AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Free Like The Sea ~ Privado
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Free Like The Sea ~ Privado
Por fin había terminado la larga jornada de trabajo, por fin ya era libre para ir a casa y poder tumbarme en el sofá con mis “pequeños” de la casa, aunque uno de ellos no era precisamente pequeño… mí pastora Belga, Nabudis, era de todo menos pequeña. Pero era preciosa, pera negra como la que tenía Naitiri y estaba enorme… era tan alta que solo le hacía falta ponerse de pie para poder llegar a mí rostro y darme unos buenos lametones, a modo de saludo, cada vez que iba a casa.
Necesitaba descansar, llevaba unos días bastante ajetreados y los nuevos cambios que había tenido con uno de los clientes había modificado por completo la semana, pero ahora debía de acostumbrarme porque mientras la Madam estuviera conforme con ello yo no podía hacer nada. Decidí por darme allí el baño caliente y ponerme algo de ropa antes de salir, siempre solía tener ropa para cuando terminaba mí trabajo y me apeteciera cambiarme allí, como lo iba a hacer ahora. El agua caliente relajó y calentó cada uno de mis músculos, suspiré por completo relajada y dejé que esta relajara también mí cuerpo.
Ni siquiera sé cuanto tiempo estuve así, quizá veinte minutos, quizá media hora… lo que sí supe es que el agua estaba ya algo más templada y mis dedos habían adquirido esa particular rugosidad cuando estaban mucho tiempo en contacto con el agua. Decidí que ya era suficiente y salí para envolverme con un albornoz, sequé mí cuerpo y cogí uno de los vestidos que tenía por allí para ir a casa. Este era negro con adornos en azul del mismo color que mis ojos, el vestido hacía un bonito contraste entre mí tono de piel y el color rojizo de mí pelo. Me miré al espejo antes de salir y finalmente abandoné aquel lugar, despidiéndome de la Madam.
Aún me quedaba un paseo hasta llegar a casa, y la verdad, no tenía muchas ganas de encerrarme todavía… me pasaba casi todo el día encerrada en el burdel y quería sentirme, aunque fuera por unos momentos, libre. Así que me dirigí donde siempre iba cada vez que me sentía algo agobiada y estresada, como si estuviera metida dentro de una caja y no pudiera salir, y ese lugar era el Puerto. Me gustaba sentarme al final de este, en uno de los muelles, sintiendo la suave brisa rozar mí rostro, el olor del mar que me inspiraba tanta calma y me daba esa sensación de libertad… me gustaba contemplar el horizonte e imaginarme que alguna vez surcaría sus mares… pero era realista y era algo que no podría hacer.
Suspiré contemplando aquella luna, tan grande y hermosa, que iluminaba con su luz y bañaba todo con su luz nacarada, dándole un aspecto mucho más etéreo… como si no fuera de este mundo. Miré al cielo y contemplé las estrellas que, desde donde estaba, se podían ver con total nitidez y me dejé embargar por el momento sin sentir pesar alguno, la noción del tiempo o siquiera quién era… tan solo estaban las estrellas, la luna y el sonido del mar de fondo arrullando todo. Era uno de mis lugares preferidos de la ciudad, se podía respirar tan calma, tal tranquilidad que era lo que andaba buscando en aquella noche.
Tirité un poco y me di calor con mis manos pasándolos por mis brazos, no había traído nada de abrigo y aunque por el día se podía notar el calor de la propia estación las noches, por el contrario, eran algo más gélidas, y la brisa del mar no acompañaba para nada. Me mordí el labio, debía de haber cogido algo pero igualmente no pensaba moverme de allí y de donde estaba, aguantaría un poco más, disfrutaría de la vista y luego me iría a casa.
-Qué vista más hermosa –murmuré más para mí misma que para otra cosa, pensando realmente que estaba a solas sin darme cuenta de que había alguien cerca de mí, que conforme estaba mirando al cielo y al horizonte de aquella forma no me había percatado de la presencia.
Necesitaba descansar, llevaba unos días bastante ajetreados y los nuevos cambios que había tenido con uno de los clientes había modificado por completo la semana, pero ahora debía de acostumbrarme porque mientras la Madam estuviera conforme con ello yo no podía hacer nada. Decidí por darme allí el baño caliente y ponerme algo de ropa antes de salir, siempre solía tener ropa para cuando terminaba mí trabajo y me apeteciera cambiarme allí, como lo iba a hacer ahora. El agua caliente relajó y calentó cada uno de mis músculos, suspiré por completo relajada y dejé que esta relajara también mí cuerpo.
Ni siquiera sé cuanto tiempo estuve así, quizá veinte minutos, quizá media hora… lo que sí supe es que el agua estaba ya algo más templada y mis dedos habían adquirido esa particular rugosidad cuando estaban mucho tiempo en contacto con el agua. Decidí que ya era suficiente y salí para envolverme con un albornoz, sequé mí cuerpo y cogí uno de los vestidos que tenía por allí para ir a casa. Este era negro con adornos en azul del mismo color que mis ojos, el vestido hacía un bonito contraste entre mí tono de piel y el color rojizo de mí pelo. Me miré al espejo antes de salir y finalmente abandoné aquel lugar, despidiéndome de la Madam.
Aún me quedaba un paseo hasta llegar a casa, y la verdad, no tenía muchas ganas de encerrarme todavía… me pasaba casi todo el día encerrada en el burdel y quería sentirme, aunque fuera por unos momentos, libre. Así que me dirigí donde siempre iba cada vez que me sentía algo agobiada y estresada, como si estuviera metida dentro de una caja y no pudiera salir, y ese lugar era el Puerto. Me gustaba sentarme al final de este, en uno de los muelles, sintiendo la suave brisa rozar mí rostro, el olor del mar que me inspiraba tanta calma y me daba esa sensación de libertad… me gustaba contemplar el horizonte e imaginarme que alguna vez surcaría sus mares… pero era realista y era algo que no podría hacer.
Suspiré contemplando aquella luna, tan grande y hermosa, que iluminaba con su luz y bañaba todo con su luz nacarada, dándole un aspecto mucho más etéreo… como si no fuera de este mundo. Miré al cielo y contemplé las estrellas que, desde donde estaba, se podían ver con total nitidez y me dejé embargar por el momento sin sentir pesar alguno, la noción del tiempo o siquiera quién era… tan solo estaban las estrellas, la luna y el sonido del mar de fondo arrullando todo. Era uno de mis lugares preferidos de la ciudad, se podía respirar tan calma, tal tranquilidad que era lo que andaba buscando en aquella noche.
Tirité un poco y me di calor con mis manos pasándolos por mis brazos, no había traído nada de abrigo y aunque por el día se podía notar el calor de la propia estación las noches, por el contrario, eran algo más gélidas, y la brisa del mar no acompañaba para nada. Me mordí el labio, debía de haber cogido algo pero igualmente no pensaba moverme de allí y de donde estaba, aguantaría un poco más, disfrutaría de la vista y luego me iría a casa.
-Qué vista más hermosa –murmuré más para mí misma que para otra cosa, pensando realmente que estaba a solas sin darme cuenta de que había alguien cerca de mí, que conforme estaba mirando al cielo y al horizonte de aquella forma no me había percatado de la presencia.
Valenka N. Dragomir- Hechicero Clase Alta
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Re: Free Like The Sea ~ Privado
Llevaba casi toda la noche reparando la eslora del barco, centrándome en la zona de babor, que había quedado ligeramente dañada por el viaje, por las rocas que sorteamos cuando aquel temporal nos cogió y el canto de las sirenas arreciaba hacia ellas condenarnos a la muerte.
Sin duda reforzarla nos vendría muy bien para el retorno, ese largo viaje hacia nuestra amada Grecia, que esperaba se produjera pronto.
El sudor resbalaba por mi rostro pese al frio de la noche y la brisa del mar que acariciaba mi rostro con cada movimiento del viento.
Demasiadas horas llevaba trabajando, el cansancio comenzaba a hacer mella en mi, así que me adentre en el interior del barco para coger de mi camarote una buena botella de ron, y con esta, salí al muelle dispuesto a tomar un breve descanso antes de terminar el trabajo propuesto.
Gatto no había vuelto aquella noche y Zorro dormía plácidamente en el interior, así que la soledad y esa viva luna llena eran mi única compañía, aunque a decir verdad lo prefería.
De estar despierto Zorro no hubiera parado de tocar, no solo los maderos y todo los útiles para la reparación, si no también me hubiera tocado las narices con sus mordaces comentarios y lo que el creería era la mejor forma de reparar un barco del que no tenia ni idea.
Gatto por ende hubiera estado husmeando dando saltitos a mi alrededor, observando por encima de mi hombro en silencio, la verdad no se cual de los dos me podía poner mas nerviosos.
No tarde en vislumbrar a una dama de cabellos rojos, que a simple vista se me antojaba una hija del dios que daba razón a mi nombre.
Sus cabellos ondeaban al viento ,sentada en el muelle mientras sus ojos se perdían en la inmensidad del mar con cierta añoranza.
Tan ensimismada estaba con el paisaje, abrigándose con las manos aunque temblaba muerta de frio que no se percato de mi cercanía hasta que mis gruesas pieles cayeron en forma ce capa sobre sus hombros.
-Esto te calentará -asegure botella de ron en mano mientras aun en pie admiraba su belleza.
-No tienes cola -apunté divertido -por un momento creí que eras una sirena.
Me deje caer a su lado, admirando en silencio el mismo paisaje que ella, entendiendo lo que veia en ese mar azulado que reflejaba a la dama blanca dotándola de un esplendor de belleza inimaginable.
-¿Quieres? -pregunté mostrando le la botella de ron antes de llevarla a mis labios para darle un profundo trago.
Sin duda reforzarla nos vendría muy bien para el retorno, ese largo viaje hacia nuestra amada Grecia, que esperaba se produjera pronto.
El sudor resbalaba por mi rostro pese al frio de la noche y la brisa del mar que acariciaba mi rostro con cada movimiento del viento.
Demasiadas horas llevaba trabajando, el cansancio comenzaba a hacer mella en mi, así que me adentre en el interior del barco para coger de mi camarote una buena botella de ron, y con esta, salí al muelle dispuesto a tomar un breve descanso antes de terminar el trabajo propuesto.
Gatto no había vuelto aquella noche y Zorro dormía plácidamente en el interior, así que la soledad y esa viva luna llena eran mi única compañía, aunque a decir verdad lo prefería.
De estar despierto Zorro no hubiera parado de tocar, no solo los maderos y todo los útiles para la reparación, si no también me hubiera tocado las narices con sus mordaces comentarios y lo que el creería era la mejor forma de reparar un barco del que no tenia ni idea.
Gatto por ende hubiera estado husmeando dando saltitos a mi alrededor, observando por encima de mi hombro en silencio, la verdad no se cual de los dos me podía poner mas nerviosos.
No tarde en vislumbrar a una dama de cabellos rojos, que a simple vista se me antojaba una hija del dios que daba razón a mi nombre.
Sus cabellos ondeaban al viento ,sentada en el muelle mientras sus ojos se perdían en la inmensidad del mar con cierta añoranza.
Tan ensimismada estaba con el paisaje, abrigándose con las manos aunque temblaba muerta de frio que no se percato de mi cercanía hasta que mis gruesas pieles cayeron en forma ce capa sobre sus hombros.
-Esto te calentará -asegure botella de ron en mano mientras aun en pie admiraba su belleza.
-No tienes cola -apunté divertido -por un momento creí que eras una sirena.
Me deje caer a su lado, admirando en silencio el mismo paisaje que ella, entendiendo lo que veia en ese mar azulado que reflejaba a la dama blanca dotándola de un esplendor de belleza inimaginable.
-¿Quieres? -pregunté mostrando le la botella de ron antes de llevarla a mis labios para darle un profundo trago.
Poseidón- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 25/08/2016
Localización : Puerto de París
Re: Free Like The Sea ~ Privado
No sabía cuánto tiempo llevaba ahí sentada contemplando el mar, la luna y las estrellas…era una vista muy hermosa que me traía mucha calma. Aquella noche el cielo estaba completamente despejado, la luna brillaba en todo en su esplendor como si quisiera alumbrar con su luz todo el lugar, y las estrellas le estuvieran haciendo compañía. La luna estaba en pleno apogeo y era noche de luna llena, brillando con fuerza entre toda aquella oscuridad. Suspiré pasando mis manos por mis brazos, apenas había cogido algo de abrigo aquella noche y no se me había ocurrido coger uno que tenía en el burdel pensando que iría directa a casa… pero cuando necesitaba un remanso de paz, siempre acudía al mismo lugar.
Tan ensimismada estaba en mis pensamientos y en aquel bello paisaje que se extendía a mí vista que ni siquiera me di cuenta de que había alguien detrás de mí, ni siquiera lo oí cómo se acercaba y solamente me di cuenta cuando sentí que algo grueso, y muy cálido, era posado sobre mis hombros. Di un leve respingo al sentir aquel peso y aquel calor y levanté mí vista para encontrarme con un joven parado delante de mí, que era quien me había tendido aquel abrigo que ya comenzaba a calentarme.
Era bastante alto y por su rostro podía asegurar que era también joven, quizás tendría unos dos o tres años más que yo, quizás alguno más, pero no era muy mayor. Su pelo rubio lo llevaba medio recogido hacia atrás, sus ojos de un… azul verdoso me miraban desde su altura y pude notar que me recorrían entera, su comentario me hizo mirar al final de mí visto y luego alzar la vista hacia él con una sonrisa, refugiándome en su abrigo para entrar en calor.
-Gracias por el abrigo –le comenté poniéndomelo bien- Y, ¿quién te dice que no soy una Sirena pero al subir a la superficie he cambiado mí cola por unas piernas humanas y me he puesto este vestido? –comenté con tono jocoso divertida porque me había resultado gracioso el comentario. Seguí mirando hacia delante como estaba haciendo y como él ahora hacía y lo miré, de nuevo, cuando me ofreció aquella botella para beber- No suelo beber pero… creo que haré la excepción por esta vez –cogí la botella y le di un ligero trago que, para mí, era más que suficiente. Sentía como el alcohol bajaba por mí cuerpo y lo iba calentando a su paso, hice una ligera mueca y luego vi el trago mucho más grande que el mío, que le dio él y reí entre dientes- Parece que sabes beber –lo miré unos segundos y, ya que íbamos a compartir al menos aquel tiempo, decidí presentarme- Me llamo Alessia, por cierto –ladeé un poco mí cabeza y lo observé de perfil- No eres de por aquí, ¿verdad? No posees las mismas facciones que suelen tener los parisinos –y sabía bien de lo que hablaba, por mí trabajo había conocido a mucha gente y las facciones marcadas de su rostro me decían que no era de aquel lugar, además, el acento que tenía al hablar también era otra de las cosas que lo delataba- Ni tampoco tienes ese deje que tenemos nosotros cuando hablamos –reí de nuevo y volví a mirar hacia el mar, sintiendo que ya comenzaba a entrar en calor.
Tan ensimismada estaba en mis pensamientos y en aquel bello paisaje que se extendía a mí vista que ni siquiera me di cuenta de que había alguien detrás de mí, ni siquiera lo oí cómo se acercaba y solamente me di cuenta cuando sentí que algo grueso, y muy cálido, era posado sobre mis hombros. Di un leve respingo al sentir aquel peso y aquel calor y levanté mí vista para encontrarme con un joven parado delante de mí, que era quien me había tendido aquel abrigo que ya comenzaba a calentarme.
Era bastante alto y por su rostro podía asegurar que era también joven, quizás tendría unos dos o tres años más que yo, quizás alguno más, pero no era muy mayor. Su pelo rubio lo llevaba medio recogido hacia atrás, sus ojos de un… azul verdoso me miraban desde su altura y pude notar que me recorrían entera, su comentario me hizo mirar al final de mí visto y luego alzar la vista hacia él con una sonrisa, refugiándome en su abrigo para entrar en calor.
-Gracias por el abrigo –le comenté poniéndomelo bien- Y, ¿quién te dice que no soy una Sirena pero al subir a la superficie he cambiado mí cola por unas piernas humanas y me he puesto este vestido? –comenté con tono jocoso divertida porque me había resultado gracioso el comentario. Seguí mirando hacia delante como estaba haciendo y como él ahora hacía y lo miré, de nuevo, cuando me ofreció aquella botella para beber- No suelo beber pero… creo que haré la excepción por esta vez –cogí la botella y le di un ligero trago que, para mí, era más que suficiente. Sentía como el alcohol bajaba por mí cuerpo y lo iba calentando a su paso, hice una ligera mueca y luego vi el trago mucho más grande que el mío, que le dio él y reí entre dientes- Parece que sabes beber –lo miré unos segundos y, ya que íbamos a compartir al menos aquel tiempo, decidí presentarme- Me llamo Alessia, por cierto –ladeé un poco mí cabeza y lo observé de perfil- No eres de por aquí, ¿verdad? No posees las mismas facciones que suelen tener los parisinos –y sabía bien de lo que hablaba, por mí trabajo había conocido a mucha gente y las facciones marcadas de su rostro me decían que no era de aquel lugar, además, el acento que tenía al hablar también era otra de las cosas que lo delataba- Ni tampoco tienes ese deje que tenemos nosotros cuando hablamos –reí de nuevo y volví a mirar hacia el mar, sintiendo que ya comenzaba a entrar en calor.
Valenka N. Dragomir- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/04/2016
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Re: Free Like The Sea ~ Privado
Contemplé su rostro sonriendo de medio lado cuando confeso ser una sirena, una de esas que surcan los mares, y sin duda por belleza podía serlo.
Una de esas que con su embriagadora voz y con su rostro angelical llevaba a capitanes como yo a la desgracia mas absoluta, a colisionar el barco contra los arrecifes, contra las rocas hasta quedar anegados a la nada.
Sus labios tomaron la botella mientras yo imaginaba con el mismo símil a cuantos hombres había vuelto locos con esa cara, esos ojos que se hundían en mi rostro ahora que yo era el que acallaba mis pensamientos buscando el culo de esa botella que aun no se acababa.
-Una sirena sin duda -respondí relamiendo mis labios bañados en alcohol -una que helada contempla la inmensidad de su reino junto a un pobre necio humano.
Le tendí de nuevo la botella, aunque por su gesto algo me decía que de beber mucho mas, pronto quedaría a merced de la tambaleante marea que guiaría aturdidos sus pasos.
-No bebáis demasiado o tendré que llevaros a casa -bromeé contemplándola de nuevo, perdiéndome en la inmensidad de sus orbes color mar.
-Mi nombre es Poseidon, y según eso, soy vuestro dueño y señor -bromeé volviendo a tomar la botella para hacer una pausa dejando que el ron entrara lentamente por mi garganta. Era una mujer sensual, cada uno de sus movimientos, cada curva de su cuerpo ardía como el mismo ron que calentaba mi cuerpo como ella mis ganas.
-Tenéis razón, soy extranjero, apenas llevo aquí unos días, y en cuanto encontramos lo que buscamos partiremos hacia tierras extrañas.
Por ende vos si parecéis natal de París, aunque no vestís como esas mujeres excesivamente engalanadas, ademas vuestro cabello suelto os da ese aspecto salvaje que ellas jamas adquieren y que las hace aburridas para compartir un amanecer, imagínate ya en la cama -bromeé entre risas antes de dar un nuevo trago de la botella.
-¿que secretos oculta París Arisley? Vos debéis conocer cada recoveco de esta ciudad, quizás podáis enseñarme un lugar donde poder divertirnos.
Mis días pasan lentos, mas allá de los preparativos del viaje y de las reparaciones innumerables del barco.
Quizás vos podríais hacer mi estancia mas-- hice una pausa tratando de ver como decir lo que ambos sabíamos que insinuaba arrastrando cada una de mis palabras -agradable -añadí poco después.
Una de esas que con su embriagadora voz y con su rostro angelical llevaba a capitanes como yo a la desgracia mas absoluta, a colisionar el barco contra los arrecifes, contra las rocas hasta quedar anegados a la nada.
Sus labios tomaron la botella mientras yo imaginaba con el mismo símil a cuantos hombres había vuelto locos con esa cara, esos ojos que se hundían en mi rostro ahora que yo era el que acallaba mis pensamientos buscando el culo de esa botella que aun no se acababa.
-Una sirena sin duda -respondí relamiendo mis labios bañados en alcohol -una que helada contempla la inmensidad de su reino junto a un pobre necio humano.
Le tendí de nuevo la botella, aunque por su gesto algo me decía que de beber mucho mas, pronto quedaría a merced de la tambaleante marea que guiaría aturdidos sus pasos.
-No bebáis demasiado o tendré que llevaros a casa -bromeé contemplándola de nuevo, perdiéndome en la inmensidad de sus orbes color mar.
-Mi nombre es Poseidon, y según eso, soy vuestro dueño y señor -bromeé volviendo a tomar la botella para hacer una pausa dejando que el ron entrara lentamente por mi garganta. Era una mujer sensual, cada uno de sus movimientos, cada curva de su cuerpo ardía como el mismo ron que calentaba mi cuerpo como ella mis ganas.
-Tenéis razón, soy extranjero, apenas llevo aquí unos días, y en cuanto encontramos lo que buscamos partiremos hacia tierras extrañas.
Por ende vos si parecéis natal de París, aunque no vestís como esas mujeres excesivamente engalanadas, ademas vuestro cabello suelto os da ese aspecto salvaje que ellas jamas adquieren y que las hace aburridas para compartir un amanecer, imagínate ya en la cama -bromeé entre risas antes de dar un nuevo trago de la botella.
-¿que secretos oculta París Arisley? Vos debéis conocer cada recoveco de esta ciudad, quizás podáis enseñarme un lugar donde poder divertirnos.
Mis días pasan lentos, mas allá de los preparativos del viaje y de las reparaciones innumerables del barco.
Quizás vos podríais hacer mi estancia mas-- hice una pausa tratando de ver como decir lo que ambos sabíamos que insinuaba arrastrando cada una de mis palabras -agradable -añadí poco después.
Poseidón- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 25/08/2016
Localización : Puerto de París
Re: Free Like The Sea ~ Privado
Comenzaba a sentir como el abrigo que él me había dejado hacía su función y mí cuerpo se iba calentando, podía notar como mis brazos cogían calor mientras balanceaba las piernas que colgaban por el borde de aquel muelle, sintiendo su cercanía sentado a mí lado y mientras lo oía beber de aquella botella que llevaba en la mano. Reí entre dientes cuando me siguió el juego de que era una sirena que había escapado de su mundo acuático y se había atrevido a adentrarse en el mundo de los humanos, haciéndose pasar por una más de ellos. Lo miré de reojo cuando dijo aquello y vi la sonrisa que traía en el rostro, mientras seguía balanceando mis piernas.
-Rara vez tenemos una vista tan hermosa como esta, para ello debemos de arriesgarnos y salir a la superficie… corriendo el peligro de que un pobre necio humano, como podrías ser tú, descubriera nuestro secreto y fuera peligroso para nosotras. Las vistas desde aquí son preciosas, merece la pena arriesgarse y pasar un poco de frío con tal de contemplarlas –lo primero lo había dicho con tono jocoso, con una sonrisa en mis labios siguiendo la broma que él mismo había empezado. Lo segundo lo dije de forma sincera, porque era lo que realmente pensaba y prueba de ello era que, con el frío que hacía y lo helada que me había sentido, no me había movido de aquel lugar.
Cuando me volvió a ofrecer la botella la miré durante unos segundos y finalmente terminé por rechazar aquel trago, no era mucho de beber y no era algo que me gustase hacer. El vino era lo que más me gustaba, pero el ron no entraba dentro de mis gustos y estaba convencida de que no necesitaba ayuda para acabarse la botella. Reí negando con la cabeza ante sus palabras, eso sin duda alguna sería un problema porque él no sabía dónde vivía y a saber qué cosas podría decir si me emborrachaba… o qué no podría decir, como por ejemplo, dónde vivía. Sentía sus ojos fijos en los míos cuando me habló y yo hice lo mismo que él, durante unos segundos, para luego desviar mí vista al mar.
-¿Te llamas de verdad Poseidón? –pregunté con una sonrisa volviendo mí vista a él, me tuve que reír echando un poco mí cabeza hacia atrás cuando dijo que, por eso, sería mí dueño y señor y no pude evitarlo… me reí con fuerza ante ello. No dudaba que se llamara así, ¿por qué no debería de llamarse de esa forma? Simplemente había sido demasiada casualidad- En todo caso, seríais mí padre puesto que las sirenas somos hijas de Poseidón –respondí cuando acabé por reírme- Y no creo que quieras hacer nada con una de tus hijas, ¿no es así? –Negué con la cabeza y luego lo miré durante unos segundos- Y ¿de dónde eres, Poseidón? Aparte de vivir en un reino submarino… ¿no me estarás siguiendo, verdad? Odio que me sigan –fruncí un poco el ceño, como si realmente los dos fuéramos de otro mundo y terminé por sonreírle para darle a entender que era broma- Soy una mujer sencilla que prefiere las cosas sencillas, Poseidón, no me gusta ser o parecerme a los demás –me encogí de hombros, era cierto que había visto a pocas personas con mí mismo color de pelo, pero tampoco dije nada al respecto pero me reí ante el comentario de la cama… bueno, de eso sabía un rato- Entonces no os quedaréis mucho tiempo, ¿verdad? Podría enseñaros algunos sitios muy bonitos de la ciudad, si por algo destaca París es por su amplia variedad en cuanto a hacer cosas y donde uno puede divertirse –y por supuesto no iba a mencionar nada de burdeles, miré de nuevo al mar durante unos segundos y acerqué mis piernas a mis pechos, rodeando estos con mis brazos- París guarda muchos secretos escondidos, pero si quieres te los puedo mostrar… si tienes tiempo, claro. –Lo miré de reojo sin decir nada a su último comentario, sabía a lo que se estaba refiriendo pero preferí no comentar nada al respecto, tan sólo me reí entre dientes y seguí contemplando el mar.
OFF: En el otro post puse que se presentaba como Alessia, porque ella nunca dice su nombre verdadero a nadie. Es el que siempre utiliza, de hecho, Alessia es su segundo nombre. Solo para que lo tengas en cuenta ^^
-Rara vez tenemos una vista tan hermosa como esta, para ello debemos de arriesgarnos y salir a la superficie… corriendo el peligro de que un pobre necio humano, como podrías ser tú, descubriera nuestro secreto y fuera peligroso para nosotras. Las vistas desde aquí son preciosas, merece la pena arriesgarse y pasar un poco de frío con tal de contemplarlas –lo primero lo había dicho con tono jocoso, con una sonrisa en mis labios siguiendo la broma que él mismo había empezado. Lo segundo lo dije de forma sincera, porque era lo que realmente pensaba y prueba de ello era que, con el frío que hacía y lo helada que me había sentido, no me había movido de aquel lugar.
Cuando me volvió a ofrecer la botella la miré durante unos segundos y finalmente terminé por rechazar aquel trago, no era mucho de beber y no era algo que me gustase hacer. El vino era lo que más me gustaba, pero el ron no entraba dentro de mis gustos y estaba convencida de que no necesitaba ayuda para acabarse la botella. Reí negando con la cabeza ante sus palabras, eso sin duda alguna sería un problema porque él no sabía dónde vivía y a saber qué cosas podría decir si me emborrachaba… o qué no podría decir, como por ejemplo, dónde vivía. Sentía sus ojos fijos en los míos cuando me habló y yo hice lo mismo que él, durante unos segundos, para luego desviar mí vista al mar.
-¿Te llamas de verdad Poseidón? –pregunté con una sonrisa volviendo mí vista a él, me tuve que reír echando un poco mí cabeza hacia atrás cuando dijo que, por eso, sería mí dueño y señor y no pude evitarlo… me reí con fuerza ante ello. No dudaba que se llamara así, ¿por qué no debería de llamarse de esa forma? Simplemente había sido demasiada casualidad- En todo caso, seríais mí padre puesto que las sirenas somos hijas de Poseidón –respondí cuando acabé por reírme- Y no creo que quieras hacer nada con una de tus hijas, ¿no es así? –Negué con la cabeza y luego lo miré durante unos segundos- Y ¿de dónde eres, Poseidón? Aparte de vivir en un reino submarino… ¿no me estarás siguiendo, verdad? Odio que me sigan –fruncí un poco el ceño, como si realmente los dos fuéramos de otro mundo y terminé por sonreírle para darle a entender que era broma- Soy una mujer sencilla que prefiere las cosas sencillas, Poseidón, no me gusta ser o parecerme a los demás –me encogí de hombros, era cierto que había visto a pocas personas con mí mismo color de pelo, pero tampoco dije nada al respecto pero me reí ante el comentario de la cama… bueno, de eso sabía un rato- Entonces no os quedaréis mucho tiempo, ¿verdad? Podría enseñaros algunos sitios muy bonitos de la ciudad, si por algo destaca París es por su amplia variedad en cuanto a hacer cosas y donde uno puede divertirse –y por supuesto no iba a mencionar nada de burdeles, miré de nuevo al mar durante unos segundos y acerqué mis piernas a mis pechos, rodeando estos con mis brazos- París guarda muchos secretos escondidos, pero si quieres te los puedo mostrar… si tienes tiempo, claro. –Lo miré de reojo sin decir nada a su último comentario, sabía a lo que se estaba refiriendo pero preferí no comentar nada al respecto, tan sólo me reí entre dientes y seguí contemplando el mar.
OFF: En el otro post puse que se presentaba como Alessia, porque ella nunca dice su nombre verdadero a nadie. Es el que siempre utiliza, de hecho, Alessia es su segundo nombre. Solo para que lo tengas en cuenta ^^
Valenka N. Dragomir- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/04/2016
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Re: Free Like The Sea ~ Privado
Alessia me siguió la corriente, bromeaba sobre como esa vista no podía tenerla en las profundidades del mar y que por ello emergía de sus saladas aguas cuando los mortales dormían para admirar el horizonte.
Reí divertido frente a la naturalidad con la que aquella pelirroja me hablaba, parecida sacada de las leyendas de mis ancestros.
-¿tienes frio? -pregunté con picarda acercando mas mi cuerpo a el suyo.
La botella de ron quedo rechazada con un sencillo gesto ,así que de nuevo la acerque a mis labios dándole un buen trago que calentó mi interior así como mis ganas de intimar con la dama.
-¿no bebéis para no abalanzaros a mis brazos sirenita? -bromeé divertido volviendo a contemplar aquellos ojos mar -una pena pues entre ellos se acabaría vuestro frio y ademas pasaríais un rato divertido.
Quizás pueda mostraros para que sirven las piernas mi señora, ya que acabáis de estrenarlas dejando atrás la cola.
Sonreí con picardia llevando de nuevo la botella a mi boca para dar un nuevo trago que seguía soltando mi lengua tal y como el fondo de la botella se iba acercando.
-me llamo Poseidon señorita, mi padre era capitán de barco como yo, y Poseidon se le antojó el nombre adecuado para aquel que pronto surcaría los mares esquivando las tormentas.
Reí con ganas frente a las ideas de la dama ¿su padre? Puede que tuviera parte de razón en cuanto a la leyenda, mas por ende si Poseidon era el padre de todas las sirenas ¿como se reproducían entre ellos?
-Mi señora, lo hago para que no llegue su bella raza a la extinción ¿acaso se os ocurre para perpetuarla un humano mejor?
Sonreí de medio lado guiñándole un ojo mientras de nuevo llevaba el vidrio contra mis labios para dar un nuevo trago.
Pronto volvimos a enzarzar nuestras miradas, me sentía a gusto con la dama, es como si en parte fuera verdad aquella absurda trama, la del capitán y la sirena, esa que durante siglos había llenado de cuentos la boca de los marineros.
Acerque mis labios a su oído con suavidad, dejándome embriagar por aquel olor a jabón y a flores.
-No os parecéis a las demás mi señora, pero tampoco me parecéis una dama sencilla, si no tremendamente inusual, desde vuestro pelo rojo hasta vuestra forma de mirar, se me antoja algo peculiar.
Recuperé mi posicion cuando esta pego sus rodillas al pecho, quedando abrazada a ellas y por ende no a mi, lleve m imano a las pieles que resbalaban por sus hombros para recolocarlas con un suave gesto de nuevo.
-¿enséñame la magia de la ciudad, sus secretos y quizás yo algún día pueda enseñarte el mar -añadí siendo ahora yo quien buscaba la inmensidad del horizonte con mis ojos.
Reí divertido frente a la naturalidad con la que aquella pelirroja me hablaba, parecida sacada de las leyendas de mis ancestros.
-¿tienes frio? -pregunté con picarda acercando mas mi cuerpo a el suyo.
La botella de ron quedo rechazada con un sencillo gesto ,así que de nuevo la acerque a mis labios dándole un buen trago que calentó mi interior así como mis ganas de intimar con la dama.
-¿no bebéis para no abalanzaros a mis brazos sirenita? -bromeé divertido volviendo a contemplar aquellos ojos mar -una pena pues entre ellos se acabaría vuestro frio y ademas pasaríais un rato divertido.
Quizás pueda mostraros para que sirven las piernas mi señora, ya que acabáis de estrenarlas dejando atrás la cola.
Sonreí con picardia llevando de nuevo la botella a mi boca para dar un nuevo trago que seguía soltando mi lengua tal y como el fondo de la botella se iba acercando.
-me llamo Poseidon señorita, mi padre era capitán de barco como yo, y Poseidon se le antojó el nombre adecuado para aquel que pronto surcaría los mares esquivando las tormentas.
Reí con ganas frente a las ideas de la dama ¿su padre? Puede que tuviera parte de razón en cuanto a la leyenda, mas por ende si Poseidon era el padre de todas las sirenas ¿como se reproducían entre ellos?
-Mi señora, lo hago para que no llegue su bella raza a la extinción ¿acaso se os ocurre para perpetuarla un humano mejor?
Sonreí de medio lado guiñándole un ojo mientras de nuevo llevaba el vidrio contra mis labios para dar un nuevo trago.
Pronto volvimos a enzarzar nuestras miradas, me sentía a gusto con la dama, es como si en parte fuera verdad aquella absurda trama, la del capitán y la sirena, esa que durante siglos había llenado de cuentos la boca de los marineros.
Acerque mis labios a su oído con suavidad, dejándome embriagar por aquel olor a jabón y a flores.
-No os parecéis a las demás mi señora, pero tampoco me parecéis una dama sencilla, si no tremendamente inusual, desde vuestro pelo rojo hasta vuestra forma de mirar, se me antoja algo peculiar.
Recuperé mi posicion cuando esta pego sus rodillas al pecho, quedando abrazada a ellas y por ende no a mi, lleve m imano a las pieles que resbalaban por sus hombros para recolocarlas con un suave gesto de nuevo.
-¿enséñame la magia de la ciudad, sus secretos y quizás yo algún día pueda enseñarte el mar -añadí siendo ahora yo quien buscaba la inmensidad del horizonte con mis ojos.
Poseidón- Cazador Clase Media
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Re: Free Like The Sea ~ Privado
Aquella noche se estaba tornando algo más amena en cuanto había decidido ir hacia el muelle en vez de a mí casa como solía hacer cada vez que terminaba del burdel. Necesitaba un sitio donde pudiera estar tranquila, alejado de todas las personas que había por la ciudad y donde pudiera respirar aire limpio… por eso siempre acudía a aquel sitio; la brisa marina revolviendo mí pelo, el olor a sal que traía consigo aquella brisa, el mecer de las olas de aquel mar y algunas estrellándose contra las rocas que había en el acantilado que había algo más lejos donde terminaba la playa… todo aquello me traía paz y tranquilidad, algo que necesitaba después de un duro día de trabajo y del cual, con todo el bullicio de la gente, no podría obtener.
Lo que no había previsto ni esperado siquiera es que aquel joven se atreviera a sentarse a mí vera mientras contemplaba el mar, agradecía que me hubiera dejado su abrigo de piel porque sino ahora mismo estaría congelada ya que se me había olvidado llevarme algo para cubrirme, él seguía bebiendo de aquella botella de Ron mientras que yo por el contrario declinaba su oferta cada vez que me ofrecía. Sí, podría ser que entrara en calor con aquella bebida pero realmente no era algo que me gustara demasiado, por lo que no me apetecía beber de ella.
Reí cuando dijo aquello de perpetuar la especie y qué mejor que con aquel humano, sabía quizás lo que aquel joven pretendía pero… bastante tenía que lidiar en el burdel que, sinceramente, cuando salía de él lo último que me apetecía era algo como aquello. Una buena charla, una conversación a la luz de la luna, incluso el silencio eran cosas que me apetecía cuando salía de aquel lugar… cosas que, allí, jamás podría hacer puesto que nadie requería ese tipo de servicios, o al menos, a mí nadie me lo había pedido.
-Está bien, debo reconoceros que si hay que perpetuar la especie el mejor candidato serías tú… ya que llevas el nombre de nuestro querido y amado padre –no sabía por qué, pero me sentía tranquila y divertida con aquello de que yo era una sirena y el tan sólo un simple humano- Así que, por ese motivo vuestro padre os puso ese nombre… sin duda alguna, os pega. Alguien que surca el mar y que encima tiene el nombre de uno de los grandes dioses, y rey además, que lo gobierna a su antojo. Y, por si fuera poco, os habéis topado con una de sus hijas que desobedeciéndolo ha subido a la superficie para mezclarse por unas horas con los humanos y desaparecer un rato… -suspiré tras aquello pero sonreí enseguida, al haber mezclado ficción y realidad- Si fuera una sirena subiría al mundo de los humanos para mezclarme entre ellos –le miré por el rabillo del ojo con una sonrisa para luego mirar al mar. Su aliento lo sentí muy cerca de mí cuando me susurró aquello y un escalofrío me recorrió el cuerpo, para luego mirarlo- No soy una joven sencilla, Poseidón, pero sí podría mostrarte lo que París oculta tras sus calles y su mundo de noche… a no ser, que quieras venir a mí reino submarino a conocer a mi padre –me reí divertida por ello siguiendo con aquella broma que tanto me divertía.
OOF: Siento muchísimo la tardanza, perdón, perdón, perdón! ^^
Lo que no había previsto ni esperado siquiera es que aquel joven se atreviera a sentarse a mí vera mientras contemplaba el mar, agradecía que me hubiera dejado su abrigo de piel porque sino ahora mismo estaría congelada ya que se me había olvidado llevarme algo para cubrirme, él seguía bebiendo de aquella botella de Ron mientras que yo por el contrario declinaba su oferta cada vez que me ofrecía. Sí, podría ser que entrara en calor con aquella bebida pero realmente no era algo que me gustara demasiado, por lo que no me apetecía beber de ella.
Reí cuando dijo aquello de perpetuar la especie y qué mejor que con aquel humano, sabía quizás lo que aquel joven pretendía pero… bastante tenía que lidiar en el burdel que, sinceramente, cuando salía de él lo último que me apetecía era algo como aquello. Una buena charla, una conversación a la luz de la luna, incluso el silencio eran cosas que me apetecía cuando salía de aquel lugar… cosas que, allí, jamás podría hacer puesto que nadie requería ese tipo de servicios, o al menos, a mí nadie me lo había pedido.
-Está bien, debo reconoceros que si hay que perpetuar la especie el mejor candidato serías tú… ya que llevas el nombre de nuestro querido y amado padre –no sabía por qué, pero me sentía tranquila y divertida con aquello de que yo era una sirena y el tan sólo un simple humano- Así que, por ese motivo vuestro padre os puso ese nombre… sin duda alguna, os pega. Alguien que surca el mar y que encima tiene el nombre de uno de los grandes dioses, y rey además, que lo gobierna a su antojo. Y, por si fuera poco, os habéis topado con una de sus hijas que desobedeciéndolo ha subido a la superficie para mezclarse por unas horas con los humanos y desaparecer un rato… -suspiré tras aquello pero sonreí enseguida, al haber mezclado ficción y realidad- Si fuera una sirena subiría al mundo de los humanos para mezclarme entre ellos –le miré por el rabillo del ojo con una sonrisa para luego mirar al mar. Su aliento lo sentí muy cerca de mí cuando me susurró aquello y un escalofrío me recorrió el cuerpo, para luego mirarlo- No soy una joven sencilla, Poseidón, pero sí podría mostrarte lo que París oculta tras sus calles y su mundo de noche… a no ser, que quieras venir a mí reino submarino a conocer a mi padre –me reí divertida por ello siguiendo con aquella broma que tanto me divertía.
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Valenka N. Dragomir- Hechicero Clase Alta
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Re: Free Like The Sea ~ Privado
Aquel descanso tomado después de largas horas de trabajo en el barco comenzaba a dar sus frutos, pues no solo había dado buena cuenta de la botella de ron que casi vacía portaba en mis manos y que calentaba mi cuerpo, sino que había conocido a la sirena más bella de todo el océano, una joven dama de cabellos rojizos que azuzados por el viento y unos deslumbrantes ojos claros le daban un aspecto angelical. Una azulada mirada que podría guiar mi barco cada noche hasta su cálido puerto con tan solo una bajada de pestañas.
Su risa embriagaba mis sentidos al igual que el dulce tono de su voz; ese que como bien dicen las leyendas de sirenas son capaces de embrujar a inocentes marineros y someterlos a su merced, más si someterme entre sus piernas era lo que aquella dama deseaba de mí esa noche, por el dios que portaba mi nombre que no tendría inconveniente en dejarme hechizar. Di de nuevo un trago al escuchar sus palabras reconociendo que sería un digno perpetuador de su especie al tiempo que una sonrisa picara se dibujaba en mis labios.
-Apuesto lo que queráis, mi señora, que vuestro padre no se molestaría si descubriese que a pesar de haberle desobedecido y subido a la superficie, lo habéis hecho para encontraros con un servidor. Un tenaz capitán de un navío que no teme a tormentas ni tempestades, más que es capaz de perderse en su mirada.- contesté fijando de nuevo la vista en aquel rostro que por todos los dioses se me antojaba perfecto.
Divertido por el hecho de estar manteniendo nuestra conversación dentro de la fantasía, continué aquella ilusión creada por los dos. Leyendas conocedoras por ambos, y que me orillaban a su cuerpo, intrigado por cada una de las palabras que salían de sus suaves labios.
- Mi señora, si vos fueseis una sirena, yo bajaría al mundo de las sirenas para buscarla a vos.- sonreí de nuevo, colocándole tras la oreja un sedoso mechón de su pelo rojizo que movido por el viento bailaba delante de sus preciosos ojos.- Sería un placer conocer con vos los lugares más recónditos de París, aunque me temo que estando en su compañía cualquier lugar al que vayamos se me antojará mágico.
Nuestras cómplices miradas se cruzaron de nuevo en una noche cargada de leyendas compartidas, una noche en el que ambos habíamos encontrado en el puerto una compañía que no esperábamos, pero que sin duda había mejorado nuestra noche.
Su risa embriagaba mis sentidos al igual que el dulce tono de su voz; ese que como bien dicen las leyendas de sirenas son capaces de embrujar a inocentes marineros y someterlos a su merced, más si someterme entre sus piernas era lo que aquella dama deseaba de mí esa noche, por el dios que portaba mi nombre que no tendría inconveniente en dejarme hechizar. Di de nuevo un trago al escuchar sus palabras reconociendo que sería un digno perpetuador de su especie al tiempo que una sonrisa picara se dibujaba en mis labios.
-Apuesto lo que queráis, mi señora, que vuestro padre no se molestaría si descubriese que a pesar de haberle desobedecido y subido a la superficie, lo habéis hecho para encontraros con un servidor. Un tenaz capitán de un navío que no teme a tormentas ni tempestades, más que es capaz de perderse en su mirada.- contesté fijando de nuevo la vista en aquel rostro que por todos los dioses se me antojaba perfecto.
Divertido por el hecho de estar manteniendo nuestra conversación dentro de la fantasía, continué aquella ilusión creada por los dos. Leyendas conocedoras por ambos, y que me orillaban a su cuerpo, intrigado por cada una de las palabras que salían de sus suaves labios.
- Mi señora, si vos fueseis una sirena, yo bajaría al mundo de las sirenas para buscarla a vos.- sonreí de nuevo, colocándole tras la oreja un sedoso mechón de su pelo rojizo que movido por el viento bailaba delante de sus preciosos ojos.- Sería un placer conocer con vos los lugares más recónditos de París, aunque me temo que estando en su compañía cualquier lugar al que vayamos se me antojará mágico.
Nuestras cómplices miradas se cruzaron de nuevo en una noche cargada de leyendas compartidas, una noche en el que ambos habíamos encontrado en el puerto una compañía que no esperábamos, pero que sin duda había mejorado nuestra noche.
Poseidón- Cazador Clase Media
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Re: Free Like The Sea ~ Privado
Me gustaba que todo lo siguiera dejando bajo el mundo de la fantasía, ambos sabíamos que aquello era mentira y que ni yo era sirena, ni mí padre era el dios del mar… pero tenía su gracia que ambos siguiéramos con aquel juego divertido, envolviendo todo en su mágico mundo. Su mirada seguía puesta en la mía y sus palabras sonaban de lo más embaucadoras, por lo que no tuve muy claro quien era realmente la sirena y quién el marinero. Me reí sin poder evitarlo cuando dijo que si yo hubiera subido a la superficie y me hubiera encontrado con él, mí padre no se molestaría… negué con la cabeza divertida por aquello mientras lo miraba.
-Desde luego que vuestro padre acertó al poneros aquel nombre, sin duda alguna. Se os ve que no tenéis miedo por ninguna cosa y que sois bastante atrevido –y sí, aquella última palabra lo había dicho con doble sentido ya que notaba alguna que otra insinuación por su parte, pero realmente aquella noche no quería nada de aquello, simplemente su compañía y recorrer las calles de parís mientras le enseñaba la ciudad, ya había tenido suficiente de que alguien quisiera estar entre mis piernas. Reí, de nuevo, por sus palabras notando que ponía un mechón tras mí oreja que por el viento revoloteaba libre por doquier sobre mí rostro- Entonces deberíais de tener cuidado, mí padre es muy celoso respecto a sus hijas –reí entre dientes- no le gustaría que nadie le robara a ninguna de ellas –seguía su juego entre esos mundos de fantasía, cubriéndome con su abrigo mientras hablábamos- ¿Hace mucho tiempo que estás en París? –pregunté a lo último que dijo intentando saber cuánto llevaba en la ciudad y por que no conocía mucho del lugar- Puedo llevarte a diferentes sitios, dependiendo de lo que quieras hacer.
Miré la botella que ya casi se había terminado el contenido de ella y volví a mirar al mar una última vez, porque dependiendo de lo que me dijera, le llevaría por un sitio o por otro. Lancé un suspiro contemplando el mar que, aquella noche, me habría traído una compañía en la que ambos nos habíamos sumergido en un mar de fantasías y nunca mejor dicho. Lo miré una última vez y pensé en los lugares a los que podría llevarle, era joven como yo, así que le gustaría algún sitio que fuera adecuado para nosotros… y conocía un par.
-París es una ciudad muy bonita que cobra vida por la noche y la gente sale a la calle, pese al frío que se está instalando en la ciudad sigue estando llena de vida. Dime, ¿dónde te apetece ir? O, ¿qué quieres que te enseñe? Dependiendo de tú respuesta podemos ir a un sitio o a otro –me cobijé más bajo el abrigo- Aunque me temo que te he dejado sin abrigo por esta noche, lo siento –le sonreí por ello y esperé a que dijera antes de levantarme y tomar un rumbo que, de momento, no sabía cuál era pero que marcaba nuestra noche sin siquiera saberlo ninguno de los dos.
-Desde luego que vuestro padre acertó al poneros aquel nombre, sin duda alguna. Se os ve que no tenéis miedo por ninguna cosa y que sois bastante atrevido –y sí, aquella última palabra lo había dicho con doble sentido ya que notaba alguna que otra insinuación por su parte, pero realmente aquella noche no quería nada de aquello, simplemente su compañía y recorrer las calles de parís mientras le enseñaba la ciudad, ya había tenido suficiente de que alguien quisiera estar entre mis piernas. Reí, de nuevo, por sus palabras notando que ponía un mechón tras mí oreja que por el viento revoloteaba libre por doquier sobre mí rostro- Entonces deberíais de tener cuidado, mí padre es muy celoso respecto a sus hijas –reí entre dientes- no le gustaría que nadie le robara a ninguna de ellas –seguía su juego entre esos mundos de fantasía, cubriéndome con su abrigo mientras hablábamos- ¿Hace mucho tiempo que estás en París? –pregunté a lo último que dijo intentando saber cuánto llevaba en la ciudad y por que no conocía mucho del lugar- Puedo llevarte a diferentes sitios, dependiendo de lo que quieras hacer.
Miré la botella que ya casi se había terminado el contenido de ella y volví a mirar al mar una última vez, porque dependiendo de lo que me dijera, le llevaría por un sitio o por otro. Lancé un suspiro contemplando el mar que, aquella noche, me habría traído una compañía en la que ambos nos habíamos sumergido en un mar de fantasías y nunca mejor dicho. Lo miré una última vez y pensé en los lugares a los que podría llevarle, era joven como yo, así que le gustaría algún sitio que fuera adecuado para nosotros… y conocía un par.
-París es una ciudad muy bonita que cobra vida por la noche y la gente sale a la calle, pese al frío que se está instalando en la ciudad sigue estando llena de vida. Dime, ¿dónde te apetece ir? O, ¿qué quieres que te enseñe? Dependiendo de tú respuesta podemos ir a un sitio o a otro –me cobijé más bajo el abrigo- Aunque me temo que te he dejado sin abrigo por esta noche, lo siento –le sonreí por ello y esperé a que dijera antes de levantarme y tomar un rumbo que, de momento, no sabía cuál era pero que marcaba nuestra noche sin siquiera saberlo ninguno de los dos.
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Re: Free Like The Sea ~ Privado
Una pícara sonrisa se dibujó en mi rostro cuando mencionó que era un hombre atrevido. No lo sabía bien, y eso que todavía no había empezado a desplegar todo mi arsenal frente a ella. No era cuestión de asustarla nada más conocernos. Todavía quedaba noche por delante, y sin duda más oportunidades de mostrarle cuan de atrevido era.
-Mi señora, no soy un simple ladrón. Soy un valiente capitán. Seguro que vuestro padre estaría encantado de que esta noche me enseñaseis vuestro paraíso bajo el mar, o por ende, en la tierra.- sugerí de nuevo sintiendo su mirada presa de la mía, tratando de que entendiese que no solo las calles de la desconocida París era lo que me interesaba conocer aquella noche. Un cambio de rumbo en nuestra mágica conversación me trajo desde la profundidad del océano hasta el frío suelo donde estábamos sentados.- Llegamos hace poco a París, y he estado preparando mi barco para zarpar cuanto antes. Es por eso que no he tenido ocasión de visitar París.- no éramos hombres de quedarnos mucho tiempo en un sitio, y en cuanto el resto de tripulación hubiese cumplido con su misión, volveríamos a Grecia. -¿Y vos, llevais mucho tiempo aquí?
Bebí lo que quedaba en la botella, observando de soslayo como la mirada de la hermosa dama que me acompañaba se clavaba en el horizonte, perdida entre sus propios pensamientos. Seguí su mirada, contemplando el reflejo de la luna llena sobre la mar en calma. Era una escena digna de dibujar en un lienzo, más acostumbrado al ver esa estampa tantas veces cuando navegábamos, prefería regalar a mis ojos con la visión de la sirena que aquella noche me acompañaba.
-Al no conocer París es complicado decirle donde deseo ir, aunque lo apropiado sería ir algún lugar donde nuestros cuerpos entren en calor.- contesté por fin con una sonrisa provocadora en mis labios. El mejor lugar sin duda para conseguir esto sería acudir a un hostal donde bebernos otra botella, pero algo me decía que mejor empezar solo por la bebida y luego proponer lo del hostal.- Si gusta podemos acudir a alguna taberna o local tranquilo donde poder disfrutar de una copa mientras conversamos.- continué dando un salto para ponerme en pie, tendiéndole una mano a ella para ayudarla a levantarse.- Y no se preocupe por el abrigo, créame cuando le digo que a su lado no me hará falta.
Ella tomó mi mano, y con delicadeza la icé colocándola frente a mí. Tal vez no tuviese cola y por ello no fuese una sirena, pero sin duda su belleza podía compararse con la de éstas. Mantuvimos la mirada en silencio, incapaz de soltar esa mano cálida que ahora se posaba sobre la mía. La magia del momento nos envolvía, y por todos los dioses griegos que no quería volver a la realidad.
-Mi señora, no soy un simple ladrón. Soy un valiente capitán. Seguro que vuestro padre estaría encantado de que esta noche me enseñaseis vuestro paraíso bajo el mar, o por ende, en la tierra.- sugerí de nuevo sintiendo su mirada presa de la mía, tratando de que entendiese que no solo las calles de la desconocida París era lo que me interesaba conocer aquella noche. Un cambio de rumbo en nuestra mágica conversación me trajo desde la profundidad del océano hasta el frío suelo donde estábamos sentados.- Llegamos hace poco a París, y he estado preparando mi barco para zarpar cuanto antes. Es por eso que no he tenido ocasión de visitar París.- no éramos hombres de quedarnos mucho tiempo en un sitio, y en cuanto el resto de tripulación hubiese cumplido con su misión, volveríamos a Grecia. -¿Y vos, llevais mucho tiempo aquí?
Bebí lo que quedaba en la botella, observando de soslayo como la mirada de la hermosa dama que me acompañaba se clavaba en el horizonte, perdida entre sus propios pensamientos. Seguí su mirada, contemplando el reflejo de la luna llena sobre la mar en calma. Era una escena digna de dibujar en un lienzo, más acostumbrado al ver esa estampa tantas veces cuando navegábamos, prefería regalar a mis ojos con la visión de la sirena que aquella noche me acompañaba.
-Al no conocer París es complicado decirle donde deseo ir, aunque lo apropiado sería ir algún lugar donde nuestros cuerpos entren en calor.- contesté por fin con una sonrisa provocadora en mis labios. El mejor lugar sin duda para conseguir esto sería acudir a un hostal donde bebernos otra botella, pero algo me decía que mejor empezar solo por la bebida y luego proponer lo del hostal.- Si gusta podemos acudir a alguna taberna o local tranquilo donde poder disfrutar de una copa mientras conversamos.- continué dando un salto para ponerme en pie, tendiéndole una mano a ella para ayudarla a levantarse.- Y no se preocupe por el abrigo, créame cuando le digo que a su lado no me hará falta.
Ella tomó mi mano, y con delicadeza la icé colocándola frente a mí. Tal vez no tuviese cola y por ello no fuese una sirena, pero sin duda su belleza podía compararse con la de éstas. Mantuvimos la mirada en silencio, incapaz de soltar esa mano cálida que ahora se posaba sobre la mía. La magia del momento nos envolvía, y por todos los dioses griegos que no quería volver a la realidad.
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Re: Free Like The Sea ~ Privado
Desde luego que no era cualquier ladronzuelo que correteaba por las calles de la ciudad de París, se veía que era un bravo capitán de su navío y por un momento me imaginé cómo tendría que ser surcar los mares, libre como el viento, para ir por doquier sin que nadie te pusiera impedimentos, solo ser el dueño de tú destino y el dueño de tus pasos. Era algo con los que quizá mucha gente soñaría, evadirse de su vida rutinaria llena de obligaciones… si por mí fuera me olvidaría de la vida que llevaba, pero como el resto de las personas no podría hacerlo por mucho que quisiera. Por eso me había gustado continuar con aquella fantasía en la que yo era una sirena, si fuera así subiría a la tierra y luego volvería al mar donde seguramente mí vida fuera mucho más diferente de lo que era ahora mismo.
Lancé un leve suspiro y después de contemplar las vistas que desde aquel muelle se podían vislumbrar del mar, accedí a tomar su mano para que me levantara. No le hizo falta mucha fuerza porque el leve tirón que hizo fue suficiente para poder levantarme y quedar frente a frente. Era algo más alto que yo y mucho más corpulento de lo que yo era, aunque claro, él era un hombre y yo una mujer así que ya solo por eso tendría que tener más cuerpo que yo. Reí levemente y pensé en qué lugares serían apropiados para visitar aquella noche, yo no solía salir mucho por París y solamente conocía los sitios por lo que había oído hablar de los clientes.
De hecho recordaba que habían hablado de uno en particular donde había buen ambiente y donde los jóvenes acudían para amenizar sus noches, ya que normalmente las tabernas estaban ocupadas por hombres mayores y estar en un ambiente jovial sería lo más adecuado para nosotros dos. Reí levemente ante la pregunta de si era de allí porque sí, había vivido y nacido en París por lo que me hizo gracia aquella pregunta, como si yo resaltara entre las demás damas parisinas del lugar.
-Llevo toda la vida aquí, me he criado entre sus calles y entre sus gentíos –me encogí de hombros restándole importancia- Por lo que se podría decir que sí, llevo aquí mucho tiempo –no pasaban desapercibido sus comentarios y sus sonrisas, me estaba diciendo entre líneas algo para lo que yo reí levemente puesto que no pensaba que pudiera despertar algo en él de esa forma, ya que había ido allí con la idea de estar un rato a solas y tranquila y había topado con el capitán de un navío- Bueno, creo que sé de un sitio donde podamos ir y entrar en calor, es una taberna que han abierto recientemente y tiene buena fama… suelen ir gente joven así que creo que estaremos en un ambiente bastante adecuado y propicio –su mirada azul se perdió entre la mía que también era azul, sintiendo su mano envolver la mía mientras seguía llevando su abrigo. Sonreí al decirme que no necesitaría el abrigo y solté su mano de la mía de un modo suave, sin ser brusca, preparada para mostrarle la ciudad por la noche- Está bien, pero si luego tenéis frío… recordad vuestras palabras –reí entre dientes por ello y me giré dejando tras mí espalda aquel muelle para comenzar a adentrarnos en las calles de París, dejando atrás aquel muelle donde habíamos coincidido aquella noche.
Lancé un leve suspiro y después de contemplar las vistas que desde aquel muelle se podían vislumbrar del mar, accedí a tomar su mano para que me levantara. No le hizo falta mucha fuerza porque el leve tirón que hizo fue suficiente para poder levantarme y quedar frente a frente. Era algo más alto que yo y mucho más corpulento de lo que yo era, aunque claro, él era un hombre y yo una mujer así que ya solo por eso tendría que tener más cuerpo que yo. Reí levemente y pensé en qué lugares serían apropiados para visitar aquella noche, yo no solía salir mucho por París y solamente conocía los sitios por lo que había oído hablar de los clientes.
De hecho recordaba que habían hablado de uno en particular donde había buen ambiente y donde los jóvenes acudían para amenizar sus noches, ya que normalmente las tabernas estaban ocupadas por hombres mayores y estar en un ambiente jovial sería lo más adecuado para nosotros dos. Reí levemente ante la pregunta de si era de allí porque sí, había vivido y nacido en París por lo que me hizo gracia aquella pregunta, como si yo resaltara entre las demás damas parisinas del lugar.
-Llevo toda la vida aquí, me he criado entre sus calles y entre sus gentíos –me encogí de hombros restándole importancia- Por lo que se podría decir que sí, llevo aquí mucho tiempo –no pasaban desapercibido sus comentarios y sus sonrisas, me estaba diciendo entre líneas algo para lo que yo reí levemente puesto que no pensaba que pudiera despertar algo en él de esa forma, ya que había ido allí con la idea de estar un rato a solas y tranquila y había topado con el capitán de un navío- Bueno, creo que sé de un sitio donde podamos ir y entrar en calor, es una taberna que han abierto recientemente y tiene buena fama… suelen ir gente joven así que creo que estaremos en un ambiente bastante adecuado y propicio –su mirada azul se perdió entre la mía que también era azul, sintiendo su mano envolver la mía mientras seguía llevando su abrigo. Sonreí al decirme que no necesitaría el abrigo y solté su mano de la mía de un modo suave, sin ser brusca, preparada para mostrarle la ciudad por la noche- Está bien, pero si luego tenéis frío… recordad vuestras palabras –reí entre dientes por ello y me giré dejando tras mí espalda aquel muelle para comenzar a adentrarnos en las calles de París, dejando atrás aquel muelle donde habíamos coincidido aquella noche.
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