AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Café Turbio [Abbey]
2 participantes
Página 1 de 1.
Café Turbio [Abbey]
El sol estaba dorando las calles de París. Parecía, incluso, que la suciedad que habitaba en aquellas calles tenía un color bello y brillante, haciendo pensar que todo era menos pútrido de lo que aparentaba. El fuerte olor que emanaba de las alcantarillas, sin embargo, dejaba esta sensación utópica en un completo segundo plano. Las nubes habían decidido emigrar, al menos durante aquella tarde, a otro sitio lejano donde quizá hicieran más falta.
Algunas de las calles parisinas, para variar, estaban siendo testigo a plena luz del día de numerosas fechorías y actos muy al margen de aquella legalidad, a veces tan arbitraria, establecida. Benoit, como siempre, era un ferviente partícipe de tales episodios. En este caso, se trataba de un encargo sencillo. Había recibido una de las tan comunes cartas, firmadas por el jefe del departamento de la policía metropolitana, inquiriendo que amedrentase a unos cuantos activistas, agitadores que pertenecían a aquella sección socialista que tantas masas estaban logrando mover últimamente.
No se trataba de personas preparadas para la batalla, ellos eran fervientes defensores del diálogo y la protesta, más pacífica que bárbara, y no tuvieron mucha ocasión de defenderse. Tras algunos golpes y alguna que otra acertada estocada, salió Benoit del recinto donde acaecieron los hechos y, limpiándose los ensangrentados nudillos decidió que era buena idea ir a tomar un café; un merecido descanso.
De tal modo, se apremió entre la multitud, con un cigarro entre los labios, expulsando el humo sin siquiera apartarlo de ellos con sus dedos, andando con cierto nerviosismo hasta llegar a uno de sus Cafés favoritos. En él se solían reunir personas de casta pudiente, dialogando de temas que sólo la alta jerarquía es capaz de tratar; los temas de ostentosos ricos, aburridos y ajenos de lo que sucedía bajo sus balcones tan ornamentados. Y, como no podía ser de otra manera, así fue; el café estaba repleto de numerosos ricachones y ricachonas, cuyas miradas se desviaron casi por completo al ver a Benoit entrar allí, con su típica facha de reo orgulloso de sus actos.
Accedió, sin tirar el cigarro que seguía teniendo entre sus labios, y procedió a sentarse en una de las pocas mesas que quedaban libres. Miró al camarero, que le devolvió la mirada con cierto desdén y, sin mediar palabra, procedió a servirle el café. Al ser habitual en aquellos lares, muchos ya conocían de la existencia y vivezas de Benoit.
Así pues, procedió a esperar.
Algunas de las calles parisinas, para variar, estaban siendo testigo a plena luz del día de numerosas fechorías y actos muy al margen de aquella legalidad, a veces tan arbitraria, establecida. Benoit, como siempre, era un ferviente partícipe de tales episodios. En este caso, se trataba de un encargo sencillo. Había recibido una de las tan comunes cartas, firmadas por el jefe del departamento de la policía metropolitana, inquiriendo que amedrentase a unos cuantos activistas, agitadores que pertenecían a aquella sección socialista que tantas masas estaban logrando mover últimamente.
No se trataba de personas preparadas para la batalla, ellos eran fervientes defensores del diálogo y la protesta, más pacífica que bárbara, y no tuvieron mucha ocasión de defenderse. Tras algunos golpes y alguna que otra acertada estocada, salió Benoit del recinto donde acaecieron los hechos y, limpiándose los ensangrentados nudillos decidió que era buena idea ir a tomar un café; un merecido descanso.
De tal modo, se apremió entre la multitud, con un cigarro entre los labios, expulsando el humo sin siquiera apartarlo de ellos con sus dedos, andando con cierto nerviosismo hasta llegar a uno de sus Cafés favoritos. En él se solían reunir personas de casta pudiente, dialogando de temas que sólo la alta jerarquía es capaz de tratar; los temas de ostentosos ricos, aburridos y ajenos de lo que sucedía bajo sus balcones tan ornamentados. Y, como no podía ser de otra manera, así fue; el café estaba repleto de numerosos ricachones y ricachonas, cuyas miradas se desviaron casi por completo al ver a Benoit entrar allí, con su típica facha de reo orgulloso de sus actos.
Accedió, sin tirar el cigarro que seguía teniendo entre sus labios, y procedió a sentarse en una de las pocas mesas que quedaban libres. Miró al camarero, que le devolvió la mirada con cierto desdén y, sin mediar palabra, procedió a servirle el café. Al ser habitual en aquellos lares, muchos ya conocían de la existencia y vivezas de Benoit.
Así pues, procedió a esperar.
Benoit De Sade- Humano Clase Media
- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 21/04/2016
Re: Café Turbio [Abbey]
No importa dónde mis pasos me lleven
Pero lejos de aquí.
Otra tarde más, después de un largo día de esas clases sin sentido para señoritas. Una y otra vez, una más. ¿Cuántas veces iban a repetirle la misma cantinela? Estaba harta, ofuscada e irritada de tener que pasar más tiempo en aquel lugar atrapa almas. Últimamente intentaba no meterse en líos ni en ninguna trifurca que la tuviese castigada durante días. Al menos, le dejaban un par de horas por las tardes para dedicarlas a lo que desease siempre y cuando estuviese vigilada, siguiendo sus pasos…el señor Milles siempre al acecho y a su cargo.
Ambos se habían acostumbrado al otro, qué remedio, les tocaba pasar demasiado tiempo juntos…más que el que deseasen. Y esa tarde debía tomar un café cargado, las clases de música le traían dolor de cabeza. Maldita institutriz, esa mujer y la señora Gilbert no paraban de regañarla porque decían que “gritaba” en vez de cantar ¿Y todo eso para qué? para llevarle la contraria, ninguna cantaba tan afinada como la menor de los Appleby , de algo tendrían de que hablar.
-Señor Milles, le invitó a un café cargado pero tenemos que ir al de la esquina, es recién molido y expreso ¿qué me dice? -el hombre asintió, ofreciéndole su brazo y caminar hasta el lugar indicado. El olor de Paris y su clima, seguían sin ser del agrado de la inglesa, apenas llovía ni sentía esa humedad en el ambiente. Suspiró largamente, nostálgica ante el recuerdo de su tierra, quizás… debería hacerle una visita a sus padres, una mera excusa para poder al menos, disfrutar de su tierra materna.
Una vez llegaron a dicha cafetería, se soltó del brazo de su acompañante para buscar un sitio con la mirada. Todas las mesas ocupadas pero ¿desde cuándo eso era un problema? El señor Milles, le indicó con la mirada que se sentase y él permanecería allí, de pie, en estado de constante vigilancia a esa muchacha. Curioso que aún, no se hubiese metido en líos y… no faltaría mucho para que así fuese.
Sus orbes azules, recorrieron la estancia. Grupos de amigas, hombres de negocios, parejas…no, buscaba algo en concreto y lo encontró al lado de la ventana. Alguien tomaba en soledad un café y no dudó en acercarse, acelerando el paso como si alguien fuese a sentarse frente al desconocido. Cualquier otra joven, ni se hubiese atrevido a tal cosa o simplemente, le hubiese echado por “no tener la clase merecida para estar ahí”, así eran los de su clase…qué le iba a hacer.
-Señor, ha tenido suerte ¡me acompañará al café de esta tarde! -daba igual si él ya estaba sentado o esperase a alguien, dio por hecho que aceptaría. Llamó con un elegante gesto a la mesera y pidió su café específicamente -Café solo doble, una cucharada de azúcar y algún dulce que lleve manzana ¿quiere usted algo? a él también póngale otro, por la molestia -toda considerada y es que esa tarde estaba de buen humor…por decirlo de alguna manera -Tengo hora y cuarenta minutos justo para tomarme esa delicia, espero que la espera valga la pena . No lo he visto antes ¿nuevo en Paris? -su curiosidad…ante todo.
Pero lejos de aquí.
Otra tarde más, después de un largo día de esas clases sin sentido para señoritas. Una y otra vez, una más. ¿Cuántas veces iban a repetirle la misma cantinela? Estaba harta, ofuscada e irritada de tener que pasar más tiempo en aquel lugar atrapa almas. Últimamente intentaba no meterse en líos ni en ninguna trifurca que la tuviese castigada durante días. Al menos, le dejaban un par de horas por las tardes para dedicarlas a lo que desease siempre y cuando estuviese vigilada, siguiendo sus pasos…el señor Milles siempre al acecho y a su cargo.
Ambos se habían acostumbrado al otro, qué remedio, les tocaba pasar demasiado tiempo juntos…más que el que deseasen. Y esa tarde debía tomar un café cargado, las clases de música le traían dolor de cabeza. Maldita institutriz, esa mujer y la señora Gilbert no paraban de regañarla porque decían que “gritaba” en vez de cantar ¿Y todo eso para qué? para llevarle la contraria, ninguna cantaba tan afinada como la menor de los Appleby , de algo tendrían de que hablar.
-Señor Milles, le invitó a un café cargado pero tenemos que ir al de la esquina, es recién molido y expreso ¿qué me dice? -el hombre asintió, ofreciéndole su brazo y caminar hasta el lugar indicado. El olor de Paris y su clima, seguían sin ser del agrado de la inglesa, apenas llovía ni sentía esa humedad en el ambiente. Suspiró largamente, nostálgica ante el recuerdo de su tierra, quizás… debería hacerle una visita a sus padres, una mera excusa para poder al menos, disfrutar de su tierra materna.
Una vez llegaron a dicha cafetería, se soltó del brazo de su acompañante para buscar un sitio con la mirada. Todas las mesas ocupadas pero ¿desde cuándo eso era un problema? El señor Milles, le indicó con la mirada que se sentase y él permanecería allí, de pie, en estado de constante vigilancia a esa muchacha. Curioso que aún, no se hubiese metido en líos y… no faltaría mucho para que así fuese.
Sus orbes azules, recorrieron la estancia. Grupos de amigas, hombres de negocios, parejas…no, buscaba algo en concreto y lo encontró al lado de la ventana. Alguien tomaba en soledad un café y no dudó en acercarse, acelerando el paso como si alguien fuese a sentarse frente al desconocido. Cualquier otra joven, ni se hubiese atrevido a tal cosa o simplemente, le hubiese echado por “no tener la clase merecida para estar ahí”, así eran los de su clase…qué le iba a hacer.
-Señor, ha tenido suerte ¡me acompañará al café de esta tarde! -daba igual si él ya estaba sentado o esperase a alguien, dio por hecho que aceptaría. Llamó con un elegante gesto a la mesera y pidió su café específicamente -Café solo doble, una cucharada de azúcar y algún dulce que lleve manzana ¿quiere usted algo? a él también póngale otro, por la molestia -toda considerada y es que esa tarde estaba de buen humor…por decirlo de alguna manera -Tengo hora y cuarenta minutos justo para tomarme esa delicia, espero que la espera valga la pena . No lo he visto antes ¿nuevo en Paris? -su curiosidad…ante todo.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 505
Fecha de inscripción : 23/03/2011
Localización : París-Londres
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Café Turbio [Abbey]
La mirada de Benoit estaba demasiado perdida entre una muchedumbre demasiado vacía. Sus ojos, que volaban de cuando en cuando entre diferentes puntos de aquel atestado habitáculo y las vistas que se podían contemplar a través de sus ventanas, se entrecerraron mientras daba un sorbo a aquel delicioso café. A pesar de su excelente sabor, su labio superior se elevó en señal de asco, seguido del fruncir de su ceño. Era algo propio de su naturaleza, como también lo era en aquellas señoras, tan bien vestidas, en dejar los ojos en blanco cuando contaban u oían alguna anécdota que se salía fuera de sus habituales conocimientos y sapiencias, las más ridículas y absurdas fábulas de acomodados paletos.
Dejó el café en la mesa, sin prestar cuidado alguno, haciendo que la porcelana de la tasa sonase casi a roto y que varias gotas de café salpicaran la mesa y el dorso de su mano. Este acto trajo consigo numerosas miradas, las cuales no dudó en devolver con desafiante estupidez. Volvió la mirada a su café y prosiguió con sus cavilaciones. -Malditos hijos de puta. Ojalá algún día me encarguen partirle las piernas a alguno de estos cabrones. Disfrutaría tanto de ese trabajo como con aquel niñato escocés. ¡Cómo chillaba cuando le sacaba los dientes uno a uno! – Mientras soltaba una leve carcajada sorda y desierta.
Entretanto, una joven le había interrumpido recordando aquellos que para Benoit eran considerados tan buenos momentos. Arqueó una ceja e hizo de nuevo el gesto de alzar la parte derecha del labio superior, pero esta vez para introducir en el hueco resultante uno de sus cigarrillos. No medió palabra, simplemente buscó su encendedor en el bolsillo delantero de su americana raída y con goterones de sangre por doquier. Una vez la punta del cigarrillo se iluminó y salieron de entre sus dientes algunas bocanadas de humo, dirigidas hacia la joven, articuló; - ¿Quién cojones eres tú? – Sin hacer ningún además de cortesía, tan propio de todos los demás clientes que ahora estaban expectantes.
- No, a mí no me pongas nada. A mí sólo me sirven bebidas si yo lo digo, chiquilla. – Miró al camarero, de nuevo, con la misma cara de pocos amigos que le dedicó a su llegada. Miró a la joven y, después, a todo lo que les rodeaba, incluido su acompañante. - ¿Tantos ricos de mierda y no conoces a ninguno? Por tus pintas y la de tu gorila – refiriéndose a su esbirro – no parece que te suelas codear con gente como yo, muchacha. – Espetó, sin mover un solo músculo. La cortesía no era algo innato de Benoit. – Deberías andarte con ojo.
Dejó el café en la mesa, sin prestar cuidado alguno, haciendo que la porcelana de la tasa sonase casi a roto y que varias gotas de café salpicaran la mesa y el dorso de su mano. Este acto trajo consigo numerosas miradas, las cuales no dudó en devolver con desafiante estupidez. Volvió la mirada a su café y prosiguió con sus cavilaciones. -Malditos hijos de puta. Ojalá algún día me encarguen partirle las piernas a alguno de estos cabrones. Disfrutaría tanto de ese trabajo como con aquel niñato escocés. ¡Cómo chillaba cuando le sacaba los dientes uno a uno! – Mientras soltaba una leve carcajada sorda y desierta.
Entretanto, una joven le había interrumpido recordando aquellos que para Benoit eran considerados tan buenos momentos. Arqueó una ceja e hizo de nuevo el gesto de alzar la parte derecha del labio superior, pero esta vez para introducir en el hueco resultante uno de sus cigarrillos. No medió palabra, simplemente buscó su encendedor en el bolsillo delantero de su americana raída y con goterones de sangre por doquier. Una vez la punta del cigarrillo se iluminó y salieron de entre sus dientes algunas bocanadas de humo, dirigidas hacia la joven, articuló; - ¿Quién cojones eres tú? – Sin hacer ningún además de cortesía, tan propio de todos los demás clientes que ahora estaban expectantes.
- No, a mí no me pongas nada. A mí sólo me sirven bebidas si yo lo digo, chiquilla. – Miró al camarero, de nuevo, con la misma cara de pocos amigos que le dedicó a su llegada. Miró a la joven y, después, a todo lo que les rodeaba, incluido su acompañante. - ¿Tantos ricos de mierda y no conoces a ninguno? Por tus pintas y la de tu gorila – refiriéndose a su esbirro – no parece que te suelas codear con gente como yo, muchacha. – Espetó, sin mover un solo músculo. La cortesía no era algo innato de Benoit. – Deberías andarte con ojo.
Benoit De Sade- Humano Clase Media
- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 21/04/2016
Re: Café Turbio [Abbey]
¿Quién soy?
Mejor que lo descubra por sí mismo.
La risa procedente de aquel hombre, venida de la nada… le llegó totalmente por sorpresa. Se unió a su risa, una entre dientes que no avecinaba nada bueno. A saber en qué estaba pensado aquel desconocido y lo mejor de todo, quién era. Jamás le había visto y la curiosidad como siempre, la atrapó. Entrecerró los ojos, observándolo en silencio, muy guiada por las primeras impresiones aquel hombre por cómo gesticulaba y se expresaba, sin duda no era de su clase.
-¿Quién soy? Su peor pesadilla, seguro. -rió de lo más divertida, esperando impacientemente su café, martilleando con las yemas de sus dedos sobre la mesa, un sonido monótono que a cualquiera pondría de los nervios. -La pregunta es…¿qué cojones hace usted en un sitio como este cuando todas las miradas están puestas en su persona? no lleva un buen traje y sus modales dejan que desear… -se encogió de hombros, eso seguramente pensaban de aquel hombre malhumorado y sin modales, su comportamiento dejaba que desear y en gran parte…le recordó así misma.
Suspiró en cuanto oyó eso de “chiquilla”, cuanto le fastidiaba que la tratasen como una niña cuando en absoluto se consideraba como tal, no al menos mentalmente. Todas aquellas jovencitas, o iban acompañadas de sus madres o simplemente iban en grupo, ella… no. Más que vigilada, cada paso y gesto. Degustó su café , llevándoselo a los labios y darle un leve sorbo.
-La próxima vez que vuelva a llamarme chiquilla se queda sin sombrero -su tono amenazante contrastaba con esa sonrisa de niña buena que le acababa de dedicar , avisándole y es que quien avisaba…no era traidor, en este caso…ese refrán no cobraba sentido -Se vuelve a equivocar, no ha dejado de juzgarme desde que me he sentado frente a usted -resopló, le estaba empezando a crispar los nervios con tanta preguntita y ya fue el colmo cuando le comparó con todos aquellos ricos -Que frecuente sitios donde encuentre a gente de mi clase no quiere decir que los conozca, en este caso, frecuento otros lugares en donde el lujo carece de sentido -se encogió de hombros, riendo de lo más divertida por esa advertencia o ¿podía ser una amenaza?
-¿Me está advirtiendo o amenazando, señor? Quién debería andarse con ojo son todos estos tontos vestidos de limpio con ropa cara. No me vigilan porque sea una santa precisamente, debo estar aquí pero en cuanto le despiste, pienso perderme entre las calles, hasta encontrar un lugar en el que ni se le ocurriese que estaría. Y no hablo del teatro, ni de un buen restaurante…fiestas paganas, sitios de mala muerte… ¿ha probado el alcohol que sirven a dos manzanas de aquí? Es frecuentado por prostitutas, la zona de esas señoritas… pues justo en la esquina, sirven el mejor whisky de Paris, debería ir… seguro que cambia de cara-¿Seguro que era de clase alta? Por cómo iba vestida sí, pero esa seguridad en sí misma y el no haber abandonado la mesa… dejaba mucho que pensar porque no, imposible comportarse como una señorita de clase alta.
Mejor que lo descubra por sí mismo.
La risa procedente de aquel hombre, venida de la nada… le llegó totalmente por sorpresa. Se unió a su risa, una entre dientes que no avecinaba nada bueno. A saber en qué estaba pensado aquel desconocido y lo mejor de todo, quién era. Jamás le había visto y la curiosidad como siempre, la atrapó. Entrecerró los ojos, observándolo en silencio, muy guiada por las primeras impresiones aquel hombre por cómo gesticulaba y se expresaba, sin duda no era de su clase.
-¿Quién soy? Su peor pesadilla, seguro. -rió de lo más divertida, esperando impacientemente su café, martilleando con las yemas de sus dedos sobre la mesa, un sonido monótono que a cualquiera pondría de los nervios. -La pregunta es…¿qué cojones hace usted en un sitio como este cuando todas las miradas están puestas en su persona? no lleva un buen traje y sus modales dejan que desear… -se encogió de hombros, eso seguramente pensaban de aquel hombre malhumorado y sin modales, su comportamiento dejaba que desear y en gran parte…le recordó así misma.
Suspiró en cuanto oyó eso de “chiquilla”, cuanto le fastidiaba que la tratasen como una niña cuando en absoluto se consideraba como tal, no al menos mentalmente. Todas aquellas jovencitas, o iban acompañadas de sus madres o simplemente iban en grupo, ella… no. Más que vigilada, cada paso y gesto. Degustó su café , llevándoselo a los labios y darle un leve sorbo.
-La próxima vez que vuelva a llamarme chiquilla se queda sin sombrero -su tono amenazante contrastaba con esa sonrisa de niña buena que le acababa de dedicar , avisándole y es que quien avisaba…no era traidor, en este caso…ese refrán no cobraba sentido -Se vuelve a equivocar, no ha dejado de juzgarme desde que me he sentado frente a usted -resopló, le estaba empezando a crispar los nervios con tanta preguntita y ya fue el colmo cuando le comparó con todos aquellos ricos -Que frecuente sitios donde encuentre a gente de mi clase no quiere decir que los conozca, en este caso, frecuento otros lugares en donde el lujo carece de sentido -se encogió de hombros, riendo de lo más divertida por esa advertencia o ¿podía ser una amenaza?
-¿Me está advirtiendo o amenazando, señor? Quién debería andarse con ojo son todos estos tontos vestidos de limpio con ropa cara. No me vigilan porque sea una santa precisamente, debo estar aquí pero en cuanto le despiste, pienso perderme entre las calles, hasta encontrar un lugar en el que ni se le ocurriese que estaría. Y no hablo del teatro, ni de un buen restaurante…fiestas paganas, sitios de mala muerte… ¿ha probado el alcohol que sirven a dos manzanas de aquí? Es frecuentado por prostitutas, la zona de esas señoritas… pues justo en la esquina, sirven el mejor whisky de Paris, debería ir… seguro que cambia de cara-¿Seguro que era de clase alta? Por cómo iba vestida sí, pero esa seguridad en sí misma y el no haber abandonado la mesa… dejaba mucho que pensar porque no, imposible comportarse como una señorita de clase alta.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 505
Fecha de inscripción : 23/03/2011
Localización : París-Londres
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Café Turbio [Abbey]
Curioso. Parecía que la “chiquilla” sabía pelear. Benoit volvió a reírse, esta vez con más ímpetu que la carcajada que soltó anteriormente. No apartó los ojos de la muchacha, que lucía ropas tan elegantes como las del resto de consumidores de aquella tasca que parecía hacer una oda al perfume caro. Supuso Benoit que la curiosidad de aquella intrépida aventurera le había podido y, le demostró así que no tenía demasiada experiencia con gente de los auténticos bajos fondos de las calles parisinas.
-Si me importasen lo que todos estos pensasen de mi… ¿no cree que no habría venido aquí? Me gusta el café de este lugar, no podría permitir que mi armario me impidiese disfrutarlo. – Afirmó, sonriente. Lo cierto es que no era la primera persona que se cuestionaba por qué Benoit, con sus inconfundibles galas, hacía acto de presencia en locales “fuera de su presupuesto”. Lo cierto es que la mayor parte de las veces no era por gusto, sino por trabajo. Pero, sí que es cierto que había otras tantas ocasiones en la que el disfrute dejaba paso a los prejuicios y las ataduras, por así decirlo, y se dejaba caer por lugares como aquel. Sea como fuere, la “chiquilla” parecía tener aún más artillería.
-¿Mi sombrero? Probablemente alguien pierda alguna extremidad antes de que otras manos toquen este sombrero. Y, por experiencia, te recomendaría que apostases a que no será ninguna de las mías. – Sonrío, prudente. – Pero, tranquila, no trabajo gratis. Así que, te llamaré “Señorita Impertinente”. Espero que sea más de su agrado, señorita. – Le dedicó otra media sonrisa, irónico y todo lo locuaz que pudo ser en aquella situación, donde el custodio de aquella mujer le miraba fijamente y con ánimos de desenvainar su arma en cualquier momento.
- Yo soy quien roba ese alcohol para vendérselo al dueño de la taberna, muchacha. Qué vas a contarme de esos lugares, vivo allí. – Afirmó, con la vista algo cansada. – A pesar de ello y, tomando como cierta la afirmación que acabas de hacerme… - se quedó un instante pensativo – puedo llevarte a sitios incluso peores. Pero, según tu confesión, te parecerán de lo más divertido. – La proposición escondía la malicia típica de Benoit; era típico que muchas jóvenes de adineradas familias sintieran el impulso de rebelarse e ir en contra de las normas que le dictaban en casa; vivir las experiencias que creían que los bajos fondos les tenían reservadas. Sonrío de nuevo, esperando la respuesta de la “señorita impertinente”.
-Si me importasen lo que todos estos pensasen de mi… ¿no cree que no habría venido aquí? Me gusta el café de este lugar, no podría permitir que mi armario me impidiese disfrutarlo. – Afirmó, sonriente. Lo cierto es que no era la primera persona que se cuestionaba por qué Benoit, con sus inconfundibles galas, hacía acto de presencia en locales “fuera de su presupuesto”. Lo cierto es que la mayor parte de las veces no era por gusto, sino por trabajo. Pero, sí que es cierto que había otras tantas ocasiones en la que el disfrute dejaba paso a los prejuicios y las ataduras, por así decirlo, y se dejaba caer por lugares como aquel. Sea como fuere, la “chiquilla” parecía tener aún más artillería.
-¿Mi sombrero? Probablemente alguien pierda alguna extremidad antes de que otras manos toquen este sombrero. Y, por experiencia, te recomendaría que apostases a que no será ninguna de las mías. – Sonrío, prudente. – Pero, tranquila, no trabajo gratis. Así que, te llamaré “Señorita Impertinente”. Espero que sea más de su agrado, señorita. – Le dedicó otra media sonrisa, irónico y todo lo locuaz que pudo ser en aquella situación, donde el custodio de aquella mujer le miraba fijamente y con ánimos de desenvainar su arma en cualquier momento.
- Yo soy quien roba ese alcohol para vendérselo al dueño de la taberna, muchacha. Qué vas a contarme de esos lugares, vivo allí. – Afirmó, con la vista algo cansada. – A pesar de ello y, tomando como cierta la afirmación que acabas de hacerme… - se quedó un instante pensativo – puedo llevarte a sitios incluso peores. Pero, según tu confesión, te parecerán de lo más divertido. – La proposición escondía la malicia típica de Benoit; era típico que muchas jóvenes de adineradas familias sintieran el impulso de rebelarse e ir en contra de las normas que le dictaban en casa; vivir las experiencias que creían que los bajos fondos les tenían reservadas. Sonrío de nuevo, esperando la respuesta de la “señorita impertinente”.
Benoit De Sade- Humano Clase Media
- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 21/04/2016
Re: Café Turbio [Abbey]
Las apariencias engañan.
Siempre.
Y en el caso de Abbey, esa frase cobraba especialmente sentido. Podía vestirse como esas mujeres de alta sociedad, no con tanta pomposidad pues tanto encaje, lazos y demás le llevaban por el camino de la amargura. Prefería vestidos más cómodos pero en la línea de los de clase alta pues no podía ir de otra manera, se lo tenían bien prohibido entre otras cosas.
-Lo del armario es relativo, señor. Que lleve un vestido que me señale no quiere decir que me agrade lucirlo -suspiró pesadamente, le cansaba el hecho de que le señalasen como culpable de “señorita” cuando dejaba mucho que desear. No se movía como una de ellas, tampoco se comportaba como tal y menos en la forma de dirigirse al hombre -El hábito viste al cura ¿no era así? aunque realmente ni sé porqué dije esa frase… -se echó a reír, rubia loca…
-Prefiero que me llame por mi nombre que ese apelativo, si no quiere que lo señale como “viejo loco” aunque me da a mí que no soy la única que lo ha llamado así alguna vez. Vamos, ¿es que no sabe ni medio sonreír un poco? La vida es demasiado larga para vivir amargado y en tu mundo, sé de lo que hablo aunque ya… ¿qué va a saber una niña loca? -negó con la cabeza, acababa de realizar un monólogo pero ¿y qué? nadie ni nada le impedía expresarse tal como deseaba.
-Un plan demasiado tentador como para negarse. No voy a preguntar a dónde me llevaría pero sí le advierto una cosa, el señor Milles me sigue a un par de metros así que si piensa en hacer alguna especie de chantaje o venderme como mercancía a vete a saber quién -se tomó su café de un sorbo y lo dejó sobre la mesa, casi rompe el pequeño plato en donde se lo habían servido - Vamos pues
¿Para qué iba a pensarlo dos veces? Era impulsiva por naturaleza, se levantó de golpe y echó una fugaz mirada a donde se encontraba su cuidador que al verla de pie le hizo un gesto con la cabeza a modo de negación, se suponía iban a quedarse allí.
-Pillada. Tendrá que hacer su papel de detective para librarnos de mi vigilante… no se me ocurre otra cosa que correr y eso a él, no le sirve…ya lo intenté ¿se atreve? Puede detenerme también, escándalo público…lo que le faltaba a mi padre
Deseando meterse en líos, conocer sitios nuevos, esconderse de su realidad que no era otra que justo de las personas que estaba rodeada.
Siempre.
Y en el caso de Abbey, esa frase cobraba especialmente sentido. Podía vestirse como esas mujeres de alta sociedad, no con tanta pomposidad pues tanto encaje, lazos y demás le llevaban por el camino de la amargura. Prefería vestidos más cómodos pero en la línea de los de clase alta pues no podía ir de otra manera, se lo tenían bien prohibido entre otras cosas.
-Lo del armario es relativo, señor. Que lleve un vestido que me señale no quiere decir que me agrade lucirlo -suspiró pesadamente, le cansaba el hecho de que le señalasen como culpable de “señorita” cuando dejaba mucho que desear. No se movía como una de ellas, tampoco se comportaba como tal y menos en la forma de dirigirse al hombre -El hábito viste al cura ¿no era así? aunque realmente ni sé porqué dije esa frase… -se echó a reír, rubia loca…
-Prefiero que me llame por mi nombre que ese apelativo, si no quiere que lo señale como “viejo loco” aunque me da a mí que no soy la única que lo ha llamado así alguna vez. Vamos, ¿es que no sabe ni medio sonreír un poco? La vida es demasiado larga para vivir amargado y en tu mundo, sé de lo que hablo aunque ya… ¿qué va a saber una niña loca? -negó con la cabeza, acababa de realizar un monólogo pero ¿y qué? nadie ni nada le impedía expresarse tal como deseaba.
-Un plan demasiado tentador como para negarse. No voy a preguntar a dónde me llevaría pero sí le advierto una cosa, el señor Milles me sigue a un par de metros así que si piensa en hacer alguna especie de chantaje o venderme como mercancía a vete a saber quién -se tomó su café de un sorbo y lo dejó sobre la mesa, casi rompe el pequeño plato en donde se lo habían servido - Vamos pues
¿Para qué iba a pensarlo dos veces? Era impulsiva por naturaleza, se levantó de golpe y echó una fugaz mirada a donde se encontraba su cuidador que al verla de pie le hizo un gesto con la cabeza a modo de negación, se suponía iban a quedarse allí.
-Pillada. Tendrá que hacer su papel de detective para librarnos de mi vigilante… no se me ocurre otra cosa que correr y eso a él, no le sirve…ya lo intenté ¿se atreve? Puede detenerme también, escándalo público…lo que le faltaba a mi padre
Deseando meterse en líos, conocer sitios nuevos, esconderse de su realidad que no era otra que justo de las personas que estaba rodeada.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 505
Fecha de inscripción : 23/03/2011
Localización : París-Londres
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Temas similares
» Madmosille Abbey || ID
» Sombra de temor (Priv. Abbey Appleby)
» Café del Sol [Dam]
» ¿Nos hemos visto antes? [Abbey Appleby] ◊◊
» La noche de nuestro re encuentro (Abbey Appleby)
» Sombra de temor (Priv. Abbey Appleby)
» Café del Sol [Dam]
» ¿Nos hemos visto antes? [Abbey Appleby] ◊◊
» La noche de nuestro re encuentro (Abbey Appleby)
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour