeno, apretándose contra él, besando sus labios en un momento de rabia contra si misma por haberse dejado dominar en un corto periodo de tiempo pero con los dientes siempre acechantes, previsores por un momento de debilidad, sus caderas empezaron a moverse, curiosamente al mismo compás que lo estaban haciendo los muelles de la cama de sus "vecinos" que parecian ir mas rapidos, con un movimiento rápido apartó sus cabellos pelirrojos de su rostro dejando solamente que el rastro de su mirada fuera una simple conexión; Sus labios coquetamente se abrieron mientras sus muslos carnosos temblaban quedamente bajo aquellos dedos mientras movia sus caderas sin dejar de mirarle, la respiración se agitaba, su clitoris al ser rozado parecia dejarle en ridiculo cuando su cuerpo apenas temblaba como si quisiera dejarse caer en la bañera pero consiguió sobreponerse apegando totalmente su piel a la ajena mordiendo su labio inferior sin poder desviar sus orbes claros de aquel varón español-
Aprovechemos el espacio donde nos encontramos -Paso su lengua por los labios, no estaban resecos pero de ese modo parecia planear su proximo movimiento, se movió cogiendo la mano de Alejandro la que estaba volviendole loca empezando a lamer cada uno de sus dedos con una sonrisa en los labios, aunque no le hizo esperar mucho pues le colocó la mano en el hombro para hacer una ligera presión, lo sentó en la humeda bañera acomodandose sobre él, se fiaba mucho de la limpieza especialmente en esos sitios pues en un burdel todo debia estar bastante limpio sino los clientes dejarian de venir, Ella separó sus paredes vaginales frotandose constantemente contra el falo ajeno lamiendo su cuello y susurrando en su oido- Divirtámonos también -Dicho aquello se sentó completamente en él, aguantó los gemidos que iban a rasgar su garganta cuando aquella erección entró en su cuerpo, haciendole perder el contacto visual que tanto habia mantenido cerrando los ojos, su cuerpo instintivamente se arqueo hacia delante aumentando la dosis de sensualidad que poseía sin moverse, sintiendole completamente dentro, apretandole incluso posesivamente y con algo de capricho en su interior hasta que volvió a abrir sus orbes, mirandole fijamente-
Sus cabellos pelirrojos a pesar de haber deseado ser rebeldes se doblegaron, no todos los mechones se pusieron a obedecer a aquella mano que los tomaba, mientras su flequillo escondia su rostro empapandolo con algunas gotas de agua ( que no estaba empapado ya... desde que entraron en la ducha ) recibiendo el gran miembro en su boca, sus dientes primero lo fueron rozando e incluso delineando mientras la lengua de la cortesana se encargaba de las acrobacias sensyales enredándose en su glande asi como en su tronco con una facilidad incluso envidiable para muchas mujeres, siempre claro con aquella amenaza bajo custodia de sus dientes que raspaban no con dolor sino placenteramente la carne que tenia en su boca, la cual lamía casi con deseo mientras sus pechos recibian caricias ella no se quedaba quieta arqueandolos una y otra vez.
Era como una danza donde alzaba sus senos y los escondía sintiendo el fluido del agua que parecia jugar con su piel siendo doblemente el cosquilleo que sentia- Hm..-cerro los ojos lamiendole y succionandole todo lo que podía, devorando su miembro mientras movia sus senos de ese modo juguetón para sentir como le estaba apretando. Pero ese juego no duró mucho, la que "no" recibia ordenes ahora mismo estaba recibiendo una y además lo pasmoso del asunto era que su cuerpo parecia haberla obdecido sin pizca de desobediencia, sin rechistad apegando su cuerpo contra el ajeno sonriendo en sus labios- Asi vuelves locas a las mujeres... no puedo bajar la guardia ni un segundo -Su respiración cálida acarició, vagó por los labios mojados del hombre, sus reacciones no se hicieron de esperar en especial cuando aquellos dedos penetraron en su interior, primero fue uno claramente el mas travieso despues el segundo y el otro que sin previo aviso le dilataron sus paredes vaginales mientras ella apretaba la mano derecha contra la pared y la izquierda en los hombros anchos de Alejandro para no caer.
Por muy mujer dominante que quisiera ser las reacciones de su cuerpo hablaban incluso antes de que ella quisiera acallarlos, sus pezones duros jugaron con el torso ajeno, apretándose contra él, besando sus labios en un momento de rabia contra si misma por haberse dejado dominar en un corto periodo de tiempo pero con los dientes siempre acechantes, previsores por un momento de debilidad, sus caderas empezaron a moverse, curiosamente al mismo compás que lo estaban haciendo los muelles de la cama de sus "vecinos" que parecian ir mas rapidos, con un movimiento rápido apartó sus cabellos pelirrojos de su rostro dejando solamente que el rastro de su mirada fuera una simple conexión; Sus labios coquetamente se abrieron mientras sus muslos carnosos temblaban quedamente bajo aquellos dedos mientras movia sus caderas sin dejar de mirarle, la respiración se agitaba, su clitoris al ser rozado parecia dejarle en ridiculo cuando su cuerpo apenas temblaba como si quisiera dejarse caer en la bañera pero consiguió sobreponerse apegando totalmente su piel a la ajena mordiendo su labio inferior sin poder desviar sus orbes claros de aquel varón español-
Aprovechemos el espacio donde nos encontramos -Paso su lengua por los labios, no estaban resecos pero de ese modo parecia planear su proximo movimiento, se movió cogiendo la mano de Alejandro la que estaba volviendole loca empezando a lamer cada uno de sus dedos con una sonrisa en los labios, aunque no le hizo esperar mucho pues le colocó la mano en el hombro para hacer una ligera presión, lo sentó en la humeda bañera acomodandose sobre él, se fiaba mucho de la limpieza especialmente en esos sitios pues en un burdel todo debia estar bastante limpio sino los clientes dejarian de venir, Ella separó sus paredes vaginales frotandose constantemente contra el falo ajeno lamiendo su cuello y susurrando en su oido- Divirtámonos también -Dicho aquello se sentó completamente en él, aguantó los gemidos que iban a rasgar su garganta cuando aquella erección entró en su cuerpo, haciendole perder el contacto visual que tanto habia mantenido cerrando los ojos, su cuerpo instintivamente se arqueo hacia delante aumentando la dosis de sensualidad que poseía sin moverse, sintiendole completamente dentro, apretandole incluso posesivamente y con algo de capricho en su interior hasta que volvió a abrir sus orbes, mirandole fijamente-
- Spoiler:
- Espero que te guste, se que no es tan bueno como los otros pero es por la ausencia.. que me esta matando
Mar Santini- Humano Clase Alta
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