Monsieur et Madame Bête (Libre)

por **Kyra** Lun Ago 08, 2016 7:59 pm

Centro de París | 12:00pm | Refugio

Todo había pasado tan deprisa que le faltaba los sentimientos para poder explicar lo que había pasado a alguien que se pudiera preocupar de ella, pero ahora mismo no podía confiar ni siquiera de su propia sombra.

Disfrazada con una capota de oscura tela negra, Orinya caminaba por Paris en silencio aferrándose al encuentro de un milagro que pudiera darla cobijo durante la noche mientras en la cabaña del bosque que habían encontrado era desalojado del inmenso olor a muerto. Esperaba que el barón estuviera enseguida en la mansión, esperaba que todos estuvieran a salvo, pero el peso de Georgia no ayudaba nada en absoluto si quería encontrar un sitio donde esconderla. Solamente suspiro con Georgia a su espalda. Obviamente no la iba a dejar en la cabaña tirada a su suerte, la acogió en su espalda y como pudo fue hacia la ciudad, oculta entre las sombras.

Orinya veía a las demás personas como le devolvían la mirada como enjambres hambrientos de curiosidad que no iba a ser saciada al instante, Orinya de hecho presentía que estaba acercándose a un lugar en el que podrían ambas estar a salvo de momento por lo menos una noche y que Georgia continuara con la regeneración de la herida de bala que impacto en su costado. Durante el trayecto, había veces que Georgia se quejaba de como la estaba transportando Orinya, le decía a su guardiana que no tenía por qué seguir cargando con su peso pero Orinya era lo menos que podía hacer por Georgia. Devolverle el favor de cuando ella la salvó.

Ya hacía mucho de eso. Estaba nostálgica en unos segundos pero enseguida logró mantenerse concentrada y ponerse en marcha después de un breve descanso. Orinya miraba de lado a lado, observando a cada paso a cualquier persona que pudiera mirarla mal o que las pudiera mirar inadecuadamente y entonces se le ocurrió de inmediato ir a su lugar seguro aunque estaba un poco alejado del Hospital y el cuartel militar. Orinya enseguida entro en un bajo que al subir las escaleras se llegaba a una pequeña sala en la que dejo a Georgia de nuevo sobre un sofá desgastado. El pequeño y desastroso patio trasero se asomaba por las ventanas de aquella salita. Enseguida cubrió con trapos las ventanas y bajo las escaleras para cerrar la puerta bloqueándola con una silla desde adentro.

Digamos que inmediatamente la licantropa se relajó, pero su olfato demostró tener razón una vez más.

No estaban solas en aquel lugar.
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BY ORIANI~© SAVAGE-THEMES

por **Nathalie Fontaine** Vie Oct 14, 2016 11:05 am

Es medio dia y el sol se corona en el alto cielo, mientras el centro de parís se encuentra abarrotado de personas que van y vienen, personas de la alta sociedad distinguidas por sus elegantes y revolados vestidos, cubriendo sus rostros de los cálidos rayos con sombrillas de encaje y guantes que hacen juego. Mientras las nanas vestidas de telas razas y colores uniformes cuidan de los niños que juegan y revolotean mientras sus madres cuentan los últimos cotilleos de la nombres, la crema y nata de la sociedad.

Mas allá se encuentra el mercado, cubierto de olores diversos, pescado, especies, dulces frutas y variadas legumbres, es ahí donde una joven de largos cabellos castaños recogidos en la nuca en un espantoso y descuidad moño vestida de sirvienta, mece una canasta casi vacía mientras espera que le den miel y avena, observando a su alrededor despacio, mirando poco a poco a las personas que le rodena llamando su atención, a bastante distancia, una joven que carga a otra, todos le miran extraño, incluso a ella misma le parece extraño y eso que ha visto cosas realmente extrañas, comenzando principalmente por el simple hecho de que ella misma se deshace de su piel y huesos cambiándolos por escamas y vertebras flexibles. Ese simple recuerdo hace que por todo el cuerpo le recorra un espantoso escalofrió y al mismo tiempo se le revuelva el estomago como si estuviera metida en un huracán.

Un segundo después y ya no las ve. El señor que la atiende le llama por más de una vez y toma enrojeciendo por completo, paga sin mirar al señor y comienza a caminar hacia la morada de su señor y ajora amo también.

Algunas calles mas arriba observa a aquella chica una ves mas entrando a un lugar abandonado. La chica que cargaba se veía bastante mal, así que Natalia se preguntaba el porque no la llevaba a un hospital. Bueno no era que fueran muy barato ni siquiera el hecho de conseguir un doctor pero, parecía que casi moría… se acerco con sumo cuidado, no quería representar una verdadera amenaza.

Al estar frente a ambas a una distancia considerable saludo alzando la mano despacio.

por **Kyra** Mar Nov 08, 2016 5:37 pm

Centro de París | 12:00pm | Refugio

-IAAGH! – Orinya aprendio contra la amenaza con su cuchillo en alto pero a poca distancia, sin tocar a quien se suponía que las había seguido y se trataba de una muchacha con una canasta que probablemente la habría asustado - ¿Quién te envía? –Pregunto sin mucha emoción en la pregunta, observando a la joven con firmeza, de arriba abajo, sonriendo de lado, ahora se estaba impacientando, la tomo del cuello con la mano libre para ponerla contra la pared – Repito, ¿Quién te envía? –Preguntaba una y otra vez, aquel sencillo vestido de la desconocida parecía empequeñecerse ante la tensión acumulada ajena, seguía sujetándola pero no demasiado fuerte, solamente lo suficiente para asustarla, con la mano en el puñal lo manejaba sobre el escote del vestido, amenazante a dejarla con un poco más de escote.

– No te lo volveré a decir muchacha – Sonríe con malicia – Que eres? O quien eres o para quien trabajas? ¿Quién te manda? ¿Trabajas sola? ¿Dónde vives? –Preguntas, preguntas y más preguntas hasta que finalmente, Orinya veía que el silencio solamente era otorgado a un alma inocente que no le respondía ni nada por el estilo, podía notar el miedo en el cuerpo ajeno, pero solamente aflojo un poco el agarre del cuello, bajando dicha mano al escote, agarrando uno de los senos, estrujándoselo con malicia, juntando su cuerpo al ajeno, amenazante – Si no empiezas a articular palabra, yo misma te haré sufrir de placer, muchacha

Susurro en el oído de la muchacha desconocida y con canasta en el brazo, Orinya había alejado el puñal y lo había enfundado para tener manos libres sobre el cuerpo ajeno del cual una mano aún estaba en uno de los senos ajenos y la otra masajeaba su muslo izquierdo exterior en busca de una palabra, alguna reacción que le produjera alguna respuesta de las que necesitaba.

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