Re: No Life. [Claudia De Lioncourt]

por **Claudia De Lioncourt** Jue Mayo 19, 2016 11:03 am

Pasé días y noches asustada en aquel barco, de vez en cuando lloraba en silencio, había perdido a los que quería. Nunca había estado sola. Me escondí en una de las cajas de carga con temor de ser encontrada por esos humanos y que me destruyeran. Por fin, el hambre me ganó y los maté… si, los maté sin contemplación, uno por uno, noche tras noche.

Al pisar tierras francesas, no sabía ni dónde estaba hasta que el acento me recordó a Lestat. Sí, debía ser este del país de donde él provenía. Caminé por la noche sin rumbo, traté de convencer a los humanos de que debía volver a Nueva Orleans, pero solo decían que no podía viajar sola y que llamarían a la policía para que buscaran a mis padres.

Tendría que buscar la manera de regresar por mis propios medios, por ahora, debía buscar un refugio antes de que llegara el día. Mis padres inmortales me habían enseñado que debía dormir en un ataúd, pues es lo más seguro para nuestra especie, ya que los rayos del cruel sol no penetraban allí.

Mis pasos me llevaron al cementerio, el olor a muerte vieja se hacía más intenso. Hice un gesto de repulsión, pues aunque Louis me había enseñado a admirar la belleza de las esculturas que se alzaban sobre las tumbas, aquel hedor no era mi preferido. Mis padres se habían encargo de enseñarme las normas de seguridad para los de nuestra especie, por si algún día me perdía. Jamás, pensé que llegaría ese día, pero aquí estoy…
Suspiré y me acerqué a uno de los mausoleos más grandes, sonreí al verlo, pues parecía una casita hecha para mí. Aunque ahora no tenía los lujos de mi anterior hogar, esta tumba parecía de algún rico, pues poseía un hermoso decorado de mármol. Admiré su belleza y a los ángeles que se encontraban a los costados de la puerta dando la bienvenida.

La puerta estaba cerrada y tenía que encontrar alguna forma de entrar, intenté forzar la cerradura y detesté mis pequeñas manos que no me lo permitían. Unos aullidos me pusieron en alerta, tenía que abrir esa puerta fuera como fuera. En los alrededores busqué fragmentos de piedra o algo que me ayudara a lograr mi cometido. Entonces, escuché una voz de mujer, podía percibir su aura y eso me indicaba que no era mortal.

No soy ningún espectro ¿Quién eres tú? – Traté de que mi voz sonara lo más adulta posible y con tranquilidad-

Me escondí detrás de una tumba, no quería que mi interlocutor me viera, pues sabía que algunos inmortales pueden ser peligrosos.

por **Claudia De Lioncourt** Miér Mayo 25, 2016 2:01 pm

La vampira hablaba y me hacía recordar los libros complicado de Louis. Lo recordé en aquella cálida estancia, llena de lirios y decorada con el fino gusto de Lestat. Me leía y yo no comprendía, así que debía detenerse muchas veces a explicarme las palabras complicadas, era tan paciente y amoroso conmigo ¡Oh! Padre ¿dónde estás?

Al salir de mi ensoñación, la realidad me golpeó con su puño frío. Estaba tratando de ocultarme tras una tumba de una vampira desconocida. Procuraba no hacer ruido, no moverme, no respirar, pero me veía obliga a hacerlo cada vez que le respondía. Intenté pronunciar una respuesta, pero callé nuevamente, pues mi corazón latía con violencia como el de un cardenal.

Cerré los ojos e intenté tranquilizarme, pero recordaba a aquellos vampiros de rostro lúgubre y salvaje. Sus ojos llenos de odio y violencia, pelean con mis padres inmortales, ansiaban destruirme ¿Acaso la vampira que se aproximaba también deseaba lo mismo? Llegado el momento ¿sería capaz de defenderme? ¿Por qué me querían matar? ¿Había hecho algo imperdonable?

Una frase llegó a mis pensamientos, sí, se la había escuchado a mi querido Lestat. Aquel no era el vampiro más culto, pero era el más feroz que yo conocía. Siempre se le veía imponente, era quien me había ilustrado en el fino arte de matar. Me hacía reír y me enseñó a divertirme. Repetí, mentalmente, lo que había escuchado “La más peligrosa de todas las debilidades es el temor a parecer débil”.

Ya había sido descubierta, lo sabía. Aquella mujer estaba lo suficientemente cerca para poder verme. Así que salí de mi escondrijo, aunque una de mis manos aún se mantenía aferrada a la tumba de piedra. Traté de que mi rostro se convirtiera en una máscara de seriedad y no dejara traspasar mis miedos.

Busco un refugio – musité con seriedad ¿podía confiar en ella y pedirle socorro? No lo sabía, así que traté de ser precavida- No, no estoy perdida – mentí, pensando que sería lo mejor.

Sacudí y alisé mi vestido, ya que una dama siempre debe presentar el mejor aspecto. Me mantuve firme y en silencio por un momento, mientras escuchaba a la vampira. Agradecí que no se acercara más a mí, eso me dio un respiro. Hasta que por fin, pude dirigirme a ella con nueva calma.

Me llamo Claudia De Lioncourt – hice una pequeña reverencia, pues así me habían educado - Ahora usted es la señorita sin nombre - hice una pequeña broma usando sus mismas palabras.