•. Pasado en presente hecho carne

por **Julien** Lun Abr 11, 2016 10:10 pm

Una muerte mas rondando en torno al nombre de Julien. Ya nada podía hacer mas que suponer que no se levantarían cargos en su contra si es que parecía una tragedia mas de las que se daban en torno a su Mansión de las afueras. Un accidente doméstico…

Una mas que se sumaba a la lista de las que aun nadie conocía. Meras desapariciones sin sentido de personal en su morada lejana a las luces de Paris. Ya no toleraba estar entre esas paredes que lejos de traerle malos recuerdos, le devolvían a su naturaleza mas primitiva, la que no podía ser posible siendo su imagen y nombre ya conocidos en la sociedad. Que mejor que ampararse en su vocación. Esa noche tenía un consultante. Nada mejor que una noche de pláticas para aliviar a una mente corrompida por su propia biología.

Nadie mejor que un par, para notar en ese espejo algo mas que bestialidad. Algo mas que humanidad muerta, algo mas…

Su mansión en París cercana al centro no era mas que un refugio dentro del barrio donde estaban la mayoría de los vampiros, un lugar estratégico y a la vez remodelado en base a sus preferencias. Tenía por costumbre recibir a las consultas en su living, un lugar al cual se accedía pasando el vestíbulo y atravesando un umbral de madera caoba como la mayoría de las de la casa. La particularidad de este espacio se encontraba en el abovedado cielo raso decorado con una pintura de un cielo soleado surcado de nubes y ángeles. Curioso, pero real, esto le recordaba al vampiro algo que anhelaba pero que le era imposible volver a ver alguna vez.

Como era su costumbre había un diario en la mesa, pluma y su apreciada pipa, apagada.
Escuchó el sonido de la puerta mientras terminaba de encender la chimenea. No necesitaba de ella pero el crepitar del fuego era algo fascinante cuando buscas respuestas. ¡Y vaya si las encontraría esta noche!

Lo que parecía una cita normal se convertiría en una sorpresa para Julien. Bastó acercarse a la puerta para sentir una sensación difícil de negar, tales resonancias no las tenía desde hacía 20 años sino mas. Su mirada fría rozó esos ojos mortecinos inconfundibles y tuvo que parpadear para creérselo.

por **Lucifer Morningstar** Vie Abr 15, 2016 6:42 am

Curiosa paradoja de la vida resultaba que fuera el diablo quien llamara a la puerta, cuando por lo general eran los demás quienes clamaban su nombre en busca de soluciones precipitadas. No iba admitir jamás, ni siquiera aceptaba que fuera así, que estaba buscando ayuda. Más bien respuestas que ni siquiera él, observador nato, lograba desentrañar: los humanos, los grandes y verdaderos herederos de la grandeza de Padre, los únicos hijos de Dios que disfrutaban de un libro albedrío que a él y a sus hermanos les fue vedado -motivo por el cual él cayó al fuego eterno- hacían de sus miserables existencias todo un juego del que nadie vestía de culpable. El demonio me obligó.

El cómo encontró a Julien podría llamarlo giro del azar al que incluso él se veía sometido a veces. Recordaba el momento en el que le conoció, más aún el deseo que despertó en él. Aquella maldad aflorando, la falta de emociones... nada más verle supo enseguida que aquel demonio necesitaba ser liberado. Y lo hizo, para luego marcharse y no volver a saber nada más de él. Lucifer no creaba vínculos, solo se limitaba a conceder los designios infernales que se encontraba por el camino. Sin embargo, lo encontró unos días atrás en uno de sus paseos y su dicha fue extrema al descubrir que seguía adelante con su recorrido por el averno.

Una sonrisa se instaló en su rostro. Una sonrisa cargada de expectativa y agitación ante lo que aguardaba al otro lado de la puerta. Una sonrisa acompañada de una mirada fiera, la determinación del que no promete nada bueno si la situación no alcanza las expectativas esperadas. La noche había caído y no quedaba alma alguna vagabundeando aquellos lares. Estaba a solas con el destino. Así que decidió llamar a su puerta. Lucifer no se caracterizaba por ser alguien paciente ante una caja llena de respuestas, pero la experiencia le sosegó. Un demonio podía embravecer ante la entrada abrupta de un desconocido -pues no había facilitado nombre al pedir cita-, de modo que no le quedaba de otra que guardar las formas si quería encontrar respuestas en aquel lugar.

Alzó una mano enguantada en cuero y golpeó tres veces con los nudillos, quebrando el silencio de la noche. Tras la madera resonó la vacuidad del lugar, pero nada más. Cuando la puerta se abrió y se encontró frente a frente con la sorpresa en el rostro de Julien, su sonrisa se ensanchó con un deje infantil. Al diablo le encanta sorprender. - Buenas noches, mi viejo amigo Julien... ¿Puedo pasar o tiendes a recibir a tus... cómo los llamáis... ah sí, pacientes, aquí afuera? - Ladeó el rostro mirando al interior de la casona a la espera impaciente de poder entrar de una vez.

por **Julien** Lun Mayo 09, 2016 10:10 pm

Sus ojos de abrieron por primera vez en mucho tiempo. La sorpresa no era una característica de Julien, normalmente era él quien inspiraba este tipo de sensaciones en sus presas.

- ¿Tu? – comentó sin saber que decir, la elocuencia no solía ser su amiga cuando por dentro de las venas corría rígida la hiel como le pasaba en ese mismo momento. Era pequeño, algo que no había sentido incluso estando al lado de vampiros antiguos. Se sintió controlado e indefenso a la vez.

Su mente se puso a considerar la posibilidad de dejarlo afuera hasta que comprendió que no tenía sentido alguno el cerrarle la puerta en la cara, siendo como era en su propia naturaleza buscaría la forma de entrar por otros medios aunque sea sin ser invitado como suponían las leyendas de vampiros. Además no podía negarle a ese bicho de curiosidad que ya le venía picando en el cuello y que le daba ciertos escalofríos por solamente sentirlo soplándole en la nuca.

Inclinó su cabeza. Él parecía no perder su autenticidad, los años no lo habían vuelto un viejo cascarrabias al menos y eso era muy bueno, aunque bien sabia que ese no era el mal peor que enfrentaban los vampiros con el paso de los años y Julien esperaba llegar preparado para ese entonces. El paso del tiempo lo abrumaba, era su mayor temor. Justamente eso había hecho que aceptase la sangre vampírica de quien ahora se presentaba en su morada a mitad de la noche como un simple paciente mas, que lejos de serlo estaba…

Tomó aire sin necesidad y se corrió dándole espacio para que entrara – Pasa – le dijo en un tono respetuoso. De seguro la noche les quedaría corta para cuando se dieran cuenta de las horas que corrían. Una de sus manos indicó la dirección de la sala común, allí donde había reservado espacio. Era gracioso, apenas cruzaron el umbral, ambos estaban bajo la atenta mirada del cielo mismo. Detrás de esas nubes dibujadas en el cielorraso posiblemente se encontraba la naturaleza de tal abominación colocada en el techo a pedido de Julien años atrás. Obviamente remitía a ese primer contacto con Lucifer y sus inicios en la Iglesia sino ¿Por qué un vampiro tendría un techo con un dibujo del firmamento cristiano plasmado a la perfección con ángeles celestiales?

Y la puerta se cerró tras ellos cerrando todo espacio de luz con la del exterior, sus siluetas dibujadas a traves del espejo y sus modos muy conservadores esperando que alguno de ellos diera su veredicto despues que el pasado volviera a tocar las puertas de su propia casa.

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