Atardecer - Privado

por **Shax Orthon** Vie Jul 15, 2016 7:04 pm

Culpable y solitario. Su intención nunca había sido llegar a la capital, mucho menos deambular como una bestia sin rumbo fijo, sin embargo tenía pocas opciones para sobrevivir, ahora que su pasado estaba demasiado lejos y no tenía a nadie. Se había instalado en un lugar modesto. No pretendía mostrar sus orígenes aunque sus rasgos impecables y halo misterioso volvían más difícil la tarea. Dones que la licantropía traen consigo.Caminó por un par de horas, dejando que el aire de París le inundara el cuerpo. Se dejó seducir por los encantos de la capital y los colores que esta le ofrecía. Las aceras somnolientas fueron golpeadas por su andar mezquino. Sonreía de vez en cuando al caer en la cuenta de lo que estaba haciendo, usaría el disfraz, como lo había hecho todo este tiempo. Sería un ser humano común y corriente dando un paseo.

Dejaría que esa máscara fluyera, no necesitaba de problemas o preocupaciones en esa tarde, que el engaño cubra sus heridas y el daño que pudo haber ocasionado a quienes le rodeaban. Apenas y regalaba un saludo modesto a esos extraños que de vez en cuando cruzaban sus miradas curiosas con la suya. La noche venidera caería de lleno muy pronto y a pesar de ser un sobrenatural, confiaba en que llegaría a su destino a tiempo, conocía a la perfección la hora para circular como lo haría cualquier otro. Observaba diáfano el recorrido de los otros transeúntes.

Ensimismado en sus pensamientos, contradictorios. Levantó la mirada y notó que el clima estaría a su favor el día de hoy, en los bolsillos de los pantalones llevaba ocultas las manos. Aceleró el paso y fue de testigo de innumerables acontecimientos a su alrededor, cosas comunes y grises. Silencio. Aspiro el aroma a tranquilidad y trató de cerrar por completo su mente, no necesitaba saber nada de aquellos extraños, no necesitaba a nadie en este preciso instante, observó los cuadros que tapizaban las calles y antes de continuar con su recorrido, se instaló en una banca donde la vista le favorecía, admiró el atardecer, uno de muchos que en su sendero había sido testigo.