AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Vagando otro día más.
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Vagando otro día más.
-Gñéglhmm...-
La ratilla levanto la cabeza para visualizar de donde provenia dicho sonido, tras percatarse de que la chica estaba desperazandose, era hora de largarse. A medida que la chica se quitaba la babilla de la boca, la ratilla dejo de olfatear de entre sus pertenencias y se llevo lo primero que encontro, el cordón de un zapato.
-!Eh, eh, Pulgosozarrapastroso, ven aquí!- Fruncía el ceño a medida que frotaba los ojos con las manos buscando esclarecer la visión. - ¡Pues ya no te dejo comida! - Pese a sus exclamaciones, no eran gritos ni vociferios ya que tratando de ser precavida siempre buscaba cuanto menos llamar la atención pese a encontrarse aparentemente sola en aquel lugar. -Pues ya encontrare otro cordón... - Se froto la nariz por el olor del sumidero, recordandola que, pese al cobijo que pueda encontrar dentro de las alcantarillas, no era bueno permanecer allí prolongadamente, la humedad cala en los huesos.
Como usualmente hace, fue a buscar sus mejores galas para este día; una blusa azul con algunos jirones, desaliñada y con el color desgastado, con unos pantalones vaqueros marrones, llenas de rasgaduras y alguna mancha de barro mezclada con el color verdoso o pringoso que deja el musgo. Siempre que va a verle gusta de ir arreglada, por lo que termino de humedecerse la cara con agua de la ultima lluvia de una jarra deteriorada con agua pasada de la última lluvia y de recolocarse el pelo, pelo que terminará revoloteado y enmarañado inevitablemente, incluso con alguna mariquita.
Tras salir de su escondite y alejarse de él, se atrevio a inspirar el aire de la ciudad, el aire fresco de..
-Cof cof...- La tos vino tan pronto como cruzo la esquina de un callejón y encontro a un Sin hogar fumando alguna hierba. Devi se alejo a paso apesadumbrado buscando no incomodarle a medida que inconscientemente se pasaba la mano por la cara como si buscara apartar dicho humo, sacudio la cabeza y siguió su camino hasta el lugar.
Pero no aparecía, el muchacho seguía sin aparecer y a Devi la estaba reconcomiendo el estómago, esperaba cada día de la semana por escucharle tocar, era la mejor forma de diversion que tenía, la mejor forma de soñar y olvidar. La angustia se iba apoderando de ella frente a las multiples incongruencias que podían haber sucedido para que no hubiera aparecido. ¿Y si un demonio le ha robado la voz para emplearlo en sus malvados planes embaucaneros? ¿Y si le han robado las cuerdas con las que tocaban tan maravillosamente? ¿Y si...?
Finalmente decidió que lo mejor era pensar que le habría ocurrido algún imprevisto y que el "y sí.." era mejor no preguntarselo.
Su día trasnscurrio con aparente normalidad, trato de buscar algo de comer ya que no se veia con fuerzas de salir de la ciudad a por provisiones para su Hogar, aún la quedaban unas cuantas hierbas y un par de manzanas. Aparte de que hacer eso la requiere un día entero y, estaba desanimada por no haber podido escucharle a él. Tras encontrar algunos piñones y limpiar media manzana que encontro en el suelo, se sento en un rincón de los callejones a simplemente...dejar volar la imaginación.
La ratilla levanto la cabeza para visualizar de donde provenia dicho sonido, tras percatarse de que la chica estaba desperazandose, era hora de largarse. A medida que la chica se quitaba la babilla de la boca, la ratilla dejo de olfatear de entre sus pertenencias y se llevo lo primero que encontro, el cordón de un zapato.
-!Eh, eh, Pulgosozarrapastroso, ven aquí!- Fruncía el ceño a medida que frotaba los ojos con las manos buscando esclarecer la visión. - ¡Pues ya no te dejo comida! - Pese a sus exclamaciones, no eran gritos ni vociferios ya que tratando de ser precavida siempre buscaba cuanto menos llamar la atención pese a encontrarse aparentemente sola en aquel lugar. -Pues ya encontrare otro cordón... - Se froto la nariz por el olor del sumidero, recordandola que, pese al cobijo que pueda encontrar dentro de las alcantarillas, no era bueno permanecer allí prolongadamente, la humedad cala en los huesos.
Como usualmente hace, fue a buscar sus mejores galas para este día; una blusa azul con algunos jirones, desaliñada y con el color desgastado, con unos pantalones vaqueros marrones, llenas de rasgaduras y alguna mancha de barro mezclada con el color verdoso o pringoso que deja el musgo. Siempre que va a verle gusta de ir arreglada, por lo que termino de humedecerse la cara con agua de la ultima lluvia de una jarra deteriorada con agua pasada de la última lluvia y de recolocarse el pelo, pelo que terminará revoloteado y enmarañado inevitablemente, incluso con alguna mariquita.
Tras salir de su escondite y alejarse de él, se atrevio a inspirar el aire de la ciudad, el aire fresco de..
-Cof cof...- La tos vino tan pronto como cruzo la esquina de un callejón y encontro a un Sin hogar fumando alguna hierba. Devi se alejo a paso apesadumbrado buscando no incomodarle a medida que inconscientemente se pasaba la mano por la cara como si buscara apartar dicho humo, sacudio la cabeza y siguió su camino hasta el lugar.
Pero no aparecía, el muchacho seguía sin aparecer y a Devi la estaba reconcomiendo el estómago, esperaba cada día de la semana por escucharle tocar, era la mejor forma de diversion que tenía, la mejor forma de soñar y olvidar. La angustia se iba apoderando de ella frente a las multiples incongruencias que podían haber sucedido para que no hubiera aparecido. ¿Y si un demonio le ha robado la voz para emplearlo en sus malvados planes embaucaneros? ¿Y si le han robado las cuerdas con las que tocaban tan maravillosamente? ¿Y si...?
Finalmente decidió que lo mejor era pensar que le habría ocurrido algún imprevisto y que el "y sí.." era mejor no preguntarselo.
Su día trasnscurrio con aparente normalidad, trato de buscar algo de comer ya que no se veia con fuerzas de salir de la ciudad a por provisiones para su Hogar, aún la quedaban unas cuantas hierbas y un par de manzanas. Aparte de que hacer eso la requiere un día entero y, estaba desanimada por no haber podido escucharle a él. Tras encontrar algunos piñones y limpiar media manzana que encontro en el suelo, se sento en un rincón de los callejones a simplemente...dejar volar la imaginación.
Devi- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 28/10/2015
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Re: Vagando otro día más.
Los días parecían ser eternos en la odiosa primavera, llena de dulces flores que por las noches parecían escaparse de mis manos. ¡Yo que con tanto amor había plantado miles de ellas! Ahora era como si esquivaran mis manos, tal cual si éstas hubiesen sido mojadas en la putrefacción y pecado. No podía refutarlas, la sangre había corrido a través de mis dedos tantas veces desde la primera vez. ¿Es que acaso estaba mal crecer? Irónicamente, mi aspecto físico era igual al anterior, de no ser porque antes mantenía unos flameantes colmillos de un brilloso y vivo blanco. Actualmente estaban romos y no eran para nada llamativos. Habían sido tres meses desde la última tragedia, aún lo sentía por la casa que se había prendido fuego en su totalidad. La reconstrucción de una nueva mansión podía llevar años y algunas veces –por no decir todo el tiempo- me gustaba alejarme del polvoriento hogar en el que deambulaba escondiéndome de la luz. Y para mi propia ventaja, había conseguido subir en los escalones del teatro de los vampiros. Mi puesto que constaba en cantar mientras tocaba el piano había sido reemplazado por la simple administración y el negocio en sí mismo. El anterior vampiro, que se suponía que iba a estar allí por la eternidad, había desaparecido en un abrir y cerrar de ojos. Y mi “capacidad”, es decir, la infinita histeria que tenía para que todo esté a la perfección, me daba el 'respeto' para hacer de director del lugar. Me mantenía ocupado todo el tiempo, no podía decir que estuviese triste, porque no había momento para ello. O quizá sí y solo intentaba reprimirlos.
Justamente en ese momento fue que el silencio me atacó y me encerró como una fea cucaracha que huye de ser aplastada hasta la muerte. Y si algo tenía en común con esos bichos es que siempre sobrevivía. Éramos unos sobrevivientes innatos de la vida. Débiles por fuera, pero con una capacidad de auto regeneración mental y física que ahora mismo me sorprendía. Claro que yo no contaba con la obviedad de que había perdido la cordura y que en los momentos de pensar en profundidad empezaba a trastornarme hasta querer atacarme a mí mismo. No, eso Nicolás no me lo había dicho hasta mucho tiempo después. Así que por el momento, me deleitaba con mi reflejo en el espejo, un joven de cabellos claros y mirada dulce. El simple hecho de destacar con mi pronunciada altura y los parpados rasgados con unos óvalos negros entre medio me hacía feliz –sí, era feliz con bastante poco-. En un costado del reflejo del espejo supe que era momento de sentir otra vez mis manos viajando por las teclas. ¿Había pasado demasiado tiempo? No, no realmente, pero no podía recordarlo, todo estaba difuso en mi mente, obviamente yo mismo buscaba olvidarme de todo.
Así que paradójicamente, la música era la única que me calmaba. Incluso cuando estaba en aquel sombrío lugar, los vampiros dormían durante el completo día hasta que el último rayo de sol terminaba de caer, por el contrario, yo mantenía casi todo el tiempo mi mente encendida. Me dispuse entonces a sentarme en el viejo y perfecto piano, probablemente, teniendo en cuenta la edad de quienes crearon el lugar, podía llegar a ser el primer piano de todo el continente. Deslicé mi cuerpo por donde había pasado tantas risas y emociones y sin dar un respiro, sin pensarlo ni medio segundo, empecé a lanzar golpes, Beethoven, la sonata No. 17 "Tempestad". Era agresiva, impulsiva, mostraba un túmulo de sentimientos uno detrás del otro, como si de alguna manera pudiera ahogarme la respiración. Cerré los ojos y en segundos me dediqué a balbucear el parafraseo que se hacía con esa dichosa sonata, en donde vampiros colapsaban por los lados. Era como revivirlo, pero todo en mi memoria, pues solo estábamos el salón vacío y yo. Lejos, detrás de las paredes que nos cubrían del sol y el callejón, recién ahí podía encontrarse otro ser, pero nadie se acercaba, todos le tenían miedo a la zona y solo los que estaban buscando el peligro y el deseo de romper las reglas se atrevían a poner un pie en ese salón. Lo que yo no sabía, es que alguien con todos esos anhelos se acercaría como un pequeño ratón a ser el receptor de mi sonata musical.
Justamente en ese momento fue que el silencio me atacó y me encerró como una fea cucaracha que huye de ser aplastada hasta la muerte. Y si algo tenía en común con esos bichos es que siempre sobrevivía. Éramos unos sobrevivientes innatos de la vida. Débiles por fuera, pero con una capacidad de auto regeneración mental y física que ahora mismo me sorprendía. Claro que yo no contaba con la obviedad de que había perdido la cordura y que en los momentos de pensar en profundidad empezaba a trastornarme hasta querer atacarme a mí mismo. No, eso Nicolás no me lo había dicho hasta mucho tiempo después. Así que por el momento, me deleitaba con mi reflejo en el espejo, un joven de cabellos claros y mirada dulce. El simple hecho de destacar con mi pronunciada altura y los parpados rasgados con unos óvalos negros entre medio me hacía feliz –sí, era feliz con bastante poco-. En un costado del reflejo del espejo supe que era momento de sentir otra vez mis manos viajando por las teclas. ¿Había pasado demasiado tiempo? No, no realmente, pero no podía recordarlo, todo estaba difuso en mi mente, obviamente yo mismo buscaba olvidarme de todo.
Así que paradójicamente, la música era la única que me calmaba. Incluso cuando estaba en aquel sombrío lugar, los vampiros dormían durante el completo día hasta que el último rayo de sol terminaba de caer, por el contrario, yo mantenía casi todo el tiempo mi mente encendida. Me dispuse entonces a sentarme en el viejo y perfecto piano, probablemente, teniendo en cuenta la edad de quienes crearon el lugar, podía llegar a ser el primer piano de todo el continente. Deslicé mi cuerpo por donde había pasado tantas risas y emociones y sin dar un respiro, sin pensarlo ni medio segundo, empecé a lanzar golpes, Beethoven, la sonata No. 17 "Tempestad". Era agresiva, impulsiva, mostraba un túmulo de sentimientos uno detrás del otro, como si de alguna manera pudiera ahogarme la respiración. Cerré los ojos y en segundos me dediqué a balbucear el parafraseo que se hacía con esa dichosa sonata, en donde vampiros colapsaban por los lados. Era como revivirlo, pero todo en mi memoria, pues solo estábamos el salón vacío y yo. Lejos, detrás de las paredes que nos cubrían del sol y el callejón, recién ahí podía encontrarse otro ser, pero nadie se acercaba, todos le tenían miedo a la zona y solo los que estaban buscando el peligro y el deseo de romper las reglas se atrevían a poner un pie en ese salón. Lo que yo no sabía, es que alguien con todos esos anhelos se acercaría como un pequeño ratón a ser el receptor de mi sonata musical.
Invitado- Invitado
Re: Vagando otro día más.
Coloco dicha semilla ovalada delande de ella contemplándola con ojo crítico, la fascinaba que de algo tan diminuto pudiera a llegar a engendrar algo tan grande y fuerte. Tras largos minutos sin apartar la mirada y sin que nada más pasara por su mente guardo la semilla para plantarla posteriormente cuando saliera de la ciudad.
Miro hacia ambos lados del callejón y luego hacia el cielo, aún faltaba para el anochecer, suspiró con anhelo por deleitarse del sentimiento que la impregnaba el Orbe Plateado en la noche y volvió a encogerse, abrazandose por las costillas y pegando las rodillas a su pecho. No se preguntaba por que la zona resultaba tan vacia, pero eso la hacía estar más cómoda, no habría chismorreos acerca de ella y su compromiso con la locura, ni con artes espectrales que devoraban tu alma, o que te convertía los cordones de los zapatos en fideos orientales, ni tampoco...
Tampoco escucharía otras versiones diferentes y absurdas de lo que un día ella, cuerda, se aseguro de divulgar para generarse una protección de recelo y miedo que la fuera a dejar en paz.
Simplemente agradecía la soledad mientras el tiempo pasaba, ignorando ese revoltijo interior que la ánimaba a marcharse del lugar como un eco del peligro qué se acrecentó cuando empezo a escuchar el suave tintineo de notas impulsivas en su cabeza.
Se levanto buscando la procedencia de dicho sonido, sentía curiosidad si de verdad procedía de un piano y de quién podría tocar algo así en un callejón.
Se quedo en frente de la puerta y busco alguna ventana por la que husmear pero no, no había ventana alguna y se sorprendía ella misma de no haberse percatado del peculiar edificio antes. Se aparto de la puerta principal y busco una auxiliar mientras se mordía el labio inferior al sentirse angustiada por concentrarse en las notas que seguían percutiendo en su cabeza. Inspiro fuertamente, abrió con cuidado y finalmente se coló dentro del recinto. ¿A quién se le olvido cerrar con llave dicha puerta?
Se quedó inmóvil cuando cerró la puerta trás de si, ahora sentía las notas con más claridad y un desasosiego inundo el alma de Devi.
Se puso la mano en el pecho mientras su corazón bombeaba con frénesi a medida que seguía internandose con cierto sigilo dentro del recinto buscando la sala donde procedía la música.
Las manos empezaban a sudar e iba apretando los dientes, alguien estaba evocando sus sentimientos en la música y percibía en ellos la desnudez del pianista, de como libremente dejaba soltar los dedos sobre el teclado como la furia de una tempestad, de como se la encogía el pecho en esos ritmos tan precisos y raudos como el galope de caballos, corriendo en busca de una libertad imposible.
Se quedo sin aliento en el momento que llego ante la sala, el vello de los brazos se erizaba haciendo que se encogiera aún más, el sudor la recorría la frente mientras una sensación de opresión emanaba del pecho, sentía un dolor intenso dentro de ella como el dolor de una ponzoña que se iba acrecentando en esos ritmos violentos donde bailaban aquellos dedos en busca de la calma que precede a la tempestad.
Miro hacia ambos lados del callejón y luego hacia el cielo, aún faltaba para el anochecer, suspiró con anhelo por deleitarse del sentimiento que la impregnaba el Orbe Plateado en la noche y volvió a encogerse, abrazandose por las costillas y pegando las rodillas a su pecho. No se preguntaba por que la zona resultaba tan vacia, pero eso la hacía estar más cómoda, no habría chismorreos acerca de ella y su compromiso con la locura, ni con artes espectrales que devoraban tu alma, o que te convertía los cordones de los zapatos en fideos orientales, ni tampoco...
Tampoco escucharía otras versiones diferentes y absurdas de lo que un día ella, cuerda, se aseguro de divulgar para generarse una protección de recelo y miedo que la fuera a dejar en paz.
Simplemente agradecía la soledad mientras el tiempo pasaba, ignorando ese revoltijo interior que la ánimaba a marcharse del lugar como un eco del peligro qué se acrecentó cuando empezo a escuchar el suave tintineo de notas impulsivas en su cabeza.
Se levanto buscando la procedencia de dicho sonido, sentía curiosidad si de verdad procedía de un piano y de quién podría tocar algo así en un callejón.
Se quedo en frente de la puerta y busco alguna ventana por la que husmear pero no, no había ventana alguna y se sorprendía ella misma de no haberse percatado del peculiar edificio antes. Se aparto de la puerta principal y busco una auxiliar mientras se mordía el labio inferior al sentirse angustiada por concentrarse en las notas que seguían percutiendo en su cabeza. Inspiro fuertamente, abrió con cuidado y finalmente se coló dentro del recinto. ¿A quién se le olvido cerrar con llave dicha puerta?
Se quedó inmóvil cuando cerró la puerta trás de si, ahora sentía las notas con más claridad y un desasosiego inundo el alma de Devi.
Se puso la mano en el pecho mientras su corazón bombeaba con frénesi a medida que seguía internandose con cierto sigilo dentro del recinto buscando la sala donde procedía la música.
Las manos empezaban a sudar e iba apretando los dientes, alguien estaba evocando sus sentimientos en la música y percibía en ellos la desnudez del pianista, de como libremente dejaba soltar los dedos sobre el teclado como la furia de una tempestad, de como se la encogía el pecho en esos ritmos tan precisos y raudos como el galope de caballos, corriendo en busca de una libertad imposible.
Se quedo sin aliento en el momento que llego ante la sala, el vello de los brazos se erizaba haciendo que se encogiera aún más, el sudor la recorría la frente mientras una sensación de opresión emanaba del pecho, sentía un dolor intenso dentro de ella como el dolor de una ponzoña que se iba acrecentando en esos ritmos violentos donde bailaban aquellos dedos en busca de la calma que precede a la tempestad.
Última edición por Devi el Lun Sep 26, 2016 2:01 am, editado 2 veces
Devi- Hechicero Clase Baja
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Re: Vagando otro día más.
Realmente mi paranoia no me era tan mal presagio, me había dado un plus en la atención que le daba a mi entorno y me encontraba con más facilidad notando los cambios que podía o no haber. Incluso con la música saltando en mis dedos y la fortaleza con la que me movía por el piano.
Mis movimientos simplemente querían prenderse fuego, porque yo mismo sufría en mi mundo. Y cuando sentí los débiles pasos de una presencia humana y a su vez sobrenatural, mis ojos exóticos se abrieron por completo y apoyé los dedos en las teclas haciéndolas desentonar con la melodía y me levanté como si estuviese a punto de morirme del susto. Lastimosamente me era imposible, estaba bien muerto desde hacía diez años. Me encontré mirando a una benigna niña que aparentaba no tener más de dieciocho años. De unos cabellos blancos, como un fantasma. Pero era una bruja. Lo sabía porque había visto muchas y siempre me habían dado miedo. ¿La razón? Eran, según yo, los seres más poderosos. Probablemente los creadores de las maldiciones lobunas y vampíricas. Sumamente habilidosas tanto en lo terrenal como también en lo que eran las auras y el misticismo. Me rasqué la mejilla despacito y apreté los labios suavemente.
— ¿Qué…? ¿Qué pasa? Oh, tu corazón late muy fuerte. ¿Necesitas ayuda? — Entre mi discordia y mi imposibilidad de tratar mal a alguien sin razones, tuve que preguntar sobre su presencia en sí misma. Era menudita y parecía que estaba a punto de desfallecer. Por supuesto que yo no me moví del lugar, tampoco tenía a donde ir, aún no anochecía y ese era el lugar en donde podía esconderme del astro solar. Así que me quedé cerca del piano, con una mano apoyada en el borde. Analicé absolutamente todo, desde la forma de su aura hasta los ojitos ensoñados que tenía. También su olor que parecía estar mezclado con una irremediable suciedad callejera. Algo me sonaba tan extraño. ¡Ella tenía sus habilidades activadas sin dudarlo! Sino no parecería tener tantas energías rodeándola. Evidentemente no pude terminar de leerla. Sencillamente, no me sentí intimidado, así que, ¿eso era suficiente?
— ¿Sabes hablar francés, no? Estás en el teatro escondido en la ciudad. En realidad no deberías venir por aquí sola. Es un poco peligroso. — Susurré en tanto volvía a sentarme en la banca frente al piano, apoyé mis pies en los pedales, sin pisar el fuerte. Y volví a tocar, ahora sumamente despacito para que se pudiera escuchar en caso de que ella o yo, hablara. Ensimismado como siempre cuando me entretenía practicando el piano. Era el primer instrumento que había aprendido. ¡Cuánto que me había costado! Decían que era lo más fácil de empezar a entender, pero yo había tardado años en hacer algo aceptable. Así que cuidadosamente me detenía a saborear las notas. — Lo siento, creo que estabas escuchando la música y te dejé con el recital a medias. ¿No? Siéntate, terminaré de hacerlo para ti y luego me contarás que hacen tus piecitos por ésta zona tan fea. — Aludí, sin mirarla mas teniéndola en mi radar, especialmente curioso por lo que estaría pensando. No había emitido sonidos en ningún momento y ya me parecía que hasta podría ser muda. ¡Eso sería muy molesto! No podía comunicarme sin las palabras, es decir, con suerte podía hablar un francés fluido gracias a la capacidad de entendimiento que la inmortalidad me había dado. Dejé salir un bufido y esperé pacientemente a escucharla, al menos su nombre. ¿O es que quizá había notado ella también mi aura sobrenatural y se asustó igual que yo? Mis dudas eran tan difíciles de responder que las anulé, apuntándome al largo piano una vez más.
Mis movimientos simplemente querían prenderse fuego, porque yo mismo sufría en mi mundo. Y cuando sentí los débiles pasos de una presencia humana y a su vez sobrenatural, mis ojos exóticos se abrieron por completo y apoyé los dedos en las teclas haciéndolas desentonar con la melodía y me levanté como si estuviese a punto de morirme del susto. Lastimosamente me era imposible, estaba bien muerto desde hacía diez años. Me encontré mirando a una benigna niña que aparentaba no tener más de dieciocho años. De unos cabellos blancos, como un fantasma. Pero era una bruja. Lo sabía porque había visto muchas y siempre me habían dado miedo. ¿La razón? Eran, según yo, los seres más poderosos. Probablemente los creadores de las maldiciones lobunas y vampíricas. Sumamente habilidosas tanto en lo terrenal como también en lo que eran las auras y el misticismo. Me rasqué la mejilla despacito y apreté los labios suavemente.
— ¿Qué…? ¿Qué pasa? Oh, tu corazón late muy fuerte. ¿Necesitas ayuda? — Entre mi discordia y mi imposibilidad de tratar mal a alguien sin razones, tuve que preguntar sobre su presencia en sí misma. Era menudita y parecía que estaba a punto de desfallecer. Por supuesto que yo no me moví del lugar, tampoco tenía a donde ir, aún no anochecía y ese era el lugar en donde podía esconderme del astro solar. Así que me quedé cerca del piano, con una mano apoyada en el borde. Analicé absolutamente todo, desde la forma de su aura hasta los ojitos ensoñados que tenía. También su olor que parecía estar mezclado con una irremediable suciedad callejera. Algo me sonaba tan extraño. ¡Ella tenía sus habilidades activadas sin dudarlo! Sino no parecería tener tantas energías rodeándola. Evidentemente no pude terminar de leerla. Sencillamente, no me sentí intimidado, así que, ¿eso era suficiente?
— ¿Sabes hablar francés, no? Estás en el teatro escondido en la ciudad. En realidad no deberías venir por aquí sola. Es un poco peligroso. — Susurré en tanto volvía a sentarme en la banca frente al piano, apoyé mis pies en los pedales, sin pisar el fuerte. Y volví a tocar, ahora sumamente despacito para que se pudiera escuchar en caso de que ella o yo, hablara. Ensimismado como siempre cuando me entretenía practicando el piano. Era el primer instrumento que había aprendido. ¡Cuánto que me había costado! Decían que era lo más fácil de empezar a entender, pero yo había tardado años en hacer algo aceptable. Así que cuidadosamente me detenía a saborear las notas. — Lo siento, creo que estabas escuchando la música y te dejé con el recital a medias. ¿No? Siéntate, terminaré de hacerlo para ti y luego me contarás que hacen tus piecitos por ésta zona tan fea. — Aludí, sin mirarla mas teniéndola en mi radar, especialmente curioso por lo que estaría pensando. No había emitido sonidos en ningún momento y ya me parecía que hasta podría ser muda. ¡Eso sería muy molesto! No podía comunicarme sin las palabras, es decir, con suerte podía hablar un francés fluido gracias a la capacidad de entendimiento que la inmortalidad me había dado. Dejé salir un bufido y esperé pacientemente a escucharla, al menos su nombre. ¿O es que quizá había notado ella también mi aura sobrenatural y se asustó igual que yo? Mis dudas eran tan difíciles de responder que las anulé, apuntándome al largo piano una vez más.
Invitado- Invitado
Re: Vagando otro día más.
Todas las emociones se tensaron y retorcieron en cuanto paro de tocar, ya no sabía cuales la pertenecían a ella y cuales habían sido evocadas instrumentalmente, inmóvil, miraba asustada al Ser que tenía delante. Cual gato asustadizo, a la espera de un gesto que la hiciera poner los pies en polvorosa mirándole fijamente con sus ojos saltones.
Pero su sobresalto no fue desmedido, su voz no fue grave y tenaz con ella, no sentia muestra de enojo o desconsideración por su acto es más, ¿Cuando la preguntaron si necesitaba ayuda?.
La ansiedad decrecía conforme su voz se pronunciaba rechazando el impulso de correr fuera, algo no iba bien, no dentro de ella. Seguía mirando al muchacho extrañada y confusa.
Su propia mente la engañaba, buscaba que todo fuera normal, trataba de rehuir a la existencia sobrenatural de una forma absurda, ya que la causa de algo no puede esta fuera de la realidad causada por lo que a la presencia de lo sobrenatural trataba de introducirlo en su mundo de locura como algo normal, entre las miles de desviaciones que ya lleva...
Pero en su mundo hay cosas temibles, la ponzoña del veneno con que varias veces se imbuyen las palabras era tan real como la presencia del ser que tenía delante. Pero como una ponzoña, ella misma lo enmascarada. ¿Para que adelantar acontecimientos? Su mente, asi lo prefería, la advertía de que ese no era el momento o lugar adecuado en el que debía estar, de que era peligroso, pero...¿Acaso no lo es también el amor?
Parecía balbucear buscando dar una mera respuesta coherente, o razón por la que estaba allí, pero ya se la dieron. ¡Y de qué manera! ¿Un recital... de piano, para ella? ¡A la porra las presencias, auras o sus maquievolencias magnificadas!
Devi se sentó en el suelo con las piernas en la posición de loto despreocupada del posible rastro de suciedad que ha dejado tras ella proveniente de sus pies descalzos. Junto los dedos, girando por el interior y arañando la carne interna del otro dedo. ¡Iban a tocar para ella! Trataba de relajar su entusiasmo exponencialmente desmedido asi como el nerviosismo. Casi una profunda sonrisa podia verse en la comisura de los labios.
Si en algo es cierto, es que Devi puede ser una verdadera oyente, no le miraba fijamente mientras tocaba pues sería mucho para ella, pero sentia el reflejo de las emociones tocadas por las notas. Al fin y al cabo para ella, la música es la forma de desnudarse interiormente y esa es la razón por la que en su piel palida de su rostro se veía el rubor de sus mejillas. Estaba sonrojada por la situación pues solo estaba ella para escucharle, cual pareja de amantes.
Cuando por fin paró de tocar, tomó una bocanada de aire buscando aliviarse y miro a su alrededor.
-Gracias-Pronunció en voz suave y baja mientras traga saliva. -Creo que ambos buscamos lo mismo, puede que en forma diferente...-Vuelve a tomar una bocanada de aire, expirandolo suavemente.- ¿Paz? Creo que tú lo ansias más que yo.-
Se muerde el labio inferior, cortada por la situación. No la gusta hablar de ella, podría despertar cosas que mantiene ocultas.
Pero su sobresalto no fue desmedido, su voz no fue grave y tenaz con ella, no sentia muestra de enojo o desconsideración por su acto es más, ¿Cuando la preguntaron si necesitaba ayuda?.
La ansiedad decrecía conforme su voz se pronunciaba rechazando el impulso de correr fuera, algo no iba bien, no dentro de ella. Seguía mirando al muchacho extrañada y confusa.
Su propia mente la engañaba, buscaba que todo fuera normal, trataba de rehuir a la existencia sobrenatural de una forma absurda, ya que la causa de algo no puede esta fuera de la realidad causada por lo que a la presencia de lo sobrenatural trataba de introducirlo en su mundo de locura como algo normal, entre las miles de desviaciones que ya lleva...
Pero en su mundo hay cosas temibles, la ponzoña del veneno con que varias veces se imbuyen las palabras era tan real como la presencia del ser que tenía delante. Pero como una ponzoña, ella misma lo enmascarada. ¿Para que adelantar acontecimientos? Su mente, asi lo prefería, la advertía de que ese no era el momento o lugar adecuado en el que debía estar, de que era peligroso, pero...¿Acaso no lo es también el amor?
Parecía balbucear buscando dar una mera respuesta coherente, o razón por la que estaba allí, pero ya se la dieron. ¡Y de qué manera! ¿Un recital... de piano, para ella? ¡A la porra las presencias, auras o sus maquievolencias magnificadas!
Devi se sentó en el suelo con las piernas en la posición de loto despreocupada del posible rastro de suciedad que ha dejado tras ella proveniente de sus pies descalzos. Junto los dedos, girando por el interior y arañando la carne interna del otro dedo. ¡Iban a tocar para ella! Trataba de relajar su entusiasmo exponencialmente desmedido asi como el nerviosismo. Casi una profunda sonrisa podia verse en la comisura de los labios.
Si en algo es cierto, es que Devi puede ser una verdadera oyente, no le miraba fijamente mientras tocaba pues sería mucho para ella, pero sentia el reflejo de las emociones tocadas por las notas. Al fin y al cabo para ella, la música es la forma de desnudarse interiormente y esa es la razón por la que en su piel palida de su rostro se veía el rubor de sus mejillas. Estaba sonrojada por la situación pues solo estaba ella para escucharle, cual pareja de amantes.
Cuando por fin paró de tocar, tomó una bocanada de aire buscando aliviarse y miro a su alrededor.
-Gracias-Pronunció en voz suave y baja mientras traga saliva. -Creo que ambos buscamos lo mismo, puede que en forma diferente...-Vuelve a tomar una bocanada de aire, expirandolo suavemente.- ¿Paz? Creo que tú lo ansias más que yo.-
Se muerde el labio inferior, cortada por la situación. No la gusta hablar de ella, podría despertar cosas que mantiene ocultas.
Última edición por Devi el Lun Oct 24, 2016 6:51 am, editado 1 vez
Devi- Hechicero Clase Baja
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Re: Vagando otro día más.
¿Paz? Había terminado de tocar, de cantar suavemente como si se tratara de una melodía resquebrajándose. Me gustaba hacerlo, sentir que me desmoronaba por dentro. Era una forma de autoayuda que pocas personas podían disfrutar. Pero nunca pensaba en que podían traerme la paz, por el contrario la música me había delatado muchas veces. Tan especial y específica con el tono evidentemente asiático que no podía hacerlo frente a muchas personas. Pero sí, ella tenía razón, yo buscaba la paz más que nadie en el mundo. Porque no quería verme obligado a esconderme en la tierra o despojado de colmillos otra vez. Cerré un segundo los ojos, habiendo aceptado que la chica que llevaba mugre por detrás de sus pies no era más que una niña perdida que claramente había vivido un momento de estrés y mantenía una herida abierta pos traumática. ¿Cómo podía notarlo? Había vivido tantas veces eso que me era familiar hasta al tacto. Apoyé mis brazos sobre la madera superior del piano que ahora se mantenía cerrado. Observando a la joven en el suelo. ¿El frío de primavera no le hacía mal? A mí no me afectaba, estaba tan muerto que siquiera lo sentía y desconocía de las temperaturas, más que las del sol o el fuego cercano. El frío era una constante en mi sangre cuando no me alimentaba. — Oh, entonces sí hablas. Qué bueno. Porque no he aprendido las señas que usan los mudos. — Medio en broma y bastante en verdad, busqué sus ojos. Claramente se trataba de una bruja, ¿por qué alguien con poderes sobrehumanos completamente poderosos terminaba en esas condiciones? Para mi normalidad, ellos tenían habilidades que los hacían capaces de todo, ¿por qué no lo usaba?
Como fuese, me deslicé a un costado, donde había una botella pesada de vidrio que contenía agua. Para la suerte de ella, en el lugar se mantenía la esencia de un teatro normal, para evadir preguntas que no pudiesen responderse. Busque una vaso y le serví. Levantándome para apoyarlo en el borde del escenario. Sentándome entonces en la madera del mismo, pero más lejos de donde estaba el recipiente, casi como si tuviese miedo a espantarla. No podía evitar ver alguna clase de gato desamparado. — ¿No tienes paz entonces? En ésta zona hay gente mala, ¿por qué andas aquí sola? ¿Me tienes miedo o ya no? — Apoyando mis codos por sobre las rodillas, dejé caer mi rostro entre las manos, observándola curiosamente. No tenía demasiados años como vampiro, pero en los pocos que había vivido, había aprendido a controlarme por completo, sabía de quién alimentarme, cómo hacer para no matarlos y tampoco percatarlos de lo sucedido. Así que era claro que no tenía intenciones de comerla, pero claro que estaba curioso, no entendía por qué había entrado y tampoco de qué se trataba esa mugre y esencia que cargaba, tanto física como psicológicamente. Aunque era bastante difícil sacarle alguna palabras. — Soy Hero, administro éste lugar bonito en el que te sentaste. Nunca te había visto por acá. ¿Te gusta la música? ¿Sabes tocar el piano acaso? ¿Tienes hambre? — No estaba seguro de poder obtener todas mis respuestas, pero lo menos que podía hacer ahora que tenía la oportunidad, era consultarlas. Inevitablemente para cualquiera, nunca podía aguantarme lo que se me ocurría decir, tarde o temprano terminaba por soltarlo.
Como fuese, me deslicé a un costado, donde había una botella pesada de vidrio que contenía agua. Para la suerte de ella, en el lugar se mantenía la esencia de un teatro normal, para evadir preguntas que no pudiesen responderse. Busque una vaso y le serví. Levantándome para apoyarlo en el borde del escenario. Sentándome entonces en la madera del mismo, pero más lejos de donde estaba el recipiente, casi como si tuviese miedo a espantarla. No podía evitar ver alguna clase de gato desamparado. — ¿No tienes paz entonces? En ésta zona hay gente mala, ¿por qué andas aquí sola? ¿Me tienes miedo o ya no? — Apoyando mis codos por sobre las rodillas, dejé caer mi rostro entre las manos, observándola curiosamente. No tenía demasiados años como vampiro, pero en los pocos que había vivido, había aprendido a controlarme por completo, sabía de quién alimentarme, cómo hacer para no matarlos y tampoco percatarlos de lo sucedido. Así que era claro que no tenía intenciones de comerla, pero claro que estaba curioso, no entendía por qué había entrado y tampoco de qué se trataba esa mugre y esencia que cargaba, tanto física como psicológicamente. Aunque era bastante difícil sacarle alguna palabras. — Soy Hero, administro éste lugar bonito en el que te sentaste. Nunca te había visto por acá. ¿Te gusta la música? ¿Sabes tocar el piano acaso? ¿Tienes hambre? — No estaba seguro de poder obtener todas mis respuestas, pero lo menos que podía hacer ahora que tenía la oportunidad, era consultarlas. Inevitablemente para cualquiera, nunca podía aguantarme lo que se me ocurría decir, tarde o temprano terminaba por soltarlo.
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Re: Vagando otro día más.
El temor palpable que sentía no era ya más que un augurio de advertencia, si aquel Ser quisiera ser peligroso, bien se lo habría echo saber sin preguntas y sin advertencias, ahora solo mostraba el nerviosismo propio de estar frente a una persona desconocida, y realmente parecía preocupado.
Se mordió el labio inferior reprimiendo el esbozo de una media sonrisa tras la broma mientras seguía rehuyendo a su mirada, mientras seguía con ese movimiento incansable de dedos, frotandolos unos con otros, suavemente. Al menos hasta que la sirvió un vaso de agua...
¿Un vaso de agua? ¿A Devi? Trago saliva mientras trataba de reprimir cierta alegría en su interior, tuviera sed o no, el mero acto la maravillaba, no eran muchos los que la ofrecían tal gesto humanitario, y más de alguien como Hero, pese a ello tomo con prudencia el vaso con ambas manos cuando Hero se aparto tras depositarlo en el borde. Agradecida, Devi inclinó ligeramente la cabeza, y asi, sus manos estuvieron más quietas.
Cerro los ojos y apoyo los labios en el vaso, bebiendo un trago con suavidad y tranquilidad, luego deposito el vaso entre sus piernas y exhalo el aire suavemente.
-Alguien teñia el aire con notas musicales, y me acerqué a escuchar- Y como es usual en ella, responde a la pregunta con su verdad, esa es la razón por la que esta allí. ¿Sola? Simplemente ignoro aquella parte, respondiendo a aquello que la es más cómodo. -Tocas genial, ojala hubiera sido más alegre aunque no podría quejarme, de ser yo las notas hubieran huido airosamente.-
Hizo una suave pausa a medida que frotaba con la yema de los dedos el vaso mientras pensaba su pregunta. -¿El teatro se esconde por que tambien tiene miedo de ti?- Seguía rehuyendo a su mirada desviando la vista a sus pies, o a su entorno. En verdad, era un teatro bonito escondido en la ciudad.
Se mordió el labio inferior reprimiendo el esbozo de una media sonrisa tras la broma mientras seguía rehuyendo a su mirada, mientras seguía con ese movimiento incansable de dedos, frotandolos unos con otros, suavemente. Al menos hasta que la sirvió un vaso de agua...
¿Un vaso de agua? ¿A Devi? Trago saliva mientras trataba de reprimir cierta alegría en su interior, tuviera sed o no, el mero acto la maravillaba, no eran muchos los que la ofrecían tal gesto humanitario, y más de alguien como Hero, pese a ello tomo con prudencia el vaso con ambas manos cuando Hero se aparto tras depositarlo en el borde. Agradecida, Devi inclinó ligeramente la cabeza, y asi, sus manos estuvieron más quietas.
Cerro los ojos y apoyo los labios en el vaso, bebiendo un trago con suavidad y tranquilidad, luego deposito el vaso entre sus piernas y exhalo el aire suavemente.
-Alguien teñia el aire con notas musicales, y me acerqué a escuchar- Y como es usual en ella, responde a la pregunta con su verdad, esa es la razón por la que esta allí. ¿Sola? Simplemente ignoro aquella parte, respondiendo a aquello que la es más cómodo. -Tocas genial, ojala hubiera sido más alegre aunque no podría quejarme, de ser yo las notas hubieran huido airosamente.-
Hizo una suave pausa a medida que frotaba con la yema de los dedos el vaso mientras pensaba su pregunta. -¿El teatro se esconde por que tambien tiene miedo de ti?- Seguía rehuyendo a su mirada desviando la vista a sus pies, o a su entorno. En verdad, era un teatro bonito escondido en la ciudad.
Devi- Hechicero Clase Baja
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Re: Vagando otro día más.
No podía evitar ver su cara y sentirme acongojado, ¿empatía? Seguramente sí, siempre había tenido una cierta habilidad para sentirme representado con los demás y casi poder sentir lo que los otros. ¡Tan molesto que prácticamente empezaba a odiar estar alrededor de las personas! Pero con ella quizá era mero instinto por haber pasado situaciones igualmente atemorizantes. La chica parecía estar pasando por una depresión o represión propia, lo que me daba tanta curiosidad que no podía quitarle los ojos de encima ni por un solo segundo. Me preguntaba si estaría bien que reprima sus sentimientos tanto como aparentaba. Los dedos que revoloteaba, los ojos que se le iban, no estaba demasiado conforme hablando conmigo. Aunque, yo tampoco la había invitado a entrar, ¿no era así? Así que tendría que aguantarse o en el peor de los casos salir corriendo. Esperaba que no, no había tenido una charla en varios días seguidos, los vampiros eran seres bastante detestables y por lo que era común los humanos no hablaban sinceramente. Al igual que todos, se escondían bajo sus máscaras impenetrables de mentiras dulces y divertidas, siendo simples materialistas todos. Al final se había acercado, ¡claro que yo siempre ganaba! La sonrisa de victoria parecía una estampilla en todos los bordes de mi rostro y la risa quejosa no tardó en escaparse de mis labios. Tenía como algo innato querer triunfar como un niño en las cosas absurdas y me importaba muy poco lo que los demás solían considerar más importante. — ¿Lo teñía? ¿Acaso viste colores? Está bien, igual deberías tener más cuidado, hay alguna gente bien fea en ésta zona. Aunque pareces un poco acostumbrada. —
Muy por dentro, estaba totalmente desquiciado por preguntarle por qué una bruja iba caminando por ahí con esas ropas, nunca había visto brujas pobres, gitanos sí, casi todos. Sin embargo no podía confundirme, esa chica no era una gitana, lo habría sentido y me hubiese descarrillado del terror de ser así. ¡Esas pueden leer el futuro demasiado bien! No me gustaba. Aun así me estaba aguantando bastante bien, hasta a las corridas de preguntas que ella me daba, pues me respondía apenas la mitad de las cosas. ¿Qué podía esperar de alguien que se metía en el teatro de los vampiros descuidadamente? ¡Secretos! Claro que sí. Y yo era amante de ellos, como así del puro chisme que se escapaba de mi lengua. — ¿Por qué las notas huirían? Nunca las vi escaparse, son las únicas que no abandonan. Igual puedo tocar algo alegre. ¡Me agarraste justo! — Alcé apenas las manos, sin despegarlas demasiado y manteniéndome en el suelo. Había aprendido que a la gente con miedo no se la podía hostigar. ¿Cuándo había sido eso? Seguramente con Nicolás, con su ceguera, todavía no estaba muy seguro y mucho menos estaba completamente capacitado para cumplir mis propias reglas. Antes de que pudiera pensarlo di un salto en el lugar con las rodillas como si aleteara con las piernas y fruncí el entrecejo, parecía chistoso seguramente. No obstante estaba enojadísimo, ¡¿cómo alguien podría tener miedo de mí?! ¿Acaso no había visto mi rostro tan cuidado y bueno? ¡Esa chica estaba muy mal! — ¡Cómo se va a esconder de mí? El teatro se esconde porque viene gente que quiere hacer cosas que no se pueden. Como beber vino mientras ven una obra con situaciones que están mal vistas en la sociedad pero que todos las anhelan. Alguna vez lo escuchaste, ¿no? “lo prohibido tiene un sabor especial” Así es este teatro. — La parte en la que los humanos se dejaban beber por los vampiros y todo se volvía bastante sexual no era nada para sentirme orgulloso, no obstante las escenas violentas y algo eróticas sí que lo eran, ¡se trataba de arte después de todo! Pero no todos estaban dispuestos a entender eso, menos a aceptarlo. Para los humanos, algo tan sencillo como besarse era algo demasiado íntimo para mostrarlo o al menos muchos de ellos eran así. — ¿Vives en la calle? ¿No hace un poco de frío en estos días? Me voy a levantar. — Aseguré y al momento lo hice, parándome para dirigirme una vez más al piano, bostezando un poco, estirando los brazos hasta llegar al asiento anterior. — ¿Sabes tocar? ¿Quieres probar acaso? —
Muy por dentro, estaba totalmente desquiciado por preguntarle por qué una bruja iba caminando por ahí con esas ropas, nunca había visto brujas pobres, gitanos sí, casi todos. Sin embargo no podía confundirme, esa chica no era una gitana, lo habría sentido y me hubiese descarrillado del terror de ser así. ¡Esas pueden leer el futuro demasiado bien! No me gustaba. Aun así me estaba aguantando bastante bien, hasta a las corridas de preguntas que ella me daba, pues me respondía apenas la mitad de las cosas. ¿Qué podía esperar de alguien que se metía en el teatro de los vampiros descuidadamente? ¡Secretos! Claro que sí. Y yo era amante de ellos, como así del puro chisme que se escapaba de mi lengua. — ¿Por qué las notas huirían? Nunca las vi escaparse, son las únicas que no abandonan. Igual puedo tocar algo alegre. ¡Me agarraste justo! — Alcé apenas las manos, sin despegarlas demasiado y manteniéndome en el suelo. Había aprendido que a la gente con miedo no se la podía hostigar. ¿Cuándo había sido eso? Seguramente con Nicolás, con su ceguera, todavía no estaba muy seguro y mucho menos estaba completamente capacitado para cumplir mis propias reglas. Antes de que pudiera pensarlo di un salto en el lugar con las rodillas como si aleteara con las piernas y fruncí el entrecejo, parecía chistoso seguramente. No obstante estaba enojadísimo, ¡¿cómo alguien podría tener miedo de mí?! ¿Acaso no había visto mi rostro tan cuidado y bueno? ¡Esa chica estaba muy mal! — ¡Cómo se va a esconder de mí? El teatro se esconde porque viene gente que quiere hacer cosas que no se pueden. Como beber vino mientras ven una obra con situaciones que están mal vistas en la sociedad pero que todos las anhelan. Alguna vez lo escuchaste, ¿no? “lo prohibido tiene un sabor especial” Así es este teatro. — La parte en la que los humanos se dejaban beber por los vampiros y todo se volvía bastante sexual no era nada para sentirme orgulloso, no obstante las escenas violentas y algo eróticas sí que lo eran, ¡se trataba de arte después de todo! Pero no todos estaban dispuestos a entender eso, menos a aceptarlo. Para los humanos, algo tan sencillo como besarse era algo demasiado íntimo para mostrarlo o al menos muchos de ellos eran así. — ¿Vives en la calle? ¿No hace un poco de frío en estos días? Me voy a levantar. — Aseguré y al momento lo hice, parándome para dirigirme una vez más al piano, bostezando un poco, estirando los brazos hasta llegar al asiento anterior. — ¿Sabes tocar? ¿Quieres probar acaso? —
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Re: Vagando otro día más.
El miedo ya no era una emoción más representada en su rostro, cualquier resquicio de ese sentimiento había desaparecido. Al menos el miedo hacia él. ¿Qué decir de una mente tan caótica como la de Devi? Qué calculaba inconscientemente multitud de variables, las multiples vertientes que una acción podría tomar, pero que por suerte o por desgracia, su mente desquebrajada no podia comprenderlas o asimilarlas. Simplemente intuía aquellas que eran más palpables; El temor a lo desconocido. ¿Y cómo podía vivir con ello?
Ladeó la cabeza buscando comprender con curiosidad la sonrisa de Hero, y en respuesta, ella misma dibujo una suave sonrisa en su rostro. Luego arqueo la ceja a medida que fruncia el ceño, una imagen un tanto cómica.
-Eres quien las hace ondular y vibrar, como un pintor tiñe su lienzo asi lo haces en el viento. Son los colores de tu interior- Hizo una pausa, apoyandose la mano en el pecho y cerrando los ojos suavemente recordando por un instante esas notas musicales. Expiro aire suavemente y volvio a mirarle mientras sujetaba con ambas manos el vaso de agua dándole un trago. Lo que fuera a decir sobre la gente "fea", se la había olvidado.
Titubeó unos instantes antes de responder dejando su vaso entre las piernas, movia las manos suavemente y sin exageración desde dentro hacia fuera haciendo despues ondulaciones leves con los dedos en el aire. -Tú tocas y el sentimiento fluye, de dentro hacia fuera. Huye, salta y corre. Necesitas que escape, por que albergas mucho. De esa forma se libera tu interior- ¿Había algo de champan en el vaso de agua? Un ligero rubor acrecentaba en sus mejillas. Si bien Devi siempre contestaba sincera desde lo más adentro de si misma, no habia dado una respuesta más concreta frente a lo que ella describiría sobre la música. Al fin y al cabo, él no pregunto sobre ello.
Se aparto el pelo de la cara, algo turbia tras su exasperación, cuyo gesto no era más que para taparse el rostro con la mano momentaneamente para no verle. ¿No quedaria asi su cara más visible? Breves segundos despues bajo la barbilla, dejando que las hebras de su pelo volvieran a taparla parte de la cara.-El teatro podria esconderse de tí- Se encogía levemente de hombros buscando evitar cualquier referencia a lo sobrenatural. -¿Quién encontro primero a quién? El teatro se esconde. ¿De quién? No lo sé- Y por suerte para ella, no entendió aquello a lo que se refería Hero, sabía que en el lugar ocurrían cosas que sus integrantes no querían que se supiera, eso estaba claro. ¿El qué exactamente?, no lo sabía.
Como las siguientes preguntas eran obvias, se dio el lujo de no responderlas. Al menos lo eran para ella. Que los vampiros no sintieran el frío era algo en lo que prefería no pensar. Se removio en el sitio, agradeciendo su advertencia y mirando hacia sus pies para seguir su movimiento mientras volvia a frotar los dedos de las manos entre si.
De las pocas veces que le había mirado a sus ojos, esta era una de ellas, y el frotamiento de sus dedos se hacia mas notorio y rugoso, formaba una suave linea con los labios buscando esconder una estúpida y tonta sonrisa que se dejaba entreveer por el fruncimiento de estos a la vez que volvía a surgir un rubor en sus mejillas. Segundos despues colo las manos debajo de sus costados en una especie de abrazo a si misma. -Una vez probe, sonaba muy mal. Aunque tu piano es muy bonito.- ]Si bien ardía en deseos de poder palpar las notas del teclado e ir una a una escuchando las vibraciones, sentia bastante vergüenza de tan solo pensarlo. Volvió a llevar las manos al vaso de agua, dando un suspiro pesado para volver a dar otro trago, dejando el vaso vacio a un lado. Se levanto torpemente y dio una vuelta girando sobre un pie en el lugar, con los labios apretados y los ojos cerrados. ¿La razón? Simplemente la apetecía y necesitaba hacerlo. Volvio a ladear la vista al suelo tras volver a la posición inicial y coloco las manos trás su espalda, entrelazando los dedos. -En verdad tienes un teatro muy bonito.-
Ladeó la cabeza buscando comprender con curiosidad la sonrisa de Hero, y en respuesta, ella misma dibujo una suave sonrisa en su rostro. Luego arqueo la ceja a medida que fruncia el ceño, una imagen un tanto cómica.
-Eres quien las hace ondular y vibrar, como un pintor tiñe su lienzo asi lo haces en el viento. Son los colores de tu interior- Hizo una pausa, apoyandose la mano en el pecho y cerrando los ojos suavemente recordando por un instante esas notas musicales. Expiro aire suavemente y volvio a mirarle mientras sujetaba con ambas manos el vaso de agua dándole un trago. Lo que fuera a decir sobre la gente "fea", se la había olvidado.
Titubeó unos instantes antes de responder dejando su vaso entre las piernas, movia las manos suavemente y sin exageración desde dentro hacia fuera haciendo despues ondulaciones leves con los dedos en el aire. -Tú tocas y el sentimiento fluye, de dentro hacia fuera. Huye, salta y corre. Necesitas que escape, por que albergas mucho. De esa forma se libera tu interior- ¿Había algo de champan en el vaso de agua? Un ligero rubor acrecentaba en sus mejillas. Si bien Devi siempre contestaba sincera desde lo más adentro de si misma, no habia dado una respuesta más concreta frente a lo que ella describiría sobre la música. Al fin y al cabo, él no pregunto sobre ello.
Se aparto el pelo de la cara, algo turbia tras su exasperación, cuyo gesto no era más que para taparse el rostro con la mano momentaneamente para no verle. ¿No quedaria asi su cara más visible? Breves segundos despues bajo la barbilla, dejando que las hebras de su pelo volvieran a taparla parte de la cara.-El teatro podria esconderse de tí- Se encogía levemente de hombros buscando evitar cualquier referencia a lo sobrenatural. -¿Quién encontro primero a quién? El teatro se esconde. ¿De quién? No lo sé- Y por suerte para ella, no entendió aquello a lo que se refería Hero, sabía que en el lugar ocurrían cosas que sus integrantes no querían que se supiera, eso estaba claro. ¿El qué exactamente?, no lo sabía.
Como las siguientes preguntas eran obvias, se dio el lujo de no responderlas. Al menos lo eran para ella. Que los vampiros no sintieran el frío era algo en lo que prefería no pensar. Se removio en el sitio, agradeciendo su advertencia y mirando hacia sus pies para seguir su movimiento mientras volvia a frotar los dedos de las manos entre si.
De las pocas veces que le había mirado a sus ojos, esta era una de ellas, y el frotamiento de sus dedos se hacia mas notorio y rugoso, formaba una suave linea con los labios buscando esconder una estúpida y tonta sonrisa que se dejaba entreveer por el fruncimiento de estos a la vez que volvía a surgir un rubor en sus mejillas. Segundos despues colo las manos debajo de sus costados en una especie de abrazo a si misma. -Una vez probe, sonaba muy mal. Aunque tu piano es muy bonito.- ]Si bien ardía en deseos de poder palpar las notas del teclado e ir una a una escuchando las vibraciones, sentia bastante vergüenza de tan solo pensarlo. Volvió a llevar las manos al vaso de agua, dando un suspiro pesado para volver a dar otro trago, dejando el vaso vacio a un lado. Se levanto torpemente y dio una vuelta girando sobre un pie en el lugar, con los labios apretados y los ojos cerrados. ¿La razón? Simplemente la apetecía y necesitaba hacerlo. Volvio a ladear la vista al suelo tras volver a la posición inicial y coloco las manos trás su espalda, entrelazando los dedos. -En verdad tienes un teatro muy bonito.-
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