Arribo al viejo mundo (Ulrich Scott)

por **Edmundo Mercadante** Lun Oct 18, 2010 6:35 pm

Y asi comienza, las ultimas horas del viaje, la persona de Edmundo Mercadante Zahualli, se habia por fin dormido, habia sido un viaje en barco largo y cancino, aunado a los temporales, por algo sabia que no era buena idea embarcarse rumbo a europa, sabiendo que tenia la posibilidad de establecerse mejor en norteamerica, donde se habria vuelto un incansable defensor por los derechos de los indigenas pero aun asi no supo por que decidió mejor retirarse al viejo continente, a la tierra de donde provenia el primer mercadante, evidentemente no habia salido rumbo a españa, su apellido debia de ser bien conocido por halla tambien ( despues de todo era el apellido de un conquistador), por lo que su rumbo elegido fue París, habia hecho las transacciones para comprar una residencia en donde habitar, y su vida iniciaria de ceros, si tan solo Ahuizotl, su mejor y mas fiel amigo hubiera decidido viajar con el, el viaje no le hubiera parecido tan largo y aburrido, con excepción de un par de encuentros mas que exitantes ocurridos en el barco con algunas pasajeras,y uno que otro pasajero que se dejo engatuzar.

El tren avanzaba produciendo un gracioso traqueteo, y cada vez el paisaje se hacia menos agreste, los tupidos bosques templados, dieron paso a los mas hermosos campos y pastizales cultivados, y pequeñas casas de campo de gente humilde, cosas que Edmundo no pudo apreciar pues se encontraba dormido, hasta que la voz del cuidador del tren, llegó a sus oidos seguido de un ligero golpe en el hombro
-Caballero, hemos llegado, fin del viaje.- Edmundó abrio un ojo perezosamente emitiendo un largo bostezo, indicó que deseaba que se llevarán su equipaje a determinada dirección, donde después el pagaría a los botones una buena cantidad, era rico, y el dinero no le hacia falta nunca.

Se restrego los ojos y estiró su cuerpo, habia sido un sueño raro, muy raro casi un deja vu, soñó que llegaba a la misma estación, donde por cierto a diferencia de la realidad era de noche, y a lo lejos lo unico que brillaba eran un par de ojos aproximandose...los ojos de un gato que le miraban con curiosidad, pero fue en ese momento que el cuidador le habia despertado, se levantó acomodandose la camisa de lino blanco que llevaba, y bajo con paso seguro y hasta cierto punto arrogante hacia la estación, la gente comenzaba a marcharse, y antes de que pudiera darse cuenta ya estaba solo en el lugar, le preguntó a un guardia sobre si habría algun coche que le llevará a la ciudad, y la respuesta fue que salian cada media hora, así que tendría que esperar al siguiente carró.

Se aventuró un poco lejos de la estación y del bullicio de las personas, y se dejó caer pesadamente a la sombra de un arbol, aun tenia mucho sueño, y en su cabeza, daban vueltas y vueltas, una y otra vez, los penetrantes ojos de aquel gato que le contemplaba en sueños.