Red Moon ~ Privado

por **Naxel Eblan** Sáb Ago 20, 2016 1:58 pm

La noche caía de nuevo sobre la ciudad de París, una nueva noche comenzaba y con ella otra cacería a su vez empezaba. Ya lo tenía todo casi dispuesto para poder salir a cazar y, como de costumbre, revisaba todas las armas que iba a utilizar aquella noche. Revisé las dagas de plata que llevaba por si me cruzaba con algún licántropo y que estuvieran afiladas, era importante que todo estuviera en su sitio. Las guardé en las fundas detrás de mis muslos y pasé a revisar otras dagas, algo más pequeñas que las otras y de acero y las guardé también en las fundas a ambos lados de mí muslo.

Pasé a revisar las flechas que utilizaría esa noche, llevaba algunas para licántropos que tenía con plata en la punta de estas para infligir mayor daño posible, y las dejé en el carcaj. También tenía otras que eran más normales y que también estaban bien, por último inspeccioné la ballesta, comprobé las cuerdas que tenía para lanzar y que todo estuviera en orden y, como no, las estacas de madera que solía utilizar para matar a los vampiros. Todo en orden, todo en su sitio. Comencé entonces a vestirme con la ropa negra que solía llevar cuando iba a cazar, las botas negras, los pantalones negros y una camisa también negra… me gustaba camuflarme con la oscuridad y no había mejores ropas que las oscuras para ello.

Comencé a ponerme todo, guardando algunas dagas escondiéndolas detrás bajo mí espalda, las otras dagas, unos pequeños shuriken que había comprado en la armería clandestina, un par de escopetas pequeñas con balas de plata que llevaba, y finalmente, me puse el carcaj a la espalda con la cuerda, cogí la ballesta y salí por la puerta de la cabaña que tenía en el bosque para salir a cazar. Aquella noche iría por las afueras de la ciudad, sabía que muchos seres sobrenaturales se movían por la ciudad y, también, que había muchos cazadores por aquella zona… por lo que ir a las afueras seguro que también tenía su recompensa.

Atravesé el bosque en completo silencio roto únicamente por mis pasos y por el sonido de los animales que vivían por allí, estaba justo al otro lado del río, en medio del bosque, alejada de la ciudad. Era el lugar donde llevaba a mis presas para torturarlas y sacarles información sin que nadie pudiera oír sus gritos… era perfecta porque no había nada más en kilómetros a la redonda. Salí finalmente del bosque y comencé a adentrarme por las afueras de la ciudad, un sitio algo abandonado en el que no había mucha gente, pero sabía que había una pequeña aldea cerca donde vivía gente y que podría ser el foco de atención de algún vampiro.

La ballesta ya estaba lista y preparada y era lo que portaba en las manos, comencé a andar con paso lento observando todo el sito a mí alrededor. No era la primera vez que visitaba aquel lugar, pero sí el primero en que lo hacía como parte de una noche de cacería. Debía de llevar cuidado y vigilar mí espalda como había estado haciendo siempre, había salido un par de veces a cazar con Astrid y no podía dejar que aquello nublara mí juicio… debía de seguir como había estando haciendo hasta ahora. La aldea apenas tenía unos pocos habitantes por lo que sabía que la población de la aldea era pequeña, pero era mejor andarse con precaución.

Unos pasos que retumban con rapidez se aproximan por uno de mis costados y preparo la ballesta para lo que pudiera pasar, había más de uno por como sonaban los pasos. ¿Una pareja de licántropos? ¿Una presa huyendo de un vampiro? No lo sabía pero estaba completamente preparado para lo que pudiera salir. Había un muro que era lo que me cubría y, por mí flanco izquierdo, era por donde notaba y oía las pisadas. Inspiré de forma profunda, concentrándome, y cuando sentí que era el momento adecuado… me asomé apuntando con la ballesta.

Dos gritos se alzaron en la oscuridad de la noche y, por suerte, no llegué a disparar la ballesta sino habría matado a un inocente. Eran dos jóvenes que corrían agarrados de la mano, que ahora me miraban con miedo y temor al verme cargado de aquella manera y apuntándoles con mí ballesta. Gruñí enfadado por aquello porque realmente pensaba que había encontrado a una presa y, sin embargo, era una pareja de adolescentes que correteaban libres por las afueras de la aldea.

-Largaos, si no queréis que dispare de verdad –mis palabras fueron duras y frías, pero quería que se alejaran de nuevo y volvieran a la aldea para que no pudieran distraerme de nuevo, no era precisamente lo que andaba buscando. Suspiré y volví a centrar mis instintos en busca de algún ser sobrenatural al cual cazar, sabía que alguno saldría pronto. La noche no acaba más que empezar.