AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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The kingdom locked up {Lian Ravel}
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The kingdom locked up {Lian Ravel}
Sentía como si su cabeza fuese a estallar, reventada por un cerebro hinchado, enfermo. Pero era tan rítmico, tan pefecto aquel sonido que retumbaba dentro de ella. ¿Cómo iba a atreverse ella a romper el acordeón de tal sagrado efecto? Una sucia lágrima resbaló por su sucia mejilla hasta perderse por entre la marea de cabellos esparcidos sobre los adoquines de la calle. Una ola de peligroso fuego empalagado por el descuido y la vileza de una vida entera en la calle. También sentía el melodioso dolor en sus pechos, y en su vientre todavía plano. Plano pero con algo dentro. Y aquello le parecía erróneo, obsceno de alguna manera, porque; ¿cómo iba a salir vida de ella? Si era un ser deforme, putrefacto. ¿Cómo podía? ¿Cómo podía? Debía ser algún tipo de criatura extraña, como ella misma lo era.
Sus pies descalzos y cubiertos de hollín descendieron sobre un frío charco de agua de lluvia. Suaves gotas de encantada música se esparcieron ante la fuerte pisada, de la que la demente no fue ni consciente. ¿Por qué iba a serlo? Si el agua era tan imaginaria como todos aquellos que, en algún momento, se habían aprovechado de ella. Buscaba algo con impaciencia. La presencia que la anclaba a su realidad difuminada. ¿Adivináis qué puede ser? La gema, el diamante, el último pozo de ambición que se derretía ante el calor de ese estúpido Ramsés postizo. Buscó entre la inmundicia de la basura. ”¿Estás ahí, mi precioso ruiseñor?”. Buscó en las cloacas. ”¿Estás ahí, mi precioso ruiseñor?”. Y buscó por el río, por el bosque, por debajo de su carne supurante. Preguntó, entonces, toda desquiciada, a las gentes que pasaban, sin importarle cómo fueran vestidos, o de quién estuvieran acompañados. Preguntó a la mujer pintada de la esquina. Preguntó al Maestro de los Caballos. Preguntó al Rey y a la Reina de Su Mansión. ”¿Alguien ha visto a mi precioso ruiseñor? ¿Alguien?”.
Todos fingían no verla. ¿Acaso se había convertido ya en un ánima vagabunda y por eso nadie la escuchaba? Acudió a una casa de putas, sin ella saber que era tal cosa (y, de saberlo, posiblemente le hubiese dado igual) e hizo la misma pregunta: ”¿Alguien ha visto a mi precioso ruiseñor? Es muy pequeñito. Azul como un cielo. Lleva bombín y monóculo. ¿Alguien, alguien lo ha visto?”. La desesperación de aquellos que se creen sus propias fantasías afloró en su voz. Trémula, quebrándose por momentos. ¿Qué iba a hacer ella sin su pequeño ruiseñor? ”Ya está otra vez esta puta loca”, rezongó la vieja alcahueta. La demente suplicó. ”Por favor, por favor”, rezaba. La alcahueta apretó los labios y la miró con odio. Odio. Odiaba a aquella loca de cabellos bufados, enredados y rojos como el atardecer. La odiaba sin conocerla, porque, con frecuencia, Éline sólo sabía inspirar dos sentimientos en las personas ante las que se abría paso como un ferrocarril: u omisión u odio. Algunos hasta sabían su historia. O la que creían que era su historia. El resto se lo inventaban. Si ellos podían, ¿por qué ella no? Y así, así. Las fantasías de la loca pronto se tejían en maravillosos telares, expuestos en las tristes calles de una París congelada, para el goce y disfrute de los Reyes y Reinas.
La vieja comadre agarró un cubo de agua glacial y se la arrojó a la loca para que se fuera. Y aún con su raquítico cuerpo mojado, sus cabellos enredados y bufados de rojo atardecer, aún con las rodillas temblando, entrechocando entre ellas, la enferma mental ni se percataba de su lamentable estado. Se arrodilló ante la puerta cerrada del burdel y empezó a dar atormentados golpes. ”¿Alguien? ¡Por favor! ¿Alguien ha visto a mi pequeño ruiseñor?”. Y la entereza se le escapó del aliento, de los amoratados labios y viajó hasta esas alcantarillas donde también había navegado para buscar a su señor Maspero, que así era como ella llamaba al ruiseñor imaginario. Y los golpes, marcados por unos puños enzarzados en unos brazos cubiertos de cortes (algunos todavía en carne viva, desgarrados, rojos como un tomate supurante) pronto también fueron perdiendo su fuerza. Algunas putas se asomaban a la ventana para ver el patético espectáculo de aquella loca, antigua monja del convento cuyo nombre no importaba a nadie ya.
Se agarró automáticamente el vientre. Ese vientre, todavía plano, del que no podía salir vida. ¿Cómo? ¿Cómo podría salir vida de ella? Si era un ser deforme, putrefacto. ¿Cómo podría? Se limpió las lágrimas con la sucia palma de su mano, dejándose un rastro de hollín. Allí era donde debería estar; a la puerta de una casa de putas, suplicando por un amigo inventado.
Sus pies descalzos y cubiertos de hollín descendieron sobre un frío charco de agua de lluvia. Suaves gotas de encantada música se esparcieron ante la fuerte pisada, de la que la demente no fue ni consciente. ¿Por qué iba a serlo? Si el agua era tan imaginaria como todos aquellos que, en algún momento, se habían aprovechado de ella. Buscaba algo con impaciencia. La presencia que la anclaba a su realidad difuminada. ¿Adivináis qué puede ser? La gema, el diamante, el último pozo de ambición que se derretía ante el calor de ese estúpido Ramsés postizo. Buscó entre la inmundicia de la basura. ”¿Estás ahí, mi precioso ruiseñor?”. Buscó en las cloacas. ”¿Estás ahí, mi precioso ruiseñor?”. Y buscó por el río, por el bosque, por debajo de su carne supurante. Preguntó, entonces, toda desquiciada, a las gentes que pasaban, sin importarle cómo fueran vestidos, o de quién estuvieran acompañados. Preguntó a la mujer pintada de la esquina. Preguntó al Maestro de los Caballos. Preguntó al Rey y a la Reina de Su Mansión. ”¿Alguien ha visto a mi precioso ruiseñor? ¿Alguien?”.
Todos fingían no verla. ¿Acaso se había convertido ya en un ánima vagabunda y por eso nadie la escuchaba? Acudió a una casa de putas, sin ella saber que era tal cosa (y, de saberlo, posiblemente le hubiese dado igual) e hizo la misma pregunta: ”¿Alguien ha visto a mi precioso ruiseñor? Es muy pequeñito. Azul como un cielo. Lleva bombín y monóculo. ¿Alguien, alguien lo ha visto?”. La desesperación de aquellos que se creen sus propias fantasías afloró en su voz. Trémula, quebrándose por momentos. ¿Qué iba a hacer ella sin su pequeño ruiseñor? ”Ya está otra vez esta puta loca”, rezongó la vieja alcahueta. La demente suplicó. ”Por favor, por favor”, rezaba. La alcahueta apretó los labios y la miró con odio. Odio. Odiaba a aquella loca de cabellos bufados, enredados y rojos como el atardecer. La odiaba sin conocerla, porque, con frecuencia, Éline sólo sabía inspirar dos sentimientos en las personas ante las que se abría paso como un ferrocarril: u omisión u odio. Algunos hasta sabían su historia. O la que creían que era su historia. El resto se lo inventaban. Si ellos podían, ¿por qué ella no? Y así, así. Las fantasías de la loca pronto se tejían en maravillosos telares, expuestos en las tristes calles de una París congelada, para el goce y disfrute de los Reyes y Reinas.
La vieja comadre agarró un cubo de agua glacial y se la arrojó a la loca para que se fuera. Y aún con su raquítico cuerpo mojado, sus cabellos enredados y bufados de rojo atardecer, aún con las rodillas temblando, entrechocando entre ellas, la enferma mental ni se percataba de su lamentable estado. Se arrodilló ante la puerta cerrada del burdel y empezó a dar atormentados golpes. ”¿Alguien? ¡Por favor! ¿Alguien ha visto a mi pequeño ruiseñor?”. Y la entereza se le escapó del aliento, de los amoratados labios y viajó hasta esas alcantarillas donde también había navegado para buscar a su señor Maspero, que así era como ella llamaba al ruiseñor imaginario. Y los golpes, marcados por unos puños enzarzados en unos brazos cubiertos de cortes (algunos todavía en carne viva, desgarrados, rojos como un tomate supurante) pronto también fueron perdiendo su fuerza. Algunas putas se asomaban a la ventana para ver el patético espectáculo de aquella loca, antigua monja del convento cuyo nombre no importaba a nadie ya.
Se agarró automáticamente el vientre. Ese vientre, todavía plano, del que no podía salir vida. ¿Cómo? ¿Cómo podría salir vida de ella? Si era un ser deforme, putrefacto. ¿Cómo podría? Se limpió las lágrimas con la sucia palma de su mano, dejándose un rastro de hollín. Allí era donde debería estar; a la puerta de una casa de putas, suplicando por un amigo inventado.
Última edición por Éline Rimbaud el Vie Mayo 13, 2016 10:47 am, editado 1 vez
Éline Rimbaud- Fantasma
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Re: The kingdom locked up {Lian Ravel}
Abrí la puerta de mi hogar, del hogar de todos quienes viven y trabajan para mi, para encontrarme con una pobre chica en el suelo, en tan malas condiciones que me hizo sospechar lo peor.
Dejen de quejarse por la resaca! Traigan toallas y hiervan agua, mujeres! Las necesito!- grito hacia adentro mientras tomo a la mujer en brazos. No les grito molesto, claro, sólo quiero que se muevan rápido. Francamente les estaba pidiendo un milagro a esa hora del día, pero mi casa se mueve con diligencia cuando se trata de hacer cosas importantes; eso quiere decir, asuntos de "sexo o de cualquier otra cosa que me haga gritar"
Una vez dentro de la casa, una de las chicas me ayuda a lavarla y curar sus heridas en tanto esperamos a que despierte.
-Yo la conozco, la he visto en la plaza... está loca.- dice con recelo.
-Y no por eso la iba a dejar morir en mi puerta, prefiero explicarle a los policías el caso de una loca que el de un cadáver.- le respondo tranquilo para luego tomarla y dejarla en una de las habitaciones que ya estaban limpias.
Estás muy flaca y dañada, no te atrevas a morir aquí.- le susurro mientras espero a que despierte sentado al lado de su cama.- Todos estamos locos, supongo... pero no podía patearte a tu propia muerte, ella no me lo perdonaría. Volvería del infierno para hacer mi vida imposible.- Añado riendo despacio pensando en mi primer amor, en la mujer que me salvó de las calles y me trajo a esta vida.- Tengo curiosidad... quiero saber cómo eres estando despierta, muchacha...- No puedo evitar pensar en lo poco que sé de tu historia, en tus heridas y en tu bello rostro; quiero saber qué destino te trajo a mi puerta y si es que podré ayudarte. Deseo cambiar tu destino así como lo he hecho con otros y así como lo hicieron conmigo.
Dejen de quejarse por la resaca! Traigan toallas y hiervan agua, mujeres! Las necesito!- grito hacia adentro mientras tomo a la mujer en brazos. No les grito molesto, claro, sólo quiero que se muevan rápido. Francamente les estaba pidiendo un milagro a esa hora del día, pero mi casa se mueve con diligencia cuando se trata de hacer cosas importantes; eso quiere decir, asuntos de "sexo o de cualquier otra cosa que me haga gritar"
Una vez dentro de la casa, una de las chicas me ayuda a lavarla y curar sus heridas en tanto esperamos a que despierte.
-Yo la conozco, la he visto en la plaza... está loca.- dice con recelo.
-Y no por eso la iba a dejar morir en mi puerta, prefiero explicarle a los policías el caso de una loca que el de un cadáver.- le respondo tranquilo para luego tomarla y dejarla en una de las habitaciones que ya estaban limpias.
Estás muy flaca y dañada, no te atrevas a morir aquí.- le susurro mientras espero a que despierte sentado al lado de su cama.- Todos estamos locos, supongo... pero no podía patearte a tu propia muerte, ella no me lo perdonaría. Volvería del infierno para hacer mi vida imposible.- Añado riendo despacio pensando en mi primer amor, en la mujer que me salvó de las calles y me trajo a esta vida.- Tengo curiosidad... quiero saber cómo eres estando despierta, muchacha...- No puedo evitar pensar en lo poco que sé de tu historia, en tus heridas y en tu bello rostro; quiero saber qué destino te trajo a mi puerta y si es que podré ayudarte. Deseo cambiar tu destino así como lo he hecho con otros y así como lo hicieron conmigo.
Lian Ravel- Hechicero Clase Media
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Re: The kingdom locked up {Lian Ravel}
¡Qué mal jugaste con la hiena! Ahora se ríe ponzoñosa de ti. El eco del frío muerde la carne. ¿Qué es eso? La llama borrosa cobra vida, es cálida pero sientes helada la mordedura de la humedad, todavía impregnando tus rojizos cabellos. ¿Tratas de hacer memoria? ¡Já! No puedes. Es una jaula. Ni lo intentes; los escorpiones de la mente se la han comido viva. Ves a un fantasma apoyado en el catre. Tiene cara amable. "No te fíes. Es un piano que muerde la mano que le da de comer". El pajarillo que buscas no está, entras en pánico pero sólo por dentro.
Que no se enteren, que nadie se entere. Siempre has sabido ocultar bien el torreón de lucidez que te queda, ¿por qué no hacer lo mismo con la estirada pantomima del mañana? Te incorporas. Yo te veo aunque tú a mi no; pequeña, flacucha. Enferma de ojos extraviados, te has perdido en un laberinto. ¡Sola, sin mi! ¡Ojalá pudiera romper la dimensión que nos separa!
Te llevas un mechón húmedo y rojo tras la oreja. Tu piel se eriza, un felino cubierto en tinieblas, bellas sábanas aterciopeladas en un negro humedal. ¿Entiendes lo que te digo? ¿Lo entiendes? "Que estás a salvo. Al menos, ahora". Cuánta agónica diversión, sin decir nada aún. Callada. Que él hable, que no comprendes tu propia lengua. Respiras fuerte, tus pulmones se llenan de agua. No puedes respirar. Lo intentas, el aire desaparece. Es como si te hubiesen dado un mazazo en el pecho, cortándote por la mitad.
Intentas ponerte en pie, la manta se enrolla entre los pies; dos zarpas de gárgola frenando el paso que das. Tirando de ti hacia atrás. Y vuelves, vuelves, y vuelas. Te levantas del camastro, las afelpadas sombras de nubes negras te agarran y caes. Qué patética resultas. Para esto, mejor morirte.
No te levantas porque no puedes, envuelta todavía en esas estúpidas garras suaves. Te cae una perla por la mejilla, la limpias con las manos sucias de carbón y tratas de evitar que caigan más. Porque esos diamantes son los que codicia la Sierpe. El premio que le ofreces, para recogerlas de tus pómulos y bebérselas. ¿Y si el señor de la cara amable también era un beber de lágrimas, como el pérfido reptil?
Sólo quieres recuperarme, ya lo sé. A tu Señor Maspero, el eterno compañero infatigable.
Hay cosas que no pueden escapar de lo infinito.
Que no se enteren, que nadie se entere. Siempre has sabido ocultar bien el torreón de lucidez que te queda, ¿por qué no hacer lo mismo con la estirada pantomima del mañana? Te incorporas. Yo te veo aunque tú a mi no; pequeña, flacucha. Enferma de ojos extraviados, te has perdido en un laberinto. ¡Sola, sin mi! ¡Ojalá pudiera romper la dimensión que nos separa!
Te llevas un mechón húmedo y rojo tras la oreja. Tu piel se eriza, un felino cubierto en tinieblas, bellas sábanas aterciopeladas en un negro humedal. ¿Entiendes lo que te digo? ¿Lo entiendes? "Que estás a salvo. Al menos, ahora". Cuánta agónica diversión, sin decir nada aún. Callada. Que él hable, que no comprendes tu propia lengua. Respiras fuerte, tus pulmones se llenan de agua. No puedes respirar. Lo intentas, el aire desaparece. Es como si te hubiesen dado un mazazo en el pecho, cortándote por la mitad.
Intentas ponerte en pie, la manta se enrolla entre los pies; dos zarpas de gárgola frenando el paso que das. Tirando de ti hacia atrás. Y vuelves, vuelves, y vuelas. Te levantas del camastro, las afelpadas sombras de nubes negras te agarran y caes. Qué patética resultas. Para esto, mejor morirte.
No te levantas porque no puedes, envuelta todavía en esas estúpidas garras suaves. Te cae una perla por la mejilla, la limpias con las manos sucias de carbón y tratas de evitar que caigan más. Porque esos diamantes son los que codicia la Sierpe. El premio que le ofreces, para recogerlas de tus pómulos y bebérselas. ¿Y si el señor de la cara amable también era un beber de lágrimas, como el pérfido reptil?
Sólo quieres recuperarme, ya lo sé. A tu Señor Maspero, el eterno compañero infatigable.
Hay cosas que no pueden escapar de lo infinito.
Éline Rimbaud- Fantasma
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Re: The kingdom locked up {Lian Ravel}
Veo como la pobre joven llora perdida en sus pensamientos. Su cuerpo esta aquí pero sus miedos tienen su alma escondida en alguna parte de su mente. Mi amada alguna vez me habló de esto; por lo que sé que la calma, la paciencia, los buenos tratos y un milagro podrían traerla otra vez al mundo.
Suspiré apenado al tiempo que la miraba intentar reaccionar dentro de su fragilidad. Aún a sabiendas de que mi hogar no era el mejor para tenerla, ciertamente era el mejor lugar que yo conocía, por lo que decidí dar lo mejor de mi para poder ayudarla; creo que quiero regresarle la mano al destino.
¡Es la loca de la ciudad! Deshazte de ella antes de que sea un problema.- me dijo una de las muchachas, algo enfadada.
Así no es como funciona MI casa, Gaby. Si no te gusta, ya sabes lo que puedes hacer, amor mío.- le respondo con una sonrisa calmada.- Pero sólo en caso de que no quieras vivir en la calle, puedes comenzar a preparar una tina caliente. Voy a bañarla.- Ante mi respuesta, la chica salió de la habitación aún molesta, pero dispuesta a seguir mis instrucciones.
Gabrielle es una buena mujer, una de las pocas que se atreve a contradecirme lo que agradezco la mayor parte del tiempo. Es fuerte y recelosa, como un gato callejero. Su precaución nos ha ayudado muchísimo en otras oportunidades, donde mi mal tino nos ha traído problemas.
Una vez solos, acaricié el cabello de la muchacha con suavidad esperando que el gesto me ayudara para que alguna de mis palabras llegara a su mente perdida.
Escúchame, ma chère. Ya limpié tus heridas, pero necesitas un buen baño, voy a llevarte y te bañaré. Por favor te pido que sigas confiando en mi, quiero ayudarte. Después de eso te vendaré y te daré comida... Me llamo Lian, así que si puedes hablar, si necesitas decirme algo estaré aquí para escucharte.- Digo mirándola a los ojos con una sonrisa cariñosa antes de tomarla en mis brazos, esperando que siga dócil y poder cumplir lo que me propongo.
Suspiré apenado al tiempo que la miraba intentar reaccionar dentro de su fragilidad. Aún a sabiendas de que mi hogar no era el mejor para tenerla, ciertamente era el mejor lugar que yo conocía, por lo que decidí dar lo mejor de mi para poder ayudarla; creo que quiero regresarle la mano al destino.
¡Es la loca de la ciudad! Deshazte de ella antes de que sea un problema.- me dijo una de las muchachas, algo enfadada.
Así no es como funciona MI casa, Gaby. Si no te gusta, ya sabes lo que puedes hacer, amor mío.- le respondo con una sonrisa calmada.- Pero sólo en caso de que no quieras vivir en la calle, puedes comenzar a preparar una tina caliente. Voy a bañarla.- Ante mi respuesta, la chica salió de la habitación aún molesta, pero dispuesta a seguir mis instrucciones.
Gabrielle es una buena mujer, una de las pocas que se atreve a contradecirme lo que agradezco la mayor parte del tiempo. Es fuerte y recelosa, como un gato callejero. Su precaución nos ha ayudado muchísimo en otras oportunidades, donde mi mal tino nos ha traído problemas.
Una vez solos, acaricié el cabello de la muchacha con suavidad esperando que el gesto me ayudara para que alguna de mis palabras llegara a su mente perdida.
Escúchame, ma chère. Ya limpié tus heridas, pero necesitas un buen baño, voy a llevarte y te bañaré. Por favor te pido que sigas confiando en mi, quiero ayudarte. Después de eso te vendaré y te daré comida... Me llamo Lian, así que si puedes hablar, si necesitas decirme algo estaré aquí para escucharte.- Digo mirándola a los ojos con una sonrisa cariñosa antes de tomarla en mis brazos, esperando que siga dócil y poder cumplir lo que me propongo.
Lian Ravel- Hechicero Clase Media
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Re: The kingdom locked up {Lian Ravel}
El carrusel desempolvándose en el tiempo nunca cesa su melodía, anciana ya de tanto que ha visto. Y la esquizofrénica memoria se dispone a echar la buena fortuna, esperando que así, tal vez, pueda recobrar aquello que la noche le robó. Pero el carrusel no para nunca, da igual quien suba o baje. La música circense es un eco de las muchas vidas que pudiste tener. Oh, Éline, y de todos los naipes del destino, la más desgraciada fue la que levantó la vieja pitonisa para ti. Tramposa carta, esta de la suerte.
Hueles a muerte y la abrazas. Tu mancha, el desgarro de dentro, te hizo más fuerte, a pesar de lo que yo te reproche a veces. Pero es que la contradicción es tan encantadora. Shh, ¿qué haces? No llores, los monstruos nunca lo hacen. De lo contrario, ¿de qué te sirve la fábula que has tejido?
La demente se levanta, trata de respirar. Le cuesta. Cada vez que anda, cada paso que da más lejos de lo tangible, le duele. Miles de dagas se clavan en sus pies. Y ella, que era toda de cristal, se desquebraja un poco más. Una veta perfecta y cristalina traspasa su rostro; la cicatriz de la decadencia más absurda.
El agua le recuerda al Lobo, purificándola con melancólica ira, drenando el veneno de reptil que surcaba sus venas. La bestia había sido cruel, pero únicamente porque aullaba a la luna equivocada. "Pobre lobo, pobre lobo", lloraba en su interior. Las heridas invisibles le susurran quién es. No quiere curarlas, ¿por qué debería? Ella era sólo un retal hecho de amargos arañazos en la piel, que bombeaba la lava ardiente del Fuego Eterno. Duerme junco, duerme río.
Se da cuenta de que está lejos de casa, pues no puede oler a los muertos. Un monstruo desfigurado de la realidad, atado con cadenas de huesos. ¡Qué oscuras garras de terciopelo te arrastran, desmoronándote!
El ilusionista habla. Sus palabras son almibaradas; un zorro siendo benevolente con la carne de su presa. Su sonrisa, tan honesta, la hace llorar por dentro. ¿Por qué le habla? ¿Por qué de sus labios salen notas musicales tan suaves? ¿No sabía acaso que estaba hablando con la máscara del abismo? Ésa era ella, el castigo que Dios le había impuesto. Algo inexplicable, siendo como había sido el mayor tesoro del Omnipresente. Pero los caminos... Los caminos...
-¿Señor Maspero? -inquiere, lo único que sale de su marchitada garganta-Busco, busco al Señor Maspero. -tartamudea, incapaz de mirar a su interlocutor a los ojos- Es pequeño, de plumaje canela. -sigue hablando, sus hombros convulsionan en pequeños espasmos, porque era una salvaje de otro mundo perdida en aquella dimensión real y fea y violenta- Lleva un monóculo, y un bombín. Y es gracioso porque es demasiado pequeño para el diamante que porta en el pecho. Es mi amigo. ¿Me ayudará a encontrarlo?
Hueles a muerte y la abrazas. Tu mancha, el desgarro de dentro, te hizo más fuerte, a pesar de lo que yo te reproche a veces. Pero es que la contradicción es tan encantadora. Shh, ¿qué haces? No llores, los monstruos nunca lo hacen. De lo contrario, ¿de qué te sirve la fábula que has tejido?
La demente se levanta, trata de respirar. Le cuesta. Cada vez que anda, cada paso que da más lejos de lo tangible, le duele. Miles de dagas se clavan en sus pies. Y ella, que era toda de cristal, se desquebraja un poco más. Una veta perfecta y cristalina traspasa su rostro; la cicatriz de la decadencia más absurda.
El agua le recuerda al Lobo, purificándola con melancólica ira, drenando el veneno de reptil que surcaba sus venas. La bestia había sido cruel, pero únicamente porque aullaba a la luna equivocada. "Pobre lobo, pobre lobo", lloraba en su interior. Las heridas invisibles le susurran quién es. No quiere curarlas, ¿por qué debería? Ella era sólo un retal hecho de amargos arañazos en la piel, que bombeaba la lava ardiente del Fuego Eterno. Duerme junco, duerme río.
Se da cuenta de que está lejos de casa, pues no puede oler a los muertos. Un monstruo desfigurado de la realidad, atado con cadenas de huesos. ¡Qué oscuras garras de terciopelo te arrastran, desmoronándote!
El ilusionista habla. Sus palabras son almibaradas; un zorro siendo benevolente con la carne de su presa. Su sonrisa, tan honesta, la hace llorar por dentro. ¿Por qué le habla? ¿Por qué de sus labios salen notas musicales tan suaves? ¿No sabía acaso que estaba hablando con la máscara del abismo? Ésa era ella, el castigo que Dios le había impuesto. Algo inexplicable, siendo como había sido el mayor tesoro del Omnipresente. Pero los caminos... Los caminos...
-¿Señor Maspero? -inquiere, lo único que sale de su marchitada garganta-Busco, busco al Señor Maspero. -tartamudea, incapaz de mirar a su interlocutor a los ojos- Es pequeño, de plumaje canela. -sigue hablando, sus hombros convulsionan en pequeños espasmos, porque era una salvaje de otro mundo perdida en aquella dimensión real y fea y violenta- Lleva un monóculo, y un bombín. Y es gracioso porque es demasiado pequeño para el diamante que porta en el pecho. Es mi amigo. ¿Me ayudará a encontrarlo?
Éline Rimbaud- Fantasma
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Re: The kingdom locked up {Lian Ravel}
Miré a la joven perdida, agradeciendo el hecho de que su cuerpo respondiera a mis delicadas peticiones. La llevé al baño con el mayor cuidado posible, temiendo que aquella mujer de cristal se rompiera entre mis manos.
Te ayudaré, pequeña. Buscaré contigo al señor Maspero, saldremos juntos por él... pero primero necesitamos bañarte, curaré tus heridas y te daré otras ropas. Luego de comer podremos salir a buscarlo, ¿no crees que tienes que estar en buenas condiciones para ir por él? No quiero que te pierdas en el camino...- le dije con una sonrisa calmada sin soltarla de mis brazos, ya estábamos en la puerta del cuarto de baño. Se sentía en el ambiente el vapor del agua junto a las esencias de lavanda y menta en la misma, sabiendo que ambas serían de ayuda para relajarle.
Es por eso que necesito que me permitas bañarte, mon petit. Cuidaré de ti hasta que encontremos al señor Maspero, si lo deseas. ¿Me podrías iluminar diciéndome tu nombre?- agregué al tiempo que la sentaba con cuidado en uno de los asientos dispuestos en el lugar. Mi baño privado era uno de los lugares con más comodidades de la casa. Siempre con una suave iluminación y aceites aromáticos, decorado con flores, algunos cuadros e incluso asientos para los días en los que quería tomar un baño acompañado, sin compartir la amplia bañera que ahora esperaba a un cuerpo distinto.
Una vez más admiré su frágil aspecto, perturbado por los espasmos que de cuando en cuando la atacaban, aunque por lo menos estaba despierta, viva y respondía. Si todo salía bien quizás podría encontrar al amigo imaginario que ella me pedía, y si tenía aún más suerte, encontraría el sentido de sus palabras. Miré su pelirrojo cabello ahora sucio, sus ropas roídas y las heridas tratadas con rapidez en la cama, muchas de las cuales pedían más atención. Ni siquiera entiendo bien mi motivación para ayudarla; es decir, no dudo de querer hacerlo, pero no termino de comprender este deseo. Quizás no es necesario, quizás es sólo mi búsqueda personal de una clase distinta de emoción en mi vida... De lo que estoy seguro, es que verla despertar y hablarme, cuando la creí perdida, me hizo sentir feliz. Una felicidad dulce y tranquila, como un refrescante vino dulce en los labios de un sediento. No quiero que esta sensación desaparezca, quiero descubrir una sonrisa como la que ella me inspira, en ese rostro que ahora me mira con miedo.
Te ayudaré, pequeña. Buscaré contigo al señor Maspero, saldremos juntos por él... pero primero necesitamos bañarte, curaré tus heridas y te daré otras ropas. Luego de comer podremos salir a buscarlo, ¿no crees que tienes que estar en buenas condiciones para ir por él? No quiero que te pierdas en el camino...- le dije con una sonrisa calmada sin soltarla de mis brazos, ya estábamos en la puerta del cuarto de baño. Se sentía en el ambiente el vapor del agua junto a las esencias de lavanda y menta en la misma, sabiendo que ambas serían de ayuda para relajarle.
Es por eso que necesito que me permitas bañarte, mon petit. Cuidaré de ti hasta que encontremos al señor Maspero, si lo deseas. ¿Me podrías iluminar diciéndome tu nombre?- agregué al tiempo que la sentaba con cuidado en uno de los asientos dispuestos en el lugar. Mi baño privado era uno de los lugares con más comodidades de la casa. Siempre con una suave iluminación y aceites aromáticos, decorado con flores, algunos cuadros e incluso asientos para los días en los que quería tomar un baño acompañado, sin compartir la amplia bañera que ahora esperaba a un cuerpo distinto.
Una vez más admiré su frágil aspecto, perturbado por los espasmos que de cuando en cuando la atacaban, aunque por lo menos estaba despierta, viva y respondía. Si todo salía bien quizás podría encontrar al amigo imaginario que ella me pedía, y si tenía aún más suerte, encontraría el sentido de sus palabras. Miré su pelirrojo cabello ahora sucio, sus ropas roídas y las heridas tratadas con rapidez en la cama, muchas de las cuales pedían más atención. Ni siquiera entiendo bien mi motivación para ayudarla; es decir, no dudo de querer hacerlo, pero no termino de comprender este deseo. Quizás no es necesario, quizás es sólo mi búsqueda personal de una clase distinta de emoción en mi vida... De lo que estoy seguro, es que verla despertar y hablarme, cuando la creí perdida, me hizo sentir feliz. Una felicidad dulce y tranquila, como un refrescante vino dulce en los labios de un sediento. No quiero que esta sensación desaparezca, quiero descubrir una sonrisa como la que ella me inspira, en ese rostro que ahora me mira con miedo.
Lian Ravel- Hechicero Clase Media
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Re: The kingdom locked up {Lian Ravel}
Monstruos que engendran monstruos bajos la piel, híbridos de poder y bajeza, emociones tan terrenales que hacían escupir a los muertos. Dos gárgolas con heladas sonrisas saludaban a su reina al pasar; la locura les resultaba alentadora en su retorcida cuenta atrás. ¿Cómo fueron y cómo son? ¿Y cómo llegaron a ser? Las preguntas rebotan en la cabeza de Éline, inconexas las llamas de la rota costura de la razón. "Cuídate de los escorpiones de la memoria". Comprendía las palabras que viajaban por el aire sólo a medias. ¿Por qué quería ayudarla? Ella era repugnante, un cadáver vagabundo. A nadie le importaban los que morían de frío. El tacto con cualquier individuo sano la quemaba como la rozadura de una cuerda bien ceñida a sus muñecas, y eso debía ser porque ella no era de ese mundo, sino del subterráneo, las catacumbas de la ciudad conformaban su acolchada habitación.
Quería creerle de algún modo, pero su atrofiada confianza la advertía de cualquier peligro, imaginario o no. "Siguen latiendo las tristezas de mi cuerpo", se cantaba para acurrucarse más en su miseria. Porque le gustaba; era cálida y segura. Así nunca se salía de la línea de su funesta opereta.
Asintió. Si el espectro del antifaz podía ayudarla a encontrar al Señor Maspero no tenía sentido resistirse. Aunque ocultara su verdadero rostro debajo de una máscara, conteniendo el poder que Éline olía desde aquella distancia.
La catatónica delicia manejada como una muñeca de trapo seguía el camino ya pautado por el espectro. Los hilos transparentes que manipulaban sus pasos sólo los podía ver Dios, que era el que más se divertía con todo eso. Era curioso cómo el héroe de su vida se había convertido en el villano. Ni siquiera el mismo Diablo podía competir con el verdadero sadismo del Omnipresente.
Le preguntan por su nombre y ella no sabe qué responder, atrapada entonces en la gigantesca telaraña de la personalidad, un yo que ya no era, ni existía. Un nombre que había sido robado por una Víbora maléfica, y un nombre que había sido entregado por un Lobo de ultratumba. Se le secaba la boca, la lengua quedaba pegada al paladar. ¿Qué pasa? ¿Por qué no hablas? "Eres estúpida, retrasada. No tienes conciencia, ni razón alguna de existir". La Víbora le hablaba así siempre que su descenso al tartamudeo.
-Él... -la mandíbula le pesaba, sus cuerdas vocales no podían ponerse de acuerdo en aquella ocasión. El nombre se difuminaba. ¡No! No podía perderlo. Otra vez no. Era el regalo del Lobo.-Él... -"Loca. Enferma. Qué risa, ni siquiera sabe cómo se llama"-Éline.
Pronunció al fin. Nombre diáfano, claro. Qué melodía tan triste la que empujaba esas cinco letras.
-El agua es buena. -dijo de pronto-Purifica. Me lo enseñó el Lobo. -palabras cortas, sintetizando la marejada de paranoias que afectaban su mente y regían la gótica bóveda de su cabeza. ¿Para qué añadir nada más? La verdad más brutal se escondían detrás de los pilares medio derruidos que sostenían su paso al cruzar el puente del Egeo.
Quería creerle de algún modo, pero su atrofiada confianza la advertía de cualquier peligro, imaginario o no. "Siguen latiendo las tristezas de mi cuerpo", se cantaba para acurrucarse más en su miseria. Porque le gustaba; era cálida y segura. Así nunca se salía de la línea de su funesta opereta.
Asintió. Si el espectro del antifaz podía ayudarla a encontrar al Señor Maspero no tenía sentido resistirse. Aunque ocultara su verdadero rostro debajo de una máscara, conteniendo el poder que Éline olía desde aquella distancia.
La catatónica delicia manejada como una muñeca de trapo seguía el camino ya pautado por el espectro. Los hilos transparentes que manipulaban sus pasos sólo los podía ver Dios, que era el que más se divertía con todo eso. Era curioso cómo el héroe de su vida se había convertido en el villano. Ni siquiera el mismo Diablo podía competir con el verdadero sadismo del Omnipresente.
Le preguntan por su nombre y ella no sabe qué responder, atrapada entonces en la gigantesca telaraña de la personalidad, un yo que ya no era, ni existía. Un nombre que había sido robado por una Víbora maléfica, y un nombre que había sido entregado por un Lobo de ultratumba. Se le secaba la boca, la lengua quedaba pegada al paladar. ¿Qué pasa? ¿Por qué no hablas? "Eres estúpida, retrasada. No tienes conciencia, ni razón alguna de existir". La Víbora le hablaba así siempre que su descenso al tartamudeo.
-Él... -la mandíbula le pesaba, sus cuerdas vocales no podían ponerse de acuerdo en aquella ocasión. El nombre se difuminaba. ¡No! No podía perderlo. Otra vez no. Era el regalo del Lobo.-Él... -"Loca. Enferma. Qué risa, ni siquiera sabe cómo se llama"-Éline.
Pronunció al fin. Nombre diáfano, claro. Qué melodía tan triste la que empujaba esas cinco letras.
-El agua es buena. -dijo de pronto-Purifica. Me lo enseñó el Lobo. -palabras cortas, sintetizando la marejada de paranoias que afectaban su mente y regían la gótica bóveda de su cabeza. ¿Para qué añadir nada más? La verdad más brutal se escondían detrás de los pilares medio derruidos que sostenían su paso al cruzar el puente del Egeo.
Éline Rimbaud- Fantasma
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Re: The kingdom locked up {Lian Ravel}
Éline, es un bello nombre para una bella joven como tú.- le sonreí con cariño al tiempo que me preocupaba de lavar con cuidado su cabello. Deslicé mis dedos con suavidad por su cabellera, preocupándome de que la temperatura del agua no fuera a dañar su piel, así fue como fui descubriendo su belleza de entre la mugre que la cubría. Limpié las rojizas hebras hasta que parecían fuego manso en mis dedos y luego continué con su delicada piel, sin atisbo alguno de deseo carnal que pudiera ahuyentarla. Estaba abstraído en mi tarea, quería reparar en algo a aquella muñeca de porcelana que yacía rota en mis dedos. El agua enjabonada junto a mis manos y una suave tela recorrieron su piel, limpiándola y acariciándola, deseando calmar todos sus demonios. ¿Hace cuanto tiempo que no recibías una caricia? La tuya no es la primera piel que recorro, pero si es una de las pocas que he tocado de esta manera, con esta intimidad, que es al mismo tiempo tan opuesta al sexo.
Es cierto, no soy un hombre generoso ni mucho menos un santo, sin embargo aquella alma perdida inspira en mi sentimientos hace años escondidos... Siendo honesto, creo que me gustaría que alguien hubiera tenido el mismo trato con mi hermana. ¿Es eso? ¿Es que acaso soy piadoso para redimir mis culpas? ¿Luego de tantos años me persiguen los fantasmas, recién hoy?. No, eso no es importante. El presente me ocupa por una mujer que me necesita, y al parecer solo yo me he dignado en ayudar. No hago esto por gloria ni por perdón, sino porque puedo y quiero hacerlo, tal es mi motivación para hacer todo lo que me propongo en la vida.
El agua purifica, es por eso que la usamos en nuestra piel y la dejamos entrar en nuestro cuerpo. Todos necesitamos purificarnos, pero tal parece que tú ya estás lista. Ven, conmigo.- le susurré mirándola a los ojos con ternura.
La saqué en brazos del baño y la llevé a la habitación, vendé con cuidado sus heridas, sequé su cabello con la mayor delicadeza que pude permitirme y la vestí con un vestido sencillo de una de las tantas jóvenes de mi hogar. Nada de lo anterior quitó de sus hombros el aura de pajarillo herido, pero por lo menos ya no parecía que fuese a desaparecer perdida en la suciedad de una ciudad cruel.
Debes tener hambre, ¿hay algo que te guste comer?- le pregunté tomándole de la mano, sentado a su lado en la cama de mi habitación. Sé que afuera de estas puertas es un hervidero de rumores, pero no me importan en lo absoluto; por ahora no descansaré hasta ver que la joven Éline puede mantenerse en sus propios pies, encaminada a este lado de los caminos de la mente. Quizás esa es la razón por la cual no suelto su mano, temo perderle de vista, retroceder los pocos pasos que ha logrado al decirme su nombre.
Es cierto, no soy un hombre generoso ni mucho menos un santo, sin embargo aquella alma perdida inspira en mi sentimientos hace años escondidos... Siendo honesto, creo que me gustaría que alguien hubiera tenido el mismo trato con mi hermana. ¿Es eso? ¿Es que acaso soy piadoso para redimir mis culpas? ¿Luego de tantos años me persiguen los fantasmas, recién hoy?. No, eso no es importante. El presente me ocupa por una mujer que me necesita, y al parecer solo yo me he dignado en ayudar. No hago esto por gloria ni por perdón, sino porque puedo y quiero hacerlo, tal es mi motivación para hacer todo lo que me propongo en la vida.
El agua purifica, es por eso que la usamos en nuestra piel y la dejamos entrar en nuestro cuerpo. Todos necesitamos purificarnos, pero tal parece que tú ya estás lista. Ven, conmigo.- le susurré mirándola a los ojos con ternura.
La saqué en brazos del baño y la llevé a la habitación, vendé con cuidado sus heridas, sequé su cabello con la mayor delicadeza que pude permitirme y la vestí con un vestido sencillo de una de las tantas jóvenes de mi hogar. Nada de lo anterior quitó de sus hombros el aura de pajarillo herido, pero por lo menos ya no parecía que fuese a desaparecer perdida en la suciedad de una ciudad cruel.
Debes tener hambre, ¿hay algo que te guste comer?- le pregunté tomándole de la mano, sentado a su lado en la cama de mi habitación. Sé que afuera de estas puertas es un hervidero de rumores, pero no me importan en lo absoluto; por ahora no descansaré hasta ver que la joven Éline puede mantenerse en sus propios pies, encaminada a este lado de los caminos de la mente. Quizás esa es la razón por la cual no suelto su mano, temo perderle de vista, retroceder los pocos pasos que ha logrado al decirme su nombre.
Lian Ravel- Hechicero Clase Media
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Re: The kingdom locked up {Lian Ravel}
Recuerdo mágico de un delirio sin sentido, el que no sabe caminar recta; ríe en la cristalina agua, al igual que el gato que también lo hará en la fábula inglesa. Años y días circulan por una piel joven pero atormentada, el capitán del barco varado en una atalaya abandonada, destruida. El alma de quien se reconoce perdido en medio del bravucón marenostrum. Y así; no. Y aún así, la joven sigue luchando contra las marismas de la vida. A contracorriente nada por verse ganadora en ese mundo tan suyo, tan propio y tan mágico que se ha creado. Pero no por ser imaginario era más fácil de soportar, no. Entonces, ¿qué sentido tenía? Qué más da. Si está loca, si no sabe contar los pétalos de la rosa, que caen y caen y caen hasta que la planta se ve podrida del todo. Qué más da, qué más da.
La Ariadna sin hilo de oro para su Teseo se deja llevar por la sirénica voz del espectro de muchas caras. Los espejos muestran su reflejo, lo que la relaja en parte; no es una serpiente perniciosa, como esa misma que era su creador, más allá incluso de aquel Dios en el Cielo que le insufló la primera vida a través de sus padres; personas a las que ya no podría reconocer.
El camisón era blanco. Blanco. Blanco. Blanco. ¿Y si el Infierno tenía ese mismo color? Sostuvo un trozo de la tela de los bajos entre sus manos, observándola sin comprender. ¿Cómo ella, tan roja como era, tan negra también, podía llevar el blanco? La quemaba. El blanco la quemaba por dentro; el estómago, los pulmones, el corazón. Sus ojos azul intenso, y perdidos como la fragata de mar en tierra desértica, se acuaron un poco, pero de sus mejillas no volvió a resbalar las perladas lágrimas.
Se secó los ríos de lluvia con las palmas de sus manos, que temblaban. Siempre lo hacían. Estaban frías, además, como las manos de los muertos. ¿Y el Lobo? Se había alejado demasiado del castillo encantado; tenía que volver. Pero antes, antes debía encontrar al ruiseñor. Se lo debía por tantos años siendo espadachín y escudero de sus más siniestros pensamientos.
-No. Comida, no. -negó con la cabeza, apunto de entrar en otra horda de sacudidas espasmódicas- El Señor Maspero. Tengo que encontrar al Señor Maspero. Después, he de regresar al castillo del Lobo.
¿Cuál era la verdad y cuál la mentira? Tal y como lo había expresado la demente parecía el argumento de una opereta mal pensada, o de un cuento sin un final claro. Muchos pensarían que ambas eran falacias de una loca; otros, que uno era cierto pero otro tan sólo estaba en su imaginación. Sólo algunos creerían de verdad que las dos criaturas eran igual de importantes para ella que el aire que aspiraba sus gastados pulmones. El espectro de muchos rostros debía ser una de esas gentes, dotadas del don de ver más allá de lo que podía tocar.
La Ariadna sin hilo de oro para su Teseo se deja llevar por la sirénica voz del espectro de muchas caras. Los espejos muestran su reflejo, lo que la relaja en parte; no es una serpiente perniciosa, como esa misma que era su creador, más allá incluso de aquel Dios en el Cielo que le insufló la primera vida a través de sus padres; personas a las que ya no podría reconocer.
El camisón era blanco. Blanco. Blanco. Blanco. ¿Y si el Infierno tenía ese mismo color? Sostuvo un trozo de la tela de los bajos entre sus manos, observándola sin comprender. ¿Cómo ella, tan roja como era, tan negra también, podía llevar el blanco? La quemaba. El blanco la quemaba por dentro; el estómago, los pulmones, el corazón. Sus ojos azul intenso, y perdidos como la fragata de mar en tierra desértica, se acuaron un poco, pero de sus mejillas no volvió a resbalar las perladas lágrimas.
Se secó los ríos de lluvia con las palmas de sus manos, que temblaban. Siempre lo hacían. Estaban frías, además, como las manos de los muertos. ¿Y el Lobo? Se había alejado demasiado del castillo encantado; tenía que volver. Pero antes, antes debía encontrar al ruiseñor. Se lo debía por tantos años siendo espadachín y escudero de sus más siniestros pensamientos.
-No. Comida, no. -negó con la cabeza, apunto de entrar en otra horda de sacudidas espasmódicas- El Señor Maspero. Tengo que encontrar al Señor Maspero. Después, he de regresar al castillo del Lobo.
¿Cuál era la verdad y cuál la mentira? Tal y como lo había expresado la demente parecía el argumento de una opereta mal pensada, o de un cuento sin un final claro. Muchos pensarían que ambas eran falacias de una loca; otros, que uno era cierto pero otro tan sólo estaba en su imaginación. Sólo algunos creerían de verdad que las dos criaturas eran igual de importantes para ella que el aire que aspiraba sus gastados pulmones. El espectro de muchos rostros debía ser una de esas gentes, dotadas del don de ver más allá de lo que podía tocar.
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Re: The kingdom locked up {Lian Ravel}
Cielo mío, estás en los huesos. No llegarás en esas condiciones a ningún lugar. Tu cuerpo necesita fuerzas para lograr tus propósitos, amor. Te doy la promesa de que iré contigo, te escoltaré a donde quieras ir, pero come algo primero... No quiero que te pierdas.- le dije con honestidad mientras buscaba su mirada y sin soltar su delicada mano.
Pídeme lo que desees para comer y lo conseguiré para ti, lo necesitas, Éline.- insistí siempre cuidando de hablarle con un tono de voz calmado y cuidadoso, sonriéndole con el cariño que me inspiraba.
No me sentí ajeno a la tortura que podía ver en sus ojos y sus gestos, pero no podía llegar a ella. ¿Quién era el señor Maspero? ¿Podía acaso encontrar una parte de su imaginación?
Recordé en ese momento las palabras de mi amada.
"Los poetas y los locos usas las palabras por el revés, nunca dicen lo que quieren decir y esperan que los entiendas. Sus intenciones no están en sus palabras, sino en el sabor de boca que te dejan" me dijo una vez
"Claro, como los ingleses" yo le respondí bromeando.
Pero ahora tiene sentido.
El sabor que me dejan las palabras esta mujer me recuerda a un dulce jugo de frutas que fue olvidado y maltratado. Aún no sé si eres vino dulce o vinagre. Estás perdida en el alcohol de tu propia locura, amor... y siento que tus dulces ojos me llevan a perderme contigo.
No, no es cierto. Tú no me llevas a nada. Yo escojo voluntariamente caer en ti, conocerte, descubrir tus heridas y sanarlas porque deseo con fervor hacer un cambio en este mundo cruel que sea tan significativo como el milagro que ocurrió en todos los eventos que me trajeron a donde estoy ahora. Mi vida ha sido moldeada por el destino y mi terquedad; y así deseo que siga pasando.
Pídeme lo que desees para comer y lo conseguiré para ti, lo necesitas, Éline.- insistí siempre cuidando de hablarle con un tono de voz calmado y cuidadoso, sonriéndole con el cariño que me inspiraba.
No me sentí ajeno a la tortura que podía ver en sus ojos y sus gestos, pero no podía llegar a ella. ¿Quién era el señor Maspero? ¿Podía acaso encontrar una parte de su imaginación?
Recordé en ese momento las palabras de mi amada.
"Los poetas y los locos usas las palabras por el revés, nunca dicen lo que quieren decir y esperan que los entiendas. Sus intenciones no están en sus palabras, sino en el sabor de boca que te dejan" me dijo una vez
"Claro, como los ingleses" yo le respondí bromeando.
Pero ahora tiene sentido.
El sabor que me dejan las palabras esta mujer me recuerda a un dulce jugo de frutas que fue olvidado y maltratado. Aún no sé si eres vino dulce o vinagre. Estás perdida en el alcohol de tu propia locura, amor... y siento que tus dulces ojos me llevan a perderme contigo.
No, no es cierto. Tú no me llevas a nada. Yo escojo voluntariamente caer en ti, conocerte, descubrir tus heridas y sanarlas porque deseo con fervor hacer un cambio en este mundo cruel que sea tan significativo como el milagro que ocurrió en todos los eventos que me trajeron a donde estoy ahora. Mi vida ha sido moldeada por el destino y mi terquedad; y así deseo que siga pasando.
Lian Ravel- Hechicero Clase Media
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Re: The kingdom locked up {Lian Ravel}
El cuerpo le sangraba en cataratas de odio y conmoción, una melodía cósmica únicamente regalada a los oídos de ultratumba, susurrantes voces apagadas en el invierno de sus corazones. ¿Cómo iba a expresar lo que sentía con palabras toscas, vulgares y corrientes? Ni tan siquiera en su dulce razón había sido Éline pieza ordinaria, pues la pureza que había profesado su alma pertenecía más bien al mundo de los cuentos que al real. ¿Qué podía hacer ella? Siendo como era el guiñol de los actos de otros. Siempre lo había sido; primero de sus padres, luego de Dios y después de la Serpiente. ¿Alguna vez había girado esta pobre esencia rota y loca en una dirección diferente a la de andar en círculos?
¿Qué quería comer? ¿Qué quería, a secas? Era una pregunta tan extraña, formulaba en esos labios desconocidos. ¿Debía pedir algo mágico? ¿Algo imposible? ¿La luna, quizá? ¿Orión? ¿El hilo de oro de Ariadna? Así podría encontrarse otra vez, frente a frente en una casa de espejos olvidada.
Negó con la cabeza con una energía anormal que denotaba que, efectivamente, flotaba entre un mundo y otro. Subnormalíticos gestos que rompían con la armonía de su feérico rostro. Lo que quería pedir estaba muy lejos de lo que pudiera alcanzarle el generoso espectro. Así que se encogió de hombros, en otra muestra gratuita y esperpéntica del escaso control que tenía sobre sus ademanes, porque ni ella misma era del todo consciente de dónde estaba, ni qué hacía. Todo a su alrededor era una burbuja de gas que explotaría en cuanto volviese a salir por la puerta. Lo único que percibía con claridad eran las sensaciones; frío o calor, miedo o tristeza. Y algo de la cordialidad que le mostraba el hombre de simpáticos rasgos.
-Una vez leí que los seres del bosque comen aire. Pero es mentira, si fuera así, no habría cadáveres en las calles. -se rió. Qué absurdas eran las historias que le habían contado. Con cuántas mentiras las habían llenado- Yo solo como cosas sucias, que se escapan por las calles al anochecer. Es lo único que me merezco, eso es lo que me decía la Víbora. -se llevó un dedo a los labios para que los sellase dos veces-Quiero comer algo rojo. -sentenció por fin, con la obstinación de una niña caprichosa.
¿Qué quería comer? ¿Qué quería, a secas? Era una pregunta tan extraña, formulaba en esos labios desconocidos. ¿Debía pedir algo mágico? ¿Algo imposible? ¿La luna, quizá? ¿Orión? ¿El hilo de oro de Ariadna? Así podría encontrarse otra vez, frente a frente en una casa de espejos olvidada.
Negó con la cabeza con una energía anormal que denotaba que, efectivamente, flotaba entre un mundo y otro. Subnormalíticos gestos que rompían con la armonía de su feérico rostro. Lo que quería pedir estaba muy lejos de lo que pudiera alcanzarle el generoso espectro. Así que se encogió de hombros, en otra muestra gratuita y esperpéntica del escaso control que tenía sobre sus ademanes, porque ni ella misma era del todo consciente de dónde estaba, ni qué hacía. Todo a su alrededor era una burbuja de gas que explotaría en cuanto volviese a salir por la puerta. Lo único que percibía con claridad eran las sensaciones; frío o calor, miedo o tristeza. Y algo de la cordialidad que le mostraba el hombre de simpáticos rasgos.
-Una vez leí que los seres del bosque comen aire. Pero es mentira, si fuera así, no habría cadáveres en las calles. -se rió. Qué absurdas eran las historias que le habían contado. Con cuántas mentiras las habían llenado- Yo solo como cosas sucias, que se escapan por las calles al anochecer. Es lo único que me merezco, eso es lo que me decía la Víbora. -se llevó un dedo a los labios para que los sellase dos veces-Quiero comer algo rojo. -sentenció por fin, con la obstinación de una niña caprichosa.
Éline Rimbaud- Fantasma
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Re: The kingdom locked up {Lian Ravel}
Sonreí aliviado cuando la escuché pedir comida, me daba la ilusión que ella estaba llegando a mi. Quizás comer algo que no sea un desperdicio la acerque un poco más a su humanidad. Le sonreí mientras acariciaba su mano.
Miré sus reacciones, la manera en la que su rojo cabello acariciaba su rostro en cada uno de sus movimientos. No quiero verla como una muñeca rota, pero me es difícil no perderme en su aura de inocencia remanente, a pesar de lo desgarrada que está su cordura. No puedo evitar verla como una niña perdida, su expresivo rostro me hablaba de la tortura que era vivir en su cuerpo, mucho más que sus palabras. La tengo frente a mi, puedo tocarla con mis manos, le hablo y me responde; sin embargo, siento que no he hecho ninguna de esas acciones verdaderamente. Siento que tengo de la mano al reflejo incompleto frente al espejo. ¿Si toco tu alma, Eline, podré llegar a sentir que toco verdaderamente tu cuerpo?
Acompáñame entonces, iremos a la cocina. Tengo una idea que seguro te encantará. La comida más roja y más dulce de toda Francia. Dicen que somos lo que comemos, por eso quiero darte algo tan rojo y dulce como tú.- le sonreí divertido, invitándola, animándola a seguir este camino de regreso a la razón. Me puse de pié y la esperé.
Miré sus reacciones, la manera en la que su rojo cabello acariciaba su rostro en cada uno de sus movimientos. No quiero verla como una muñeca rota, pero me es difícil no perderme en su aura de inocencia remanente, a pesar de lo desgarrada que está su cordura. No puedo evitar verla como una niña perdida, su expresivo rostro me hablaba de la tortura que era vivir en su cuerpo, mucho más que sus palabras. La tengo frente a mi, puedo tocarla con mis manos, le hablo y me responde; sin embargo, siento que no he hecho ninguna de esas acciones verdaderamente. Siento que tengo de la mano al reflejo incompleto frente al espejo. ¿Si toco tu alma, Eline, podré llegar a sentir que toco verdaderamente tu cuerpo?
Acompáñame entonces, iremos a la cocina. Tengo una idea que seguro te encantará. La comida más roja y más dulce de toda Francia. Dicen que somos lo que comemos, por eso quiero darte algo tan rojo y dulce como tú.- le sonreí divertido, invitándola, animándola a seguir este camino de regreso a la razón. Me puse de pié y la esperé.
Lian Ravel- Hechicero Clase Media
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Re: The kingdom locked up {Lian Ravel}
Locura rota, despiértala de su eterno letargo. Pensamientos de un instante. Al final, sólo somos lo que somos; humanidad desgarbada, paciencia a medias tintas. Y ella, la Dama Fuego, se abandona ante el triste sonido de una dulzaina.
"Un peregrino descendió por la ladera y se encontró cara a cara con la Señora Del Espíritu Hecho Pedazos", piensa ella, mientras permite que las olas la acurruquen en el acantilado de los sueños. Tiende a dejarse llevar por los demás, sin razón ella misma para creer de otra manera.Trazos de una percepción machacada, hecha jirones. Pero, al final, sólo somos lo que somos. Estando atenta a la nevada de la consciencia acompaña Éline al hombre mágico, porque es un mundo sin ancla, y únicamente sigue sus propios pasos que le cantan al oído.
La dulce flauta, ¿dónde se esconde? Ahora que no puede escuchar al ruiseñor Éline se pierde en la melodía del viento, rugiendo como un feroz depredador a las afueras del tiempo. Hace frío. Es invierno ya, piensa. No le presta atención a la casa de putas mientras la recorre siguiendo la sombra del Hombre Desconocido. ¿Por qué debería? Una criatura tan alejada del rumiar de la carne. Sólo una Bestia era capaz de poseerla con todo su derecho, y ésta no se encerraba en los sudorosos muros de un burdel de calle.
Se abstraía en su propia piel, ya limpia, extraña. Finos hilos de carne más oscura delineaban serpenteantes laberintos por sus brazos, espalda, piernas. La fascinación de la música perdida, la Naturaleza reencontrada, en ese instante, con su propia mediocridad.
Y esperó. Esperó al hombre del espíritu mágico, de la máscara de teatro. Porque esperar era el arte que le quedaba en su profanada humanidad.
"Un peregrino descendió por la ladera y se encontró cara a cara con la Señora Del Espíritu Hecho Pedazos", piensa ella, mientras permite que las olas la acurruquen en el acantilado de los sueños. Tiende a dejarse llevar por los demás, sin razón ella misma para creer de otra manera.Trazos de una percepción machacada, hecha jirones. Pero, al final, sólo somos lo que somos. Estando atenta a la nevada de la consciencia acompaña Éline al hombre mágico, porque es un mundo sin ancla, y únicamente sigue sus propios pasos que le cantan al oído.
La dulce flauta, ¿dónde se esconde? Ahora que no puede escuchar al ruiseñor Éline se pierde en la melodía del viento, rugiendo como un feroz depredador a las afueras del tiempo. Hace frío. Es invierno ya, piensa. No le presta atención a la casa de putas mientras la recorre siguiendo la sombra del Hombre Desconocido. ¿Por qué debería? Una criatura tan alejada del rumiar de la carne. Sólo una Bestia era capaz de poseerla con todo su derecho, y ésta no se encerraba en los sudorosos muros de un burdel de calle.
Se abstraía en su propia piel, ya limpia, extraña. Finos hilos de carne más oscura delineaban serpenteantes laberintos por sus brazos, espalda, piernas. La fascinación de la música perdida, la Naturaleza reencontrada, en ese instante, con su propia mediocridad.
Y esperó. Esperó al hombre del espíritu mágico, de la máscara de teatro. Porque esperar era el arte que le quedaba en su profanada humanidad.
Éline Rimbaud- Fantasma
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Re: The kingdom locked up {Lian Ravel}
"La perdí otra vez" pensé frustrado observándola ausente. Sin querer dilatarlo más la tomé en mis brazos con delicadeza y la llevé a la cocina. Allí la alimenté con cuidad, buscando solo cosas rojas como me lo pidió.
No era propio de mi el cuidar de esa manera de alguien más.
No, eso no es cierto.
Cuidé de mi primer amor hasta que respiró su último aliento. Ella fue mi mentora, mi madre, mi amante, mi dueña. Ella era el centro de mi mundo y yo fui su musa hasta el último de sus días. Ya son algunos años los que han pasado desde que comencé a cumplir con su labor. Las cosas cambian y ni a Dios ni al Diablo les importan realmente lo que pasa con los mortales. De ser así, desafiarlos con el uso de la magia es sólo un paso lógico para los juguetes que nos obligan a ser.
Me ocupé tanto de ella como del negocio. Hablé con ella en los momentos donde la luz tocaba su rostro, pero cada paso era una montaña. Comencé a trabajar en el camino que me acercara a ella.
La inspiración vino en un sueño. Ella estaba frente a mi, como una princesa siendo lapidada por una multitud de demonios que bebían su sangre desde el suelo, mientras ella extendía su mano izquierda hacia un ruiseñor posado en un muérdago.
Desperté agitado, pero con la respuesta que quería. Tardé más tiempo aún en terminar el experimento, el brebaje que me permitiría entrar a su mundo de los sueños y, de ser posible, comunicarme con ella.
Éline, hoy voy a viajar... voy a hablar con la mujer de mis sueños. Deséame un buen viaje.- le susurré con cariño en el beso de buenas noches que me acostumbré a regalarle. Le dí a beber de la misma copa que yo, y me recosté a dormir en el sillón de su habitación.
Este será un curioso experimento, estoy seguro.
No era propio de mi el cuidar de esa manera de alguien más.
No, eso no es cierto.
Cuidé de mi primer amor hasta que respiró su último aliento. Ella fue mi mentora, mi madre, mi amante, mi dueña. Ella era el centro de mi mundo y yo fui su musa hasta el último de sus días. Ya son algunos años los que han pasado desde que comencé a cumplir con su labor. Las cosas cambian y ni a Dios ni al Diablo les importan realmente lo que pasa con los mortales. De ser así, desafiarlos con el uso de la magia es sólo un paso lógico para los juguetes que nos obligan a ser.
Me ocupé tanto de ella como del negocio. Hablé con ella en los momentos donde la luz tocaba su rostro, pero cada paso era una montaña. Comencé a trabajar en el camino que me acercara a ella.
La inspiración vino en un sueño. Ella estaba frente a mi, como una princesa siendo lapidada por una multitud de demonios que bebían su sangre desde el suelo, mientras ella extendía su mano izquierda hacia un ruiseñor posado en un muérdago.
Desperté agitado, pero con la respuesta que quería. Tardé más tiempo aún en terminar el experimento, el brebaje que me permitiría entrar a su mundo de los sueños y, de ser posible, comunicarme con ella.
Éline, hoy voy a viajar... voy a hablar con la mujer de mis sueños. Deséame un buen viaje.- le susurré con cariño en el beso de buenas noches que me acostumbré a regalarle. Le dí a beber de la misma copa que yo, y me recosté a dormir en el sillón de su habitación.
Este será un curioso experimento, estoy seguro.
Lian Ravel- Hechicero Clase Media
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Re: The kingdom locked up {Lian Ravel}
Le hizo Dios tres promesas:
La primera; no te afligiré.
La segunda; Te daré el fruto tierno de la Tierra.
La tercera; Yo te amaré.
De esas tres promesas Dios se olvidó de las dos primeras y la tercera la incumplió bellacamente. ¡Cuántas lágrimas ungidas habrá derramado la Madonna desde entonces! No obstante, ¿cómo podía Éline dejar de quererle? ¿A Él? ¿Creador del Cielo y de la Tierra? ¡A Él, el Omnipresente! ¡A Él, a quien de niña siempre aprendió a amar! "Estás cruzando El Camino en llamas, pajarillo sin aliento", le advirtieron los sabios paganos. Porque Dios y El Salvador se olvidaron de ella y ella todavía aún rezaba, con las palmas de las manos ensangrentadas, con las plantas de los pies caminando por el Horizonte en carne viva, con el pecho tiritante y descubierto.
"Sea quien sea el Hombre, la Eva de marfil siempre quedará proscrita". Quizá fuese por esa sentencia de milenios atrás que, al recibir Éline en sus manos la roja fruta del pecado original, la dejó al suelo como si en lugar de alimento fuesen brasas de una hoguera inquisitorial. De sus rotos y pálidos labios salió un suspiro ahogado; las volutas de aire que no entraba ya en sus podridos pulmones.
Un sí de Éline bastó para que El Espectro de los Mil Colores jugara en su mente. El Laberinto de las Cosas Rotas se abrió ante él y los escenarios eran tan pintorescos como tristes su triste historia: un blanco cisne manchadas sus bellas plumas de rojo; el cristal que cubría el lago helado representaba docenas de rostros atrapados entre las aguas -rostros desquebrajados y antaño conocidos por Éline-; en lo alto de la Colina Sin Nombre la recortada figura de un lobo aullaba a la luna llena, con el cuerpo tendido e inerte de un cachorro a sus pies; y a lo lejos, muy lejos, dentro de las ruinas de un destruido convento, una serpiente devoraba el cuerpo de una virgen.
Fuera del Laberinto de las Cosas Rotas, Éline se agitaba angustiosa ante esa horrible y última imagen. Su menudo cuerpo se convulsionaba en los aposentos del Espectro de los Mil Colores y de sus ojos cerrados caían ardientes lágrimas de asco, desesperación y ansiedad. La mágica comunión se rompió de pronto, y Éline se levantó del camastro tambaleándose hasta que apoyó su cuerpo en la pared y una bilis amarillenta le subió por la garganta hasta expulsar el poco líquido que había ingerido esa noche.
La primera; no te afligiré.
La segunda; Te daré el fruto tierno de la Tierra.
La tercera; Yo te amaré.
De esas tres promesas Dios se olvidó de las dos primeras y la tercera la incumplió bellacamente. ¡Cuántas lágrimas ungidas habrá derramado la Madonna desde entonces! No obstante, ¿cómo podía Éline dejar de quererle? ¿A Él? ¿Creador del Cielo y de la Tierra? ¡A Él, el Omnipresente! ¡A Él, a quien de niña siempre aprendió a amar! "Estás cruzando El Camino en llamas, pajarillo sin aliento", le advirtieron los sabios paganos. Porque Dios y El Salvador se olvidaron de ella y ella todavía aún rezaba, con las palmas de las manos ensangrentadas, con las plantas de los pies caminando por el Horizonte en carne viva, con el pecho tiritante y descubierto.
"Sea quien sea el Hombre, la Eva de marfil siempre quedará proscrita". Quizá fuese por esa sentencia de milenios atrás que, al recibir Éline en sus manos la roja fruta del pecado original, la dejó al suelo como si en lugar de alimento fuesen brasas de una hoguera inquisitorial. De sus rotos y pálidos labios salió un suspiro ahogado; las volutas de aire que no entraba ya en sus podridos pulmones.
Un sí de Éline bastó para que El Espectro de los Mil Colores jugara en su mente. El Laberinto de las Cosas Rotas se abrió ante él y los escenarios eran tan pintorescos como tristes su triste historia: un blanco cisne manchadas sus bellas plumas de rojo; el cristal que cubría el lago helado representaba docenas de rostros atrapados entre las aguas -rostros desquebrajados y antaño conocidos por Éline-; en lo alto de la Colina Sin Nombre la recortada figura de un lobo aullaba a la luna llena, con el cuerpo tendido e inerte de un cachorro a sus pies; y a lo lejos, muy lejos, dentro de las ruinas de un destruido convento, una serpiente devoraba el cuerpo de una virgen.
Fuera del Laberinto de las Cosas Rotas, Éline se agitaba angustiosa ante esa horrible y última imagen. Su menudo cuerpo se convulsionaba en los aposentos del Espectro de los Mil Colores y de sus ojos cerrados caían ardientes lágrimas de asco, desesperación y ansiedad. La mágica comunión se rompió de pronto, y Éline se levantó del camastro tambaleándose hasta que apoyó su cuerpo en la pared y una bilis amarillenta le subió por la garganta hasta expulsar el poco líquido que había ingerido esa noche.
Éline Rimbaud- Fantasma
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Re: The kingdom locked up {Lian Ravel}
Nunca había estado tanto tiempo en la mente de alguien, y mucho menos en una mente tan rota. Me maravillé con los paisajes frente a mi, tan coloridos y sufrientes como había esperado de ella. Caminé como un turista en sus sueños, deseando comprenderla. Me vestí con un traje tan colorido como esa escena, ya que no quería que mi presencia la alterara más de lo necesario.
Me dejé guiar por el laberinto, decidí confiar en su mente. Sabía que ella me mostraría todo lo que yo necesitara ver. Me corté la ropa y la piel mientras paseaba por un jardín de cosas rotas, por lo que decidí plantar flores y enredaderas con la sangre que cayó de esas heridas, que abrazaran con sus hojas el filo de aquellos elementos. Tanta sangre de tinta gasté en esa tarea que llegué arrastrándome sobre mis rodillas junto a la loba y lloré con ella su dolor.
Yo también perdí a alguien.- le decía con mi llanto.- Los he perdido y no volverán. Pero yo volveré a verte si quieres. No estás sola.- Le dije mientras la miraba. Su tristeza se coló por las heridas de mi cuerpo, me costó mucha más energía de la que creí el impedir que me gobernara, aún así dejé junto al cachorro las flores que creé para este jardín, mostrándole mi respeto a la madre. Tomé aire y me levanté para seguir mi camino.
Caminé por lo que sentí que fueron días, aún así no alcancé a llegar al convento donde una serpiente de aspecto infernal devoraba una virgen. Pude intuir su importancia y quise atacar aquella bestia. Para ese momento apenas si ya tenía energía para caminar, sin embargo reuní mis fuerzas.
Ya era muy tarde, los cimientos del lugar comenzaron a temblar agresivamente, perdí el equilibrio y caí junto a una estatua de algún santo que no reconocí, al que me abracé buscando refugiarme de ese caos. Sentí que mis ojos lloraban, sentí asco y agonía que no me eran propias. Acelerado terminé el ritual pera despertar junto a ella.
Volví al mundo real sintiéndome enfermo y sabiendo que ella se sentía peor. Golpeé la pared con una mano, pidiendo ayuda a alguna de las mujeres que estuvieran despiertas. Las náuseas eran incontrolables, pero más fuertes eran los sentimientos que me traje conmigo.
Yo mismo me encargué de limpiar su boca con los paños de agua de rosas que me trajeron, la abracé conteniéndola con la fuerza que sabía ella necesitaba.
Eline.- le susurré al oído.- Amor, no estás sola.- le repetí, deseando que algunas de mis palabras hubieran florecido dentro de ella.
Me dejé guiar por el laberinto, decidí confiar en su mente. Sabía que ella me mostraría todo lo que yo necesitara ver. Me corté la ropa y la piel mientras paseaba por un jardín de cosas rotas, por lo que decidí plantar flores y enredaderas con la sangre que cayó de esas heridas, que abrazaran con sus hojas el filo de aquellos elementos. Tanta sangre de tinta gasté en esa tarea que llegué arrastrándome sobre mis rodillas junto a la loba y lloré con ella su dolor.
Yo también perdí a alguien.- le decía con mi llanto.- Los he perdido y no volverán. Pero yo volveré a verte si quieres. No estás sola.- Le dije mientras la miraba. Su tristeza se coló por las heridas de mi cuerpo, me costó mucha más energía de la que creí el impedir que me gobernara, aún así dejé junto al cachorro las flores que creé para este jardín, mostrándole mi respeto a la madre. Tomé aire y me levanté para seguir mi camino.
Caminé por lo que sentí que fueron días, aún así no alcancé a llegar al convento donde una serpiente de aspecto infernal devoraba una virgen. Pude intuir su importancia y quise atacar aquella bestia. Para ese momento apenas si ya tenía energía para caminar, sin embargo reuní mis fuerzas.
Ya era muy tarde, los cimientos del lugar comenzaron a temblar agresivamente, perdí el equilibrio y caí junto a una estatua de algún santo que no reconocí, al que me abracé buscando refugiarme de ese caos. Sentí que mis ojos lloraban, sentí asco y agonía que no me eran propias. Acelerado terminé el ritual pera despertar junto a ella.
Volví al mundo real sintiéndome enfermo y sabiendo que ella se sentía peor. Golpeé la pared con una mano, pidiendo ayuda a alguna de las mujeres que estuvieran despiertas. Las náuseas eran incontrolables, pero más fuertes eran los sentimientos que me traje conmigo.
Yo mismo me encargué de limpiar su boca con los paños de agua de rosas que me trajeron, la abracé conteniéndola con la fuerza que sabía ella necesitaba.
Eline.- le susurré al oído.- Amor, no estás sola.- le repetí, deseando que algunas de mis palabras hubieran florecido dentro de ella.
Lian Ravel- Hechicero Clase Media
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Re: The kingdom locked up {Lian Ravel}
Y el espíritu plantó una semilla de luz; tímida, pequeña, que tal vez se apagaría como un soplido como lo hacían las llamas de las velas. En un rincón tan oscuro como el suyo, ¿podría nacer esa flor?
Una vez hubo expulsado aquello que no tenía del estómago, se sintió un poco mejor. Se llevó una mano al vientre, donde crecía algo tan maravilloso como horroroso. Por primera vez desde aquel encuentro, Éline sonrió al Espectro de los Mil Colores. Era una sonrisa cansada, sin embargo. Él no entendía; no entendía el destino de los desarrapados. No se podía luchar contra El Que Hace Girar La Rueda. Y la antigua novicia, la propia hija del Todopoderoso, lo asumió en ese instante. O puede que siempre haya tenido esa voz susurrándole los hados. "Tendrás una vida triste, pero hermosa en cierto modo".
¿Y si era eso lo que Dios pretendía de la princesa de los Cielos? Crear a su propia heroína trágica, como ya lo hiciera el Bardo a quien insufló inspiración.
El alma plácida de Éline no contestó a las palabras de consuelo del Espectro, tan sólo acarició con suavidad el brazo cubierto de bonitas telas del brujo. ¿Qué podría decir la reina de las espinas? Si ya había visto su sino; a su Lobo sufriendo y su cuerpo ensangrentado. Al pequeño corazón que latía gracias al suyo cayendo en el pozo oscuro de la inexistencia.
No estaba sola, pero sí que lo estaba. A fin de cuentas; nacemos solos y morimos de la misma manera.
-Necesito encontrar al Señor Maspero. Oh, por favor, Espectro de los Mil Colores, utiliza tu magia, esa que huelo, que veo, que siento y he sentido, y ayúdame.
Una voz quebrada, como las olas suaves cuando rompen en las rocas del faro. Tan quebrada como ella misma. Ya no quedaba mucho más de ella, ya no quedaba. Sabía, Éline sabía, que se le estaba agotando el Tiempo -¡oh, Tiempo, ese ser tan despreciable!- y no quería irse sin el ruiseñor. No podría hacerlo sin él.
Una vez hubo expulsado aquello que no tenía del estómago, se sintió un poco mejor. Se llevó una mano al vientre, donde crecía algo tan maravilloso como horroroso. Por primera vez desde aquel encuentro, Éline sonrió al Espectro de los Mil Colores. Era una sonrisa cansada, sin embargo. Él no entendía; no entendía el destino de los desarrapados. No se podía luchar contra El Que Hace Girar La Rueda. Y la antigua novicia, la propia hija del Todopoderoso, lo asumió en ese instante. O puede que siempre haya tenido esa voz susurrándole los hados. "Tendrás una vida triste, pero hermosa en cierto modo".
¿Y si era eso lo que Dios pretendía de la princesa de los Cielos? Crear a su propia heroína trágica, como ya lo hiciera el Bardo a quien insufló inspiración.
El alma plácida de Éline no contestó a las palabras de consuelo del Espectro, tan sólo acarició con suavidad el brazo cubierto de bonitas telas del brujo. ¿Qué podría decir la reina de las espinas? Si ya había visto su sino; a su Lobo sufriendo y su cuerpo ensangrentado. Al pequeño corazón que latía gracias al suyo cayendo en el pozo oscuro de la inexistencia.
No estaba sola, pero sí que lo estaba. A fin de cuentas; nacemos solos y morimos de la misma manera.
-Necesito encontrar al Señor Maspero. Oh, por favor, Espectro de los Mil Colores, utiliza tu magia, esa que huelo, que veo, que siento y he sentido, y ayúdame.
Una voz quebrada, como las olas suaves cuando rompen en las rocas del faro. Tan quebrada como ella misma. Ya no quedaba mucho más de ella, ya no quedaba. Sabía, Éline sabía, que se le estaba agotando el Tiempo -¡oh, Tiempo, ese ser tan despreciable!- y no quería irse sin el ruiseñor. No podría hacerlo sin él.
Éline Rimbaud- Fantasma
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Re: The kingdom locked up {Lian Ravel}
By the time I'm dreaming
and you've crept out on me sleeping
I'm busy in the blissful unaware
By the time I'm dreaming
and you've crept out on me sleeping
tell me how am I supposed to care
Don't wake up, won't wake up, can't wake up,
no, don't wake me up
Don't wake up, won't wake up, can't wake up,
no, don't wake me up
and you've crept out on me sleeping
I'm busy in the blissful unaware
By the time I'm dreaming
and you've crept out on me sleeping
tell me how am I supposed to care
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no, don't wake me up
Don't wake up, won't wake up, can't wake up,
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Ver como ella me hablaba, ¡me hablaba a mi! Su mirada tenía una intención y sus palabras tenían un sentido en este mundo mortal que compartíamos ahora. Sentí como mi corazón se aceleraba de la felicidad, la esquiva criatura se dejó ver ante este pecador.
Si deseas mi magia feliz la usaré para regresarte lo que te arrebataron, querida. Juntos encontraremos al señor Maspero, pero necesito tu ayuda. Te daré de mis colores para que recuerdes como volar, mi querida. Quédate en la tierra un tiempo conmigo, fortalece tu cuerpo, enséñame a compartir tu mente y plantaré el jardín que hará que regrese el señor Maspero.- le susurré con cariño, apoyando mi frente en la suya y acariciando su cabello.
And by the time I'm dreaming
and you've crept out on me sleeping
I'm busy in the blissful unaware
and you've crept out on me sleeping
I'm busy in the blissful unaware
Mi vida ha sido tallada a fuego bajo las delicadas caricias de las mujeres. Mi madre, mi hermana, mi amante y ahora Eline. Quién eres para mi? Eres mi amiga? Acaso eres mi musa? Mi desafío o mi inspiración? Quizás jamás lo sabré, pero no necesito darte una etiqueta para admitir lo que me inspiras. Determinación.
Llenaré mis días con el almíbar y los colores de la noche y el placer, que depositaré en tus sueños. Bailaremos juntos en tus parajes y compartiremos nuestra intimidad sin que nuestros cuerpos se toquen. Quién iba a pensar que a mi edad y con mi experiencia de vida aún me quedarían primeras veces? Intimidad junto a un ser amado, lejos del sexo y de los cuerpos. Qué tanto me puedo desviar del camino y al mismo tiempo sentir que hago lo correcto.
Así dispuse compartir mis colores y flores, solo te pido a cambio que me hables como hoy y me regales la flor de tu sonrisa.
Don't wake up, won't wake up, can't wake up,
No, don't wake me up
Don't wake up, won't wake up, can't wake up,
No, don't wake me up
It's the early morn
lights flick on
sleepy eyes peek through the blinds at something wrong
Motionless remains the mess
Shame, such a beautiful, beautiful young life
If I let had you go, let you go
would this be different, different
Now I'll never know never know
I didn't get the chance damn you
No, don't wake me up
Don't wake up, won't wake up, can't wake up,
No, don't wake me up
It's the early morn
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Lian Ravel- Hechicero Clase Media
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Re: The kingdom locked up {Lian Ravel}
La náyade del tiempo es la que juega con una muñeca rota, tejiendo hilos de oro mientras la vitorean al pasar; como la esposa de un emperador romano, la hija de un César, que no sabe que está destinada al príncipe de las tinieblas. Nunca esperaron nada especial de ti y, no obstante, por más únicos que sean los entramados de tu cerebro, no dejas de formar parte de un océano de un millar de gotas.
-Tengo que volver, Espectro de los Mil Colores. A casa. Con el lobo y la víbora. Ellos son los que urdirán el hilo de mi vida. Lo entiendes, ¿verdad?
Y si el caritativo Espectro no lo comprendía, eso no debía frenar a la Reina Caída. Tenía una historia que acabar. Triste, como ésta empezó. Únicamente los haces iluminados de la infancia pasajera componían las notas alegres de esta nuestra tragicomedia. ¡Tan pobre! ¡Tan mundana! ¡¿Cómo compararla con las grandes de la Antigüedad?! Y, aún así, era importante para alguien. Para ella. Para él. Para el Espectro y para el ánima minúscula y todavía -y por siempre- insignificante del fruto de su vientre.
-¿Cómo harás para recuperarlo? -preguntó, dócil su voz, dócil su alma, rendida ya a las cuentas que tenían pensadas el futuro inminente- No quiero irme sin él.
"No quiero irme del mundo sin él". Sin embargo, tal vez fuese eso lo mejor. Sin conciencia que subsane su entendimiento de ese país tenebroso en el que se albergaba su mente, no entendería lo que perdía. Pero, ¿cómo decirle yo, precisamente yo, que se negase ese último derecho de vida?
Sólo con la máscara de un necio bufón se podría leer el yaciente lamento, lacerante en cada uno de sus movimientos, en cada una de sus palabras; poesía puesta del revés. Curioso. Su último viaje y todavía le regalaban los hados el deleite esquizofrénico de conocer a alguien que, sin apenas haberle rozado la venenosa piel, se sentía en deuda con una loca. Magnetizado probablemente por su aspecto de niña -mujer ya- deteriorada, reventada por cada poro de sí misma.
-Tengo que volver, Espectro de los Mil Colores. A casa. Con el lobo y la víbora. Ellos son los que urdirán el hilo de mi vida. Lo entiendes, ¿verdad?
Y si el caritativo Espectro no lo comprendía, eso no debía frenar a la Reina Caída. Tenía una historia que acabar. Triste, como ésta empezó. Únicamente los haces iluminados de la infancia pasajera componían las notas alegres de esta nuestra tragicomedia. ¡Tan pobre! ¡Tan mundana! ¡¿Cómo compararla con las grandes de la Antigüedad?! Y, aún así, era importante para alguien. Para ella. Para él. Para el Espectro y para el ánima minúscula y todavía -y por siempre- insignificante del fruto de su vientre.
-¿Cómo harás para recuperarlo? -preguntó, dócil su voz, dócil su alma, rendida ya a las cuentas que tenían pensadas el futuro inminente- No quiero irme sin él.
"No quiero irme del mundo sin él". Sin embargo, tal vez fuese eso lo mejor. Sin conciencia que subsane su entendimiento de ese país tenebroso en el que se albergaba su mente, no entendería lo que perdía. Pero, ¿cómo decirle yo, precisamente yo, que se negase ese último derecho de vida?
Sólo con la máscara de un necio bufón se podría leer el yaciente lamento, lacerante en cada uno de sus movimientos, en cada una de sus palabras; poesía puesta del revés. Curioso. Su último viaje y todavía le regalaban los hados el deleite esquizofrénico de conocer a alguien que, sin apenas haberle rozado la venenosa piel, se sentía en deuda con una loca. Magnetizado probablemente por su aspecto de niña -mujer ya- deteriorada, reventada por cada poro de sí misma.
Éline Rimbaud- Fantasma
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Re: The kingdom locked up {Lian Ravel}
Tiene que volver a casa. ¿Qué demonios significa eso? Ella llegó a MI casa, la salvé de las garras de la muerte y al igual que mis otras musas va a abandonarme.
No, eso no es cierto. Ella no me pertenece, nadie lo hace. Me armé un castillo lleno de personas que no me abandonarían, que me aman; solo para llenar un vacío de pérdidas. Volverás a mi, Eline? Quizás...
Quizás si lleno tu mente con mis colores seré yo quien no te abandonará, tú no estarás sola y yo te tendré en mis recuerdos, en mi piel.
Lo entiendo.- le susurré con cariño, bebiéndome su mirada bendita.- Tus palabras llegan a mi desde ahora, eres la Reina Caída de los infinitos parajes. Te daré mis colores para que regreses triunfante a tu encuentro con la Víbora. Déjame compartir tus sueños, plantaré mis colores en ellos y le daré un hogar para que el señor Maspero pueda regresar. Gracias por dejar que este pecador toque tu alma y sea parte de tu historia, alguien que solo sabe tocar los cuerpos. Gracias.- Antes de reflexionarlo me acerqué a robar el frío de sus labios con el calor de los propios. Soy un pecador después de todo, hambriento, solo sé comunicarme a través de mi piel.
Es todo lo que tomaré de ti, necesito alimentar mis colores.- le dije con una sonrisa que no pude evitar.
Los días venideros solo toqué sus manos y su mente, paseé en las ruinas plantando un bosque lleno de colores. "No tendrás que temer aquí, Señor Maspero. Todo este bosque será tu hogar. ¿No quieres regresar? Dejaré un nido con diamantes de algodón y colores que solo viven en los sueños, en cada uno de los árboles nacido de mis colores." Cantaba cada día dormido junto a ella, viviendo sus sueños hasta poder cumplir mi promesa.
No, eso no es cierto. Ella no me pertenece, nadie lo hace. Me armé un castillo lleno de personas que no me abandonarían, que me aman; solo para llenar un vacío de pérdidas. Volverás a mi, Eline? Quizás...
Quizás si lleno tu mente con mis colores seré yo quien no te abandonará, tú no estarás sola y yo te tendré en mis recuerdos, en mi piel.
Lo entiendo.- le susurré con cariño, bebiéndome su mirada bendita.- Tus palabras llegan a mi desde ahora, eres la Reina Caída de los infinitos parajes. Te daré mis colores para que regreses triunfante a tu encuentro con la Víbora. Déjame compartir tus sueños, plantaré mis colores en ellos y le daré un hogar para que el señor Maspero pueda regresar. Gracias por dejar que este pecador toque tu alma y sea parte de tu historia, alguien que solo sabe tocar los cuerpos. Gracias.- Antes de reflexionarlo me acerqué a robar el frío de sus labios con el calor de los propios. Soy un pecador después de todo, hambriento, solo sé comunicarme a través de mi piel.
Es todo lo que tomaré de ti, necesito alimentar mis colores.- le dije con una sonrisa que no pude evitar.
Los días venideros solo toqué sus manos y su mente, paseé en las ruinas plantando un bosque lleno de colores. "No tendrás que temer aquí, Señor Maspero. Todo este bosque será tu hogar. ¿No quieres regresar? Dejaré un nido con diamantes de algodón y colores que solo viven en los sueños, en cada uno de los árboles nacido de mis colores." Cantaba cada día dormido junto a ella, viviendo sus sueños hasta poder cumplir mi promesa.
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