Brisa de noche - libre

por **William MacLoughlin** Mar Sep 06, 2016 11:24 am

Estaba caminando por las bien iluminadas como anchas de Paris, en una noche que podía ser una promesa para mí, como una venida de mala suerte. Ya que había varios grupos de personas entre sí, pero pocas o ninguna que estuvieran a solas y precisamente, buscaba a gente que estuviera en esa condición. Porque era bien sabido que no me gustaba demasiado convivir con grupos nutridos de personas.

Vestía con una camiseta de tirantes -que era una talla más grande que la mía propia-, de un color azul marino, unos pantalones grises y unos zapatos negros. El frescor de la brisa parecía acariciar las partes de mi cuerpo que no ocultaba la ropa, como los brazos y las piernas, era como las caricias de una amante a su amado. Un tanto muy agradable y que me ponía el cabello de punta, como si fuera un terror primario al estar de esa manera. Pero daba igual, ya que el viento no podía hacerme nada malo ni retenerme como podría hacerlo una mujer posesiva y ni a mí me iban ese tipo de relaciones -y que nunca tuve ninguna seria-.

El tumulto no era un problema en aquélla zona, o al menos, a ésa hora y aquí estaba. Pasaba de una calle a otra como podía y en varios tramos seguía recto, para luego volver a cambiar de lado. Estaba un tanto nervioso, ya que hacía noches que no salía a deambular. Me sentía como un pez fuera del agua o en un estanque de tiburones al acecho.

Con pasos rápidos, decidí quedarme en la misma acera de la calle para, no llamar tanto la atención de las parejas, grupos o familias que por allí pululaban. Parecía alguien que estaba loco o que se aburría y no paraba de moverse para pasar el tiempo o algo por el estilo.

Respiré hondo tres o cuatro veces para intentar serenarme, que no diera las pintas de estar nervioso ante la primera salida desde hace meses y el verano había que aprovecharlo. Más adelante, se escuchaba una voz femenina, con la compañía de instrumentos y sonidos que no lograba identificar, pues parecía un género de música muy distinto a los que comúnmente frecuentaba escuchar. Sólo sabía que aquélla voz no me gustaba y me acerqué más hacia la fuente donde sonaba para terminar de averiguar de quién era aquélla voz. Era demasiada mi curiosidad y mucho mi aburrimiento.