Following old steps | Arwel

por **Svein Yngling** Miér Jun 08, 2016 10:36 pm

En cierta parte, había pensado en traer el negocio de la herrería a Noruega para mantenerme la cabeza ocupada con otras cosas y no seguir torturándome con lo que había pasado con Darina, pero de todas maneras le había puesto "Norðbrikt" al negocio, el antiguo apodo de mi rey cuando estábamos en Bizancio, por lo que técnicamente cambiaba una tortura por otra. Al final, todo era terrible, porque sabía que las dos personas que más amaba en el planeta estaban vivas aún, vagando a través del mundo y sin demostrar un solo poco de interés en mí, pues ambos sabían que yo estaba en París; y al mismo tiempo, sabía que se odiaban, que eran agua y aceite y que jamás iba a poder ser feliz con ambos nuevamente, sino con solo uno y si es que llegaba a suceder quizá algún día. Pensar aquellas cosas era mi tortura diaria, la razón por la cual me había aislado en Islandia, la misma por la que había vuelto y por la que ahora buscaba mantenerme distraído con otras personas. El negocio entonces, si es que resultaba bien, iba a ser mi ticket hacia una mejor estabilidad emocional.

Pensaba en estas cosas mientras estaba en lo que pronto se convertiría en mi taller, ordenando herramientas sobre uno de los mesones que había traído, cuando de pronto sentí que alguien abría la puerta delantera. Alcé la vista preocupado, pues esa misma semana había mandado a cambiar la fachada del negocio y entre aquello, la puerta, que ahora estaba hecha de madera y acero y no podía ser abierta por un humano común y corriente porque era exageradamente pesada a propósito. Por conclusión, debía ser un vampiro, un licántropo, un cambiante o algún cazador con mucho, mucho músculo, por lo que tomé el hacha y caminé silencioso hacia la entrada por entre los muebles tapados en telas blancas que obstruían la vista. Sin embargo, cuando me asomé con el hacha en mano a tal punto de que ya podía ver a quién entraba -y él podía verme a mi-, simplemente me encogí de hombros y me relajé.- Ah, eres tú. -Comenté tranquilo, enderezándome ahora a una buena postura y sonriendo ligeramente.- Arwel, ha pasado tanto tiempo. -Agregué, comenzando a recordar.

Aquel era un vampiro que había conocido en Noruega hacía décadas, siglos, no lo sabía con exactitud, pero lo que sí recordaba y me hacía despertar en sentidos y emociones era que nos llevábamos bien. Muy bien, incluso. Él había acudido a la armería que llevaba en Noruega una vez y de allí en adelante pasábamos noches y noches hablando sobre aquello que teníamos en común: nuestras vidas como guerreros y nuestras batallas. Aunque, desde la última vez que le vi, yo no tenía ahora ninguna nueva batalla que contar aparte de la interna, aquella que parecía me estaba comenzando a volver loco y que trataba de pelear día a día con tonteras como manejar negocios y como tener esclavos de sangre. Cuando me di cuenta de que pensaba esas cosas mientras le miraba en la entrada principal, bajé el rostro mientras meneaba la cabeza, como si con eso los pensamientos se me caerían del cerebro y se irían. Sostuve el hacha con ambas manos y la dejé en un mueble a un costado, rascándome ahora la cabeza y levantando nuevamente la vista.- Ven, pasa, acá atrás hay donde sentarse. -Dije señalando hacia atrás, comenzando de inmediato a volver mis pasos. Estaba tan ofruscado que olvidaba los modales, aunque sabía que él ya había conocido esa parte de mi antes, por lo que no me preocupaba.

Lo guié, sin gestos sino solo con pasos, hacia donde me encontraba trabajando anteriormente. Acerqué dos sillas de madera junto al mesón donde estaban las herramientas y corrí algunas para que no nos estorbaran. Finalmente, encendí una vela, pues antes de eso estaba oscuro y solo el reflejo y rebote de la luz de luna que entraba por una pequeña ventana era lo que alumbraba.- Toma asiento, ¿qué te trae por aquí? No pensé que te encontraría en París. -Comenté mientras le invitaba a sentar, tomando asiento yo en una esquina de la gigantesca mesa de madera, estando su otra silla a mi izquierda, al otro costado de la esquina.