AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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ημέρα του αίματος (Dia de la sangre) [Kaia]
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ημέρα του αίματος (Dia de la sangre) [Kaia]
Había prometido recompensarla así que me había despertado pronto y como un niño había corrido a su habitación para ponerla en pie y arrastrarla a desayunar con todos.
Apenas hacia un par de días que Seth, Manya y Leonidas habían ocupado la mansión y la verdad, ahora por fin me sentía como en casa, esa vivienda se había convertido en un trozo de mi isla, en un apéndice de Grecia, el buen humor nos invadía a todos mientras tomábamos el copioso desayuno que Sonae habia preparado y que nos daría fuerzas para afrontar el día.
Leonidas y Menyara habían decidido ir a las aldeas alejadas, habían llegado rumores sobre un pantano donde se reunían unas mujeres al anochecer, según las malas lenguas para ofrecer sacrificios a los elementos, sacrificios de doncellas vírgenes.
No sabíamos que parte había de realidad y cual de ciencia ficción, así que hoy ellos irían a comprobarlo.
Seth tenia pensado quedarse en la casa con la prisionera, esa que aunque el no lo reconocía lo volvía loco, esa que apaciguaba sus ganas cada vez que bajaba a los calabozos. Todos sabíamos que esa relación estaba mal, que solo podría terminar en desastre, pero ninguno de nosotros sentía como un lobo, ninguno podíamos ponernos en la piel de Seth, así que simplemente seguimos con las bromas de siempre tratando de que si algún día era necesario estar allí para amortiguar la caída.
Por contra yo hoy me pensaba tomar un merecido descanso, le dije a Kaia que la recompensaría, así que hoy no entrenaríamos si no que la llevaría al parque de atracciones, sin duda no imaginaba mejor lugar para ella.
Ese carácter infantil que me atrapaba se sentiría como en casa en un lugar como ese.
Durante todo el desayuno me preguntó impaciente a donde iríamos hoy a entrenar, mas como respuesta solo obtuvo picaras sonrisas y bromas varias.
Pronto todos nos pusimos en marcha a nuestros respectivos quehaceres.
Tras de mi oía la vocecita dulce de Kaia exigiéndome conocer le destino de nuestros pasos, mientras yo simplemente reía llamándola impaciente.
No tardamos en alcanzar un enorme parque de atracciones que empezaba a abrir sus puertas decidido a hacernos pasar un día inolvidable.
-Quizás aquí no aprendas mucho de armas pero...me apetecía pasar un día diferente contigo -aseguré totalmente en serio mientras tomaba su mano para adentrarnos en el interior.
Dimos un paseo contando anécdotas de lo que había pasado durante estos días en la casa, hablamos de mi relación con Seth y Leo, de las mil y unas partidas de caza que juntos habíamos disputado, de Grecia, de la vida.
Apenas hacia un par de días que Seth, Manya y Leonidas habían ocupado la mansión y la verdad, ahora por fin me sentía como en casa, esa vivienda se había convertido en un trozo de mi isla, en un apéndice de Grecia, el buen humor nos invadía a todos mientras tomábamos el copioso desayuno que Sonae habia preparado y que nos daría fuerzas para afrontar el día.
Leonidas y Menyara habían decidido ir a las aldeas alejadas, habían llegado rumores sobre un pantano donde se reunían unas mujeres al anochecer, según las malas lenguas para ofrecer sacrificios a los elementos, sacrificios de doncellas vírgenes.
No sabíamos que parte había de realidad y cual de ciencia ficción, así que hoy ellos irían a comprobarlo.
Seth tenia pensado quedarse en la casa con la prisionera, esa que aunque el no lo reconocía lo volvía loco, esa que apaciguaba sus ganas cada vez que bajaba a los calabozos. Todos sabíamos que esa relación estaba mal, que solo podría terminar en desastre, pero ninguno de nosotros sentía como un lobo, ninguno podíamos ponernos en la piel de Seth, así que simplemente seguimos con las bromas de siempre tratando de que si algún día era necesario estar allí para amortiguar la caída.
Por contra yo hoy me pensaba tomar un merecido descanso, le dije a Kaia que la recompensaría, así que hoy no entrenaríamos si no que la llevaría al parque de atracciones, sin duda no imaginaba mejor lugar para ella.
Ese carácter infantil que me atrapaba se sentiría como en casa en un lugar como ese.
Durante todo el desayuno me preguntó impaciente a donde iríamos hoy a entrenar, mas como respuesta solo obtuvo picaras sonrisas y bromas varias.
Pronto todos nos pusimos en marcha a nuestros respectivos quehaceres.
Tras de mi oía la vocecita dulce de Kaia exigiéndome conocer le destino de nuestros pasos, mientras yo simplemente reía llamándola impaciente.
No tardamos en alcanzar un enorme parque de atracciones que empezaba a abrir sus puertas decidido a hacernos pasar un día inolvidable.
-Quizás aquí no aprendas mucho de armas pero...me apetecía pasar un día diferente contigo -aseguré totalmente en serio mientras tomaba su mano para adentrarnos en el interior.
Dimos un paseo contando anécdotas de lo que había pasado durante estos días en la casa, hablamos de mi relación con Seth y Leo, de las mil y unas partidas de caza que juntos habíamos disputado, de Grecia, de la vida.
Agarwaen- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 173
Fecha de inscripción : 24/06/2016
Localización : dificil de encontrar
Re: ημέρα του αίματος (Dia de la sangre) [Kaia]
Nuestra rutina en la mansión había dado un giro de 180º desde aquel encuentro en la laguna que, aunque reconozco que me había supuesto una gran desasosiego, había sido como un soplo de aire fresco para Agarwaen.
Como pude descubrir más tarde, aquellos cazadores que nos habían encontrado eran amigos suyos desde la niñez, y les tenía una gran estima; para él eran como sus hermanos, y por lo que parecía, el sentimiento era mutuo.
Además, era divertido ver la casa tan llena de gente y con un sentido del humor tan variado.
También había venido a vivir con nosotros una cazadora, Menyara, que aunque no parecía conocerlos desde hacía mucho tiempo, mantenía una estrecha relación con Leonidas; y aunque los dos no demostrasen mucho en público lo que sentían, se notaba que algo había entre ellos.
Luego estaba Seth, más receloso de su intimidad. Había llevado consigo a una mujer, la misma que había visto atada en el lago y que semanas antes nos había servido en la taberna donde conocí a Agarwaen. Entre ellos había una tensión que no lograba vislumbrar; y que tampoco me atrevía a preguntar. Bastante tenía yo con pasar día a día rememorando aquel momento en el que Agarwaen había estado a punto de hacerme suya, cuando fuimos interrumpidos. Ese momento de intimidad que no habíamos vuelto a disfrutar, y que me quemaba por dentro.
Aquella mañana Agarwaen me despertó demasiado temprano, entusiasmado por los planes que había ideado. Cuando lo veía tan contento hasta me daba miedo pensar que entrenamiento habría maquinado su maquiavélica mente, para dejarme agotada al final de la jornada. A estirones me sacó de la cama, cuando lo único que yo deseaba era que se metiese en ella.
Desayunamos en compañía, entre risas y bromas que eran el pan de cada día desde la llegada de sus compañeros. Traté de averiguar en varias ocasiones que nos depararía aquella mañana, pero desistí cuando me di cuenta que no pensaba decirme ni una palabra al respecto.
Así que me concentré en desayunar y esperar a que cada uno tomase su camino para castigarle durante todo el trayecto a caballo por ese gran secreto que parecía no querer compartir.
Me sorprendí cuando llegamos a la entrada de un parque de atracciones. Hoy no habría entrenamiento, sino la recompensa que Agarwaen me había prometido en la laguna. Lo abracé entusiasmada al ver que deseaba pasar el día conmigo de forma tan distinta, aunque también me desazonó la idea de que la recompensa que yo esperaba era de otra índole bien distinta.
- Me encanta la sorpresa. Creo que este va a ser el mejor entrenamiento de todos.- contesté dándole un fugaz beso en los labios antes de que el cazador entrelazase su mano con la mía y comenzásemos el paseo por aquel parque lleno de atracciones y sorpresas por venir.
Sonreí al verlo conversar a mi lado; parecía más relajado y como bien había dicho, dispuesto a pasar un día diferente conmigo. Un día que quizás nos vendría bien a ambos para conocer aquellas partes del otro que todavía no habían salido a la luz.
Como pude descubrir más tarde, aquellos cazadores que nos habían encontrado eran amigos suyos desde la niñez, y les tenía una gran estima; para él eran como sus hermanos, y por lo que parecía, el sentimiento era mutuo.
Además, era divertido ver la casa tan llena de gente y con un sentido del humor tan variado.
También había venido a vivir con nosotros una cazadora, Menyara, que aunque no parecía conocerlos desde hacía mucho tiempo, mantenía una estrecha relación con Leonidas; y aunque los dos no demostrasen mucho en público lo que sentían, se notaba que algo había entre ellos.
Luego estaba Seth, más receloso de su intimidad. Había llevado consigo a una mujer, la misma que había visto atada en el lago y que semanas antes nos había servido en la taberna donde conocí a Agarwaen. Entre ellos había una tensión que no lograba vislumbrar; y que tampoco me atrevía a preguntar. Bastante tenía yo con pasar día a día rememorando aquel momento en el que Agarwaen había estado a punto de hacerme suya, cuando fuimos interrumpidos. Ese momento de intimidad que no habíamos vuelto a disfrutar, y que me quemaba por dentro.
Aquella mañana Agarwaen me despertó demasiado temprano, entusiasmado por los planes que había ideado. Cuando lo veía tan contento hasta me daba miedo pensar que entrenamiento habría maquinado su maquiavélica mente, para dejarme agotada al final de la jornada. A estirones me sacó de la cama, cuando lo único que yo deseaba era que se metiese en ella.
Desayunamos en compañía, entre risas y bromas que eran el pan de cada día desde la llegada de sus compañeros. Traté de averiguar en varias ocasiones que nos depararía aquella mañana, pero desistí cuando me di cuenta que no pensaba decirme ni una palabra al respecto.
Así que me concentré en desayunar y esperar a que cada uno tomase su camino para castigarle durante todo el trayecto a caballo por ese gran secreto que parecía no querer compartir.
Me sorprendí cuando llegamos a la entrada de un parque de atracciones. Hoy no habría entrenamiento, sino la recompensa que Agarwaen me había prometido en la laguna. Lo abracé entusiasmada al ver que deseaba pasar el día conmigo de forma tan distinta, aunque también me desazonó la idea de que la recompensa que yo esperaba era de otra índole bien distinta.
- Me encanta la sorpresa. Creo que este va a ser el mejor entrenamiento de todos.- contesté dándole un fugaz beso en los labios antes de que el cazador entrelazase su mano con la mía y comenzásemos el paseo por aquel parque lleno de atracciones y sorpresas por venir.
Sonreí al verlo conversar a mi lado; parecía más relajado y como bien había dicho, dispuesto a pasar un día diferente conmigo. Un día que quizás nos vendría bien a ambos para conocer aquellas partes del otro que todavía no habían salido a la luz.
Kaia Andersen- Cazador Clase Media
- Mensajes : 63
Fecha de inscripción : 30/07/2016
Localización : París
Re: ημέρα του αίματος (Dia de la sangre) [Kaia]
Entre risas cómplices y cogidos de la mano fuimos subiendo a las distintas atracciones que nos llamaban la atención, la mayoría esas que nos ayudaban a soltar la adrenalina que le combate con armas aquella mañana no había resuelto.
Quería conocer cosas de ella, su historia, que era lo que la impulsaba a vengarse de un sobrenatural que aunque había matado a su padre era un hombre que no conocía.
Paseamos mientras nos contábamos viejas chanzas en busca de un buen algodón de azúcar que compartir, la verdad es que por muy atrás que echara mi mente jamas había recordado un día como este, no solo porque la compañía fuera excelente si no porque pocos eran los días para poder dedicarme simplemente a divertirme, los planes, las guerras, los entrenamientos, las partidas de caza, viajes largos para descubrir crímenes macabros, eso y no esto era mi pan de cada dia, y sinceramente dedicarme un día simplemente a ser feliz me resultaba la mas inusual de las hazañas.
Sabia que mañana volvería a mi realidad, esa que me sumía no solo en la ultima de las guerras que me esperaba si no en la muerte que trazada a fuego sobre mi piel me esperaba.
Sonreí mirándola mientras rememorábamos el día que nos conocíamos en aquella taberna, lo sumamente borracho que estaba, me decía lo tonto que me puse, y la verdad tenia razón en todas y cada una de sus palabras.
Compramos un algodón de azúcar que entre miradas picaras empezamos a compartir, sonreí al ver como sus ojos destilaban felicidad y con ellos también lo hicieron los míos.
-¿Por que te empeñas en buscar venganza? -pregunté finalmente -a veces ese camino solo nos lleva a la autodestrucción, podrías ser feliz, vivir esto muchas veces con un hombre que valiera la pena, que te diera hijos...no se,
¿sabes que la vida de los cazadores es dura? ¿por que elegirla solo por un hombre que no llegaste a conocer?
Quizás una parte de mi anhelaba quitarle las ganas de involucrarse en la lucha, quería protegerla y cuanto mas preparada la sentía mas temía por ella, por llevarla por primera vez de caza y que algo mal ole pasara.
-¿Por que no lo dejas? Este camino no es para ti Kaia, puedes ser algo mucho mejor que esto, algo que te de vida y por ende no te la quite.
Quería conocer cosas de ella, su historia, que era lo que la impulsaba a vengarse de un sobrenatural que aunque había matado a su padre era un hombre que no conocía.
Paseamos mientras nos contábamos viejas chanzas en busca de un buen algodón de azúcar que compartir, la verdad es que por muy atrás que echara mi mente jamas había recordado un día como este, no solo porque la compañía fuera excelente si no porque pocos eran los días para poder dedicarme simplemente a divertirme, los planes, las guerras, los entrenamientos, las partidas de caza, viajes largos para descubrir crímenes macabros, eso y no esto era mi pan de cada dia, y sinceramente dedicarme un día simplemente a ser feliz me resultaba la mas inusual de las hazañas.
Sabia que mañana volvería a mi realidad, esa que me sumía no solo en la ultima de las guerras que me esperaba si no en la muerte que trazada a fuego sobre mi piel me esperaba.
Sonreí mirándola mientras rememorábamos el día que nos conocíamos en aquella taberna, lo sumamente borracho que estaba, me decía lo tonto que me puse, y la verdad tenia razón en todas y cada una de sus palabras.
Compramos un algodón de azúcar que entre miradas picaras empezamos a compartir, sonreí al ver como sus ojos destilaban felicidad y con ellos también lo hicieron los míos.
-¿Por que te empeñas en buscar venganza? -pregunté finalmente -a veces ese camino solo nos lleva a la autodestrucción, podrías ser feliz, vivir esto muchas veces con un hombre que valiera la pena, que te diera hijos...no se,
¿sabes que la vida de los cazadores es dura? ¿por que elegirla solo por un hombre que no llegaste a conocer?
Quizás una parte de mi anhelaba quitarle las ganas de involucrarse en la lucha, quería protegerla y cuanto mas preparada la sentía mas temía por ella, por llevarla por primera vez de caza y que algo mal ole pasara.
-¿Por que no lo dejas? Este camino no es para ti Kaia, puedes ser algo mucho mejor que esto, algo que te de vida y por ende no te la quite.
Agarwaen- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 173
Fecha de inscripción : 24/06/2016
Localización : dificil de encontrar
Re: ημέρα του αίματος (Dia de la sangre) [Kaia]
Negar que aquel día estaba siendo uno de los mejores de mi vida habría sido una estupidez. No solo por el hecho de que subir a aquellas atrevidas atracciones estuviese ayudando a que me desprendiese de la tensión acumulada, sino por poder compartir cada segundo de mi tiempo con Agarwaen.
Cogidos de la mano recorrimos el parque al tiempo conversábamos sobre sus peligrosas aventuras, mientras me contaba como era su día a día, la cantidad de batallas en las que se había visto inmerso, y como, gracias a los dioses, había sido vencedor de todas ellas. Admiraba a aquel hombre, y no solo por su valentía y su lealtad, sino por aún después de haber vivido tanto dolor ser capaz de sonreír de aquella forma, contagiándome de su alegría y embaucando a mi corazón con sus picarescas bromas.
Buscamos un puesto de dulces y tras comprarnos un algodón de azúcar para compartir, decidimos sentarnos en un banco de madera, para seguir charlando y conociéndonos más.
- No quiero vivir esto con otro hombre, no quiero casarme con otro...- con otro que no seas tú, contesté terminando la frase en mi cabeza, dolida por unas palabras que parecían querer separarme de su lado aunque no entendía el porqué.- Me he pasado la vida creyendo que mi padre abandonó a mi madre cuando se enteró que estaba embarazada, pensando que mi madre no había vuelto a casarse por el dolor que éste le hizo...y no me di cuenta de lo equivocada que estaba hasta que me enteré de la verdad. Mis padres se querían con locura, por eso mi madre no se volvió a casar, porque siguió amandólo hasta que una enfermedad se la llevó por delante.
Hice un pausa. Miles de emociones se arremolinaban en mi interior. Ni siquiera tenía muy claro que llegase lejos siendo cazadora, lo único que deseaba era que el causante de la desdicha de mi madre pagase por lo sucedido.
- Quiero venganza porque ellos se lo merecen; porque si ese vampiro no hubiese acabado con mi padre podían haber sido felices. Y aunque durante mucho tiempo odié a mi padre por lo que pensaba que había hecho, enterarme de lo que lo amaba mi madre no me hace más que honrar su memoria.- las lágrimas se agolpaban en mis ojos mientras trataba de justificarme, mientras trataba de hacerle ver que mis razones eran tan válidas como las de cualquiera.
Me sentía sola, echaba de menos a mi madre y echaba de menos sus consejos. Sabía que caminaba sin rumbo, y lo cierto era que lo que menos me preocupaba era el fin de mis días. Dudaba que pudiese sentir por alguien lo mismo que sentía por Agarwaen, y aún a pesar de sus palabras, seguía sintiendo lo mismo.
- Si lo que deseas es que nuestros caminos se separen, que dejemos de vivir juntos..si piensas que todo esto es un error, dímelo claramente y me marcharé. Pero mi objetivo lo tengo claro, y trataré de conseguirlo aunque sea sola.- susurré antes de ponerme en pie para marcharme.
Sabía que no estaba siendo justa con Agarwaen; que él se había entregado en cuerpo y alma en protegerme e instruirme. Quizás por eso sus palabras me dolían más que las de cualquier otro. No quería creerme que fuese por eso, pero quizás había sido mi decisión de la laguna lo que le había empujado a querer separarse de mí.
Cogidos de la mano recorrimos el parque al tiempo conversábamos sobre sus peligrosas aventuras, mientras me contaba como era su día a día, la cantidad de batallas en las que se había visto inmerso, y como, gracias a los dioses, había sido vencedor de todas ellas. Admiraba a aquel hombre, y no solo por su valentía y su lealtad, sino por aún después de haber vivido tanto dolor ser capaz de sonreír de aquella forma, contagiándome de su alegría y embaucando a mi corazón con sus picarescas bromas.
Buscamos un puesto de dulces y tras comprarnos un algodón de azúcar para compartir, decidimos sentarnos en un banco de madera, para seguir charlando y conociéndonos más.
- No quiero vivir esto con otro hombre, no quiero casarme con otro...- con otro que no seas tú, contesté terminando la frase en mi cabeza, dolida por unas palabras que parecían querer separarme de su lado aunque no entendía el porqué.- Me he pasado la vida creyendo que mi padre abandonó a mi madre cuando se enteró que estaba embarazada, pensando que mi madre no había vuelto a casarse por el dolor que éste le hizo...y no me di cuenta de lo equivocada que estaba hasta que me enteré de la verdad. Mis padres se querían con locura, por eso mi madre no se volvió a casar, porque siguió amandólo hasta que una enfermedad se la llevó por delante.
Hice un pausa. Miles de emociones se arremolinaban en mi interior. Ni siquiera tenía muy claro que llegase lejos siendo cazadora, lo único que deseaba era que el causante de la desdicha de mi madre pagase por lo sucedido.
- Quiero venganza porque ellos se lo merecen; porque si ese vampiro no hubiese acabado con mi padre podían haber sido felices. Y aunque durante mucho tiempo odié a mi padre por lo que pensaba que había hecho, enterarme de lo que lo amaba mi madre no me hace más que honrar su memoria.- las lágrimas se agolpaban en mis ojos mientras trataba de justificarme, mientras trataba de hacerle ver que mis razones eran tan válidas como las de cualquiera.
Me sentía sola, echaba de menos a mi madre y echaba de menos sus consejos. Sabía que caminaba sin rumbo, y lo cierto era que lo que menos me preocupaba era el fin de mis días. Dudaba que pudiese sentir por alguien lo mismo que sentía por Agarwaen, y aún a pesar de sus palabras, seguía sintiendo lo mismo.
- Si lo que deseas es que nuestros caminos se separen, que dejemos de vivir juntos..si piensas que todo esto es un error, dímelo claramente y me marcharé. Pero mi objetivo lo tengo claro, y trataré de conseguirlo aunque sea sola.- susurré antes de ponerme en pie para marcharme.
Sabía que no estaba siendo justa con Agarwaen; que él se había entregado en cuerpo y alma en protegerme e instruirme. Quizás por eso sus palabras me dolían más que las de cualquier otro. No quería creerme que fuese por eso, pero quizás había sido mi decisión de la laguna lo que le había empujado a querer separarse de mí.
Kaia Andersen- Cazador Clase Media
- Mensajes : 63
Fecha de inscripción : 30/07/2016
Localización : París
Re: ημέρα του αίματος (Dia de la sangre) [Kaia]
La vi ponerse en pie, algo que me forzó a enarcar una ceja al tiempo que chupaba mis dedos quitando de ellos los restos de algodón de azúcar.
Sus palabras me dejaron atónito, tanto que me parecía francamente increíble lo que decía.
¿Tendría la menstruación?
-Si te vas hazlo, pero al menos deja el algodón de azúcar -bromeé con una picara sonrisa.
Algo que no debió sentarle bien, mas que si logro que detuviera sus pasos para dedicarme la mejor de sus miradas ¿he dicho mejor? Quería decir una mirada que me atravesó el alma y me forzó a reír.
-Estas muy susceptible Kaia, no he dicho que desee separar nuestros caminos, creo que ya me vas conociendo lo suficiente como para saber que no me ando con rodeos, que si tengo algo que decir lo digo, haga daño o no a quien me escuche.
Dejé el aire escapar pesado mientras me ponía en pie para acercarme a ella.
Alargue mi mano para tomar otro pedazo de algodón que lleve a mis labios lentamente disfrutando de su sabor.
-A ver, yo nací cazador, mis padres fueron cazadores, mis abuelos fueron cazadores, me remonto en un linaje de cazadores que se remonta hasta mis ancestros.
Tu aun tienes la oportunidad de llevar otra vida, una que te permita ser feliz, esto suele traer mas penas que alegrías, vivimos con la muerte acechando nuestras espaldas, algo que hace que no podamos disfrutar de una vida plena.
No quiero esto para ti, me preocupas, y sobre todo porque aun estas a tiempo a olvidar tu venganza, déjame llevarla a cabo por ti y tu vive por los dos.
Eso es lo que trato de decirte, no que no quiera estar contigo, ¿si no porque te iba a traer al parque?¿por que compartir un minuto de mi tiempo contigo? No entiendes que solo deseo protegerte, cuidarte...
Sonreí mirándola de soslayo esperando que ahora entendiera mis palabras, aunque con su carácter n olas tenia yo todas conmigo, volví a tomar un poco de algodón de azúcar mirando sus preciosos ojos claros.
-Vas a fastidiarme la sorpresa con ese ceño fruncido -susurré llevando mis labios contra los suyos -vamos a ver donde montamos a ver si el aire te despeja un poco esa cabeza hueca que tienes.
A veces pensaba que no me comprendía, que le resultaba difícil ponerse en mi lugar, posiblemente porque ella pese a querer ser cazadora todavía no lo era, no había visto lo que yo, no había sentido lo que yo, si algo tenia en común con todos los hombres con los que compartía casa era de un modo u otro los demonios que nos asolaban, ninguno quería compromisos porque ninguno podíamos vivir mas allá de un presente, nuestro futuro era incierto, pocos llegaban a conocer a sus nietos, y muchos por desgracia ni siquiera veían crecer a sus hijos.
Puede que se nos diera bien camuflar bajo la ironía, el sarcasmo y las risas cargadas de bromas lo que nuestras almas, la mayoría oscuras por el tiempo y la guerra sentían.
En mi caso a esto teníamos que unirle el echo de que me moría, de que una nigromante me perseguía, y de que una guerra para la que necesitaba estar preparado se acercaba a mi con la misma voracidad que la del trueno.
No podía culparme por intentar alejarla de mi, al menos no por intentar que tomara otro camino, uno que no la llevara a derramar lagrimas si no a sonreír como hoy lo estaba haciendo, esa vida podía tenerla, mas no a mi lado, no junto a mi. Yo era guerra, yo siempre seria guerra y yo moriría con las armas en mi mano porque así es como me habían educado.
Sus palabras me dejaron atónito, tanto que me parecía francamente increíble lo que decía.
¿Tendría la menstruación?
-Si te vas hazlo, pero al menos deja el algodón de azúcar -bromeé con una picara sonrisa.
Algo que no debió sentarle bien, mas que si logro que detuviera sus pasos para dedicarme la mejor de sus miradas ¿he dicho mejor? Quería decir una mirada que me atravesó el alma y me forzó a reír.
-Estas muy susceptible Kaia, no he dicho que desee separar nuestros caminos, creo que ya me vas conociendo lo suficiente como para saber que no me ando con rodeos, que si tengo algo que decir lo digo, haga daño o no a quien me escuche.
Dejé el aire escapar pesado mientras me ponía en pie para acercarme a ella.
Alargue mi mano para tomar otro pedazo de algodón que lleve a mis labios lentamente disfrutando de su sabor.
-A ver, yo nací cazador, mis padres fueron cazadores, mis abuelos fueron cazadores, me remonto en un linaje de cazadores que se remonta hasta mis ancestros.
Tu aun tienes la oportunidad de llevar otra vida, una que te permita ser feliz, esto suele traer mas penas que alegrías, vivimos con la muerte acechando nuestras espaldas, algo que hace que no podamos disfrutar de una vida plena.
No quiero esto para ti, me preocupas, y sobre todo porque aun estas a tiempo a olvidar tu venganza, déjame llevarla a cabo por ti y tu vive por los dos.
Eso es lo que trato de decirte, no que no quiera estar contigo, ¿si no porque te iba a traer al parque?¿por que compartir un minuto de mi tiempo contigo? No entiendes que solo deseo protegerte, cuidarte...
Sonreí mirándola de soslayo esperando que ahora entendiera mis palabras, aunque con su carácter n olas tenia yo todas conmigo, volví a tomar un poco de algodón de azúcar mirando sus preciosos ojos claros.
-Vas a fastidiarme la sorpresa con ese ceño fruncido -susurré llevando mis labios contra los suyos -vamos a ver donde montamos a ver si el aire te despeja un poco esa cabeza hueca que tienes.
A veces pensaba que no me comprendía, que le resultaba difícil ponerse en mi lugar, posiblemente porque ella pese a querer ser cazadora todavía no lo era, no había visto lo que yo, no había sentido lo que yo, si algo tenia en común con todos los hombres con los que compartía casa era de un modo u otro los demonios que nos asolaban, ninguno quería compromisos porque ninguno podíamos vivir mas allá de un presente, nuestro futuro era incierto, pocos llegaban a conocer a sus nietos, y muchos por desgracia ni siquiera veían crecer a sus hijos.
Puede que se nos diera bien camuflar bajo la ironía, el sarcasmo y las risas cargadas de bromas lo que nuestras almas, la mayoría oscuras por el tiempo y la guerra sentían.
En mi caso a esto teníamos que unirle el echo de que me moría, de que una nigromante me perseguía, y de que una guerra para la que necesitaba estar preparado se acercaba a mi con la misma voracidad que la del trueno.
No podía culparme por intentar alejarla de mi, al menos no por intentar que tomara otro camino, uno que no la llevara a derramar lagrimas si no a sonreír como hoy lo estaba haciendo, esa vida podía tenerla, mas no a mi lado, no junto a mi. Yo era guerra, yo siempre seria guerra y yo moriría con las armas en mi mano porque así es como me habían educado.
Agarwaen- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 173
Fecha de inscripción : 24/06/2016
Localización : dificil de encontrar
Re: ημέρα του αίματος (Dia de la sangre) [Kaia]
¿Es que hasta en esos momentos en los que me veía ofuscada no podía hacer otra cosa que bromear? Lo miré sin mucha comprensión por mi parte a la espera de que se pusiese a mi altura y hiciese acopio de otro trozo de algodón de azúcar que aún sostenía entre mis manos. Lo tenía claro si pensaba que iba a dejárselo allí, pensé mientras me enfurruñaba. Pero su risa era contagiosa y verlo saborear aquel dulce de esa forma tan sensual hizo que mi enfado desapareciese por momentos.
Sabía que decía la verdad; que él nunca había dudado en decirme las cosas como pensaba. No era de los que se callaban cuando algo les parecía mal o no estaban de acuerdo; desde que conocía a Agarwaen había descubierto la cantidad de paciencia que albergaba en mi interior. Aunque no solo era eso; también lo que sentía por él me orillaba a soportar mejor sus bromas y sus locuras. Su sonrisa era capaz de hacerme olvidar mis enfados y pataletas, y sus rápidos besos los que me mantenían viva día a día.
- Entiendo que te preocupes por mí, igual que yo me preocupo por ti. Pero, ¿es que no entiendes que ya he elegido? ¿Qué desde el momento en que acepté vivir contigo mi decisión estaba tomada?-pregunté pensando si es que no era obvio que no solo la venganza sino también la necesidad de estar junto a él era lo que mantenía mi rumbo fijado.- No quiero una vida feliz si ello me lleva a estar lejos de ti. No quiero tener que alejarme por miedo a que tú o yo caigamos en algún momento durante nuestras cacerías. Prefiero tener que soportar el dolor de tu muerte teniéndote entre mis brazos, a no aventurarme a vivir un breve periodo de tiempo junto a ti por miedo a sufrir.
Dicho estaba; no todo lo que sentía, pero sí la parte que más me asustaba. El saber que tarde o temprano nuestros caminos se bifurcarían y la sensación de impotencia que albergaba por no poderlo evitar. Agarwaen me lo había dicho muchas veces, nada de parejas, nada estable...nada que lo atase a un lugar. Y aunque eso me desgarrase el alma, sabía que tenía que respetar su decisión y modo de vida.
- Ahora elijo yo...el túnel del terror.- sonreí con picardía frente a sus labios depositando en ellos un dulce beso. No merecía la pena castigarme por cosas que no podría cambiar. Le entregué el algodón de azúcar- Si te da mucho miedo, te dejo que me cojas de la mano.
Quería disfrutar de aquel día que nos regalaba pasar más tiempo juntos, un tiempo que era necesario para conocernos más allá de la lucha. Un tiempo que deseaba que fuese suficiente para que algún día cambiase de opinión respecto a mí, que dejase de pensar que era una muñeca de porcelana que podía romperse y verme como la mujer que era. Una mujer dispuesta a amarle incondicionalmente hasta el fin de sus días. Sujeté su mano y tiré de él, buscando esa atracción que nos distrajese de nuestros pensamientos
Sabía que decía la verdad; que él nunca había dudado en decirme las cosas como pensaba. No era de los que se callaban cuando algo les parecía mal o no estaban de acuerdo; desde que conocía a Agarwaen había descubierto la cantidad de paciencia que albergaba en mi interior. Aunque no solo era eso; también lo que sentía por él me orillaba a soportar mejor sus bromas y sus locuras. Su sonrisa era capaz de hacerme olvidar mis enfados y pataletas, y sus rápidos besos los que me mantenían viva día a día.
- Entiendo que te preocupes por mí, igual que yo me preocupo por ti. Pero, ¿es que no entiendes que ya he elegido? ¿Qué desde el momento en que acepté vivir contigo mi decisión estaba tomada?-pregunté pensando si es que no era obvio que no solo la venganza sino también la necesidad de estar junto a él era lo que mantenía mi rumbo fijado.- No quiero una vida feliz si ello me lleva a estar lejos de ti. No quiero tener que alejarme por miedo a que tú o yo caigamos en algún momento durante nuestras cacerías. Prefiero tener que soportar el dolor de tu muerte teniéndote entre mis brazos, a no aventurarme a vivir un breve periodo de tiempo junto a ti por miedo a sufrir.
Dicho estaba; no todo lo que sentía, pero sí la parte que más me asustaba. El saber que tarde o temprano nuestros caminos se bifurcarían y la sensación de impotencia que albergaba por no poderlo evitar. Agarwaen me lo había dicho muchas veces, nada de parejas, nada estable...nada que lo atase a un lugar. Y aunque eso me desgarrase el alma, sabía que tenía que respetar su decisión y modo de vida.
- Ahora elijo yo...el túnel del terror.- sonreí con picardía frente a sus labios depositando en ellos un dulce beso. No merecía la pena castigarme por cosas que no podría cambiar. Le entregué el algodón de azúcar- Si te da mucho miedo, te dejo que me cojas de la mano.
Quería disfrutar de aquel día que nos regalaba pasar más tiempo juntos, un tiempo que era necesario para conocernos más allá de la lucha. Un tiempo que deseaba que fuese suficiente para que algún día cambiase de opinión respecto a mí, que dejase de pensar que era una muñeca de porcelana que podía romperse y verme como la mujer que era. Una mujer dispuesta a amarle incondicionalmente hasta el fin de sus días. Sujeté su mano y tiré de él, buscando esa atracción que nos distrajese de nuestros pensamientos
Kaia Andersen- Cazador Clase Media
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Localización : París
Re: ημέρα του αίματος (Dia de la sangre) [Kaia]
Allí frente a mi, con toda la seguridad que podía desprender me dijo algo que realmente me dejo confuso, no había venganza, al menos no era eso lo que yo percibía si no el simple echo de querer pasar su vida conmigo ¿lo estaba entendiendo bien?
Fruncí ligeramente el ceño mientras sus palabras revoloteaban una y otra vez en mi cabeza tratando de ordenarlas de las mil y una formas distintas buscando otro significado que no encontraba.
Aun así guarde silencio cuando el algodón de azúcar termino en mi mano y su risa inundo de nuevo aquel lugar.
Esta vez no fue acompañada por la mía, no porque no quisiera divertirme con ella, no porque no me gustara su compañía si no porque sus palabras aun amartillaban mi alma.
¿Conmigo? Elegía este camino para estar conmigo.
No podía entenderlo, no quería entenderlo, las cosas ya se las había dejado suficientemente claras.
Dejé que su mano me arrastrara hacia el interior del castillo del terror, mas yo seguía dándole vueltas a lo mismo.
Rodeé su cintura con mi brazo antes de hundir mi cabeza entre su pelo, ese que olía a bosque, a hogar.
-¿Vas a protegerme de todo mal? -le pregunté con una sutil sonrisa contra su piel.
Antes de adentrarnos por la puerta, mientras hacíamos la escasa cola que esa atracción tenia tuve claro que era el momento de desvelarle mi secreto, ese que posiblemente la hiciera entender el porque de mis gestos, el porque había dejado de sonreír y de bromear tras sus sinceras palabras.
-Me muero -susurré alzando el rostro para observar su clara mirada -la herida que llevo en mi hombro es mortal, se extiende sin darme esperanza. ¿Entiendes mis palabras?
Sonreí de medio lado al ver su cara atónita mirándome, lleve mi dedo indice a su pequeña nariz para darle un ligero toque mientras sonreía con picardia.
-Tampoco pongas esa cara, todos moriremos algún día, y yo ya tenia claro que de viejo no seria. Así que, por favor, no tomes esta senda por mi. Si quieres hacer algo por mi, se una mujer feliz, una de esas con un futuro.
Llego nuestro turno así que tire de su mano esta vez yo entre risas como si de nuevo hubiera recobrado el buen humor y ella, no sabría bien decir como estaba ella.
No quería ahondar mas en el tema, ni mucho menos en su dolor, no quería dar mas explicaciones, solo que supiera la verdad, esa a la que yo me enfrentaba, era lo mas justo para ella, para mi, para todos.
Rodeé su cintura con mis brazos desde atrás, pegando así su espalda a mi pecho.
-Te usare de escudo -bromeé contra su cuello entre risas.
Fruncí ligeramente el ceño mientras sus palabras revoloteaban una y otra vez en mi cabeza tratando de ordenarlas de las mil y una formas distintas buscando otro significado que no encontraba.
Aun así guarde silencio cuando el algodón de azúcar termino en mi mano y su risa inundo de nuevo aquel lugar.
Esta vez no fue acompañada por la mía, no porque no quisiera divertirme con ella, no porque no me gustara su compañía si no porque sus palabras aun amartillaban mi alma.
¿Conmigo? Elegía este camino para estar conmigo.
No podía entenderlo, no quería entenderlo, las cosas ya se las había dejado suficientemente claras.
Dejé que su mano me arrastrara hacia el interior del castillo del terror, mas yo seguía dándole vueltas a lo mismo.
Rodeé su cintura con mi brazo antes de hundir mi cabeza entre su pelo, ese que olía a bosque, a hogar.
-¿Vas a protegerme de todo mal? -le pregunté con una sutil sonrisa contra su piel.
Antes de adentrarnos por la puerta, mientras hacíamos la escasa cola que esa atracción tenia tuve claro que era el momento de desvelarle mi secreto, ese que posiblemente la hiciera entender el porque de mis gestos, el porque había dejado de sonreír y de bromear tras sus sinceras palabras.
-Me muero -susurré alzando el rostro para observar su clara mirada -la herida que llevo en mi hombro es mortal, se extiende sin darme esperanza. ¿Entiendes mis palabras?
Sonreí de medio lado al ver su cara atónita mirándome, lleve mi dedo indice a su pequeña nariz para darle un ligero toque mientras sonreía con picardia.
-Tampoco pongas esa cara, todos moriremos algún día, y yo ya tenia claro que de viejo no seria. Así que, por favor, no tomes esta senda por mi. Si quieres hacer algo por mi, se una mujer feliz, una de esas con un futuro.
Llego nuestro turno así que tire de su mano esta vez yo entre risas como si de nuevo hubiera recobrado el buen humor y ella, no sabría bien decir como estaba ella.
No quería ahondar mas en el tema, ni mucho menos en su dolor, no quería dar mas explicaciones, solo que supiera la verdad, esa a la que yo me enfrentaba, era lo mas justo para ella, para mi, para todos.
Rodeé su cintura con mis brazos desde atrás, pegando así su espalda a mi pecho.
-Te usare de escudo -bromeé contra su cuello entre risas.
Agarwaen- Cazador Clase Alta
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Localización : dificil de encontrar
Re: ημέρα του αίματος (Dia de la sangre) [Kaia]
Nuestros pasos de detuvieron junto a la puerta de la atracción que había decidido, sin tener muy claro el por qué. Nunca me habían gustado las historias de terror, pero estaba dispuesta a demostrarle a Agarwaen que estaba más que preparada para enfrentarme a lo que fuese, aunque fuese de esa forma tan infantil como el castillo del terror.
Su abrazo envolvente me infundaba ánimos, me daba a entender que la parte más seria de nuestra conversación había terminado, que había comprendido el por qué de mi lucha, y que el resto del día nos concentraríamos en disfrutar de nuestra compañía, que se me antojaba la mejor sorpresa de todas.
Hasta que una confesión inesperada me dejó sin respiración, y con unas inmensas ganas de echarme a llorar. ¿Desde cuando sabía eso? ¿Cómo había sido capaz de mantenerlo en secreto tanto tiempo? Había sido una estúpida y una ignorante al no percatarme que algo extraño acompañaba a aquella herida que no sanaba; pero lo que no imaginaba es la gravedad que portaba.
- Tú no te vas a morir por esa herida, porque te juro aquí mismo que me entregaré en cuerpo y alma a buscar una solución.- susurré junto a sus labios preocupada por el rumbo que acababan de coger nuestra situación.- Y si quieres verme feliz, si quieres que tenga un futuro, gasta cada minuto que tengas en buscar una cura, porque te aseguro que mi camino está junto al tuyo. Y no creas que te estoy pidiendo lo imposible, algo que sé que no sientes, solo quiero luchar junto a ti hasta que llegue mi momento.
Nuestro turno llegaba, y sin más pensamiento que lo que Agarwaen me acababa de confesar, entramos en aquel túnel que ahora se me antojaba un cuento de hadas en comparación con la ardua misión que ocuparía mi tiempo y mi vida a partir de ahora, buscar la cura para el hombre al que me amaba.
Sus manos rodeando mi cintura y su aliento acariciando mi cuello mientras nos adentrábamos en aquel oscuro pasillo consiguieron aplacar durante unos instantes los demonios que me asolaban. Durante unos pocos minutos en los que solo pensaba en como salvarlo, aunque sabiendo que no por ello nuestros caminos permanecerían unidos.
Hasta que de pronto uno de los actores de la atracción disfrazado de monstruo salió de su escondite, y mi grito rebotó en cada pared de la atracción, mientras me giraba y mis brazos buscaban la protección de Agarwaen.
Su abrazo envolvente me infundaba ánimos, me daba a entender que la parte más seria de nuestra conversación había terminado, que había comprendido el por qué de mi lucha, y que el resto del día nos concentraríamos en disfrutar de nuestra compañía, que se me antojaba la mejor sorpresa de todas.
Hasta que una confesión inesperada me dejó sin respiración, y con unas inmensas ganas de echarme a llorar. ¿Desde cuando sabía eso? ¿Cómo había sido capaz de mantenerlo en secreto tanto tiempo? Había sido una estúpida y una ignorante al no percatarme que algo extraño acompañaba a aquella herida que no sanaba; pero lo que no imaginaba es la gravedad que portaba.
- Tú no te vas a morir por esa herida, porque te juro aquí mismo que me entregaré en cuerpo y alma a buscar una solución.- susurré junto a sus labios preocupada por el rumbo que acababan de coger nuestra situación.- Y si quieres verme feliz, si quieres que tenga un futuro, gasta cada minuto que tengas en buscar una cura, porque te aseguro que mi camino está junto al tuyo. Y no creas que te estoy pidiendo lo imposible, algo que sé que no sientes, solo quiero luchar junto a ti hasta que llegue mi momento.
Nuestro turno llegaba, y sin más pensamiento que lo que Agarwaen me acababa de confesar, entramos en aquel túnel que ahora se me antojaba un cuento de hadas en comparación con la ardua misión que ocuparía mi tiempo y mi vida a partir de ahora, buscar la cura para el hombre al que me amaba.
Sus manos rodeando mi cintura y su aliento acariciando mi cuello mientras nos adentrábamos en aquel oscuro pasillo consiguieron aplacar durante unos instantes los demonios que me asolaban. Durante unos pocos minutos en los que solo pensaba en como salvarlo, aunque sabiendo que no por ello nuestros caminos permanecerían unidos.
Hasta que de pronto uno de los actores de la atracción disfrazado de monstruo salió de su escondite, y mi grito rebotó en cada pared de la atracción, mientras me giraba y mis brazos buscaban la protección de Agarwaen.
Kaia Andersen- Cazador Clase Media
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Localización : París
Re: ημέρα του αίματος (Dia de la sangre) [Kaia]
Reí divertido cuando la cazadora cayo entre mis brazos aterrada como si se tratase de una niña de dos años.
Tiré de ella resguardada entre mis brazos hacia el siguiente pasillo mientras se tapaba los ojos para no ver cada monstruo falso que frente a nosotros hacia ruidos raros.
-Si esto me lo haces cuando te lleve de caza te mato -bromeé entre risas antes de posar mis labios entre cuello y hombro divertido.
No tardamos en acabar de recorrer todo ese laberinto que había disparado le corazón de Kaia, pero que por el contrario a mi me había echo reír de lo lindo ¿que poco sabían de monstruos esos tipos?
-Pedimos un helado? -pregunte tomando su mano para caminar hacia uno de los puestos donde una mujer servia unos de esos deliciosos postres en un cucurucho mediano.
-Nos pone uno de fresa y otro de chocolate por favor -pedí antes de depositar unas monedas en su mano.
Le cedí el de chocolate a la dama mientras lamia las gotas del mio que empezaba a derretirse entre mis manos.
-Sobre lo que me has dicho antes, agradezco que quieras ayudarme, pero no es necesario, hay una parte que no te he contado.
La causante de esta marca es una nigromante, la siento de día y de noche, noto como me busca, como se acerca.
Ella vendrá a por mi, y yo la espero a ella, en esta ultima pelea quiero arrastrarla al infierno y si lo consigo, créeme, mi muerte habrá merecido la pena.
Es la hija de un gran hechicero, su linaje, si acabo con el, no le quedara nada. Digamos que terminaremos en tablas, porque yo, soy el linaje de los cazadores de la isla de Mykonos.
¿Sabes cuantos inocentes virarán si ella muere? Necesito que me encuentre, y solo lo hará si esta marca que abrasa la guía hasta mi.
Posé mis labios en su frente mientras me miraba atónita, incrédula, creo que intentando asumir que yo tuviera las cosas tan claras, que no me temblara el pulso frente a ninguna de mis palabras.
-Kaia, no tengo miedo, eso es lo primero que pierdes siendo cazador, disfruto del día a día, de este helado, de tu compañía, hoy estamos aquí, mañana...¿que mas da donde estemos mañana?
Caminamos hacia un banco para de nuevo tomar siento, sentía el silencio impregnando sus labios, palabras que parecían pugnar por salir mas por el contrario guardaban silencio frente a mis ojos claros.
-¿Hemos venido a divertirnos no? -susurré dándole un golpecito con el indice a su nariz -pues deja de pensar que te va a salir humo y dime ¿donde montamos ahora?
Tiré de ella resguardada entre mis brazos hacia el siguiente pasillo mientras se tapaba los ojos para no ver cada monstruo falso que frente a nosotros hacia ruidos raros.
-Si esto me lo haces cuando te lleve de caza te mato -bromeé entre risas antes de posar mis labios entre cuello y hombro divertido.
No tardamos en acabar de recorrer todo ese laberinto que había disparado le corazón de Kaia, pero que por el contrario a mi me había echo reír de lo lindo ¿que poco sabían de monstruos esos tipos?
-Pedimos un helado? -pregunte tomando su mano para caminar hacia uno de los puestos donde una mujer servia unos de esos deliciosos postres en un cucurucho mediano.
-Nos pone uno de fresa y otro de chocolate por favor -pedí antes de depositar unas monedas en su mano.
Le cedí el de chocolate a la dama mientras lamia las gotas del mio que empezaba a derretirse entre mis manos.
-Sobre lo que me has dicho antes, agradezco que quieras ayudarme, pero no es necesario, hay una parte que no te he contado.
La causante de esta marca es una nigromante, la siento de día y de noche, noto como me busca, como se acerca.
Ella vendrá a por mi, y yo la espero a ella, en esta ultima pelea quiero arrastrarla al infierno y si lo consigo, créeme, mi muerte habrá merecido la pena.
Es la hija de un gran hechicero, su linaje, si acabo con el, no le quedara nada. Digamos que terminaremos en tablas, porque yo, soy el linaje de los cazadores de la isla de Mykonos.
¿Sabes cuantos inocentes virarán si ella muere? Necesito que me encuentre, y solo lo hará si esta marca que abrasa la guía hasta mi.
Posé mis labios en su frente mientras me miraba atónita, incrédula, creo que intentando asumir que yo tuviera las cosas tan claras, que no me temblara el pulso frente a ninguna de mis palabras.
-Kaia, no tengo miedo, eso es lo primero que pierdes siendo cazador, disfruto del día a día, de este helado, de tu compañía, hoy estamos aquí, mañana...¿que mas da donde estemos mañana?
Caminamos hacia un banco para de nuevo tomar siento, sentía el silencio impregnando sus labios, palabras que parecían pugnar por salir mas por el contrario guardaban silencio frente a mis ojos claros.
-¿Hemos venido a divertirnos no? -susurré dándole un golpecito con el indice a su nariz -pues deja de pensar que te va a salir humo y dime ¿donde montamos ahora?
Agarwaen- Cazador Clase Alta
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Localización : dificil de encontrar
Re: ημέρα του αίματος (Dia de la sangre) [Kaia]
Recorrimos aquel horrible pasaje del terror entre mis gritos y las risas divertidas de Agarwaen, que me envolvía entre sus brazos protegiéndome de todo mal, aumentando en mí sensaciones controvertidas cuando sus labios rozaban mi cuello, cuando su cálido aliento azuzaba mi piel y todos mis sentidos respondían a él, olvidándome en parte de aquellos horribles monstruos que nos atenazaban a cada paso.
- Trataré de no salir corriendo, pero no te prometo nada.- reí divertida dándome cuenta de que no sabía como reaccionaría cuando frente a mí se encontrase un monstruo de carne y hueso; uno de esos que muerden de verdad y te arrancan la vida en menos de un suspiro.
Aunque lo que si sabía es que lucharía a muerte si alguno de esos seres atacase al cazador, que entonces mis miedos y dudas se esfumarían, y defendería a aquel hombre que se había convertido en el centro de mi existencia.
Terminamos por fin aquella pesadilla que me había alterado más de lo que imaginaba. Estaba segura de que aquella noche me provocaría pesadillas, y que ojalá no tuviese que pasarla sola, sino acurrucada entre los protectores brazos de Agarwaen.
- El mío de chocolate.- apunté mientras con una sonrisa y cogidos de la mano nos dirigíamos a un puesto de helados donde no solo el que me guiaba aquel día por el parque de atracciones sino también el que guiaba cada uno de mis pasos hacía él se encargaba de conseguirlos para después descansar los dos de nuevo en un banco.
Escuché la verdadera historia de su herida, esa que lo arrastraba a una muerte inminente. Una muerte no solo provocada por la gravedad de la misma, sino por un encuentro mortal con una nigromante, que aunque a ciencia cierta desconocía lo que era, no presagiaba nada bueno.
Agarwaen no tenía miedo, tenía asumida su muerte como quien tiene asumido que en París es normal que llueva en invierno. Pero yo si tenía miedo, miedo de perderlo; miedo de saber que nunca encontraría a nadie como él, pero es que ni siquiera me dignaría a buscarlo. Porque era él, y solo él, quien le había dado sentido a mi vida, y por ende quien la sustentaba entre sus manos.
- Esperaremos a que esa nigromante te encuentre, y entonces lucharemos juntos. En cuanto haya muerto ella, porque será la única que muera, buscaremos una cura para esa herida, y creéme que a testaruda no me gana nadie; porque tú no te vas a morir, no lo permitiré.- susurré mientras miraba la bola de mi helado que comenzaba a derretirse entre mis manos. Cumpliría mi promesa aunque la vida me fuese en ello. No todo eran luchas y guerras, había veces que se encontraban soluciones en los lugares menos isospechados, y allí era donde yo empezaría a buscar la cura para el cazador, para aquel hombre que se había convertido en la razón de mi existir.
- ¿Qué te parece un paseo en barco por ese lago que había a la entrada?.- contesté cambiando de tema, tirando de su mano para ponerlo en pie y quedado nuestros cuerpos comprometidamente juntos.- Espero que sepas remar..
Miré como sus ojos se clavaban en los míos; como las respiraciones de los dos se entrecortaban por esa cercanía que no sabía si era correcta o no, pero que para mí era más necesaria que respirar, y entonces lo hice, junté mis labios con los suyos, profundizando un beso del que nunca antes había sido capaz de tomar la iniciativa. Un beso que mezclaba los sabores de nuestros helados y que atolondraba mi corazón con cada roce de su lengua sobre la mía.
- Trataré de no salir corriendo, pero no te prometo nada.- reí divertida dándome cuenta de que no sabía como reaccionaría cuando frente a mí se encontrase un monstruo de carne y hueso; uno de esos que muerden de verdad y te arrancan la vida en menos de un suspiro.
Aunque lo que si sabía es que lucharía a muerte si alguno de esos seres atacase al cazador, que entonces mis miedos y dudas se esfumarían, y defendería a aquel hombre que se había convertido en el centro de mi existencia.
Terminamos por fin aquella pesadilla que me había alterado más de lo que imaginaba. Estaba segura de que aquella noche me provocaría pesadillas, y que ojalá no tuviese que pasarla sola, sino acurrucada entre los protectores brazos de Agarwaen.
- El mío de chocolate.- apunté mientras con una sonrisa y cogidos de la mano nos dirigíamos a un puesto de helados donde no solo el que me guiaba aquel día por el parque de atracciones sino también el que guiaba cada uno de mis pasos hacía él se encargaba de conseguirlos para después descansar los dos de nuevo en un banco.
Escuché la verdadera historia de su herida, esa que lo arrastraba a una muerte inminente. Una muerte no solo provocada por la gravedad de la misma, sino por un encuentro mortal con una nigromante, que aunque a ciencia cierta desconocía lo que era, no presagiaba nada bueno.
Agarwaen no tenía miedo, tenía asumida su muerte como quien tiene asumido que en París es normal que llueva en invierno. Pero yo si tenía miedo, miedo de perderlo; miedo de saber que nunca encontraría a nadie como él, pero es que ni siquiera me dignaría a buscarlo. Porque era él, y solo él, quien le había dado sentido a mi vida, y por ende quien la sustentaba entre sus manos.
- Esperaremos a que esa nigromante te encuentre, y entonces lucharemos juntos. En cuanto haya muerto ella, porque será la única que muera, buscaremos una cura para esa herida, y creéme que a testaruda no me gana nadie; porque tú no te vas a morir, no lo permitiré.- susurré mientras miraba la bola de mi helado que comenzaba a derretirse entre mis manos. Cumpliría mi promesa aunque la vida me fuese en ello. No todo eran luchas y guerras, había veces que se encontraban soluciones en los lugares menos isospechados, y allí era donde yo empezaría a buscar la cura para el cazador, para aquel hombre que se había convertido en la razón de mi existir.
- ¿Qué te parece un paseo en barco por ese lago que había a la entrada?.- contesté cambiando de tema, tirando de su mano para ponerlo en pie y quedado nuestros cuerpos comprometidamente juntos.- Espero que sepas remar..
Miré como sus ojos se clavaban en los míos; como las respiraciones de los dos se entrecortaban por esa cercanía que no sabía si era correcta o no, pero que para mí era más necesaria que respirar, y entonces lo hice, junté mis labios con los suyos, profundizando un beso del que nunca antes había sido capaz de tomar la iniciativa. Un beso que mezclaba los sabores de nuestros helados y que atolondraba mi corazón con cada roce de su lengua sobre la mía.
Kaia Andersen- Cazador Clase Media
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Re: ημέρα του αίματος (Dia de la sangre) [Kaia]
Tiró de mi mano tras proponerme ir a dar un paseo en barca por el lago.
Algo que me pareció la mejor de las ideas, mas pronto nuestros cuerpos se vieron pegados, entre risas nuestros ojos se encontraron devolviendo la seriedad mientras nos mirábamos.
Sonreí de medio lado cuando sus labios tomaron los míos sin pensarlo, como si la necesidad que llevábamos conteniendo desde el lago ahora se desbordara ofreciéndonos el agua del manantial de nuestros labios.
Enrede mi lengua a la suya mientras mi mano busco la profundidad de su pelo acariciándolo para lentamente traerla hacia mi con ahincó, necesitando sentir su aliento que entrecortado se perdía en mi boca enmudeciendo contra ella sus ligeros jadeos que pronto acompasaron los míos.
Mi mente funcionaba embriagada por sus labios de forma lenta, inconstante, una parte de mi tenia claro que esto era un error, que solo haría que ella necesitara cada vez mas y mas el sabor de mis labios, ya le había explicado que no podía, que no quería una relación, que me moría y aun no siendo este el caso, no quería una mujer con lagrimas en los ojos esperando mi partida y regreso de cada guerra.
Mas otra parte, esa que piensa con la entrepierna que ahora voraz se alzaba contra ella me suplicaba que la hiciera mía, que me dejara disfrutar como nunca de su piel ,su sabor, sus caricias.
Jadeé contra su boca haciendo aquel beso nuestro credo mientras mi brazo rodeaba su cintura para cobijarla contra mi cuerpo, para golpear su vientre con mi endurecido falo que no dudaba en reclamar lo que era suyo por derecho.
Fue entonces cuando tras de mi oí a un grupo de chavales que excitados por nuestro pasional arranque y algo perjudicados por las botellas de cerveza que entre sus labios desaparecían a una velocidad vertiginosa empezaron a increparnos.
Creo que como los lobos, sintiendo su superioridad numérica y decididos así a amedrentarme y ocupar mi puesto con una dama, que ahora parecía asustada entre mis brazos.
Desvié un instante mi mirada por encima de mi hombro, para ver a esos cinco hombres, cinco infelices que no me durarían ni un asalto pero que el alcohol los envalentonaba creyéndose claros vencedores ya saboreando el premio en sus labios.
-Os aconsejo que os vayáis por donde habéis venido si no quieres ir directos al cadalso.
Sonreí de nuevo mirando a Kaia, la veía tan nerviosa, parecía asustada, como si pensara que de un modo u otro esos idiotas alcanzarían a tocarla.
Una mano en mi hombro desato la tormenta, pues me gire de golpe tomando su muñeca con una de mis manos para con destreza virar mi cuerpo sobre el pie izquierdo haciendo al hombre caer de bruces a tierra.
Pose mi pie en su cuello aun con su muñeca sujeta mientras mantenía esta vez si mis ojos desafiantes mirando al resto de tipos, que ahora reculaban ligeramente frente a mi.
-He dicho que os vayáis -rugí, sintiendo como mi herida ardía bombeando la sangre que alterada alcanzaba mi corazón sin darme tregua.
Jadeé soltando su mano para llevarla sobre mi hombro, que abrasaba, alce la manga deprisa, viendo mi herida putrefacta, oscuridad que como el mismo fuego se extendía, ahora alzándose desde la mitad de mi brazo hacia mi pecho, ojos que de nuevo se levantaron en busca de mi enemigo que alzaba las manos para pedirme calma y suplicar auxilio.
Tense los músculos como cuerdas de un arpa, dientes apretados en una mandíbula cuadriculada.
Mas yo ya no oía, saque sendas dagas de mis botas para empezar la escabechina, suplir con sus cuerpos la sed de sangre que mi cuerpo furioso ahora anhelaba.
Una risa sádica ilumino mi rostro, sentí como la nigromante me azuzaba, me animaba, casi con unas palabras siseantes, que en mi oído sonaban excitantes.
Algo que me pareció la mejor de las ideas, mas pronto nuestros cuerpos se vieron pegados, entre risas nuestros ojos se encontraron devolviendo la seriedad mientras nos mirábamos.
Sonreí de medio lado cuando sus labios tomaron los míos sin pensarlo, como si la necesidad que llevábamos conteniendo desde el lago ahora se desbordara ofreciéndonos el agua del manantial de nuestros labios.
Enrede mi lengua a la suya mientras mi mano busco la profundidad de su pelo acariciándolo para lentamente traerla hacia mi con ahincó, necesitando sentir su aliento que entrecortado se perdía en mi boca enmudeciendo contra ella sus ligeros jadeos que pronto acompasaron los míos.
Mi mente funcionaba embriagada por sus labios de forma lenta, inconstante, una parte de mi tenia claro que esto era un error, que solo haría que ella necesitara cada vez mas y mas el sabor de mis labios, ya le había explicado que no podía, que no quería una relación, que me moría y aun no siendo este el caso, no quería una mujer con lagrimas en los ojos esperando mi partida y regreso de cada guerra.
Mas otra parte, esa que piensa con la entrepierna que ahora voraz se alzaba contra ella me suplicaba que la hiciera mía, que me dejara disfrutar como nunca de su piel ,su sabor, sus caricias.
Jadeé contra su boca haciendo aquel beso nuestro credo mientras mi brazo rodeaba su cintura para cobijarla contra mi cuerpo, para golpear su vientre con mi endurecido falo que no dudaba en reclamar lo que era suyo por derecho.
Fue entonces cuando tras de mi oí a un grupo de chavales que excitados por nuestro pasional arranque y algo perjudicados por las botellas de cerveza que entre sus labios desaparecían a una velocidad vertiginosa empezaron a increparnos.
Creo que como los lobos, sintiendo su superioridad numérica y decididos así a amedrentarme y ocupar mi puesto con una dama, que ahora parecía asustada entre mis brazos.
Desvié un instante mi mirada por encima de mi hombro, para ver a esos cinco hombres, cinco infelices que no me durarían ni un asalto pero que el alcohol los envalentonaba creyéndose claros vencedores ya saboreando el premio en sus labios.
-Os aconsejo que os vayáis por donde habéis venido si no quieres ir directos al cadalso.
Sonreí de nuevo mirando a Kaia, la veía tan nerviosa, parecía asustada, como si pensara que de un modo u otro esos idiotas alcanzarían a tocarla.
Una mano en mi hombro desato la tormenta, pues me gire de golpe tomando su muñeca con una de mis manos para con destreza virar mi cuerpo sobre el pie izquierdo haciendo al hombre caer de bruces a tierra.
Pose mi pie en su cuello aun con su muñeca sujeta mientras mantenía esta vez si mis ojos desafiantes mirando al resto de tipos, que ahora reculaban ligeramente frente a mi.
-He dicho que os vayáis -rugí, sintiendo como mi herida ardía bombeando la sangre que alterada alcanzaba mi corazón sin darme tregua.
Jadeé soltando su mano para llevarla sobre mi hombro, que abrasaba, alce la manga deprisa, viendo mi herida putrefacta, oscuridad que como el mismo fuego se extendía, ahora alzándose desde la mitad de mi brazo hacia mi pecho, ojos que de nuevo se levantaron en busca de mi enemigo que alzaba las manos para pedirme calma y suplicar auxilio.
Tense los músculos como cuerdas de un arpa, dientes apretados en una mandíbula cuadriculada.
Mas yo ya no oía, saque sendas dagas de mis botas para empezar la escabechina, suplir con sus cuerpos la sed de sangre que mi cuerpo furioso ahora anhelaba.
Una risa sádica ilumino mi rostro, sentí como la nigromante me azuzaba, me animaba, casi con unas palabras siseantes, que en mi oído sonaban excitantes.
Agarwaen- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 24/06/2016
Localización : dificil de encontrar
Re: ημέρα του αίματος (Dia de la sangre) [Kaia]
El cazador profundizó mi suave beso, saboreando mi boca como días antes habíamos hecho en el lago; desatando nuestra pasión y deseo que tantas veces había sido detenida por mi inseguridad, y en la última ocasión, por la aparición de sus amigos. Pero ese deseo en lugar de esfumarse igual que lo hacían nuestras oportunidades, había ido creciendo en mi interior poco a poco, hasta convertirse en un huracán dispuesto a arrasar con todo lo que encontrase a su paso.
Jadeé al sentir su endurecido miembro golpeando mi vientre cuando me atrajo hacía si con su brazo; cuando entre nuestros cuerpos no corría un ápice de viento y ambos reclamaban la entrega del otro. Su mano sujetaba mi pelo controlando nuestro beso; un beso que continuó en nuestros gemidos que morían en la boca ajena y que eran el comienzo de lo que estaba por llegar; de lo que debería haber llegado aquella mañana en la laguna; y que desde entonces había sido mi asignatura pendiente con Agarwaen.
Cada vez que nuestras miradas se cruzaban por los pasillos, cuando me sonreía al bromear conmigo, el hecho de ir a casi todas partes cogidos de la mano, acrecentaban mis ganas de él a cada segundo del día. Y por fin nuestro momento había llegado; ese momento en el que le entregaría lo que se había ganado con creces, y que significaría el instante más feliz para mí.
Sus dedos se perdían entre los lazos de mi corsé cuando en la lejanía escuché unas voces diciendo improperios hacía nosotros, pero sobretodo hacía mi persona.
Nuestro arranque de pasión cesó, y temí por aquellos cinco hombres que se acercaban, y que no parecían tener muy buenas intenciones. Imaginé que mi cara de estupefacción lo decía todo, pues Agarwaen sonriendo acarició mi mejilla tratando de tranquilizarme, creyendo que aquellos insensatos obedecerían su orden marchándose de allí, más su rostro cambió cuando uno de ellos puso la mano sobre su hombro, y entonces todo se volvió en su contra.
Con una rapidez increíble, mi maestro tumbó a su agresor en el suelo; con un solo movimiento de muñeca había sido capaz de reducirlo a un escombro en el suelo, sujetando su cuello contra la suela de su bota, al tiempo que los demás infelices retrocedían asustados en lugar de socorrer a su amigo, que en el suelo suplicaba por su vida, y hasta juraría que se había orinado encima.
Pero Agarwaen no cedía en su agarre, y me coloqué a su lado para comprobar que era lo que sucedía; el peligro había pasado, y aquellos infelices se acababan de llevar la lección de su vida.
No era necesario alargarlo más ni lastimar a nadie; y entonces la vi...la misma mirada que observé semanas antes cuando en la taberna, la noche que nos conocimos, golpeaba incesantemente el rostro de aquel hombre que permanecía inerte.
Otra vez esa mirada que no presagiaba nada bueno, y que pude imaginar que tenía que ver con la maldición de su herida; más cuando sacó dos dagas de sus botas, supe que tenía que intervenir o aquello acabaría peor que en la taberna.
- Escúchame Agarwaen, estoy bien..no ha pasado nada...son solo unos chiquillos ebrios que ya se marchan.- susurré colocándome frente a él, acariciándole la mejilla y buscando que nuestras miradas se encontrasen, buscando al cazador que yo conocía y que debía estar perdido en alguna parte de su mente. Acercando mi rostro al suyo, con la esperanza de que tenerme allí consiguiese calmarlo.- Mírame, por favor...te llevaré a casa y allí podremos descansar, ¿vale?
No sabía que parte del cazador escuchaba mis palabras y que parte deseaba matar a aquel hombre que se había quedado solo ante él peligro. Solo mi cuerpo y mis caricias se anteponían a su funesto final, y era cuestión de segundos saber que parte de Agarwaen vencería sobre la otra.
Jadeé al sentir su endurecido miembro golpeando mi vientre cuando me atrajo hacía si con su brazo; cuando entre nuestros cuerpos no corría un ápice de viento y ambos reclamaban la entrega del otro. Su mano sujetaba mi pelo controlando nuestro beso; un beso que continuó en nuestros gemidos que morían en la boca ajena y que eran el comienzo de lo que estaba por llegar; de lo que debería haber llegado aquella mañana en la laguna; y que desde entonces había sido mi asignatura pendiente con Agarwaen.
Cada vez que nuestras miradas se cruzaban por los pasillos, cuando me sonreía al bromear conmigo, el hecho de ir a casi todas partes cogidos de la mano, acrecentaban mis ganas de él a cada segundo del día. Y por fin nuestro momento había llegado; ese momento en el que le entregaría lo que se había ganado con creces, y que significaría el instante más feliz para mí.
Sus dedos se perdían entre los lazos de mi corsé cuando en la lejanía escuché unas voces diciendo improperios hacía nosotros, pero sobretodo hacía mi persona.
Nuestro arranque de pasión cesó, y temí por aquellos cinco hombres que se acercaban, y que no parecían tener muy buenas intenciones. Imaginé que mi cara de estupefacción lo decía todo, pues Agarwaen sonriendo acarició mi mejilla tratando de tranquilizarme, creyendo que aquellos insensatos obedecerían su orden marchándose de allí, más su rostro cambió cuando uno de ellos puso la mano sobre su hombro, y entonces todo se volvió en su contra.
Con una rapidez increíble, mi maestro tumbó a su agresor en el suelo; con un solo movimiento de muñeca había sido capaz de reducirlo a un escombro en el suelo, sujetando su cuello contra la suela de su bota, al tiempo que los demás infelices retrocedían asustados en lugar de socorrer a su amigo, que en el suelo suplicaba por su vida, y hasta juraría que se había orinado encima.
Pero Agarwaen no cedía en su agarre, y me coloqué a su lado para comprobar que era lo que sucedía; el peligro había pasado, y aquellos infelices se acababan de llevar la lección de su vida.
No era necesario alargarlo más ni lastimar a nadie; y entonces la vi...la misma mirada que observé semanas antes cuando en la taberna, la noche que nos conocimos, golpeaba incesantemente el rostro de aquel hombre que permanecía inerte.
Otra vez esa mirada que no presagiaba nada bueno, y que pude imaginar que tenía que ver con la maldición de su herida; más cuando sacó dos dagas de sus botas, supe que tenía que intervenir o aquello acabaría peor que en la taberna.
- Escúchame Agarwaen, estoy bien..no ha pasado nada...son solo unos chiquillos ebrios que ya se marchan.- susurré colocándome frente a él, acariciándole la mejilla y buscando que nuestras miradas se encontrasen, buscando al cazador que yo conocía y que debía estar perdido en alguna parte de su mente. Acercando mi rostro al suyo, con la esperanza de que tenerme allí consiguiese calmarlo.- Mírame, por favor...te llevaré a casa y allí podremos descansar, ¿vale?
No sabía que parte del cazador escuchaba mis palabras y que parte deseaba matar a aquel hombre que se había quedado solo ante él peligro. Solo mi cuerpo y mis caricias se anteponían a su funesto final, y era cuestión de segundos saber que parte de Agarwaen vencería sobre la otra.
Kaia Andersen- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 30/07/2016
Localización : París
Re: ημέρα του αίματος (Dia de la sangre) [Kaia]
Podía oír lejana la voz de Kaia susurrar palabras que si entendía mas no me importaban, por ende si oía la voz femenina, siseante, de la bruja que acariciaba lentamente mi oído haciéndome estremecerme, casi podía sentir su aliento sobre el lóbulo de mi oreja, sus manos sobre mi piel.
“Matalo” susurraba sin tregua, sin pausa y yo, yo quería hacerlo, sentir mis manos bañarse en sangre.
Jadeé frente al hermoso rostro de aquella cazadora que era mi aprendiz antes de hacerla a un lado dispuesto a emprender mi mortal danza frente a un hombre que lloraba entre orín tirado en el suelo.
¿Acaso merecía vivir ese cobarde? De yo haber sido un humano normal y corriente, otra suerte hubiera corrido Kaia, posiblemente violada acabaría en algún callejón oscuro con esos que decía eran solo niños ebrios pero que envalentonados me hubieran hecho a un lado si no llevara una vida entrenando mi cuerpo corrompiendo mi alma.
Estaba enfadado, incapaz de controlarme mi pecho subía y bajaba salvaje, sin pausa, sin tregua.
Un paso cuchillo en mano hacia mi enemigo, otro raudo después mientras este se ponía en pie, giré sobre mi mismo, agachando mi cuerpo para así tomar impulso y saje uno de los tendones de su pierna, tras la rodilla forzándolo entre gritos a caer al suelo.
Sonrisa ladina en mi rostro frente a su cara de terror, gotas de sangre salpicando el suelo y de nuevo Kaia frente a mi suplicando por la vida de ese cabrón.
Miré mis manos, mi cuchillo lleno de sangre mientras mis ojos volvían a centrarse esta vez si, en la mirada de mi aprendiz.
Mis manos temblaron dejando caer el cuchillo con un sordo ruido metálico contra el suelo.
-¿que he hecho? -me pregunté con los ojos abiertos hundiéndose en los ajenos -llévame a casa -supliqué antes de desviar mi mirada hacia aquel pobre hombre que hundido en llanto trataba de evitar que su pierna se desangrara.
Me quite la camisa con rapidez partiendo la tela para acercarme a el, que aterrorizado me miraba pensando supongo que lo ahogaría con ella, lo colgaría o cualquier salvajada de las mías.
-Lo siento, no voy ha hacerte daño, solo trato de que no te desangres -asegure haciéndole un fuerte torniquete mientras pedía auxilio a algunas de las personas de allí para que fueran en busca de un medico que arreglara mi destrozo.
-Te curaras, mas de ahora en adelante espero que esto te enseñe a no forzar a mujeres o puede que te cruces con otro, que si te arrebate la vida que francamente es lo que mereces.
Me puse en pie recogiendo mi cuchillo y con semblante frio tome la mano de Kaia caminando hacia la salida de aquel parque de atracciones.
-Lo siento -susurré te he estropeado el día, nuestro día.
Era consciente de que pese a intentar aparentar tranquilidad, pese a no querer preocuparla, estaba perdido, perdido en esos episodios de perdida de control, en los sueños que me asolaban por la noche, las visiones que me devoraban de día. Se acercaba, lo sentía, la sentía cerca, demasiado cerca.
“Matalo” susurraba sin tregua, sin pausa y yo, yo quería hacerlo, sentir mis manos bañarse en sangre.
Jadeé frente al hermoso rostro de aquella cazadora que era mi aprendiz antes de hacerla a un lado dispuesto a emprender mi mortal danza frente a un hombre que lloraba entre orín tirado en el suelo.
¿Acaso merecía vivir ese cobarde? De yo haber sido un humano normal y corriente, otra suerte hubiera corrido Kaia, posiblemente violada acabaría en algún callejón oscuro con esos que decía eran solo niños ebrios pero que envalentonados me hubieran hecho a un lado si no llevara una vida entrenando mi cuerpo corrompiendo mi alma.
Estaba enfadado, incapaz de controlarme mi pecho subía y bajaba salvaje, sin pausa, sin tregua.
Un paso cuchillo en mano hacia mi enemigo, otro raudo después mientras este se ponía en pie, giré sobre mi mismo, agachando mi cuerpo para así tomar impulso y saje uno de los tendones de su pierna, tras la rodilla forzándolo entre gritos a caer al suelo.
Sonrisa ladina en mi rostro frente a su cara de terror, gotas de sangre salpicando el suelo y de nuevo Kaia frente a mi suplicando por la vida de ese cabrón.
Miré mis manos, mi cuchillo lleno de sangre mientras mis ojos volvían a centrarse esta vez si, en la mirada de mi aprendiz.
Mis manos temblaron dejando caer el cuchillo con un sordo ruido metálico contra el suelo.
-¿que he hecho? -me pregunté con los ojos abiertos hundiéndose en los ajenos -llévame a casa -supliqué antes de desviar mi mirada hacia aquel pobre hombre que hundido en llanto trataba de evitar que su pierna se desangrara.
Me quite la camisa con rapidez partiendo la tela para acercarme a el, que aterrorizado me miraba pensando supongo que lo ahogaría con ella, lo colgaría o cualquier salvajada de las mías.
-Lo siento, no voy ha hacerte daño, solo trato de que no te desangres -asegure haciéndole un fuerte torniquete mientras pedía auxilio a algunas de las personas de allí para que fueran en busca de un medico que arreglara mi destrozo.
-Te curaras, mas de ahora en adelante espero que esto te enseñe a no forzar a mujeres o puede que te cruces con otro, que si te arrebate la vida que francamente es lo que mereces.
Me puse en pie recogiendo mi cuchillo y con semblante frio tome la mano de Kaia caminando hacia la salida de aquel parque de atracciones.
-Lo siento -susurré te he estropeado el día, nuestro día.
Era consciente de que pese a intentar aparentar tranquilidad, pese a no querer preocuparla, estaba perdido, perdido en esos episodios de perdida de control, en los sueños que me asolaban por la noche, las visiones que me devoraban de día. Se acercaba, lo sentía, la sentía cerca, demasiado cerca.
Agarwaen- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 173
Fecha de inscripción : 24/06/2016
Localización : dificil de encontrar
Re: ημέρα του αίματος (Dia de la sangre) [Kaia]
Observé como Agarwaen clavaba sus ojos en los míos, como nuestras respiraciones se entremezclaban por la cercanía de nuestras bocas, pero no me estaba escuchando. Sus pupilas dilatadas me decían que su mente y su alma estaban en otra parte y no sabía como traerlo de vuelta de nuevo. En cualquier otro momento me hubiese rodeado con sus brazos y aquella pesadilla habría llegado a su fin, o habría hecho alguno de sus mordaces comentarios, pero ahora, solo el odio hablaba en sus ojos.
Me apartó sin dilación ninguna, como una piedra que te estorba en tu camino; me rompí por dentro al sentir como en ese momento su cariño hacia mí era inexistente, y lo único que guiaba sus pasos era terminar con aquella matanza que no tenía sentido. Cierto que aquellos hombres se habían excedido, cierto que un buen susto les serviría de advertencia, pero ver llorar al pobre infeliz en el suelo mientras suplicaba por su vida, era más que suficiente como para detener la pelea.
Observé como pasaba su cuchillo a la otra mano al tiempo que se acercaba a aquel hombre que poniéndose en pie trataba de huir, consiguiendo sin saberlo que la caza se tornase más divertida. Un salto y un corte certero en la pierna fue todo lo que necesitó Agarwaen para derrotar a aquel hombre que caía de nuevo al suelo entre gritos de dolor y sangre por doquier.
Me acerqué corriendo hasta el cazador, tratando de calmarlo de nuevo, colocándome entre medio de su objetivo, mientras Agarwaen acechaba a su presa, pensando su siguiente movimiento; buscando otro lugar donde clavar el filo de su daga, y darle la muerte que creía que merecía.
- Agarwaen, para por favor. Déjalo ya; ha recibido su merecido. Por favor, hazlo por mí.- supliqué con los ojos anegados en lágrimas mientras posaba ambas manos sobre su pecho; no sabía si me escuchaba, ni siquiera sabía si yo correría peligro en su estado; pero lo único que necesitaba era que volviese a ser él, con su pullas, metiéndose conmigo a cada momento. Necesitaba recuperarlo o entonces yo también estaría perdida, de nuevo sin rumbo.
Sus ojos parecían recuperar por segundos la expresión del cazador al que yo amaba, aunque en ese caso en lugar de observar esa mirada segura de sí misma que siempre portaba, era inseguridad lo que podía sentir en ella. Estaba desconcertado, juraría que hasta dolido, y dejando caer el cuchillo en el suelo, fue consciente de todo lo sucedido.
- Todo pasó y solo ha quedado en un susto. Vamos, te llevaré a casa y olvidaremos todo lo sucedido.- susurré acariciando su incipiente barba con mi mano. Tratando de transmitirle la tranquilidad que yo no portaba. Asegurándome de que volvía a estar conmigo en aquel parque y no deambulando perdido por su mente.
Su mirada se desvió al hombre que yacía en el suelo, sujetándose la pierna que no dejaba de sangrar mientras gritaba auxilio por doquier. Cuando Agarwaen se acercó hasta él me temí lo peor, pensé que terminaría lo que había empezado, así que cuando su intención era salvarlo, sentí un profundo alivio. Unas breves y duras palabras fue todo lo que dijo al hacerle un torniquete, salvándole así la vida.
- Agarwaen, no has estropeado nuestro día. Me has salvado la vida una vez más.- sonreí con pesadumbre cogiéndolo por la cintura y pegando nuestros cuerpos mientras nos dirigíamos hacia la salida.- Esto solo ha sido un pequeño punto negro en un día maravilloso a tu lado. Ya verás como un baño caliente te hace sentirte mejor.
Me abracé a él, contenta por haberlo recuperado. Temerosa de que ese episodio maníaco se repitiese de nuevo. Ya no solo por el hecho de que pudiese hacerle daño a alguien inocente, o no tan inocente; sino por la posibilidad de no lograr recuperarlo después, que se quedase encerrado en esa parte de su mente que lo anulaba cuando aquella fuerza extraña se hacía con su cuerpo. Sabía que mi vida no tendría sentido sin él a mi lado, que estaría perdida en un mundo donde lo demás ya no me importaría; tenía que averiguar que era lo que le sucedía y conseguir una cura, una solución, lo que fuese; porque si Agarwaen como tal desaparecía, yo lo haría con él.
Me apartó sin dilación ninguna, como una piedra que te estorba en tu camino; me rompí por dentro al sentir como en ese momento su cariño hacia mí era inexistente, y lo único que guiaba sus pasos era terminar con aquella matanza que no tenía sentido. Cierto que aquellos hombres se habían excedido, cierto que un buen susto les serviría de advertencia, pero ver llorar al pobre infeliz en el suelo mientras suplicaba por su vida, era más que suficiente como para detener la pelea.
Observé como pasaba su cuchillo a la otra mano al tiempo que se acercaba a aquel hombre que poniéndose en pie trataba de huir, consiguiendo sin saberlo que la caza se tornase más divertida. Un salto y un corte certero en la pierna fue todo lo que necesitó Agarwaen para derrotar a aquel hombre que caía de nuevo al suelo entre gritos de dolor y sangre por doquier.
Me acerqué corriendo hasta el cazador, tratando de calmarlo de nuevo, colocándome entre medio de su objetivo, mientras Agarwaen acechaba a su presa, pensando su siguiente movimiento; buscando otro lugar donde clavar el filo de su daga, y darle la muerte que creía que merecía.
- Agarwaen, para por favor. Déjalo ya; ha recibido su merecido. Por favor, hazlo por mí.- supliqué con los ojos anegados en lágrimas mientras posaba ambas manos sobre su pecho; no sabía si me escuchaba, ni siquiera sabía si yo correría peligro en su estado; pero lo único que necesitaba era que volviese a ser él, con su pullas, metiéndose conmigo a cada momento. Necesitaba recuperarlo o entonces yo también estaría perdida, de nuevo sin rumbo.
Sus ojos parecían recuperar por segundos la expresión del cazador al que yo amaba, aunque en ese caso en lugar de observar esa mirada segura de sí misma que siempre portaba, era inseguridad lo que podía sentir en ella. Estaba desconcertado, juraría que hasta dolido, y dejando caer el cuchillo en el suelo, fue consciente de todo lo sucedido.
- Todo pasó y solo ha quedado en un susto. Vamos, te llevaré a casa y olvidaremos todo lo sucedido.- susurré acariciando su incipiente barba con mi mano. Tratando de transmitirle la tranquilidad que yo no portaba. Asegurándome de que volvía a estar conmigo en aquel parque y no deambulando perdido por su mente.
Su mirada se desvió al hombre que yacía en el suelo, sujetándose la pierna que no dejaba de sangrar mientras gritaba auxilio por doquier. Cuando Agarwaen se acercó hasta él me temí lo peor, pensé que terminaría lo que había empezado, así que cuando su intención era salvarlo, sentí un profundo alivio. Unas breves y duras palabras fue todo lo que dijo al hacerle un torniquete, salvándole así la vida.
- Agarwaen, no has estropeado nuestro día. Me has salvado la vida una vez más.- sonreí con pesadumbre cogiéndolo por la cintura y pegando nuestros cuerpos mientras nos dirigíamos hacia la salida.- Esto solo ha sido un pequeño punto negro en un día maravilloso a tu lado. Ya verás como un baño caliente te hace sentirte mejor.
Me abracé a él, contenta por haberlo recuperado. Temerosa de que ese episodio maníaco se repitiese de nuevo. Ya no solo por el hecho de que pudiese hacerle daño a alguien inocente, o no tan inocente; sino por la posibilidad de no lograr recuperarlo después, que se quedase encerrado en esa parte de su mente que lo anulaba cuando aquella fuerza extraña se hacía con su cuerpo. Sabía que mi vida no tendría sentido sin él a mi lado, que estaría perdida en un mundo donde lo demás ya no me importaría; tenía que averiguar que era lo que le sucedía y conseguir una cura, una solución, lo que fuese; porque si Agarwaen como tal desaparecía, yo lo haría con él.
Kaia Andersen- Cazador Clase Media
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