AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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primeros pasos ...¡cuidado con las flechas!
2 participantes
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primeros pasos ...¡cuidado con las flechas!
De nuevo parecía que la complicidad y el buen rollo se había echo presentes en cada resquicio de nuestro ser.
Me gustaba oír aquella risa infantil que emitía con cada uno de mis comentarios, aunque la verdad es que a las mujeres las solía desesperar, esta parecía tomarse mis bromas de otro modo, o quizás era yo que frente a su inocencia era incapaz de tener la picardia subida de tono que usaba ocn el resto.
Fuera lo que fuera me lo pasaba bien a su lado, era divertido pasar tiempo con ella, ademas tenerla como aprendiz me ayudaba a ponerme en forma, lo que me recordó cual era el trabajo que hoy nos ocuparía parte de la mañana.
Tras una hora de viaje llegamos a la parte mas espesa del bosque y tras unos arboles altos que ocultaban en gran parte la fachada blanquecina de la mansión me detuve frente a un recio portón de hierro.
-Estoy seguro que después de tanto cabalgar pensabas que te llevaba a lo profundo del bosque para devorarte y que lo de la casa se te antojaba una patraña -bromeé entre risas dando un raudo salto para desmontar -pensarías que soy tu lobo feroz -dije entre risas
Abrí el portón tomando las riendas del caballo para adentrarlo en el verde interior de mi mansión.
-Bienvenida a mi humilde morada -una risa diabólica que hice por supuesto adrede fue la antesala de las risas divertidas que nos dedicamos ambos mirándonos a los ojos.
-este es mi precioso jardín descuidado por el hombre pero mimado por la naturaleza.
Eran tan ciertas mis palabras como que estábamos allí, parecía mas un prado lleno de amapolas y violetas que los típicos jardines presos de rosales y plantas aromáticas que los nobles cuidaban con mimo para llenar sus hogares de luz y color.
Tras atravesar aquel florido jardín que en mi opinión nada tenia que envidiar a los otros alcanzamos mi parte favorita de la estancia.
-Te presento el patio de armas, aquí vamos a poder entrenar, de echo creo que como hay habitaciones mas que suficientes y mi casa esta a mas de una hora a caballo de tu hostal podríamos aprovechar y comprarte un dormitorio para que te quedes conmigo.
Busque sus ojos dándome cuenta de que lo que haba dicho sin pensar mas que en la comodidad de ambos para ella podria suponer un problema
-Solo para compartir como amigos, es decir maestro aprendiz. -asevere con naturalidad antes de volver a tirar de las riendas hacia la casa.
-Allí están las caballerizas -apunte señalando con el dedo una zona cubierta y muy bien arreglada donde por seguro nuestras monturas encontrarían el cobijo necesario.
La tome por la cintura para ayudarla a bajar y tras dejar al caballo en su lugar tome su mano para tirar de ella hacia la casa, la mansión en si.
Subimos unas escalinatas de piedra blanca rodeadas de enredaderas con flores moradas que crecían por doquier por toda la fachada delantera.
Introduje la llave en la vieja puerta de madera que rechino frente a nosotros para abrirse y dar paso a un enorme recibidor blanco, aun sin muebles pero muy amplio.
Caminamos a través de los arcos tallados con hermosos motivos florales hasta un salón enorme, con una barra de bar al fondo y con una bodega detrás.
-Allí esta la cocina -señalé con el dedo una puerta que a lo lejos se vislumbraba cruzando otro largo pasillo lleno de arcos -y por esas escaleras de madera que serpentean se sube al piso superior donde están las 9 habitaciones de la casa.
-Bajo hay una mazmorra, se baja por esa escalinata de piedra blanca que hay al otro lado de la casa.
A groso modo acababa de presentarle mi casa, sonreí divertido frente a sus ojos que me miraban abrumada.
-Lo se mucho trabajo, tengo que amueblar todo, comprar comida, sabanas...solo de pensarlo se me hacia cuesta arriba y no sabia ni por donde empezar.
Bueno so, por lo que habíamos venido a hacer, entrenar.
-Vamos al patio de armas, allí he preparado unas dianas, hoy toca clase de tiro con arco -dije guiñándole un ojo mientras me acercaba a ella pero manteniendo una distancia prudencial -¿quieres antes beber algo?
Me gustaba oír aquella risa infantil que emitía con cada uno de mis comentarios, aunque la verdad es que a las mujeres las solía desesperar, esta parecía tomarse mis bromas de otro modo, o quizás era yo que frente a su inocencia era incapaz de tener la picardia subida de tono que usaba ocn el resto.
Fuera lo que fuera me lo pasaba bien a su lado, era divertido pasar tiempo con ella, ademas tenerla como aprendiz me ayudaba a ponerme en forma, lo que me recordó cual era el trabajo que hoy nos ocuparía parte de la mañana.
Tras una hora de viaje llegamos a la parte mas espesa del bosque y tras unos arboles altos que ocultaban en gran parte la fachada blanquecina de la mansión me detuve frente a un recio portón de hierro.
-Estoy seguro que después de tanto cabalgar pensabas que te llevaba a lo profundo del bosque para devorarte y que lo de la casa se te antojaba una patraña -bromeé entre risas dando un raudo salto para desmontar -pensarías que soy tu lobo feroz -dije entre risas
Abrí el portón tomando las riendas del caballo para adentrarlo en el verde interior de mi mansión.
-Bienvenida a mi humilde morada -una risa diabólica que hice por supuesto adrede fue la antesala de las risas divertidas que nos dedicamos ambos mirándonos a los ojos.
-este es mi precioso jardín descuidado por el hombre pero mimado por la naturaleza.
Eran tan ciertas mis palabras como que estábamos allí, parecía mas un prado lleno de amapolas y violetas que los típicos jardines presos de rosales y plantas aromáticas que los nobles cuidaban con mimo para llenar sus hogares de luz y color.
Tras atravesar aquel florido jardín que en mi opinión nada tenia que envidiar a los otros alcanzamos mi parte favorita de la estancia.
-Te presento el patio de armas, aquí vamos a poder entrenar, de echo creo que como hay habitaciones mas que suficientes y mi casa esta a mas de una hora a caballo de tu hostal podríamos aprovechar y comprarte un dormitorio para que te quedes conmigo.
Busque sus ojos dándome cuenta de que lo que haba dicho sin pensar mas que en la comodidad de ambos para ella podria suponer un problema
-Solo para compartir como amigos, es decir maestro aprendiz. -asevere con naturalidad antes de volver a tirar de las riendas hacia la casa.
-Allí están las caballerizas -apunte señalando con el dedo una zona cubierta y muy bien arreglada donde por seguro nuestras monturas encontrarían el cobijo necesario.
La tome por la cintura para ayudarla a bajar y tras dejar al caballo en su lugar tome su mano para tirar de ella hacia la casa, la mansión en si.
Subimos unas escalinatas de piedra blanca rodeadas de enredaderas con flores moradas que crecían por doquier por toda la fachada delantera.
Introduje la llave en la vieja puerta de madera que rechino frente a nosotros para abrirse y dar paso a un enorme recibidor blanco, aun sin muebles pero muy amplio.
Caminamos a través de los arcos tallados con hermosos motivos florales hasta un salón enorme, con una barra de bar al fondo y con una bodega detrás.
-Allí esta la cocina -señalé con el dedo una puerta que a lo lejos se vislumbraba cruzando otro largo pasillo lleno de arcos -y por esas escaleras de madera que serpentean se sube al piso superior donde están las 9 habitaciones de la casa.
-Bajo hay una mazmorra, se baja por esa escalinata de piedra blanca que hay al otro lado de la casa.
A groso modo acababa de presentarle mi casa, sonreí divertido frente a sus ojos que me miraban abrumada.
-Lo se mucho trabajo, tengo que amueblar todo, comprar comida, sabanas...solo de pensarlo se me hacia cuesta arriba y no sabia ni por donde empezar.
Bueno so, por lo que habíamos venido a hacer, entrenar.
-Vamos al patio de armas, allí he preparado unas dianas, hoy toca clase de tiro con arco -dije guiñándole un ojo mientras me acercaba a ella pero manteniendo una distancia prudencial -¿quieres antes beber algo?
Agarwaen- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 173
Fecha de inscripción : 24/06/2016
Localización : dificil de encontrar
Re: primeros pasos ...¡cuidado con las flechas!
Tenía el trasero dolorido de tanto cabalgar por el escarpado terreno del bosque. Pero, ¿dónde se había comprado este hombre la casa? Dudaba que allí hubiese otra cosas que cuevas; no había rastro de civilización por ninguna parte. Mirase hacia donde mirase solo aparecían frondosos árboles, hasta que de pronto apareció una enorme mansión ante mis ojos.
Me quedé estupefacta. Pero este hombre, ¿cuánto dinero tenía? Aquella casa era más grande que dos hostales juntos iguales a donde me alojaba. Con la boca abierta por la impresión escuché sus palabras que me hicieron sonreír de nuevo.
¿Cómo lo hacía? ¿Cómo era posible que cada comentario suyo me llenase tanto por dentro?
- Pues sí, la verdad desde la última media hora llevo pensando que lo que querías era devorarme en algún recóndito lugar de este bosque.- reí divertida mientras atravesábamos el portón todavía sobre su montura.
Ante mi se abría todo un mundo de color y frescura; un precioso jardín salvaje se extendía a nuestros pies, dándole a la mansión ese toque distinto del de resto de la aristocracia, que parecía que tenían que tener todo perfecto, sin dejar que las plantas y las flores crecieran con libertad. Aquel era el jardín de un alma libre; alguien como Agarwaen. Y estaba casi segura de que aquello era parte de lo que le había ayudado a decidirse por aquel precioso lugar en medio del bosque.
Comenzó a indicarme donde se localizaban el patio de armas y las caballerizas, aunque me daba la impresión de que para no perderme necesitaría un mapa. Y de pronto aquello que era una afirmación en lugar de una pregunta. Lo miré confundida; me ofrecía vivir en su casa; juntos en la misma casa. Dejé de respirar inconscientemente mientras clavaba sus ojos en los míos y me di cuenta de que me asfixiaba. Trató de suavizar la proposición, que aunque él no lo supiese yo había aceptado en mi mente sin pensar.
- Me parece buena idea, aunque no quisiera ser un lastre para vos.- susurré con timidez mientras buscaba su mirada. Por favor, dime que me quede; recé.- Pero si me quedo, ¿cómo podré agradaceroslo? ¿Cocinando quizás?
Llegamos hasta las caballerizas donde dejamos su montura tras ayudarme a bajar asiéndome por la cintura. Sus inconscientes gestos me enloquecían, y me daban esperanzas que sabía que serían inútiles.
De la mano comenzó a recorrer toda su mansión; enseñándome cada parte de la misma. Su voz era tan alegre como la de un niño que te enseña su juguete nuevo satisfecho por haberlo conseguido.
La casa era preciosa. Y aunque todavía estaba vacía, se podía sentir esa sensación de hogar que tanto extrañaba.
Amueblar aquella mansión con Agarwaen se me antojaba demasiado personal, pero lo haría con gusto si era lo que él necesitaba. Imaginaba que como hombre estaría un tanto perdido.
- Por curiosidad, ¿cuánta gente vamos a vivir aquí?- pregunté impresionada mientras buscaba sus ojos que me miraban divertidos por mi expresión de incredulidad.
Que decir como sería la casa que contaba hasta con una mazmorra. Trataba de recordar donde me había dicho que se encontraba cada cosa, pero era imposible.
- ¿Arco? Nunca he tirado con arco; de hecho, es que no tengo ni arco.- dije mientras acortaba la distancia prudencial que el cazador había dejado entre nosotros, cogiéndolo de la mano como había hecho él minutos antes; sintiendo de nuevo su calor sobre mi mano mientras lo miraba a los ojos, y le sonreía con timidez.- Vamos, me encanta la idea.
Sonreí divertida mientras salíamos hacia el patio de armas. No era la idea de practicar con el arco lo que me fascinaba, sino el hecho de que fuese él quien me enseñase. Todo a su lado era apetecible y divertido. Hasta correr tres horas por el bosque, aunque esperaba que esta parte tardase en repetirse. Todavía tenía agujetas, aunque no lo pensaba reconocer.
Me quedé estupefacta. Pero este hombre, ¿cuánto dinero tenía? Aquella casa era más grande que dos hostales juntos iguales a donde me alojaba. Con la boca abierta por la impresión escuché sus palabras que me hicieron sonreír de nuevo.
¿Cómo lo hacía? ¿Cómo era posible que cada comentario suyo me llenase tanto por dentro?
- Pues sí, la verdad desde la última media hora llevo pensando que lo que querías era devorarme en algún recóndito lugar de este bosque.- reí divertida mientras atravesábamos el portón todavía sobre su montura.
Ante mi se abría todo un mundo de color y frescura; un precioso jardín salvaje se extendía a nuestros pies, dándole a la mansión ese toque distinto del de resto de la aristocracia, que parecía que tenían que tener todo perfecto, sin dejar que las plantas y las flores crecieran con libertad. Aquel era el jardín de un alma libre; alguien como Agarwaen. Y estaba casi segura de que aquello era parte de lo que le había ayudado a decidirse por aquel precioso lugar en medio del bosque.
Comenzó a indicarme donde se localizaban el patio de armas y las caballerizas, aunque me daba la impresión de que para no perderme necesitaría un mapa. Y de pronto aquello que era una afirmación en lugar de una pregunta. Lo miré confundida; me ofrecía vivir en su casa; juntos en la misma casa. Dejé de respirar inconscientemente mientras clavaba sus ojos en los míos y me di cuenta de que me asfixiaba. Trató de suavizar la proposición, que aunque él no lo supiese yo había aceptado en mi mente sin pensar.
- Me parece buena idea, aunque no quisiera ser un lastre para vos.- susurré con timidez mientras buscaba su mirada. Por favor, dime que me quede; recé.- Pero si me quedo, ¿cómo podré agradaceroslo? ¿Cocinando quizás?
Llegamos hasta las caballerizas donde dejamos su montura tras ayudarme a bajar asiéndome por la cintura. Sus inconscientes gestos me enloquecían, y me daban esperanzas que sabía que serían inútiles.
De la mano comenzó a recorrer toda su mansión; enseñándome cada parte de la misma. Su voz era tan alegre como la de un niño que te enseña su juguete nuevo satisfecho por haberlo conseguido.
La casa era preciosa. Y aunque todavía estaba vacía, se podía sentir esa sensación de hogar que tanto extrañaba.
Amueblar aquella mansión con Agarwaen se me antojaba demasiado personal, pero lo haría con gusto si era lo que él necesitaba. Imaginaba que como hombre estaría un tanto perdido.
- Por curiosidad, ¿cuánta gente vamos a vivir aquí?- pregunté impresionada mientras buscaba sus ojos que me miraban divertidos por mi expresión de incredulidad.
Que decir como sería la casa que contaba hasta con una mazmorra. Trataba de recordar donde me había dicho que se encontraba cada cosa, pero era imposible.
- ¿Arco? Nunca he tirado con arco; de hecho, es que no tengo ni arco.- dije mientras acortaba la distancia prudencial que el cazador había dejado entre nosotros, cogiéndolo de la mano como había hecho él minutos antes; sintiendo de nuevo su calor sobre mi mano mientras lo miraba a los ojos, y le sonreía con timidez.- Vamos, me encanta la idea.
Sonreí divertida mientras salíamos hacia el patio de armas. No era la idea de practicar con el arco lo que me fascinaba, sino el hecho de que fuese él quien me enseñase. Todo a su lado era apetecible y divertido. Hasta correr tres horas por el bosque, aunque esperaba que esta parte tardase en repetirse. Todavía tenía agujetas, aunque no lo pensaba reconocer.
Kaia Andersen- Cazador Clase Media
- Mensajes : 63
Fecha de inscripción : 30/07/2016
Localización : París
Re: primeros pasos ...¡cuidado con las flechas!
Su pregunta me hizo sonreír, no por lo impresionable que resultaba esa dama que sin duda no esperaba que mi economía fuera lo suficientemente boyante como para comprar esta mansión si no porque en su pregunta daba por echo que aceptaba mi propuesta y que se instalaría en esa casa conmigo.
-Viviremos Sonae, tu y yo -aseguré con una picara sonrisa, ví como su rostro se tensaba cuando de mis labios salio el nombre de Sonae -No sufras, es una cambiante con la que me he criado desde niño, de echo según ella soy su cachorro, aun no se ha enterado de que he crecido y en apariencia ostentamos la misma edad.
Así que no, no es ni mi pareja, ni mi novia, ni tiene intención de serlo.
Ni siquiera se porque le estaba dando esas explicaciones porque ya le había dicho que no quería pareja alguna, algo que se hubiera contradicho de ya haberla tenido.
No tardamos en salir al exterior, me encantaba ver ese rostro de ilusión que lo analizaba todo como si fuera una niña, aquello parecía nuevo para ella, desde las dianas, a un patio de armas tan grande donde entrenar.
-Aquí te haré morder el polvo cada día -asevere con picardia mientras la seguía de cerca.
Entramos en la armería en busca de los útiles necesario para que pudiera tirar.
Sus ojos se abrieron como platos ante tal despliegue de distintas armas, todas ellas en perfecto estado.
-De muebles no entiendo pero de armas si, así que decidí empezando por aquí, “amueblar” la armería a sido un placer que me ha llevado gran parte de la noche, pero sin duda ha merecido la pena.
Sus dedos se paseaban por las hojas de distintas espadas, algo que me fascino, la imagen de esa mujer bella, inocente y ahora se me antojaba hasta peligrosa.
Su rostro se reflejaba en esas hojas de acero dotándola de una belleza inusual, una que la hacia mas mujer de lo que por desgracia estaba acostumbrado.
Deje escapar el aire de forma pesada tratando de nuevo de poner distancia y cordura a mis pensamientos.
-El arco esta allí -aseguré señalando a una repisa del fondo, el tuyo es el tradicional curvo, el mio el long bow.
Su cara de no tener ni idea de a lo que me refería lo dijo todo, así que camine hacia el lugar señalado tomando sendos arcos y dos carcaj repletos de flechas.
-El tuyo -le di un precioso arco ligero curvado de madera noble -este pesa menos, tiene menos libras para abrir, creo que sera perfecto para ti.
Por ende el mio es perfecto para mi, o al menos este era el libraje que poseía antes de ser herido.
Ambos pertrechados para el entrenamiento volvimos al patio de armas colocándonos a una distancia prudencial de una de las dianas que frente a nosotros nos esperaban.
-Tira, has de dar en el centro -le dije entre risas enumerando una obviedad -a poder ser no me destruyas la casa con tu primera flecha.
Sonreí al ver la torpeza con al que cogía el arco, mas aun cuando intento colocar la flecha que cayo al suelo y ya las carcajada vino cuando con la cuerda se dio en la mano aullando de dolor.
-Un tiro épico, de esos que hay que guardar en el recuerdo -susurre poniendo mi mano a modo de parasol para buscar en el aire la flecha que bien sabia estaba en el suelo -creo que aun esta volando silbando al viento.
Reí con ganas cuando sus ojos se clavaron en los míos con cara de pocos amigos, la verdad me costo lo mio tranquilizarme, es que nunca había visto a nadie tirar tan sumamente mal.
-Vale -dije entre risas mientras aun mi cuerpo se curvaba para disimular las ultimas carcajadas -a ver -de nuevo explote en risas -espera, que así no puedo.
Su cara se tronaba de todos los colores y yo no podía dejar de reír mientras seguía mirando la flecha que reposaba en el suelo.
-Viviremos Sonae, tu y yo -aseguré con una picara sonrisa, ví como su rostro se tensaba cuando de mis labios salio el nombre de Sonae -No sufras, es una cambiante con la que me he criado desde niño, de echo según ella soy su cachorro, aun no se ha enterado de que he crecido y en apariencia ostentamos la misma edad.
Así que no, no es ni mi pareja, ni mi novia, ni tiene intención de serlo.
Ni siquiera se porque le estaba dando esas explicaciones porque ya le había dicho que no quería pareja alguna, algo que se hubiera contradicho de ya haberla tenido.
No tardamos en salir al exterior, me encantaba ver ese rostro de ilusión que lo analizaba todo como si fuera una niña, aquello parecía nuevo para ella, desde las dianas, a un patio de armas tan grande donde entrenar.
-Aquí te haré morder el polvo cada día -asevere con picardia mientras la seguía de cerca.
Entramos en la armería en busca de los útiles necesario para que pudiera tirar.
Sus ojos se abrieron como platos ante tal despliegue de distintas armas, todas ellas en perfecto estado.
-De muebles no entiendo pero de armas si, así que decidí empezando por aquí, “amueblar” la armería a sido un placer que me ha llevado gran parte de la noche, pero sin duda ha merecido la pena.
Sus dedos se paseaban por las hojas de distintas espadas, algo que me fascino, la imagen de esa mujer bella, inocente y ahora se me antojaba hasta peligrosa.
Su rostro se reflejaba en esas hojas de acero dotándola de una belleza inusual, una que la hacia mas mujer de lo que por desgracia estaba acostumbrado.
Deje escapar el aire de forma pesada tratando de nuevo de poner distancia y cordura a mis pensamientos.
-El arco esta allí -aseguré señalando a una repisa del fondo, el tuyo es el tradicional curvo, el mio el long bow.
Su cara de no tener ni idea de a lo que me refería lo dijo todo, así que camine hacia el lugar señalado tomando sendos arcos y dos carcaj repletos de flechas.
-El tuyo -le di un precioso arco ligero curvado de madera noble -este pesa menos, tiene menos libras para abrir, creo que sera perfecto para ti.
Por ende el mio es perfecto para mi, o al menos este era el libraje que poseía antes de ser herido.
Ambos pertrechados para el entrenamiento volvimos al patio de armas colocándonos a una distancia prudencial de una de las dianas que frente a nosotros nos esperaban.
-Tira, has de dar en el centro -le dije entre risas enumerando una obviedad -a poder ser no me destruyas la casa con tu primera flecha.
Sonreí al ver la torpeza con al que cogía el arco, mas aun cuando intento colocar la flecha que cayo al suelo y ya las carcajada vino cuando con la cuerda se dio en la mano aullando de dolor.
-Un tiro épico, de esos que hay que guardar en el recuerdo -susurre poniendo mi mano a modo de parasol para buscar en el aire la flecha que bien sabia estaba en el suelo -creo que aun esta volando silbando al viento.
Reí con ganas cuando sus ojos se clavaron en los míos con cara de pocos amigos, la verdad me costo lo mio tranquilizarme, es que nunca había visto a nadie tirar tan sumamente mal.
-Vale -dije entre risas mientras aun mi cuerpo se curvaba para disimular las ultimas carcajadas -a ver -de nuevo explote en risas -espera, que así no puedo.
Su cara se tronaba de todos los colores y yo no podía dejar de reír mientras seguía mirando la flecha que reposaba en el suelo.
Agarwaen- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 173
Fecha de inscripción : 24/06/2016
Localización : dificil de encontrar
Re: primeros pasos ...¡cuidado con las flechas!
La verdad es que no esperaba que fuese a vivir más gente con nosotros, de modo que cuando contestó a mi pregunta lo miré contrariada. ¿Ya vivía con otra mujer? Quizás por eso no quería tener ningún tipo de relación conmigo.
Pero no tardó en explicar quien era Sonae, una cambiante que según él no era su pareja. ¿Qué diantres era una cambiante? Bueno, ya lo averiguaría por mí misma tarde o temprano.
Lo que me hizo sonreír fue su ahínco por explicarme que Sonae no era su novia ni nada por el estilo. Sabía que no tenía el por qué darme ningún tipo de explicaciones, pero el que lo hiciese satisfacía una parte de mi ser; esa parte que no quería que estuviese con otra mujer, aunque sonase egoísta y estúpido.
Salimos al exterior mientras el buen humor seguía patente en nosotros. Adoraba nuestros roces mientras caminábamos juntos; aunque anhelaba volver a sentir esos labios que sabía que no me pertenecían.
Había preparado nuestro entrenamiento con anterioridad, y en el patio de armas se podía observar unas dianas lejanas para nuestro disfrute. Estaba claro que la armería si la había amueblado a conciencia.
- Tú amueblas la armería y yo el resto de la casa. Umm...- dije divertida mientras lo miraba de soslayo.- Espero recibir algún tipo de recompensa por ello.
Asombrada por todo el arsenal que había conseguido adquirir en una sola noche, paseaba entre las espadas mientras tocaba aquel afilado y duro metal que provocaba una excitación distinta en mí. Supuse que sería la sangre de mi padre la que me pedía a gritos blandir una de aquellas armas.
Agarwaen me sacó de mi ensimismamiento mientras me hablaba de tipos de arcos. Me giré confundida y con el ceño fruncido cuando me indicó cual usaría yo y cual él. ¿En serio se pensaba que sabía de lo que me estaba hablando? Debió imaginar mi desconcierto, pues al final tuvo que ser él quien nos equipase de todo lo necesario para empezar nuestro entrenamiento. Adoraba que tuviese tanta paciencia conmigo.
- No soy tonta; sé la teoría de como se tira con arco.- dije sacándole la lengua mientras me decía que tirase al centro entre risas. Una risa que me derretía por dentro.- Además, si tú sabes no debe ser muy complicado.
Juro que traté de imitar lo que había visto tantas veces. Coger el arco, colocar la flechar, tensar el arco..disparar. No parecía tan difícil, y digo parecía..porque en cuanto coloqué la flecha y tensé la cuerda la flecha cayó al suelo, soltándose la cuerda tensada y golpeándome en la mano, seguido de un quejido mientras me la llevaba a la boca para chupar el latigazo que me había dado y que escocía como mil demonios.
Pero eso no fue lo peor; Agarwaen estalló a carcajadas ante mi estupefacta mirada que lo atravesaba con rabia. Me puse roja por el bochorno que estaba pasando en esos momentos. Pero no era mi culpa; jamás había cogido uno. Quizás no había sido tan mala idea la final pararlo cuando estuve a punto de entregarme a él; si se burlase así de mi inexperiencia en la cama creo que no podría superarlo jamás.
He de reconocer que su risa era contagiosa, y que me mordí el labio para no reírme yo también ante mi patosa actuación. Además, estaba tan sumamente atractivo riéndose de esa forma, que era imposible enfadarme con él. Enarqué una ceja cuando lo vi doblarse hacia delante mientras tu risa continuaba, incapacitándolo para seguir hablando. Respiré hondo, tratando de relajarme antes de estamparle el arco en la cabeza.
- Quizás deba de buscarme otro maestro que en lugar de reírse de mí cuando estoy aprendiendo, trate de enseñarme como hacerlo.- contesté enfadada mientras tiraba el arco al suelo y salía andando mientras apretaba los puños hacia la salida.
A él le resultaba fácil, se había criado con todo aquello...pero yo apenas llevaba dos meses en ese mundo, y nadie me había enseñado nada.
Adoraba a Agarwaen, y quizás por eso sus burlas me dañaban más que las de cualquier otra persona.
Pero no tardó en explicar quien era Sonae, una cambiante que según él no era su pareja. ¿Qué diantres era una cambiante? Bueno, ya lo averiguaría por mí misma tarde o temprano.
Lo que me hizo sonreír fue su ahínco por explicarme que Sonae no era su novia ni nada por el estilo. Sabía que no tenía el por qué darme ningún tipo de explicaciones, pero el que lo hiciese satisfacía una parte de mi ser; esa parte que no quería que estuviese con otra mujer, aunque sonase egoísta y estúpido.
Salimos al exterior mientras el buen humor seguía patente en nosotros. Adoraba nuestros roces mientras caminábamos juntos; aunque anhelaba volver a sentir esos labios que sabía que no me pertenecían.
Había preparado nuestro entrenamiento con anterioridad, y en el patio de armas se podía observar unas dianas lejanas para nuestro disfrute. Estaba claro que la armería si la había amueblado a conciencia.
- Tú amueblas la armería y yo el resto de la casa. Umm...- dije divertida mientras lo miraba de soslayo.- Espero recibir algún tipo de recompensa por ello.
Asombrada por todo el arsenal que había conseguido adquirir en una sola noche, paseaba entre las espadas mientras tocaba aquel afilado y duro metal que provocaba una excitación distinta en mí. Supuse que sería la sangre de mi padre la que me pedía a gritos blandir una de aquellas armas.
Agarwaen me sacó de mi ensimismamiento mientras me hablaba de tipos de arcos. Me giré confundida y con el ceño fruncido cuando me indicó cual usaría yo y cual él. ¿En serio se pensaba que sabía de lo que me estaba hablando? Debió imaginar mi desconcierto, pues al final tuvo que ser él quien nos equipase de todo lo necesario para empezar nuestro entrenamiento. Adoraba que tuviese tanta paciencia conmigo.
- No soy tonta; sé la teoría de como se tira con arco.- dije sacándole la lengua mientras me decía que tirase al centro entre risas. Una risa que me derretía por dentro.- Además, si tú sabes no debe ser muy complicado.
Juro que traté de imitar lo que había visto tantas veces. Coger el arco, colocar la flechar, tensar el arco..disparar. No parecía tan difícil, y digo parecía..porque en cuanto coloqué la flecha y tensé la cuerda la flecha cayó al suelo, soltándose la cuerda tensada y golpeándome en la mano, seguido de un quejido mientras me la llevaba a la boca para chupar el latigazo que me había dado y que escocía como mil demonios.
Pero eso no fue lo peor; Agarwaen estalló a carcajadas ante mi estupefacta mirada que lo atravesaba con rabia. Me puse roja por el bochorno que estaba pasando en esos momentos. Pero no era mi culpa; jamás había cogido uno. Quizás no había sido tan mala idea la final pararlo cuando estuve a punto de entregarme a él; si se burlase así de mi inexperiencia en la cama creo que no podría superarlo jamás.
He de reconocer que su risa era contagiosa, y que me mordí el labio para no reírme yo también ante mi patosa actuación. Además, estaba tan sumamente atractivo riéndose de esa forma, que era imposible enfadarme con él. Enarqué una ceja cuando lo vi doblarse hacia delante mientras tu risa continuaba, incapacitándolo para seguir hablando. Respiré hondo, tratando de relajarme antes de estamparle el arco en la cabeza.
- Quizás deba de buscarme otro maestro que en lugar de reírse de mí cuando estoy aprendiendo, trate de enseñarme como hacerlo.- contesté enfadada mientras tiraba el arco al suelo y salía andando mientras apretaba los puños hacia la salida.
A él le resultaba fácil, se había criado con todo aquello...pero yo apenas llevaba dos meses en ese mundo, y nadie me había enseñado nada.
Adoraba a Agarwaen, y quizás por eso sus burlas me dañaban más que las de cualquier otra persona.
Kaia Andersen- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 30/07/2016
Localización : París
Re: primeros pasos ...¡cuidado con las flechas!
Mi risa se corto en seco cuando esta vez la vi alejarse enfadada asegurando que debería buscarse otro maestro que le enseñara en vez de burlarse de ella cuando lo hacia mal.
Corrí tras ella tomándola de la mano para detenerla aun con una sonrisa en mis labios.
-Lo siento, ¿pero reconoce que ha sido muy gracioso? -dejé escapar una sonrisa traviesa -puedes buscar otro profesor, mas ambos sabemos que no sera mejor que yo.
Lo siento, estoy acostumbrado a entrenar con amigos, tu no sabes como somos allí, nos metemos los unos con los otros hasta por respirar, esto que tu has echo hubiera sido una hazaña épica que rememorar borrachos una noche de taberna en la que no hubiéramos salido de partida de caza.
No te enfades anda -susurré acercando mis labios a su mejilla para depositar un casto beso -tratare de ser menos yo, si eso es lo que te molesta.
Me di la vuelta en absoluta seriedad para coger mi arco y clave tres flechas en el suelo una para cada una de las dianas colocadas en el patio de armas.
Tomé la primera flecha y casi sin apuntar, ni mirar, solté la flecha que voló tenaz contra la primera diana hundiéndose justo en el centro.
Repetí el tiro con las otras dos flechas restantes con idénticos resultados antes de volver a hundir mi mirada azul cielo en la suya como absoluto vencedor.
-Encontraras otros, mas no como yo -aseguré orgulloso de mi mismo, aunque consciente de que el hombro me dolía a rabiar cada vez que tensaba la cuerda, necesitaba mas practica o no estaría listo para mi ultima gran batalla.
-Ven anda -le pedí mientras tomaba una flecha para mostrarle como colocar el nock en la cuerda del arco. Ahora tensas la cuerda, no lo hagas con los músculos del pecho, ellos solo han de acompañar el movimiento de tu espalda.
Mira, pon la mano en mi pecho. Si abro con el pecho ¿notas como se mueven estos músculos? Vale, pues así no, te harás daño y perderás potencia. Ahora abriré como realmente has de hacerlo.
Pasa tu mano a mi espalda, donde mi omóplato.
Espere a que realizara esa operación y volví a tensar para que notara la diferencia ¿lo ves? Ahora trabaja mi espalda, mas fuerte, mas potente, la flecha llegara mas lejos.
Ve mi hombro como se eleva, traza una semicircunferencia por encima de mi rostro, has de lograr que antes de soltar la flecha tus brazos estén en perfecto equilibrio con el resto del cuerpo.
¿lo ves?
Por ultimo has de llevarte la cuerda hasta la altura de la boca, ahí es el punto perfecto para abrir el arco, cuando con la nariz puedas rozar la cuerda.
Luego solo es apuntar y dejar que la flecha vuele para impactar en tu objetivo ¿fácil verdad?
Te toca.
Kaia se acercó a mi posición para repetir cada uno de mis movimientos mientras yo guardaba sepulcral silencio como ella me había pedido hacerlo.
Corregí varias veces su postura acariciando con mi mano su cuerpo para mostrarle el modo correcto y espere que se atreviera a soltar la cuerda para ver el resultado.
Esta vez la flecha voló, hasta pasar cerca de la diana para perderse en el inmenso jardín de enfrente.
-Bueno, esta vez la flecha -hice un movimiento con la mano dirigiéndola al frente como si volara como para mostrarle que había despegado, de nuevo la risa se apoderaba de mi, así que mordí mi labio para que no lo notara mientras me daba la vuelta para mirar hacia otro lado.
-Ha estado muy bien -inflé los mofletes caminando hacia el carcaj para coger mas flechas riendo en absoluto silencio.
Corrí tras ella tomándola de la mano para detenerla aun con una sonrisa en mis labios.
-Lo siento, ¿pero reconoce que ha sido muy gracioso? -dejé escapar una sonrisa traviesa -puedes buscar otro profesor, mas ambos sabemos que no sera mejor que yo.
Lo siento, estoy acostumbrado a entrenar con amigos, tu no sabes como somos allí, nos metemos los unos con los otros hasta por respirar, esto que tu has echo hubiera sido una hazaña épica que rememorar borrachos una noche de taberna en la que no hubiéramos salido de partida de caza.
No te enfades anda -susurré acercando mis labios a su mejilla para depositar un casto beso -tratare de ser menos yo, si eso es lo que te molesta.
Me di la vuelta en absoluta seriedad para coger mi arco y clave tres flechas en el suelo una para cada una de las dianas colocadas en el patio de armas.
Tomé la primera flecha y casi sin apuntar, ni mirar, solté la flecha que voló tenaz contra la primera diana hundiéndose justo en el centro.
Repetí el tiro con las otras dos flechas restantes con idénticos resultados antes de volver a hundir mi mirada azul cielo en la suya como absoluto vencedor.
-Encontraras otros, mas no como yo -aseguré orgulloso de mi mismo, aunque consciente de que el hombro me dolía a rabiar cada vez que tensaba la cuerda, necesitaba mas practica o no estaría listo para mi ultima gran batalla.
-Ven anda -le pedí mientras tomaba una flecha para mostrarle como colocar el nock en la cuerda del arco. Ahora tensas la cuerda, no lo hagas con los músculos del pecho, ellos solo han de acompañar el movimiento de tu espalda.
Mira, pon la mano en mi pecho. Si abro con el pecho ¿notas como se mueven estos músculos? Vale, pues así no, te harás daño y perderás potencia. Ahora abriré como realmente has de hacerlo.
Pasa tu mano a mi espalda, donde mi omóplato.
Espere a que realizara esa operación y volví a tensar para que notara la diferencia ¿lo ves? Ahora trabaja mi espalda, mas fuerte, mas potente, la flecha llegara mas lejos.
Ve mi hombro como se eleva, traza una semicircunferencia por encima de mi rostro, has de lograr que antes de soltar la flecha tus brazos estén en perfecto equilibrio con el resto del cuerpo.
¿lo ves?
Por ultimo has de llevarte la cuerda hasta la altura de la boca, ahí es el punto perfecto para abrir el arco, cuando con la nariz puedas rozar la cuerda.
Luego solo es apuntar y dejar que la flecha vuele para impactar en tu objetivo ¿fácil verdad?
Te toca.
Kaia se acercó a mi posición para repetir cada uno de mis movimientos mientras yo guardaba sepulcral silencio como ella me había pedido hacerlo.
Corregí varias veces su postura acariciando con mi mano su cuerpo para mostrarle el modo correcto y espere que se atreviera a soltar la cuerda para ver el resultado.
Esta vez la flecha voló, hasta pasar cerca de la diana para perderse en el inmenso jardín de enfrente.
-Bueno, esta vez la flecha -hice un movimiento con la mano dirigiéndola al frente como si volara como para mostrarle que había despegado, de nuevo la risa se apoderaba de mi, así que mordí mi labio para que no lo notara mientras me daba la vuelta para mirar hacia otro lado.
-Ha estado muy bien -inflé los mofletes caminando hacia el carcaj para coger mas flechas riendo en absoluto silencio.
Agarwaen- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 24/06/2016
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Re: primeros pasos ...¡cuidado con las flechas!
Agarwaen no tardó en alcanzarme y cogerme de la mano para impedir mi marcha. Sabía que no había sido justa con él, y aún así fue el cazador quien me pidió disculpas. Unas disculpas que tampoco merecía, al fin y al cabo él era así, y esa forma de ser ta arrebatadora me encantaba. Su carácter desinhibido y mordaz había conseguido ganarse a mi corazón.
Un corazón que palpitaba con fuerza cuando sentí sus labios posarse sobre mi mejilla en un rápido beso que se me antojó efímero. ´
El roce de sus labios me sedujo al igual que sus palabras. Sabía que no encontraría a alguien como él, y no solo porque fuese un excepcional cazador, sino porque mis ojos veían mucho más allá; era el hombre perfecto para cualquier mujer que tuviese bueno gusto.
Solté despacio el aire que había retenido durante unos segundos. Su cercanía me hacía olvidar hasta cosas tan básicas como respirar.
- No quiero que dejes de ser tú, eres perfecto tal cual eres.- susurré con timidez mientras buscaba su mirada.- Y sé que en el fondo eres buen maestro. Quizás a quien la haga falta tener un poco más de paciencia es a mí.
Agarwaen se giró con seriedad cogiendo de nuevo su arco y clavando tres flechas en el suelo. Lo miré confundida, ¿estaba decidido a demostrarme que era el mejor? No lo dudaba, a aún así me demostró otra de las virtudes que poseía. Apenas sin mirar cogió una a una de las flechas para clavarlas sin error alguno de cálculo en el centro de las dianas. ¿Había algo que no supiera hacer aquel ser tan maravilloso? Lo dudaba mucho.
- Está bien, no lo haces mal.- sonreí con picardía al tiempo que me acercaba a él. No soportaba estar distanciada de él; necesitaba sentir su olor para calmar aquel desazón que sentía en el pecho sin saber el porqué.- Seguiré como tu aprendiz, pero solo porque creo que a ti también te vendrá bien entrenar un poco; te veo flojo y no quisiera que te pasase nada si sales de caza.
Le guiñé un ojo divertida mientras Agarwaen comenzaba su clase teórica sobre como disparar con un arco. Pasos que desde luego traté de memorizar hasta que me animó a poner la mano en su pecho para sentir como se contraían sus músculos. Y que yo obedecí. Cuando mi mano se posó sobre su pecho el resto de palabras que dijo ni me enteré. Me limité a asentir con la cabeza mientras él seguía hablando y yo notaba como sus músculos se movían debajo de ésta.
Volví a dejar de respirar, hasta que me pidió que cambiase de posición, y que ahora tocase su espalda. Pero yo no quería quitar la mano de su pecho...así que coloqué la otra mano sobre su omóplato derecho. Juraría que jadeé al sentir como su cuerpo se movía bajo mis manos. Necesitaba una ducha fría y la necesitaba ya.
Salí de mis lujuriosos pensamientos cuando de sus labios salió un "Te toca". ¿Qué me tocaba qué?, pensé. Ahh..tirar con el arco.
Suspiré y me coloqué en la misma posición que él. Cogí mi arco que todavía estaba en el suelo y traté de repetir cada uno de sus gráciles movimientos, que imitados por mí eran toscos y torpes. Sus manos me acariciaban corrigiendo mi postura, tentándome a hacerlo mal para volver a sentirlas de nuevo. Pero tampoco quería que se desesperase, así que por fin disparé.
La flecha salió volando esta vez, pero por detrás de la diana, perdiéndose por la frondosa maleza que había detrás de esta.
Enarqué una ceja cuando observé los gestos de Agarwaen tratando de explicar que el tiro había sido mejor.
Comencé a reírme a carcajadas cuando lo vi inflando sus carrillos para contener la risa. Era ideal. Me lo comería a besos si no fuese porque no podía.
- Quizás tenga que buscarme un maestro que me explique con más detenimiento, y de cerca, cada movimiento.- dije entre risas marcando cierto énfasis en "de cerca", mientras me acercaba a él y le daba un cálido beso en la mejilla.
Me coloqué de nuevo en mi posición y observé como aquel hombre se hacía poco a poco dueño de mi corazón. Sonreí con dulzura y esperé que volviese a explicarme lo del arco, más de cerca.
Un corazón que palpitaba con fuerza cuando sentí sus labios posarse sobre mi mejilla en un rápido beso que se me antojó efímero. ´
El roce de sus labios me sedujo al igual que sus palabras. Sabía que no encontraría a alguien como él, y no solo porque fuese un excepcional cazador, sino porque mis ojos veían mucho más allá; era el hombre perfecto para cualquier mujer que tuviese bueno gusto.
Solté despacio el aire que había retenido durante unos segundos. Su cercanía me hacía olvidar hasta cosas tan básicas como respirar.
- No quiero que dejes de ser tú, eres perfecto tal cual eres.- susurré con timidez mientras buscaba su mirada.- Y sé que en el fondo eres buen maestro. Quizás a quien la haga falta tener un poco más de paciencia es a mí.
Agarwaen se giró con seriedad cogiendo de nuevo su arco y clavando tres flechas en el suelo. Lo miré confundida, ¿estaba decidido a demostrarme que era el mejor? No lo dudaba, a aún así me demostró otra de las virtudes que poseía. Apenas sin mirar cogió una a una de las flechas para clavarlas sin error alguno de cálculo en el centro de las dianas. ¿Había algo que no supiera hacer aquel ser tan maravilloso? Lo dudaba mucho.
- Está bien, no lo haces mal.- sonreí con picardía al tiempo que me acercaba a él. No soportaba estar distanciada de él; necesitaba sentir su olor para calmar aquel desazón que sentía en el pecho sin saber el porqué.- Seguiré como tu aprendiz, pero solo porque creo que a ti también te vendrá bien entrenar un poco; te veo flojo y no quisiera que te pasase nada si sales de caza.
Le guiñé un ojo divertida mientras Agarwaen comenzaba su clase teórica sobre como disparar con un arco. Pasos que desde luego traté de memorizar hasta que me animó a poner la mano en su pecho para sentir como se contraían sus músculos. Y que yo obedecí. Cuando mi mano se posó sobre su pecho el resto de palabras que dijo ni me enteré. Me limité a asentir con la cabeza mientras él seguía hablando y yo notaba como sus músculos se movían debajo de ésta.
Volví a dejar de respirar, hasta que me pidió que cambiase de posición, y que ahora tocase su espalda. Pero yo no quería quitar la mano de su pecho...así que coloqué la otra mano sobre su omóplato derecho. Juraría que jadeé al sentir como su cuerpo se movía bajo mis manos. Necesitaba una ducha fría y la necesitaba ya.
Salí de mis lujuriosos pensamientos cuando de sus labios salió un "Te toca". ¿Qué me tocaba qué?, pensé. Ahh..tirar con el arco.
Suspiré y me coloqué en la misma posición que él. Cogí mi arco que todavía estaba en el suelo y traté de repetir cada uno de sus gráciles movimientos, que imitados por mí eran toscos y torpes. Sus manos me acariciaban corrigiendo mi postura, tentándome a hacerlo mal para volver a sentirlas de nuevo. Pero tampoco quería que se desesperase, así que por fin disparé.
La flecha salió volando esta vez, pero por detrás de la diana, perdiéndose por la frondosa maleza que había detrás de esta.
Enarqué una ceja cuando observé los gestos de Agarwaen tratando de explicar que el tiro había sido mejor.
Comencé a reírme a carcajadas cuando lo vi inflando sus carrillos para contener la risa. Era ideal. Me lo comería a besos si no fuese porque no podía.
- Quizás tenga que buscarme un maestro que me explique con más detenimiento, y de cerca, cada movimiento.- dije entre risas marcando cierto énfasis en "de cerca", mientras me acercaba a él y le daba un cálido beso en la mejilla.
Me coloqué de nuevo en mi posición y observé como aquel hombre se hacía poco a poco dueño de mi corazón. Sonreí con dulzura y esperé que volviese a explicarme lo del arco, más de cerca.
Kaia Andersen- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 30/07/2016
Localización : París
Re: primeros pasos ...¡cuidado con las flechas!
Si la paciencia tenia nombre, desde luego no era el mio, se acerco a mi diciendo que ahora se lo repitiera mas de cerca.
La mire de soslayo mas no pude evitar que se escapara una sonrisa boba cuando sus labios besaron mi mejilla con delicadeza.
-¿Esto es para que vuelva a explicarlo sin rechistar verdad? -musite haciendo un ligero mohin mientras de nuevo me hacia con el arco y una flecha.
-Pégate a mi como una lapa porque es la ultima vez que me explico.
De sobre sabia que no, que repetiría una y otra vez lo mismo si así lo necesitaba, mas es que me encantaba verla fruncir el ceño cuando algo de lo que yo decía no le convencía o lo desaprobaba.
Me encantaban esos hoyuelos que se dibujaban en su rostro cuando reía, creo que de ella me gustaba todo, era alegre, inteligente dulce y divertida.
-¿Lista? -susurre con ella pegada a mi cuerpo mientras esta vez era yo el que desde atrás sujetaba sus manos y le ayudaba con cada uno de los movimientos que con claras indicaciones le mostraba.
Su olor resultaba cautivador, flores silvestres del salvaje jardín se entremezclaban con su olor a bosque convirtiendo aquella enseñanza en un remanso de paz.
Sonreí contra su pelo consciente de lo agradable que me resultaba tocarla, sentirla tan cerca.
-Como ahora no des en la diana me retiro como maestro -bromee dejándola sola frente al peligro.
Contemplé como imitaba los movimientos que acabábamos de practicar varias veces mientras nuestros cuerpos al unisono trabajaban.
-Déjate llevar -susurre desde mi posición cuando vi como tensaba dispuesta a dejar volar la flecha.
Esta vez la flecha salio disparada hacia delante, con la suficiente precision como para clavarse en un extremos de la diana.
Corrí hacia ella tomándola de la cintura para alzarla entre risas.
-Soy el mejor maestro del mundo -bromeé ensalzando mis logros a posta solo para enfadarla.
De nuevo su ceño se frunció y yo estalle en carcajadas bajándola con suavidad sin poder controlarme.
-Era broma, lo has echo bien, después del primer tiro juro que pensé que me romperías el arco lanzandolo contra la diana y manteniendo la flecha entre tus manos.
Su cara de nuevo se tronaba de todos los colores mientras yo llevaba la mano a mi vientre incapaz de dejar de reírme.
-No me quiero imaginar cuando luchemos con las espadas...necesitare una armadura completa para que no acabes con mi vida sin querer -bromeé esquivando la piedra que me lanzo con la mano molesta mientras yo seguía riendo sin poder contenerme.
-quizás podríamos practicar con el tirachinas, hasta con las piedras tienes mala puntería.
Hundi mis ojos en lso suyos de forma divertida
-venga tira otra vez, dicen que a la tercera va la vencida, bueno en tu caso quizás sea a la cuarta o la sesta...oye pero lo importante es participar.
Me acerque a ella con una sonrisa traviesa
-Sabes que solo bromeo ¿verdad? -alce una ceja esperando su respuesta mientras contenía la risa de nuevo apretando los labios sin poder dibujar la curvatura de esta frente a ella.
La mire de soslayo mas no pude evitar que se escapara una sonrisa boba cuando sus labios besaron mi mejilla con delicadeza.
-¿Esto es para que vuelva a explicarlo sin rechistar verdad? -musite haciendo un ligero mohin mientras de nuevo me hacia con el arco y una flecha.
-Pégate a mi como una lapa porque es la ultima vez que me explico.
De sobre sabia que no, que repetiría una y otra vez lo mismo si así lo necesitaba, mas es que me encantaba verla fruncir el ceño cuando algo de lo que yo decía no le convencía o lo desaprobaba.
Me encantaban esos hoyuelos que se dibujaban en su rostro cuando reía, creo que de ella me gustaba todo, era alegre, inteligente dulce y divertida.
-¿Lista? -susurre con ella pegada a mi cuerpo mientras esta vez era yo el que desde atrás sujetaba sus manos y le ayudaba con cada uno de los movimientos que con claras indicaciones le mostraba.
Su olor resultaba cautivador, flores silvestres del salvaje jardín se entremezclaban con su olor a bosque convirtiendo aquella enseñanza en un remanso de paz.
Sonreí contra su pelo consciente de lo agradable que me resultaba tocarla, sentirla tan cerca.
-Como ahora no des en la diana me retiro como maestro -bromee dejándola sola frente al peligro.
Contemplé como imitaba los movimientos que acabábamos de practicar varias veces mientras nuestros cuerpos al unisono trabajaban.
-Déjate llevar -susurre desde mi posición cuando vi como tensaba dispuesta a dejar volar la flecha.
Esta vez la flecha salio disparada hacia delante, con la suficiente precision como para clavarse en un extremos de la diana.
Corrí hacia ella tomándola de la cintura para alzarla entre risas.
-Soy el mejor maestro del mundo -bromeé ensalzando mis logros a posta solo para enfadarla.
De nuevo su ceño se frunció y yo estalle en carcajadas bajándola con suavidad sin poder controlarme.
-Era broma, lo has echo bien, después del primer tiro juro que pensé que me romperías el arco lanzandolo contra la diana y manteniendo la flecha entre tus manos.
Su cara de nuevo se tronaba de todos los colores mientras yo llevaba la mano a mi vientre incapaz de dejar de reírme.
-No me quiero imaginar cuando luchemos con las espadas...necesitare una armadura completa para que no acabes con mi vida sin querer -bromeé esquivando la piedra que me lanzo con la mano molesta mientras yo seguía riendo sin poder contenerme.
-quizás podríamos practicar con el tirachinas, hasta con las piedras tienes mala puntería.
Hundi mis ojos en lso suyos de forma divertida
-venga tira otra vez, dicen que a la tercera va la vencida, bueno en tu caso quizás sea a la cuarta o la sesta...oye pero lo importante es participar.
Me acerque a ella con una sonrisa traviesa
-Sabes que solo bromeo ¿verdad? -alce una ceja esperando su respuesta mientras contenía la risa de nuevo apretando los labios sin poder dibujar la curvatura de esta frente a ella.
Agarwaen- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 24/06/2016
Localización : dificil de encontrar
Re: primeros pasos ...¡cuidado con las flechas!
Mi deseo fue satisfecho por el cazador, que divertido por el beso decidió enseñarme por última vez, o eso decía él, el mecanismo de disparar con el arco.
- Creo que hay otras formas de que lo hagas sin rechistar, pero como de momento con ésto te vale, ya las pondré más adelante en práctica.- contesté divertida mientras le sacaba la lengua al verle hacer un mohín.
¿Pero qué me pasaba con él? Nunca me había relacionado así con nadie, y mucho menos con un hombre. No me sentía cómoda en presencia de varones, y sin embargo con Agarwaen era distinto. Me gustaba bromear, provocarle..y adoraba esa sonrisa suya que atrapaba a mi corazón por momentos.
Se colocó tras mi espalda con el arco y una nueva flecha, pidiéndome que pegase mi cuerpo al suyo. No sabía si sería el mejor maestro del mundo, pero desde luego si el único hombre en el mundo que me desconcertaba con su presencia. Obedecí de inmediato, sintiendo el roce de su pecho sobre mi espalda; pegando cada parte de mi anatomía a la suya... e intentando lo más difícil que se me había planteado en la vida: escuchar sus explicaciones mientras sus manos recorrían con ternura las mías para buscar esa posición perfecta para disparar.
Ladeé la cabeza, podía sentir su cálido aliento sobre mi cuello mientras mis labios clamaban un nuevo beso. Su olor impregnó mi cuerpo; un olor tan especial que bastaba para darme la paz que siempre había buscado. Sin apenas tocarme algo dentro de mí se encendía abrasando todo mi ser. Sus vivarachos ojos hacían que me olvidase del tiempo; junto a él no había prisas, simplemente estábamos Agarwaen y yo.
Torcí el gesto cuando su calor se separó de mi cuerpo. Volvía a sentirme vulnerable si él no estaba cerca; aunque entendía que había llegado el momento de mostrar todo lo que había aprendido; más o menos.
- Si no acierto en la diana siempre podemos repetir la explicación. Creo que ya se me va quedando un poco el truco de esto.- contesté con picardía mientras clavaba mi mirada en la suya y asentía preparada para disparar.
Fueron sus palabras las que desconcentraron. Me decía que me dejase llevar, pero eso no era posible. Si me dejaba llevar ahora no estaríamos tirando con arco, sino calmando el deseo que nuestros cuerpos anhelaban.
Tensé el arco como me había explicado y disparé; aunque creo que cerré los ojos al hacerlo.
Agarwaen se acercó corriendo a mí levantándome de la cintura celebrando que había acertado en la diana. Me mordí el labio al sentirlo tan cerca. ¿Y si me dejaba llevar? Respiraba con dificultad mientras nuestros rostros permanecían tan cerca el uno del otro.
- ¿Qué digo yo que la aprendiz también tendrá algo de mérito? A ver si te piensas que es fácil aprender con un maestro así.- contesté sin terminar la frase...así de atractivo, de maravilloso, de especial...la lista sería enorme y Agarwaen no le hacía falta aumentar su autoestima
Me depositó de nuevo en el suelo mientras reía a carcajadas ante sus comentarios. Fingí enfadarme, pero de verdad que no podía. Aguanté la risa todo lo que pude mientras aquel hombre bromeaba conmigo de una forma tan locuaz que me encantaba. Sus carcajadas me invitaban a acompañarlo, pero por otra parte me daban ganas de estrangularlo.
Cogí una piedra del suelo y se la lancé; que conste que no deseaba darle, aunque él tomó la desviación de mi tiro como falta de puntería.
Suspiré tratando de coger fuerzas. Aquel hombre era agotador.
Pero fue cuando se acercó a mí, comprobando sí era consciente de que era un broma cuando lo supe. Cuando descubrí que no hay un tiempo determinado para comenzar a amar. Que aquello inexplicable que sentía en mi corazón era amor. Amor por un hombre al que apenas conocía, y al mismo un amor tan puro que era imposible que tuviese otra explicación.
Su preocupación en parte porque no me disgustase por sus comentarios me hizo sonreír, y con un salto me subí sobre su cintura, tumbándolo en el suelo.
- Quizás con el arco o la espada no sea muy buena...pero soy la mejor en la lucha cuerpo a cuerpo haciendo cosquillas.- dije divertida mientras me sentaba a horcajadas sobre él buscándole por todas partes aquellas cosquillas que me harían clara vencedora de aquella lucha.
¿Y si era el momento de dejarse llevar?
- Creo que hay otras formas de que lo hagas sin rechistar, pero como de momento con ésto te vale, ya las pondré más adelante en práctica.- contesté divertida mientras le sacaba la lengua al verle hacer un mohín.
¿Pero qué me pasaba con él? Nunca me había relacionado así con nadie, y mucho menos con un hombre. No me sentía cómoda en presencia de varones, y sin embargo con Agarwaen era distinto. Me gustaba bromear, provocarle..y adoraba esa sonrisa suya que atrapaba a mi corazón por momentos.
Se colocó tras mi espalda con el arco y una nueva flecha, pidiéndome que pegase mi cuerpo al suyo. No sabía si sería el mejor maestro del mundo, pero desde luego si el único hombre en el mundo que me desconcertaba con su presencia. Obedecí de inmediato, sintiendo el roce de su pecho sobre mi espalda; pegando cada parte de mi anatomía a la suya... e intentando lo más difícil que se me había planteado en la vida: escuchar sus explicaciones mientras sus manos recorrían con ternura las mías para buscar esa posición perfecta para disparar.
Ladeé la cabeza, podía sentir su cálido aliento sobre mi cuello mientras mis labios clamaban un nuevo beso. Su olor impregnó mi cuerpo; un olor tan especial que bastaba para darme la paz que siempre había buscado. Sin apenas tocarme algo dentro de mí se encendía abrasando todo mi ser. Sus vivarachos ojos hacían que me olvidase del tiempo; junto a él no había prisas, simplemente estábamos Agarwaen y yo.
Torcí el gesto cuando su calor se separó de mi cuerpo. Volvía a sentirme vulnerable si él no estaba cerca; aunque entendía que había llegado el momento de mostrar todo lo que había aprendido; más o menos.
- Si no acierto en la diana siempre podemos repetir la explicación. Creo que ya se me va quedando un poco el truco de esto.- contesté con picardía mientras clavaba mi mirada en la suya y asentía preparada para disparar.
Fueron sus palabras las que desconcentraron. Me decía que me dejase llevar, pero eso no era posible. Si me dejaba llevar ahora no estaríamos tirando con arco, sino calmando el deseo que nuestros cuerpos anhelaban.
Tensé el arco como me había explicado y disparé; aunque creo que cerré los ojos al hacerlo.
Agarwaen se acercó corriendo a mí levantándome de la cintura celebrando que había acertado en la diana. Me mordí el labio al sentirlo tan cerca. ¿Y si me dejaba llevar? Respiraba con dificultad mientras nuestros rostros permanecían tan cerca el uno del otro.
- ¿Qué digo yo que la aprendiz también tendrá algo de mérito? A ver si te piensas que es fácil aprender con un maestro así.- contesté sin terminar la frase...así de atractivo, de maravilloso, de especial...la lista sería enorme y Agarwaen no le hacía falta aumentar su autoestima
Me depositó de nuevo en el suelo mientras reía a carcajadas ante sus comentarios. Fingí enfadarme, pero de verdad que no podía. Aguanté la risa todo lo que pude mientras aquel hombre bromeaba conmigo de una forma tan locuaz que me encantaba. Sus carcajadas me invitaban a acompañarlo, pero por otra parte me daban ganas de estrangularlo.
Cogí una piedra del suelo y se la lancé; que conste que no deseaba darle, aunque él tomó la desviación de mi tiro como falta de puntería.
Suspiré tratando de coger fuerzas. Aquel hombre era agotador.
Pero fue cuando se acercó a mí, comprobando sí era consciente de que era un broma cuando lo supe. Cuando descubrí que no hay un tiempo determinado para comenzar a amar. Que aquello inexplicable que sentía en mi corazón era amor. Amor por un hombre al que apenas conocía, y al mismo un amor tan puro que era imposible que tuviese otra explicación.
Su preocupación en parte porque no me disgustase por sus comentarios me hizo sonreír, y con un salto me subí sobre su cintura, tumbándolo en el suelo.
- Quizás con el arco o la espada no sea muy buena...pero soy la mejor en la lucha cuerpo a cuerpo haciendo cosquillas.- dije divertida mientras me sentaba a horcajadas sobre él buscándole por todas partes aquellas cosquillas que me harían clara vencedora de aquella lucha.
¿Y si era el momento de dejarse llevar?
Kaia Andersen- Cazador Clase Media
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Localización : París
Re: primeros pasos ...¡cuidado con las flechas!
Ambos caímos al suelo entre risas, era agradable el volver a tener alguien con quien compartir esos ratos de soledad, con quien “jugar” como lo hacia con los míos, con quien los entrenamientos se convirtieran no solo en nuestro modo de vida si no en el modo en el que ademas de cultivar nuestro cuerpo estrechábamos el compañerismo y ensalzábamos la amistad.
Puede que lo segundo fuera tan importante como lo primero, pues si no había lealtad plena en tus hombres, si no confiarías a ellos tu vida, nunca alcanzarías a ser un gran cazador, nuestras partidas de caza no solo implicaban ser los mejores si no que tu equipo y sus habilidades también lo fueran.
Los dedos de Kaia se deslizaron por mi cuerpo, reí divertido mientras me sacudía tratando de evitar que me hiciera cosquillas al tiempo que ella apostaba ser mejor que yo cuerpo a cuerpo.
Mas por una vez pensaba dejar que se lo creyera, no solo porque me gustaba verla sonreír si no porque adoraba tenerla sobre mi.
Nuestros ojos se encontraron varias veces en esa lucha de egos en la que por esta vez pensaba declararme fiel perdedor.
-Siempre puedes lanzarte a por el enemigo con el arma de las cosquillas, seguro que lo matas de risa -bromeé con picardia incorporando ligeramente mi cuerpo para observarla.
-Creo que por hoy el entrenamiento a terminado -susurré hundiendo mi azul mirada en la suya -ahora te toca tu parte, esa de ir a amueblar la casa mientras yo ¿duermo? -bromeé de nuevo entre risas al verla enarcar una ceja -vale, si, te acompañaré. Pero que conste que estoy cansado
La tomé por la cintura para alzarla. Aquella posición empezaba a motivarme mas de lo adecuado entre aprendiz y maestro, supongo que eso era algo que debía controlar, algo que con ella siempre me pasaba, tocarla era una autentica tortura para mis ganas de mas, el problema, que ni ella estaba preparada para lo que yo quería, una relación sin mas compromisos que encuentros esporádicos en el lecho ni yo para prometerle que seria ese príncipe azul que ella ansiaba.
Supongo que por eso lo mejor era mantenernos en una amistad, en esa relación de maestro aprendiz que empezaba a estrecharse entre nosotros convirtiéndola en una parte crucial en mi vida.
Me incorpore tras ella mientras sacudía el polvo y la arena de mis ropas para alzar la vista y encontrarme con sus ojos mar.
-¿y bien? Dígame señorita ¿por donde empezamos? -le dije posando mi brazo por encima de su hombro para llevarla hacia el interior de la mansión -¿necesitas ver algo de aquí antes de empezar el tediosos día de las compras?
De sobra sabia lo mucho que las mujeres disfrutaban con estas cosas, y yo en lo único que pensaba era en subir al piso de arriba y pillar la cama
Claro que para eso tendría que comprar una maldita cama.
-Creo que voy a necesitar mucho alcohol para completar este día -bromeé entre risas mientras buscaba su mirada -¿y si te doy las llaves de la fortaleza y mientras yo duermo en tu hostal? Prometo ir calentándote las sabanas para cuando llegues -bromeé de nuevo -si quieres hasta pido una botella de champan y te invito a cenar para inaugurar mi casa amueblada ¿te parece?
Creo que mis mil formas de librarme no le convencía, arduo día el que nos esperaba a ambos, sobre todo a mi.
Puede que lo segundo fuera tan importante como lo primero, pues si no había lealtad plena en tus hombres, si no confiarías a ellos tu vida, nunca alcanzarías a ser un gran cazador, nuestras partidas de caza no solo implicaban ser los mejores si no que tu equipo y sus habilidades también lo fueran.
Los dedos de Kaia se deslizaron por mi cuerpo, reí divertido mientras me sacudía tratando de evitar que me hiciera cosquillas al tiempo que ella apostaba ser mejor que yo cuerpo a cuerpo.
Mas por una vez pensaba dejar que se lo creyera, no solo porque me gustaba verla sonreír si no porque adoraba tenerla sobre mi.
Nuestros ojos se encontraron varias veces en esa lucha de egos en la que por esta vez pensaba declararme fiel perdedor.
-Siempre puedes lanzarte a por el enemigo con el arma de las cosquillas, seguro que lo matas de risa -bromeé con picardia incorporando ligeramente mi cuerpo para observarla.
-Creo que por hoy el entrenamiento a terminado -susurré hundiendo mi azul mirada en la suya -ahora te toca tu parte, esa de ir a amueblar la casa mientras yo ¿duermo? -bromeé de nuevo entre risas al verla enarcar una ceja -vale, si, te acompañaré. Pero que conste que estoy cansado
La tomé por la cintura para alzarla. Aquella posición empezaba a motivarme mas de lo adecuado entre aprendiz y maestro, supongo que eso era algo que debía controlar, algo que con ella siempre me pasaba, tocarla era una autentica tortura para mis ganas de mas, el problema, que ni ella estaba preparada para lo que yo quería, una relación sin mas compromisos que encuentros esporádicos en el lecho ni yo para prometerle que seria ese príncipe azul que ella ansiaba.
Supongo que por eso lo mejor era mantenernos en una amistad, en esa relación de maestro aprendiz que empezaba a estrecharse entre nosotros convirtiéndola en una parte crucial en mi vida.
Me incorpore tras ella mientras sacudía el polvo y la arena de mis ropas para alzar la vista y encontrarme con sus ojos mar.
-¿y bien? Dígame señorita ¿por donde empezamos? -le dije posando mi brazo por encima de su hombro para llevarla hacia el interior de la mansión -¿necesitas ver algo de aquí antes de empezar el tediosos día de las compras?
De sobra sabia lo mucho que las mujeres disfrutaban con estas cosas, y yo en lo único que pensaba era en subir al piso de arriba y pillar la cama
Claro que para eso tendría que comprar una maldita cama.
-Creo que voy a necesitar mucho alcohol para completar este día -bromeé entre risas mientras buscaba su mirada -¿y si te doy las llaves de la fortaleza y mientras yo duermo en tu hostal? Prometo ir calentándote las sabanas para cuando llegues -bromeé de nuevo -si quieres hasta pido una botella de champan y te invito a cenar para inaugurar mi casa amueblada ¿te parece?
Creo que mis mil formas de librarme no le convencía, arduo día el que nos esperaba a ambos, sobre todo a mi.
Agarwaen- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 173
Fecha de inscripción : 24/06/2016
Localización : dificil de encontrar
Re: primeros pasos ...¡cuidado con las flechas!
Reímos y jugamos sobre la mullida hierba como dos chiquillos inocentes que no ven más allá de su intención de divertirse, aunque en mi caso sentir a Agarwaen prisionero bajo mi cuerpo se me antojaba excitante y perturbador.
Mis manos recorrían su cuerpo en busca de esas cosquillas que parecía tener, aunque no le importaba que las encontrase. ¿Estaría acaso el cazador dejándose vencer a propósito? Sentía su piel bajo el tacto de mis manos, que parecían necesitadas de su calor, de su cercanía.
- Puede que sea una táctica efectiva y que nadie se haya dado cuenta antes. Llegado el momento puede que lo intente.- reí ante su broma mientras seguía recorriendo su cuerpo, aunque esta vez sin darme cuenta mi búsqueda de cosquillas se habían vuelto caricias.
Hice un mohín cuando dio por terminado el entrenamiento de ese día, acercando su cuerpo al mío mientras nuestras miradas se encontraban de nuevo. Esos ojos que me transmitían paz y excitación a partes iguales y de los que me era imposible no quedarme prendada a cada segundo. Esos ojos que me transmitían más que las palabras que de su boca salían cuando me incorporó para ponerme en pie mientras él hacía lo propio. ¿Acaso para el cazador también le costaba trabajo mantener las distancias como me sucedía a mí?
- Empezaremos por lo más importante...por el dormitorio.- contesté mientras conforme salían mis palabras de mi boca entendía que aquello se podía malinterpretar. Su brazo sobre mi hombro no me ayudaba mucho en concentrarme en otra cosa que no fuese en tenerlo sobre mí.- Me refiero a comprar el dormitorio.
Me sonrojé al pensar el rumbo que habían tomado mis pensamientos. No podía evitarlo. Cada parte de mi ser deseaba entregarme a él, a pesar de saber que no era una relación lo que él buscaba. Aunque había llegado a un punto, que comenzaba a plantearme si aquello era necesario para que yo tomase la decisión de estar con él. ¿No podía acaso estar de otra forma? ¿Simplemente disfrutando del momento y dejándome llevar? Imaginaba que sí, aunque todavía tenía que buscar ese momento en el que estuviese cien por cien segura.
-¿Y si vamos los dos al hostal, nos duchamos, descansamos un poco y luego nos vamos a comprar tu mobiliario?- contesté mientras buscaba su mirada sorprendida ante mi propuesta desvergonzada. De verdad que el dicho de que todo se pegaba era cierto, y el poco pudor del cazador hacía mella en mí.- Luego puedes invitarme a cenar y beberte todo el alcohol que quieras.
Sentencié al tiempo que lo miraba de reojo esperando su reacción. Reí sin poder evitarlo al ver su cara de estupefacción por mi planificación del día, que escondía una parte de verdad y otra de deseo contenido.
- Anda vamos. Verás como es más fácil y divertido de lo que parece.- sonreí pasando mi mano por su cintura y acercando nuestros cuerpos.- Siempre podemos decir en el almacén de muebles si nos dejan probar los colchones antes.
Mis manos recorrían su cuerpo en busca de esas cosquillas que parecía tener, aunque no le importaba que las encontrase. ¿Estaría acaso el cazador dejándose vencer a propósito? Sentía su piel bajo el tacto de mis manos, que parecían necesitadas de su calor, de su cercanía.
- Puede que sea una táctica efectiva y que nadie se haya dado cuenta antes. Llegado el momento puede que lo intente.- reí ante su broma mientras seguía recorriendo su cuerpo, aunque esta vez sin darme cuenta mi búsqueda de cosquillas se habían vuelto caricias.
Hice un mohín cuando dio por terminado el entrenamiento de ese día, acercando su cuerpo al mío mientras nuestras miradas se encontraban de nuevo. Esos ojos que me transmitían paz y excitación a partes iguales y de los que me era imposible no quedarme prendada a cada segundo. Esos ojos que me transmitían más que las palabras que de su boca salían cuando me incorporó para ponerme en pie mientras él hacía lo propio. ¿Acaso para el cazador también le costaba trabajo mantener las distancias como me sucedía a mí?
- Empezaremos por lo más importante...por el dormitorio.- contesté mientras conforme salían mis palabras de mi boca entendía que aquello se podía malinterpretar. Su brazo sobre mi hombro no me ayudaba mucho en concentrarme en otra cosa que no fuese en tenerlo sobre mí.- Me refiero a comprar el dormitorio.
Me sonrojé al pensar el rumbo que habían tomado mis pensamientos. No podía evitarlo. Cada parte de mi ser deseaba entregarme a él, a pesar de saber que no era una relación lo que él buscaba. Aunque había llegado a un punto, que comenzaba a plantearme si aquello era necesario para que yo tomase la decisión de estar con él. ¿No podía acaso estar de otra forma? ¿Simplemente disfrutando del momento y dejándome llevar? Imaginaba que sí, aunque todavía tenía que buscar ese momento en el que estuviese cien por cien segura.
-¿Y si vamos los dos al hostal, nos duchamos, descansamos un poco y luego nos vamos a comprar tu mobiliario?- contesté mientras buscaba su mirada sorprendida ante mi propuesta desvergonzada. De verdad que el dicho de que todo se pegaba era cierto, y el poco pudor del cazador hacía mella en mí.- Luego puedes invitarme a cenar y beberte todo el alcohol que quieras.
Sentencié al tiempo que lo miraba de reojo esperando su reacción. Reí sin poder evitarlo al ver su cara de estupefacción por mi planificación del día, que escondía una parte de verdad y otra de deseo contenido.
- Anda vamos. Verás como es más fácil y divertido de lo que parece.- sonreí pasando mi mano por su cintura y acercando nuestros cuerpos.- Siempre podemos decir en el almacén de muebles si nos dejan probar los colchones antes.
Kaia Andersen- Cazador Clase Media
- Mensajes : 63
Fecha de inscripción : 30/07/2016
Localización : París
Re: primeros pasos ...¡cuidado con las flechas!
Escuché estupefacto lo que la dama me planteaba ¿cuando habíamos intercambiado los papeles?
Sonreí de medio lado deteniéndome frente a ella con una picara sonrisa.
-Si vamos a tu habitación a ducharnos y descansar, no saldremos de ella a comprar ningún mueble -confirmé sonriendo casi rozando sus labios con mi aliento.
-Por ende, siempre podemos ir, comprar los muebles, y estrenar ese dormitorio...-susurré con picardia -tu, yo una botella de champang, la bañera y la cama se me antoja un plan perfecto para un día duro de trabajo ¿que opinas?
Sonreí de medio lado al ver su cara cuando de nuevo yo pasaba a ser el depredador y ella la presa.
Sabia de sobra que ese plan se quedaría en nada, en una broma lanzada al aire, pues la noche anterior me había detenido por no estar preparada, supongo que lo nuestro era imposible, no por ella, que francamente ademas de preciosa tenia todo lo que un hombre podía buscar en una mujer, si no porque yo me estaba muriendo, la idea de dejar un amor llorándome no me dejaría dormir por la noche.
Algo que en parte ya no hacia debido a esta maldita herida que lejos de darme tregua se extendía arrancándome la vida.
-¿empezamos por el principio? La habitación -sentencie tomando su mano para caminar junto a ella hacia las caballerizas. -¿no tienes mas familia? Me contaste que perdiste a tu padre a manos del vampiro que persigues ¿nadie mas? ¿hermanos? ¿tíos?
Quería conocerla, saber de su pasado para ayudarme a conocer su presente, el futuro era un enigma, no solo para ella si no también para mi, con lo cual mejor no pensar en el.
-Carpe Diem -deje escapar de mis labios sin pensar.
No tardamos en alcanzar las caballerizas de donde saque un precioso caballo blanco completamente descansado y bien alimentado.
Frente a sus ojos acabe de pertrecharlo con la silla, alforjas y demás útiles, como riendas y bocado.
Una vez preparado me acerque de nuevo a ella para tomándola de la cintura subirla sobre el lomo de tan dócil bestia.
-Hueles muy bien -susurré al alzarla con una picara sonrisa.
No se porque las mujeres se empeñaban en usar caros perfumes cuando a veces el jabón, el agua clara y el olor de la piel de una mujer era ya de por si suficientemente excitante como para taparlo con esos fuertes olores.
-¿donde vamos mi señora? -pregunte subiendo de un salto tras ella.
Apoye mi barbilla en su hombro para tomar las riendas pegando mi cuerpo contra el suyo.
Llevaba demasiado tiempo sin sexo y la verdad su cercanía resultaba cautivadora, demasiado para ocultar mi “alegria”
Sonreí de medio lado deteniéndome frente a ella con una picara sonrisa.
-Si vamos a tu habitación a ducharnos y descansar, no saldremos de ella a comprar ningún mueble -confirmé sonriendo casi rozando sus labios con mi aliento.
-Por ende, siempre podemos ir, comprar los muebles, y estrenar ese dormitorio...-susurré con picardia -tu, yo una botella de champang, la bañera y la cama se me antoja un plan perfecto para un día duro de trabajo ¿que opinas?
Sonreí de medio lado al ver su cara cuando de nuevo yo pasaba a ser el depredador y ella la presa.
Sabia de sobra que ese plan se quedaría en nada, en una broma lanzada al aire, pues la noche anterior me había detenido por no estar preparada, supongo que lo nuestro era imposible, no por ella, que francamente ademas de preciosa tenia todo lo que un hombre podía buscar en una mujer, si no porque yo me estaba muriendo, la idea de dejar un amor llorándome no me dejaría dormir por la noche.
Algo que en parte ya no hacia debido a esta maldita herida que lejos de darme tregua se extendía arrancándome la vida.
-¿empezamos por el principio? La habitación -sentencie tomando su mano para caminar junto a ella hacia las caballerizas. -¿no tienes mas familia? Me contaste que perdiste a tu padre a manos del vampiro que persigues ¿nadie mas? ¿hermanos? ¿tíos?
Quería conocerla, saber de su pasado para ayudarme a conocer su presente, el futuro era un enigma, no solo para ella si no también para mi, con lo cual mejor no pensar en el.
-Carpe Diem -deje escapar de mis labios sin pensar.
No tardamos en alcanzar las caballerizas de donde saque un precioso caballo blanco completamente descansado y bien alimentado.
Frente a sus ojos acabe de pertrecharlo con la silla, alforjas y demás útiles, como riendas y bocado.
Una vez preparado me acerque de nuevo a ella para tomándola de la cintura subirla sobre el lomo de tan dócil bestia.
-Hueles muy bien -susurré al alzarla con una picara sonrisa.
No se porque las mujeres se empeñaban en usar caros perfumes cuando a veces el jabón, el agua clara y el olor de la piel de una mujer era ya de por si suficientemente excitante como para taparlo con esos fuertes olores.
-¿donde vamos mi señora? -pregunte subiendo de un salto tras ella.
Apoye mi barbilla en su hombro para tomar las riendas pegando mi cuerpo contra el suyo.
Llevaba demasiado tiempo sin sexo y la verdad su cercanía resultaba cautivadora, demasiado para ocultar mi “alegria”
Agarwaen- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 173
Fecha de inscripción : 24/06/2016
Localización : dificil de encontrar
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