possesso di un cuore. «privado»

Decir que estaba fastidiado del escenario nocturno, de los mismos personajes con los que se topaba a menudo, de las fanfarrias de los egos elevados de otros seres como él, e incluso de las secretas orgías que transcurrían detrás de los muros de las mansiones más acaudaladas de la sociedad parisiense era algo bastante exacto.

Al menos por esa noche, no tenía sed de lo ordinario ni de lo escandaloso. Sus instintos estaban despiertos y su voluntad movía sus pasos, mientras sus piernas seguían el camino adonde su consciente deseaba guiarle, por los callejones ocultos de la ciudad, en medio de la temperatura algo cargada de esa noche primaveral que indicaba los primeros indicios de un próximo verano.

Se movía como siempre lo hacía, con su elegancia innata, y su aspecto pulido pero caótico a la vez, reflejando lo que era. Alguien temperamental que tendía a dejarse llevar por sus propias inclinaciones, sin reparar en las ajenas, ya que las últimas le habían acarreado demasiados estragos y sinsabores en el pasado convenciéndole de que lo mejor era velar por si mismo.

Era él en verdad un ser muy antiguo pero no por ello menos vivo en toda su esencia, resaltando en sus características esa impredecibilidad y esa efervescencia en un espíritu que se alejaba de lo tradicional, modernizándose con las épocas y denotando la esencia del vampiro, ya que él se entregaba a sus ansias de sangre y se deleitaba en ello siempre que así lo deseaba, convencido de que no hacerlo le hubiese convertido en un pusilánime. Demasiadas peroratas había escuchado de parte de algunos que haciéndose proclamar vampiros constituían el enlace más débil de su especie al negarse a entregarse a lo que su propia naturaleza les indicaba.

No había cabida para los remordimientos.

Silbaba una tonada al torcerse sus pasos por las calles de la ciudad, adentrándose así en el cementerio, por un simple deseo de toparse con algunos mortales que visitaban el lugar a dichas horas nocturnas, pensando que quizás le entretendrían lo suficiente, de presentarse la situación propicia. Aunque fue otra cosa lo que le salió al encuentro mientras avanzaba entre las múltiples lápidas.

Con velocidad vampírica y la misma sutileza que imprimía un silencioso sello a sus movimientos tomó asiento sobre una de ellas, observando el justo momento en que una figura de esencia igual a la suya dejaba caer un cuerpo inerte sobre el suelo. Fácilmente podía haberla confundido con un varón debido a su indumentaria nada usual en su sexo, según las costumbres de la época, pero su larga cabellera dorada traicionaba esa posibilidad.

-Es curioso que de tus labios salgan esas palabras, teniendo en cuenta lo fácil que lo has hecho ver.- expresó como única frase que rompía el silencio mientras sus oscuros ojos descubrían la piel de porcelana de la vampiresa, teñída únicamente por un hilo carmesí que provenía de sus labios y que de haber sido él más poético le habría parecido material para un vívido y oscuro soneto, pero la verdad es que no lo era, aunque eso no le impedía apreciar a su manera la belleza del cuadro que presentaba ella, la muerte en vida, junto al cuerpo rígido y carente ya de toda posibilidad.