AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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At third sight ││ Privado
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At third sight ││ Privado
“The emotion that can break your heart
is sometimes the very one that heals it...”
― Nicholas Sparks, At First Sight
is sometimes the very one that heals it...”
― Nicholas Sparks, At First Sight
Siete días, siete días llevaba Ivka al pie de la cama, pasando las noches en vela para bajar la fiebre del hombre recostado en la cama. ¿Cómo lograron llegar a la habitación? quizá de la misma forma que lograron sobrevivir, suerte.
Tuvo que cargarlo, o hacer el intento al menos y arrastrarlo a la seguridad de su habitación, Vasiliy perdió el conocimiento a casi una cuadra del hotel, la hora en la que habían decidido salir no ayudó en lo mas mínimo para que alguien se acercara a auxiliar a la rubia, pero claro, ella tampoco lo pidió.
Lo colocó sobre la cama, le quitó la ropa hecha jirones, lavó la sangre de su cuerpo y se sonrojo por ello. Desfalleció por sus propias heridas, y se forzó a continuar, en la inquisición les enseñaban a cuidar de ellos mismos y su abuelo le había obligado a tomar cursos de enfermería, pero todo cambia cuando tu también necesitas de atención médica.
La respiración de Ivka se normalizó cuando la de Vasiliy lo hizo, y fue entonces cuando se dio cuenta, cuando la realidad la golpeo de frente sin darle otra opción de respuesta; estando él l borde de la muerte, ella se aferró a mantenerlo con vida, no podía perderlo, no QUERÍA perderlo pero ¿por qué? Si solo había hostilidad y rechazo hacia ella, bueno, no estaba segura, pero la calidez en su pecho cada que él le dirigía la palabra debía ser la respuesta.
---------------------------
Terminó de cambiar los vendajes del tórax y de aplicar el ungüento sobre brazos y piernas, no podía evitar que el rubor se adueñara de sus mejillas con esta acción, los músculos marcados y el cuerpo en forma del esquimal no era algo de lo que Ivka pudiese pasar.
Lo miró, disfrutó de la paz que existía en ese rostro que ya no se deformaba con muecas de dolor inconsciente. Sonrió, se acercó a él y depositó un beso sobre la frente ajena.
Se paró frente al espejo que estaba colocado en la lateral, era un espejo de cuerpo completo, herrería vieja pero que servía para el propósito. Respiró profundo y se desvistió quedando solo con el ligero camisón de seda y encaje cubriendo su cuerpo. Los hematomas sobre su cuerpo abarcaban gran superficie, la espalda tenía una herida que iba desde su omoplato izquierdo y la cruzaba por completo, su piel nívea era ahora obscura como el carbón con manchones azulados y verdes esparcidos, las piernas y brazos no se habían salvado.
Miró en dirección a la cama, había podido curarse sus propias heridas a partir del tercer día, cuando la fiebre de su prometido bajo. Siguió con su rutina, respiró profundo y terminó de desnudarse, tomó el ungüento y se lo colocó en las partes que alcanzaba de la herida de la espalda, los extremos de la misma ya estaban cerrando, pero la parte media se abrió nuevamente cuando intentó colocar la pomada ―¡Demonios! - susurró, la sangre comenzó a escurrir lentamente hasta llegar a su espalda baja. Alzó la mirada nuevamente, el reflejo le regresó algo que no esperaba.
Tuvo que cargarlo, o hacer el intento al menos y arrastrarlo a la seguridad de su habitación, Vasiliy perdió el conocimiento a casi una cuadra del hotel, la hora en la que habían decidido salir no ayudó en lo mas mínimo para que alguien se acercara a auxiliar a la rubia, pero claro, ella tampoco lo pidió.
Lo colocó sobre la cama, le quitó la ropa hecha jirones, lavó la sangre de su cuerpo y se sonrojo por ello. Desfalleció por sus propias heridas, y se forzó a continuar, en la inquisición les enseñaban a cuidar de ellos mismos y su abuelo le había obligado a tomar cursos de enfermería, pero todo cambia cuando tu también necesitas de atención médica.
La respiración de Ivka se normalizó cuando la de Vasiliy lo hizo, y fue entonces cuando se dio cuenta, cuando la realidad la golpeo de frente sin darle otra opción de respuesta; estando él l borde de la muerte, ella se aferró a mantenerlo con vida, no podía perderlo, no QUERÍA perderlo pero ¿por qué? Si solo había hostilidad y rechazo hacia ella, bueno, no estaba segura, pero la calidez en su pecho cada que él le dirigía la palabra debía ser la respuesta.
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Terminó de cambiar los vendajes del tórax y de aplicar el ungüento sobre brazos y piernas, no podía evitar que el rubor se adueñara de sus mejillas con esta acción, los músculos marcados y el cuerpo en forma del esquimal no era algo de lo que Ivka pudiese pasar.
Lo miró, disfrutó de la paz que existía en ese rostro que ya no se deformaba con muecas de dolor inconsciente. Sonrió, se acercó a él y depositó un beso sobre la frente ajena.
Se paró frente al espejo que estaba colocado en la lateral, era un espejo de cuerpo completo, herrería vieja pero que servía para el propósito. Respiró profundo y se desvistió quedando solo con el ligero camisón de seda y encaje cubriendo su cuerpo. Los hematomas sobre su cuerpo abarcaban gran superficie, la espalda tenía una herida que iba desde su omoplato izquierdo y la cruzaba por completo, su piel nívea era ahora obscura como el carbón con manchones azulados y verdes esparcidos, las piernas y brazos no se habían salvado.
Miró en dirección a la cama, había podido curarse sus propias heridas a partir del tercer día, cuando la fiebre de su prometido bajo. Siguió con su rutina, respiró profundo y terminó de desnudarse, tomó el ungüento y se lo colocó en las partes que alcanzaba de la herida de la espalda, los extremos de la misma ya estaban cerrando, pero la parte media se abrió nuevamente cuando intentó colocar la pomada ―¡Demonios! - susurró, la sangre comenzó a escurrir lentamente hasta llegar a su espalda baja. Alzó la mirada nuevamente, el reflejo le regresó algo que no esperaba.
Ivka Tolstoya- Inquisidor Clase Alta
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Re: At third sight ││ Privado
“All that we see or seem is but a dream within a dream.”
― Edgar Allan Poe
― Edgar Allan Poe
¿Cuánto tiempo estuvo así? ¿Ahí? En ese sitio sin lindes y sin forma. Un espacio vacío. Al principio había dolor, y frío, y era más oscuro. Pero conforme fue pasando el tiempo (¿horas? ¿Días? ¿Semanas?), las sombras se desvanecieron y un estado de calma lo invadió. Quizá estaba muerto. Lo hubiera pensado si hubiera sido capaz de pensar algo, sin embargo su estupor era uno sin sueño. Sin visiones. Sólo lejanos sonidos. Una voz… era la voz de Ivka, pero no entendía qué trataba de decirle. También sentía sus manos, eran cálidas y era cuando más en paz lograba estar. Quería levantarse y decirle algo… que estaba bien. Pero no podía. También a veces sentía la lengua de Svarog lamerle los nudillos.
Se sentía agotado. Quería moverse, estaba cansado de estar en la misma posición. Luchó inútilmente y volvió a darse por vencido. Los sonido comenzaron a hacerse más nítidos, las sensaciones también. El dolor en su cuerpo y la desnudez que lo acompañaba. Sintió el viento rozar su piel, sus heridas, acariciarlo y sintió un extraño y breve escalofrío.
Estaba listo.
Pero seguía sin poder ponerse de pie.
Comenzaba a desesperarse. Pero como antes las manos de Ivka le trajeron confort, ahora fue su voz la que lo llamó. Había maldecido, ¿Estaba bien? Quería que lo estuviera y dada su condición, no tuvo tiempo de reflexionar en ello, simplemente, así era. Con fuerza. Con vehemencia. E impulsado por esa necesidad, logró abrir los ojos. Estaba sobre una cama, en la habitación de hotel que compartían. Giró el rostro y la vio, sangrando. Pero esa era una herida vieja, pudo adivinarlo. Una provocada por lo mismo que lo tenía ahí.
Le dolió como los mil demonios, sin embargo, logró incorporarse. Estaba aturdido, desorientado, pero sabía que debía ir en su apoyo. Se acercó y abrió la boca, misma que se sintió seca. Las palabras no brotaron y en cambio, a través del espejo, intercambió miradas con su prometida. Sus ojos tan claros como los de los lagos en Siberia, y los propios oscuros como las noches en el bosque.
—Ivka —al fin dijo. Su voz sonó queda, dolorida y afectada. Regresó su atención a la herida y se apresuró a ejercer presión ahí, con la sábana de la cama—. ¿Estás bien? —Sólo a él se le ocurría preguntar so cuando acababa de levantarse tras casi morir.
Parecía todavía demasiado consternado. Tanto que primero pasaba por su cabeza lo que debía hacer y luego lo hacía. De ese modo le quedó claro que debía ayudarla. Estiró el brazo, no sin que le doliera y tomó el ungüento que se estaba aplicando. Parecía un hombre que acababa de levantarse de su tumba, y él, como esa manera tan mundana suya, simplemente comenzó a aplicar la pomada en la herida de su futura esposa.
Lo hizo con calma. En parte porque cada fibra de su ser le dolía, y en parte porque no sabía ni lo que estaba haciendo.
—¿Cuánto-cuánto tiempo ha pasado? —Preguntó cuando hubo terminado de aplicar la medicina. Cerró con cuidado el frasco y lo volvió a dejar en mano de Ivka. Entonces hizo consciente su desnudez y de no estar tan magullado, se habría movido más rápido.
Llegó hasta la cama, donde se sentó y colocó una almohada en su regazo. Todo aquel esfuerzo le provocó jaqueca. Se llevó las manos a las sienes tratando de tranquilizarse. Agachó la cabeza y de aquel modo, desnudo, herido y lamentándose, era un santo Cristo que ha despertado al tercer día.
Última edición por Vasiliy Korsakov el Jue Ago 25, 2016 9:00 pm, editado 1 vez
Vasiliy Korsakov- Inquisidor Clase Media
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Re: At third sight ││ Privado
“Everybody’s damaged.
It’s just a question of how badly,
and whether you’re healing
or still bleeding.”
― Angela N. Blount, Once Upon a Road Trip
It’s just a question of how badly,
and whether you’re healing
or still bleeding.”
― Angela N. Blount, Once Upon a Road Trip
Se quedó petrificada, la imagen de Vasiliy hablando y poniéndose de pie con todo el esfuerzo del mundo, parecía mas un cuadro sacado de ultratumba. Estaba de frente al espejo, los movimientos del inquisidor eran lentos, aún así, a ella le pareció que solo en un abrir y cerrar de ojos él ya se encontraba a su lado.
Tomó el camisón que descansaba en la silla cercana al espejo, y como pudo, se tapó la parte frontal de su cuerpo dejando únicamente la espalda -y toda esa parte- expuesta ―Vasiliy, t-tú... yo...- sus mejillas se colorearon de un tono carmín, debía de detenerlo, en su condición no tenía que estar fuera de cama, pero fue egoísta, demasiado, aquel acto de preocupación por parte de su prometido, era lo mas cercano a una caricia, a una muestra de afecto ¡egoísta! ¡una y mil veces!
Tragó saliva, se quedó quieta, expectante, la mano que sostenía el tarro se quedó en la misma posición aún cuando este ya no estaba. Un ligero sonido al tomar aire y aguantarse la respiración, un ligero temblor en su cuerpo, esas eran las reacciones que tuvo cuando la yema de los dedos, gentil y tierna, tocaron su espalda. Cerró los ojos y se mordió el labio inferior, no por dolor, si no por controlar el torbellino de sensaciones que estaba experimentando.
Cuando Vasiliy terminó, abrió los ojos, las manos a la altura de su mentón sosteniendo parte del camisón arrugado la hicieron ver aún mas pura, inocente. Giró lentamente, la imagen que tenía ya no era la expuesta por el espejo, lo veía de frente. Se sonrojó aun mas desvió la mirada ―Di-días... si... si-siete días - no fue capaz de expresarse sin tartamudear, estaba avergonzada, confundida. se quedó así unos segundos mas, de pie y con un simple pedazo de tel intentando cubrir su desnudez, perdida; algo en ella reacciono, volvió a girarse sobre sus talones encarando el espejo, se descubrió y se colocó lo mas rápido que pudo -o lo que el dolor le permitía- el camisón.
El cabello le caía por los hombros llegando hasta su media espalda, su mano se pasó nerviosa por las rubias hebras hasta que cobró parte de lo que acababa de ocurrir ―Vasiliy... - pronunció su nombre y levantó la vista. Pronto se encontraba en la habitación buscando su ropa, se acercó a la cama y se hincó delante de él ―No deberías esforzarte, ni preocuparte por el tiempo - con suavidad, introdujo una de las piernas del esquimal en la pernera de aquel pantalón holgado ―Quizá... - hacía demasiadas pausas, e hizo una mas larga cuando, después de que ambas piernas estuvieran cubiertas hasta la rodilla, se topara con aquel cojín, carraspeó y se puso de pie, lo había vestido y desvestido mil veces mientras estaba inconsciente, pero ahora, ese acto no le parecía adecuado. se puso de pie y le dio la espalda sin alejarse ―Quizá debería hacer venir al médico -
Tomó el camisón que descansaba en la silla cercana al espejo, y como pudo, se tapó la parte frontal de su cuerpo dejando únicamente la espalda -y toda esa parte- expuesta ―Vasiliy, t-tú... yo...- sus mejillas se colorearon de un tono carmín, debía de detenerlo, en su condición no tenía que estar fuera de cama, pero fue egoísta, demasiado, aquel acto de preocupación por parte de su prometido, era lo mas cercano a una caricia, a una muestra de afecto ¡egoísta! ¡una y mil veces!
Tragó saliva, se quedó quieta, expectante, la mano que sostenía el tarro se quedó en la misma posición aún cuando este ya no estaba. Un ligero sonido al tomar aire y aguantarse la respiración, un ligero temblor en su cuerpo, esas eran las reacciones que tuvo cuando la yema de los dedos, gentil y tierna, tocaron su espalda. Cerró los ojos y se mordió el labio inferior, no por dolor, si no por controlar el torbellino de sensaciones que estaba experimentando.
Cuando Vasiliy terminó, abrió los ojos, las manos a la altura de su mentón sosteniendo parte del camisón arrugado la hicieron ver aún mas pura, inocente. Giró lentamente, la imagen que tenía ya no era la expuesta por el espejo, lo veía de frente. Se sonrojó aun mas desvió la mirada ―Di-días... si... si-siete días - no fue capaz de expresarse sin tartamudear, estaba avergonzada, confundida. se quedó así unos segundos mas, de pie y con un simple pedazo de tel intentando cubrir su desnudez, perdida; algo en ella reacciono, volvió a girarse sobre sus talones encarando el espejo, se descubrió y se colocó lo mas rápido que pudo -o lo que el dolor le permitía- el camisón.
El cabello le caía por los hombros llegando hasta su media espalda, su mano se pasó nerviosa por las rubias hebras hasta que cobró parte de lo que acababa de ocurrir ―Vasiliy... - pronunció su nombre y levantó la vista. Pronto se encontraba en la habitación buscando su ropa, se acercó a la cama y se hincó delante de él ―No deberías esforzarte, ni preocuparte por el tiempo - con suavidad, introdujo una de las piernas del esquimal en la pernera de aquel pantalón holgado ―Quizá... - hacía demasiadas pausas, e hizo una mas larga cuando, después de que ambas piernas estuvieran cubiertas hasta la rodilla, se topara con aquel cojín, carraspeó y se puso de pie, lo había vestido y desvestido mil veces mientras estaba inconsciente, pero ahora, ese acto no le parecía adecuado. se puso de pie y le dio la espalda sin alejarse ―Quizá debería hacer venir al médico -
Ivka Tolstoya- Inquisidor Clase Alta
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Re: At third sight ││ Privado
“But I would take your heart as it is.
Bruised and torn apart, tainted with remains of broken dreams and ashes of all the wrong choices you’ve ever made.
And I would cherish it.
And when it gets tired, I would let you curl into mine and sleep there until the sunlight kisses your skin and your heart recovers again.”
Bruised and torn apart, tainted with remains of broken dreams and ashes of all the wrong choices you’ve ever made.
And I would cherish it.
And when it gets tired, I would let you curl into mine and sleep there until the sunlight kisses your skin and your heart recovers again.”
Siete días.
La cifra retumbó en su cabeza como un terremoto devastador. Se dio cuenta que, en realidad, no había tenido una noción certera de nada mientras estuvo inconsciente. Incluso cuando despertó, creyó que habían pasado segundos desde la batalla, o eternidades enteras. Era un estado de incertidumbre que lo estaba acabando, aún en su convalecencia. Sin embargo, ahora tenía un número y lo mismo le parecía demasiado pequeño, que demasiado… demasiado tiempo.
Cuando se dio cuenta, Ivka estaba frente a él, agachada, tratando de vestirlo. También se pudo percatar que ahora la desnudez de su prometida estaba cubierta y se sonrojó. Agradeció al dios en el que no creía que su tez morena ayudara a ocultar tal acto. Se sorprendió, también, que fue el hecho de que ahora estaba cubierta y no que había estado sin nada, el que finalmente provocara esa reacción. Fue tanta su impresión, y se sentía tan turbado que simplemente no pudo oponer resistencia. Estaba débil y de ese modo, resultó más fácil para ella manipularlo. Mover sus extremidades como las de un niño, o un lisiado.
—No —soltó como un golpe. Rápido y fuerte. Su voz seguía sonando ronca, como de quien no la ha utilizado mucho tiempo—. Sólo estoy cansado, sin médicos, por favor —aquella repentina fortaleza se vino abajo. Su voz fue cayendo como un caballo con las patas rotas, de a poco y dolorosamente. Si lo primero fue una objeción, la segunda parte de su frase fue un desesperado ruego.
Se puso de pie lentamente, sin retirar la almohada que le cubría la entrepierna. Esa mujer que lo había cuidado y ahora quería seguir ayudándole, iba a ser su esposa, y aún así, el pudor le podía más. Maniobró de al fin pudo ceñirse el pantalón a la cintura, dejando de lado el cojín. Se talló la frente con la palma de la mano y se acercó a Ivka, para tomar una de sus manos.
—Gracias —le dijo—, te escuchaba, ¿sabes? Mientras estaba inconsciente. Tu voz me mantenía en el mundo de los vivos, estoy seguro. Y perdóname, no pude evitar que te hirieran. Quizá no soy el esposo que mereces. No, quizá no, definitivamente no soy el esposo que mereces, lo siento —la soltó y agachó la mirada, completamente derrotado.
Se hizo hacia atrás, hasta chocar con la cama y levantó la mirada. Aún parecía bastante herido, pero no sólo del cuerpo, sino dentro también, de esas heridas que tardan en sanar una vida entera, que te llevas abiertas a la tumba. Tragó saliva, se dio cuenta de lo seca que tenía la boca.
—Hemos perdido ya siete días de nuestra misión —anunció casi ominoso. Y era una tontería, porque en realidad no tenían ninguna misión como tal en tierras galas. Habían sido enviados para que comenzaran a llevarse bien, y tal vez Vasiliy no lo veía, pero en su estupor y en su colapso, había forjado lazos más fuertes con Ivka de los que había logrado crear antes de aquella triste noche.
Última edición por Vasiliy Korsakov el Mar Oct 11, 2016 9:11 pm, editado 3 veces
Vasiliy Korsakov- Inquisidor Clase Media
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Re: At third sight ││ Privado
“The function of prayer
is not to influence God,
but rather to change
the nature of the one who prays.”
― Søren Kierkegaard
is not to influence God,
but rather to change
the nature of the one who prays.”
― Søren Kierkegaard
A pesar de las heridas, de la convalecencia, Vasiliy seguía teniendo una fortaleza admirable. Encogió los hombros y cerró los ojos al escuchar aquella petición que mas bien sonaba como orden, se sintió realmente estúpida, se sintió miserable e insignificante ¿como pudo pensar que el trato cambiaría? no que la maltratara, no, eso nunca, era un caballero, pero creyó, quizá que ahora era visible a sus ojos.
El tono se voz cambió, ahora era débil, tenue. La rubia se relajo, su mano derecha acariciaba su brazo izquierdo con nerviosismo, tenía una expresión inocente, pura e inmaculada. No giró hasta que le escucho agradecerle, y posiblemente se hubiera quedado allí, petrificada sin saber como reaccionar de no ser porque él la obligó a quedar de frente cuando buscó sus manos.
Su piel nívea se coloreo de carmín ante sus palabras, su corazón desbocado el cual creyó en cualquier momento se le saldría del pecho, era la primera vez que escuchaba a su prometido hablarle de aquella manera, tan personal, confiada y ¿amorosa? probablemente aquello sería lo mas cercano a un acto de amor que la rubia algún día tendría. No supo que decir, no supo como reaccionar, mil y un palabras cruzaron su mente y otras tantas se quedaron pegadas en su lengua y así como la espuma del mar sube con la marea, bajó de igual forma cuando él se rindió.
Se quedó de pie a un hombre sentado en la cama, sintió el vacío entre sus manos, la confusión en su corazón ¿así era como se sentía? cuidó de el por una semana, lo bañó, le habló sin vergüenza y ahora él le confesaba que fue ella quien lo mantuvo atado ¿eso era?. Sintió el calor desprenderse de su pecho. ―Vasiliy...- volvió a pronunciar con suavidad, mas su voz se vio perdida ante la preocupación ajena.
―Vasiliy...- volvió a pronunciar, esta vez con mas fuerza, se hincó delante de él y alargó la mano hasta tocar su rostro, lo miró con ternura y anhelo, le acarició la mejilla con dulzura ―Ya tendremos mas días para ello, lo importante ahora es que te recuperes - le sonrió, no sin que aquel acto le costara, no sin morir de miedo por su reacción. Se elevó un poco hasta que sus labios besaron la frente de su prometido ―Quizá soy yo la que no es el mejor partido, deberías tener a tu lado a alguien fuerte, autosuficiente... no un ratón de biblioteca asustadizo como yo - ahora sonreía con tristeza, avergonzada de no ser fuerte como él, como su abuelo esperaba ―Duerme ¿si? - terminó de ponerse de pie, su mano aún sobre la mejilla ajena de a poco se fue separando, dejando que sus yemas dejaran un rastro cálido detrás de un roce lleno de significado.
El tono se voz cambió, ahora era débil, tenue. La rubia se relajo, su mano derecha acariciaba su brazo izquierdo con nerviosismo, tenía una expresión inocente, pura e inmaculada. No giró hasta que le escucho agradecerle, y posiblemente se hubiera quedado allí, petrificada sin saber como reaccionar de no ser porque él la obligó a quedar de frente cuando buscó sus manos.
Su piel nívea se coloreo de carmín ante sus palabras, su corazón desbocado el cual creyó en cualquier momento se le saldría del pecho, era la primera vez que escuchaba a su prometido hablarle de aquella manera, tan personal, confiada y ¿amorosa? probablemente aquello sería lo mas cercano a un acto de amor que la rubia algún día tendría. No supo que decir, no supo como reaccionar, mil y un palabras cruzaron su mente y otras tantas se quedaron pegadas en su lengua y así como la espuma del mar sube con la marea, bajó de igual forma cuando él se rindió.
Se quedó de pie a un hombre sentado en la cama, sintió el vacío entre sus manos, la confusión en su corazón ¿así era como se sentía? cuidó de el por una semana, lo bañó, le habló sin vergüenza y ahora él le confesaba que fue ella quien lo mantuvo atado ¿eso era?. Sintió el calor desprenderse de su pecho. ―Vasiliy...- volvió a pronunciar con suavidad, mas su voz se vio perdida ante la preocupación ajena.
―Vasiliy...- volvió a pronunciar, esta vez con mas fuerza, se hincó delante de él y alargó la mano hasta tocar su rostro, lo miró con ternura y anhelo, le acarició la mejilla con dulzura ―Ya tendremos mas días para ello, lo importante ahora es que te recuperes - le sonrió, no sin que aquel acto le costara, no sin morir de miedo por su reacción. Se elevó un poco hasta que sus labios besaron la frente de su prometido ―Quizá soy yo la que no es el mejor partido, deberías tener a tu lado a alguien fuerte, autosuficiente... no un ratón de biblioteca asustadizo como yo - ahora sonreía con tristeza, avergonzada de no ser fuerte como él, como su abuelo esperaba ―Duerme ¿si? - terminó de ponerse de pie, su mano aún sobre la mejilla ajena de a poco se fue separando, dejando que sus yemas dejaran un rastro cálido detrás de un roce lleno de significado.
Ivka Tolstoya- Inquisidor Clase Alta
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Re: At third sight ││ Privado
“I wanted to crawl into her chest and kiss everything that she’d thought I’d hate.”
Miró a Ivka como quien mira un milagro o una visión, como si no creyera que era verdad. Los dos eran víctimas de los designios de sus padres, no le echaba la culpa a ella de nada, y siempre había creído que podía ser peor. Que su padre lo hubiera comprometido con una mujer banal, o cruel, pero ella no era así, Ivka era perfecta, y eso era lo peor, porque merecía a alguien que la amara con todas esas virtudes. Reaccionó cuando sintió a su prometido cerca y la miró, ahí, hincada frente a él.
Asintió débilmente, no muy seguro de qué responder. Tenía razón, pero había una necesidad más profunda y primitiva dentro de él e dejar todo eso atrás, de mostrarse fuerte, de no estar vulnerable frente a ella. No porque temiera que pudiera hacerle daño, al contrario, porque sabía que no lo haría y no entendía qué cosa había hecho para ganarse esa compasión. Tragó saliva y escuchó atento. Entonces abrió bien los ojos rasgados y los clavó en los claros de ella, no creyéndose lo que estaba escuchando. Tardó más de lo que le hubiera gustado en reaccionar, dándole tiempo de besarlo en la frente; era el cansancio y la impresión. Cuando ella trazó con sus dedos aquellos surcos cálidos en su piel, atrapó la mano ajena por la muñeca, impidiéndole alejarse más.
—¿De qué hablas? —Preguntó con voz ronca y segura, apretando quizá un poco de más la muñeca. Se dio cuenta entonces que todo ese tiempo, ambos habían estado recibiendo mensajes equivocados—. Eres perfecta como eres, Ivka. Nunca dudes de eso. Para que haya soldados como yo, se necesitan eruditos como tú —aflojó el agarre y se puso de pie, alto como era, un contraste real con la chica, pequeña a su lado.
—Por favor, nunca lo olvides. Sé que si el destino hubiera sido distinto, habrías encontrado un hombre perfecto para ti. Alguien que pudiera hacerte feliz realmente. Lamento tanto haberme atravesado en tu camino —la tomó de los hombros y no dejó de mirarla un segundo. Eso era lo que Vasiliy lamentaba más, que Ivka estuviera atado a él, un hombre que quizá nunca la haría feliz.
Se quedó así unos segundos que parecieron eternos. Cerró los ojos lentamente para luego abrirlos y darse cuenta que esa era su realidad. Que ella era su realidad. Un impulso, de esos que muy pocas veces se permitía, lo obligó a inclinarse al frente, y besarla.
Era la primera vez que lo hacía. Un beso suave y casto en los labios. Rápido, pero no por ello, menos significativo, aunque en ese preciso instante, él mismo no supiera que podía representar. Simplemente deseó hacerlo, y contrario a lo que imaginó, no se sintió incómodo después de ello. Era obvio que les faltaba conocerse, conectar el uno con el otro, pero Ivka era hermosa e inteligente, fuerte a su modo. Vasiliy supo entonces, que aunque distaban mucho de ser la pareja perfecta, podían hacerlo funcionar.
Vasiliy Korsakov- Inquisidor Clase Media
- Mensajes : 63
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Localización : París
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