Caprichos de lobo [Sephora Helis]

por **Michelangelo Alessandri** Miér Abr 13, 2016 1:52 am

De las cosas que más he disfrutado en mi vida es de pasear por los bosques, incluso más allá de mi poderosa naturaleza, mucho antes de convertirme en un ser oscuro, siempre había tenido un romance a escondidas con la libertad propia de la marea verde que circundaba a mi alrededor. El aire que se respiraba, la sensación de la brisa salvaje y por supuesto la buena compañía.

Le había pedido a mi querida beta que me acompañase en un día de campo ya que Alaska había decidido ignorarme durante aquella semana. Por suerte, tenía la satisfacción de tener a alguien a mi lado como Sephora. Cada mañana que le veía salir de nuestra residencia, un profundo dolor se agolpaba en mi pecho. Nunca había sido un fanático de destruir la vida de los demás, pero sabía que en el fondo eso había logrado convirtiéndola en esto que ahora somos. Personas sin libertad, reprimidos por nuestros instintos más puros y animales, siendo esclavos de la luna llena, por el resto de nuestras vidas. La culpa cegaba y me asfixiaba y sabía que eso no iba cambiar por mucho que ella me dijese lo contrario. No sabía lo que pensaba o si quiera si me mentía cada vez que le decía lo mucho que sentía haberla condenado a la oscuridad.

Momentos como este, en el que solo éramos los tres: ella, yo y la naturaleza; eran los que me permitían respirar en paz y mantener la culpa sobre el límite. Para los demás días, tendría culpabilidad de sobra brillando en cada puerto de mi mente. Lancé un suspiro, puesto que la luna llena estaba muy cerca y por ende, toda esta integridad, esta poca humanidad que conservábamos, se esfumaría con el aullido de nuestros lobos a su ama: la plateada y vívida luna. Le miré a su rostro angelical, aquel rostro que aprecié con tristeza cuando la encontré pálida y tendida sobre el suelo terroso, cuando había vuelto a mi humanidad. Una cruel mordida tallada en su abdomen y la espera del infierno al que la había sometido con esa imprudencia. Sabía que debía encerrarme en los calabozos abandonados de una de las propiedades de mi familia en Atenas, sabía que no debía haber permitido que esa noche me quedara a la inhóspita espera de mi maldición eterna. Sabía de sobra que la soledad no era motivo para dejarme abandonar por mis instintos más animales, pero ni siquiera mi racionalidad pudo conmigo mismo. ¿Cuál había sido el resultado? Sephora Helis, una preciosa pelirroja que no conocía, convertida en un demonio, en una mujer lobo. Mi actual beta.

No me di cuenta, cuanto tiempo estuve observándola, pero por alguna extraña razón, mi corazón empezó a latir más rápido de lo normal, incluso para un hombre lobo. Me aclaré la garganta para decirle:

—¿Por dónde quieres ir? —Mi pregunta había sonado con esa voz ronca con la que caracterizaba a atraer a las dulces damitas al fruto prohibido de la infidelidad, por ende me sorprendí de mí mismo.

¿Acaso estaba sobrepasando la fina línea con la que consideraba hasta el momento, mi mejor amiga?

por **Sephora Helis** Miér Abr 13, 2016 8:22 pm

Me sorprendo al oír la voz de Mich, ya que mi mente estaba vagando por las calles de Atenas, recordando el día en el que descubrí que el piano se me daba con facilidad. Desde que conseguí ser una as en este instrumento, fue mi única manera de escapar de la horrible realidad de que mi padre, Magno, me había comprometido a matrimonio con alguien que no amaba, y que a duras penas conocía. Para mi, cada nota me representaba. Una nota grave y profunda por cada tristeza. Y una nota alta y suave para simbolizar cada momento de dicha. Y estos no eran cuando, por ejemplo, pagaban el sueldo a mis padres. No, nada de eso. Eran las pequeñas ocasiones en donde de verdad al recordarlas una sonrisa se apoderaba de mi. Como cuando hice una travesura tan grade que les saque una gran sonrisa a mis padres. O cuando conocí a Michelangelo...quizás no fue de la mejor forma, pero si no fuera por el, jamás hubiera conocido lo que es ser libre. De esa libertad sin riendas.

Probablemente no poder controlarme en la luna llena es una nota grave, pero su leal compañía me hace sentir completa. Aunque supongo que esa es la función de los líderes de la manada, aunque solo seamos Mich y yo.

Quien sabe si a esta hora yo no estaría cuidando a 3 niños, frutos de un inexistente amor, esperando que llegue un hombre, cuya salud me valdría lo más mínimo. Suena cruel. Lo sé. Pero esa es la verdad. En cambio por Mich, yo daría todo. Yo daría todo por mi alfa.

— Por ese arroyo. —La seguridad suena en mi voz. Pero estar a solas con mi alfa, pone alerta todos mis sentidos.

por **Michelangelo Alessandri** Miér Abr 13, 2016 9:17 pm

Me quedo mirándole con una pequeña sonrisa tirando de mis labios. No logro entender si pude afectarla con mi pequeño acto seductor, no es como si lo hubiese hecho a propósito, así que estoy un poco extrañado. ¿En realidad tenía ese poder? ¿Tenía esa capacidad para hacer que cualquier mujer cayera a mis pies? ¿Incluso la dama que se había convertido en mi confidente? Mis ojos la estudian durante un rato y trato de ponerla nerviosa por pura curiosidad.

—¿No es eso bastante alejado, mi dulce Sephora? —Me quedo esperando su respuesta con un ansia impropia de mí. No sé exactamente que es lo que me está haciendo comportar así. —¿Tienes algún plan para nosotros dos? —Mi voz suena lo suficientemente coqueta para girar lejos de nuestra relación. Nosotros bromeamos, hablamos, no picamos, pero jamás había usado mis armas de seducción con ella. No me había parecido nunca necesario. La quería en mi vida de la forma en la que estábamos. Hasta ese dicho momento.

Algo en su aspecto, había algo en ella que me estaba haciendo cambiar el rumbo de mis pensamientos, de mis decisiones al respecto. Y no parecía querer cambiar el ritmo que me llevaría a unas consecuencias. ¿Desastrosas? Probablemente. Estaba seguro de que Alaska nunca me perdonaría meterme con nuestra amiga, casi hermana para ella.

Esperaba que esto solo resultase un juego de mi mente y que bajo ninguna circunstancia Sephora me hiciera caso. Lo esperaba, verdaderamente lo hacía.

—¿Acaso quieres besarme, beta mía? —Le pregunté y justo cuando lo hice me arrepentí. No, no, no debí haber clamado algo así. No podía interferir en nuestros sentimientos, no debía.

Pero, ¿acaso mi animal estaba en desacuerdo? ¿Acaso yo realmente quería que Sephora respondiera a mi pregunta con una afirmación?

por **Sephora Helis** Jue Abr 14, 2016 5:07 pm

Mis ojos se abren desmesuradamente. No podía siquiera imaginármelo.

Sus manos apretando mi cintura mientras que las mías acarician su pelo, nuestras respiraciones agitadas mezclándose, ver sus ojos llenos de deseo, y ambos gruñendo desde el fondo de la garganta.

Bueno, quizás si podía imaginármelo, pero de ningún motivo permitiría que suceda. No voy a convertirme en una ramera para cumplir un capricho. Y lo peor de todo es que cuando oí la palabra besarme saliendo de sus labios, mi corazón latió más rápido y estoy segura que eso no pasó desapercibido por su agudo oído. ¿Pensará que estoy loca por el? ¿Que soy como todas las chicas fáciles con las que se ha metido? Exceptuado a Alaska, claro. ¿Pensará que puede manejarme a su antojo? Se que en su tiempo fue todo un don juan, y al parecer sus hábitos no han cambiado, pero la respuesta a esta ultima pregunta es un no.

Pero lo que el piense en realidad no me asustaba lo suficiente como la verdadera pregunta que llevo haciéndome desde algún tiempo... ¿En realidad solo lo veo como un alfa, como un hermano, como un compañero? Desgraciadamente un si se me viene a la cabeza después de recordar todos nuestros momentos juntos, desde que me mordió hasta ahora. Pero para mi la familia va siempre por delante, y Alaska es como mi hermana y daría todo por su felicidad. Y si eso significa que debo dejarle las cosas bien claras a mi alfa, lo haré.

—Tan solo me dio sed. —Mi voz sonó más firme de lo que debería. Estaba nerviosa, su pregunta me dejó bastante turbada y espero que él no le encuentre otro sentido a esta inquietud. Comencé a caminar delante de el, era muy buena orientándome cuando era humana, y esto se agudizó tras la mordida, quería evitar su mirada, y huyendo era la mejor idea que se me venia a la mente, pero a pesar de esto me volteo y lo miro directamente y enseguida me pierdo en el color mar de sus ojos.
— Y Mich, piensa en Alaska...por favor. —Aunque esto venía igual para mi.

por **Michelangelo Alessandri** Vie Abr 15, 2016 8:22 pm

Su respuesta me hizo detener abruptamente. Yo pensaba en Alaska, siempre pensaba en ella. Ella era la dueña de mis pensamientos, claramente los actos infieles que cometía en los burdeles o con un par de mujercillas no se comparaba al inmenso amor que le tenía a mi mujer. No estábamos casados, pero lo estaríamos. Pese a toda mi actitud y mi comportamiento inadecuado, Alaska era la primera.

Y fue así como me di cuenta que no debía hacer eso. Le tomé del brazo y le deposité un beso en la frente. Había escuchado su corazón latir fuertemente, al compás del mío. Sabía que ella estaba siendo sensata, un encuentro furtivo entre los dos, no solo podía destruir nuestra sólida amistad y confianza. Sino que ambos podíamos perder a Alaska. Era muy riesgoso.

Me separé y le di una pequeña sonrisa, por esta clase de cosas es por las que consideraba amar a Sephora. Me mantenía a raya y sabía lo que estaba bien y mal y cómo actuar. Era ese el porque aún ella estaba en mi vida.

Por eso no debía perderla por cosas banales como mis caprichos de lobo. Emprendí el camino para llegar al arroyo y beber. También me encontraba sediento. Me arrodillé y con mis manos atraje el agua para ingerirla. Con el rostro empapado tras mojármelo, me volví para mirarla. Con su cabello rojo intenso, sus ojos grises tan delicados escondiendo a una fiera salvaje, sus pecas manchando su rostro como si de un lienzo se tratase y sus labios rosados que lucían tan tentadores. Tuve que respirar profundamente para no seguir pensando en todo lo que mi mente visualizaba. Imágenes de nosotros dos besándonos, dejando que nuestros animales controlaran nuestras almas y dominaran nuestros cuerpos.

Mi corazón latió demasiado rápido y simplemente no pude evitar cuando mi rostro quedó a un centímetro del suyo.

—¿Puedo? —Pregunté, no lograba contenerlo, no sabía exactamente qué era y sabía lo mal que estaba, sabía las consecuencias que podía traer esto. Pero no podía evitarlo. Se me hacía imposible el retroceder y abandonar el deseo irreverente que calaba mi ser, el deseo por Sephora, mi beta.

Dime que sí, dime que sí, me encontré pensado a la espera de su respuesta.

por **Sephora Helis** Vie Abr 22, 2016 3:47 pm

De pronto el tiempo se detuvo. Mis ojos se abrieron desmesuradamente. Mi respiración se detuvo. Mi cuerpo no respondía a las órdenes que mi cerebro emanaba. Todos mis sentidos estaban en flor. El sol brillaba fuertemente, como si de una promesa se tratara, jurando que guardaría silencio de antemano. Sentí a una voz lejana gritándome que la familia era lo más importante, y en este momento no recuerdo siquiera haber dicho esas palabras. Y no se si su lobo ha encantado al mío, o si tiene dotes de hechizaría para tenerme a sus pies.

He luchado en vano, cualquiera en su sano juicio se habría alejado, pero yo ya he dejado de resistir. Ya no puedo más. Con nuestras respiraciones mezclándose acerco mi mano a su pelo, acomodo un rebelde mechón que insistía en moverse de su lugar.

Y en vez de responder su pregunta, me acerco lentamente, sin despegar la vista de sus azulados ojos, y deposito algo, incapaz de llamarse beso, en sus labios.

Tan solo fue un roce, una caricia, un leve tacto, de apenas un cuarto de segundo, y tanta perfección lo abarcaba que si tan solo dejaremos de pensar, y olvidemos lo que ocurre alrededor de nosotros, diría que nacimos para estar juntos. Y si, algunas veces yo le era indiferente, pero era una indiferencia disimulada, forzada. En el fondo sabía que el era todo lo que esperaba de este mundo, y que estaba locamente enamorada.

—Quiéreme eternamente, aunque la eternidad dure solo un instante, por favor.—Susurro avergonzada. Mi orgullo se había ido, dejándome más vulnerable que nunca.

Son pocos los que tienen la valentía para negar el deseo, y desgraciadamente, no me considero una de ellos, y si por mis actos pierdo todo, al menos mi egoísmo me mantendrá viva recordándome el tacto de sus labios acariciando los míos.

por **Michelangelo Alessandri** Sáb Abr 23, 2016 4:02 pm

He cerrado los ojos durante el breve contacto de nuestros labios. Nunca me había sucedido tal cosa, el deseo ferviente de querer más de ella, de quererlo todo se apoderaba de mi cuerpo como una ponzoña venenosa, sin embargo, yo no me sentía especialmente inmune a aquel veneno, de hecho parecía gustarme.

Sus hermosos ojos me tenían encantado, mi corazón no quería dejar de latir al compás de las alas de un colibrí. Mi mente se nublaba de profundas sensaciones y sentimientos que había estado guardando por tiempo indefinido en lo profundo de mi subconsciente. Sus labios lucían incluso más llamativos que en épocas pasadas, lucían tan deseables que tuve que depositar un nuevo beso más prologando sintiendo como caía lentamente sin poder evitarlo. Capricho o no, Sephora estaba tomando la misma cantidad de mí que Alaska. Estaba cayendo sin poder detenerlo. Y de hecho, no quería hacerlo.

Sus preciosas palabras hicieron que todo a nuestro alrededor de pronto perdiera sentido. Ya no importaba el correr de las aguas, ni el viento gélido despertar las hojas en un movimiento pacífico. Ahora todo lo que podía pensar y desear era ella, era Sephora.

—Te quiero, te quiero incluso más que lo que nos brinda la eternidad y sus instantes complejos. —Respondo, azorado por este nuevo descubrimiento.

Desde hace mucho que tenía cierta curiosidad por mi pelirroja favorita, desde hace demasiado tiempo estuve tentado de hacer algo que por muy perjudicial que fuese lo ansiaba sin saberlo. Ahora nada me quedaba más claro, yo le quería, le quería y no podría pensar en abandonarle.

Me encontré zarandeado por lo que sentía, estaba dividido entre mi amada Alaska, cuyo encanto me había prendado desde el primer momento, haciendo imposible mi cometido particular, definitivamente no podía ser solo una noche de demonios en la que ambos sucumbiríamos sin poder evitarlo. Pero, la otra mitad de mi corazón le pertenecía a la mujer que tenía justo en frente, que me miraba con la vulnerabilidad, espejo de mis sentimientos; aquella jovencita que yo mismo había condenado a la esclavitud de la luna: Sephora, mi beta, mi todo.

Tomé uno de sus cabellos para pasarlo por mi rostro y percibir su profundo aroma incluso más de lo que ya podía hacerlo con mi poderoso olfato. Toqué su delicado rostro, bellísimo. Fuese como fuese, no podía escoger sola a una. Desde el principio, había dejado claro lo importantes que ambas eran para mí. Sin embargo, justo en ese momento por aquel pequeño desliz como unos cuantos roces inocentes de labios, supe que mi condición con ella iba mucho más allá de la amistad.

No sabía sin sentirme pletórico por ello o si en realidad asustado por la condena que sería verlas a las dos morar conmigo siendo incontrolable el sentimiento que me embargaba por ambas. Me encontré deshecho por las contradicciones amorosas, pues una cosa era adorar a mujeres durante unos instantes, encuentros sin sentido en búsqueda de un placer irreverente y la otra era tener a Alaska y Sephora cada día, nuestros lazos fuertes y la manera en la que mi corazón latía por el simple hecho de tenerlas cerca. Tuve que cerrar los ojos, porque sabía que la segunda opción era la adecuada, yo me encontraba condenado por mis caprichos.

por **Sephora Helis** Dom Mayo 15, 2016 12:31 am

Mi mente estaba echa un torbellino de emociones y pensamientos, mis piernas seguían algo flojas y mis labios continuaban vibrantes.

Me he estado haciendo la idea, y ahora tengo claro que cunado volvamos a casa en un tiempo más, nada volverá a ser como era. Y estoy tan asustada por ello que estoy luchando para que mis lagrima no salgan.

Quizás nuestras conversaciones con Michelanelo, nuestras expresiones, serán las que exige la más elemental cortesía mundana, no como fuimos hoy. Y luego nada. En cierta época de nuestras vidas nos hubiera sido díficil pasar un momento sin dirigirnos la palabra. Si esto llegara a pasar, simplemente no sería capaz de soportarlo.

Pero sobre todo, un sentimiento de culpa estaba apoderándose de mi, y solo un nombre se me venía a la cabeza.

Alaska.

Hasta el momento mi mejor idea es irme, recorrer lugares, conocer más gente. Pero simplemente no puedo, y no solo porque un lobo en manada es mejor, sino porqué no puedo siquiera imaginarme la vida sin mi mejor amiga. O sin mi alfa.

Pero por el otro lado, si me quedo ¿qué?

¿Tendré que ver todos los días la pareja perfecta que son Mich y Alaska? ¿Sufrir silenciosamente? ¿Esperar a que cuando Alaska se diera vuelta poder estar con el lobo en cuestión? ¿O quizás decirle todo a Alaska y verla sufrir? No gracias, paso.

Jamás en mi vida podrá hacerle daño a los que quiero, Alaska no lo merece, y sé que Michelangelo también sufriría con todo esto.

No se que hacer, y si sigo dándole vueltas al asunto, terminaré siendo una desquiciada. Si el alfa no sabe que hacer, supongo que probablemente, con el dolor de mi alma, me marche. No soy lo suficientemente valiente como para luchar por amor, no por este.

—¡Dios mío! ¿Mich que vamos a hacer? ¿Que VOY a hacer? —Digo acomplejada con las manos cubriéndome los ojos y presionando, evitando soltar las lagrimas que amenazaban con salir. Tan solo esperaba que Michelangelo me diera una solución.

Estoy dispuesta a hacer todo por la felicidad de Alaska, y por la de Mich.

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