Lo hecho, hecho está[Libre]

Había una cierta culpabilidad en él por una razón tan simple. Estaba vivo. Y no debería estarlo. Por una vez había incumplido su deber. Las órdenes habían sido claras y esa noche en la que el fuego se llevó a todos los habitantes de la casa, el debería haber estado ahí y haber perecido con ellos. Había desacatado lo que se le había encomendado. Eso, más que sonarle a traición, era que le decía que no estaba capacitado para seguir realizando un trabajo como aquel. Claro, no dejaría de hacerlo. Pero antes de ir a buscar al que era a quien realmente debería estar sirviendo, había decidido hacer algunos cambios.

Hacía unos días se había internado en la mansión y buscó entre los escombros, los documentos de la casa. Acostumbrado como estaba a hacer ese tipo de movimientos por el trabajo que Koizumi le encargaba, aquella mansión había pasado a ser de su propiedad. Pero estedía la razón era diferente. Tenía que regresar ese lugar a ser habitable. Así no hubiese nadie más por ahora. Era un buen lugar, no quería que se perdiera, y por otro lado era como para decirse que estaba bien haber escapado del incendio Dejaría ese lugar como nuevo. Le llevaría su tiempo. Cuando lo lograse iría con quien debía estar.

Estuvo acomodando, había tantas cosas que hacer que perdió el sentido de las horas mientras intentaba al menos sacarlo que ya no servía, para cuando lo notó, fue porque la noche había caído. En la oscuridad y la poca luz de una vela, ya no podría hacer más. Para su suerte, casi todo había sido reducido a cenizas. De aquellos cuadros que habían estado buscando no vio rastro. Muchas veces había escuchado que el fuego era capaz de desvanecer y purificar, pero no sabía si algo como aquellos cuadros podían llegara ser tratados de esa forma. Probablemente solo habían encontrado nuevos portadores. Realmente ya no importaba, las razones para que ellos los buscaran habían sido un capricho de un vampiro que al final, había deidido marchar en el momento que el quiso, de la manera que el escogió y llevándose consigo a las personas que había a su alrededor.

Con la basura que había sacado a lo que antes habían sido los jardines -eso le llevaría un poco más volver a dejar presentable, eso pensó mientras no veía rastro de las plantas que había apenas poco antes- encendió un nuevo fuego. Mientras lo veía, se decía que a partir de ese momento, no importaba si había fallado, era un nuevo comienzo. Ese fuego que consumía lo poco que había quedado era como el simbolismo de ello.

Esperó a que aquel fuego alto se hizo apenas un rastro de calor. Decidió marcharse, ya volvería a seguir su trabajo. Se empezaba a alejar cuando antes de adentrarse en el bosque escuchó ruidos, muy ligeros y se quedó esperando ver si aparecía algo, tal vez no era nada, o un animalillo perdido o atraído por el calor. Pero su instinto le hizo quedarse quieto como uno de esos mismos árboles ahora a sus espaldas. Un cuchillo se había deslizado hasta su manos desde el interior de las mangas de su abrigo. La única luz que tenía era la tenue luminosidad que una luna creciente le ofrecía.