Mis colmillos querían morder (Arsen)

por **Kim Chessire** Dom Jul 10, 2016 4:15 pm

Aun con el óxido de la sangre de mi reciente presa deslizándose por mi garganta, había andado varios metros cuando me topé con un rastro de sangre que venía de unos pasos de donde me encontraba. Propia de mí, la curiosidad me hizo seguir el camino marcado por el hilo rojo. Había puntos en los que perdía la pista, pero agitando algunas hojas caídas retomaba mi rumbo.
Mi pequeño rastro se perdió en un río, y en la otra orilla no parecía haber rastro alguno, así que me dediqué a suponer que algún ciervo herido se dispuso a cruzar el río y la fuerte corriente lo arrastró.

Me limpié las comisuras de los labios, ya que regresaba a la ciudad de París, y no estaba demasiado bien que unos aldeanos viesen a una pálida muchacha con sangre en la boca cruzando el bosque a tan altas horas de la noche.
Lo cierto es que la cacería me divierte bastante. La sangre de ciervo es espantosa, pero prefiero quedarme con un mal sabor a tener que cazar pequeñas criaturas varias veces para calmar mi sed. Hace tiempo que no pruebo la sangre humana y lo cierto es que se echa de menos. Esta dieta que he empezado a tomar no me beneficia para nada, no recupero mis fuerzas y en varias horas vuelvo a tener un hambre atroz.
Sin embargo, me he dispuesto a hacer el menor daño posible, y cuando me he alimentado de hombres ha sido de ladrones o violadores, y aún así casi nunca les quito la vida.

Estaba pensando en el camino a casa cuando me encontré una silueta casi oculta por la oscuridad, y cuando me acerqué a comprobar la identidad de la figura, descubrí para mi sorpresa que me encontraba ante un igual, ante otro vampiro, que al igual que yo se estaba alimentando, pero éste lo hacía de un hombre de unos cuarenta años.
Pasé por su lado, y viendo que el hombre aún con dificultades, respiraba, me dirigí al depredador.
- No hace falta que lo mates, puedes dejar simplemente que se desmaye. - en cuanto dije eso, me replanteé si fue buena idea. No todos los vampiros son gentiles, desde luego, así que me dispuse a acelerar mi marcha, pero cuando llevaba apenas unos pasos recorridos, una voz salió de la sombra que reclamaba que me detuviese.

por **Arsen Di Sforza** Dom Jul 10, 2016 6:05 pm

((Con tu permiso))

Los bosques son el perfecto refugio. Durante su exilio y todo el tiempo que tuvo que permanecer ausente para curar sus heridas permaneció en varios lugares pero fue en un bosque en el lugar en el que más tiempo estuvo. Las personas incautas que viajaban por lugares desconocidos le eran otorgadas como cena por quien estuvo cuidándole. Su antiguo yo hubiera rechazado la posibilidad de alimentarse de gente inocente pero ya todo había cambiado para él. En esos años tuvo que alimentarse con lo que se le daba porque no podía recuperar sus fuerzas de otra forma. Cuando sus heridas terminaron por curar él tuvo la opción de volver a ser quien era, volver, retomar el rumbo de lo que una vez construyó; pero se dio cuenta de que no había marcha atrás. Su benevolencia no había servido para otra cosa que la traición y no le quedaba nada por lo que regresar más que para vengar la muerte de su hermano.

Esa noche, en ese bosque, recordó el momento en el que se separó de sus últimas raíces para cambiar por completo. Su retorno estaba marcado por un número de muertes que iba en ascenso porque no le importaba más tener que asesinar a mortales o inmortales. Su segunda muerte lo cambió demasiado porque para él todo el pasado solo se presentaba como una broma en la que había errado bastante. Así fue que cuando un tonto ladrón se cruzó en su camino no lo pensó dos veces antes de responderle con un juicio severo. —Es estúpido venir solo a un lugar donde hay criaturas salvajes— le dijo al hombre antes de atacar su garganta y dejarlo seco en cuestión de segundos. La voz que intentó salvar al desgraciado llegó un poco tarde pero de todas formas molestó a Arsen. Era de muy mala educación interrumpir a alguien mientras estaba cenando.

No tenía tiempo para deshacerse bien del cuerpo del humano así que simplemente le arrancó la piel del cuello para perder un poco el rastro en caso de que alguien encontrara el cadáver. Supuestamente no estaba sometido más a las normas que una vez él había defendido, el esconderse de los humanos y respetar su espacio…bff, nada de eso le importaba, pero solo cubrió su rastro por costumbre. Seguido siguió a la chica, muy lenta, y se interpuso en su camino antes de que ella pudiera avanzar más —¿Te vas tan rápido? Pensé que me pedirías un poco de sangre pero lastimosamente ya no queda— dijo con un tono muy amable mientras tomaba un pañuelo del bolsillo de su chaqueta, mismo que utilizó para limpiar la comisura de sus labios.

por **Kim Chessire** Lun Jul 11, 2016 8:33 am

Arrogante, inconsecuente y desde luego, poco discreto fue lo primero que pensé al ver la reacción del muchacho. Se encontraba delante de mí limpiando el hilo de sangre que caía por sus labios. Ante su comentario, no pude evitar alzar una ceja y soltar una pequeña carcajada forzada. Ya me había encontrado antes a hombres como aquel, sin aprecio por cosa alguna que no les influya directamente a ellos.

-Gracias por su oferta, es usted todo un caballero- por supuesto el tono irónico no quedaba atrás en mis palabras -pero me temo que ya estoy servida- lo cierto es que realmente no sé cómo reaccionará este personaje ante la insolencia que desbordaban mis labios. Parecía ser mayor que yo, y desde luego, el dolor ha invadido sus ojos hasta estar apalancado en algún lugar que correspondería al alma humana. Sin embargo, todos los que hemos vivido demasiado hemos sufrido demasiado, no es difícil encontrar a un alma desamparada carcomida por el dolor, la ira o el rencor en este mundo en el que los días nunca acaban.

Observar como él había sido tan frío al arrancarle un trozo de garganta, seguramente para aparentar el ataque de un animal, me hizo sentirme bien, sentir que no soy como ellos, que no me veo tan horrible como la persona con la que estaba intercambiando una tensión que invadía la atmósfera en la que estábamos.
Me quedé ahí, quieta, observándole, tenía un gesto muy serio, no podía deducir en qué estaba pensando y aquello me ponía nerviosa, a la vez que me picaba la curiosidad. No pretendía ser amiga suya, pero aún así, encontraba excitante poder conocer algo sobre las criaturas que forman mi naturaleza, porque lo cierto es que siempre he evitado a los vampiros hasta que llegué a este lugar, y somos todos tan diferentes que cada nuevo individuo me atrae de alguna u otra manera. Por eso me quedé ahí, esperando a que separase sus labios para escuchar un nombre.

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