Sight of the Moon [Privado]

por **Alice Fallet** Sáb Jun 25, 2016 1:30 pm

La luna estaba en su máximo esplendor aquella noche, las pisadas que la joven inmortal daba parecían romper el silencio que reinaba en aquellos lugares. Las calles de París habían cambiado tanto desde la última vez que estuvo allí. ¿Cómo olvidarlo? Ella simplemente se encontraba paseando por algunos callejones, en completa soledad. No había nadie más allí con quien comparar su soledad, pero, en cierta forma, eso era lo mejor del tema. Quizás si un humano cualquiera llegara a pasar podría alimentarse de él.

-El silencio…- ella amaba estar en lugares silenciosos, donde ni una sola alma llegaba, donde nada más que ella y su sombra se encontraban. En aquel lugar, no se podía escuchar más que el eco de su voz hablando. Ya se había olvidado por completo de su seguimiento. Sus recuerdos de aquel hombre llegaban hasta sus memorias en una pequeña malformación, ni si quiera lo entendía bien. Sólo sabía que él le había otorgado esa vida eterna que actualmente poseía y desde entonces, lo ha buscado sin cansancio, pero sin ningún resultado favorable para la fémina. Nada de lo que hacía funcionaba muy bien. Entonces se encontraba allí, en plena Francia por una pequeña pista que había tenido de su anterior amante.

Pero no podemos decir que en aquel momento importara mucho, Su vestimenta se podría decir que no daba tanta pena, no tenía agujeros como antes en su vida humana, con el dinero que conseguía robando por las noches podía comprar ropa que estuviera en buen estado. Aunque a ella nunca le acomodo exactamente las vestimentas lujosas que los nobles utilizaban, para la vampiresa, gastar tanto en ropa no era tan necesario, mientras tuviera algo puesto y que ese algo estuviera en buen estado era suficiente.

Pero algo interrumpió el silencio que tanto amaba, algo que no eran exactamente sus pasos o su respiración. Era alguien más que se encontraba en el mismo callejón que ella. ¿Quién era? ¿Quién podría atreverse a molestarla en aquel momento? Mantuvo la compostura, no gritaría ni correría, no era ese tipo de persona como para llegar a tales extremos. Aunque quizás la verdadera razón era porque por su naturaleza, era bastante más fuerte que lo general allí. No tendría muchos problemas en salir. Aunque si, quizás algunos licántropos podrían salir a molestar. Pero ¿Qué harían en esos lares? Suspiró un momento mientras se mantenía estática en su posición.

-¿Quién anda allí?- pregunto amenazante, pero con una fría calma que llegaría a dar miedo, no era común que en ella desbordaran los sentimientos y por lo mismo en su actitud, aquella fría y aterradora calma era común, pero no para un humano cualquiera, no para todos y quizás ello era lo que hacía aquella situación más escalofriante. La muchacha no andaba con rodeos y simplemente esperó que quien estuviera en aquel lugar se mostrase ante ella y si no lo hacía, habría que obligarlo a hacerlo.

por **Joe Black** Jue Jul 07, 2016 10:42 am

Mis pasos resonaron huecos en aquel callejón poco iluminado de la parte mas pobre de la ciudad, esa noche mi sed me había llevado en busca de la calaña que solía trapichear en los bajos fondos cerrando viejos tratos de trafico de armas, drogas o incluso personas.
Sonreí de medio lado cuando fuera de todo pronostico lo que encontré lejos de ser uno de esos tipos que me serviría de cena había era una joven inmortal de largos cabellos que no se me antojaba mucho mas peligrosa que cualquier mortal de los que pudiera haber hallado.
Estuve a punto de darme la vuelta para volver sobre mis pasos a probar suerte en otro callejón varias cuadras mas abajo, mas su voz preguntando mi nombre tras haberme detectado dibujo en mi una maquiavelica sonrisa, a fin de cuentas yo siempre estaba dispuesto a emprender juegos nuevos.
Quizás no fuera mi cena, mas porque no mi perfecto postre de la noche.
Caminé con seguridad hacia ella deteniéndome a escasos centímetros de su delgado cuerpo.
-¿Tan pronto quieres conocer mi nombre? -susurré descarado casi frente a sus labios.
Me intrigaba su reacción, a fin de cuentas no todas las mujeres inmortales eran jugadoras natas, veamos de que pasta estaba hecha esta.
Ladee la cabeza al oír unos pasos que se nos acercaban y tirando de ella la arrincone contra la pared cubriendo sus labios con mi mano en señal clara de que guardar silencio, al parecer el callejón estaba concurrido aquella noche, y para que mentir la excitación de una diversión tan cercana empezaba a excitarme.
Por el ruido de aquello seres, eran cazadores pues portaban armas y si no fallaban mis sentidos se trataba del ridículo número de dos.
Una lastima, aquella noche la diversión terminaría pronto, me separe de la dama caminando confiado hacia mis nuevas presas, al parecer eran tan amables que se habían dignado en traernos la cena a domicilio.
Al llegar frente a ellos les salude con la mano mientras en mis labios se dibujaba una pérfida sonrisa amable que dejaba mis colmillos al descubierto y como no mi condición inmortal.
-Entren caballeros están en su casa -dije trasformando mi saludo en una invitación hacia el mismísimo infierno.

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