La bête et la poupée décapitée [Privado]

por Invitado Lun Dic 22, 2014 10:13 pm

Cuando un loco parece completamente sensato, es ya el momento de ponerle la camisa de fuerza

Era momento de que vistieran a la muñeca, cada vez que era liberada salía huyendo pero esta vez, fue algo totalmente diferente, su amo la sostuvo entre sus brazos, le recitaba unas palabras de ternura, podía percibir el cariño emanado de él, era dulce y delicado al dirigirse a ella, ese calor producido, el no ser atormentada le hizo obedecer a sus demandas, el sombrerero quería vestirla de una muñeca de porcelana de colección, aquel arte visto en el detallado de su finura como los gestos detonados del rostro.

Empleando una decoración embelesada de colores que solo esa muñeca especial podía resaltar. Ante un baño de la esencia transformada en aceite de los pétalos de rosas y la leche que conservaba esa tersa piel, roseada de un perfume natural, durazno con manzana le embriagaban sin ser empalagoso puesto que su pócima secreta era ella. ..Fue como si hubiese sido un sueño maravilloso, la pequeña soñaba con los ojos abiertos, maquillando una mirada de pureza eterna.
Se levanta de la mano de su amo ofrecida, le lleva hacia un enorme espejo y su reflejo vislumbraba una belleza suprema, un ángel caído de las mismas nubes acogedoras, un vestido blanco bordado del cuello, de los brazos y de lo largo, acompañado de medias que se confundían con el color de su nívea piel, tanto en brazos como en piernas que eran cubiertas por la seda blanca, así como sus botines, su autor no dejaba de mirarla, era una obra perfecta, estaba orgulloso de la creación que había engendrado.

Ella por instinto sin saber que era un agradecimiento se alzó de puntillas y beso la mejilla de su sombrerero, deslizando sus manos que tenía sobre puesto unos guantes del mismo tono blanquecino con detonaciones verde azules, un color vivo y a su vez muerto. Por tal gesto, su creador cepillo sus largos cabellos, el amanecer desprendidos de ellos, un oro bellísimo descendían sobre sus pechos apenas desarrollados, llevando en la cabeza un moño. ¡Nadie creería que loca estaba! Era humana, siempre sería una niña que ama la naturaleza…

Y como deseo vivido, se le concibió la libertad de ir a un paraje donde pudiese posar y ser dibujada, alegre camina de la mano de su autor, él lucia como en los cuentos de hadas, un mago que hechizo a su princesa.

Caminando por las calles de parís, pasando por los puestos ambulantes, ella quería flores y se le ofrecía cualquier capricho, su corazón no latía, pero con una tranquilidad permanecía, ya que siempre que la muerte le rodeaba, ella no podía oír sus propios latidos, entonces, teniendo la mirada baja puesto que los parisinos no dejaban de verla y eso le atemorizaba, le causaba pavor ser vista como un monstruo.

Y de repente dejo de sostener la mano de su creador, unas palabras susurradas con preocupación: —Corre muñeca mía, escóndete, hazlo ahora— Todo se desvaneció con la vibración de esa voz, el sombrerero había desaparecido, ella miro a todos lados y el miedo le asechaba, era para que pudiese escuchar su corazón latir pero no, no había sonido alguno, ella corrió como solía hacerlo cuando era libre, sin soltar las flores porque necesitaba saber que no estaba sola, corría y de repente disparos sonaron a lo lejos, ¿Qué fue eso?Se había caído la serenidad, reinando la inquietud, teniendo escalofríos se torna triste, siendo veloz que no se percató de ello, siendo la consecuencia el choque con una mujer. Ella se detuvo, alzando la mirada y sus orbes se abrieron como un sapo, sus flores se cayeron al suelo y comenzó a retroceder, su presencia era la muerte, ella corría peligro, era una bestia muy hermosa, esa mujer era la muerte disfrazada. Lo sabía, no por tener raciocinio sino porque su corazón se murió, su templo padecía de un terror y en su mente seguían las palabras de su creador, cayendo torpemente, era la pesadilla nuevamente y la muñeca trataba de retroceder. ¿Comera muñecas la muerte misma?

por **Denisse d'Auxerre** Dom Dic 28, 2014 6:56 pm

‘’No puedo sostener la inocencia por mucho tiempo, siempre me ha gustado mancharla de sangre’’

Como si pudiera tener el mundo bajo mi palma me paseaba tan campante y tranquila por las calles de París. Había obviado el hecho de tener en casa problemas, de ser una enferma atada al sexo y que tenía que ser precavida por si llegaba a toparme de nuevo con los de la familia contraria, ya había perdido a alguien importante, quizás la siguiente sería yo. A pesar de eso nada de eso me impedía ser lo que siempre quería, el centro de atención por donde anduviera y es que como me había dicho uno de mis sabios hermanos ‘’Eres la lujuria y perdición encarnada, Denisse d’Auxerre’’. Cerré los ojos unos instantes, pensé en buscar a alguien para pasar el momento, esas ganas de llenar con lo que fuese las preocupaciones era la forma más fácil de desconectarme y, quién creería que en mi cabeza se maquinaba todo aquello, siempre externamente aparentaba que me importaba todo un bledo y que tan hueca y distraída me harían caer. Entonces era cuando se daban cuenta que esta dama de la noche, no era más que una infame mentira, con la capacidad de engañar, torturar, mentir o matar.

Mis ojos rápidamente buscaron la atención de quien fuera. Justo miré a un hombre alto, muy apuesto y de reojo noté que estaba solo. Con la gracia de un gato comencé a evitar a la concurrencia, tratando de no ser captada por nadie. Con el aura apagada y los sentidos alerta. Era como un minino a punto de cazar su presa, siendo tan cálida por fuera pero un témpano de hielo por dentro. Caería en las garras del deseo. Me gustaba eso. Tomar lo que quería para luego dejarlo morir, era como arrancar una pequeña flor y comenzarla a deshojar o simplemente dejarla hundirse en el suave marchitar.

Sin esperar más estaba tras él, éste por su parte me sonrió como un idiota, esperanzado por haber encontrado la mujer de su vida. Le mostré una sonrisa de esas que convencen a lo que sea. Así se consigue sin usar esa persuasión que mi raza ofrece, después de todo era un humano, con palabras claves lo haría caer. Intercambiando unas cuantas miradas él musitó unas palabras en donde alababa mi belleza, el traje azul oscuro que había elegido, nada pomposo para un domingo por la noche, aun así él estaba idealizándome como un ángel que vendría apaciguar sus noches de soledad y negué tomando de su mano. Sólo quería un poco de su sangre.

Tirando de él para verle a los ojos. Abrí con artilugio esas ventanas directo a su alma. Introduciendo en él deseos de ser otro, deseos de adorarme y cumplir al pie de la letra lo que yo fuese a decir. Una especie de hipnotismo que lo haría perder ante mí. Apreté su mano para ver si lo hacía reaccionar pero él estaba allí tal cual muñeco de trapo dispuesto a ser usado por su amo.

Caminando con él en dirección opuesta de donde había venido tiraba como si fuera ganado del joven que me seguía como si esperase cualquier palabra de su efigie para cumplirla a la perfección más solo se topaba con mi silencio en cambio yo estaba pensando con deseos retorcidos donde iba a llevar acabo mi maldad. Escudriñando más allá de donde mis ojos podían ver me distraje soltando ese efímero vínculo que había creado con él. Si no lo despertaba seguro iba a enloquecer, porque su subconsciente ahora era mío. Sonriendo con malicia iba a dar un paso pero un pequeño cuerpo chocó contra mí, lo que hizo que cerrara los ojos con molestia perdiendo el encanto que había mantenido con el humano.

El hombre gritó como si en su cabeza se hubiera desatado una guerra. Eso es lo que sucede cuando te despiertas demasiado rápido de un sueño, la confusión es tan grande que te lleva al borde de un abismo. Sin prestarle mucha atención a él pues ya era un caso perdido que no me interesaba recuperar, dirigí la vista hasta quien había osado interrumpir mi corrupto juego y fue cuando vi a una niña de mi misma condición; una vampiresa. ¿Cómo podía ser tan torpe?

Entrecerrando los ojos para notar lo asustada de sus facciones casi se parecía al humano que había salido despavorido por ver al demonio. —Levántate- exigí con molestia antes de que siguiera llamando más la atención, suficiente tenía con el tosco humano que sabrá la noche de qué árbol iría a suicidarse. Avanzando los pasos que la vampiresa de porcelana retrocedió pisé algo. Bajando la vista hasta unas flores fruncí el ceño y volví a verle —Rápido. ¿Qué haces?- pregunté malhumorada tomándola de la mano para sacudirla un par de veces y ponerla de pie notando lo llamativo de su traje. Nunca en mi vida había visto algo como eso, era hermoso y aterrador pero no más que su actitud que parecía desorientada como si también quería enloquecer o tal vez ya lo estaba —¡Oye!- le grité mirando el hueco de sus ojos, imposible de llenar —Mira lo que has hecho.- gruñí señalándole por donde se había ido el humano despavorido y negué —Dejaste que la comida se escapara- fruncí el ceño y apreté más agarre —¿Qué vas a hacer al respecto?- alcé la ceja y sonreí malévola —Ya sé. Vas a ser tú quien ocupe su lugar- me acerqué a su rostro agachando el cuerpo para estar a su altura, intimidándola un poco, claro que no iba a probar ni una sola gota de ella pero era su actitud la que me exasperaba parecía que había visto el mismísimo belcebú y no estaba tan alejado de eso.

por Invitado Lun Ene 05, 2015 9:07 pm

Miedo, ¡Ja! Locura...

¡Pánico! Esta aterrada, emanando miedo, sufriendo una pesadilla más y con los ojos bien abiertos, había caído y su temblor le asechaba, cruje su interior, la advertencia de que corriera pero ella no podía levantarse, estaba paralizada, no lograba controlar los escalofríos, nerviosas manos se mueven, le mira pero cierra los ojos con fuerza, y pega el grito al ver la sombra aún, la muerte, la muerte era y tan rápido abrió los ojos, no era consciente de lo que había hecho, no sabía porque aquel hombre gritaba, eso le aumento el terror, estaba atrapada por la fobia; ¡Su corazón no está! ¡ALEJATE, DEJAME, VETE! Era lo que suplicaba gritar mas no podía porque no era de su entendimiento, solo podía desprender las lágrimas carmesís, aquella belleza se tornaba siniestra.

«¡Dile que no te siga mirando! ¡Llora! ¡Debes tener miedo, mucho miedo! ¡Estas muerta, estas muerta!» El laberinto enloquecido retumba en espiral en la mente de la muñeca, la voz de milo descabellado le amenaza y otra que es la propia— ¡N…O! ¡N…O! —tartamuda, logra en lento decir, retrocediendo con la ayuda de sus manos, arrastrándose, gimiendo porque el llanto le estaba hiriendo. Acercándose el bello bicho, siente sus huesos tronar y el corazón aun muerto, moviendo la cabeza de un lado a otro, se asfixia, no puede con tanto tormento. —¡A..A..AYUU..DA! —inconsciente aclama, no sabe el significado de ello, pero solo entiende que la muerte la está viendo, que la quiere comer después de matarla.

Cuando le toco ella grito afónicamente, empleando la habilidad de levitar, se alzaba pero fue inútil, el horror le mareaba— ¡Lo..oo, si..ento! —sollozando, ya su blancura se manchó de sangre, si sigue derramando lagrimas terminara tiñendo su vestido blanquecino. Estando de pie más por ese bicho que por ella, cubriéndose el rostro sin dejar el temblor.— ¡SUELTAME!—alza el rostro y lo descubre por sus manos, mostrando una sonrisa tétrica, señalando a cualquier lugar y da un salto hacia atrás cuando ve su mano ensangrentada, alzando la otra mano que ladea el rostro— ¿Qué, que es esto? — Su trastorno cambio, la esquizofrenia le maldecía, mirando a la mujer que negó— ¡Déjame, déjame, el sombrero dijo que corriera, déjame correr! —Usaba aquel ordenamiento pero precia que no había efecto —¿Por qué no me obedeces? ¡HAZME CASO! —Se enojó, frustrada parecía una muñeca de mil estados, sin abandonar el temblor, vuelve a retumbar los pasados disparos— ¡Quiero irme! ¡Déjame! —Miraba a su alrededor, creyendo que el sombrero haría acto de presencia. Pero no había escapatoria alguna…«! Juega, quiere jugar a morirse, ella también es como tú!» Confundida, su mente era engañosa, sonríe y hace caso a las voces— ¿Qué, que me harás? ¿Jugaremos a correr, verdad? —traicionero su encanto, pareciese el monstruo, su belleza hace caer quien la mire, su voz cortan evocaciones pero el trastorno solo es de ella.—No me comas, no me comas, yo, yo solo quería correr, alguien se acercaba, yo solo quería…— estaba buscando la manera de escuchar el propio corazón, escuchaba muchos, muchos sonidos ¡TUMB, TUMB. TUMB! Que en el abismo, la pobre loca imagino que uno era suyo. —Hago lo que quieras, pero, sácame de aquí, la muerte, la muerte está aquí..—le hablaba como si ella no fuera la muerte, como si la muerte estuviera en otra parte y el temor solo le prevenía, falsa ilusión, destrozada sensación.

Rígida frialdad
se enfrenta a mi ser
el miedo me aborda
sin poder correr
Un par de demonios
nos están siguiendo
buscando esta muñeca
que esta atrapada

por **Denisse d'Auxerre** Vie Ene 09, 2015 6:12 pm

‘’Locura más inocencia es una mala combinación. Cualquiera se aprovecharía de tus lapsos de cordura. Entonces, ¿compartiremos sangre?’’

No estaba acostumbrada a ningún tipo de cercanía con menores. Los niños y los viejos no se me daban nada bien pero ella era diferente, era como una pequeña muñeca de porcelana enloquecida que te quieres quedar a contemplar para ver con qué disparate saldría. Lo curioso de todo es que era una novata siendo un vampiro, sus pequeños colmillos lo dejaban en evidencia pero, ¿estaba ella consciente de lo que era? Y aún más grave de quién era yo. Sinceramente su condición era preocupante, podía ser un peligro para cualquiera, para ella, incluso para la raza. Echando un vistazo rápido para ver si alguien estaba con ella noté la soledad que le acompañaba y el agarre no se volvió más fuerte que antes. ¿Cómo se les ocurre dejar a un neófito solo? Cerré los ojos unos instantes tratando de pensar de manera más clara y segura. Ella no era mi problema, quizás sí, había dejado escapar mi diversión, si me giraba y la dejaba allí podría conseguir otro pero no, no quise por el simple recuerdo de verme reflejada un poco en ella hace un tiempo atrás, quitando la infame locura que parecía no tener remedio.

Volviendo la atención a ella cuando tiraba como una maniática para zafarse de mí agarré logré cubrirle la boca justo cuando pedía ayuda y gritaba como si no pudiera defenderse por sí. Su inocencia me estaba comenzando a irritar, me irritaba que fuera una niña aunque su cuerpo lo aparentaba no era una humana más. — ¡CALLATE!— le exigí de nuevo como si tuviera derecho sobre esa pequeña muñeca y le miré con los ojos vueltos infierno, habían perdido su tradicional azul —No llames más la atención. ¿Qué diablos pasa contigo? Te calmas… — sugería bajando al tono de voz para no levantar más sospechas aunque a este paso las calles comenzaban a quedarse vacías y soltándola para que se tranquilizara miré como se arrastraba para huir a lo que comenzó a llorar pero no era el típico llanto de dolor sino uno tan tétrico que espantaría hasta al demonio si lo hallaba desprevenido.

— No hagas eso— cerré los ojos y comencé a avanzar lo que ella había retrocedido y sus palabras fueron sólo la punta de una leve estaca que se enterró para acabar con mi paciencia —Esas son tus lágrimas — lo dije como si no fueran la gran cosa —Y si sigues con el disparate vas a terminar mal. Se va a teñir de rojo la plenitud de tu cordura, niña — miré su vestido que aún se conservaba intacto pero no por mucho y ‘’Sombrerero’’ retumbaba en mis oídos. Volviendo a revisar nuestro radio sabía que no habían más inmortales entre nosotros. —¿Correr?¿Dónde? No hay nadie más aquí. Sólo estamos tu y yo, niña. ¿Dónde está tu creador? — fruncí el ceño y sus palabras comenzaron a salir de manera más rápida cargadas de locura. No podía soportarlo más.

Estando frente a ella golpeé su rostro con la palma y le abracé solo un poco. De madre no era la mejor. —¡Basta! — le ordené separaándome —Si sigues así tendré que matarte. No vamos a jugar a correr. Vamos a jugar otra cosa — traté de entenderle pero era claro que no podría y tiré de su mano —Nos vamos, rápido. Si eres buena verás que esos que dicen que te persiguen no nos atrapan — sonreí con algo de confusión, tendría que ponerme a su altura para convencerla de no seguir con ese escándalo que se tenía en la cabeza.

Comencé a caminar con ella a alguno de esos sitios que ni yo misma sabía exactamente. Jamás había tenido compañía tan pequeña y menos extraña aun así no podía llevarla si quiera a una cafetería, no cuando estaba con esa euforia que levantaría miradas de cualquiera. Sacando un pequeño paño negro de una de las bolsas ocultas del vestido empujé su cuerpo hacia el frente y agachándome sequé su rostro —¿Cómo te llamas? — dejé de secarle la cara y me enderecé — Puedes estar tranquila, no pienso comerte— recordé sus palabras y seguí caminando —Eres un peligro para cualquiera. ¿Por qué estás sola? — miré de reojo el delgado cuerpo de la hermosa muñeca y esperé que esta vez fuera más consistente en sus respuestas tratando de no volverla a hacer desvariar porque entonces no sabría quién terminará enloqueciendo primero.

por Invitado Miér Ene 21, 2015 9:15 pm

¿Sangre? ¡QUE DELICIA ES ESE HORROR! Hasta que la angustia duerma, lléname de tu perfume...

— ¡Mary! Dile que me suelte, me está lastimando—libero tras haber caído, mirando las huellas de esa piel decorada por la fuerza, lo moreteada que relucía la ya abandonada pálida piel. Enojándose ya que era inútil llorar. — ¡Arráncate la lengua! —ordeno, mirándola fijo, clavando esas pupilas con un desprecio incondicional. ¿Como comprendería aquella loca que sus propios actos le traicionan? Que ironía la suya al aferrarse al escape, hacia todo lo posible por huir de esa belleza que comenzaba a asustarle ya que conforme permanecía mirándole, era como si se abrieran las puertas hacia el infierno, adentrándose a la segunda donde toda apariencia se destrozaba y dejaba relucir al demonio. ¿Qué era lo que veía? Esos ojos llameantes, carmines con la furia de un terror, una bestia, una gran deformidad que alerto a la muñeca, ella se ahogaba en gritos de ayuda, ¡Nadie le escucha! ¡Todos se alejan! Y por primera vez deseo que el sombrerero le encontrara, intento morder la mano opresora de aquella suplica, mas fue un beso lo que engendro, ¡Maniática que no sabe morder lo de piedra! ¿Donde están todos? ¿Por qué nadie le escucha? ¡No se vayan, ayúdenle a salir de las garras de la bestia!

« ¿Por qué no me ayudan? ¿Qué hacen? ¿Por qué todos corren? ¡Tengo miedo, Mary, Mary, me asusta, mi corazón esta latiendo de prisa, ¡No quiero que se acelere, así no puedo escuchar mis latidos, ¿Por que se va esa sonata? ¿Por qué se apaga mi bombardeo? » Tras suplicar al suelo porqué se abriera para que la escondiera, se cubrió con las manos sus oídos. Los gritos le aturdieron, el tono de voz le hizo delirar. Ya no sabe desprender una emoción, si sonreía era porque quería llorar, si lloraba era porque la alegría iniciaba para jugar.

— ¡Cállate tu, no son lagrimas, silencio, eres la parca, apártate, vete! — dando un brinco, se alza de un solo pie y reía desquiciada, el temor ya le asechaba, ¡su mente en un espiral giraba y giraba, no entendía nada de lo que decía la boca ajena —! Ahhhhhh, shhhh! ¡Hablas mucho! — en el propio eje giro consecutivamente, oprimiendo las manos con fuerza, ensordecer aclamaba, hablándose a sí misma— ¿Me escuchas? ¿Donde estas boom, boom, boom? —y con el rostro manchado, hace mimos de lo que decía, sus delgadas y pequeñas manos agitaban débilmente— ¿Qué? Cr..ree..aa.d..o.or? -—como de un aprendizaje lento, discapacitada para entablar conversaciones, enarco la ceja y sus labios formularon una mueca, disgustosa hace con los dedos de ambas manos una negación, de un lado para otro— ¡Ahhh, correr! ¡Si,si,si! Lejos, donde se escuche lo que está en mi pechito—Sin finalizar, se quedo con la boca abierta, temblando sus manos que señalaban a lo lejos para ir, pero tras esa bofetada quedo como un tímpano de hielo, al estar vacía, muerta que en poco se tambaleó, al intentar desprender pasos— ¡Niña mala, niña mala! —mas en burla arremedo las palabras del sombrerero, esperando llorar pero ya se intercambiaron los sentires, se quedo callada, con una mano en la mejilla, y se removió al tacto, nadie debía tocarla, eso era lo único que sabía.

Y tras el trastorno de la agresión, se imaginaba ya el castigo, las agujas en su piel, siguiendo órdenes, actuando como la marioneta del diablo y con todo su dolor hacia ese espectro, aunque aquel acercamiento potenciaba la vesania, «¡Muerdela! ¡Empujala! De los rubí se apoderara, es una tirana, te va a comer, te devorara, Ya te sello, esta jugando y tú sigues actuando como muñeca!!» ¡Malditas voces feroces le acuchillaban!, conducida por una transparencia convulsión, le habían tirado de la mano y tras la frialdad se deshizo de ese agarre pero fue en vano, ella le tenia atrapada y cuando la calaverica le rozaba con un pañuelo ese mártir de lagrimas, se limpio con su vestido blanco la palma de la mano, ya tiñendo la prenda con la evidencia de tal brutalidad. — ¿Conoces la muerte? El vendrá a matarte, deberías correr, y correr, porque tus manos y pies desmembraran.— avanzo unos cuantos pasos, y se envolvió en carcajadas, tataratea, meciendo la cabeza, tomando el largo del vestido y se eleva en un baile. — mmm, ya atrapadas estamos, mira a tu alrededor, nos han abandonado, ¿Si no piensa en comerme, que es lo que piensas? ... ¡Ay! ¡Me lastima mi templo! Es como si caminara con aquello de quien siempre huyo. ¿Eres la pesadilla? ¡Me quemo!— Palabras de un alarido confundible, es el momento final, ¡Devuelvanle el latido a la pequeña! Es el futuro de una sangre fresca, se oculta un lugar de silencio, son sombras en movimiento, ambas iris carmesís brillan extrañamente en la oscuridad, un deseo travieso hambriento desciende en esa noche sin limites — No se como me llamo, pero si sé como me llama él— Le ofreció una sonrisa hermosa, manipulada por la realidad y los sueños, era una confesión que pagaría por creces— Vídoll, ¡Si, si! El dice que es la melodía tejida por una parte de recolección rota...— Musitaba aquella oración que por las noches de encierro escuchaba una y otra vez por el sombrerero. —Pensamientos que descienden dentro de un espiral de oscuridad que se va haciendo cada vez mas profunda, cae al cielo destrozado, a la deriva de gritas confusas, temblores en la agonía que se sofoca en las remembranzas, nadie puede detenerte, caerás y has caído a un falso candelabro que se desvanece, dormida estas escuchando el sonido de una antigua llama que parpadea. Como la apariencia de un mero humano, descubre que los dedos se mueven sin a la par. — Sin conocer ya le estaba advirtiendo el porque de su excéntrica cabeza, se la habían cortado poco a poco que el resultado fue lo que brillaba por ahora.

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