Tis Pity She's a Whore (Matthew Lowell)

Con la precisión que me satisface, ahí estaba el carruaje esperándome. Miré al cochero un instante y sonreí por la suerte que tienen algunos humanos, este hombre estaba bajo mi protección y por ende, tendría una vida larga, hasta que yo lo desee. Caminé como sino notara su presencia, hasta que me abrió la puerta y lo sorprendí mirando a su señora de forma inapropiada. La mirada de aquel pobre humano no sabía dónde esconderse y por supuesto vino un cumplido cordial que intentaba remendar aquel incidente. Como estaba de buen humor, pues lo acepté sin reproche y subí al coche.

Al llegar al teatro aspiré profundamente ¡Oh! Mon Dieu, la élite mortal de regiones cercanas llegaban y las mezclas de sus aromas inundaban el aire. Pronto, el cochero abrió la puerta y me ayudó a bajar. Esta noche habría una degustación variada y eso hacía que se me hiciera agua la boca. Los humanos se pavoneaban como pavo reales en la entrada, creyéndose de lo más exclusivos por haber recibido aquella mortal invitación.

Ya estaba ansiosa por saber quiénes serían los protagonistas de la obra de hoy ¿Cuántos de estos mortales se unirían a nosotros en un juicio injusto y por ello les tocaría parte de la condena? La intriga deliciosa, me asediaba y esta sensación era la que me hacía regresar al teatro de los vampiros. Al notar mi presencia, los “acomodadores” se apresuraron a pasarme al lobby VIP donde reunían a los vampiros para intercambiar algunas impresiones.

Conversé con unos cuantos conocidos que solían frecuentar estos espectáculos, quienes me aseguraron que había elegido una buena noche para asistir, pues se habían invitado a nuevos inmortales que recién llegaban a París desde lejanas regiones. Asimismo, la sangre de marqueses era lo que nos deleitaría entre los asistentes mortales. De verdad, que los marqueses siempre me habían dado risa en su categoría nobiliaria, pues muchos eran señores feudales que trataban por todos los medios de encajar en la alta sociedad, sin resultados demasiado destacables.

El timbre sonó y sabíamos que aquello anunciaba el primer llamado para que nos dirigiéramos a nuestros respectivos asientos. Entre pequeñas risas, me dirigí con mis conocidos hacia el asiento que me correspondía. De reojo observé a un caballero que no me resultaba familiar, pero lo dejé pasar al imaginar que se trataba de algún noble mortal que había tomado la decisión errónea de venir a este teatro.

Me acomodé en mi asiento, a la espera del inicio. Entonces, aquel hombre volvió aparecer, esta vez para sentarse en las cercanías. Solo dijo una diminuta frase, con ello supe que no era parisino y su aura me indicó que estaba errada, no era un simple mortal noble, era uno de nosotros… seguro de aquellos nuevos invitados.