Alfred Brooks

Nombre del Personaje: Alfred Brooks

Edad: 28 años

Especie: Hombrelobo

Tipo y Nivel Social: Extranjero, Clase Media

Lugar de Origen: Philadelphia, Pennsylvania. United States of America.

Habilidad/Poder: Puede preveer el peligro personal, sus Sentidos están aumentados (sobre todo el del olfato y el oído) y es más rápido de lo normal, lo cual sumado a su Sentido del Peligro, logra que rara vez sea herido. Cuando sucede, suele sanar más rápido que lo que haría un humano común y corriente.

Descripción Física:

Spoiler:

Descripción Psicológica: Bastante temerario, Alfred no cree tener límites. A abandonado todo aquello que le ata a cualquier cosa y simplemente se deja llevar por sus instintos y sus deseos, aunque manteniendo los parámetros del Bien y el Mal que trae impreso en su ADN. De sonrisa suave pero fácil, suele ser un apoyo para los de su alrededor, y siempre recibirás una palabra amable antes de recibir un disparo en la cabeza. Tiene debilidad por las jóvenes indefensas, al igual que a los jóvenes demasiado curiosos, a quienes suele proteger, incluso de si mismo, quizás en recordatorio de lo que perdió. Le gusta el buen comer y no se contenta con los pequeños bocados de un banquete de realeza, como tampoco los complicados malabares/modales en la mesa. Prefiere compartir la mesa con un grupo ruidoso y alegre a con educados y falsos aristócratas. Bastante desconfiado del mundo en general, no suele poner su vida en manos de nadie más que si mismo, a pesar de que su frase recurrente viene a ser "Confía en Mí", aunque esperando que no lo hagan, ya que él nunca lo haría. Siempre tiene ocurrencias graciosas, según él, a pesar de que no todos opinan igual o comparten su sentido del humor. No tienen ningún tipo de prejuicio contra los vampiros, a pesar de su naturaleza.

Historia:
Hijo de una familia de clase media/acomodada en Philadelphia, Pennsylvania, su padre era Sacerdote Bautista y su madre hija de una de las familias más ricas de la ciudad, por lo que a él y a sus dos hermanas menores nunca les faltó nada, por lo menos hasta que una fuerte epidemia Sarampión les robó a su madre y a la menor de sus hermanas. Su familia que se vio reducida drásticamente a su padre, dos hermanas y él mismo, sufrió nuevamente cinco años después, a causa de la vil Fiebre Amarilla que cayó sobre la ciudad, Sus hermanas no sobrevivieron, a pesar de los esfuerzos suyos y de su padre, el cual poco a poco perdió la fuerza de vivir y en el mismo señor, acabando por morir tres años más tarde. Solo en el mundo, y no con demasiado dinero y con estudios incompletos (su padre quería que se metiera al sacerdocio, pero por lo de su madre y hermanas nunca ocurrió), comienza a despilfarrarlos, como todo buen joven que no encuentra sentido a su vida.
Pero algo ocurrió. Una noche, cuando estaba regresando de una buena noche de juerga y trago, justo antes de que el sol saliese, mientras abría la puerta de su casa, un hombre apareció. Se veía preocupado y le pidió, con acento francés y movimientos educados, que por favor le permitiese pasar el día en su hogar. Nunca supo si fue el alcohol, y el que aquel hombre se lo pidiese por favor con los dientes apretados, como si jamás hubiese pedido un favor antes, pero cuando despertó en su cama con una resaca milenaria, ese hombre estaba en su hogar. Al llegar el anochecer el hombre se levantó, dio las gracias y simplemente se fue, sin decirle nada ni darle una explicación, dejándole algo sorprendido, pero aún sintiéndose un poco ebrio, volvió a salir a divertirse y olvidarse de ese extraño día. Sin embargo había algo que no estaba bien. Una sombra le seguía, y cuando una nube se movió dejando caer la luz de la luna llena, un terrible dolor le invadió. Toda su visión fue del rojo sangre, mientras su carne era desgarrada por unos dientes afilados, pero poco duró, porque alguien le quitó a esa bestia de encima, pero no alcanzó más que a ver unos colmillos alargados y una manos como garras antes de caer en la inconciencia.
Cuando despertó estaba nuevamente en su cama, todo estaba oscuro pero alguien estaba limpiando su hombro y su cuello. No sentía dolor, lo cual le sorprendió, pero más le sorprendió ver la cara de aquel hombre que había dejado pasar el día en su casa antes. Era de pocas palabras, pero le explicó a grandes razgos la situación, y aunque le parecía inverosímil, no pudo más que aceptarlo. Un hombre lobo le había mordido, y aquel hombre, un vampiro, le había salvado. "Así que ahora no te debo nada" agregó el hombre, desapareciendo de allí cuando vio que todo estaba sanado.
Pero Alfred no podía dejarle ir simplemente así. Estaba dentro de un mundo que desconocía, uno donde habían bestias como la que le había atacado, donde existían seres como ese hombre, que no podían sentir el sol. ¿Y ahora qué? ¿Él sería uno de las bestias? No, no podía dejarle ir así. Así que, le siguió, y de alguna forma le alcanzó. Le dijo que no le dejaría en paz hasta que le explicase todo claramente, y de alguna forma consiguió que le permitiese andar con él. De esa forma se volvió su compañero, de cierta manera, siendo su 'guardián' de día, y representante, ya que Jérôme era un comerciante, y así conseguía su dinero.
Vendió su casa y todas sus posesiones, consiguiendo una pequeña fortuna que guardó en un banco local por si lo necesitaba en algún momento, y se lanzó a la aventura junto con el vampiro por los Estados Unidos.
No necesito explicación alguna del motivo del viaje a París para sumarse a él. Después de todo su madre tenía sangre francesa, y él siempre había querido conocer el viejo continente.

Datos Extras:
+ La carne le gusta justo a su punto, casi cruda, pero, claro, jamás lo reconocería.
+ Le repugnan las verduras, sin embargo no rechaza las frutas especialmente dulces.
+ Anda bastante cargado. Normalmente anda con dos pistolas, pero solía andar en América con un Fusil a cuestas (por su fuerza, no era molestia), pero para el viaje fue obligado a dejarlo.
+ Viste con botas con taco continuamente, al igual que sombrero típico del Oeste de Norteamérica.
+ Le gusta mucho el vino francés, pero no suele embriagarse (al menos no desde que se volvió hombre lobo).
+ Cuando se transforma en lobo tiene el pelaje castaño claro, casi rubio.