Yo no he visto nada - Libre

Lo había hecho enojar, lo sabía, lo sentía, aquel desdén en su trato las noches previas, aquella manera de ignorarla en cada oración que pronunciaba. inclusive cuando Thibault carecía del sentido de la vista, su rostro era por demás expresivo.

Lenore lo había retado sin proponérselo si quiera, lo hizo al negarle a su madre cuando se la pidió, primero indirectamente, después como orden. Pero la cambiante no estaba preparada, no para dejar atrás todo lo que era, si, nunca se había llevado bien con aquella mujer, aún estaba resentida con ella por todo lo que había hecho -o dejado de hacer- pero al final de la triste historia, con todos los pecados que llevaba arrastrando... era su madre.

Llevaba días siendo observada, intentando ser provocada a realizar cualquier cosa que el vampiro considerara una amenaza o un acto de rebeldía total, los ojos que tenía por la ciudad, aquellos que intentaban intimidarla paseándose por fuera de la florería, solo lograban ponerla nerviosa. Se apresuraba a cerrar temprano todos los días solo para recorrer el camino mirando sobre su hombro, sintiendo el corazón desbocado cada que su mano alcanzaba la perilla de la puerta de su casa, temerosa de no verla allí ―Un mes, es todo lo que te pido - de alguna manera, sabía que Thibault la quería, de una extraña forma, puesto que accedió a tal petición, el plazo se cumplía dentro de tres días.

Cerró la florería justo después de que un cliente, ya entrado en años, pasara a recoger un pedido de una docena de rosas blancas y otra igual de rosas color salmón, Lenore había empezado el día antes de que el sol saliera para poder cortar las rosas en el campo donde las conseguía, ese que era parte de la herencia que aquel viejo le dejó.

El chico pelirrojo de mirada penetrante que había estado mirándola desde la calle a través de la ventana del local toda la mañana, ahora era un joven moreno con una cicatriz en el rostro que le abarcaba toda la mejilla derecha desde el borde externo del ojo hasta la barbilla, el primero era humano, lo sabía, este último... era algo mas.

Caminó el mismo rumbo de siempre, mirando por sobre su hombro cada que terminaba una manzana, en algún momento, el chico que la seguía dejó de hacerlo. No supo porque dobló en aquella esquina, no supo porque no lo hizo a dos manzanas después, a pesar de la hora, las calles parisinas aún pululaban de gente, quizás por eso mismo se alejó del barullo y murmullos. Un escalofrío recorrió su espalda a medio camino, un ligero vistazo de una figura familiar dentro de su cabeza, esa que debía estarla siguiendo, ahora la invitaba a seguirlo, por mero instinto, por pura inercia, lo hizo.

Las sombras parecieron tragárselo, es por eso que su paso se aceleró, rebuscando con la mirada, hasta que por fin lo encontró, o mas bien, lo sintió. Pero al parecer no fue la única, al llegar a la calle y empalmar la imagen formada en su cabeza con la que sus ojos veían, una joven se alejaba de lo que quizá ella buscaba. Lo escuchó reírse, ese eco que resonaba solo para ella gracias a la lectura mental que el vampiro tenía, una ves mas las imágenes se formaron en su cabeza, ahora ella era su objetivo. Lenore apresuró el paso, corrió hasta que pudo emparejarse con aquella joven, la tomó por la muñeca y la jaló para doblar en la siguiente esquina, siguió corriendo, sabía que aquello sería reportado a aquel que se llamaba su dueño, pero no le importó.

Pudo divisar la pequeña casona de madera, rodeada de una barda de piedra vieja, sonrió ante la idea de seguridad. Alcanzó la perilla con la mano libre, abrió la puerta y jaló a la chica al interior de la casa ―Lo lamento... - fue todo lo que pudo decir antes de recuperar por completo su aliento.