The Jealousy of the Prince | Privado

por **Violante** Sáb Abr 16, 2016 1:30 am

The difference between a caprice and jealousy; It's that the caprice lasts a little longer.

—¿Qué clase de broma perversa es la que me traes emisario maldito? —farfulló para sí mismo Violante, frunciendo el cejo evidentemente molesto.

Se encontraba de pie en el balcón del piso superior de su alcoba observando el profundo y oscuro cielo estrellado. Los sobrenaturales ojos del vampiro centellaban como incandecentes luces; con sus manos en la espalda bien sujetas la una a la otra contenían la rabia que lo invadió al escuchar el nombre que él pronunciaría. —¿De nuevo en nuestras vidas Amanda? —el acento amargo que le ocasionaba pronunciar ese nombre lo obligó a cerrar sus ojos y evocar uno de los momentos con aquella inmortal, dueña de la locura de Dragos y quién lo dejara huérfano siendo un neófito sin experiencia, en un mundo que amenazaba por consumirlo, lejos de su familia y cazado por los Vasilievich. Amanda se había presentado como una majestuosa y hermosa mujer, al menos para los ojos iniciados de Violante, mas para Dragos era distinto, él vio mucho más en aquella vampiro, era una Diosa, un deseo que él quería consumir, la lujuria misma, una Succubu surgida del de los mismísimos infiernos sólo para llevarlo a la locura y deprabación, eso era ella. La seductora figura se abrió paso entre Violante y su creador forjando un muro inquebrantable entre hijo y padre, no tenía ojos más que para ella, Violante no era más que una sombra que se desvanecía ante la pasión que Amanda desbordó como un imponente río sobre lo que alguna vez fue un vampiro de acero, convertido en aquel momento en un cordero. La imponente figura de Dragos cayó sometida ante Amanda; sin embargo, tal como una Succubu, Amanda se convirtió en la obsesión de Dragos, el bárbaro renació con una fortaleza superior a la que mostró a Violante y con un derroche de celos abandonó a su vástago. Una noche lluviosa, triste y desolada; la noche en que Violante vio a Dragos partir con Amanda a un destino que le estaba negado saber.

—Dime que no es veneno lo que tu despreciable boca me trae como una noticia malvada, ¿se presentó como Amanda? —inmutado el príncipe Violante se giró para voltear a ver al mensajero que arrodillado sólo bajó la cabeza para evitar el confrontamiento con la irritada vista del que conocía como hermano de Dragos, su rey. No sólo afirmó, describió a Amanda tal como Violante la recordaba, con aquellos cabellos castaños, su piel blanca, sus ojos inquisitivos y los preciosos labios seductores, una escultura de mujer que no volvería a nacer en otra femina. Violante desvió la mirada hacía el cielo, se volteó hacia el balcón y con fuerza golpeó la barandilla de mármol agrietándola—, fastidiar, ¿qué otra cosa no haría? —caviló Violante con una de sus manos en la barbilla ignorando que el emisario había salido del lugar totalmente aterrado al ver como se había agrietado la dura piedra—, ¿O vendrá acaso por venganza? —caminó de izquierda a derecha pensando en lo que debería hacer, evidentemente afectaría a Dragos o mejor dicho generaría una reacción en él, Violante suponía que la pasión y los celos controlarían la razón del bárbaro—, ¿Será posible que Dragos no sepa de... —se interrumpió, era absurdo no pensar que Dragos no era consciente de la llegada de Amanda y algo hizo que Violante se arguyera que su creador tenía algo que ver al respecto, pero, ¿qué era?

El emisario no estaba, las órdenes se ahogaron en la boca del príncipe que, echando su capa escarlata hacía atrás ingresó a su alcoba, no se detuvo hasta llegar a las puertas que abrió de par en par, sus pasos eran un reflejo de sus sentimientos agresivos que lo carcomían, una furia que sabía Dragos controlaría sí se confrontaban, mas Violante tenía que saber y su creador tenía que responderle, se lo debía. Lo había abandonado siglos atrás ahora por lo menos una respuesta podía entregarle. ¿Qué hacía Amanda en los Países Bajos?

La capa de Violante se alzaba a los pasos largos y rápidos que hacía, su recorrido por el pasillo del ala este era en extremo extenso pero no era un problema para él. Rodeó las escaleras y tomó el pasillo a la alcoba de Dragos, el príncipe sondeó la habitación para saber si se encontraba solo y una vez que lo constató y llegó ante los aposentos de su creador abrió la puerta como un niño malcriado, con un gesto de berrinche, mostrándole que estaba furioso, ahorrándole palabras. Dragos se vería forzado a ir al grano o en lo que podía ser lo más seguro, reprenderlo.

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