Bajo la luz del mediodía...(Free free)

por **Selene Ladomie** Dom Jul 28, 2013 10:26 am

Allí entre flores, nada puede ser peligroso;
pocas cosas demuestran lo contrario...pero las hay

La luz del mediodía pegaba fuerte en París aquel día, lo cual era cosa rara, ya que en aquella ciudad solía hacer frío incluso en verano. Ésto solía ser algo bastante fastidioso, aunque a Selene el frío siempre le había gustado, casi tanto cómo un buen verano en ciernes. Pero...hacía ya demasiado tiempo que no había tenido un verano cómo se debe. No había visto un verano en el que el sol fuera lo bastante caluroso cómo para pasarse, o estar durante todo aquel tiempo sin preocupaciones. No había mucho en lo que no pensar. La vida que estaba llevando durante las últimas semanas era bastante solitaria últimamente. Incluso sus superiores...y eso que se portaba muy bien últimamente.

La joven condenada había salido de casa por mera rutina. Tenía que recoger unas hierbas, nada más. Una bruja debe de tener siempre hierbas de repuesto, y si había algo que Selene se había tomado siempre en serio era todo lo relacionado con la magia. Además, eso podía hacerlo sin tener que ocultarse...los condenados brujos debían de tener siempre todo a punto, le decían. Sus superiores querían que ella siempre tuviera alguna poción a mano, sobre todo si se trataba de pociones venenosas, y eso se le daba estupendamente. Y en el jardín botánico había hierbas fabulosas para dar y regalar. Por eso, se puso un sencillo vestido de muselina color verde oscuro y salió para dirigirse hacia el jardín botánico. A primera vista parecía una adolescente de clase media, con el cabello suelto, una ninfa que aún no había sido presentada en sociedad y que casaba la mar de bien en aquel paraje lleno de flores, con el sol dándole en el rostro y haciendo que sus cabellos relucieran cómo si de veras fueran de fuego.

Era muy agradable, además. Se paseó por allí tratando de recordar lo que tenía que recoger. Los nombres de aquellas hierbas...¿habría plantado alguien un poco de eléboro? Tenía que hacer un poco...buscó y buscó, pero no vio ninguna de esas hierbas, pero sí que vio otras bastante interesantes. Se agachó para recogerlas, e incluso se puso unas cuantas flores en el pelo. La condenada tuvo entonces una idea. Cogió varias flores y se hizo una corona con ellas. Ale, ahora sí que parecía una ninfa con aquella corona en la cabeza. Divertida, siguió recogiendo plantas, hasta que en algún momento en concreto algo la interrumpió...algo que no se esperaba que la interrumpiera. La joven bruja escuchó un ruido entre unos arbustos. ¿Habría alguien por allí?¿Sería un animal, una persona, o algo que simplemente era producto de su imaginación? Tenía que curiosear, era imposible resistirse...así que se acercó para mira. Y entonces...

por **Sloan Cromwell** Dom Jul 28, 2013 1:31 pm

Lo peor de estar enfermo no son los síntomas, ni la enfermedad ni la medicina. Lo peor de estar enfermo siempre es que se te acabe la "panacea".

Aquella mañana de otoño Sloan se había levantado con un nuevo dolor de cabeza cuando descubrió la mesita de sus reservas vacía. Tuvo que contenerse para no echar abajo el inmueble a causa de uno de sus ataques. Con el papel rugoso en una mano y las cerillas en la otra, sopesó las opciones que tenía; el próximo cargamento no llegaría hasta finales de semana según le habían dicho sus "mensajeros", así que debía buscar un placebo. Un remedio alternativo para poder relajar su cabeza y "descansar en paz". Estrujó el papel y encendió una cerilla. Hizo cenizas el muñón blanco y lo esparció delante de sus narices con una sonrisa en los labios.

Sin remedio, no hay cura. Y sin cura...
- ... empieza la caza.

...

¿Y qué será hoy señor Cromwell? O mejor dicho, ¿quién?

Roderick, el perro blanco de esmoquin negro estaba en lo cierto: alejarse de los callejones e internarse en un espacio tan abierto como eran los jardines era peligroso. Los cabecillas de varias bandas no eran los únicos que lo buscaban. Sabía que alguien más le estaba pisando los talones tras lo sucedido en Londres, y no podía dejarse ver sin un disfraz... tanto físico como mental. Y ahí es donde su enfermedad podía sacarle de más de un apuro. Ser un psicópata tenía sus ventajas, y una de ellas era a su vez un mal menor para un fin mayor.

"Educado. Amable. Gentil. Noble. Empático. Amigable. Culto. Creyente."

En su cabeza se repetía una y otra vez las mismas palabras hasta que empezó a surgir efecto: sus andares ya no eran los de un criminal en busca y captura sino que eran los de un hombre firme, educado y de alta alcurnia. No vestía sus ropas oscuras ni se escondía el rostro con la capucha. Su cuerpo estaba cubierto por un traje de alta costura hecho a mida que había encargado para un momento como aquel. Sus cabellos estaban recogidos en una coleta al estilo francés sobre su nuca, y llevaba oscuras gafas redondas para ocultar la diferencia de color en sus ojos. La sonrisa que siempre llevaba desprendía con toda aquella parafernalia cierta aura de afección y acercamiento social.
A la vista de todos era un noble más paseando por los jardines.

Sus ojos buscaban entre las diferentes rosas y plantas algún sustituto de su "panacea". Tal vez la encontrara allí, tal vez en otro lugar, pero estaba seguro que alguna cosa encontraría. Además su instinto, lo único que su mente no podía cambiar le pedía a gritos que terminara cuanto antes: tantas flores y tantos olores bloqueaban su olfato, y no podía saber si había alguien más por ahí. Se agachó para examinar una planta de hojas rasposas y pétalos blancos... se parecía, pero no lo era.

- Bendíceme señor, porque necesitaré paciencia... - Un suspiro y volvió a la caza.

por **Sophie** Lun Jul 29, 2013 10:08 am

La noche anterior había tenido una amena charla, muy cercana con una chica, mas o menos de su misma edad en el mismo lugar. Habían coordinado encontrarse nuevamente para poder salir, pasear, charlar y en lo posible pasar un buen momento. Esa cambia-formas había hecho parecer que la noche hubiera sido un sueño y se dispuso a averiguar si así era. Como era sábado no tenia que preocuparse por los horario del trabajo ni mucho menos.

Apenas despertó se quedo contemplando el techo de maderas algo desvencijadas. Se desperezó y cuando se dio cuenta notó pelos en su patas en vez de manos y sintió la calidez de la sabanas contra su pelaje. Bien parecía que su día comenzaba así nomas. Día de descanso, día en que se deja salir al gato. Bajó de la cama y se cruzó en su camino con los otros felinos que se acariciaron contra su cuerpo y les devolvió el favor.

En la cocina había un poco de comida aun, se dispuso a saborear algunos restos que habían dejado los demás, a modo de desayuno y después de beber algo de agua se dispuso a salir a la vida, salio por la ventana (como de costumbre) y caminando por las cornisas, los balcones de la gran ciudad, los techos y demás llegó frente al bello y majestuoso Jardín Botánico...un suspiro lleno de nostalgia la invadió mientras entraba por entre las rejas que bordeaban su predio. Había movimiento como siempre, alguien que pasa, otro que saluda a un vecino.

Se fue hasta una de las ramas cercanas al banco donde había tenido el gusto de conocer a esa chica que había hecho de la noche un sueño, seguramente volvería y pensaba esperarla allí. Tenia todo el día. Llevó una de sus patas a la lengua y se dispuso a acicalarse mientras observaba a la distancia el movimientos, se cautivó al ver una chica contemplando las ramas, los arbustos y hojas con cautela, para luego perderse en medio de los mismos adentrándose mas allá dentro del Jardín. No había pasada ni unos minutos que un hombre mucho menos agraciado que la pelirroja y con mucho mayor nerviosismo buscaba con un tinte desesperado unas hojas al igual que esta. ¿Qué estaba pasando aquí?

El gato es curioso, Sophie era gato y por lo tanto quería saber mas. No siempre se encuentran a dos personas haciendo lo mismo. ¿Estarían buscando un tesoro, alguna hierba drogodependiente? Esto requería investigación y el tiempo le sobraba así que fue siguiéndolos desde las ramas de los arboles buscando la mayor discreción posible, sin interferir con ellos.

por **Selene Ladomie** Lun Ago 19, 2013 11:05 am

Cuando no sabes a qué juegas,
o la curiosidad te llama, aventúrate, lánzate a preguntar;
tantea el terreno, escucha, así sabrás cómo empezar

Selene supo muy pronto lo que era aquello que había provocado el ruido. O más bien quién era. Un hombre, varios años mayor que ella, bien vestido cómo un noble, cómo los hombres de su propia familia cuando ella era pequeña, o cómo los que veía pasearse por su ciudad acompañado de mujeres vestidas de forma elegante y con los ojos brillantes, o fríos, llegado el caso. No había nada que temer. ¿O quizás se equivocaba? Entrecerró los ojos, escondiéndose para que no la viese, observándolo con muchísimo cuidado.

También escuchaba otros ruidos, algo por detrás y algo por otros lados, pero probablemente fuese cosa del viento...o de ella misma. La atmokinesis era complicada, y no era raro que sus poderes se descontrolaran a menudo, aunque fuera un poco. No era eso, pero Selene no lo sabía aún. Estuvo observando al caballero un rato, olvidando por unos meros instantes lo que había venido a buscar, y decidió esperar un poco más. Pero al poco rato se dio cuenta de que no valía la pena esperar. A Selene no le gustaba nada eso de esperar. La impaciencia era un rasgo muy distintivo de su carácter, así que decidió jugar un poco. Cogió varias plantas más, ingredientes que por lo general solían ser útiles para medicinas, pociones y para hechizos...(algunos peligrosos)

-Bonito día para pasear por los jardines, ¿no cree? Nunca es un mal día para salir a coger unas cuantas flores- dijo riendo mientras le mostraba el ramo que tenía entre las manos, que poco parecido tenía a un ramo de flores, pues eran casi todos hierbas y plantas. Las únicas flores que adornaban el ramo eran las amapolas rojas y los crisantemos blancos, que se ponían a menudo en las tumbas de los muertos, cosa que resultaba fascinante...y útil.

PERDÓN:

por **Sloan Cromwell** Mar Ago 27, 2013 8:51 am

"Esto es más difícil de lo que esperaba... y menos entretenido".

Estaba siendo realmente difícil encontrar un placebo para la mezcla. Había una gran cantidad de plantas, tantas como dedos de manos y pies de toda una ciudad. Con una mano apartaba las que no le gustaban y buscaba tras estas. Infinidad de colores, infinidad de cuerpos, texturas, hojas... ninguna era lo que estaba buscando. Ni tan solo se le acercaban. Grey se levantó, sacando un pañuelo para limpiar los cristales de sus gafas ensombrecidas por el polen de algunas flores. "Si tan solo encontrara su aroma..."
Su sentido del olfato cada vez estaba más embotado. Cuando respiraba el olor de las mil flores y plantas le inundaban las fosas nasales, y por más que buscara un aroma alejado de la vegetación que lo perseguía le era imposible. Intentó mediante los dedos rascarse la nariz, aspirando con fuerza y expirando... pero no hubo manera. No hubo forma. Seguía sin poder sentir ni siquiera su propio olor. Las horas se harían largas y confusas si no conseguía salir de ahí con su panacea. Además, la tensión lo estaba matando...

Pero aunque el olfato estuviera hecho trizas, sus otros sentidos funcionaban a la perfección, y al escuchar palabras directas de una voz desconocida se giró para ver a quién tenía delante. Era una chica de cabello rojizo y ojos... ojos extraños al igual que su aura. Temblaba y brillaba con una sombra atrayente al igual que repulsiva. En lo más profundo de su piel sintió el arañazo de sus antiguas creencias.
"A partir de ahora hasta que mueras, tu vida me pertenece."
No era lo mismo pero era lo mismo. La misma sensación. El mismo estrés... Pero no era ella, y no era lo mismo. Así que sonrió e hizo una leve reverencia, conforme los cánones de la época.

- Con el sol radiante y los pétalos abiertos, nuestro señor es misericordioso por mostrarnos tal embelesante paisaje. - Al ver el ramo que llevaba con ella se acercó, pasando los dedos por sus pétalos de forma distraída, buscando su panacea sin éxito. - ¿Sale usted muy a menudo de paseo, sola y tan bien acompañada? - preguntó mostrando con una mano las flores que les rodeaban. - Deje que me presente: David Heartman, a su servicio.

por **Sophie** Sáb Sep 14, 2013 12:21 am

Su lomo se mecía en torno a las ramas que iban moldeándolo en su recorrido, ambos se habían acercado, al parecer la pelirroja había tomado la iniciativa del acercamiento. La gata dejó de lado su interés por la mujer que había conocido la noche anterior en este mismo jardín y se centro en estos dos, no había mucho para hacer, su mente divagaba en ideas descabelladas sobre estos dos. Tenia una gran imaginación, esto la había llevado a escribir algunos fragmentos de historias en un cuaderno grande que situaba en su alcoba en el cual se refugiaba hasta largas horas de la noche antes que el sueño la venciera y se limitara a arrojarse sobre la cama para descansar. La rutina del gato es normalmente nocturna y era por eso que podía desvelarse por las noches sin que sea algo que le preocupara. Se contentaba con cosas simples como ponerse a pintar, observar la luna desde los tejados de los vecinos, ya que ella no tenia uno. Todo esto conformaba su simple vida.

Una ráfaga de viento le trajo a su nariz felina el olor de un licantropo y se le erizaron los pelos del lomo como si de un perro se tratase. No había descubierto su modo cambiaformas hace mucho, por el momento era algo nuevo a lo que se estaba apenas acostumbrando. Hasta llego a encontrarse desnuda en el bosque al quedarse dormida una noche cuando tenia amigos con los cuales poder divertirse. Esas amistades ya no las tenia con ella tan a menudo como antes pero solía visitarlas normalmente cuando el tiempo le daba un respiro. Las obligaciones que tenia eran impostergables hoy, trabajar era algo que tenia que hacer sabiendo que estaba sola en el mundo, que nadie la protegería mas que ella misma. Debía tener lo que su madre denomino como "responsabilidad" en su vida y sus cosas ahora todo dependía de ella. Y esa mochila era pesada pero soportable a su modo.

Volviendo a lo anterior, se prometió seguir de cerca a estos solo por curiosidad y para matar el tiempo, no tenia intenciones de nada mas que estar allí y aguardar que la muchacha de cabellos rubios apareciese una vez mas por allí, pocas veces había sentido la necesidad como la de ella como hasta entonces. Era algo que aun se preguntaba y que por la noche la había dejado cautivada de una forma poco conocida. Ahora, lo mas loco de todo es que imaginaba en estos dos seres una historia de complicidad digna de una investigación detectivesca. La pelirroja tenia unos yuyos en la mano, lejos de ser solo flores parecían esta específicamente buscadas por el orden que había empleado al colocar el bouquet en su mano. El licantropo en cambio bien parecía perdido, drogado quizá, en su vida había probado drogas y sabia muy bien como se sentía aquello y tenia ganas de proveerse de algunas hierbas del jardín en caso de saber que estas era de algún modo fuertes para utilizarlas como drogas para relajación personal como ser el opio u otros derivados, esto le daría la gran ventaja de disponer de ella cuando quisiera y no cuando el dinero se lo permitiese.

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