En mitad de una pesadilla - Flasback || Privado (Eghon) # Trama Lair Rosen

por **Corradine Grimaldi** Sáb Ago 06, 2016 7:57 pm

En Mitad de una Pesadilla

Aún no podía dormir, acostada en su lecho, recordaba la discusión que había tenido con su padre, y a pesar que sentía un gran amor por éste y por toda su familia, deseó vivir sola, que nadie le pudiera decir que hacer. Abrazó la almohada y dejó que las lágrimas de frustración se deslizaran silenciosas por sus mejillas. No era ella quien debería casarse por imposición de su padre, pero Mia, su gemela, debería hacerlo. Su hermana mayor, nuevamente la había librado de una orden de su padre. De la misma forma que no entendía su progenitor, tampoco comprendía porque Mia aceptaba sumisa aquel destino, - ¿Es que no sueña con enamorarse? – había pensado, mas sin siquiera haber expresado su pregunta en voz alta, Mia le había respondido – Cuando madures, entenderás, que se deben hacer sacrificios, no solo por los propios sueños, sino por el bien mayor, el de la familia y hasta el de nuestro pueblo… ¿o te has olvidado que como condesa, algún día te deberás a los más necesitados? - Chiara odiaba que su hermana tuviera razón, demostrando así, cuál de las dos era mucho más madura. Por eso, la había dejado con la palabra en la boca, y dejado la biblioteca, subiendo a su habitación y encerrándose, - mañana será otro día, y tal vez entonces, logre demostrarle que se equivoca, que no puede entregar su corazón a un extraño -, suspiró mientras intentaba conciliar el sueño, todavía tenía tiempo de convencerla, para que anulara el compromiso y que juntas partieran a París, a ver mundo, disfrutar de sus casi veinte años.

Una respiración helada la despertó, abrió los ojos y de pronto se encontró con los ojos más rojos y centelleantes que jamás hubiera visto, quiso gritar pero no pudo, solo podía abrir su boca intentar gritar, pero le era imposible. En ese momento, sintió más ruidos en el pasillo, dejó de mirar a esos ojos sobrenaturales e intentó prestar atención a la puerta que se abría, - Papá – gritó con todas sus fuerzas, su padre entraba a la habitación, con la espada en mano y un arma en la otra, más el monstruo que se encontraba apretando el cuerpo de la joven con su propio peso, giró su cabeza y contempló al hombre, fue un segundo, Chiara observó aterrada como su padre era asesinado ante sus ojos, el demonio hundió sus colmillos en el cuello, bebiendo la sangre de su padre, mas luego, con un rápido movimiento quebró la columna del hombre, matándolo en el acto. Ella no podía dejar de gritar, tal vez por sus gritos, por que intentaban todos escapar por el balcón que poseía su habitación, pudo distinguir como otros monstruos como el que matara a su padre, se ensañaban con su madre y sus dos pequeños hermanos. – No, por favor, no los matéis son apenas unos niños – suplicó, haciendo que el ser que matara a su padre se acercara a ella, con los labios aún rojos por la sangre que había bebido de su víctima. La tomó de los brazos y la apretó contra la pared, - ahora será tu turno, mi querida prometida – dijo el asesino entre dientes, próximo a clavar sus afilados colmillos en su blanca piel.

La voz lejana de su hermana, los disparos, hicieron que el vampiro se distrajera, soltando a su presa, - ¿Mia? – pronunció el inmortal, mientras abandonaba a la joven y se dirigía en busca de su verdadero objetivo. Chiara quedó temblando en el suelo, ¿Qué debía hacer? ¿Intentar ayudar a su hermana o escapar? El miedo fue mayor, amaba a Mia, pero si se quedaba, tal vez ninguna sobreviviría. Desesperada se lanzó por el balcón, descolgándose de las ramas del árbol que llegaba hasta casi su ventana. De allí, corrió, descalza y en camisón, cayendo al suelo, ensuciándose con pasto y hojas secas, hasta llegar al establo, donde el cochero al sentir los gritos de los ocupantes de la mansión, había preparado el coche, debía intentar poner a resguardo a la joven. La hizo subir, y cerró la puerta, - Señorita, escuche lo que escuche, pase lo que pase, no habrá la puerta, a nadie, hasta que el sol no cubra con su luz la calesa – dijo mientras se apresuraba a trabal la puerta y subir al asiento, saliendo a toda velocidad. Chiara lloró todo el camino, no supo cuántas horas habían pasado, pero escuchaba el continuo ajetreo de los caballos, el chasquido del látigo y las breves palabras del cochero, cada vez que azuzaba a las bestias. Sin saber que hacer intentó rezar, por el alma de sus padres de los pequeños hermanos y por su hermana, algo en el interior de su ser le decía que Mia aún se encontraba con vida, más una angustia se apoderaba de su pecho, - algún día aprenderás, que a veces una debe hacer sacrificios por el amor a su familia – las palabras de su hermana comenzaron a tener sentido, Mia, había logrado conseguir una distracción, para que Chiara huyera en busca de ayuda, mas ahora se encontraba dejándola sola, no había ido en busca de la guardia, sino huía lo más lejos que pudiera de aquella matanza. Lloró desconsolada, era una cobarde, una tonta e ingenua criatura.

BY ORIANI~© SAVAGE-THEMES & THE CLOSETTO

por **Eghon Grant** Lun Ago 22, 2016 11:02 pm

Eghon sabía a la perfección los deberes que tenía que cumplir con su familia, aún así, había abandonado todo para servir a la iglesia. El heredero de los Grant dejó todo lo que le correspondía proteger en manos de su hermana menor, quien sabía, protegería el clan como si fuera él mismo. El escoces sabía a la perfección que a su hermana ganarse el respeto de los otros miembros del clan le llevaría tiempo y esfuerzo, aún así, Eghon apoyó desde la distancia cada una de las decisiones de su hermana mientras que por su parte, el primogénito de los Grant llevaba a cabo su entrenamiento como inquisidor en los cuarteles de Francia, sitió que se convirtió en su segundo hogar. Grant conocía entonces a la perfección Francia, sabía los lugares a los que debía ir para aniquilar sobrenaturales, tenía informantes en las calles, entre otras cosas que creía él, le volvían un miembro importante en tierras francesas, sin embargo, la última misión que le fue encomendada lo llevaba a dudar seriamente de sus propias creencias.

Observando desde una distancia prudente la residencia Di Moncalieri, Eghon se preguntaba ¿Qué había hecho para terminar siendo enviado a Italia a vigilar por tercer día consecutivo aquel hogar? Si bien sus superiores le informaron que aquello no era un castigo, sino la muestra de que lo creían capaz de desarrollarse incluso en terrenos inexplorados, para él, todo aquel palabrerío no era más que una manera de no hacerle saber directamente que lo consideraban un inepto. Un suspiro salió de sus labios antes de recibir un golpe en uno de sus costados.
– Grant deja de estar soñando, te necesitamos atento – dijo uno de los dos compañeros que habían sido enviados junto con él – sabes muy bien que ese vampiro que han comprometido con una de las hijas Di Moncalieri es una presa importante para los altos mandos – se hizo una pausa – así como no hay necesidad de decirte lo que podría pasarle a toda la familia ahora que sabemos que no esta muy feliz de que le fuera denegada la oportunidad de ver a su prometida – ante aquellas palabras, el inquisidor únicamente fue capaz de asentir. Cierto era que sabía muy bien que el inmortal al que se enfrentaban no era un oponente fácil pero tampoco lo creía tan impertinente como para atacar a la familia a sabiendas de que tres inquisidores estaban ahí, esperando porque hiciera su movimiento.

Gran parte de la noche transcurrió sin ningún inconveniente, tal como transcurrieron las dos noches pasadas. Existía de hecho tanta tranquilidad que fue eso lo que despertó la alarma en Eghon.
– Algo no esta bien – aseguraba a sus compañeros justo antes de que se desatara el infierno en la residencia de la familia Di Moncalieri. Los gritos de terror se escuchaban con completa claridad, al igual que el golpeteo de los caballos en que los inquisidores montaron rápidamente. Los tres soldados necesitaban llegar hasta la residencia y detener al causante de aquel alboroto, acabar con su existencia y esperar que la familia italiana estuviera intacta.

La invasión y recolección de lo que el vampiro consideraba importante pareció no llevar demasiado tiempo, ya que cuando los inquisidores están cerca de la casa, fue únicamente el silencio quien los recibió.
– Dividámonos – sentenció uno de sus compañeros, quien no perdió tiempo en desaparecer en la oscuridad de la noche, seguido por el otro soldado, mientras que Eghon, permanecía inmóvil en la oscuridad de la noche, tratando de detectar algo de movimiento.

De manera abrupta, Grant pudo escuchar como es que un carruaje salía de la residencia así que sin pensarlo dos veces y sabiendo que no podía esperar a sus compañeros, dio la orden a su caballo para que comenzara con la persecución mientras que por dentro rezaba porque quien fuera dentro del carruaje aun tuviera salvación.

por **Corradine Grimaldi** Mar Ago 23, 2016 9:07 am

Habían recorrido bastantes millas, aún la noche era cerrada, solo se escuchaba el relinchar de los caballos casi desbocados, el látigo que los azuzaba y las palabras del cochero al motivar a los animales a seguir veloz con la huida. Chiara estaba sentada en el asiento aterciopelado del interior del vehículo, lloraba desconsolada, mientras en su mente se repetía una y otra vez los gritos desesperados, aterrados de sus padres, de sus pequeños hermanos, se tapó los oídos, pero aún así podría escucharlos. Sus ojos podían ver aún el rostro blanco, de mirada desquiciada de aquel vampiro, cuando luego de matar a su padre, se había abalanzado sobre ella, como si se tratara de una presa, o si sus intenciones fueran mas que de cazador, las de un demente a punto de jugar con su victima, antes de matarla.

La joven, había levado sus rodillas al pecho, abrazándolas con fuerza y escondiendo su rostro. Así se mantuvo un tiempo que no pudo medir, hasta que sintió como el carruaje comenzaba a disminuir la velocidad, los chasquidos del látigo al aire, habían desaparecido, aunque los relinchos aterrados de los caballos aún se podían distinguir. Chiara se acomodó en su asiento, para luego intentar ver algo por la ventanilla, pero le fue imposible, porque no solo era noche cerrada, sino que la vegetación golpeaba los cristales, con violencia, como si fueran miles de manos huesudas que intentaran romper los cristales y entrar para poder atraparla.

Fue cuando la velocidad del coche descendió cada vez mas, hasta casi detenerse, en mitad de la nada, cuando logró tener el valor suficiente para bajar la ventanilla y sacar su cabeza por ella, intentado observar que era lo que estaba pasando. El cuerpo de Chiara se crispo por la escena, los caballos estaban siendo asesinados por el propio chófer, aunque no parecía el mismo hombre, pues la palidez de su piel, ahora era mas intensa, sus manos, como garras afiladas, cortaban el cuellos de los caballos que caían al suelo en un fango sanguinolento, y gimiendo de forma gutural, dando débiles coces, resbalándose en la sangre de sus compañeros. Aterrada, con la mirada clavada en el macabro espectáculo, no podía ni mover un músculo de su cuerpo.

Gritó desesperada cuando el vampiro se giró, con los ojos encendidos como dos ascuas de fuego y la contempló, su boca mostraba una sonrisa macabra, y unos colmillos afilados. La italiana se apresuró a levantar la ventanilla y alejarse de la portezuela, que permanecía trabada por dentro. Un sonido chirriante iba escuchándose mientras el vampiro marcaba la madera del vehículo y pasaba sus garras por el cristal, mostrando su horrendo aspecto a chiara que descompuesta de susto no atinaba mas que a hundirse en el asiento y gritar como si la estuvieran por violar. - deja de chillar como un becerro - le dijo el inmortal, - acepta tu destino, debes morir, como lo habrá hecho ya, toda tu familia -, la sonrisa del vampiro se hizo aún mas pronunciada, mientras se reía como un demente, antes de golpear con todas sus fuerzas el cristal y estallar en mil pedazos. La joven atinó a cubrir con sus brazos el rostro y sus piernas el pecho, pero algunas astillas lograron herirla, aunque no se clavaron en su piel.

por **Eghon Grant** Miér Ago 24, 2016 9:44 pm

No había tiempo que perder, su manera de proceder al ver el carruaje alejarse determinaría si la persona que iba en el interior sobrevivía, eso claro si quien iba dentro era alguien de la familia Di Moncalieri y no aquel que se atrevió a entrar en la residencia en plena noche y crear el alboroto que ahora tanto Grant como sus compañeros debían solucionar. Animando entonces a su corcel, el escoces comenzó su persecución.

Los tenues rayos de la luna que eran capaces de atravesar las nubes permitían que el inquisidor distinguiera tanto el carruaje como el camino que seguían. Si bien lo más prudente sería indicar al cochero que se detuviera para poder él auxiliarle, Eghon sentía que no todo estaba bien y que el peligro del cual parecían alejarse al dejar detrás la mansión, se encontraba más cerca de lo que cualquiera podía imaginar. Con la duda de si actuaba de manera correcta o no, Eghon continuo con la persecución sin hacerse notar mucho, observando simplemente a donde es que se dirigía el carruaje, pidiendo por dentro porque su decisión fuese la más acertada y nada malo sucediera.

El tiempo transcurría y los caminos que transitaba el carruaje pasaron de ser una ruta de huida a una ruta que nadie en su sano juicio tomaría, ni aunque eso implicara salvar su propia vida. Con cautela, Grant siguió a cada vez menos velocidad el carruaje que entró en una zona de arboles, detalle que encendió en soldado una alarma. Quien fuera que estuviera dentro del carruaje estaba siendo guiado hasta una trampa por la misma persona que al parecer, le había ofrecido salvación con el carruaje. Conforme avanzaba más dentro de la zona de arboles, al caballo de Eghon le resulto imposible continuar sin hacerse daño, motivo que llevo al inquisidor a dejar su montura atada a un árbol y continuar su andanza a pie. Sabía que ir caminando le daba muchas más ventaja al carruaje, sin embargo, él no pensaba rendirse, pensaba por el contrario salvar a quien sin saberlo era arrastrado a la muerte.

Eghon caminaba con la mayor precaución posible pero debido a la oscuridad, su cuerpo ya mostraba rasguños de algunas ramas que no había sido capaz de esquivar y de hecho, esquivar las ramas no le importo para nada en cuanto un grito femenino dio por finalizada la paz de la noche. El inquisidor corrió en la dirección de la cual provenían los gritos, siendo sus ojos testigos de un horrible espectáculo al ver el carruaje que antes persiguiera. Los caballos morían lentamente en el suelo sobre charcos formados con su propia sangre y aunque un enorme pesar invadió el corazón noble del escoces, no tuvo tiempo de detenerse. Grant se abalanzó sin dudar sobre la figura que luchaba por sacar a alguien de dentro del carruaje, una mujer a la que si bien Eghon no veía, podía escuchar a la perfección. Con un golpe que daño más al inquisidor que a la criatura que reconocía como un vampiro, el soldado logró alejarlo del carruaje.
– Le pediré que no salga por nada del mundo – mencionó dirigiéndose a la joven dentro del carruaje a quien aun no había visto – No quiero que sus ojos sean testigos de lo que le sucederá a este vampiro – indico, observando como de manera descarada el vampiro se reía de sus palabras.
– ¿Crees poder vencerme? – respondió a la amenaza del inquisidor dando un paso al frente – Pues entonces hazlo – y dicho eso, fue a atacar a Eghon quien ya sacaba un par de armas para enfrentarse con aquella criatura de la noche. Grant no pensaba dejarse derrotar por aquel inmortal, tenía que ganar y sobre todo, tenía que salvar a la joven dentro del carruaje.

por **Corradine Grimaldi** Jue Ago 25, 2016 8:32 pm

El vampiro introdujo su brazo por el hueco que había abierto en el vidrio de la ventanilla. Un rapido movimiento de su mano, sobre el pestillo, hizo que la portezuela del carruaje quedara desbloqueada, permitiendo el libre acceso al interior del vehículo. Chiara, palideció, no tenía a donde escapar, ni tiempo alguno. Bien había observado la velocidad con que el vampiro, que intentó atacarla en su habitación, utilizó para caer sobre su padre y degollarlo de un mordisco. Cerró los ojos intentando calmarse, asimilando que su hora había llegado, pero el ruido de la portezuela al abrirse, la voz del vampiro al asegurarle que de nada valdría oponer resistencia, la hicieron reaccionar. Era verdad, tal vez no tendría ninguna chance, pero no se lo haría fácil, aunque fueran unos segundos mas de vida, lucharía con todas sus fuerzas, para intentar sobrevivir.

Fue así que comenzó nuevamente a gritar a todo lo que le permitía sus garganta, casi hasta quedar afónica. Al ver como el vampiro introducía la mitad de su cuerpo al interior del vehículo, Chiara se retrajo aún mas sobre la butaca, pegándose a la pared contraria del carruaje, casi intentando traspasar el entelado del interior, con sus piernas intentaba alejarse lo mas posible del vampiro, pero éste tomó con sus manos uno de sus tobillos y comenzó a tirar de ella, tenía que sacarla de aquel refugio, para poder tomar la sangre y la vida de la joven, aunque en su cabeza también rondaba la idea de usarla primero, desfogarse en ella. El inmortal sonrió con malicia, cuantas veces la había observado sin que ella se diera cuenta, innumerables veces la había contemplado mientras se bañaba, o se secaba, ese cuerpo era una delicia y él pensaba gozarlo antes de que se convirtiera en comida de gusanos.

Tiró con mas fuerza de ella, haciendo que la italiana gritara desesperada, y resbalara casi hasta caer al piso del carruaje. La soltó para tomarla por uno de los brazos, mas en ese instante algo o alguien golpeó a su agresor, haciendo que la soltara, Chiara se apresuró a volver a la parte mas alejada del asiento, apretando sus piernas con sus brazos. Le dolía el tobillo que el vampiro había tomado y tirado. Se mantuvo en total silencio, mas aún al escuchar la voz de un hombre que le pedía no abandonar el carruaje. Aunque no lo podía ver, negó con la cabeza, ni en cien años dejaría el carruaje, mientras un ser tan peligroso y repulsivo la asechara.

Pudo oír lo que el vampiro le decía a quien intentaba salvarla, Chiara comenzó a llorara en silencio, solo rogaba a Dios que protegiera a ese hombre, que le diera las fuerzas y armas necesarias para vencer al vampiro, porque de no hacerlo, los dos morirían aquella noche, y ella deseaba poder ver al dueño de esa voz, que sin entender el porqué, le causaba una paz que lograba acallar sus mas profundos terrores.

por **Eghon Grant** Jue Sep 22, 2016 12:40 pm

Aquella misión que el escoces esperaba fuera meramente de investigación, pasó rápidamente a convertirse en una cacería de vampiros y en una lucha por mantener a los Moncalieri con vida. Siguiendo un carruaje que escapaba de la mansión de la familia, Eghon se había alejado de sus compañeros esperando que en interior viajara parte de la familia atacada. El trayecto que el carruaje seguía fue extraño, algo que alerto al inquisidor y le impulso a seguir de manera discreta a aquel transporte, todo para una vez que se lo topara en el interior de los boques, sus ojos fueran testigos de una escena terrible. Un vampiro había atacado a los caballos y ahora, el inmortal se concentraba en tratar de sacar a una mujer de dentro del carruaje, algo que Eghon no iba a permitir, pues la mujer en el interior era testigo de lo que fuera que hubiera pasado en la mansión Moncalieri.

Decidido a cumplir con su deber a toda costa, incluso poniendo en peligro su vida, Eghon se plantó frente al inmortal que amenazaba la vida de una sobreviviente de la mansión Moncalieri. El inquisidor no estaba seguro de la identidad de la fémina dentro del carruaje, sin embargo, creía que quien fuera debía ser alguien importante dada la manera tan desesperada en que el vampiro deseaba poner sus manos sobre ella. Amenazado por el inmortal frente a él, Eghon tomó algunas de las armas escondidas entre sus ropas y sabiendo que fallar no era una opción, se lanzó al ataque.

Su primer ataque fue perfectamente esquivado por el inmortal, quien riendo, trató de acercarse nuevamente al carruaje en un intento de dar a entender al inquisidor que aquello era solamente un juego y que más temprano que tarde, la mujer que se ocultaba sería suya. Ver como el vampiro se burlaba de él y se sentía tan seguro de su victoria, hizo rabiar a Eghon. El inquisidor iba a dar todo de si para eliminar a aquel inmortal y ofrecer a la mujer una segunda oportunidad para vivir. El siguiente movimiento de ataque surgió de parte del vampiro, quien haciendo uso de sus afiladas uñas pudo herir al inquisidor, abriendo una herida en su costado derecho al tiempo que reía de manera descarada.
– Que aburrido eres inquisidor – aseguró el inmortal, observando fijamente al escoces – terminemos ya con esto, que tengo una hermosa mujer esperando por mi – al terminar de decir eso, se relamió los labios, lanzándose entonces una vez más en dirección a Eghon. Sabiendo que si no actuaba pronto no sobrevivirían, Grant se hizo de una estaca de manera que cargaba en el interior de su chaqueta y permitiendo que el vampiro se acercara más de lo esperado, el inquisidor fue capaz de clavarle la estaca en el pecho. Una sonrisa apareció en los labios del inquisidor en el instante que el cuerpo del vampiro caía al suelo, misma que se desvaneció cuando noto el dolor creciente en su costado derecho, donde el vampiro se había ensañado, volviendo lo que en un principio no era más un simple rasguño en una herida de la cual brotaba bastante sangre, sin embargo, su herida era lo de menos en aquellos instantes así que solo la cubrió con sus ropas para evitar que fuera visible.

Ignorando su herida y después de cerciorarse de la muerte del vampiro, Eghon avanzó en dirección al carruaje, alerta por si aún existía peligro cerca.
– Todo ha terminado – aseguró con voz firme, deteniéndose a un metro de distancia de la puerta del carruaje, observando de un lado a otro para cerciorarse de que estuvieran a solas – Ya puede salir, esta a salvo ahora – dijo al final, acercándose entonces del todo al carruaje para ofrecer su ayuda a la muchacha en el interior.

por **Corradine Grimaldi** Jue Sep 22, 2016 8:38 pm

Podía escuchar los sonidos de una lucha en el exterior del carruaje, la portezuela aún se encontraba abierta, pero el miedo le paralizaba los movimientos, no podía acercarse al exterior, pero tampoco podía seguir así. Tragó saliva y se inclinó, para poder contemplar lo que ocurria allí, tan cerca de donde se encontraba. Asomó su rostro, palido como un espectro, en el exacto instante que el vampiro reía tras esquivar el ataque del hombre, la mirada del sobrenatural se clavó en la de aquella mujer, que de inmediato contuvo la respiración y volvió a hundirse en el interior mas apartado del vehículo, pegando su espalda al asiento, abrazando sus piernas desnudas, escondiendo su rostro lloroso en sus rodillas. No quería verle entrar, atraparla por un pié antes de arrastrarla al exterior y darle muerte. Apretó con desesperación sus parpados, sollozando en silencio, intentando recordar alguna plegaria, pero su miedo era tan profundo que no podía recordar, ni el simple padre nuestro.

Nuevamente los sonidos de la lucha parecieron recrudecer, su oido atento a cualquier movimiento que se escuchara cerca de su escondite, le decía que el hombre que intentaba ayudarla, no se rendiría. Rogó en silencio por protección, no para ella, quien ya podía sentirse condenada, si la lucha terminaba y vencía el inmortal, solo rogaba que Dios protegiera a su héroe, ese que no había podido distinguir al mirar al exterior, pero que la voz de aquel hombre, le había proporcionado valor, calma y esperanza.

Minutos pasaron, aunque le parecieron horas, hasta que el sonido de la lucha finalizó, con el seco golpe de un cuerpo en el suelo. Chiara se sobresaltó, temblaba como una hoja en mitad de un vendaval, Levantó la cabeza, intentando fijar su mirada en el marco de la portezuela, sus oídos pudieron distinguir los pasos de alguien acercándose, aunque eran un tanto inseguros, parecía que al apoyar un pié el sujeto intentaba esquivar un movimiento, un peso, un dolor.

Chiara puso su cuerpo tenso, su espada recta, sus pies bien puestos en el suelo del interior del carruaje, sus manos apoyadas en el cuero del asiento, aún temblaba pero intentó respirar normalmente, para no perder la calma. Los pasos se detuvieron, y volvió a escuchar aquella voz, que le provocaba tanta paz, le decía que ya no debía temer, que el peligro había pasado. Chiara intentó no llorar, pero la desesperación, el terror vivido la hizo estallar en llanto, no quería salir así, que la viera de esa guisa, pero tampoco podía permanecer allí.

Cuando oyó que los pasos continuaban nuevamente, acercándose al carruaje, Chiara inspiró profundo, limpió sus lagrimas e intentó componer su expresión, estaba en camisón, semi desnuda, con sus cabellos sueltos como una capa que cubría parte de su espalda y sus pechos. SU rostro se asomó por la portezuela, observando por primera vez a ese hombre al que le debía la vida.

Bajó con miedo, vergüenza, los escalones que estaban desplegados, sus pies descalzos, podían sentir la tierra húmeda por el rocío: Le contempló a los ojos, suspiró antes siquiera de abrir su boca, quiso decirle gracias, pero no le salían las palabras. Una lagrima volvió a marcar su rostro, Bajó su mirada al suelo, - Gracias... - susurró, si tener la valentía de elevar su mirada nuevamente a los orbes masculinos.

Entonces una gota brilló en la penumbra, su mirada asombrada la contempló caer y morir en el suelo, siendo absorbida por la tierra, - sangre - caviló, llevando sus ojos asustados y llenos de angustia, - Dios... está usted herido -, dijo mientras se acercaba con presteza adonde el soldado se encontraba, para intentar socorrerlo.

por **Eghon Grant** Sáb Sep 24, 2016 6:22 pm

Por la manera tan imprudente y confiada en que el vampiro se lanzó en su dirección, costándole eso la existencia, Eghon intuyo que aquel inmortal debía ser un neófito. Un ser de las tinieblas creado de manera reciente quizás con el único propósito de auxiliar a su creador a terminar con la vida de la familia Moncalieri. ¿Qué había hecho aquella familia para merecer el odio de un vampiro? ¿Habría sobrevivido alguien de la familia o solamente algún sirviente? Las dudas se arremolinaban en su mente mientras que con calma se deshacía del todo del inmortal y finalmente, cuando estuvo seguro de que no existía más peligro se acerco al carruaje. Muchos otros inquisidores hubieran comenzado de inmediato a interrogar a la mujer oculta dentro del carruaje, sin embargo, a Eghon eso le parecía demasiado rudo, mucho más considerando que la mujer debía de haber pasado toda una pesadilla.

Aguardando con la mirada fija en el carruaje, Eghon aseguro a la fémina que todo había terminado, que se hallaba a salvo y que podía salir al exterior. El silencio se hizo. No recibió respuesta alguna más que ligeros movimientos del carruaje, motivo que lo llevó a acercarse un poco más. ¿Qué pasaba con aquella muchacha? ¿Sería todo una trampa y también formaría parte del plan para acabar con los Moncalieri? Esperaba que no fuera de esa manera pues algo le decía que no sería capaz de superar otro enfrentamiento, al menos no con la herida de su costado. Para fortuna del escoces, quien asomará su cabeza y saliera del carruaje de manera temerosa, resultó ser una muchacha joven de cabellos rubios, una que al parecer había sido sacada de la cama por el ataque de lo vampiros. La mirada de ambos se encontró por una milésima de segundo y Eghon sintió un vuelco en el pecho, algo que se dijo se debía a la ligereza de prendas que la muchacha lucía.
– No tiene que agradecer, es parte de mi trabajo además que ha sido un honor ayudarle – aseguro ya sin mirarla, tratando de hacer que el momento no fuera mucho más incomodo para la muchacha.

Forzándose a si mismo a concentrarse nuevamente en la misión, Eghon planificaba en su mente como proceder. Tenía que descubrir la identidad de la joven, saber que era lo que había pasado en la mansión Moncalieri y por sobre todo, debía llevar a la muchacha de regreso a la mansión donde su compañeros inquisidores debían estar esperando por su aparición. El escoces abría los labios para interrogar a la fémina cuando la voz angelical de la rubia sonó asustada al hacerle recordar la herida en su costado.
– No es nada – respondió dando un paso hacía atrás para impedir que ella viera la gravedad de su herida – ha sido simplemente un rasguño por el enfrentamiento, nada de lo que deba preocuparse realmente señorita… – una vez más llevó sus ojos a centrarse en los ajenos, hecho que le hizo percatarse de la manera en que la joven tiritaba de frío. No quería que ella viera la herida en su costado pero definitivamente no deseaba que enfermara debido a su ineficiencia, por eso fue que sin pensarlo mucho, Eghon se quitó su gabardina negra y se la ofreció a la joven antes de hablar nuevamente – Este lugar no es sitió para usted, debó llevarla de regreso, mi montura no se encuentra muy lejos, así que le pediré me acompañe hasta ella para poder sacarla de aquí.

por **Corradine Grimaldi** Sáb Sep 24, 2016 7:36 pm

No pudo dejar de mirarle, aunque parecía que la incomodidad de verla en ropa de cama, incomodaba al caballero, sus mejillas se sonrojaron y bajó la mirada mientras con sus manos intentaba ocultar el escote un tanto indiscreto, que dejaba contemplar el nacimiento de sus pechos, - lo siento - susurró, temblando por el frío que provocó en ella una helada brisa nocturna.

Caballeroso el hombre se apresuró a cubrirla con su abrigo, Chiara, fue capaz de ver así, la mancha de sangre que había dejado su huella en la camisa del inquisidor, su mirada se posó en aquella zona herida, para subir buscando la mirada de aquel hombre, interrogándole silenciosamente. Sus labios entreabiertos, quisieron preguntar tantas cosas, pero no tuvo fuerzas ni valor para hacerlo, de lo que estaba segura, al contemplar al extraño, era que provocaba en ella, una agradable sensación de seguridad, que la voz de aquel hombre le infundía paz y que luego de haber vivido aquel horror inimaginable, solo deseaba esconderse en algún lugar en el que nadie fuera capaz de volver a encontrarla.

su rostro palideció, perdiendo todos los colores, cuando él le aseguró que aquel lugar no era seguro y que lo mejor sería llevarla de regreso a la mansión. A pesar de estar abrigada con la gabardina del caballero, comenzó a temblar, mientras gemía, -no, no... por favor, allí no... él... ese monstruo... a matado a mi familia - dijo sollozando, cubriendo su rostro con sus manos. El miedo le impedía valorar correctamente la situación, corrían mas peligro estando allí, que en su hogar, luego de tanta distancia, seguramente ya el vampiro habría asesinado a todos los posibles sobrevivientes, fueran éstos servidumbre o la familia. Entonces la sonrisa tierna, la mirada clara de Mia llegó a su mente, - Chiara, deja de comportarte como una niña, debes madurar, no puedes seguir teniendo miedo, a la realidad solo queda afrontarla -, las imágenes de lo sucedido hacía minutos atrás golpearon salvaje su conciencia, ¿a quien podrían salvar, si volvieran a la propiedad Moncalieri?, era probable que a esa altura de la noche, no quedara nada a quien salvar. Con sus propios ojos había visto morir a su padre, al igual que a su madre y hermanos pequeños. De no ser por su hermana, ella hubiera corrido la misma suerte. Fue allí cuando la voz de su hermana retumbó con mas brío en su cabeza, debía volver por ella, le había dejado sola, allí en la mansión con ese vampiro. La italiana, descubrió su rostro mientras con la mirada cargada de dolor buscaba la ajena, - la he dejado sola, la abandone a su suerte... he sido una cobarde - pronunció entre sollozos, - mi... mi hermana... Mia - susurró.

Debía volver, si quedaba una leve posibilidad que Mia hubiera sobrevivido, tenía que arriesgarse, debían volver. Se acercó aun mas al soldado, decidida a volver, ella, Chiara Moncalieri, era valiente, arriesgaría todo por su hermana, y podría estar orgullosa de ella. - Mi nombre es Chiara... Moncalieri, tiene razón debemos volver, cerca de allí vive el doctor de mi familia, él puede verle la herida, ademas... he dejado a mi hermana, debo saber que ha pasado con ella - dijo al estar a poco mas de un paso del caballero, dispuesta enfrentarse a la cruel verdad, - debo saber si ha sobrevivido, o si por el contrario, corrió la misma suerte que mis padres... la misma que hubiera enfrentado yo, si usted no llegaba para salvarme-.

por **Eghon Grant** Mar Nov 22, 2016 9:22 pm

Desvió su mirada en un intento de respetar a la rubia, quien no tardo en disculparme, provocando con esas inocentes palabras que Eghon sonriera y le mirase apenas de reojo.
– No necesita disculparse por nada, ha pasado por una situación complicada y terrible – después de decir eso, el escoces se apresuro a retirar de su cuerpo la gabardina, con el único fin de ofrecérsela a la joven. Si bien el inquisidor no deseaba generar en ella preocupaciones innecesarias debido a la herida en su costado, era bastante consciente de que sería preferible exponerse a que ella sufriera de alguna enfermedad – De antemano le pido me disculpe a mi, la gabardina seguro que tendrá algo de sangre – que ella se ensuciara un poco era lo de menos, siempre que estuviera a salvo, pero como siempre, Eghon prefería avisar con antelación después de todos las mujeres de clase alta estaban acostumbradas a cierta clase de tratos. Los ojos de la muchacha fueron de manera automática a la herida en el costado del escoces. Con expresión tranquila el Grant le sostuvo la mirada a la muchacha aquella y no solo eso, sino que también le sonrió, mostrándole así que la herida no era nada grave y que no debía preocuparse demasiado por él.

El tono rosáceo ligero que tenían las mejillas ajenas desapareció en un abrir y cerrar de ojos. El temor inundo el angelical rostro de la muchacha que pronto termino con el rostro cubierto por sus propias manos, la respiración agitada y su cuerpo temblando del miedo. Eghon no pudo más que mirarla, acercarse un poco más y tratar de tranquilizarla.
– Todo estará bien, en la mansión tengo compañeros que seguramente ya se deshicieron de aquel monstruo así que volvamos – aún no escuchaba el nombre de la muchacha, pero para ese punto, comenzaba a deducir que era quizás la única sobreviviente de los Moncalieri – quizás podamos encontrar a alguien de su familia – dijo tratando de darle un poco más de esperanza con sus palabras, esas que el inquisidor sabía valdrían nada en el momento en que probablemente ella se descubriera como la única sobreviviente de la noche. ¿Qué pensaba hacer él entonces cuando la rubia supiera que no existía nadie más y que él le dio falsas esperanzas? Probablemente no resistir sus impulsos y abrazarla, tal como deseaba hacerlo en esos precisos instantes para cubrir con su cuerpo la fragilidad de la joven.

El inquisidor estiró la mano. Planeaba sujetar el hombro femenino para hacerle saber que realmente estaba ahí a su lado, dispuesto a ayudarla en lo que ocurriera, pero su intento se vio frustrado con el movimiento brusco que la rubia realizaba. Descubriendo finalmente su rostro, busco los ojos de Eghon y con voz entrecortada confesó haber abandonado a su hermana en la mansión, algo que al parecer no podía perdonarse.
– No es cobarde, ha hecho lo que cualquiera haría así que no debe culparse de nada, ahora, lo mejor es que volvamos – Antes de que Eghon le diera la espalda para comenzar a andar en dirección a su montura, escucho finalmente el nombre de la rubia, ese que junto a su apellido confirmaba que no estaba ante una mujer que pretendía tenderle una trampa o frente una simple sirvienta, el escoces estaba frente a una Moncalieri.

Chiara. Finalmente la angelical rubia poseía un nombre, uno que el inquisidor se decía no podría olvidar nunca.
– No se preocupe por mi, yo estoy acostumbrado a esta clase de inconvenientes – expresó aquello con el fin único de que ella se tranquilizara y dejase de pensar en él – Todo estará bien, Chiara – la seguridad en la voz de Eghon fue absoluta pues pensaba en que sin importar que ocurriera, él se aseguraría de protegerla. Antes de decirle a la Moncalieri que lo siguiera, el Grant se quito el crucifico que siempre solía llevar para sin pedir ninguna clase de permiso, colocárselo a la dama – Ya esta a salvo y nada va a pasarle mientras este conmigo – los ojos de ambos se mantuvieron fijos en los del otro durante varios segundos – ahora, sígame… – comenzaron entonces a caminar, buscando el único caballo sobreviviente en aquel bosque. El de Eghon.

por **Corradine Grimaldi** Lun Nov 28, 2016 8:20 pm

Las palabras que el inquisidor le decía, llenaban de tranquilidad su alma atormentada. No estaba sola, no lo estaría jamás, mientras el buen soldado la acompañara, y luego cuando su hermano volviera por ella. Ninguno de los dos la dejaría, aunque aquel hombre que caminaba adelante suyo, más temprano que tarde, se iría, al fin de cuentas, estaba haciendo su trabajo, y seguramente alguien lo estaría esperando, allí, donde fuera que estuviera el hogar de Eghon, - Eghon – se sorprendió repitiendo aquel nombre, en voz baja, como si deseara no olvidarle en toda su vida, -que hermoso nombre – caviló, intentando poner su cabeza en otro tema, que el de tener que volver a la mansión, donde un grupo de vampiros habían asaltado a su familia, asesinándoles.

Tembló, pensando en que tendría que identificar los cuerpos sin vida de su familia, el viento se colaba por el abrigo, ¿o era el terror el que la invadía sin una pizca de piedad? Fuera cual fuera el motivo, solo deseaba huir lejos, olvidar todo lo vivido y comenzar nuevamente, sin temer miedo a que otro grupo de vampiros, volviera a terminar lo que había quedado inconcluso. Suspiró, al tiempo que comenzaba a seguirlo en silencio, mirando la espalda del soldado, - que valiente, no tuvo miedo de enfrentarse a ese ser demoníaco – caviló, mientras le observaba dirigirse a donde había quedado el caballo del Grant. Mas antes de llegar a donde se encontraba el animal, el inquisidor giró sus pasos, hasta quedar enfrentado a ella, que casi chocó con su pecho ya que no esperaba que él se volviera sobre sus pasos.

Sentir sus manos acariciar la piel de su cuello, ponerle aquella joya, que se notaba que era de familia, como una muestra de su promesa de cuidar de ella, la hizo ruborizar. No podía elevar su mirada, temía que él descubriera en sus orbes, aquella sensación extraña, como si estuviera segura que entre ellos existiría algo que sería tan inmenso como el cielo nocturno, colmado de estrellas, de misterios. El caballero acomodó el crucifijo y lo acarició, haciendo que la piel del pecho de Chiara se erizara, ante esa caricia, - gra… Gracias – susurró, al tiempo que acariciaba el crucifijo y llevaba su mirada a la del hombre, dejado que el misterio de esos orbes la colmaran de un sentimiento completamente nuevo y del que no podía precisar de qué se trataba. Solo estaba segura que deseaba estar a su lado, que le costaría horrores tener que despedirse de él, cuando su hermano Girolamo, volviera a Turín para buscarla.

por **Eghon Grant** Jue Dic 22, 2016 9:28 pm

Eghon sabía que el motivo conocido por él que le llevó hasta ese lugar esa noche, no era otro que una misión inquisitorial, sin embargo, al escuchar el nombre de la rubia a quien salvaba y mirarla a los ojos, el Grant percibía en su encuentro, un motivo mucho más profundo. No tenía la menor idea de que cuál era ese motivo, o que le depararía el futuro ahora que conocía a Chiara Moncalieri, pero si de algo estaba seguro, era que su corazón y sus pensamientos no se alejarían de ella por mucho tiempo.

Con pasos firmes, alerta a todo lo que les rodeaba y pendiente sobre todo de que Chiara lo siguiera de cerca, Eghon la guío hasta donde dejó su caballo. Iban a regresar a la mansión Moncalieri, un lugar al que la muchacha rubia que lo seguía no quería ir y fue precisamente por eso, que el inquisidor intento tranquilizarle así como también asegurarle que estaría bien a su lado y lo hizo, deteniéndose de golpe y ofreciéndole el crucifijo que siempre llevaba al cuello. Aquel crucifijo fue un regalo de su hermana, una especie de amuleto que Grant cargaba siempre pero que ahora cedía a alguien que lo necesitaba más, aunque al ponerlo en el cuello de Chiara, sentía que más que perder un regalo, ampliaba su familia.
– No me des las gracias. Es algo sin mucha importancia – mintió – pero creo que en estos momentos tú lo necesitas más que yo – los ojos del inquisidor buscaron la mirada esquiva de la joven – Estarás bien Chiara, me asegurare de que así sea.

Era consciente de que podía estar prometiendo más de lo que era capaz de darle a la muchacha, pero no podía evitarlo, quería únicamente bien para ella. Dispuestos entonces a enfrentar lo que se encontrará en la mansión, Eghon subió a su montura solo para después ayudar a Chiara a subir entre él y las riendas.
– Sujétate bien, tenemos que llegar lo más pronto que podamos – anunció, acercando un poco más el cuerpo de Chiara al suyo, invitándola de esa manera a que se refugiara en su pecho. No fue sino hasta que la rubia se encontró bien sujeta, que Eghon hizo andar al caballo a toda velocidad, siguiendo el mismo camino que les llevará hasta esos bosques en primer lugar.

por **Corradine Grimaldi** Lun Dic 26, 2016 10:04 am

Chiara sonrió tímida, con las mejillas sonrosadas, aún tras esa palidez casi extrema, producto del frío, el cansancio y el terror. Arrebujada en el abrigo que Eghon le había prestado, se sentía segura. Aunque intentaba no hacerlo, no podía dejar de mirarle, contemplar cada movimiento que hacía, cada palabra que decía. Tal vez para otra persona era normal lo que había vivido, pero para ella, quien había crecido sobre protegida por sus padres, que le ocultaban la historia mas peligrosa de la familia, lo vivido esa noche era un verdadero infierno.

Le siguió, en silencio pero con la vista fija en la espalda del inquisidor, apresuró sus pasos y extendió la mano, hasta tomar la del escoces, se aferró a él, como una niña, cuando teme perderse en una gran ciudad. Se detuvo cuando Eghon lo hizo, y sus mejillas volvieron a teñirse de carmín, cuando él se quitó una hermosa cruz que pendía de su cuello y se colocó detrás de ella, para prenderle el cierre del collar. El rose de esos dedos en la piel de su cuello, la hicieron estremecer, - Oh Dios, que es lo que me pasa, debería estar preocupada por lo que acabo de vivir, por la muerte de mi familia, pero solo puedo pensar, en que no deseo abandonar éste lugar, no si con ello, debo apartarme de su lado - caviló, mientras le escuchaba decir que se lo regalaba, que la protegería, - Gracias, mas creo que fue su valentía la que me ha protegido, pero acepto éste presente, de verdad que jamás olvidaré éste presente - dijo, intentando no mirarle con ojos cargados de admiración y arrobo, no podía dejar que pensara que se trataba de una joven de cascos ligeros.

Acarició la cruz, con sus dedos, mientras llegaban hasta el caballo, le veía subir al animal, y extenderle los brazos para subirla adelante de él, entre su pecho y las riendas, y comenzar el camino de regreso. Cada tanto Chiara giraba su rostro, intentando observarle, pues la mirada de Eghon lograba calmar sus nervios, su miedo de enfrentar lo irremediable. Aunque al principio, se mantuvo recta, intentando no cargar su peso sobre el pecho del inquisidor, el cansancio y el frío, la hicieron dejarse caer, sonrió suavemente, mientras cerraba los ojos y suspiraba, - huele rico... señor Grant... me gusta - le dijo casi en un susurro, sin ser consciente que le estaba diciendo que le gustaba, pues el cansancio la habían hecho dormirse.

por **Eghon Grant** Vie Ene 27, 2017 12:16 am

La noche estuvo cargada de sucesos insólitos, giros del destino que de una u otra manera terminaron por guiar a Eghon hasta quizás la última sobreviviente de la familia Moncalieri. Chiara era una muchacha hermosa y valiente a los ojos del Grant, quien admiraba sinceramente el valor y la mesura que la joven mostrará durante todo el asunto, inclusive ahora que se veían en la necesidad de regresar al lugar donde la pesadilla de la Moncalieri inició.

A manera de hacerle saber a Chiara que estaría para ella hasta que aquella pesadilla llegara a su fin, Eghon le entregó el precisado crucifijo que su hermana le regaló la última vez que se vieron. Grant aseguraba a la italiana que aquel era un objeto sin importancia, algo que distaba mucho de la realidad. Y si bien deshacerse de algo que era sumamente valioso para él debía ser complicado, saber que su crucifijo estaría en buenas manos y cuidando siempre a Chiara, le llevó a sonreír.
– Yo he cumplido con mi trabajo, has sido tu quien ha mostrado verdadera valentía y fortaleza – aseguró, perdido durante algunos segundos en la cálida e inocente mirada de la joven.

Después de haber convencido a la italiana de que estarían a salvo, Grant y ella iniciaron el viaje de regreso a la mansión Moncalieri. El inquisidor sabía de antemano que lo que fueran a encontrar allá no sería nada agradable, por eso fue que se alegró un poco al ver como Chiara descansaba sobre su pecho. La muchacha necesitaba reponer fuerzas para enfrentar lo que vendría.
– Duerme pequeño ángel, pues yo me encargare de que todo este bien y de que sufras lo menos posible – aprovechando entonces que la italiana dormía, se atrevió a besarle los cabellos, escuchando en ese momento como es que ella aseguraba que le gustaba su aroma – A mi me gusta todo de ti – susurró antes de poner toda su atención al camino que recorrían, ese que de manera lenta les guiaba hasta la mansión Moncalieri.

Cuando ya estaban muy cerca de la mansión, el caballo de Grant fue interceptado por uno de sus compañeros, quien lanzó una rápida mirada a la muchacha que descansaba en el pecho de Grant antes de mirar con pesar al escoces. Para alguien experimentado como él, aquellas miradas valían más que mil palabras.
– ¿Qué haremos ahora? – interrogó a su compañero después de descubrir por la mirada de pesar en el otro soldado que Chiara era la única sobreviviente.
– Lo mejor será que no se despierte o querrá ir a la mansión y te lo diré de manera directa Grant, ese lugar esta lleno de sangre y cadáveres, ahorrémosle el dolor de ver todo eso – y con un asentimiento de cabeza por parte de Eghon, su compañero continuó – Cerca de aquí hay una residencia donde estará segura, hay inquisidores que la vigilaran y se aseguraran de que nada malo le suceda.
– ¿Quieres decir que nuestra misión aquí ha terminado? – interrumpió, observando con cierto desconcierto a su compañero.
– Así es. Ya no podemos hacer nada más, ahora ella estará bajo el cuidado de alguien más – y sabiendo que no podía oponerse a lo que los altos mandos ordenaban, Grant guió su caballo por el camino indicado por su compañero hasta una casa cercana donde fueron recibidos por un grupo mayor de inquisidores.

El cansancio de la agitada noche impidió en todo momento que Chiara despertará. Ni siquiera lo hizo en el momento en que Grant la depositaba cuidadosamente en la cama destinada para ella.
– Ten hermosos sueños Chiara Moncalieri y al despertar se fuerte – susurró antes de acariciar cuidadosamente sus cabellos y mirar el crucifijo – Recuerda que yo siempre estaré contigo pequeño ángel – tras decir eso, Eghon salió de la pequeña habitación donde por algunas semanas permanecería la última sobreviviente de los Moncalieri, y él, él partiría a primera hora junto a sus compañeros quizás para nunca más volver a verla.

TERMINADO

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