AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¿Solo unas monedas? (Privado)
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¿Solo unas monedas? (Privado)
Había estado trabajando durante toda la mañana ayudando a su madre y a sus cuñadas en aquel puesto que tenían lleno de manualidades, que ellas mismas hacían. El favor se lo habían pedido desde hacía ya unos días, él no solía frecuentar el mercado pues obtenía sus ganancias en otras partes de la ciudad, pero no se podía reusar a ayudar a su creadora y a sus hermanas por lazos, las quería y deseaba facilitarles el trabajo.
Ahora, pasado el medio día, le habían dado la posibilidad de ir a recorrer el mercado a placer. Esa era su recompensa por toda la ayuda prestada como cargador, ambas jóvenes se encontraban embarazadas y su madre luchaba con el cansancio y la vejez. Se aseguro de que ninguna tuviera alguna otra necesidad y que todo el trabajo estuviera facilitado para ellas antes de marcharse a recorrer los diferentes puestos. Si ya estaba ahí dentro, debía de aprovechar la oportunidad para ver qué cosas maravillosas encontraba y qué podría intercambiar con algunas monedas que poseía.
Su curiosidad ante toda aquella mercancía ofertada iba en aumento con cada descubrimiento que realizaba. Era como descubrir distintos mundos en cada uno de esos artefactos, divertirse hasta por el mínimo detalle. Siguió recorriendo el mercado, con tranquilidad y paz, observando de vez en cuando a las personas.
Ahora, pasado el medio día, le habían dado la posibilidad de ir a recorrer el mercado a placer. Esa era su recompensa por toda la ayuda prestada como cargador, ambas jóvenes se encontraban embarazadas y su madre luchaba con el cansancio y la vejez. Se aseguro de que ninguna tuviera alguna otra necesidad y que todo el trabajo estuviera facilitado para ellas antes de marcharse a recorrer los diferentes puestos. Si ya estaba ahí dentro, debía de aprovechar la oportunidad para ver qué cosas maravillosas encontraba y qué podría intercambiar con algunas monedas que poseía.
Su curiosidad ante toda aquella mercancía ofertada iba en aumento con cada descubrimiento que realizaba. Era como descubrir distintos mundos en cada uno de esos artefactos, divertirse hasta por el mínimo detalle. Siguió recorriendo el mercado, con tranquilidad y paz, observando de vez en cuando a las personas.
Dragomir Negrescu- Gitano
- Mensajes : 94
Fecha de inscripción : 02/04/2016
Re: ¿Solo unas monedas? (Privado)
En todo el día anterior no había tenido la posibilidad de probar siquiera un bocado de pan y el hambre estaba comenzando a hacer mella en mí por lo que resolví que tenía que conseguir algo de comer y de inmediato, bien tratando de obtener unas monedas de la caridad de la gente, o, si no quedaba de otra -por más que lo odiara- Verme obligado a hurtar, aunque fuera una hogaza de pan para lograr soportar al menos un par de horas en lo que intentaba conseguir dinero otra vez para lograr llevarme algo de comida a la boca. El ciclo sin fin, a eso me había condenado yo solo.
Me dirigí al mercado ambulante esa mañana, apenas logrando completar el recorrido. Tomé asiento en el suelo de un estrecho callejón en donde podría pedir limosna pues el constante flujo de gente que pasaría por ese lugar muy probablemente se afligiría y dejaría caer una moneda a mi gorra en el piso. Claro, nada estaba garantizado, siempre era preciso contemplar la posibilidad de no recibir absolutamente nada. Y con eso en mente, diseñé un “plan de juego” agradecer si es que la gente aún tenía algo de amor por el prójimo, y robar a quien se lo buscara. Pasaron varias horas y con muy poco éxito al principio, pero poco a poco logré juntar, tal vez lo suficiente como para un plato de comida caliente para la mañana y otro para la tarde. Por ese día, no me iría a dormir con el estómago vacío, de esa forma, me alejaba del hospital de beneficencia. En alguna ocasión había terminado ahí, me había desmayado por deshidratación y otra vez por una riña callejera.
-¿No tiene usted tan solo unas monedas que pudiera darme? -Murmuré en cuanto vi la figura de un hombre acercándose, en cuanto estuvo a la vista, me di cuenta de inmediato que no era de París, aunque no importaba. Acerqué la gorra a su mano con esperanzas de que tuviera al menos unos centavos.
Me dirigí al mercado ambulante esa mañana, apenas logrando completar el recorrido. Tomé asiento en el suelo de un estrecho callejón en donde podría pedir limosna pues el constante flujo de gente que pasaría por ese lugar muy probablemente se afligiría y dejaría caer una moneda a mi gorra en el piso. Claro, nada estaba garantizado, siempre era preciso contemplar la posibilidad de no recibir absolutamente nada. Y con eso en mente, diseñé un “plan de juego” agradecer si es que la gente aún tenía algo de amor por el prójimo, y robar a quien se lo buscara. Pasaron varias horas y con muy poco éxito al principio, pero poco a poco logré juntar, tal vez lo suficiente como para un plato de comida caliente para la mañana y otro para la tarde. Por ese día, no me iría a dormir con el estómago vacío, de esa forma, me alejaba del hospital de beneficencia. En alguna ocasión había terminado ahí, me había desmayado por deshidratación y otra vez por una riña callejera.
-¿No tiene usted tan solo unas monedas que pudiera darme? -Murmuré en cuanto vi la figura de un hombre acercándose, en cuanto estuvo a la vista, me di cuenta de inmediato que no era de París, aunque no importaba. Acerqué la gorra a su mano con esperanzas de que tuviera al menos unos centavos.
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 07/09/2015
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Re: ¿Solo unas monedas? (Privado)
La mañana pasaba rápida, sus ojos no podían detenerse ni un segundo mientras buscaba algo que pudiera llevarle a sus sobrinas o para él mismo. Sabía que tenía el dinero limitado pero por ese día podría hacer una excepción. Suerte que su pequeño trabajo, así como los robos que a veces realizaba, le daban lo suficiente para costearse la comida para él y compartir con su familia. Los lujos que se daba iban dedicados a sus dos sobrinas, las únicas que se encontraban cerca de él.
Recorriendo el mercado encontró una peineta de plata, obscurecida por el paso del tiempo y vieja. Le faltaban unas cuantas piedras a aquel adorno de flores que tenía pero Dragomir supuso que podría buscar alguna forma de rellenar el vacío o disimularlo. En eso se llevo la mayoría de su dinero pero no se dio por vencido tan rápido, aún le faltaba un regalo. Algo que su otra sobrina pudiera usar y que pareciera tan fantástico como esa peineta. No fue sencillo encontrar aquel espejo de mano. Su material parecía ser de bronce, igual obscurecido por el tiempo, y el adorno en la parte de atrás tenía el dibujo de un árbol. Se vio envuelto en una batalla verbal por obtener aquel objeto a un precio menor y cuando fue victorioso, decidió retirarse a ayudar a su familia.
Iba en camino a donde estaban su madre y sus cuñadas, guardando con recelo sus tesoros, cuando frente a él se le apareció un mendigo. Observó la gorra que le acercaba y después lo miro a los ojos.
̶ Dinero no es lo que necesitas, payo ̶ comentó con una amplia sonrisa, palmeando el hombro de aquel hombre. ̶ Ven a comer conmigo, pues donde come uno comen dos ̶ sin esperar la respuesta por parte del otro, hizo que diera media vuelta y lo llevo hasta su familia. ̶ Madre, traigo un invitado ̶ anunció llegando al puesto donde estaban las tres mujeres y sonrió. ̶ Por favor, no seas tímido ̶
Las mujeres no esperaron más y le ofrecieron a Cailen un lugar en aquel pequeño puesto. Las tres le chuleaban, le hablaban sin cesar y le colocaban en sus manos un cuenco de sopa, además de una hogaza de pan y un vaso lleno de jugo fresco. Dragomir se sentó en el suelo, sirviéndose una porción menor de sopa y disfrutando. Ahora que veía bien al otro, no parecía ser muy mayor, tal vez la vida lo había tratado mal pero en sus ojos aún podía notar la excitación de cualquier adolescente.
Recorriendo el mercado encontró una peineta de plata, obscurecida por el paso del tiempo y vieja. Le faltaban unas cuantas piedras a aquel adorno de flores que tenía pero Dragomir supuso que podría buscar alguna forma de rellenar el vacío o disimularlo. En eso se llevo la mayoría de su dinero pero no se dio por vencido tan rápido, aún le faltaba un regalo. Algo que su otra sobrina pudiera usar y que pareciera tan fantástico como esa peineta. No fue sencillo encontrar aquel espejo de mano. Su material parecía ser de bronce, igual obscurecido por el tiempo, y el adorno en la parte de atrás tenía el dibujo de un árbol. Se vio envuelto en una batalla verbal por obtener aquel objeto a un precio menor y cuando fue victorioso, decidió retirarse a ayudar a su familia.
Iba en camino a donde estaban su madre y sus cuñadas, guardando con recelo sus tesoros, cuando frente a él se le apareció un mendigo. Observó la gorra que le acercaba y después lo miro a los ojos.
̶ Dinero no es lo que necesitas, payo ̶ comentó con una amplia sonrisa, palmeando el hombro de aquel hombre. ̶ Ven a comer conmigo, pues donde come uno comen dos ̶ sin esperar la respuesta por parte del otro, hizo que diera media vuelta y lo llevo hasta su familia. ̶ Madre, traigo un invitado ̶ anunció llegando al puesto donde estaban las tres mujeres y sonrió. ̶ Por favor, no seas tímido ̶
Las mujeres no esperaron más y le ofrecieron a Cailen un lugar en aquel pequeño puesto. Las tres le chuleaban, le hablaban sin cesar y le colocaban en sus manos un cuenco de sopa, además de una hogaza de pan y un vaso lleno de jugo fresco. Dragomir se sentó en el suelo, sirviéndose una porción menor de sopa y disfrutando. Ahora que veía bien al otro, no parecía ser muy mayor, tal vez la vida lo había tratado mal pero en sus ojos aún podía notar la excitación de cualquier adolescente.
- Spoiler:
- Payo hace referencia a cualquier persona que no es de raza gitana
Dragomir Negrescu- Gitano
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Fecha de inscripción : 02/04/2016
Re: ¿Solo unas monedas? (Privado)
En mi rostro se formó una expresión de confusión al instante en el que pronunció aquellas palabras. Así que era un gitano, eso explicaba su apariencia así como su rudimentaria. No les juzgaba pues ¿qué podría decir un vagabundo al respecto? Lo que verdaderamente me sorprendió fue la calidez con la que palmeaba mi hombro y no pude evitar tensarme ante el tacto, casi huyendo de su mano, estaba aun confundido mientras caminábamos pero al mismo tiempo me sentía alegre. -¿En verdad? -Exclamé con emoción ante la promesa de comida en mi estómago.
Me senté pues a comer con aquella mujer que no paraba de sonreír, estaba ya anciana pero su forma de expresarse así como sus gestos decían lo contrario, tenía el alma tan joven como si estuviera aun recién entrando a la veintena, Las otras dos jóvenes no paraban de hacerme preguntas, nombre, edad y cualquier otra cosa, al principio me fue incómodo tener una a cada lado pero conforme la conversación se fue animando, logré acostumbrarme al punto de que se sentía de lo más natural. El humor de aquel trío se estaba contagiando, ademá de que el sabor de su sopa me ponía extrañamente de buenas, era el hecho de tener comida en mi estómago, además de que estaba deliciosa, la comida gitana me impresionó desde la primera vez que la probé al conocer a la joven ya varios meses atrás, la variedad de sabores. Pronto me encontré mostrando una sonrisa de oreja a oreja y de repente soltando carcajadas aquí y allá entre bocados.
La conversación se extendió por tanto tiempo que para antes de darme cuenta ya había anochecido y aquel extraño no estaba en la mesa. Extrañado me levanté para buscarle y lo encontré de pie junto a un árbol observando a algún punto distante, posiblemente estaba contemplando el paisaje pero era difícil de decir con certeza. -¿Monsieur? -Dije por lo bajo para atraer su atención. -Solo quería… agradecerle por haberme invitado señor… Me temo que no sé su nombre...
Me senté pues a comer con aquella mujer que no paraba de sonreír, estaba ya anciana pero su forma de expresarse así como sus gestos decían lo contrario, tenía el alma tan joven como si estuviera aun recién entrando a la veintena, Las otras dos jóvenes no paraban de hacerme preguntas, nombre, edad y cualquier otra cosa, al principio me fue incómodo tener una a cada lado pero conforme la conversación se fue animando, logré acostumbrarme al punto de que se sentía de lo más natural. El humor de aquel trío se estaba contagiando, ademá de que el sabor de su sopa me ponía extrañamente de buenas, era el hecho de tener comida en mi estómago, además de que estaba deliciosa, la comida gitana me impresionó desde la primera vez que la probé al conocer a la joven ya varios meses atrás, la variedad de sabores. Pronto me encontré mostrando una sonrisa de oreja a oreja y de repente soltando carcajadas aquí y allá entre bocados.
La conversación se extendió por tanto tiempo que para antes de darme cuenta ya había anochecido y aquel extraño no estaba en la mesa. Extrañado me levanté para buscarle y lo encontré de pie junto a un árbol observando a algún punto distante, posiblemente estaba contemplando el paisaje pero era difícil de decir con certeza. -¿Monsieur? -Dije por lo bajo para atraer su atención. -Solo quería… agradecerle por haberme invitado señor… Me temo que no sé su nombre...
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 07/09/2015
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Re: ¿Solo unas monedas? (Privado)
Se la estaba pasando muy bien mientras veía como su familia atosigaba en cumplidos y con preguntas a aquel pobre chico. Y mientras los observaba podía notar diferentes cosas en él, su rostro al principio le había parecido muy aniñado y ahora podía comprobar que no debía de ser muy grande, su cabello revuelto, su aspecto ligeramente descuidado. Estaba demasiado flaco y sus ojos brillan cada vez que se encontraba con la comida en sus manos. Debía tener una vida bastante complicada, llena de peligros e incertidumbre, no podía evitar sentir el deseo de poder ayudarlo.
Tuvo que dejarlos tranquilos para poder atender a los clientes que iban llegando y seguir con el negocio, y como no se encontraba muy alejado de ellos podía sonreír escuchando la plática que mantenían. El tiempo fue pasando con rapidez y pronto se dio cuenta de que los demás comerciantes iban recogiendo sus pertenencias poco a poco, él no quiso interrumpir aquella alegre reunión y se puso a recoger todo por sí mismo hasta que terminó. No le molestaba tener el trabajo para sí, además no podía evitar sentir que aquello podría animar más al muchacho de ojos tristes. No era la primera vez que ayudaba a alguien pero sí era el primero que demostraba tanta felicidad en una plática con extraños.
Cuando terminó de hacer los arreglos de sus cosas se distrajo por una balada que llegaba desde un punto cercano a él. Con curiosidad se dirigió hacia el lugar pero se quedo recargado junto a un árbol viendo la escena delante de él. Un grupo de chicas estaba sentadas junto a una hoguera, cantando tranquilamente mientras iban arrojando algunas cosas en el fuego. Cuando escuchó la voz del otro le sonrió y después hizo una señal de que guardara silencio, usando luego su dedo para enseñarle el espectáculo. Una chica ya se había levantado y ahora bailaba alrededor de la hoguera, sus acompañantes cantaban y seguían arrojando hojas y piedras al fuego.
- Mi nombre es Dragomir- respondió en voz baja después de un rato. -Y no es necesario que agradezcas nada. Necesitabas de una buena comida para seguir adelante- se volteó a verlo cuando las chicas comenzaban a apagar el fuego. -Ahora ten, unas monedas- y le puso en su mano unos cuantos francos con los cuales podría sobrevivir al menos tres días sin problemas, más si se las sabía arreglar con poco dinero. -¿Cuál es tu nombre, muchacho?-
Tuvo que dejarlos tranquilos para poder atender a los clientes que iban llegando y seguir con el negocio, y como no se encontraba muy alejado de ellos podía sonreír escuchando la plática que mantenían. El tiempo fue pasando con rapidez y pronto se dio cuenta de que los demás comerciantes iban recogiendo sus pertenencias poco a poco, él no quiso interrumpir aquella alegre reunión y se puso a recoger todo por sí mismo hasta que terminó. No le molestaba tener el trabajo para sí, además no podía evitar sentir que aquello podría animar más al muchacho de ojos tristes. No era la primera vez que ayudaba a alguien pero sí era el primero que demostraba tanta felicidad en una plática con extraños.
Cuando terminó de hacer los arreglos de sus cosas se distrajo por una balada que llegaba desde un punto cercano a él. Con curiosidad se dirigió hacia el lugar pero se quedo recargado junto a un árbol viendo la escena delante de él. Un grupo de chicas estaba sentadas junto a una hoguera, cantando tranquilamente mientras iban arrojando algunas cosas en el fuego. Cuando escuchó la voz del otro le sonrió y después hizo una señal de que guardara silencio, usando luego su dedo para enseñarle el espectáculo. Una chica ya se había levantado y ahora bailaba alrededor de la hoguera, sus acompañantes cantaban y seguían arrojando hojas y piedras al fuego.
- Mi nombre es Dragomir- respondió en voz baja después de un rato. -Y no es necesario que agradezcas nada. Necesitabas de una buena comida para seguir adelante- se volteó a verlo cuando las chicas comenzaban a apagar el fuego. -Ahora ten, unas monedas- y le puso en su mano unos cuantos francos con los cuales podría sobrevivir al menos tres días sin problemas, más si se las sabía arreglar con poco dinero. -¿Cuál es tu nombre, muchacho?-
Dragomir Negrescu- Gitano
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Fecha de inscripción : 02/04/2016
Re: ¿Solo unas monedas? (Privado)
Noté la seña que hizo con el dedo, por un momento estaba sorprendido de ese acto pero una vez que volteé hacia donde estaban entretenidas sus orbes supe el por qué. Muy cerca de ahí podía ver una ardiente hoguera, sus colores vibrantes contrastaban con la oscuridad de la noche, creando un extraño efecto de armonía. Alrededor de la hoguera distinguí las siluetas de unas mujeres, quienes entonaban una tonada que, a pesar de tener un aire oscuro y triste, no dejaba de ser bella. Sus voces eran casi angelicales y seguramente sus jóvenes rostros igual, lástima que no pudiese verlos, la sombra que creaban las flamas me daba ideas de cómo eran, más no pasaba de ahí.
No eran solo sus cantos y la gentil danza de las flamas, era el baile que hacían alrededor del fuego lo que creaba el ambiente de magia y misterio. Por alguna extraña razón el presenciar aquel ritual lograba devolverme algo de paz que había estado ausente por tanto tiempo, que ya ni me había dado cuenta de lo mucho que me hacía falta.
Estaba tan absorto por la escena que se desenvolvía delante de mí que por poco no alcanzo a escuchar las palabras de aquel hombre tan amable. -Dragomir. -Respondí en voz baja como una forma de recordatorio aun sin lograr despegar la vista de aquel ritual. -¿Para mí? -Pregunté aún sorprendido por las monedas que ahora yacían en mi mano. -No sé si pueda aceptar tanta generosidad de su parte. -No era que no le agradeciera, al contrario, era como una bendición. Pero me costaba creer que fuera de verdad, o que no tuviera que pagarle de alguna manera, actos sinceros como ese eran demasiado raros de encontrar. -Mi nombre es Cailen. Estoy en verdad agradecido, no sabe cuánto.
Y de repente caminábamos de regreso al campamento, las mujeres seguían sentadas en donde estaban cuando me alejé. Hablaban entre ellas sobre algo que parecía ser importante pues recién comenzaba un debate. Lo pasé por alto en ese momento, tras haber presenciado el rito de la hoguera me sentía en una especie de trance a pesar de que ya hubiese terminado. -La danza que hicieron alrededor de la hoguera, los cantos. ¿Qué era eso? -Pregunté incapaz de contener mi curiosidad. -¿Tiene algún significado especial?
No eran solo sus cantos y la gentil danza de las flamas, era el baile que hacían alrededor del fuego lo que creaba el ambiente de magia y misterio. Por alguna extraña razón el presenciar aquel ritual lograba devolverme algo de paz que había estado ausente por tanto tiempo, que ya ni me había dado cuenta de lo mucho que me hacía falta.
Estaba tan absorto por la escena que se desenvolvía delante de mí que por poco no alcanzo a escuchar las palabras de aquel hombre tan amable. -Dragomir. -Respondí en voz baja como una forma de recordatorio aun sin lograr despegar la vista de aquel ritual. -¿Para mí? -Pregunté aún sorprendido por las monedas que ahora yacían en mi mano. -No sé si pueda aceptar tanta generosidad de su parte. -No era que no le agradeciera, al contrario, era como una bendición. Pero me costaba creer que fuera de verdad, o que no tuviera que pagarle de alguna manera, actos sinceros como ese eran demasiado raros de encontrar. -Mi nombre es Cailen. Estoy en verdad agradecido, no sabe cuánto.
Y de repente caminábamos de regreso al campamento, las mujeres seguían sentadas en donde estaban cuando me alejé. Hablaban entre ellas sobre algo que parecía ser importante pues recién comenzaba un debate. Lo pasé por alto en ese momento, tras haber presenciado el rito de la hoguera me sentía en una especie de trance a pesar de que ya hubiese terminado. -La danza que hicieron alrededor de la hoguera, los cantos. ¿Qué era eso? -Pregunté incapaz de contener mi curiosidad. -¿Tiene algún significado especial?
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 07/09/2015
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Re: ¿Solo unas monedas? (Privado)
Asintió para reafirmarle que aquel era su nombre y volvió a hacerlo cuando escuchó su pregunta. -Acéptalos, fue lo que me pediste cuando nos encontramos así que no puedo dejar que lo regreses. Hoy fue un buen día en las ventas, y podría darte más pero eso depende de mi madre. Lo que acabo de darte es mi parte del dinero de hoy, como lo demás le corresponde a ella y a mis cuñadas, no puedo hacer uso sin su permiso- explicó mientras hacía que cerrara la mano. -Cailen es un buen nombre, me agrada- dijo revolviéndole el cabello para después empezar a caminar de regreso.
Cuando llegaron al fin de nuevo a donde se encontraba su familia, se puso a acomodar las ultimas cosas que había dejado, interviniendo muy poco en la plática de las mujeres. Estaba por terminar cuando de pronto escuchó la voz de Cailen haciendo aquellas preguntas. Lo observó en silencio durante unos segundos, pensando en si decirle la verdad sobre el ritual o dejar que se quedara con solo el recuerdo de haberlo visto. No era que el significado fuera secreto de estado pero no consideraba que fuera bueno que todo el mundo lo supiera.-Se podría decir que es una forma de agradecimiento a los dioses. Es muy probable que estuvieran agradeciendo por el buen día que tuvieron- con aquella explicación debería de ser suficiente para el chico pero entonces se escucho la voz de su madre.
-Se habla sobre un clan de hechiceros que veneraban a los dioses y que cada noche les rendían rituales. Sus primeros creyentes existieron hace mucho tiempo y fueron ellos los que comenzaron con las alabanzas. Se dice que el gran Dios bajo a hablar con ellos y a cada uno les dio un poder para poder expresar su palabra entre los mortales.- Dragomir suspiró y tomo asiento, indicándole a Cailen que hiciera lo mismo. -El gran Dios se equivoco al confiar en esos hechiceros y se dio cuenta demasiado tarde. Los hombres dejaron de ser hombres; uno comenzó a poseer poderes que nunca antes había tenido, los elementos le pertenecían, podía usar la energía de su alrededor para su beneficio, aprendió con rapidez las palabras que le darían la grandeza. De él salieron los hechiceros. Otro de esos hombres sufrió cambios en el cuerpo, no podía soportar el sol, no envejecía, su poder era demasiado y su maldición era tener que alimentarse de sangre. El tercer hombre también sufrió cambios al recibir aquel poder y con el tiempo fue teniendo dominio sobre su nueva forma, cada mes se transformaba en algo más, pero mientras lo iba manejando logro manejarse para la transformación.- su madre hizo una pausa y sonrió ladina, viendo la atención que ponían todos. Dragomir ya había escuchado antes esa historia pero su madre siempre había tenido la habilidad de hipnotizar a cualquiera con sus palabras. -El mundo era reinado por estos tres seres pero eso no les basto y decidieron luchar entre ellos para mostrar quién era el más fuerte. Entonces los hechiceros, seres más inferiores, comenzaron con los rituales para pedir ayudar al gran Dios. Fue ahí cuando el gran Dios se percato de su error e intento enmendarlo, ayudando solo a los hijos que pedían su ayuda. Los hechiceros fueron ganando poder, derrotando a todos aquellos infieles e inhumanos. Pero ese fue solo el inicio de todo. Los hechiceros deseaban más y comenzaron a cazar a aquellos hombres que nacían sin poderes. Uno por uno eran sacrificados al gran Dios y cuando éste se dio cuenta de lo que estaba sucediendo, volvió a bajar. No tuvo misericordia con los hechiceros y los redujo en número y en poder. Poco a poco se fueron separando en clanes más pequeños y entre ellos siguió aquel que ofrecía rituales al gran Dios. Se habla de que son los favoritos y los protegidos del Señor, y por eso cada noche a estas horas realizan sus rituales. Piden la salvación y la ayuda del gran Dios, así como le agradecen y le ofrecen tributos-
Cuando llegaron al fin de nuevo a donde se encontraba su familia, se puso a acomodar las ultimas cosas que había dejado, interviniendo muy poco en la plática de las mujeres. Estaba por terminar cuando de pronto escuchó la voz de Cailen haciendo aquellas preguntas. Lo observó en silencio durante unos segundos, pensando en si decirle la verdad sobre el ritual o dejar que se quedara con solo el recuerdo de haberlo visto. No era que el significado fuera secreto de estado pero no consideraba que fuera bueno que todo el mundo lo supiera.-Se podría decir que es una forma de agradecimiento a los dioses. Es muy probable que estuvieran agradeciendo por el buen día que tuvieron- con aquella explicación debería de ser suficiente para el chico pero entonces se escucho la voz de su madre.
-Se habla sobre un clan de hechiceros que veneraban a los dioses y que cada noche les rendían rituales. Sus primeros creyentes existieron hace mucho tiempo y fueron ellos los que comenzaron con las alabanzas. Se dice que el gran Dios bajo a hablar con ellos y a cada uno les dio un poder para poder expresar su palabra entre los mortales.- Dragomir suspiró y tomo asiento, indicándole a Cailen que hiciera lo mismo. -El gran Dios se equivoco al confiar en esos hechiceros y se dio cuenta demasiado tarde. Los hombres dejaron de ser hombres; uno comenzó a poseer poderes que nunca antes había tenido, los elementos le pertenecían, podía usar la energía de su alrededor para su beneficio, aprendió con rapidez las palabras que le darían la grandeza. De él salieron los hechiceros. Otro de esos hombres sufrió cambios en el cuerpo, no podía soportar el sol, no envejecía, su poder era demasiado y su maldición era tener que alimentarse de sangre. El tercer hombre también sufrió cambios al recibir aquel poder y con el tiempo fue teniendo dominio sobre su nueva forma, cada mes se transformaba en algo más, pero mientras lo iba manejando logro manejarse para la transformación.- su madre hizo una pausa y sonrió ladina, viendo la atención que ponían todos. Dragomir ya había escuchado antes esa historia pero su madre siempre había tenido la habilidad de hipnotizar a cualquiera con sus palabras. -El mundo era reinado por estos tres seres pero eso no les basto y decidieron luchar entre ellos para mostrar quién era el más fuerte. Entonces los hechiceros, seres más inferiores, comenzaron con los rituales para pedir ayudar al gran Dios. Fue ahí cuando el gran Dios se percato de su error e intento enmendarlo, ayudando solo a los hijos que pedían su ayuda. Los hechiceros fueron ganando poder, derrotando a todos aquellos infieles e inhumanos. Pero ese fue solo el inicio de todo. Los hechiceros deseaban más y comenzaron a cazar a aquellos hombres que nacían sin poderes. Uno por uno eran sacrificados al gran Dios y cuando éste se dio cuenta de lo que estaba sucediendo, volvió a bajar. No tuvo misericordia con los hechiceros y los redujo en número y en poder. Poco a poco se fueron separando en clanes más pequeños y entre ellos siguió aquel que ofrecía rituales al gran Dios. Se habla de que son los favoritos y los protegidos del Señor, y por eso cada noche a estas horas realizan sus rituales. Piden la salvación y la ayuda del gran Dios, así como le agradecen y le ofrecen tributos-
Última edición por Dragomir Negrescu el Dom Sep 18, 2016 12:34 am, editado 1 vez
Dragomir Negrescu- Gitano
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Fecha de inscripción : 02/04/2016
Re: ¿Solo unas monedas? (Privado)
El hombre tenía un aire místico y cautivante típico de los gitanos, el cual siempre despertaba mi curiosidad y provocaba que mis sentidos estuvieran más atentos de lo usual, tratando de captar todo a mi alrededor, su entorno, su forma de vida. Sin embargo, estaba demasiado ocupado mirando los alrededores que me distraje y por ello permití que colocara su mano sobre la mía para hacerme cerrar el puño, haciendo que me diera un leve sobresalto. -Con esto es mucho más que suficiente, no necesito más. - Por lo general no me gustaba que me tocaran ni un pelo y trataba de evitarlo a toda costa, razones en realidad solo tenía una y con eso me bastaba. “No había tenido buenas experiencias”, sin embargo, Dragomir lograba transmitir un aire seguro, una sensación de protección lo rodeaba y eso era algo sumamente interesante y lograba contagiarse a la gente, incluyéndome. Fue por ello que dejé que me revolviera el pelo de manera juguetona sin que me acobardara y retrocediera… como siempre.
Caminé apenas un paso detrás de él de regreso al campamento mientras pensaba en sus palabras, era ingenuo pero hasta yo me podía dar cuenta de que no estaba siendo sincero conmigo y eso me hacía preguntarme por qué ¿y si aquella ceremonia tenía un significado maligno o algo así? Lo bueno de vivir en Escocia era que ese tipo de prácticas eran muy sonadas y podía entender algunas cosas, para qué servían los dibujos, los amuletos, el significado de la ropa tan colorida, fue por ello también que no me convenció su respuesta, aun así me resigné a no volver a preguntar, si no quería decirme seguramente tenía una razón. Y fue entonces que habló la mujer, la madre de Dragomir.
Tomé asiento en el suelo junto a Dragomir quien soltó un suspiro que no pude descifrar. Escuché atento a la historia mientras las estrellas comenzaban a iluminar el cielo nocturno, no llegó ni a la segunda frase cuando comenzaba a entender de qué se trataba todo eso, era el origen de los seres sobrenaturales que habitaban la tierra, aquello me dio un vuelco al corazón, y no por las razone que los presentes pensarían (suponiendo que se hubiesen dado cuenta), obviamente sabía que existían, conocía a muchos y algunos eran mis amigos. Lo que me había causado esa perturbancia fue el hecho de recordar que mi padre había usado palabras similares para explicármelo a mí, aunque con mucha distorsión, hablaba de pactos con Lucifer, que se planeaba una traición al creador y atentar contra la naturaleza pura del hombre. Me pregunté si sería coincidencia que ambas versiones tuvieran tantas semejanzas. -Debo irme. -Dije y me incorporé de forma acelerada, dispuesto a irme. Por alguna razón me había causado escalofríos pensar en todo eso.
Caminé apenas un paso detrás de él de regreso al campamento mientras pensaba en sus palabras, era ingenuo pero hasta yo me podía dar cuenta de que no estaba siendo sincero conmigo y eso me hacía preguntarme por qué ¿y si aquella ceremonia tenía un significado maligno o algo así? Lo bueno de vivir en Escocia era que ese tipo de prácticas eran muy sonadas y podía entender algunas cosas, para qué servían los dibujos, los amuletos, el significado de la ropa tan colorida, fue por ello también que no me convenció su respuesta, aun así me resigné a no volver a preguntar, si no quería decirme seguramente tenía una razón. Y fue entonces que habló la mujer, la madre de Dragomir.
Tomé asiento en el suelo junto a Dragomir quien soltó un suspiro que no pude descifrar. Escuché atento a la historia mientras las estrellas comenzaban a iluminar el cielo nocturno, no llegó ni a la segunda frase cuando comenzaba a entender de qué se trataba todo eso, era el origen de los seres sobrenaturales que habitaban la tierra, aquello me dio un vuelco al corazón, y no por las razone que los presentes pensarían (suponiendo que se hubiesen dado cuenta), obviamente sabía que existían, conocía a muchos y algunos eran mis amigos. Lo que me había causado esa perturbancia fue el hecho de recordar que mi padre había usado palabras similares para explicármelo a mí, aunque con mucha distorsión, hablaba de pactos con Lucifer, que se planeaba una traición al creador y atentar contra la naturaleza pura del hombre. Me pregunté si sería coincidencia que ambas versiones tuvieran tantas semejanzas. -Debo irme. -Dije y me incorporé de forma acelerada, dispuesto a irme. Por alguna razón me había causado escalofríos pensar en todo eso.
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 07/09/2015
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