AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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From Prusia with love (FB) Killian White
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From Prusia with love (FB) Killian White
From Prussia with Love (FB)
¡hija del Elíseo!
¡Ebrios de ardor penetramos,
diosa celeste, en tu santuario!
Tu hechizo vuelve a unir
lo que el mundo había separado,
todos los hombres se vuelven hermanos
allí donde se posa tu ala suave.
Quien haya alcanzado la fortuna
de poseer la amistad de un amigo, quien
haya conquistado a una mujer deleitable
una su júbilo al nuestro.
Sí, quien pueda llamar suya aunque
sólo sea a un alma sobre la faz de la Tierra.
Y quien no pueda hacerlo,
que se aleje llorando de esta hermandad."-Friedrich von Schiller (Oda a la alegría)
Principios de 1801
Algún lugar de Prusia
Algún lugar de Prusia
Había terminado con mi luto riguroso, ahora podía salir y destapar mi rostro del largo velo negro cuando no estaba en casa. Volvía a tomar el mano poco a poco de los negocios heredados. Los negocios habían sido llevados por albaceas y hombres de confianza más no podía negar que alguna vez habían dicho que algunos asuntos requerían de mi presencia, hay estaba el porque de mi viaje que iniciaba ahora desde mi hogar en Italia, al reino de Prusia. El hombre había requerido hablar con la persona verdaderamente detrás de aquellos negocios, y había podido alargar la cosa hasta que ya ahora no podía dilatar más mi viaje, por respeto al buen hombre y por los negocios, me embarque a aquel viaje a Prusía.
Largo como era aunque agradecida e salir de las tierras que conocían mi historia y mi desgracia de joven viuda sin hijos, esos que habían podido poner a mi tristeza un nombre "la duquesa gris","La duquesa de ojos tristes"... No eran malintencionados nombres, si no apodos que hablaban de mi cargo y mi viudedad, la tristeza y lo sombrío que se vio envuelta mi mirada como un día gris, tormentoso, de esos que avisan de que pronto llegué la tormenta. No dejaba de ser una joven viuda de casi apenas 20 años, ahora cumpliría este año los 21años que no eran muchos. Mientras viajaba entre carruaje y trenes, disfruté despejando mi mente al contemplar el paisaje frío de Suiza, Austria y Prusia. Hacía frío como era normal en aquella época de finales de año, yo a veces me tapaba con mantas de pelo las piernas sobretodo en los recorridos de carruaje, que se volvían más fríos.
Añoraba el calor de las chimeneas de mi hogar, el olor a mi Florencia, ese desayuno italiano cada mañana. No era que me quejara de la comía, por supuesto la comida era buena, pero cada lugar tenía unos platos típicos. Me pregunté en un momento, como sería el hogar de mi anfitrión, al cual por supuesto había avisado de mi viaje y mi llegada con tiempo, como era de deber. Nadie y menos yo, con mi educación se presentaba sin avisar, yo era de las que incluso al estar al llegar manaba una misiva de que me encontraba a un día de llegar, esa carta justamente fue la que envié el día anterior, dejando a los de Prusia tiempo y conocimiento de que mi llegada era inminente y que pudieran estar preparados y prevenidos, así no me encontraría con sorpresas de que estuviera fuera o no hubieran preparado la alcoba o algo.
Iba en el carruaje y ya veía el paisaje de la hermosa Prusia, maravillada por la hermosura de aquellos terrenos en aquella época, me preguntaba si en primavera no serían aún más hermosos. En ello me volcaba cuando sentía ya me cansaba de tanto viaje. El carruaje empezó a bajar su velocidad, pensé que algo pasaba o ya llegábamos, por la ventana intenté visualizar algo. Cruzamos inmensos campos y empece a ver algo de una maravillosa edificación, hacía la que creía que el carruaje se acercaba. Finalmente entramos por los muros de la verja de aquella inmensa edificación, me quité la manta y me preparé para salir bien y presentable, arregle mi vestido y mi tocado. El carruaje paró y por mi ventana contemplé las escaleras y la gran puerta de aquel lugar, magnifico y ostentoso, se podría ver en ello la magnificencia del propietario de todo aquello. En los pies de la escalera un joven de no mucho más años que yo. Colocaron el peldaño y abrió la puerta del carruaje uno de los cocheros. Salí del carruaje con suavidad, tomando con una de las manos mi falda para poder colocar bien el piel en los peldaños, sin tropezar. Sentí al sacar el rostro del carruaje el fresco aire Prusiano en mi rostro, bajo la redecilla pequeña de mi sombrero negro, y observé mejor al caballero que en primer lugar había llamado mi atención.
- vestido:
Mirella Arezzo- Realeza Italiana
- Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 27/08/2015
Re: From Prusia with love (FB) Killian White
Siempre que esté permitido y puedas ir libre de brida,
busca a quién quieras decir: «Mi único encanto eres tú».
No esperes que un aura tenue la traiga hasta ti desde el cielo,
tienen tus ojos que ver quién es la chica ideal.
—Ovidio—
El arte de amar
busca a quién quieras decir: «Mi único encanto eres tú».
No esperes que un aura tenue la traiga hasta ti desde el cielo,
tienen tus ojos que ver quién es la chica ideal.
—Ovidio—
El arte de amar
Sabía que los Nottinghams le siguieron la pista hasta Francia, en los Países Bajos fueron perdiendo el rastro y cuando finalmente se presentó en Prusia supo que ningún miembroo de la familia conocía de paradero. Durante cinco largos años escaló en la miliicia del duque de Varsovia, convirtiéndose para 1800 en general de brigada pese a las insistentes peticiones para convertirse en el coronel de la poderosa flota de Sacro Imperio Romano. Killian era unu hombre libre por lo que la elección recaía en él y comandar en el mar no era algo que deseara todavía o que pensara hacer el resto de su vida. Su estancia en Prusia no se prolongaría por más tiempo, algo se lo decía, mas nunca pensó que una mujer sería la causante. La orden de escoltar a la viuda del duque Arezzo fue encargada a él, eran principios de 1801y él con diez hombres más esperaban el carruaje que se acercaba con el trote de caballos. En galonado con su traje azul y las dos distinsiones sobre grandes campañas en 1798 y 1799, sus botas lustardas negras, un cañon sujeta en su cartuchera en la parte derecha así como la espada de mango de oro y hoja de plata sujeta a la izquierda enfundada en cuero y diamantes; mantenía a sus hombres en una línea siendo él el centro.
El carruaje se detuvo, la puerta se abrió y lo primero que Killian pudo ver fue el vestido de luto de la duquesa; sus hombres hicieron una reverencia manteniéndose con el rostro en el suelo. La duquesa por fin se adelantó unos pasos hacía la escolta justo los mismo que hizo Killian, el general de brigada y alguna vez Cisne llevó su mano al frente con la palma en alto e hizo una caravana languida, un movimiento aparentemente lento pero con una elegancia que lo delataba como un hombre de clase. Aunque no se podía delatar Cisne, después de todo los Generales en muchas partes de Europa provenían de casas importantes, era muy difícil que un humano de clase baja o un campesino escalara tan alto. —El rey de Prusia lo espera, duquesa de Arezzo, y mediante mis palabras le extiende sus disculpas por no presentar personalmente mas me temo que nuestro rey presenta problemas de salud, espero sepa dispensar —Killian caminó hasta ella poniéndose a su costado, sus hombres se abrieron dejando un camino para que ambos pasaran y a su vez mostrando un carruaje prusiano.
Killian extendió su mano hacía el frente haciendo el gesto para que lo siguiera. —Aún falta poco para el palacio del rey, permita que la lleve personalmente. Sus caballos deben de estar cansados por el largo viaje no los force más, cerca hay un establo donde los atenderán como si se trataran de los corceles del Rey, por ahora acompañeme —Killian arqueó su brazo derecho para que ella colocara su mano izquierda sobre éste y ambos cruzaran el camino que los soldados con sus espadas en lo alto hicieron para ellos. Con la frente en alto no dirigió en ningún momento el rostro a la duquesa; Killian estaba desconectado del mundo por lo que no solamente no conocía nada de Italia, por lo tanto no conocía la causa de la muerte del duque de Arezzo y cuánto tiempo llevaría el luto su viuda que en la primera impresión que tuvo de ella fue la belleza que jamás habia contemplado en Londres, Francia, Países Bajos o la mismísima Prusia.
Las puertas del carruaje fueron abiertas, Killian desatendió la mano de la duquesa y en un nuevo gesto le ayudó a ingresar, luego, él hizo lo propio sentándose frente a ella, manteniendo su traje totalmente impecable, sin ninguna arruga que pudiera ser criticada. Killian por fin, una vez que se cerró la puerta pudo contemplar con más atención el rostro de la duquesa corroborando que en esa primera y corta impresión tenía razón, era una mujer hermosa y seguramente debajo de ese vestido negro que representaba su luto, totalmente ardiente. En una de las batallas ejercidas en 1799 había escuchado de la fogosidad de las italianas, perdido en sus orbes se hizo una nueva pregunta «¿será italiana?» no lo sabía mas no estaba con ella para atender sus dudas, era la invitada del rey y no una mujer a que pudiera seducir pese a que el corazón que latía con fuerza le decia lo contrario. —Supongo que está agotada de tanto viaje en carruaje —le dedicó una sonrisa—, pero no se preocupe el camino a partir de ahora será corto. Mi nombre es Killian y estaré a cargo no sólo de su seguridad si no también de todas las peticiones que tenga, seré su escolta y bajo mi guardia nada le pasará —concluyó y el carruaje emprendió el corto camino.
Killian White- Humano Clase Alta
- Mensajes : 65
Fecha de inscripción : 10/01/2014
Re: From Prusia with love (FB) Killian White
La guardia había inclinado en gesto cortes y frente a mí un hombre con traje galardonado, que dejaba entreveer que era el general, comandante o cualquier cargo superior al de los demás soldados que se habían inclinado. Incliné la cabeza en saludo al hombre que se acercó. Escuché sus palabras en silencio, con sus palabras de parte del rey. Sentí pesar de que el hombre se encontrara indispuesto, no pillarle en buen estado, esperaba que mi presencia no fuera inoportuna. Hice un gesto con la cabeza para confirmar sus palabras. No quería ser desagradable pero en mi estado de viuda no era de entablar conversación alegre con el primer soldado que se me disponía, además no podía decir mucho, solo atender a sus palabras con cortesía y asentir.
Se colocó a mi lado y la guardia se abrió dejando paso. Miré y vi un carruaje hermoso, seguramente el rey dispuso aquel carruaje para mí, estaba agradecida y en mi interior me apuntaba el acordarme de al verle, agradecer su atención. Por un gesto que hizó el general entendí me pedía que lo siguiera, mientras me comunicaba que iba a proseguir en aquel carruaje dejando el mio en descanso. Gire a mirar a mi carruaje y tras inclinarse de forma torpe el paje entendió con un solo gesto que daba mi venia a que marcharan a descansar. Se inclino de nuevo con un "Gracias señora." en italiano. Miré entonces de nuevo al carruaje y tomando su brazo que me prestó me dirigí con el general hacía el carruaje de el rey, pasando por debajo de las espadas levantadas de los soldados, un gesto muy cortes y elegante que me pareció un gran detalle por parte de quien fuese que hubiera organizado aquel recibimiento. A pesar de que hubiera esperado fuera a verme con el rey que no con su general, no dejaba de ser realmente apreciable la atención de el rey y sus soldados.
Entre tanto mire al general en miradas rápidas, no sabía como era el acento de Prusia más el suyo no parecía muy de prusiano a decir la verdad. Por si físico, era un hombre atractivo, joven y con un porte de que la juventud no quitaba el que conociera la vida bien. No caí mucho más mi estado desde la perdida de mi esposo, no me permitía mucho embarcarme así porque si a ver más de un hombre que una primera visión, además sobre mi portaba el cansancio del viaje, el cual entendía que los caballos andarán más cansados que yo, por su trabajo de recorrer el camino que habían recorrido tirando del carruaje y el peso de lo que en este cargaba.
Abrieron la puerta del carruaje prusiano, y el general me soltó la mano ayudándome cortesmente a subir al carruaje. Me sentí en un primer momento extraña de cambio de carruaje, era mucho más ostentoso que el mio, y si no fuera que era duquesa hubiera sentido como una princesa en aquel carruaje maravilloso. Debía agradecer la atención al Rey y disculparme por no haber venido antes, después de esta gran disposición de medios y soldados que hacía para que mi viaje fuera cómodo y seguro. Arreglé mi traje al sentarme y escuche los toques de las botas del general sobre los peldaños adentrándose en el carruaje. Levanté la mirada, cuando se recolocaba su traje al sentarse frente a mí. Fue aquel momento en que pude ver sus ojos, que creí sentir mi corazón dejar un segundo de latir. Al ver sus ojos tan grises y claros como los míos, pero tan penetrantes que parecía desnudarte al mirarte.
No entendí aquella sensación tan extraña pero me moleste conmigo misma recordándome que era una mujer en luto, finalizandolo pero en luto. Tragué saliva y humedecí mis labios secos. Escuche su voz de nuevo y no pude evitar levantar mi rostro a mirarlo y sonreírle ante su sonrisa casi contagiosa, aunque en mí pocas sonrisas hubiera desde que vistiera el negro en mis ropas. Apenas pude contestar a su palabra sobre mi viaje que volvía a hablar y esperé a que terminar para hablar. Se presentó entonces como Killian, dándome a conocer que estaba al cargo no solo de mi seguridad,si no de todo lo que pudiera surgir en mi visita a estas tierras. -Encantada Killian, estoy segura que bajo su protección estaré segura.Agradezco al rey y vuestra persona toda esta gran disposición de medios y seguridad. - Paré de pronto al sentir el carruaje ponerse en movimiento y ante un primer estremecimiento al casi olvidar que andaba en un carruaje que se disponia a ponerse en marcha, volví a Killian para continuar mis palabras.-Siendo que por vuestras palabras seréis mi sombra en esta visita,llamarme por favor Mirella. - dije sonriendo suavemente, con dulzura. Por un momento mi mirada desatendió al hombre que empezaba a ponerme nerviosa en mi interior ante su porte maravilloso, con aquel traje que parecía a ver sido teñido y confeccionado no para un general, si no para él. Casi era como si a idea los colores de las telas hubieran sido teñidas para enmarcar sus fracciones. Miré por la ventana.-Un largo viaje ciertamente, más he de decir que merece la pena viajar para contemplar la belleza de estas tierras. -Volví la mirada al hombre intentando no divagar en su hermoso rostro o en el acento de su voz. -Si es hermoso en invierno no quiero ni imaginar que bellos sera en primavera.- Comenté amigablemente al caballero, pensando que si íbamos a viajar era bueno no hacerlo en un sepulcral silencio incomodo.
Me levante tímidamente la pequeña redecilla del sombrero, despejando mi rostro más. -Lamento llegar en momentos no muy buenos para su alteza, espero mi visita no sea una molestia.- Con sinceridad lance aquellas palabras llenas de preocupación por el estado de su alteza y de que hubiera inoportunado las agendas de el rey y de el general.
Se colocó a mi lado y la guardia se abrió dejando paso. Miré y vi un carruaje hermoso, seguramente el rey dispuso aquel carruaje para mí, estaba agradecida y en mi interior me apuntaba el acordarme de al verle, agradecer su atención. Por un gesto que hizó el general entendí me pedía que lo siguiera, mientras me comunicaba que iba a proseguir en aquel carruaje dejando el mio en descanso. Gire a mirar a mi carruaje y tras inclinarse de forma torpe el paje entendió con un solo gesto que daba mi venia a que marcharan a descansar. Se inclino de nuevo con un "Gracias señora." en italiano. Miré entonces de nuevo al carruaje y tomando su brazo que me prestó me dirigí con el general hacía el carruaje de el rey, pasando por debajo de las espadas levantadas de los soldados, un gesto muy cortes y elegante que me pareció un gran detalle por parte de quien fuese que hubiera organizado aquel recibimiento. A pesar de que hubiera esperado fuera a verme con el rey que no con su general, no dejaba de ser realmente apreciable la atención de el rey y sus soldados.
Entre tanto mire al general en miradas rápidas, no sabía como era el acento de Prusia más el suyo no parecía muy de prusiano a decir la verdad. Por si físico, era un hombre atractivo, joven y con un porte de que la juventud no quitaba el que conociera la vida bien. No caí mucho más mi estado desde la perdida de mi esposo, no me permitía mucho embarcarme así porque si a ver más de un hombre que una primera visión, además sobre mi portaba el cansancio del viaje, el cual entendía que los caballos andarán más cansados que yo, por su trabajo de recorrer el camino que habían recorrido tirando del carruaje y el peso de lo que en este cargaba.
Abrieron la puerta del carruaje prusiano, y el general me soltó la mano ayudándome cortesmente a subir al carruaje. Me sentí en un primer momento extraña de cambio de carruaje, era mucho más ostentoso que el mio, y si no fuera que era duquesa hubiera sentido como una princesa en aquel carruaje maravilloso. Debía agradecer la atención al Rey y disculparme por no haber venido antes, después de esta gran disposición de medios y soldados que hacía para que mi viaje fuera cómodo y seguro. Arreglé mi traje al sentarme y escuche los toques de las botas del general sobre los peldaños adentrándose en el carruaje. Levanté la mirada, cuando se recolocaba su traje al sentarse frente a mí. Fue aquel momento en que pude ver sus ojos, que creí sentir mi corazón dejar un segundo de latir. Al ver sus ojos tan grises y claros como los míos, pero tan penetrantes que parecía desnudarte al mirarte.
No entendí aquella sensación tan extraña pero me moleste conmigo misma recordándome que era una mujer en luto, finalizandolo pero en luto. Tragué saliva y humedecí mis labios secos. Escuche su voz de nuevo y no pude evitar levantar mi rostro a mirarlo y sonreírle ante su sonrisa casi contagiosa, aunque en mí pocas sonrisas hubiera desde que vistiera el negro en mis ropas. Apenas pude contestar a su palabra sobre mi viaje que volvía a hablar y esperé a que terminar para hablar. Se presentó entonces como Killian, dándome a conocer que estaba al cargo no solo de mi seguridad,si no de todo lo que pudiera surgir en mi visita a estas tierras. -Encantada Killian, estoy segura que bajo su protección estaré segura.Agradezco al rey y vuestra persona toda esta gran disposición de medios y seguridad. - Paré de pronto al sentir el carruaje ponerse en movimiento y ante un primer estremecimiento al casi olvidar que andaba en un carruaje que se disponia a ponerse en marcha, volví a Killian para continuar mis palabras.-Siendo que por vuestras palabras seréis mi sombra en esta visita,llamarme por favor Mirella. - dije sonriendo suavemente, con dulzura. Por un momento mi mirada desatendió al hombre que empezaba a ponerme nerviosa en mi interior ante su porte maravilloso, con aquel traje que parecía a ver sido teñido y confeccionado no para un general, si no para él. Casi era como si a idea los colores de las telas hubieran sido teñidas para enmarcar sus fracciones. Miré por la ventana.-Un largo viaje ciertamente, más he de decir que merece la pena viajar para contemplar la belleza de estas tierras. -Volví la mirada al hombre intentando no divagar en su hermoso rostro o en el acento de su voz. -Si es hermoso en invierno no quiero ni imaginar que bellos sera en primavera.- Comenté amigablemente al caballero, pensando que si íbamos a viajar era bueno no hacerlo en un sepulcral silencio incomodo.
Me levante tímidamente la pequeña redecilla del sombrero, despejando mi rostro más. -Lamento llegar en momentos no muy buenos para su alteza, espero mi visita no sea una molestia.- Con sinceridad lance aquellas palabras llenas de preocupación por el estado de su alteza y de que hubiera inoportunado las agendas de el rey y de el general.
Mirella Arezzo- Realeza Italiana
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Fecha de inscripción : 27/08/2015
Re: From Prusia with love (FB) Killian White
Se acomodó mejor en su asiento observando a la duquesa. Le había dicho que la llamara por su nombre, después de todo comprendía la situación en la que estaba Killian. Pero el ex Cisne se preguntó si eso era lo mejor, se abrió en él un pequeño debate sobre nombrarla por su nombre o título. Killian suspiró, no desobedecería, el rey había sido muy preciso con él y si así se sentía más comoda ella, haría lo que deseara y estuviera a disposición del general de brigada, ahora escolta personal de la duquesa.
—Lo es signora Mirella, quizá en otro momento pueda presenciar la primavera en Prusia —Killian sonrió escuchando como los alcanzaban una escolta a caballo bastante numerosa. Sea quien fuera la duquesa el rey le tenía en mucha estima o quizá a sus tierras y sus tratados. Italia era una zona comercial de la casa Londinense justo como Prusia, reservado y sin mencionar que era un cisne y precisamente de la casa de Londres, Killian sólo escuchaba las quejas sobre la ruptura con la iglesia y el acercamiento que tuvo con Chelsea y Scott que le ofrecían un tratado que a él no le convenía.
—Si me disculpa, fue su majestad quien la invitó, su llegada no es inoportuna, su salud por otra parte es distinto. Pero no se preocupe estoy seguro que podrá reconocerle en cuanto lleguemos. El rey me ha hablado mucho de sus relaciones, le doy mis condolencias por la muerte del duque Girolamo —Killian acompañó el gesto con un movimiento de cabeza. Era irónico, la única persona que podía desenmascararlo como Cisne en las relaciones del rey de Prusia con el mundo era el difunto duque Arezzo. Evocó las memorias con el duque cuando aún no obtenía el título al vivir su padre, eran un par de niños que jugaban a ser adultos, Giro era un buen amigo y con el tiempo confidente de amores. «¿Le fuiste fiel a Mirella pedazo de animal?» se preguntó al saber que su gran amigo tuvo la fortuna de desposar a una mujer tan hermosa.
—Mire —señalé para que mirara por la ventana—, ese es el castillo estamos por llegar —se sentó a un lado de Mirella y olvidándose de los protocolos le cogió una de sus manos, tan delicadas, tan bellas con sus dedos delgados y largos—. Quiero que sepa algo antes de que vea al rey, se lo confío mi signora... yo conocí a Girolamo, fui su amigo antes de que se convirtiera en duque... Soy un Cisne Negro, el rey de Prusia lo desconoce y quiero que se quede de esa forma. Verá, soy leal a mi rey pero por la memoria de mi amistad con Giro no puedo permitir que caiga el ducado Arezzo. Todo esto es política, ahora que sabe que soy un Cisne sabrá que mis habilidades para la política son mi fuerte; permítame estar con usted en todo momento, si el rey me pide retirarme usted no lo permita.
—Lo es signora Mirella, quizá en otro momento pueda presenciar la primavera en Prusia —Killian sonrió escuchando como los alcanzaban una escolta a caballo bastante numerosa. Sea quien fuera la duquesa el rey le tenía en mucha estima o quizá a sus tierras y sus tratados. Italia era una zona comercial de la casa Londinense justo como Prusia, reservado y sin mencionar que era un cisne y precisamente de la casa de Londres, Killian sólo escuchaba las quejas sobre la ruptura con la iglesia y el acercamiento que tuvo con Chelsea y Scott que le ofrecían un tratado que a él no le convenía.
—Si me disculpa, fue su majestad quien la invitó, su llegada no es inoportuna, su salud por otra parte es distinto. Pero no se preocupe estoy seguro que podrá reconocerle en cuanto lleguemos. El rey me ha hablado mucho de sus relaciones, le doy mis condolencias por la muerte del duque Girolamo —Killian acompañó el gesto con un movimiento de cabeza. Era irónico, la única persona que podía desenmascararlo como Cisne en las relaciones del rey de Prusia con el mundo era el difunto duque Arezzo. Evocó las memorias con el duque cuando aún no obtenía el título al vivir su padre, eran un par de niños que jugaban a ser adultos, Giro era un buen amigo y con el tiempo confidente de amores. «¿Le fuiste fiel a Mirella pedazo de animal?» se preguntó al saber que su gran amigo tuvo la fortuna de desposar a una mujer tan hermosa.
—Mire —señalé para que mirara por la ventana—, ese es el castillo estamos por llegar —se sentó a un lado de Mirella y olvidándose de los protocolos le cogió una de sus manos, tan delicadas, tan bellas con sus dedos delgados y largos—. Quiero que sepa algo antes de que vea al rey, se lo confío mi signora... yo conocí a Girolamo, fui su amigo antes de que se convirtiera en duque... Soy un Cisne Negro, el rey de Prusia lo desconoce y quiero que se quede de esa forma. Verá, soy leal a mi rey pero por la memoria de mi amistad con Giro no puedo permitir que caiga el ducado Arezzo. Todo esto es política, ahora que sabe que soy un Cisne sabrá que mis habilidades para la política son mi fuerte; permítame estar con usted en todo momento, si el rey me pide retirarme usted no lo permita.
Killian White- Humano Clase Alta
- Mensajes : 65
Fecha de inscripción : 10/01/2014
Re: From Prusia with love (FB) Killian White
El traqueteo del carró era algo lento pero lo que más extraño resultaba era la situación de estar delante de un hombre omo aquel siendo viuda y pensando en el silencio. Para mi suerte, el capitan no era un hombre mudo, y aunque parco en palabras si que contesto a las mías. -Espero que Dios escuche sus palabras, y me permita ver un día Prusia en tan bella estación, entonces.- Dije sonriendole tras decirle.
De vez en cuando mi miraba se iba hacia la ventana del carruae observando los campos y casas, pero me llamo la atención las palabras de mi escolta, no solo por que me contestaba a mi lamentación por acudir cuando la salud del rey de Prusia era tan delicada, si no al mencionar que este le hubiera hablado de mí, o mejor dicho tal vez de mi esposo.
Escuchar su nombre una vez más "Girolamo" me sobrecogió el corazón de forma que caasí creí que iba a llorar tal vez por aquella perdida, una vez más. Había pasado mucho tiempo casí salia del luto, pero no podía olvidar el pasado. Aunque siempre me hallara sola, aquel hombre era lo que había conocido, y con el cual había tenido ilusiones, que se vieron derramadas en saco roto cuando me comunicarón que mi esposo había fallecido. -Le agradezco las condolencias, Capitan Killian. Apenas acabo mi luto, pero admito que aún siento en el corazón esa soledad que dejó en el mi esposo. - onteste con una sonrisa triste, de las que no quieres poner saliendote de tí, pero pones por no hacer sentir mal a la persona que tienes delante.
Hice en mi mente tripas corazón, para no caer en aquel desasosiego de soledad y tristeza, era joven con mucha vida si Dios quería y no podía hundirme ahora, debía continuar mi vida y esperar lo que me guardase la vida. Me animé a mi misma pensando que todo tiene un porque, que la muerte no es el fin, y yo aún seguía viva, aun tenía que vivir esta que se me había concedido y no de la forma de hacerlo en la amargura y el lamento.
De pronto Killian llamo mi atención haciendome escapar de mis pensamientos y señalizo por la ventana, seguí con mi mirada su dedo , y vi que señalizaba un gran castillo majestuoso.-Es magnifico.- dije absorta en la magnifica arquitectura del castillo al que me dirigía, era maravilloso la verdad, mi palacio no era nada comparado con aquel, ahora si lo pensaba y veía bien.
Apenas aprecié que el caballero que me escoltaba se movía a sentarse a mi lado, hasta que no lo sentí y justo tomo mi mano, pillandome un poco de sorpresa.
Lo mire extrañada, incluso en mi rostro, un rubor se dibujó ante tal momento tan inesperado.Casí no encontre palabra, más no hizó falta, pues él habló. No fueron para nada palabras que esperase escuchar, que mi esposo lo conocía. Aquelllo en parte me sorprendió por las casualidad en que se convertía pues encontrarme con ese hombre aquí en Prusia, por otra al ser negociante y duque no era de extrañar que en sus viajes, mi esposo conociera personas, y por que no, tuviera un pasado antes de ser duque. No podía negar que si, que me impacto aquella revelación, de su amitad, pero algo se heló en mí cuando mencionó a los cisnes negros, sentí un escalofrio, con los ojos abiertos, recordé aquel cofre en que había guardado las cartas de mi esposo dirigidas a mí, e incluso unas que encontré algo extrañas en los cajones de mi difunso esposo. Eso era lo que hizo me helara de pronto, recordando las cartas con un extraño hasta ahora holograma de un cisne negro como firma.
Encontrarme en aquel minusculo lugar con un cisne negro, que se desvelaba y hablaba de mi esposo y de mi ducado como si fuera a caer por aquella reunión de Prusia, si no lo hacía yo bien y no le permitia estar... Fue un cumulo de cosas con poco momento para digerir aquello bien. Solté la mano apartandola de las suyas. -¿A que se refiere? ¿Que desea el Rey de Prusia? Digame, pues. Si he de confiar en vos, un cisne negro oculto en este lugar, digame la verdad, ¿Que desea el Rey de Prusia? - Temí entonces haber acudidó allí, pues recorde al familiar de Girolamo, que llego poco despues de empezar mi luto. En sus palabras hablaba del peligro de ser Arrezo, de ser de la familia y pronto, ahora aquello me hizósentir como el cordero entrando al matadero. "¿Que se estaba organizando aquí?" No sabía porque, pero de lo que creía sería una simple reunión para reafirmar cosas de tratos, ahora se me hacía que no sería del todo así. Ahora tenía que confiar en aquel hombre de los cisnes negros, de los que en su cartas a releerlas al encontrarlas sentí un algo, como una duda un sobreaviso interior. Debía decidir entre si confiar en el hombre que me hablaba de la amistad con Girolamo, o lanzarme sola a enfrentar lo que quiera que el rey de Prusia andaba tramando. Casí creo que perdí la pena por el estado del hombre, si en su enfermedad aún tenía tiempo y gana de planear algo contra una viuda. Las conjeturas en mi cabeza, eran de que no era tan fastuoso hombre el rey, y solo era un canalla, si aquella era su intención.
De vez en cuando mi miraba se iba hacia la ventana del carruae observando los campos y casas, pero me llamo la atención las palabras de mi escolta, no solo por que me contestaba a mi lamentación por acudir cuando la salud del rey de Prusia era tan delicada, si no al mencionar que este le hubiera hablado de mí, o mejor dicho tal vez de mi esposo.
Escuchar su nombre una vez más "Girolamo" me sobrecogió el corazón de forma que caasí creí que iba a llorar tal vez por aquella perdida, una vez más. Había pasado mucho tiempo casí salia del luto, pero no podía olvidar el pasado. Aunque siempre me hallara sola, aquel hombre era lo que había conocido, y con el cual había tenido ilusiones, que se vieron derramadas en saco roto cuando me comunicarón que mi esposo había fallecido. -Le agradezco las condolencias, Capitan Killian. Apenas acabo mi luto, pero admito que aún siento en el corazón esa soledad que dejó en el mi esposo. - onteste con una sonrisa triste, de las que no quieres poner saliendote de tí, pero pones por no hacer sentir mal a la persona que tienes delante.
Hice en mi mente tripas corazón, para no caer en aquel desasosiego de soledad y tristeza, era joven con mucha vida si Dios quería y no podía hundirme ahora, debía continuar mi vida y esperar lo que me guardase la vida. Me animé a mi misma pensando que todo tiene un porque, que la muerte no es el fin, y yo aún seguía viva, aun tenía que vivir esta que se me había concedido y no de la forma de hacerlo en la amargura y el lamento.
De pronto Killian llamo mi atención haciendome escapar de mis pensamientos y señalizo por la ventana, seguí con mi mirada su dedo , y vi que señalizaba un gran castillo majestuoso.-Es magnifico.- dije absorta en la magnifica arquitectura del castillo al que me dirigía, era maravilloso la verdad, mi palacio no era nada comparado con aquel, ahora si lo pensaba y veía bien.
Apenas aprecié que el caballero que me escoltaba se movía a sentarse a mi lado, hasta que no lo sentí y justo tomo mi mano, pillandome un poco de sorpresa.
Lo mire extrañada, incluso en mi rostro, un rubor se dibujó ante tal momento tan inesperado.Casí no encontre palabra, más no hizó falta, pues él habló. No fueron para nada palabras que esperase escuchar, que mi esposo lo conocía. Aquelllo en parte me sorprendió por las casualidad en que se convertía pues encontrarme con ese hombre aquí en Prusia, por otra al ser negociante y duque no era de extrañar que en sus viajes, mi esposo conociera personas, y por que no, tuviera un pasado antes de ser duque. No podía negar que si, que me impacto aquella revelación, de su amitad, pero algo se heló en mí cuando mencionó a los cisnes negros, sentí un escalofrio, con los ojos abiertos, recordé aquel cofre en que había guardado las cartas de mi esposo dirigidas a mí, e incluso unas que encontré algo extrañas en los cajones de mi difunso esposo. Eso era lo que hizo me helara de pronto, recordando las cartas con un extraño hasta ahora holograma de un cisne negro como firma.
Encontrarme en aquel minusculo lugar con un cisne negro, que se desvelaba y hablaba de mi esposo y de mi ducado como si fuera a caer por aquella reunión de Prusia, si no lo hacía yo bien y no le permitia estar... Fue un cumulo de cosas con poco momento para digerir aquello bien. Solté la mano apartandola de las suyas. -¿A que se refiere? ¿Que desea el Rey de Prusia? Digame, pues. Si he de confiar en vos, un cisne negro oculto en este lugar, digame la verdad, ¿Que desea el Rey de Prusia? - Temí entonces haber acudidó allí, pues recorde al familiar de Girolamo, que llego poco despues de empezar mi luto. En sus palabras hablaba del peligro de ser Arrezo, de ser de la familia y pronto, ahora aquello me hizósentir como el cordero entrando al matadero. "¿Que se estaba organizando aquí?" No sabía porque, pero de lo que creía sería una simple reunión para reafirmar cosas de tratos, ahora se me hacía que no sería del todo así. Ahora tenía que confiar en aquel hombre de los cisnes negros, de los que en su cartas a releerlas al encontrarlas sentí un algo, como una duda un sobreaviso interior. Debía decidir entre si confiar en el hombre que me hablaba de la amistad con Girolamo, o lanzarme sola a enfrentar lo que quiera que el rey de Prusia andaba tramando. Casí creo que perdí la pena por el estado del hombre, si en su enfermedad aún tenía tiempo y gana de planear algo contra una viuda. Las conjeturas en mi cabeza, eran de que no era tan fastuoso hombre el rey, y solo era un canalla, si aquella era su intención.
Mirella Arezzo- Realeza Italiana
- Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 27/08/2015
Re: From Prusia with love (FB) Killian White
Aunque la reacción de la duquesa era de esperarse, para Killiian fue una sorpresa. Por alguna razón creyó que ella diría simplemente «si», pero las cosas no eran tan sencillas como hasta el momento en su vida en Prusia había vivido. Sin saberlo la viuda Arezzo traería a Killian a la realidad, una de la que había escapado y que no era noble ni amable. —Detén el coche —ordenó al cochero mientras unía sus manos depositándolas en su regazo, suspiró y miró a la duquesa directamente a los ojos—. No puedo asegurarle la verdadera intención del rey; sin embargo, actualmente está expandiendo su reino absorbiendo tierras en Hungría, Rumania, Rusia, Francia y otros lugares del Imperio Sacro Romano; es por ese motivo que pienso que pretende hacer lo mismo. Los puertos italianos estaban en alianza con la casa Londinense y cada uno de los lugares que ocupa tuvieron esa alianza, como ve es un secuencia, no hay nada de casualidades, no en él ni en la vida.
Desvió la mirada unos instantes hacía la ventana izquierda que mostraba el castillo, luego regresó su mirada a los orbes hermosos de la viuda de Girolamo. —Sé que piensa que si no le he dicho al rey que soy un Cisne cuando me jacto de mi fidelidad hacia él, ¿cómo podré confiar en él?; mi respuesta es la siguiente. Los Cisnes negros son un imperio comercial, el más grande y poderoso del mundo, somos ingleses y nuestro poder no sólo se limita al comercio, también a la industria y a la guerra de ser necesaria. Hay tres familias o casas, los Yorkshires, los Nottinghams y los Londinenses, familia a la que pertenezco o pertenecí, pues la casa de Londres ha sido disuelta, desapareció y yo tuve que marchar exiliado de mi amada Inglaterra, el rey tenía un gran tratado con mi familia, y muchos otros de Europa y al desintegrarse los tratados se vinieron abajo, muchas perdidas económicas se dieron y Europa casi cayó en recesión. Dígame, ¿quién a cogería a un londinense, un miembro de las familias que puso en peligro o dejó en ruinas a familias que confiaban en ellos? —Killian sacó del bolsillo de su saco militar un anillo, el anillo familiar de la casa londinense con un cisne tallado en obsidiana.
—¡Continúe la marcha!, ya nos hemos retrasado —ordenó con voz clara y autoritaria al cochero, luego, suspiró y observó a Mirella. —Confío en que pueda guardar mi secreto, mi vida depende de ello; señora Arezzo, hágalo por Girolamo y no se lo menciono como chantaje. Porque precisamente por él quiero cuidarla, no estuve para él cuando me necesitó, supe de su muerte meses después y créame me dolió mucho; él me pidió que viviera con ustedes, ¿sabe?, pero quise y ahora pienso que quizá seguiría vivo, mi hermano, mi compañero. Perdóneme, puede culparme si quiere, puedo cargar con su culpa, una más no me derrumbará. Pero lo que si le ruego es que intente confiar en mí y haga lo que le pido, no estuve en Girolamo en vida, empero, puedo estarlo ahora que ha muerto protegiéndola. Fui yo el que solicitó al rey convertirme en su escolta personal, no iba a permitir que le pasara alguien. Mi vida le pertenece a partir de ahora —Killian volvió a tomar las manos de la duquesa sintiendo la calidez de la italiana, depositó el anillo familiar y luego cerró el puño de la viuda, las manos de Killian se alejaron.
—Si por cualquier motivo desconfía de mí, mostrando ese anillo logrará librarse de mí Créame será más efectivo que un cañón o una espada —sonrió estudiando la belleza de la duquesa.
Desvió la mirada unos instantes hacía la ventana izquierda que mostraba el castillo, luego regresó su mirada a los orbes hermosos de la viuda de Girolamo. —Sé que piensa que si no le he dicho al rey que soy un Cisne cuando me jacto de mi fidelidad hacia él, ¿cómo podré confiar en él?; mi respuesta es la siguiente. Los Cisnes negros son un imperio comercial, el más grande y poderoso del mundo, somos ingleses y nuestro poder no sólo se limita al comercio, también a la industria y a la guerra de ser necesaria. Hay tres familias o casas, los Yorkshires, los Nottinghams y los Londinenses, familia a la que pertenezco o pertenecí, pues la casa de Londres ha sido disuelta, desapareció y yo tuve que marchar exiliado de mi amada Inglaterra, el rey tenía un gran tratado con mi familia, y muchos otros de Europa y al desintegrarse los tratados se vinieron abajo, muchas perdidas económicas se dieron y Europa casi cayó en recesión. Dígame, ¿quién a cogería a un londinense, un miembro de las familias que puso en peligro o dejó en ruinas a familias que confiaban en ellos? —Killian sacó del bolsillo de su saco militar un anillo, el anillo familiar de la casa londinense con un cisne tallado en obsidiana.
—¡Continúe la marcha!, ya nos hemos retrasado —ordenó con voz clara y autoritaria al cochero, luego, suspiró y observó a Mirella. —Confío en que pueda guardar mi secreto, mi vida depende de ello; señora Arezzo, hágalo por Girolamo y no se lo menciono como chantaje. Porque precisamente por él quiero cuidarla, no estuve para él cuando me necesitó, supe de su muerte meses después y créame me dolió mucho; él me pidió que viviera con ustedes, ¿sabe?, pero quise y ahora pienso que quizá seguiría vivo, mi hermano, mi compañero. Perdóneme, puede culparme si quiere, puedo cargar con su culpa, una más no me derrumbará. Pero lo que si le ruego es que intente confiar en mí y haga lo que le pido, no estuve en Girolamo en vida, empero, puedo estarlo ahora que ha muerto protegiéndola. Fui yo el que solicitó al rey convertirme en su escolta personal, no iba a permitir que le pasara alguien. Mi vida le pertenece a partir de ahora —Killian volvió a tomar las manos de la duquesa sintiendo la calidez de la italiana, depositó el anillo familiar y luego cerró el puño de la viuda, las manos de Killian se alejaron.
—Si por cualquier motivo desconfía de mí, mostrando ese anillo logrará librarse de mí Créame será más efectivo que un cañón o una espada —sonrió estudiando la belleza de la duquesa.
Killian White- Humano Clase Alta
- Mensajes : 65
Fecha de inscripción : 10/01/2014
Re: From Prusia with love (FB) Killian White
Detuvó el carruaje yme sorprendió aquello, pero seguido miré al hombre, a aquel cisne negro que me era tan desconocido como por alguna sensación un poco conocido. Escuche sus palabras sin decir nada, aunque ni siquiera creo que pudiera apartar la mirada en él interesada en la respuesta a mi pregunta, analice cada una de sus palabras y apartando de mi mi pena de viuda centrándome en la política, y en lo que me comentaba entendía que quería decir.
Me costaba mucho en si atender a todo, no había ido a aquel viaje planteandme encontrar aquello y todo me era como que me sobresalia de mí,nome encontraba realmente preparada para entender todo, más podía hacerme a al ide ade que el Rey quería mis tierras en beneficio, lo que no se es a que medidas llegaría aquel hombre a intentar lograr sus fines, casí creí que mi enemigo no era del que mi querido primo y hermano de mi difunto esposo mehabló, si no de aquel rey, que sin conocerlo ahora mismome hacía dudar de su intención fuera honesta, y por otro lado no sabía bien sin no era mucho pensar así por las palabras de un hombre que apenas conocía, más aquel hombre sacó el anillo de oro con un cisne grabado en él. Casi sentí mi corazón bombear con fuerza cuando al ver el grabado recordé una carta con un sello parecido a ese. Mis ojos se abrieron como platos mirando aquello, me lleve un amano a mi pecho sorprendida.
En su orden el carruaje prosiguió en su movimiento hacía el castillo, Miré un poco por la ventana dudando por primera vez si deseaba ir, o si era ahora tan bello aquel lugar como me había parecido antes, ahora que sentía que aquella visita no fuera tan buena como parecía.
Habló y menciono a miesposo, sentí un pichazo en mi comosi me la clavaran cuandno mencionó a mi esposo. Nome gustó en un principio que pudiera usar a mi espso en ello, pero sus palabras siguientes me hicierón cambiar el gesto de molestia por uno más suave de nueo. Escucharlo culparse de la muerte de mi esposo y hablar, casí sentí que era como yo,culpandome de nohaber podido hacer que no fuera a aquel lugar, y siguiera vivo. Pero ¿Acaso no sería así como estaba destinado?Además¿No hubieran ido a por él en otro momento? Sabía que me había contado el hermano de Giro, sobre quien podía a ver matado a mi esposo y lo peligroso que era ser Arezzo, pero si era sincera conmigo misma... El oir su nombre, el que me hicieran recordarle y recordar como lamentaba no haber podido hacer algo para que no hubiera sido asesinado aun no estaba para ello preparada.
Iba a contestar, incluso abrí un poco mis labios pero antes de que sonido alguno saliera por ellos, él me tomo la mano, mientras miré que hacía, y vi como posaba en mi mano el anillo, entregándomelo.
Unos segundos mi mano quedo cerrada sobre el anillo de aquel hombre, y sorprendida por aquello cuando pude actuar me acerque la mano a mi cuerpo de nuevo , sindejar de mirar a ese hombrecon sorpresa. Abrí la mano duditativa, como si pudiera morir por mirar lo que en mi mano habían depositado. Lomiré y pensé en Giro y en Killian, mire en mis adentros buscando respuestas y sentí que la verdad era que debía confiar en mi. En mí había algo que me decía que confiara en el cisne. Mire al hombre. y luego al castillo, para volver a mirarlo a él.-No os guardo rencor. Tal vez lo hice...pero a los cisnes negros... como habéis dicho... ya no queda nada de aquello.-suspire cerrando los ojos, sintiendo que en si esas eran ciertas palabra,no odiaba a todo hombre por haber nacido en una casa o otra.
Abrí los ojos y volví a mirar a Killiam.-No puedo odiaros a vos solo por sr de esa casa. Nadíe elige donde nacer... No. Tampoco os odio por el fin de mi esposo. Tal vez ni vuestra presencia hubiera evitado lo que estaba predestinado. Lo asesinaron, y lamentarse tampoco nos lo devolverá. Duele pero he de reconocer esa verdad por mucho que duela.- Sentía ese quemazón en el corazón al pensar en ello, en pensar en la muerte de Giro. Quería ser fuerte pero estaba luchando por no llorar desde dentro.
Lo miré de arriba a abajo, llegando mi mano cerrada con el anillo del cisne al corazón y luego lo miré.-Guardaré vuestro secreto.--Le dije muy segura.
Baje la mano y volví a abrir la mano y mirar el anillo, desvié la mirada al castillo por la ventana del carruaje, pensando en el rey y lo que me había contado aquel hombre. Miré a Killiam, a sus ojos y hable con firmeza en bajo para que aquello siguiera quedando entre ambos.-No soy mujer que usara un anillo para que alguien muriera, no soy una asesina. Más no os lo devolveré ahora.-Lo miraba para que me prestara atención.-Os permitiré estar en todo momento. Espero solo, que os equivoquéis ante las intenciones que creéis del rey.- Dije con el anillo en mi posesión cerrando mi mano sobre él con fuerza y pensando en el rey.
Me costaba mucho en si atender a todo, no había ido a aquel viaje planteandme encontrar aquello y todo me era como que me sobresalia de mí,nome encontraba realmente preparada para entender todo, más podía hacerme a al ide ade que el Rey quería mis tierras en beneficio, lo que no se es a que medidas llegaría aquel hombre a intentar lograr sus fines, casí creí que mi enemigo no era del que mi querido primo y hermano de mi difunto esposo mehabló, si no de aquel rey, que sin conocerlo ahora mismome hacía dudar de su intención fuera honesta, y por otro lado no sabía bien sin no era mucho pensar así por las palabras de un hombre que apenas conocía, más aquel hombre sacó el anillo de oro con un cisne grabado en él. Casi sentí mi corazón bombear con fuerza cuando al ver el grabado recordé una carta con un sello parecido a ese. Mis ojos se abrieron como platos mirando aquello, me lleve un amano a mi pecho sorprendida.
En su orden el carruaje prosiguió en su movimiento hacía el castillo, Miré un poco por la ventana dudando por primera vez si deseaba ir, o si era ahora tan bello aquel lugar como me había parecido antes, ahora que sentía que aquella visita no fuera tan buena como parecía.
Habló y menciono a miesposo, sentí un pichazo en mi comosi me la clavaran cuandno mencionó a mi esposo. Nome gustó en un principio que pudiera usar a mi espso en ello, pero sus palabras siguientes me hicierón cambiar el gesto de molestia por uno más suave de nueo. Escucharlo culparse de la muerte de mi esposo y hablar, casí sentí que era como yo,culpandome de nohaber podido hacer que no fuera a aquel lugar, y siguiera vivo. Pero ¿Acaso no sería así como estaba destinado?Además¿No hubieran ido a por él en otro momento? Sabía que me había contado el hermano de Giro, sobre quien podía a ver matado a mi esposo y lo peligroso que era ser Arezzo, pero si era sincera conmigo misma... El oir su nombre, el que me hicieran recordarle y recordar como lamentaba no haber podido hacer algo para que no hubiera sido asesinado aun no estaba para ello preparada.
Iba a contestar, incluso abrí un poco mis labios pero antes de que sonido alguno saliera por ellos, él me tomo la mano, mientras miré que hacía, y vi como posaba en mi mano el anillo, entregándomelo.
Unos segundos mi mano quedo cerrada sobre el anillo de aquel hombre, y sorprendida por aquello cuando pude actuar me acerque la mano a mi cuerpo de nuevo , sindejar de mirar a ese hombrecon sorpresa. Abrí la mano duditativa, como si pudiera morir por mirar lo que en mi mano habían depositado. Lomiré y pensé en Giro y en Killian, mire en mis adentros buscando respuestas y sentí que la verdad era que debía confiar en mi. En mí había algo que me decía que confiara en el cisne. Mire al hombre. y luego al castillo, para volver a mirarlo a él.-No os guardo rencor. Tal vez lo hice...pero a los cisnes negros... como habéis dicho... ya no queda nada de aquello.-suspire cerrando los ojos, sintiendo que en si esas eran ciertas palabra,no odiaba a todo hombre por haber nacido en una casa o otra.
Abrí los ojos y volví a mirar a Killiam.-No puedo odiaros a vos solo por sr de esa casa. Nadíe elige donde nacer... No. Tampoco os odio por el fin de mi esposo. Tal vez ni vuestra presencia hubiera evitado lo que estaba predestinado. Lo asesinaron, y lamentarse tampoco nos lo devolverá. Duele pero he de reconocer esa verdad por mucho que duela.- Sentía ese quemazón en el corazón al pensar en ello, en pensar en la muerte de Giro. Quería ser fuerte pero estaba luchando por no llorar desde dentro.
Lo miré de arriba a abajo, llegando mi mano cerrada con el anillo del cisne al corazón y luego lo miré.-Guardaré vuestro secreto.--Le dije muy segura.
Baje la mano y volví a abrir la mano y mirar el anillo, desvié la mirada al castillo por la ventana del carruaje, pensando en el rey y lo que me había contado aquel hombre. Miré a Killiam, a sus ojos y hable con firmeza en bajo para que aquello siguiera quedando entre ambos.-No soy mujer que usara un anillo para que alguien muriera, no soy una asesina. Más no os lo devolveré ahora.-Lo miraba para que me prestara atención.-Os permitiré estar en todo momento. Espero solo, que os equivoquéis ante las intenciones que creéis del rey.- Dije con el anillo en mi posesión cerrando mi mano sobre él con fuerza y pensando en el rey.
Mirella Arezzo- Realeza Italiana
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Fecha de inscripción : 27/08/2015
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