Una nueva vida (Cèline Dampierre)

por **Moira Landvik** Sáb Jul 02, 2016 5:27 pm

Entré por primera vez en aquel local que había adquirido el día anterior. Erlend me había animado a montar mi propio negocio con las plantas curativas y remedios naturales con los que llevaba milenios ayudando a los demás, en lugar de ir por las aldeas ofreciendo mis servicios a cambio de nada, o casi nada. Aunque no desechaba la idea de seguir haciendo sendas cosas.
Me gustó la idea desde que la escuché, aunque aquello significase quedarme más tiempo de lo que estaba acostumbrada en un lugar, tampoco era capaz de separarme del vampiro que había conquistado mi corazón con su cabezonería, a sabiendas de que el suyo no sería nunca mío.
No me costó encontrar un local disponible a las afueras de la ciudad, y comprarlo tampoco supuso un problema; llevar en el mundo varios milenios ayudaba a ahorrar.
Así que, allí estaba yo, en medio del nuevo herbolario, pensando en como iba a decorarlo. Debería también aislar del sol una habitación en la parte de atrás, para mis clientes un tanto sobrenaturales, y por si algún día se me antojaba descansar allí. Quizás también debería poner algún lecho por si llegaba alguien en busca de ayuda.
Comencé moviendo alguno de los muebles que se habían dejado los anteriores dueños, y que me servirían como mostradores y expositores, más quería darle otro ambiente más místico al lugar. Le pediría a Erlend que me ayudase, al fin y al cabo, la idea había sido suya.
Como tenía poco más que hacer, me dispuse a limpiarlo todo y sacar fuera lo innecesario; algunos muebles y varias cajas fueron desechadas...más todo el polvo y mugre que tenía aquel lugar no sería tarea fácil de limpiar.
Se me fueron varias horas a base de escoba y paño para dejar todo listo para ir llenándolo con los productos idóneos para el local.
Me di cuenta de pronto que algo se me escapaba; ¿y que sería del negocio durante el día? Necesitaría de un empleado que llevase el negocio mientras el sol ofrecía su presencia. Alguien en quien confiar, y también a quien enseñar mis conocimientos.
Era reticente a meter a nadie en mi vida en aquellos momentos, más no tenía otra opción. Cogí una pluma y un papel de mi bolso y me dispuse a escribir una cartel para ofrecer el puesto.
- Total, por probar.- susurré para mí misma mientras colocaba el cartel en el cristal de la entrada antes de cerrar la puerta al salir.
"Luz de Velas", pensé..será un nombre original.
Faltaba poco para que saliese el sol, y por esa noche ya había hecho demasiado. Deseaba volver a la cabaña, y ver a Erlend antes de acostarme. Solo por ver su rostro antes de dormir, merecía la pena seguir en París.

por **Cèline Dampierre** Mar Jul 05, 2016 8:18 am

Sólo aquellos que me conocían mejor sabían que no era una mujer sin inquietudes, de aquellas cuyo único afán era quedarse en casa bordando y recibiendo las visitas decorosas con té y pastas. No, mi madre me había inculcado desde pequeña la pasión por ampliar mis horizontes, por conocer más cosas de las que supuestamente debía saber; era por esto que, aunque no se me permitía estudiar en la universidad, había estudiado en casa de numerosos libros cosas relacionadas con anatomía, medicina y los usos medicinales de muchas plantas.

Aquel mundo me fascinaba y me inquietaba al mismo tiempo pues muchas de las plantas que todas las mansiones tenían decorando sus jardines podían usarse tanto para obtener resultados beneficiosos como para ser venenos si caían en las manos inadecuadas.

No obstante, había plantas beneficiosas para la salud que eran muy raras y díficiles de encontrar y esas eran las que yo deseaba encontrar. Había muchos herbolarios en París mas pocos eran establecimientos serios. Muchos herbolarios se lucraban vendiendo remedios tales como sangre de dragón que no era más que agua coloreada con un tinte y remedios similares. Odiaba aquellos establecimientos, eran un fraude y se aprovechaban del desconocimiento y la necesidad de la gente.

No obstante, un conocido me había dicho que pronto abriría sus puertas en París un nuevo herbolario. Uno que me aseguró que sería serio, con plantas traídas de los más recónditos e inesperados rincones del mundo y, sobre todo, uno cuya dueña tenía experiencia en hacer preparados medicinales y, sobre todo, tenía buen corazón pues no solía cobrar a aquellos más desfavorecidos.

Por todos esos motivos,aquel día me había enfundado un vestido nada ostentoso, algo cómodo y fresco con lo que no llamara la atención por las calles de París. Siguiendo las indicaciones que me habían dado, llegué hasta el local con aquel curioso nombre "Luz de velas" y observé su exterior. Era un local modesto, sin pretensiones, nada que ver con los locales de charlatanes que ponían incluso enanos o payasos en sus puertas para llamar la atención de la gente. Acerqué mi rostro a los cristales tratando de vislumbrar algo, o simplemente ver si estaba abierto. No parecía abierto al público mas una pequeña luz podía vislumbrarse al fondo de aquel establecimiento.

Alisé mi vestido y llamé con mis nudillos a la puerta esperando ver si obtenía o no contestación. Quería saber si por fin, podría acudir a un herbolario decente con una dueña a la altura.

por **Moira Landvik** Mar Jul 05, 2016 6:18 pm

Me encontraba en la trastienda ordenando en recipientes de vidrio algunas hierbas y raíces que había recolectado y otras que tenía en la cabaña, cuando me pareció escuchar unos golpes en la puerta.
Era extraño, pues el establecimiento estaba todavía cerrado al público; calculaba que en un par de días, si Erlend me ayudaba, todo estaría dispuesto para la apertura. Cogí el quinque con el que me estaba iluminando, y salí tímidamente al centro del herbolario.
Volvieron a llamar a la puerta, y una carita angelical asomó por uno de los cristales. Sonreí y caminé la distancia que me separaba de la puerta.
Al abrirla, una pequeña campanita colocada el día anterior sonó débilmente, y el aire frío de la noche parisina se coló en el interior del local.
Una joven de ojos negros me sonreía desde el umbral. ¿Qué hacía una muchacha tan joven sola al anochecer paseando por la ciudad?
- Buenas noches.- dije mientras le dedicaba una dulce sonrisa.- Pasa anda, o te congelarás de frío.

Me hice a un lado como invitación, y cerré la puerta cuando ella accedió al interior. Coloqué el quinque sobre uno de los mostradores y aumenté la llama para crear más luminosidad al oscuro herbolario. Todavía no había montado la iluminación, las lámparas estaban en cajas, así como el resto del mobiliario y enseres.

-Siento mucho el desorden. Todavía no lo he abierto.- me excusé mientras miraba las cajas y maderas apoyadas sobre la pared y con las que pensaba forrar todo el herbolario para darle un toque místico y acogedor.- Pero dime, ¿En qué puedo ayudarte?

Fijé su mirada en la suya. Era una humana hermosa y noble; me lo decían sus ojos. Pero, ¿qué hacía allí? Pensé en que quizás habría visto el cartel que coloqué la noche anterior buscando un ayudante para que se ocupase del herbolario durante el día, pero aquella muchacha no parecía necesitar un empleo. Aunque su ropa era modesta, su perfume me indicaba que pertenecía a la clase alta de la ciudad.

por **Cèline Dampierre** Lun Jul 18, 2016 3:51 pm

Aquella luz del fondo del local, tililante y lejanta se fue acercando hacia la puerta revelando con ella a la dueña de aquel local que, para mí, se me antojaba con un sinfín de posibilidades. La simple perspectiva de poder acudir a un lugar como aquel, serio, decente y con plantas exóticas me permitiría ayudar a muchos más enfermos del hospital benéfico de París y, sobre todo, hacerlo de una manera más rápida y sencilla.

Tras la puerta apareció una mujer de rostro amable y ojos sinceros que me invitaba a pasar a aquel lugar antes incluso de abrirlo. Esbocé una cálida sonrisa y pasé al establecimiento, agradeciendo la calidez que emanaba de su interior y aquel olor penetrante pero delicado que sólo se conseguiría con hierbas aromáticas quemadas o incienso. El sitio, aunque inacabado era un buen reflejo de lo que sería cuando se abriera, pulcro, con cierto aire exótico, pero sencillo, realista. Nada de aquellas tiendas en las que la decoración era recargada e inspirada en exóticos países en el que el dueño, o la dueña en este caso, vestía túnicas y turbantes prometiendo elixires de amor o la vida eterna.

-Disculpadme vos a mi mademoiselle, irrumpo en vuestro establecimiento cuando todavía habéis abierto las puertas al público, es sin duda una descortesía por mi parte- Le dediqué una cálida sonrisa mientras caminaba por aquella sala observando todo cuanto había -Soy Cèline Dampierre y... un amigo en común me habéis dicho que sois de fiar y seria, nada que ver con esos charlatanes que hacen pasar agua tintada por sangre de dragón. Colaboro con el hospital y... bueno, en realidad con cualquiera que me pide ayuda y estaría interesada, si os parece bien por supuesto- dije caminando de nuevo hasta ella -en que vos me suministrarais todas las plantas medicinales, pues además me han dicho que tenéis acceso a plantas poco comunes-

Atráida por unos cuadros que tenía aquella mujer apoyados sobre el mostrador caminé hacia ellos. La pintura era otra de mis aficiones y una persona podía conocerse por los cuadros que compraba o, por sus gustos respecto a ellos. Fui viendo uno a uno cada cuadro. Había un paisaje, oscuro y exótico, grabados sobre plantas medicinales y aquel último cuadro.

Un bosque y una criatura de ojos rojos. Mi rostro se volvió lívido y mis manos, torpes y asustadizas dejaron caer el cuadro sobre el mostrador con un estruendo. Apoyé mis manos sobre el mostrador, aquellos ojos rojos parecían perseguirme desde la noche del asesinato para atormentar no sólo mis sueños, sino momentos tan cotidianos como aquel. Mi pecho subía y bajaba y sobre mi escote y mi cuello aparecieron perlas de sudor, causa de aquel irrefrenable e irracional miedo.

-Láudano, necesito láudano-

por **Moira Landvik** Jue Jul 21, 2016 12:57 pm

La muchacha entró en el herbolario todavía por montar con una alegría arrolladora, presentándose en primer lugar y después hablando sin parar sobre los motivos que la habían llevado hasta allí. Me resultó maravillosa la personalidad de aquella chica; amable e inteligente, que dedicaba al parecer su tiempo a ayudar a los demás en el hospital. Cèline Dampierre, había dicho que se llamaba. No pude evitar sonreír mientras la escuchaba, quería saber, aprender, comprar hierbas para ayudar a los pacientes a lo que atendía.

- Claro, puede venir aquí cuando guste. Si le gusta este mundo, yo puedo enseñarle todo lo que sé.- dije cortesmente. Aquella muchacha me inspiraba confianza, y estaría bien dejar un legado por si decidía marcharme finalmente de París.

Cèline continuó avanzando hacia en interior del herbolario, y se paró a observar unos cuadros que había adquirido en un rastro que se había celebrado recientemente en la ciudad, y que todavía no tenía muy claro si ponerlos o no. Comenzó a pasar los cuadros con delicadeza; al parecer también le atraía el arte; aquella chica era una caja de sorpresas, ¿con qué más me sorprendería ahora? Sonreí mientras me acercaba al mostrador donde se encontraban lso cuadros. De pronto, Céline soltó uno de ellos, y perdió totalmente el color de la cara, mientras la sujeté de la cintura por miedo a que se desmayase.

Miré desconcertada el cuadro, intentado descubrir que le podía haber pasado para reaccionar así, y me quedé congelada al ver el cuadro donde se podían observar dos ojos rojos en la oscuridad. Ni siquiera sabía porque lo había adquirido.

- Láudano...- musitó la muchacha terriblemente pálida.

Con mucho cuidado la senté en el suelo, apoyando su espalda contra el mostrador.

-Espera un momento, tranquila.- susurré tan asustada como ella. No era la primera vez que Cèline veía aquellos ojos, lo que implicaba que podía haber sido atacada por un vampiro.
Corrí hacia una de las cajas donde tenía botellas con licor, y tras servir un poco de absenta en una copa y añadir unas gotas de láudano, volví hasta Cèline para comprobar su estado.

-Toma preciosa.- dije mientras le acercaba la copa.- ¿Qué te ha pasado?

Sabía de sobra que le había pasado. Había recordado un atisbo de un suceso pasado. Me sentí impotente por no poder ayudarla. Y esperé a que se le pasase el miedo que sus ojos reflejaban.

por **Cèline Dampierre** Mar Jul 26, 2016 2:44 pm

Mi respiración se agitaba cada vez más por momentos. Poco a poco los recuerdos que había enterrado tan cuidadosamente iban saliendo a la luz. El desconcierto y ese miedo irracional volvieron a invadirme, podía ver de nuevo los cuerpos ensangrentados de aquellos jóvenes amantes, mis ropas de la misma guisa y yo en medio de todo aquello sin poder recordar más que unos ojos rojos y una sonrisa maquiavélica que me perseguían en sueños y en momentos como aquel. Llevé instintivamente mi mano al cuello, sintiendo un recuerdo de un pinchazo, de un dolor terrible en aquella zona y apoyé mi cabeza sobre el mostrador.

¿Qué me ocurría?¿Quién sería aquel asesino que atormentaba mis pensamientos? Mi cabeza giró a un lado y a otro buscando a la dueña de aquel herbolario que ahora estaba ausente también ¿Acaso sería ella también otra víctima de tan cruel persona? Mi respiración se relajó tan solo un poco al verla aparecer de nuevo con una vasito con un líquido de color verde brillante que ella me pidió que bebiera.

Bebí su contenido sin vacilación y al instante sentí cómo aquel licor subía a mi cabeza, mareándome y relajándome también, sin duda por el efecto del láudano que dejaba un regusto dulzón en el paladar. Posé mis ojos sobre los de la dama agradeciendo su ayuda y tragué saliva armándome de todo el valor que poseía para hablar de todo cuanto mi maltrecha memoria me permitía recordar de aquella fatídica noche.

-Desconozco qué es exactamente lo que me ocurre mademoiselle...- puse una de mis manos sobre mis cabellos, liberándolos de aquel recogido que acentuaba mi dolor de cabeza -Hace unas semanas acudí al circo con una conocida y... de pronto todos mis recuerdos desde un punto de la noche son inexistentes... Sólo recuerdo despertarme rodeada de dos cadáveres mutilados prácticamente, un charco de sangre y yo misma cubierta de ella. Eso, y el recuerdo de unos horribles ojos rojos que me asustan y me persiguen a partes iguales-

Devolví la copa vacía a su dueña con una inclinación de cabeza a modo de agradecimiento. Poco a poco mi respiración se iba tornando más normal pero a costa de que mis sentidos estuvieran cada vez más embotados por los efectos del láudano mezclado con el alcohol. Traté en vano de levantarme para,a continuación, tambalearme de nuevo y tener que sentarme otra vez sobre el suelo de aquel establecimiento.

-Desde entonces cada vez que veo sangre o unos ojos rojos se desencadenan en mi mente esos recuerdos que yo trato de cerrar bajo llave y con ellos, este miedo irracional que me provoca taquicardias e histeria... El láudano es lo único que consigue calmarme, pero no deseo vivir toda mi vida dependiendo de tal brebaje-

por **Moira Landvik** Jue Ago 04, 2016 11:57 am

Escuché como aquella joven muchacha me contaba aterrada las visiones que pasaban por su mente una y otra vez; vagos recuerdos de una fatídica noche en la que sin duda había tenido un encuentro con un vampiro, y que en contra de todo pronóstico había salido ilesa.

Por lo que parecía, el inmortal había tratado de borrarle los recuerdos, aunque no con mucho éxito, pues aunque sus lagunas eran amplias, seguía teniendo breves destellos de aquella noches que la aterrorizaban.

Trató de ponerse en inútilmente en pie, pues entre el vaso de absenta que había dejado vacío, sumado a la bajada de tensión que sufría en aquellos momentos, sus piernas no le respondieron, volviendo a sentarse de nuevo en el frío suelo.

Me aparté durante unos minutos de su lado, dejando la copa sobre el mostrador y quitando varias cajas que tenía apiladas sobre un cómodo sofá, que se me antojó mejor asiento que el suelo del local.
Volví a por la joven dama, que seguía con la mirada perdida y el rostro pálido como la nieve virgen.

-Levántese.- susurré al sujetarla del brazo para poder levantarla.- Podemos sentarnos en el sofá, donde seguro está más cómoda.

La muchacha se levantó un tanto aturdida, y con mi ayuda, llegamos hasta el sofá, donde bajo el influjo de mis movimientos, se sentó; y yo me senté a su lado.

- No debe preocuparse, mademoiselle. Estos recuerdos pasarán; seguramente serán debidos al impacto que debió suponer para vos una tragedia como esa, y su joven mente todavía no ha podido superarlo, pero seguro que se recuperará.- le dije con suavidad mientras ponía mi mano sobre las suyas tratando de calmarla.

Miré con dulzura a la pobre muchacha sin saber que más decirle. Podía tratar de manejar su mente, pero debía de reconocer que no lo solía hacer, y me daba miedo fastidiarla más. Quizás con el paso de los días terminaría por olvidar, y solo un breve recuerdo de aquella noche quedaría en ella.

por **Cèline Dampierre** Dom Ago 14, 2016 7:07 am

Ahora todos aquellos recuerdos parecían empezar a cobrar sentido lentamente en mi mente, ¿cómo decirle a aquella mujer que esos ojos rojos no pertenecían a los malos recuerdos sino a un miedo muy real? Semanas atrás hubiera pensado que estaba loca, que aquel asesinato había crispado mis nervios volviéndome una mente frágil e inestable pero, ahora, tras conocer a mi prometido y su secreto sabía qué eran esos ojos que me atormentaban: eran los ojos de un vampiro.

Me estremecí sintiendo como mi piel se erizaba y mi corazón desbocado golpeaba mi pecho frenéticamente. -Un vampiro...- dije en un susurro apenas audible. Ahora todo cobraba sentido, el miedo aterrador, aquellos dos puntos simétricos en mi cuello que no recordaba haberme hecho con un rosal... ¿pero cómo podía haber logrado aquel ser que mi mente borrara su rostro y su recuerdo de mi mente?

Apoyé mi rostro sobre mis manos sintiendo como el aire escapaba de mis pulmones y mis sentidos se embotaban. Estaba mareada, confundida y asustada ¿Habría sido Joe el que me había atacado para luego tratar de conquistarme?¿Habría más vampiros en París? -No puede ser...-

Traté en vano levantarme de aquel sofá ante la extrañada mirada de aquella mujer que me había salvado momentos atrás de un ataque de ansiedad y que ahora contemplaba atónita como de nuevo me fallaban las piernas y volvía a caer sobre el sofá. -Disculpadme mademoiselle, debéis pensar que soy una desequilibrada mental pero... los recuerdos de esa noche me atormentan y sólo necesito unos momentos para calmar mis nervios y hablar con vos de negocios, si es que aún deseais hacerlos con una joven como yo, os prometo que no volverá a repetirse esta situación-

por **Moira Landvik** Dom Ago 14, 2016 11:26 am

Vampiro. Las palabras salidas de sus inocentes labios retumbaban en mi cabeza. ¿Cómo era posible que hubiese llegado a aquella conclusión solo con el recuerdo de dos ojos rojos? A no ser que recordase algo de aquella noche..y por ende..

Traté de despejar mi cabeza. Si aquella humana era capaz de recordar a un vampiro es que éste no había sido capaz de borrarle bien la memoria, y por ende, aquello se volvería peligroso para nosotros. Cómo si no tuviésemos ya bastante con los cazadores que sabían de nuestra existencia, lo que nos faltaba es poner en sobre aviso al resto de la humanidad.

- Cielo, eso solo son cuentos para asustar a los niños.- susurré lo más tranquila que pude.- Los vampiros solo existen en las leyendas.

Bueno, y también deambulando por el resto del mundo, pensé. Miré como la muchacha trataba de levantarse en vano del sofá. El estado de shock en el que se encontraba sin duda afectaba a su equilibrio, y no me sorprendía. Si los recuerdos que tenía eran la mitad de escalofriantes que lo que a mí se me pasaba por la cabeza, sin duda, era para estar horrorizada.

- No os preocupéis, Cèline. Todos tenemos momentos en los que la oscuridad parece cernirse sobre nosotros.- contesté con dulzura; otros por el contrario vivíamos en esa oscuridad permanente.- Y desde luego, estaría encantada si os interesa el puesto de ayudante, aunque..debo confesar en que al principio los honorarios no pagarán lo que valéis.

Aquella dócil muchacha me daba buenas vibraciones. Era espabilada y sensata; y me inspiraba confianza. ¿Qué más podía pedir para tenerla como compañera del negocio? Quizás así también podría asegurarme que fuese sacándose de la cabeza la idea de que había visto un vampiro. Ninguna persona inocente debería tener pesadillas con nosotros, pensé.

por **Cèline Dampierre** Jue Sep 08, 2016 8:37 am

Sus palabras me negaban lo que yo ya sabía que era cierto. Esos ojos rojos eran los mismos que Joe portaba cada vez que se excitaba en mi presencia o cuando estaba sediento de mi sangre o de la de cualquier otra criatura, aunque abía que él encontraba especial placer en alimentarse de mi vitae carmesí.

Si aquella mujer desconocía de la existencia de los vampiros era, sin duda, porque aún era un alma inocente, una humana que no había tenido la desgracia de enterarse por una u otra vía de que había seres capaces de matarte por un sorbo de tu dulce sangre. La piel de mi nuca se erizó sólo de pensar en aquello, en el recuerdo inexistente de unos colmillos ajenos a los de mi prometido sobre mi blanco y suave cuello, buscando mi arteria para alimentarse de ella y dejarme a mi, con aquellas marcas sobre mi cuello.

Calmé como pude mis nervios, no podía seguir balbuceando cosas que carecían de sentado delante de aquella mujer que sólo había sido amable y atenta conmigo. -Disculpadme cherie, supongo que el láudano mezclado con el terror de mis recuerdos me han hecho alterar la realidad; ¿Quién sería tan loco como para creer que existen tales seres fuera de la ficción?-

Sólo esperaba que mis últimas palabras no hubieran sonado tan falsas como en mi mente se pintaban pues, lo último que quería era alarmar a aquella mano amiga. Me puse en pie con algo más de facilidad y caminé hasta ella observando el local con ojo minucioso. Un local decente, mas bien algo sencillo, funcional, un lugar que seguramente le habría costado trabajo conseguir.

-¿Qué os parece esto? Una buena inyección de capital no le vendría mal a este lugar, darlo a conocer para que la gente deje de asistir a los engatusadores que venden agua tintada como la nueva panacea de este siglo. Más que una ayudante dejadme ser vuestra

por **Moira Landvik** Jue Sep 15, 2016 10:33 am

Sabía que no estaba siendo justa, que le estaba ocultando la verdad, pero ¿cómo iba a contarle a aquella inocente muchacha la verdad sobre la oscuridad que la rodaba? Pensé en borrarle sus recuerdos, en manipular su mente para hacerle olvidar todo lo que había visto y que le atormentaba, pero no me gustaba usarlo a la ligera. Quizás aquel inmortal al que había visto ya lo había hecho y era cuestión de tiempo que dejase de recordar.

- Tranquila muchacha, a veces los nervios nos juegan malas pasadas y creemos ver cosas irreales.- susurré con calma tratando de infundirle la tranquilidad que necesitaba. Si aceptaba el trabajo podría controlarla de cerca, y en aso de que sus recuerdos aflorasen, sin duda actuaría.- Toda locura tiene su parte de verdad, pero no te preocupes, te prometo que no te pasará nada a mi lado.

Y era cierto. Convertiría a esa muchacha en mi protegida, en mi pupila en el Herbolario. Cualquier vampiro que se acercase a ella notaría mi olor, y al ser más antigua, esperaba que no la tocasen.
Sonreí ante la impetuosidad de la muchacha con el negocio, parecía querer llevarlo a lo más alto.

- Me gusta la modesta decoración del Herbolario; está así por decisión propia. Aunque seguro que me aportas interesantes ideas para mejorarlo, pero poco a poco, ¿Vale?.- contesté con una dulce sonrisa esperando que el cambio de tema la tranquilizase.- ¿Cuándo quieres empezar?

Al montar mi negocio pretendía que no llamase mucho la atención; la mayoría de sobrenaturales conocía su existencia y venían por la noche, hecho que ella desconocería. Y el resto de mi trabajo lo realizaba en las aldeas colindantes a París. En un principio prefería no ampliar mi negocio, porque tampoco sabía el tiempo que estaría allí.

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