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Dos hombres y un destino...el infierno de tus piernas [Celine][+18] 2WJvCGs


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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Joe Black Vie Jul 01, 2016 3:48 am

Ambos vestidos de hombres en mayor o menor medida abandonamos aquella fiesta ficticia en la que las apariencias parecían ser lo único importante y donde la diversión reinaba por su ausencia. Había avanzado los siglos durante mi largo encierro mas a mi se me antoja que la sociedad lejos de avanzar había sufrido un retraso total, al menos las fiestas a las que yo antes asistía se llenaban de lujuria, alcohol y drogas.

Podía ver la emoción en sus ojos trasformada en brillo cuando fue tratada como un señor al cruzar el dintel de la puerta de aquel palacio, su jaula.
No puede evitar sonreír de medio lado cuando la vi altiva saludar a los escoltas como si del hombre mas aguerrido se tratase y yo me limite a acompañarla en su andanza dejándola hacer, dejándola disfrutar de esa libertad a la que no estaba acostumbrada.

No nos costo mucho encontrar un corcel que a las puertas del palacio esperaba a su flamante dueño, mas la osrpresa vino de uss ojos cuando me vio empezar a quitarle la silla y las riendas que pertrechaban al pobre animal.
Sonrei ladinamente hundiendo mis ojos en aquello preciosos y rasgados orbes negros.
-Tenéis el feo vicio de encorsetarlo todo, esta sociedad esta infesta de poner facilidades haciéndolo todo aburrido, falto de éxtasis.
Deje caer al suelo el bocado mientras el corcel movía su boca sintiéndose liberado y de un salto subí sobre ahora si, su lomo desnudo.
-Venís u os he de enviar una invitación -apunte con una picara sonría.
Casi me muero de la risa cuando la dama hecha hombre miraba insegura donde estaba esa evilla donde apoyar su pie para ser capaz de subir a tan alto corcel.
Alargue mi mano y de un golpe seco tire de ella aprisionándola entre mis fuertes brazos delante de mi.
-Bien pequeña -susurré en su oído seductoramente -sientes su musculoso cuerpo entre tus piernas.
Sonreí mordiéndome el labio frente al símil de la excitación mas absoluta que sobre aquella hierba mojada y con mis cuerpo entre sus piernas hacia escasos minutos habíamos gozado. Deslice mi dedo suavemente por debajo de su camisola acompañando con caricias cada una de mis palabras.
Apreté las piernas y di un par de golpes a su lomo con los pies haciendo que este se pusiera en marcha.
-¿Notas como se tensan sus musculosos en tu entrepierna? -mi susurro se torno un jadeo cuando mis manos alcanzaron su pechos -esta dispuesto a complacerte -añadí acariciando con mi dedo su pezón trazando círculos sobre el y notando como se endurecía a mi paso -te llevara al infierno, solo has de guiarlo.

Su espalda rozo mi pecho, arqueando su cuerpo por mis caricias en busca de mas, mientras yo con la otra mano enredada en las crines del caballo la llevaba rumbo al burdel.
Las calles estaban casi vacías, al parecer aquel día se celebraban varias fiestas distintas y la alta sociedad se encontraba recluida en esas lujosas mansiones artificiales.
Calles de gente rica que bien alumbradas olían a flores y champagne, engalardonadas de fiesta hacían las delicias de los viandantes.
Por el contrario muchas cuadras mas abajo la gente pobre trapicheaba en las esquinas, dotando esa parte de la ciudad de un olor a alcohol, suciedad, orín y enfermedades.
Admire el rostro de la dama al pasar por esa zona, mas espolee el caballo para hacerlo con premura, no porque odiara aquello si no porque estaba tan excitada con mis caricias que no deseaba que ese efecto pasara por sumirse en un entorno inadecuado.

Pronto alcanzamos la puerta del burdel, como no, siempre repleto de hombres que buscaban en el saciar sus mas ocultos placeres. Hombres insatisfechos por damas como la que portaba entre mis brazos que encorsetadas eran incapaces de llevarlos a ese mundo de placer a los que solo las putas se atrevían a bajar perdiendo el decoro, las formas y la reputacion.
No tardaron en acercarse a nosotros varias mujeres semi desnudas que frotaron sus pechos contra mi brazo y sus labios rozaron contra los míos casi en una caricia, una promesa de mas.
Sonreí lascivamente tocando el culo de una y pidiéndole que nos preparara un mesa para mi y mi amigo con algo de alcohol fuerte que tomar, luego negociaríamos el precio de subir a una de esas habitaciones, mas ahora queríamos entonarnos simplemente.
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Mensaje por Cèline Dampierre Vie Jul 01, 2016 9:11 am

Era curioso como unos simples pantalones podían abrirte tantas puertas en este mundo de hombres. Pese a que no parecía el hombre más masculino del mundo, pese a intentarlo con mi forma de hablar y andar, todo el mundo me miraba de una manera distinta, casi con respeto y, por supuesto, de igual a igual y no mirándome por encima del hombro.

Joe Black había llegado para hacer añicos mi jaula de cristal y mostrarme cómo era un mundo libre de ataduras y corsets... Un mundo en el que podría ser quien yo quisiera mientras estuviera con él... Un mundo en el que, al parecer, aprendería incluso a montar como lo hacían los hombres, a horcajadas, sin necesidad de silla, estribos o bocados.

Adoraba sentir aquella libertad que él me estaba descubriendo. Sentir los músculos del caballo entre mis piernas y, sentir también su cuerpo pegado al mío guiándolo hacia tan ansiada libertad. Tanto me gustó que apenas me di cuenta cuando llegamos al burdel. El paseo se me había antojado corto, y más aún con el roce de sus caricias aún caliente en mi piel... Ansiaba más paseos como aquel, más noches como aquella y, en definitiva, disfrutar en más ocasiones de aquella placentera compañía que era Joe Black.

Aquel lugar olía a desenfreno, alcohol y, como no,sexo. Mujeres semidesnudas iban caminando de un lado a otro del lugar ofreciéndonos sus servicios. Calé el sombrero de Joe sobre mi rostro,temiendo que alguien descubriera que no era un hombre y observé fascinada aquel lugar. Reconocía muchos de los rostros de los hombres que allí estaban bebiendo o negociando sobre los servicios de algunas de las prostitutas. Algunos de aquellos hombres eran los típicos pilares de moralidad de la alta sociedad parisina, pilares que ahora se desplomaban bajo mis ojos... apariencias, siempre las pútridas apariencias...

Seguí a Joe hasta una de las mesas y me senté sin atreverme a quitar el sombrero de mi cabeza -Es curioso observar como aquí todo el mundo tira al suelo sus caretas y demuestra cómoo quiénes son realmente... Pediré absenta si no te importa, el champagne es una bebida que tengo muy vista y esta noche... quiero probar todo aquello que me han prohibido siempre por ser mujer-

Me levanté de mi asiento, no sin antes guiñarle un ojo a Joe, mi cómplice de fechorías aquella noche y caminé hasta la barra para pedir nuestra bebida. Al rato, rechacé la proposición de una mujer de servirnos ella misma el contenido de la botella o incluso de beberlo de su propio cuerpo, tomé dos vasos y puse la botella bajo mi brazo volviendo hacia Joe.

-Parece que hasta vestida de hombre soy irresistible- reí depositando la botella y los vasos en la mesa Hemos de buscar muchos motivos por los que beber esta noche monsieur porque... no sé vos pero yo tengo intención de acabar esta botella y descubrir todos y cada uno de vuestros secretos con cada vaso que bebamos...- Abrí la botella con cierta torpeza y serví aquel verde líquido en ambos vasos llenándolos hasta arriba.

-Os propongo un juego... por cada vaso que bebamos cada uno puede contar un secreto o hacer una pregunta al contrario para conocer los suyos... ¿Os atrevéis a desvelarme vuestros más oscuros secretos Joe Black?
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Mensaje por Joe Black Sáb Jul 02, 2016 3:33 am

No pude evitar ver como caía la venda de sus ojos frente a aquel lugar de perdición donde los hombres, muchos de ellos de la mas alta sociedad y firmes devotos de sus dioses que posiblemente paseaban con sus esposas cada domingo rumbo a Notredam, allí se erguían borrachos y tambaleantes, lujuriosos buscando aplacar sus falos en mujeres de baja cuna con las que nunca se casarían pues llamaban indecentes.

-Olvídate de ellos, de echo hoy eres uno mas -musité en su oído tomando asiento en la mesa que dispusieron para nosotros y dejándola ir a pedir lo que aquella dama hecha hombre deseara tomar, hoy ella era libre, libre para beber, follar, odiar, amar, ella estaba fuera de esa jaula de cristal y yo me iba a encargar de que al finalizar la noche esa puerta llena de barrotes se cerrara sin ella dentro.

Volvió sonriente botella en mano, como si fuera la primera vez que podía moverse con libertad por algún sitio, sonreí admirando el brillo de sus ojos, aquella mujer me fascinaba, era como corromper a un ángel, me tenia embelesado, cada uno de sus movimientos eran dignos de los dioses.
Se peleo con la botella mientras trataba de abrirla apuntando lo irresistible que al parecer resultaba también vestida de hombre, como decirle que para aquellas fulanas todos los que tuviéramos dinero en nuestros bolsillos resultábamos así de atractivos.

Deje escapar una carcajada cuando finalmente sirvió los chupitos de absenta y sediento bebí el mio agotando hasta las ultimas gotas, si deseaba acabar como una cuba tendría que empezar antes que ella, pues mi condición inmortal me daba una gran ventaja sobre aquella pobre dama.
Propuso un juego, al parecer tentada por descubrir mis secretos mas oscuros, sonreí casi contra el filo de su boca, que sin saber como me había atraído hacia si.
-¡Juguemos!-exclamé dejando que mi aliento se entremezclase con el suyo mas sin rozar sus labios todavía, a fin de cuentas esa noche era un hombre y no una mujer.

Le acerque mi vasito para que lo rellenara nuevamente y la invite a preguntarme que era eso que tanto deseaba conocer de mi, pensaba serle sincero, de eso no cabía duda, a fin de cuentas lo mas seguro es que mañana no recordase absolutamente nada de lo que estaba por venir.
-Hagamos también una apuesta ¿os atrevéis? Si gano yo os pediré lo que quiera y si ganáis vos al contrario.
Tome mi vaso vaciandolo nuevamente netre mis labios admirando aquel rostro que bajo el sombrero de copa lograba cautivarme -sois preciosa -apunté dejándome inundar por el sabor de aquel fuerte licor que no había hecho mas que empezar a beber.

Pronto fuimos nuevamente acompañados por dos mujeres hermosas y lozanas de pechos turgentes que venían a invitarnos a tomar la absenta de formas aun mas lúdica que en los vasos.
Mire de medio lado a la dama que me acompañaba y que sumida en su papel de hombre trataba de disimular frente a aquella mujer que le restregaba sus pechos contra el brazo motivandola a mas.
Sonreí de medio lado guiñándole un ojo.
-Sois irresistible sir -apunté muerto de la risa antes de que mi prostituta copara mi atención, creo que en el fondo en un vil intento de molestar a mi preciosa acompañante que posiblemente moría de celos en aquel momento en el que mis dedos se deslizaban juguetones por los lazos del corsee de la puta prometiéndole noches de pasión un poco mas tarde en su oído.
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Mensaje por Cèline Dampierre Dom Jul 03, 2016 3:08 pm

Aquel hombre que estaba frente a mi parecía dispuesto a ser mi perdición a corromperme y descubrirme aquel mundo que hasta escasas horas parecía prohibido para mi. Quizá lo peor de todo aquello era que yo, presa de su embrujo, hacía todo cuanto él me pedía sin pensar siquiera en resistirme, sólo esperaba no salir perdiendo de manera estrepitosa en aquel juego nuestro...

Un juego que él confiaba en ganar. ¿Pensaba acaso que no sabía que él aguantaría bebiendo más que yo? Aquello ella era una trampa sin salida pero... debía reconocer que estaba muy tentada por ver y saber qué era lo que tenía en mente hacer conmigo... Mordí mis labios arrepintiéndome al segundo pues aquello no era una reacción habitual en un hombre, sonreí de medio lado ¿quería jugar y ganar? le dejaría pensar que no sabía cuál era su juego.

-Juguemos pues... Quien sabe, quizá tengáis que hacer cuanto yo os pida monsieur...- Reprimí mis ganas de besarlo ahí mismo, pues estaba irresistible con aquel orgullo que teñía su mirada y su sonrisa. Bebí de un trago aquel licor verde sintiendo el calor que afloraba en mi garganta mas en mis ojos no hubo reflejo de sorpresa o disgusto.

Nuestra particular fiesta se vio interrumpida por dos ptrostitutas que deseaban llevarnos a una de las habitaciones restregando sus pechos por nuestros cuerpos y prometiéndonos placeres prohibidos y deliciosos. Aquello me pilló por sorpresa, no supe cómo reaccionar, como apartar a aquella mujer que parecía decidida a meter su mano en una entrepierna de la que yo carecía y mucho menos sabía cómo despegar a esa otra mujer de los brazos de Joe. Mi mirada se llenó de rabia y quizá de ciertos celos pues, como le había dicho momentos atrás en el palacio, ante mis ojos no deseaba ver como él regalaba caricias, besos o placeres a otras mujeres que no fuera yo. Quería ser la única aquella noche que disfrutara de él y de su cuerpo... y él parecía divertido de verme rabiar de aquella manera.

Aquella mujer tentó de nuevo mi paciencia y mis nervios acercándose peligrosamente a mi pantalón y yo la aparté sin miramientos pero sin excesiva rudeza. Carraspeé y puse la voz más grave que pude o supe -Señoritas, el caballero y yo estamos discutiendo negocios que no las incumben a ustedes y ya les ha dicho que más tarde requeriríamos una habitación, con ustedes u otras mujeres así que les aconsejo que dejen de molestar y sean pacientes, hay dinero para todas-

Bufé exasperada viendo al fin como se alejaban aquellas mujeres y nos dejaban al fin a solas a Joe y a mi. Tomé el vasito, lo llené de nuevo y bebí su contenido de una sola vez. -¿Empezamos o vais a seguir distrayendoos imaginando desnudas a esas mujeres?- Llené su vaso y el mío y, dejándole con la palabra en la boca, lancé mi pregunta -Hay algo que me intriga desde que os vi. Tenéis clase, buen porte, y sin duda sois de clase alta mas... Vuestro traje... El traje que llevo yo ahora no es vuestro, no está hecho a vuestra medida... ¿por qué usáis el traje de otro hombre Joe Black?-
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Mensaje por Joe Black Lun Jul 04, 2016 2:38 am

La dama acepto mi propuesta aun a sabiendas de que estaba perdida en mis juegos perversos, por un momento vislumbre en su mirada que le era indiferente ganar o perder, pues en el fondo lo unico que deseaba era seguir jugando.
Dio un trago de aquel vaso de libertad verde que se vacio en su garganta quemando sus palabras, juro por los dioses que en ese instante en que sus labios mojados por el alcohol me dedicaron una sonrisa la hubiera devorado alli mismo.
Mas eramos dos hombres y como tal actuaríamos aquella noche.
Las prostitutas que lozanas nos acompañaban pronto fueron expulsadas por la dama y sus tremendos celos que lograban erizar cada poro de mi piel. Me deseaba, pero solo para ella, parecía que al juego de compartir no estaba dispuesta a jugar, no quería que ni tan siquiera me rozase el aire que nos separaba y para que mentir, creo que yo tampoco.
Aun asi le dedique un fingido mohin cuando la puta se separo de mi con la firme promesa de volver y yo con la firme promesa de que la esperaría.
Quería hacerla rabiar, quiera ver como esos ojos me miraban excitados no deseando que entrara en otras piernas que no fueran las propias.

-¿Empezamos o vais a seguir distrayendoos imaginando desnudas a esas mujeres?- dijo llenando su vaso de nuevo corroborando asi todos mis pensamientos que ataje con una picara sonrisa de medio lado.
-Hay algo que me intriga desde que os vi. Tenéis clase, buen porte, y sin duda sois de clase alta mas... Vuestro traje... El traje que llevo yo ahora no es vuestro, no está hecho a vuestra medida... ¿por qué usáis el traje de otro hombre Joe Black?

Vaya, la dama no se andaba con tonterías, ademas de bella era inteligente. Cazador cazado, pues desde el principio creía que solo yo tenia el don del análisis. Yo la había calado bien, mas ella parecía haber hecho lo mismo conmigo.
Acerque mis labios a su oído, rozándolo deliberadamente con mi aliento, provocandola con mis palabras nuevamente.
-Soy un monstruo que lleva encerrado un milenio -respondí antes de volver a mi posición inicial para guiñarle posteriormente un ojo.
Esa mujer desconocía cuanta verdad encerraban mis palabras, por supuesto palabras que tomo a broma.
-Vi que se celebraba una fiesta y deseaba entrar a ella, no tenia invitación, ni traje, ni sombrero -añadí dándole un toquecito a este para que bajara ligeramente tapándole los ojos.
-Así que tome prestado de un caballero toda aquella ropa y me cole en la fiesta donde os conocí.
La historia sin duda era mucho mas larga pero no estábamos suficientemente borrachos para contarla, supuse que decirle que mate al portador de tan elegante vestimenta no hubiera hecho mas que inquietarla y no deseaba ser abandonado aquella noche, mas bien todo lo contrario.

Llene mi vasito de aquel liquido verde vaciandolo de un trago sobre mis labios, para relamerlos a posteriori mirando su boca.
-Cuando os hablo de que os arrastrare al infierno ¿que pensáis? ¿que solo es la palabrería de un caballero ebrio o por el contrario...veis en mi otra cosa...al diablo quizás?
Mis ojos se enrojecieron ligeramente al desviar mi mirada de sus ojos a su cuello, casi de ellos escapo un jadeo, empezaba a sentir hambre y la presencia de la dama y el alcohol ingerido no ayudaba en mi autocontrol ya debilitado por mi impulsividad e impaciencia.
-Os deseo -susurré acercando mis labios a su boca, mas manteniendo las distancias oportunas para no levantar sospechas.
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Mensaje por Cèline Dampierre Lun Jul 04, 2016 8:09 am

Así que era eso, se le había antojado asistir a aquella aburrida fiesta y no había tenido tiempo de hacerse un traje para la ocasión. Sonreí ante su pregunta y mojé mis labios con la absenta para después lamerlos lentamente sin apartar mi vista de la suya.

Me deseaba, de eso no había duda y casi podría apostar mi larga y morena cabellera a que si pasaba mi mano por su entrepierna encontraría un prominente bulto deseoso de salir de aquella prisión para entrar ansioso en la que escondía entre mis piernas.

¿Infierno? Bajaría al infierno con tal de conseguir sus besos y sus caricias y, habitaría en él sin remedio cuando él me las negara o decidiera entregárselas a otra que no fuera yo. -Como os dije antes, bajaría al infierno de la mano con vos, aunque quizá ya hayamos comprado nuestro pasaje pues tanto placer debe ser por fuerza el más grave de los pecados...- Bebí de nuevo el contenido de aquel tercer vaso sintiendo como poco a poco mis mejillas acaloradas tomaban un tono rosado a causa del alcohol. Debía resistir lo suficiente para saber más de aquel hombre que tanto me intrigaba pero, al mismo tiempo, deseaba perder cuanto antes para suplicarle al oído que me tomara y me hiciera suya sin más dilación.

Serví dos nuevos vasos de absenta y recoloqué el sombrero que él momentos antes había empujado cubriendo más mi rostro. Fijé mis ojos sobre los suyos, controlándome para no perderme en ellos y rogarle acabar con aquel juego; lentamente desabroché el primer botón de la camisa que él me había prestado, dejándole ver una gota de sudor que resbalaba por mi cuello para morir inevitablemente sobre mis pechos ocultos por aquella blusa. Sentí sus ojos haciendo el mismo camino que la gota de sudor, contemplando cómo esta moría sobre el corset que él, momentos atrás había apretado con sus fuertes manos para admirar mis pechos sobresaliendo de él.

-Mis ojos y mis labios están aquí arriba monsieur, me temo que estáis tan distraido que si no os advertía no os enteraríais de mi pregunta- reí observando divertida como alzaba la mirada para clavarla sobre la mía -Cuándo pensáis en mi o, simplemente se os viene mi nombre o mi cuerpo a la mente... ¿Qué es lo que pensáis o qué pensáis hacerme Joe? Si me permitís que os tutee...-

Miré a ambos lados de la habitación abarrotada de gente en la que estábamos, cuando me cercioré de que nadie nos miraba o nos prestaba atención, pegué mi pierna a la suya rozándola lentamente con una sonrisa en los labios. Sí, él momentos atrás había querido ponerme celosa con aquellas prostitutas, morir de celos por ver cómo otras tocaban delante de mí aquello que momentos atrás era sólo mío. Ahora yo trataría de excitarle, haciéndole desear que los segundos y los minutos pasaran con celeridad para estar así más cerca de disfrutar de mi cuerpo en una de aquellas habitaciones en las que momentos atrás había prometido a varias prostitutas acudir para acostarse con ellas. Terrible tentación y loco deseo el que me invadía de ir a ellas con Joe, gemir entre sus labios sin pudor a que el resto de personas del lugar nos escuchara, es más deseaba que nos envidiaran por disfrutar de aquel prohibido placer que encontrábamos el uno en los brazos del otro... Deseaba estar entre sus brazos y el entre mis piernas, rompiendo con cada embestida suya la jaula de cristal que me tenía prisionera desde hacía más de 20 años.
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Mensaje por Joe Black Lun Jul 04, 2016 12:08 pm

Sus mejillas se sonrosaron fruto de aquella fuerte bebida alcohólica dotándola de ese aspecto divertido del que gozan las mujeres ebrias, de nuevo sus palabras aseguraban que vendría conmigo al infierno, mas todavía dudaba de la veracidad de tal afirmación.
Esa mujer parecía valiente, allí estaba sentada junto a mi fingiendo ser un hombre, haciendo lo mismo que tantas veces había odiado de su padre, sin duda era un buen paso para caminar hacia ese fuego al que yo la invitaba, mas no suficiente.

Sirvió dos nuevos vasos esparramando un poco del liquido sobre la mesa, el alcohol daba sus frutos y mi sonrisa se torno lasciva, la deseaba de todas las formas posibles, incluso vestida de hombre solo deseaba quitarle esa camisola y follármela hasta que no pudiera levantarseme mas.
Mordió su labio tentadora, como si fuera capaz de leerme el pensamiento para desabrochar despacio el primer botón de su camisa, por donde el sudor que propiciaba sin duda aquel ambiente viciado y el alcohol ingerido, resbalaba hacia aquellos pechos alzados por el corsee.
Mis ojos se centraron en esa gota que deseaba fuera mis labios y mi respiración se torno brusca, agitada frente a ella.
-Mis ojos y mis labios están aquí arriba monsieur, me temo que estáis tan distraído que si no os advertía no os enteraríais de mi pregunta- dijo entre risas acaparando de nuevo esos orbes castaños mi atención -Cuándo pensáis en mi o, simplemente se os viene mi nombre o mi cuerpo a la mente... ¿Qué es lo que pensáis o qué pensáis hacerme Joe? Si me permitís que os tutee...

Sonreí de medio lado dispuesto a contestar, mas justo en ese momento la dama juguetona decidió dar un paso mas dándome un jaque mate.
Su pierna se enredo con suavidad  por debajo de la mía y un jadeo escapo de mis labios al sentir como mi virilidad crecía endureciéndose salvaje deseando entrar en ella.
-¿Que siento? -susurré tratando de mantener la compostura con la voz ronca -que quiero follaros de todos los modos que mi perversa mente imagina.
Que lameros la piel ya se me antoja poco pues ahora mismo la impaciencia se apodera de mi nublándome mas el juicio incluso que la botella de absenta que tenéis delante.

La tome por los brazos con violencia sentándola en la mesa al lado de aquella botella ya medio vacía y poniéndome en pie la empuje contra la madera tumbándola en ella con suavidad.
-Os deseo tanto que me da igual quien mire -jadeé al ver como el sombrero caía al suelo dejando su larga melena al descubierto.
Mis manos aferraron su camisa de la que con un brusco tirón abrí al completo, jadeé contra su piel cuando mis labios se apoderaron de los pechos que sobresalían del corsee ligeramente.
-¿Queréis saber que siento? -gruñí bruscamente mostrándole contra su coño lo abultada que estaba mi entrepierna -que estáis entrando en mi infierno.
Desabroche su pantalón con una mano con suma destreza y del mismo modo que la camisa lo deslice por sus piernas haciéndolo caer al suelo.
Ahora la dama semidesnuda no distaba mucho de las demás putas del local, mis ojos rojos la buscaron ardientes mientras bajaba mis pantalones lo justo para que mi falo quedara al descubierto.
Lo tome con una mano sin dejar de mirar sus ojos mientras lo sacudía despacio frente a ella aproximándolo a la entrada de su vagina que completamente mojada se abría frente a mi.
Tome la botella con la mano para dar un profundo trago y dejar caer un buen chorro sobre sus pechos.
-¿que deseas? -pregunté siguiendo con su propio juego antes de introducirme envistiendola hasta hundir toda mi erección en ella.
Lamí el alcohol que ahora junto al sudor bailaba en su canalillo mientras jadeaba con cada movimiento contra la mesa que bailaba bajo nuestros cuerpos con un ligero vaivén.
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Dos hombres y un destino...el infierno de tus piernas [Celine][+18] Empty Re: Dos hombres y un destino...el infierno de tus piernas [Celine][+18]

Mensaje por Cèline Dampierre Lun Jul 04, 2016 5:18 pm

Mis juegos habían logrado su objetivo. La voz de Joe se tornó ronca, desgarradora y ahogada por hundirla en mis labios, por transformar sus palabras en gemidos y devorar mi cuerpo desnudo.

Mis deseos pronto se hicieron realidad pues aquel hombre estaba dispuesto a dejarse llevar por sus más oscuras intenciones y arrastrarme allí con ellas. Tiró de mi con fuerza y se deshizo sin pudor de toda mi ropa,su mirada se posó lasciva sobre mi cuerpo y con aquel espectáculo que estábamos dando, casi todas las miradas de la sala se posaron sobre nosotros,viendo incrédulos como aquel "muchacho" barbilampiño resultaba ser una mujer de largos cabellos y pechos firmes con la que muchos desearían gozar aquella noche tal y como lo hacía aquel otro hombre.

Haciendo caso omiso de todos aquellos espectadores, y sin muchos más miramientos, rompió la poca distancia que había entre nuestros cuerpos, quedando piel con piel, cuerpo con cuerpo. Parecía que ambos odiábamos el aire y el espacio que nos separaba pues siempre que teníamos ocasión tratábamos de romperlo y descuartizarlo para estar el uno dentro del otro...

Un sonoro gemido escapó de mis labios al sentirle al fin completamente y de manera tan brusca dentro de mi. Adoraba que no se andara con miramientos y me tratara de igual a igual, suponiendo que si a él le excitaba que una mujer fuera poco pudorosa con él en la cama él no tendría por qué ser cuidadoso conmigo para hacerme gozar.

Gozar... Verbo que se quedaba corto casi entre nuestros labios... -¿Qué deseas?- preguntó él entre embestida y embestida con aquella voz ronca por el placer... Me incorporé provocando que me clavara de nuevo su miembro hasta lo más hondo de mi ser. Jadee frente a sus labios y clavé mis uñas en su pecho, arañándolo y gozando al sentir su piel bajo mis dedos.-¿Qué deseo? Te deseo a ti. Deseo encerrarme en una habitación contigo y no salir de ella hasta que me hayáis hecho vuestra de todas y cada una de las maneras posibles... Deseo sentir cómo llenáis mi ser y mojáis mis piernas cuando lleguéis al éxtasis, deseo devoraros y bajar a vuestros infiernos... Pero también deseo dejar de regalar excitaciones a todos los presentes pues con vos puedo portarme como una prostituta si lo deseáis y no reprimirme lo más mínimo pero eso no significa que lo sea-

Clavé de nuevo con fuerza mis uñas sobre su pecho observando como más de un hombre de la sala había abandonado a su prostituta para acercarse a ver el espectáculo de una manera prudencial y, para mi sorpresa, ver cómo algunos incluso se daban placer a ellos mismos recreándose en aquella escena tórrida y lujuriosa que tenían ante ellos.

Separé mi rostro del suyo y lo fijé sobre una de las prostitutas que estaba más cerca de nosotros. -Siento deciros que no podréis subir a una habitación con este caballero, mas si nos preparáis una para nosotros solos os pagaré el doble de vuestra tarifa- De nuevo, mis manos sobre el pecho de Joe que me miraba con una mezcla de sorpresa y enfado por haber parado nuestra particular danza. Le empujé levemente sacando su miembro de mi y poniéndome la ropa interior.

Caminé hasta las escaleras siguiendo a la prostituta y evitando las miradas lujuriosas del resto de hombres de la sala sobre mi cuerpo y mis pechos. Una mano desconocida tomó la mía atrayéndome con fuerza hacia un cuerpo que no era el de Joe. Aquel era el cuerpo de un hombre que me doblaba la edad y también doblaba mi ingesta de alcohol de aquella noche. Sus ojos se posaron lascivos sobre mis pechos y sus manos se creyeron con derecho de poder quitarme la ropa interior pues fueron directas a las cintas de mi corset.

Forcejeé con él sin mucho éxito y mis ojos buscaron los de Joe clamando su ayuda. Sólo esperaba que su perversión no alcanzara los límites de ver cómo otro hombre trataba de tomarme por fuerza o aprovecharse de mi pues, al fin y al cabo, horas antes en el palacio, no le había desagradado la idea de que otro pudiera tomar mi cuerpo estando él presente.
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Mensaje por Joe Black Mar Jul 05, 2016 7:03 am

Jadeando me dejo allí solo, tras cubrir su cuerpo semidesnudo, para poco después acercarse a una damas a pedir una habitación para ambos, al parecer no le gustaba dar el espectáculo delante de tanta gente.
Sonreí de medio lado subiendo mi pantalón para tapar mi endurecida virilidad todavía húmeda por el sexo que aunque no concluso acabábamos de disfrutar frente a todos y picaramente mire hacia las escaleras recordando sus palabras.
Podía ser una puta para mi, mas no para otros. Veríamos si eso se cumplía al acabar la noche y llegar el alba.
Fue entonces cuando la vi forcejear con un tipo que me doblaba en tamaño mas desde luego ni en fuerza, ni en modales, ni mucho menos en inteligencia.
Mi gesto se tenso hasta sentir como mis uñas se hundían en mi piel haciéndola sangrar y sin disimular un ápice mis poderes sobrenaturales me plante en esas escaleras antes incluso de que alguien apreciara mi ausencia al otro lado de la sala.
Tome al tipo por el cuello con mis ojos tan rojos como el mismo fuego, mire su cara asquerosa, alzándolo unos centímetros del suelo hundiendo mi salvaje mirada en el.
Cerré el puño con rabia y sin ton ni son empece a golpear su rostro con todas mis fuerzas, la sangre saltaba con cada impacto así como sus dientes, mas yo estaba fuera de mi, incapaz de contenerme seguí golpeando a un hombre semiinconsciente que entre llantos pedía perdón a esa mujer que era mía, solo mía y que había intentado tocar.
Lo lance escaleras abajo mientras decidido me encaminaba hacia su maltrecho cuerpo para arrancarle mucho mas que el honor, quería matarlo, llevarme su alma al infierno, sajarle la maldita vida y de paso arrancar esas manos que momentos antes habían tocado lo que no era suyo, lo que era mio por derecho.
Mi respiración agitada no me daba tregua, la sala se quedo en silencio, asustada frente a la bestia que ahora sin reparo mostraba.
Mis pies resonaban huecos en la escalinata de cristal y el olor a sangre se extendía por mis ropas, mis manos y por el cuerpo de aquel hombre gordo al que pensaba devorar allí mismo.
Quizás no estaba siendo cauto teniendo a la inquisición y otras ordenes siguiendo mis pasos, mas poco me importaba a mi la razón ahora cuando la violencia había ya copado mi voluntad.
Los años de encierro no habían aplacado a la bestia que ahora completamente desquiciada bajaba los peldaños con la lentitud de un depredador que sabe que tiene a su presa mas que acorralada.
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Mensaje por Cèline Dampierre Mar Jul 05, 2016 3:33 pm

Mis ojos temerosos sin duda encontraron respuesta en Joe. Sin saber bien cómo había acudido a mi tan rápido, ahí estaba, desafiando al hombre que minutos atrás trataba de aprovecharse de mi y mi cuerpo. Lo que no imaginaba es que defendería mi honor de tal manera, violenta, sangrienta y con aquella furia en su mirada que, de nuevo, parecía tomar un color rojizo.

Estaba fuera de sí, desatado y, no contento con apartar a aquel hombre de mí, allí seguía él,destrozándole el rostro y la misma vida con cada puñetazo que le daba. En un principio me quedé ahí parada sin saber bien qué hacer o cómo debía reaccionar ante tal situación pues nunca había asistido a una pelea como aquella y menos aún siendo yo la causa de ella.

Cuando mis sentidos despertaron de aquel letargo en el que estaban sumidos, mis piernas reaccionaron y lentamente fui caminando hacia una de las prostitutas. Toda la sala había quedado en silencio, maravillada y asustada al mismo tiempo por la heroicidad y brutalidad de aquel acto. En un susurro apenas audible, rogué a aquella mujer de mala vida que preparara la habitación más alejada y privada, una jofaina con agua y jabón y toallas a cambio de pagarla el triple de lo convenido.

Convencerla no había sido una tarea fácil, tuve que añadir a aquella contante cantidad de dinero un incentivo para aquella pobre mujer. El silencio desgarrador, fruto de tal terrible violencia se vio pronto roto por los pasos de la misma persona que momentos atrás había provocado tal silencio.

Mirada perdida, sangre en las manos, la ropa y en el ambiente... Me acerqué lentamente a él, temerosa de que su ira le hubiera cegado tanto que no se diera cuenta de que era yo quien se acercaba. Aquella violencia desmedida sin duda alguna era fruto de algún pasado tormentoso, algo que en una ocasión le habría hecho perder los estribos y,desde entonces, llevaba a cuestas consigo como un reo que carga con su bola de plomo atada a su pierna.

No esperaba que me desvelara en esta noche oscura el por qué de aquella rabia, en aquel momento mi única preocupación era hacerle olvidar todo aquel dolor. Cogí su mano con suavidad y, con la mano restante giré su rostro para que me mirara a los ojos. -Joe, ya ha acabado todo... Gracias- deposité un suave beso en sus labios tratando de relajar aquel rictus de mandíbula apretada y ojos enfurecidos.

Mis labios se deslizaron hasta su oído para susurrar lentamente -He reservado una habitación para nosotros... subamos antes de que todos estos hombres se lancen contra vos... o antes de que el dueño se piense mejor el no denunciaros a la policía- Cerré mi mano en torno a la suya y le conduje con delicadeza hasta la habitación.

Cerré la puerta y me quedé allí, dándole la espalda tan sólo un segundo. Tomé aire y me giré con una leve sonrisa en el rostro. Mis pies me guiaron de nuevo hacia él y, sin pedirle permiso desabroché uno a uno los botones de su camisa y su pantalón, echándolos a continuación sobre el suelo.

Trencé con habilidad mis cabellos para apartarlos de mi rostro y caminé hasta la jofaina mojando una de las toallas. -Entiendo que quisieráis protegerme, pero no tenéis por qué contarme por qué habéis reaccionado así... por qué no habéis podido parar de golpear a aquella sucia sabandija- Me arrodillé frente a él y con suma delicadeza fui limpiando las heridas de sus nudillos por haber golpeado a aquel hombre.

Tonta de mi que no sabía de la naturaleza inmortal de aquel hombre, tonta de mi por pensar que el contacto con el agua en las heridas abiertas podría escocerle, y tonta de mi quizá por mostrarle mi lado cándido que seguramente a él se le antojara tonto, infantil y muy distante de aquella mujer que a él le gustaba.

Rasgué el bajo de mi camisa, impoluta en comparación con la suya y la coloqué a modo de venda sobre sus nudillos lastimados, cerciorándome de que las heridas quedaban bien tapadas. Me levanté del suelo y caminé de nuevo junto a la jofaina para mojar mi nuca y mi escote y respirar al fin tranquila. -Entiendo que seguramente querréis marcharos ahora, ya he acabado con vuestras manos, simplemente procurad que no os maten al salir del burdel-
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Mensaje por Joe Black Miér Jul 06, 2016 7:06 am

Una mano rozo mis dedos, tomándolos con firmeza mientras el olor de Celine me invadía, era ella, cerré los ojos cuando sentí su piel cálida girar mi rostro en un intento de hacerme entrar en razón y evitar que acabara poniéndome en evidencia, descubriendo mi condición frente a todos y cada uno de esos mortales cuyos cuerpos olían a sudor, sexo y alcohol.
Hundí mi mirada roja en la suya completamente perdido, quería matarlo, lo necesitaba, mi cuerpo estaba tan tenso que seguirla escaleras arriba sin terminar mi ansiada misión se me antojo un mundo.
Mas guiado por su mano como si de un niño me tratase lo hice, en silencio y confundido, aun con la respiración tan agitada que podía notar mi pecho subir y bajar enfurecido aun manteniendo la tensión sobre el otro puño que aun mantenía cerrado dejando un reguero de sangre a mi paso.
Entremos en una cámara de paredes blancas, presidida por un camastro iluminado en penumbra por una pequeña lampara de aceite.
La habitación era sobria, nada elegante con las cosas necesarias para echar un polvo rápido que complacería a cualquier mortal que en busca de unas piernas entre las que meterse no apreciaba mas detalles.
La dama se acerco a mi con un locuaz silencio, sus labios se curvaban mas en su interior podía sentir que andaba perdida, lo que había visto no le encajaba de mi y yo era mas que consciente de eso.
Sus manos sobrevolaron la tela de mi camisa, permanecí inmóvil mientras uno a uno y sin dejar de mirar mis ojos rojos desabotonaba los botones para poco después deslizando sus manos por mi torso apartar la camisa de mi piel lanzandola al suelo.
Hizo lo propio con mis pantalones, todas ellas prendas cubiertas de sangre.
Su cabello quedo trenzado frente a mis ojos, jadee sin dejar de mirarla sediento de ella en todas las formas posibles, mas aun así continúe esperando que era eso que la dama reservaba para mi en este extraño juego que se traía entre manos.
Un paño húmedo fue la respuesta, lo deslizo con suavidad por mi piel, como mi madre en mi infancia había hecho tantas veces, muchas de ellas también para limpiar la sangre que el inmortal que como padre me había acogido a mi y a mis siete hermanos había producido en mi tierna piel.
Hombre que nos enseño a ser lo que hoy eramos, unos monstruos sedientos de todo.
Mi mente evoco viejos recuerdos mientras el paño se deslizaba suave sobre el cuerpo ya de un hombre.
Nada quedaba en mi de ese niño inquieto de ojos claros al que su infancia le fue arrebatada demasiado pronto.
Las imágenes de las peleas se sucedían en mi mente como si de pesadillas se tratasen, nos enseño a luchar, a defendernos de todo lo malo pero a un alto precio.
Cada día amanecíamos bañados en sangre, mas por quien mas sufría era por mi pequeña hermana Aria, ella jamas llevo bien tan sanguinario entrenamiento.
Mi madre nos lavaba las heridas y nos preparaba para el entrenamiento de la noche siguiente, y así hasta que crecimos.
Fuertes, sádicos e inhumanos, listos para que mi madre nos hiciera como ellos inmortales.
Los recuerdos se agolpaban en mi mente, mi primera orgía, mi primera noche de sexo, mis primeras torturas, la primera vez que la vitae me invadió, mi primera muerte...
Volví a centrarme en ella al sentir como vendaba unas manos que ya casi habían curado por si mismas, y como de sus labios escapo la absurda idea de que me fuera.
Sonreí de medio lado caminando con firmeza hacia ella hasta arrinconarla contra un tocador con el que sin duda las putas se adecentaban para recibir a los clientes.
-¿Porque me voy a ir si has pagado la habitación y me has dicho que por esta noche tu y no otra seras mi puta? -pregunté apuntándole con mi falo endurecido que tomado por mi mano sacudía con suavidad entre mis dedos humedeciéndolo.
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Mensaje por Cèline Dampierre Miér Jul 06, 2016 9:30 am

El silencio había sido el protagonista mientras yo cuidadosamente limpiaba las heridas de aquel hombre. Él parecía sumergido en sus propios recuerdos o demonios interiores o, quizá incluso fueran ambas cosas, un pasado que le perseguía y le atormentaba de igual manera.

-¿Porque me voy a ir si has pagado la habitación y me has dicho que por esta noche tu y no otra seras mi puta? - dijo él sacándome de mi letargo. Lo que menos esperaba en aquel momento era que, tras aquella brutal paliza aún pensara siquiera en hacerme suya, o en excitarse siquiera en mi presencia.

Parecía que mis temores de haber perdido todo atractivo para él tras mostrar un lado más comprensivo y tierno, alejado de aquella piel de tigresa que portaba minutos antes en el salón eran del todo infundados. Me deseaba, y como confirmación de aquello tenía su miembro, agitándose entre sus manos y dispuesto a entrar de nuevo en mí.

Mordí mis labios, aprisionada entre sus brazos y aquel tocador. Mi cuerpo se giró lentamente, sonréi de medio lado y violentamente tiré de aquel tocador todo aquello que ocupaba su superficie. Volví de nuevo frente a él, matando a mi paso aquella estúpida distancia que quedaba entre nosotros y que nos separaba a ambos de aquello que más ansiábamos, el otro.

Tomé impulso y me senté sobre la superficie que momentos atrás habían ocupado frasquitos de perfume, cosméticos y peines, les eché una mirada divertida viendo cómo ahora descansaban hechos añicos en el suelo -Está visto que hoy destrozaremos el establecimiento... Sólo nos falta monsieur romper la cama que después sostendrá nuestros desnudos y sudorosos cuerpos- Clavé mis ojos en los suyos, claros como el mar, una mar furiosa y embravecida que arrasaba con todo a su paso ¿arrasaría conmigo también aquel hombre que a mi se me antojaba un dios atormentado? Mi mirada recorrió el camino de la perdición, perdiéndose ahora en aquel cuerpo perfecto hasta llegar a su miembro, erecto ya en toda su expresión. Sin ser casi consciente de ello, abrí mis piernas como una invitación para aquel demonio al infierno particular de mis piernas.

Mi espalda se apoyó sobre el frío espejo del tocador provocando que, al contacto,mi piel se erizara tal y como lo hacía cuando una caricia de Joe rozaba mi piel. Cerré mis ojos, evocando aquella deliciosa sensación y lentamente fui desabrochando su camisa que ahora llevaba puesta yo gracias a su ingenioso y particular juego.

Abrí mis ojos para ver el deseo reflejado en los ajenos y sonreí con una sonrisa maliciosa. Él se había acercado de nuevo a mi cuerpo, ansioso por hacerme suya de nuevo pero, al ver sus intenciones, cerré mis piernas y puse un dedo sobre sus labios. -Os recuerdo que teníamos un juego pendiente y que sólo me haríais lo que quisieráis si perdía bebiendo...- Interpuse la fría botella de absenta entre nuestros cuerpos, calientes por el deseo sintiendo como nuestras pieles se erizaban con su contacto -Y que yo sepa, aún no he perdido ante vos... Os tocaba preguntar monsieur-

Le empujé levemente con una sonrisa traviesa en los labios y di un largo sorbo de la botella de Absenta, sin duda, adoraba dejarle con la miel en los labios.
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Mensaje por Joe Black Miér Jul 06, 2016 3:54 pm

Sus piernas se abrieron frente a mis ojos que se desviaron perspicaces recorriendo su cuerpo con deseo para centrarse en el acalorado centro de sus piernas. Entreabrí mis labios masturbándome con suavidad con una sonrisa de medio lado dispuesto a acortar tanto la distancia que introducirme en ella solo fuera el principio.
Mas como si leyese mis intenciones, sus piernas se cerraron para interponer entre nosotros la gélida botella de absenta que para nada enfriaba mis ganas.
La mire con picardia cuando esta se la llevo a los labios dispuesta a seguir jugando, sin duda esa mujer era sorprendente.
Acababa de verme casi matar a un tipo y allí estaba frente a mi, con los ojos dilatados por el deseo tratando de averiguar algo de la bestia que aun no conocía.
-Veamos -susurré mirándola con descaro mientras mis dedos se paseaban diestramente por sus piernas cerradas ascendiendo peligrosamente hacia su cálida entrepierna -¿sois hija única?
Casi me echo a reír cuando la pregunta que un mortal tonto haría escapo de mis labios, se ve que la absenta empezaba ha hacer efecto en mi. Tome la botella de sus manos para dar un profundo trago.
-¿os ha puesto cachonda ver como os defendía ahí abajo?
Hundí mis ojos rojos en los ajenos, aquella si era una pregunta propia de la bestia que yo era, siempre dispuesta a jugar con los dobles sentidos, irónico y perspicaz.
La otra solo la de un hombre dispuesto a enamorarse y yo no estaba dispuesto a eso, ni siquiera había experimentado ese sentimiento por el cual había visto caer ciudades, abanderar guerras, destruir a hombres y hundir barcos.
Por el contrario por meterte entre las piernas de una mujer no solía formarse tan gran escándalo.
¿amor? Sentimiento mortal que a mi no se me permitió experimentar, llegaba tan reventado por las palizas de mi padre, que ni fuerzas me quedaban para eso, aun así, claro que conocí mujeres, mujeres que mi padre me presento, la mayoría inmortales como yo ahora que me llevaron por el camino de la perversión, el descontrol y la lujuria, que jugaron con un humanos hasta borrar todo rastro de humanidad de el.
¿Amor? El sentimiento de los ilusos que se marchita con los años, de los cobardes que temen la soledad y de los necios que no saben que para que tener a una cuando todas es menos complicado.
Volví a centrar mis ojos en aquella mujer preciosa, perfecta, a la que deseaba por encima de todas las cosas en aquella noche estrellada
-Dime ¿Qué quieres saber de mi? -pregunté con descaro volviendo a pegarme a ella, esta vez abriendo sus piernas yo mismo con mis manos para meterme en su centro rozándola con mi hombría.
-Estoy tan excitado que como este juego no termine juro que te violo sobre el maldito tocador, romperé la habitación y tu alma si es necesario con ella -gruñí antes de apoderarme de su boca.
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Mensaje por Cèline Dampierre Vie Jul 08, 2016 3:07 pm

La impaciencia era la prisionera de su cuerpo en estos instantes, podía sentirla en sus manos impacientes que trataban de hacerme creer que recorrían mi piel lentamente, sin prisas, pero yo sabía que era todo lo contrario. Sabía que moría por volver a conquistar el centro mismo de mi cuerpo, hundir su miembro con brusquedad de nuevo y hacerme gemir de placer ¿Acaso no era lo que ansiaba yo también? Claro, pero si algo había aprendido de pequeña era que cuando te privaban el tiempo suficiente de algo que deseabas, cuando lo conseguías lo disfrutabas aún más y, no sólo eso sino que calaba tan hondo en ti que siempre lo recordarías y formaría parte de ti.

Eso quería hacer yo, calar tan hondo en Joe como él lo estaba haciendo conmigo; Joe portador de caricias lascivas y sutiles al mismo tiempo, Joe libertador de aquella jaula de cristal y Joe defendiéndome de las manos de otro hombre...

Quería hacerle enloquecer, que deseara mi cuerpo y mi compañía casi hasta el punto en el que la ausencia de los mismos le quemara la misma piel y le doliera. Ansiaba que él ansiara de mi y debía reconocer que yo misma ardía al imaginarle en brazos de otra, dedicándole las mismas caricias y los mismos gemidos que yo creía míos exclusivamente.

Mordí mis labios disfrutando de cada roce de su piel y mis ojos se cerraron lentamente, sintiendo y magnificando tan deliciosa sensación. Sus preguntas me hicieron salir de aquella ensoñación y una sonrisa se dibujo en mis labios. ¿Acaso pensaba en serio que creería que le interesaría un detalle tan trivial? -No, no soy hija única. Mi hermano es Francis Dampierre, quizá le conozcáis si tenéis conocidos en la corte o en el ejército... Se podría decir que es el único hombre en el que confío-

Respondí a su pregunta sin saber muy bien por qué pues sabía que aquello no le interesaba lo más mínimo, que sólo era una formalidad o el preámbulo de lo que realmente quería preguntarme. Ahí estaba, la certera puñalada, su verdadera curiosidad y de nuevo sus manos rozando mi tibia piel.

¿Me había puesto cachonda? No sabría decirlo... no sabría explicarlo pues lo que había sentido era sin duda alguna un cúmulo de sensaciones contradictorias. -Podría darte mil respuestas y no podría darte ninguna al mismo tiempo Joe...- De nuevo sus ojos rojos clavados en los míos y de nuevo aquella sensación de peligro y familiaridad... Deslicé mis dedos fríos ya por el contacto de la botella de absenta y los posé sobre su espalda.  -Me ha excitado que el hecho de que otro hombre pusiera sus manos sobre mi cuerpo os enfadara, me ha excitado que no hayáis dudado en defenderme, me ha excitado en cierto modo ver vuestro cuerpo en la lucha... Pero también he temido por vos y vuestra alma... He temido vuestra brutalidad y me inquietan los motivos o los hechos que os impidan parar tal masacre... temo el dolor que podéis haber sufrido para actuar así y temo que vuestros propios demonios os destruyan...-

Mis dedos, gélidos y tranquilos, se deslizaron suavemente recorriendo su espina dorsal con lentitud, memorizando cada recoveco de su fría piel y ansiando hacerle estremecer con mis caricias como él conseguía hacer conmigo. Abrió mis piernas y pude sentirle ansioso de nuevo,entre mis piernas clamando por conquistarlas y de nuevo ahí estaba, una pregunta y sus labios sobre los míos, prometiéndome llevarme al infierno mismo si hiciera falta con tal de hacerme enloquecer.

¿Quería jugar? Jugaríamos a su mismo juego y trataría de ganarle en aquello que él ya daba por vencido desde el momento mismo en que posó sus claros ojos sobre losmíos, oscuros y ansiosos por huir con los suyos. -Tomad asiento porque por ahora creo que el juego está comenzando tan solo... ¿Estáis casado?-

Cerré de nuevo mis piernas con una sonrisa traviesa en los labios. En contrapartida, pegué mi cuerpo al suyo, dejando mis pechos ensalzados por aquel corset, jaula y premio al mismo tiempo, pegados al suyo, subían y bajaban causa de mi agitada respiración causa de aquel hombre que tenía frente a mi. Mismo juego,mismas preguntas, algo que realmente no deseaba saber con toda certeza y algo que realmente me inquietaba -Por qué vuestros ojos antes claros, toman el color de la misma sangre en ocasiones? ¿Sufrís alguna enfermedad que os cause tan extraña patología?

Pegué mis labios a su cuello y lo recorrí lentamente con mi lengua hasta llegar a su oído -Podría ayudaros... tengo conocimientos médicos... o podemos hacer muchas otras cosas juntos...- Despegué bruscamente mi cuerpo del suyo y posé mis labios sobre la fría botella de absenta. Bebí otro trago derramando intencionadamente un fino reguero de la misma por mi pecho -¿Y vos qué más queréis saber de mi?
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Mensaje por Joe Black Dom Jul 10, 2016 5:22 am

Aquella dama jugaba fuerte, cuando creí con sus piernas abiertas y con mi falo casi volviendo a rozar sus prohibidas bragas que tocaría el infierno, volvió ha apartarse cerrándolas con una picara mueca. Quería jugar, y lo quería hacer conmigo.
Marcar ella el ritmo a golpe de caderas, el juego del desconcierto, donde las preguntas se enmascaraban de deseo mientras el alcohol recorría nuestros cuerpos haciendo el resto.
-¿Casado? Sonreí de medio lado admirando su belleza al tiempo que mis ganas aumentaban cuando la jaula encorsetada aproximaba sus voluptuosos pechos agitados contra mi cuerpo deseosos de mas.
-Lo estuve, hace ya bastante tiempo -respondí con cierta indiferencia -casi en otra vida.
Pude ver como su rostro cambiaba, como aquella respuesta inesperada para ella curvaba ligeramente sus labios acaparando su curiosidad.
Ladeé la cabeza admirándola, mas no tarde en aproximarme dispuesto a barajar nuevamente las cartas mientras me masturbaba lentamente frente a ella.
-¿Enfermo? -pregunté incrédulo de que a estas alturas mi vitalidad no hubiera quedado sobradamente demostrada.
Aunque claro, si bien era cierto que los muertos no gozan de salud ni de vida, podía tener cierta razón en sus afirmaciones.
Negué con la cabeza entreabriendo los labios para dejar escapar de ellos un jadeo al tiempo que mi mano acompañaba a mi miembro sacudiéndolo con suavidad frente a ella.
-No estoy enfermo, soy un monstruo -advertí con total seriedad, con la respiración entrecortada y sin dejar de avanzar hacia su cuerpo que parecía ahora si, ansiar el mio con descaro.
No necesite abrir sus piernas pues estas vibraban aun cerradas mientras buscaba la lejanía de mi cuerpo bebiendo de aquella botella con cierta torpeza, pues el verduzco liquido escapo de sus labios derramándose por su cuello hasta alcanzar aquel vertiginoso escote.
Sonrisa ladeada siguiendo el recorrido de las gotas fue mi respuesta, hasta que mis labios ansiosos se apoderaron de ellas, lamieron con brusquedad la parte superior de sus pechos saboreando el sudor y el alcohol mezclados en ellos.
-Soy un monstruo sanguinario -susurré contra sus pechos guiando mi boca hacia su cuello, siguiendo el sendero que la derramada bebida había surcado a fuego.
-Me alimento de sangre -jadeé al alcanzar su yugular sintiendo ahora si como su vitae alborotaba pasaba salvaje por ella bajo mis labios.
Abrí sus piernas con brusquedad nuevamente e hice a un lado sus bragas introduciendo de forma salvaje dos de mis dedos, sacudiéndolos con premura en un sexo completamente mojado.
-Me deseas -confirmé arrastrando mis dos colmillos por su tierna piel.
-Y yo te deseo a ti -musite contra su cuello -déjame entrar
Aquella afirmación que parecía mas un ruego que una orden, era mas bien una alegoría de lo que seria su vida si lo hacia.
Si me dejaba entrar no solo en su coño mojado, si no en su vida, en sus venas palpitantes, ella nunca seria la misma, la arrastraría hasta el infierno conmigo, su jaula desaparecería rompiéndose en mil pedazos y el caos formaría parte de su yo.
No tenia ni idea de como deseaba corromper hasta el ultimo musculo de su cuerpo.
Ahí creo que entendí porque no hay que invitar a un vampiro a casa, casi se me escapa una carcajada divertida por las absurdas leyendas que de nosotros, los de mi condición circulaban.
-Déjame entrar -gemí contra su cuello estimulando su clítoris con la palma de mi mano sin dejar de deslizar mis dedos por su cálido interior.
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Mensaje por Cèline Dampierre Dom Jul 10, 2016 9:38 am

Él afirmaba haber estado casado, casi en otra vida de hecho de la de tiempo que había transcurrido de aquello. Debía afirmar que aquello no lo esperaba, no le veía capaz de amar aunque claro, quizá sólo estuviera casado por imposición de su familia. Ante mi tenía un monstruo, o eso afirmaba él, mas a mi se me antojaba todo lo contrario. Para mi aquel hombre era perdición y locura pero también, me estaba demostrando que podía ser la tabla que me mantuviera a flote en un naufragio, la salvación al tedio y las apariencias, el hacha que derribara las paredes de cristal de mi jaula.

Sus labios de nuevo en mis pechos y mi piel erizada ante su contacto. ¿Un monstruo que se alimentaba de sangre? ¿Acaso pensaba todavía que era una niña tonta a la que le asustaban las historias de viejas para no dormir? -Estoy de acuerdo, sois un monstruo, un monstruo entre mis piernas y sobre mis pechos... Un monstruo porque me enseñáis placeres prohibidos, un monstruo del que quiero conocer todas sus caras y bajar a su propio infierno...-

Gemí,o más bien gruñí, al notar la brusquedad con la que me abría de piernas y metía sin contemplaciones dos dedos dentro de mí. -Joe...- gemí sobre su oído mientras mis uñas, impacientes se clavaban sobre su espalda.

Me deseaba, le deseaba pero dudaba mucho que él llegara a imaginar lo que le deseaba. El desconocía la de fuerzas que había tenido que reunir para no abalanzarme sobre él nada más entrar en esat habitación, lo que ansiaba que hubiera acabado pronto nuestro juego para que me hiciera suya y me descubriera todo lo que él tenía reservado en su mente para mi.

Déjame entrar... dijo él casi como un ruego, una orden, una súplica desesperada de ser uno de nuevo y yo, yo ansiaba, necesitaba sentirle ya dentro de mi, embistiéndome y haciéndome gemir -¿Acaso no sabes que tienes la llave para entrar desde hace tiempo? Que no debo dejarte entrar, puedes entrar siempre que se te antoje, entre mis piernas, en mi habitación y en mi existencia, volviéndola patas arribas y librándome de los barrotes de esta jaula- Mis labios buscaron los suyos, con desesperación casi y mis dientes mordieron sus labios quizá con más fuerza de la debida, pero la pasión y el desenfreno llamaba a mi puerta rogándome que me entregara a aquel hombre para gozar de sus brazos, su miembro, sus caricias y su simple compañía.

-Déjame tu a mi entrar, dame la llave a tu cama, a tus infiernos y hazme enloquecer como cuando antes me has puesto sobre la mesa sin contemplaciones... con esa intensidad- Deslicé una demismanos hacia su miembro, cogiéndolo mientras la otra apartaba con cierta brusquedad la mano de Joe que estaba hundida en mi sexo. Cerré los ojos y, cuando volví a abrirlos hundí su miembro entre mis piernas, dejando que un gemido escapara de mis labios, clamando más.

Pegué mi cuerpo al suyo, con la respiración agitada y mis pechos pegado al suyo, clamando por librarlos de aquella prisión que los ensalzaba y los ahogaba a partes iguales. Rodeé con mis piernas su cintura, atrayéndole hacia mi y salvando la poca distancia que quedaba entre nosotros.

Cerré los ojos disfrutando de aquella deliciosa sensación de sentirle completa y bruscamente dentro de mi y, pasados unos segundos, comencé a mover mis caderas al compás; despacio al principio, para que sintiera cada centímetro de mi y, poco a poco más rápido hasta que sus embestidas se tornaron frenéticas.

Parecíamos dispuestos a cumplir nuestras intenciones de romper la habitación misma y todos sus muebles aquella noche pues, con cada embestida suya, el tocador golpeaba con fuerza la pared. Una pared que se antojaba de papel y supuse que, o bien acabaríamos rompiéndola y follando en la habitación de al lado, o bien romperíamos el mueble y acabaríamos haciéndolo en el suelo...

-Entra y no salgas ya Joe... y déjame a mi entrar en tu infierno y entender a tus demonios...-
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Mensaje por Joe Black Lun Jul 11, 2016 1:54 am

No solo me dejo entrar si no que acompañando a aquellas palabras que me prometían el infierno introdujo mi miembro en su interior con fuerza, endurecido, como si nunca hubiera debido de salir de esas calientes paredes que lo atrapaban con virulencia.
Las embestidas se tornaron salvajes, el mueble bailaba bajo el culo de la dama golpeando la pared con cada movimiento. Sus pechos rozaban mi rostro, dejándome lamer aun los restos de alcohol que quedaban en ellos.

Quería mas, y lo queria ahora, no iba a detenerme en confesiones vagas, pensaba enseñarle el porque debía tomar en serio mis palabras.
-Soy un monstruo -gemí volviendo a empotrarla contra la pared mientras introducía su pecho en mi boca mordiendo con suavidad su pezón.
-Tu monstruo -gruñí antes de hundir mis colmillos en la parte superior de su teta dejando que un reguero de sangre surcara los caminos de nuestra perdición muriendo ahogadas las gotas en ese duro pezón.

Miso ojos rojos buscaron los suyos por un segundo justo antes de lamer la sangre con mi lengua mostrandole sendos colmillos que ya no dejaban duda alguna de que yo era un vampiro.
Pude ver el miedo en sus ojos y eso me excito.  Una nueva embestida y el mueble crujió desquebrajándose bajo su cuerpo.
Sonreí de medio lado tomándola entre mis brazos para darle la vuelta haciendo que su cuerpo quedara pegado ahora contra la pared mientras la sujetaba del cuello con fuerza para volverme a hundirme en ella sin control.

El juego había acabado, quería conocer mis demonios, mi infierno y ahí los tenia.
Ese era yo, el monstruo insaciable que la follaba casi dejándola sin respiración y que con cada embestida la hacia alcanzar el mismo infierno.
Abrí mas sus piernas con mi mano, buscando su clítoris con mis dedos sin dejar de entrar y salir tan fuerte que su cuerpo rebotaba contra la pared hasta pensar que podía romperse.
-Así pequeña -susurré oyéndola gemir cuando mis yemas trazaron círculos sobre su bulba.

Sus pechos rozaban la pared estimulándose mientras mis dientes surcaban su espalda sajandola una y otra vez, llenándola de aquel liquido carmesí que era mi perdición.
Me estaba volviendo loco de placer, descontrolado, la sangre goteaba por mis labios resbalando sin rumbo por mi barbilla.
-tócate -susurré deseando verla disfrutar hasta el máximo extremo, que perdiera los tabús que la sociedad imponía sobre el decoro y sobre como una dama debe o no comportarse en la cama. Hoy era mi puta, ella así lo había querido y yo quería tenerlo todo de ella.
Del mismo cuello la lance sobre la cama con brusquedad, la contemple caminando decidido hacia ella mientras volvía a invitarla con lujuria a seguir jugando
-Mastúrbate para mi -gruñí mirando a la dama que perturbada y jadeante me miraba entre las sabanas blancas ahora manchadas de vitae -hazlo.

Mi voz sonaba a orden, y lo era, si era necesario pagaría por sus servicios, mas esa noche, quería sacarla de esa jaula, quería ver como ella en la intimidad de su cuarto se acariciaba sola dejando volar su mente lejos de esos barrotes en los que estaba enclaustrada.
Tome una de las botellas de absenta y bebí sin pausa sediento sin dejar de mirarla.
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Mensaje por Cèline Dampierre Miér Jul 13, 2016 3:00 pm

Aquel hombre era capaz de poner la miel en mis labios y  hacerme llegar al éxtasis casi sin proponérselo. Sus labios buscaban los míos, su cuerpo pedía del mío y el mío parecía necesitar del suyo para seguir existiendo. Sus labios buscaron ahora mi pecho devorándolo, y mis ojos se cerraron ante aquel sublime y prohibido placer.

Placer que fue sustituido por un mordisco, un mordisco violento y profundo. Abrí mis ojos y mis labios, con intención de echarle un buen rapapolvo a Joe por su fuerza excesiva en el mordisco, me gustaba que nos dejáramos llevar por la pasión pero la brutalidad tenía sus límites. Mis labios querían gritar para encarar a aquel hombre mas estos enmudecieron al contemplar la sangre resbalando por mis pechos, los ojos rojos, ardientes de aquel hombre y aquellos blancos y afilados colmillos en sus labios.

Sí, parecía que no mentía cuando me hablaba, era un monstruo, un monstruo salido de los libros y las historias de viejas. Un monstruo en el que nunca había creído y que ahora se presentaba antes mis ojos vívido y tan real como lo eran sus besos y sus caricias.

El miedo reflejado en mi rostro, y la satisfacción de verme así reflejada en su sonrisa y en su miembro erecto. Le excitaba mi miedo y eso, no hacía sino asustarme más. La contradicción reinaba en mi cabeza, donde tenía lugar una ardua lucha interior. Una lucha entre entregarse a la pasión de aquel hombre aterrador que no cesaba en sus intentos por mantener mi excitación y entre huir despavorida de sus brazos para no volver jamás ¿qué hacer, qué decisión tomar?

Como única respuesta, el mueble que antes me sostenía se resquebrajó bajo mi cuerpo. Mi cuerpo, no obstante, no cayó al suelo con los trozos de aquel mueble pues, las manos fuertes de aquella bestia me sostuvieron alzada, casi sin ningún esfuerzo. Me encontraba en la cama, desvalida, atrapada entre las paredes de papel y la mirada de aquel hombre que prometía hacerme extasiar, extasiando él también con mi placer y mi sangre.

Instintivamente fui alejándome de aquellos ojos rojos, avanzando hacia atrás en la cama hasta que topé con la fría pared -¿Qué eres?- pregunté aterrorizada. Estúpida pregunta pues ya sabía lo que era, pero mi cerebro necesitaba preguntarlo en voz alta y escucharlo de sus labios para poder asimilar que todo esto no era otra de las pesadillas que me asolaban por las noches. -¿Vas... vas a matarme cierto? Sólo jugabas con la comida antes de comértela ¿no es cierto?-

Mis ojos marrones se perdieron en esos de color rojo como la sangre que caía por mi espalda y mis pechos y que, momentos atrás eran del azul del mar. Deslicé mis ojos por la habitación buscando posibles vías de huida. Gritar estaba descartado, nadie en aquel lugar prestaría atención a los gritos de una habitación, correr tampoco era una opción pues... momentos atrás había tardado escasos segundos en atravesar la planta baja para llegar hasta el hombre que me mantenía agarrada. De nuevo mis ojos sobre los suyos, buscando la compasión, que esperaba no fuera tan inexistente, y los retazos de corazón que había demostrado tener cuando me abrazó en el lago ¿Conseguiría sobrevivir a aquello? ¿O sería una tonta polilla que muere al acercarse atraída por la mortal y peligrosa luz de una vela?
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Mensaje por Joe Black Jue Jul 14, 2016 3:20 am

Terror, eso era lo que ahora su cuerpo tenso por la sangre que fluía por su blanca piel y resbalaba por mis labios le generaba.
Atrás habían quedado los momentos de pasión, ahora su respiración agitada no era por el falo que aun sujetaba entre mis manos, si no mas bien por el pánico que mi mirada roja le otorgaba.
Acorralada contra la fría pared busco con su mirada el modo de huir de mi, como si aquel deseo, pudiera cumplirse en el caso de yo desear matarla.
Sonreí de medio lado antes de darle la espalda en busca de las ropas que por el suelo se hallaban tiradas.
Tome los calzones que coloque con rapidez sobre mi cuerpo tapando así la patente excitación de la que aun hacia gala mi hombría.
Tras esto deslice por mis piernas los pantalones antes de volver a hundir mi mirada en la ajena.
-Soy un vampiro, un monstruo milenario que se alimenta de sangre y si, mato y ese es mi único sustento.
Sonreí mostrandole mis colmillos esperando, como no, que saliera despavorida por la puerta ahora que la distancia entre nosotros era mas que palpable.
-Cuando llegues bajo, pide que suba una puta -rugí con desprecio acabando de abotonarme el pantalón.

Entendía su reacción su miedo, mas aquella mujer en la que había visto algo especial ,ahora se me antojaba un pájaro asustado en busca de su jaula cristalina en la que refugiarse. Jaula de la que quizás jamas saliera, en la que para no mentir debería haberse quedado.
Posiblemente en su cabeza la idea de un prometido ahora ya no se le antojaba tan descabellada.
¿Donde había quedado la idea de bajar conmigo a los infiernos? No había dejado de avisarla, en ningún momento jure que seria el hombre que al parecer ella esperaba.
¿Entonces? ¿A que venia tanta sorpresa?
Habia reconocido que le excitaba verme casi acabar con la vida de aquel mortal por tocarla ¿ahora era yo el peligroso cuando de no haber intercedido otro la hubiera forzado?
Si, yo era peligroso, yo era letal, y no, no pensaba disimularlo.

Sonreí de medio lado deslizando la camisola por mi cuerpo para así quedar completamente vestido y camine con decisión hacia la silla del tocador para acomodarme sin dejar de mirarla.
Tome la botella del suelo dando largos tragos, esperando que el miedo que la atenazaba pasara y que cumpliera mi voluntad, enviar a alguien que saciara mis bajos instintos y como no, el enfado que ahora surcaba mi cuerpo haciéndolo temblar de la rabia.

-¡Vete! -ordené hundiendo mis ojso azules en los ajenos -¡vuelve a tu jaula! Mas te aseguro que cuando te desposes y ese te tome por las noches, tu único aliciente sera pensar en mi. En como yo te tome aquella noche en la que sentiste que podrías ser feliz, libre.
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Mensaje por Cèline Dampierre Jue Jul 14, 2016 7:58 am

Sus palabras y sus ojos destilaban rabia y furia. Aquel mar de sus ojos se me antojaba ahora un mar embravecido y peligroso, pero lo que él no sabía es que yo también tenía mi carácter. Sus palabras ácidas calaron mi ser ¿acaso pensaba que podía aceptar como si nada el hecho de haber yacido con un vampiro?¿O simplemente creía que aceptaría tan tranquila el hecho de que existían criaturas que sólo imaginaba en cuentos e historias de terror?

A cualquiera que le contara esto me diría que estaba loca, de hecho mi padre me encerraría de buen grado en un manicomio matando así dos pájaros de un tiro. Todo esto parecía irreal mas la sangre que brotaba y resbalaba por mis pechos y mi espalda afirmaba todo lo contrario. Cerré los ojos y llevé una mano a mis sienes tratando de asimilar todo aquello, todo aquel mundo nuevo que se abría ahora ante mi, o quizá más que un mundo, un infierno como el bien había definido momentos atrás.

Mis vacilaciones se vieron interrumpidas por aquella voz que conocía bien, sólo que ahora intervenía con un deje amargo y rencoroso. -Cuando llegues abajo, pide que suba una puta- Apenas había sido consciente de que se había vestido mientras yo seguía con mi desnudez como única ropa.

Cerré mi puño, con rabia contenida y clavé mi mirada en la suya. Su mar embravecido contra mi noche tormentosa, su ira contra mi enfado... Me levanté de la cama sin aflojar la presión de mis manos, tomé su camisola y me la puse por encima. Le observé un instante, botella en mano, llevándosela a los labios; me acerqué a él y de un manotazo le tiré la botella al suelo, haciéndola añicos. Deslicé ahora mi mano hasta su mandíbula y la elevé obligándome a mirarme a los ojos -Escúchame bien vampiro engreído, a mi nadie me da órdenes y menos tú, así que si me quieres pedir algo lo haces de buenas maneras-

Me alejé de nuevo su cuerpo, era curioso como al principio de la noche luchábamos por separarnos, luego por salvar las distancias entre nuestros cuerpos y ahora, de nuevo, por poner distancia entre ellos. -Si quieres una puta tienes piernas para bajar tú y elegir a la que más te guste y te baje la erección que te he provocado yo-

Anudé las cintas de su camisola y remangué las mangas que me quedaban largas. -Me iré solo cuando yo desee, y volveré a mi jaula del mismo modo. Y que os quede claro, el día que me despose dudo mucho que piense en vos cuando me abra de piernas- Trencé mis cabellos y volví de nuevo mi cuerpo frente al suyo, con la rabia y la frustración reflejada enmis ojos, ardientes y bravos.

-Seréis vos quien se acuerde de mi cuando engatuse a otra dama prometiéndola librarla de su jaula para luego morderla y esperar que ella acepte como si fuera algo normal que el hombre con el que ha yacido sea un personaje de historias y cuentos de viejas-

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