Una luz en mitad de la devastación - Privado

por **Daviana Ruadh** Jue Sep 22, 2016 9:26 pm

Una luz en mitad de la devastación

¿Como había abandonado el hogar, dejando a sus hijos allí, con ese hombre que no parecía el mismo que la desposara apenas cuatro años atrás? ¿Como había llegado esa mujer a su residencia, con una niña en brazos, para increparle a su esposo que se hiciera cargo de su paternidad y que no escondiera más la relación que los unía? eran preguntas que no tenia respuesta, pero que golpeaban con fuerza su cabeza, sus oídos, escuchaban una y otra vez aquel dialogo escuchado por accidente, sus ojos, aun cerrándolos, podía contemplar el pequeño atado que sostenía la mujer y que por momentos se movía, mostrando una rubia cabellera, tan hermosa, sedosa, como la de sus propios hijos.

Había caminado por horas, deberían ser muy cerca de las tres de la mañana, las calles estaban desiertas, su rostro, mostraba una vacuidad, que podría asustar a cualquier transeúnte, confundiéndole con un espectro que deambulaba por la ciudad, buscando aquello que había perdido, cuando aún vivía. Vannia, permitió que las lagrimas corrieran libres por su rostro. Ya estaba todo dicho, no había palabras, ni lo siento, ni abrazos, ni llantos, que pudieran reparar su corazón devastado. Ningún paso la siguió, ni la voz de quien amaba y había creído amar, la intentó detener para darle una miserable explicación. Allí, en el interior de la que fuera alguna vez su mansión, habían quedado una extraña y el lobo, en silencio, como estatuas que no pueden decir verdad alguna, ni afirmarla, ni negarla. No, ya no volvería, debería hablar con su abogado, intentar encontrar la forma de mantener seguro a sus hijos, pero en éste momento, con la posibilidad de ser secuestrada, emboscada o asesinada, no podía tomarlos a su cargo, no podría defenderlos. Lloró amargamente, no tanto por la desilusión que sentía por la traición de Walter, sino, porque debería abandonar a sus hijos, hasta que todo el peligro pasara, hasta que sus enemigos cayeran, o la bruja terminara en una fosa.

Sin proponerselo, llegó a la Plaza Tertre, sus caminos tan coquetos y transitados, se encontraban vacíos, sus bancas, humedecidas por el rocío de la madrugada. Se detuvo, contemplando la soledad del lugar, sintiéndose una con ésta, tan vacía y sola como aquel lugar. Inspiró profundamente, inclinando su cabeza hacia tras, cerrando sus ojos, rogando que de ser posible, encontrara un lugar donde pasar la noche, donde rearmar su coraza y planear, su huida, alejandose lo mas posible de quienes lo significaban todo... ¿su esposo? no, él ya no significaba nada... los únicos que podían aun mantenerla viva, serían sus hijos.

Se acercó a una banca, dejando que su cuerpo cayera sin fuerzas sobre ésta, mantenía erguida su espalda, su cabeza recta, su barbilla en alto, sus ojos fijos, sin una lagrima. Pero aquellas escenas volvieron a su mente, su cuerpo tembló, para luego inclinar su cuerpo hacia adelante, sollozando, ocultando su rostro entre las manos.

BY ORIANI~© SAVAGE-THEMES & THE CLOSETTO

por **Vlad** Dom Oct 16, 2016 9:46 pm

París era una ciudad curiosa, diferente a todas las que alguna vez visitó y sobre todo, completamente apuesta a la ciudad que durante tantos años había sido su hogar, esa que aún era su hogar aunque ahora se encontrase lejos. Una mueca de disgusto apareció en sus perfectas facciones al pensar nuevamente en el motivo que le obligó a dejar su hogar; Zuria y su hermana, quienes sabiamente eligieron aquella ciudad llena personas, de magia, de barreras protectoras y un sin fin de cosas que volvían la cacería de las muchachas un reto para Vlad, en especial considerando que llevaba muchos años en paz, asentado en un solo lugar y sin la necesidad de sacar el lado depredador que poseía, el que ahora se hallaba bastante oxidado.

Aquel par de ingratas gitanas que justo igual que su padre decidían dejar a Vlad justo cuando sus investigaciones sobre la magia estaban realmente avanzando en la dirección que él tanto ansiaba. El vampiro había pasado gran parte de sus muchos años de existencia investigando sobre aquello que alguna vez fue; un ser humano con habilidades mágicas impresionantes, mismas a las que renunció por una vida eterna y las mismas que ahora quería de regreso. A Vlad no le molestaba la inmortalidad y de hecho le agradaban los beneficios que su condición de vampiro le otorgo, sin embargo, creía que algo le faltaba y cuando descubrió que era, formó una alianza con un gitano, una alianza que prometía seguridad para él mortal y su descendencia mientras que lo ayudaran al vampiro a lograr su cometido. Claro que eso no había sucedido y por eso se encontraba caminando por las calles de París, buscándolas.

El inmortal apenas llevaba una semana en la ciudad aquella pero esa semana le había sido suficiente para estar completamente seguro de que las gitanas se ocultaban entre sus calles y además eran lo suficientemente listas como para no pasear de noche así que Vlad necesitaba encontrar alguien que pudiera ayudarle cuando el sol brillase en lo alto, o eso fue lo que pensaba hasta que se topo con una mujer que poseía lo que él más añoraba, magia.

La mujer aquella caminaba como si se encontrase perdida y quizás lo estaba, pues aunque su aura mágica era poderosa, se notaba entorpecida por los sentimientos humanos, mismos que la llevaron a tomar asiento en una banca de la plaza Tertre donde libero algo de su dolor mediante las lágrimas, algo que sin duda no serviría de mucho. Acechando como un animal que ha descubierto a una presa que desea, Vlad se acercó hasta la bruja y no fue sino hasta que estuvo de pie detrás de ella que libero el veneno de sus palabras, tratando de infectar con ellas el corazón y la mente de la mujer para que liberase el potencial que existía dentro de ella, ese que hasta ahora seguramente solo era desperdiciado.
– ¿Por qué alguien tan poderosa como tú ha decidido sufrir? ¿Por qué permites que la angustia, el temor y el dolor se traguen tus poderes? – sonrió – Puedes tener el mundo a tus pies, mujer y en cambio decides estar a los pies del mundo, ¿Acaso no sabes de lo que eres capaz?

por **Daviana Ruadh** Dom Dic 25, 2016 7:45 pm

La voz de aquel extraño la sobresaltó, haciendo abandonara el asiento, como si se hubiera quemado, giró, enfrentándose al desconocido, llevando una de sus manos al pecho. Le contempló primero con temor, aunque pronto dejó de lado aquel sentimiento. Inclinó levemente su rostro y clavó su mirada en la del vampiro, - no es mi intención tener el mundo a mis pies, como tampoco es que dejar que el mundo me destruya... pero... estoy tan cansada de huir - dijo bajando la mirada al suelo y dejando caer sus manos a los costados de su talle. - en verdad ya no sé ni quien soy... he cambiado tantas veces mi nombre, intentando huir de mi pasado, de los enemigos de mi familia, que... siento que no soy mas que una sombra, de lo que pude haber sido - habló con toda franqueza, como si frente a ella no se encontrara un completo extraño, sino un hombre a quien conocía de siempre, alguien que podía entenderla perfectamente. Tal vez no estaba tan equivocada, ¿acaso los inmortales, no deben cambiar sus nombres, cada cierto tiempo? ¿no deben huir de todo lugar conocido, de cualquier ser que les recuerde aún y pueda hacerlos débiles frente a sus enemigos? si, en el fondo aquellos extraños, el vampiro y la bruja, tenían mucho mas en común de lo que ninguno de los dos querría aceptar.

Suspiró, levantando la barbilla y volviendo a contemplar al vampiro, - tal vez tenga razón, y no he querido usar mis poderes contra los que me han hecho daño, tal vez, porque aún creo en la bondad de las personas... ¿acaso usted no? - sonrió con tristeza, para luego acercarse lentamente, dejando de lado la sensación de alerta y peligro que le recorría el cuerpo. - ¿no sería realmente buen, si los seres pudieran confiar en los demás, si ya no hubiera que huir, ni ocultar al mundo lo que en verdad uno es? - negó con la cabeza, - no, no, bien sé que algo así es imposible, una utopía... mas no por imposible, deja de ser un hermoso sueño - suspiró mientras intentaba secarse las lagrimas. De pronto le observó intrigada, - pero... ¿como sabe cuales son los dones que poseo? - dijo mientras creaba una ilusión, haciendo que el vampiro viera una proyección suya, frente de él, mientras ella se escondía entre unos arboles, buscando entre sus ropas algún arma, mas no encontró ninguna, - maldición - caviló, mientras intentaba pensar cual debía ser su próximo paso para salir indemne de aquel encuentro, pues no sabía quien era ese vampiro, bien podía ser uno de los asesinos a sueldos que iban tras ella.

por **Vlad** Sáb Ene 28, 2017 12:56 am

Los mortales eran en muchos sentidos seres que Vlad no podía comprender del todo, en especial en los momentos donde se encontraban en lo que ellos llamaban encrucijadas. Uno de esos dilemas incomprensibles era en lo que la bruja que encontraba parecía estar sumergida y aunque el vampiro trató de hacerle ver con sus palabras que estaba en esa situación únicamente porque ella así lo quería y que en ella existía el poder para terminar con su dolor, la bruja se negó.
– Huir es darse por vencida, dejar que los demás te destruyan de cierta manera y aunque eso es algo que dices no querer, es algo que terminas por permitir – sonrió con cierta clase de burla cuando la hechicera frente a él aceptaba encontrarse perdida. Que esa mujer no supiera con certeza quién era y a dónde se dirigía era quizás lo mejor que a Vlad podía pasarle. Con una mente confundida, era mucho más sencillo moldearle – Dentro de ti sabes quien eres – dio un paso acercándose más a ella – de hecho siempre has sido la misma, porque de haber cambiado realmente nada de lo ahora te atormenta hubiera sucedido.

– Dime, ¿Crees de manera sincera en la bondad de las personas o es solamente eso lo que quieres hacerte creer a ti misma y a aquellos que te rodean? – y es que era imposible no preguntarle aquello cuando su discurso era de cierta manera tan caótico. Confiaba en la gente pero al mismo tiempo huía de ella. Eso no era lógico, al menos no para Vlad – Ya te has respondido a ti misma. El mundo que sueñas es una utopía, un sueño que de llegar a volverse realidad se transformaría a fin de cuentas en una pesadilla. Nada en este mundo puede ser completamente bueno o malo – entonces las dudas acecharon el alma de la joven bruja y el inmortal no pudo más que sonreír ante la sensación de alarma que despertaba en ella – Sé sobre tus dones porque es la magia que corre por tu cuerpo lo que me ha llamado bruja – y aunque frente a él veía la figura de la bruja, su aroma le indicaba que ya se encontraba en otro lugar, alejada de él, en un sitio que debía parecerle seguro a ella – Y no te escondas pequeña. De querer hacerte daño, ya te lo hubiera hecho.

por **Daviana Ruadh** Vie Feb 24, 2017 5:50 pm

Oculta tras el tronco de un añoso árbol, lo contemplaba, pensando que había logrado engañarlo. Le podía observar, sin miedo a que él le cayera encima. Parecía que su atención estaba inmersa en aquella Jeanne ilusoria, asintió con la cabeza al escucharle, mas se sentía tan confusa, que no podía entender muy bien sus palabras, ¿que era lo que intentaba hacerle entender? si, ella confiaba en la humanidad, no sabía si tanto en los seres sobrenaturales, pero al recordar a su antiguo amante, un vampiro, no podía negar que había confiado su vida en las manos del inmortal y no se había defraudado. Mas ahora estaba sola, ni siquiera a él quiso acudir, presa de su dolor y angustia.

Sus ojos se abrieron de forma enorme, sorprendida al ver que a pesar de su intento por engañarle, él siempre había sabido que ella no se encontraba enfrente, que solo era una ilusión, - tonta - pensó al recapacitar que había querido engañarle con un truco que podía servir para un humano, tal vez un inquisidor, o un cazador, pero jamás a quienes poseían un agudo desarrollo de sus sentidos, como la audición o el olfato. Suspiró frustrada, mientras bajaba su cabeza, caminando lentamente hacia donde el vampiro se encontraba, como si fuese una pequeña niña que ha sido descubierta en alguna travesura.

Cuando por fin volvió a quedar frente a él, deshizo la ilusión, levantando lentamente su mirada, hasta clavarla en la ajena, - ¿como puedo estar segura que no quieres hacerme daño? ¿no acabas de decir que es imposible confiar en los demás? - su mirada estaba cargada de tristeza, de desesperanza, deseaba que le dijera que no era tan así, que existían excepciones. Que él mismo, podía ser una de ella.

por **Vlad** Dom Mar 12, 2017 10:30 pm

La mirada de Vlad se encontraba fija sobre la figura ilusoria de la bruja. No era necesario que mirase a su presa para saber donde es que se encontraba, los dones que poseía como ser inmortal le ayudaban para encontrarla aunque ella no lo deseara.
– Vamos, sal de donde te encuentras – le llamo una vez más, escuchando entonces como es que ella salía de su escondite y se dirigía hasta donde se encontraba su propia imagen. Al llegar la bruja, la ilusión se desvaneció – así esta mejor. Tu verdadero ser es mucho más llamativo y seductor que esa ilusión que habías hecho aparecer – dijo observando esta vez la verdadera imagen de la bruja.

La hechicera era poderosa y aunque desconfiaba de él, se atrevió a levantar su mirada hasta encontrarse con la de él. Una sonrisa maliciosa apareció en los labios del inmortal.
– No puedes estar completamente segura de que no quiero hacerte daño, pero como te dije hace unos momentos, si quisiera lastimarte, ya lo hubiera hecho – le mantuvo la mirada – Y no te estoy pidiendo que confíes en mi, solo te pedía que no te escondieras porque nada ganabas con hacerlo, yo sabía perfectamente donde es que te ocultabas – en los ojos de la bruja notaba preocupación, desolación y Vlad levantó una mano para acariciar la mejilla de la muchacha – Pobre bruja perdida, no sabe que hacer con su vida o su existencia, ha perdido todo cuanto poseía a pesar de ser tan poderosa – alejó entonces su mano, solo para inclinarse levemente, aspirando el aroma que emanaba de la bruja – Dime, ¿Cuál es tu nombre? – una vez que soltó la pregunta, comenzó a caminar alrededor de ella, observando cada fragmento del cuerpo de la hechicera. Al llegar a estar una vez más frente a ella le ofreció el brazo – Da un paseo conmigo hechicera, te aseguro que no te arrepentirás de ello.

por **Daviana Ruadh** Sáb Abr 01, 2017 7:33 pm

Aquel inmortal, lograba ponerla nerviosa, cosa que no debería ser así, pues no era la primera vez que se topaba con uno. Pero el sobrenatural que se paraba firme ante ella, con la arrogancia de un noble, le causaba una desconfianza que no podía controlar. Tal vez era porque apenas observarla, había logrado descubrir su debilidades y parecía que la conocía mucho mas que ella misma.

Suspiró, dejando que toda la frustración saliera de su cuerpo, ¿de que valía intentar engañarlo? si parecía que se trataba de uno de esos vampiros que de tantos siglos vagando por el mundo, conocían a la perfección la raza humana. Bajó los ojos al piso, contempló las puntas de sus zapatos, como una niña a la que sus padres insisten en que converse con un extraño. Inspiró suave pero profundamente. para luego buscar los ojos del inmortal, observarlo con cierta desconfianza, pero luego intentar formar una sonrisa con sus labios. - Mi nombre es... Jaenne Graeme - dijo, no muy convencida, pues si debía ser honesta, su verdadero nombre era Shannon, pero hacía tantos años que había dejado de llamarse así, intentando dejar atrás a sus enemigos, que ya no estaba segura de como presentarse.

Le observó rodearla, escudriñando cada centímetro de su cuerpo y comprobando el perfume que emergía de su piel. No pudo ocultar una mueca de disgusto, se sintió como esos animales que se olfatean, para comprobar si pueden llegar a ser amigos o enemigos. Mas cuando el inmortal terminó con lo que parecía un reconocimiento, y le propuso realizar un paseo por el lugar. En vez de negarse a semejante pedido, ella aceptó, en verdad, estaba muy cansada de la soledad, caviló que en eso, los dos habían tenido suficiente. Tal vez era tiempo de comenzar a confiar nuevamente.

por **Vlad** Miér Mayo 24, 2017 10:42 pm

Su amor enfermizo, no por los hechiceros, sino por la magia misma, la obsesión por encontrar una forma de poder volver a tener los poderes que desde hacía tanto tiempo abandonará; era lo que motivaba a Vlad a seguir con su ya muy antigua existencia. Su deseo de dar con las gitanas capaces de seguir con las investigaciones del único amigo que tuvo en su existencia, era lo que llevaba esa noche al inmortal a toparse con la bruja frente a la cual se encontraba ahora.

La muchacha, pese a tener un aura poderosa, parecía demasiado ingenua. Vlad lo descubrió al ver como es que trataba de ocultarse de él, como si una simple ilusión fuera capaz de ocultar el verdadero latido de un corazón humano. Una sonrisa de triunfo apareció en el rostro del vampiro cuando la bruja abandonaba su inservible escondite, acercándose a él.

La mirada que la mortal le dirigía se hallaba cargada de recelo y dudas, mismas que Vlad estaba dispuesto a responder si es que ella estaba dispuesta a responder las suyas.
– Jeanne… – susurró el nombre de la bruja para comenzar a caminar a su alrededor, analizándola lentamente. El poder que ella poseía era exquisito pero se desperdiciaba al ser usado por una mujer que se mostraba tan cuidadosa y triste, algo que él pensaba ayudarle a cambiar.

Decido entonces a conocer más de la bruja, ganarse su confianza y obtener de manera indirecta poder, el vampiro le hacía una invitación que creía imposible de ser rechazada. Así pues, después de decirle que diera un paseo con él, le ofreció el brazo.
– Por cierto, mi nombre es Vlad – y dicho eso, aguardo porque Jeanne se sujetara de él para iniciar la marcha – ¿Es la primera vez que un vampiro se te acerca de manera tan brusca? – quizás preguntar aquello era demasiado, pero no para él, que deseaba obtener la mayor cantidad de información de la hechicera, por más irrelevante que pareciera.

por **Daviana Ruadh** Dom Jun 25, 2017 5:50 pm

Cuando el vampiro se colocó a su lado, y observó como le ofrecía el brazo, Jeanne, llevó su mano hasta casi tocar el brazo, dudando por un segundo, pero luego de meditarlo por vigésima vez, posó su mano en el firme brazo del inmortal. Se sorprendió, que no estuviera frío, ni que las manos o el rostro tuvieran una apariencia de congelado. Bajó con rapidez la mirada y sonrió levemente, - tonta, si bien sabes que algunos vampiros son tibios y agradable al tacto - se dijo mentalmente, al recordar a Kristian.

Caminaron por un momento, ella no supo cuanto tiempo en silencio habrían recorrido, pero si estaba segura de que se había sentido protegida, para nada incomoda. Por alguna razón extraña, sentía como que podía confiar en él, tal vez se equivocaba, - muchos afirmarían que si - pero en ese momento, y tomada de su brazo, se sintió acompañada, comprendida. Sus ojos iban de las manos masculinas, hacia el camino que transitaban, de allí al perfil del inmortal, y cada vez que posaba su mirada en aquel rostro, se preguntaba, cual podría ser el pasado que ocultaba el vampiro, pues en su mirada, parecía ocultarse un brillo de tristeza, de frustración.

Cuando el inmortal le preguntó si era la primera vez que se topaba con un vampiro, ella, podría haberle dicho que no, pero por esa misma extraña razón que la llevaba a sentirse cómoda junto a ese hombre, no pudo mentirle. Sus ojos que se habían vuelto a posar en el perfil del vampiro, se deslizaron a sus manos y luego al camino, intentando ocultar su rubor. - Bueno, en verdad... no es el primer inmortal que conozco... - dijo mientras pensaba cuanto de la realidad, podía ser revelada, sin perder el decoro. Apretó inconscientemente su mano al brazo del vampiro antes de contestar, - hace unos años, conocí a un vampiro, un hombre extraordinario, pero demasiado hundido en su pasado, acostumbrado a la soledad... aun así, creo que en cierta forma... los dos llegamos a conocernos bien... a ser grandes amigos - dijo sonriendo, pero sin atreverse a llevar su rostro aún sonrosado, a la mirada del inmortal.

por **Vlad** Dom Jul 23, 2017 11:38 pm

Con agrado vio como es que Jeanne se sujetaba de su brazo de su manera firme, claro que antes de hacerlo la vio dudar, charlar con ella misma sobre si aquello era correcto o no. Resultaba pues muy probable que entregarse tan fácilmente a un vampiro no fuera una buena idea, pero ella no se entregaba a cualquier vampiro, se entregaba a uno que la valoraría por las habilidades mágicas que poseía y a quien además, le daba curiosidad descubrir que era lo que ocultaban aquellos ojos que por un par de segundos le sostuvieron la mirada. En los ojos que escapaban a los suyos, Vlad observo dolor, tristeza y un poco de arrepentimiento.

El inmortal desconocía pues completamente de donde es que venía aquella bruja, que clase de circunstancias se vio obligada a enfrentar y que era lo que la llevaba a caminar por las calles solitarias de París, pero algo dentro de él le aseguraba que era cuestión de tiempo para que ella se abriera y confiara en él.

La hechicera se sujetaba entonces al brazo del inmortal que al sentirla a su lado, comenzó a andar. La caminata de ambos se desarrollo en silencio durante una buena parte del camino, siendo el momento en que él ya no pudo seguir andando sin conocer más de ella cuando su voz rompió el silencio y la calma de la noche. Vlad de verdad que quería conocer más de ella, aunque resultaba probable que su manera de indagar fuera excesivamente brusca.

Los sentidos del vampiro se percataron de los apretones que ella daba, la manera en que su corazón latía un tanto más agitado, su cuerpo se tornaba más cálido y su voz cambiaba de manera ligera.
– Ya veo – respondió a las palabras de ella antes de añadir – Así que el primer inmortal que conociste es algo así como un amor del pasado, alguien que no pudo estar contigo pero que tampoco te quería lejos, por eso te otorgo el apelativo de “gran amiga” – los pasos de Vlad se detuvieron – ¿Estoy en lo correcto, o mi percepción de tus reacciones ha sido errónea? – No esperaba ser el primer vampiro con quien ella se topara, esperar algo así hubiera resultado ridículo, sin embargo, algo que si esperaba era ser el inmortal que le mostrará lo que era capaz de hacer.

por **Daviana Ruadh** Mar Jul 25, 2017 7:43 pm

Si antes el rubor se había trepado a sus mejillas, tras las palabras del vampiro, Jeanne se había vuelto del color de las rosas rojas, su rostro entero ardía y el ropaje le parecía en exceso estrecho, casi hasta el sofoco. Hubiera podido usar su poder de ilusión, o cualquiera de sus otros poderes, pero desde que su padre había muerto, y posterior al casamiento con el pintor, ella se había jurado no volver a utilizarlos, y como todo en la vida, al no practicar con ellos, sus habilidades se fueron perdiendo, aunque no el poder, simplemente, había perdido la costumbre de sacarlos a la luz, cada vez que los necesitara.

Cuando por fin pudo hablar, y a pesar del color rojo subido, que mostraban sus mejillas, la bruja, buscó los ojos del inmortal, enfrentándolo, pero no como si fuera a reprenderle, sino, mas bien, a poder charlar abiertamente con éste. Sonrió tratando de darse valor, y distender la incomodidad, que le había causado imaginarse que aquel sobrenatural, era uno de esos poderosos vampiros que podían escudriñar en sus pensamientos o en sus recuerdos.

- pues, digamos que... si, fue en cierta forma, un tipo de amor... pero prefiero pensar que fue como un maestro al que debía conocer, para crecer un poco en lo que soy como persona - sonrió algo cohibida, pero dispuesta a dar por sanjada cualquier nueva pregunta que le hiciera con respecto a ese pasado. Inspiró profundamente y se balanceó en sus talones, como una niña pequeña. - Daría mi alma, con tal disfrutar un chocolate caliente, como cuando era, allá, en la fría Inverness... - dijo mientras su mirada iba desde el rostro del inmortal, a una pequeña cafetería que permanecía abierta, tan tarde en la noche. De pronto, se preguntó, ¿porque razón aquel comercio aún no había cerrado sus puertas? levantó una ceja, mientras llegaba a la retorcida conclusión que, podía tratarse de un tipo de lugar de caza para vampiros, en donde transeúntes mortales, se refugiaban por unas horas, antes de cruzar las calles solitarias y volverse aperitivo de chupa sangres, - vaya que te estás volviendo desconfiada de todo el mundo - caviló, mientras llevaba su mirada a la del vampiro.

Volvió a inspirar, intentando captar el olor del café, que parecía provenir de aquel local, - ¿alguna vez a visitado Escocia? es tan hermosa y verde, desearía tanto poder volver a caminar por esos campos, a ser una muchacha que no sabía de traiciones, no de intrigas políticas, y que pensaba que sus dones podían ser usados para ser felices a otros seres mas desprotegidos... pero...- se quedó en silencio, antes de continuar -¿no ha deseado, con todas sus fuerzas, borrar su pasado y tomar un camino totalmente diferente para su vida? -.

por **Vlad** Miér Ago 23, 2017 11:35 pm

Disfrutaba de ver como es que sus preguntas afectaban a la hechicera, quien era, sin lugar a dudas, un libro abierto de sentimientos y pensamientos. Tan sencillo le resultaba el ver a través de los ojos y el rostro de la bruja, que Vlad no necesitaba siquiera tratar de usar alguna de sus habilidades.

Los ojos del inmortal se mantuvieron fijos en el rostro de Jeanne, en espera de una respuesta a su pregunta, esa que aunque repentina y quizás poco adecuada era emitida solamente con el propósito de conocer más respecto a la fémina. Cuando los ojos de la hechicera fueron a posarse sobre los suyos, Vlad sonrió de medio lado, tratando de animarla a confiar en él, a expresar todo lo que tuviera dentro de si misma.
– Si lo mencionas así, todos somos maestros de todos – señaló – lo cual me hace preguntarme ¿Qué clase de maestro seré para ti? – porque aunque ella no lo quisiera, él ya decidía que ella era alguien a quien deseaba – Porque basándonos en tu manera de pensar, cualquier encuentro podría desembocar en un encuentro entre maestro y aprendiz – se inclino para quedar más cerca del rostro de la Jeanne – ¿No te gustaría que fuera tu maestro? – preguntó de manera un tanto descarada, siendo su pregunta momentáneamente evadida por la hechicera, quien aseguraba ser capaz de dar su alma por un chocolate caliente. Al igual que ella, Vlad había visto el café que se encontraba abierto, el cual le daba la posibilidad de pasar mucho más tiempo con la bruja y en un sitio más agradable que las calles.

– Alguna vez visite Escocia si – admitió – Cuando uno se vuelve inmortal debe viajar mucho, así que prácticamente he conocido todos los países ya que solo puedo establecerme un par de años en cada uno – para aquellos que vivían una eternidad, algo como la estabilidad y la ausencia de cambio era un sueño, uno al que no podían aspirar a menos que desearan morir.

Se mantuvo en silencio, escuchando la reflexión personal de Jeanne y sobre todo la pregunta final que la bruja realizaba.
– Hace años si tuve el deseo de borrar mi pasado y no solo eso, quise deshacer muchas de mis decisiones – dejo de mirar a la bruja – pero el pasado no puede cambiarse y lo único que podemos hacer, es mirar al presente y tratar de tomar decisiones que nos lleven a un camino diferente al que hemos estado transitando, eso es todo… – guardo silencio entonces, antes de ofrecer su mano a Jeanne – Pero no piense en esas cosas y mejor acompáñame al café – sonrió – después de todo usted desea un café caliente y yo – se inclino – deseo su alma – susurró en el oído de la hechicera, antes de retirarse y fijar su mirada en la de ella.

por **Daviana Ruadh** Vie Sep 01, 2017 10:47 am

Cada momento, que pasaba con el inmortal, que conocía un poco mas de él, la hacía pensar en que sus pasos habían sido erróneos, toda su vida. por miedo de herir a otros, no había pensado en sus propios sentimientos, en sus deseos, y ahora que lo pensaba, que veía hacia tras el tremendo caos en que había desembocado su vida, se deba cuenta, que las puertas de su pasado estaban cerradas a calicanto, que no podría volver a sus hijos, que su amor por el lobo había muerto en el mismo momento de descubrir el engaño en que la había mantenido presa durante casi tres años.

No podía volver a la mansión, ni buscar a Kristian, el que fuera su amigo, tendría sus propios problemas y su vida de seguro se habría ido modificando como lo había hecho la suya, ¿con que cara podría ahora aparecer ante el inmortal? no, la vida le estaba dando una nueva oportunidad, un nuevo comienzo, en el que podría aprender más de ella misma, de sus poderes, de sus deseos, del camino que quisiera darle a su vida y a su destino. Si Vlad se ofrecía a ser su maestro, si le mostraba una nueva forma de afrontar sus problemas, ¿porque no iba a aceptar aquella proposición?

Sonrió, mientras asentía a la invitación de acercarse al café y pasar un tiempo allí, al amparo del fuego, y conversar, de todos aquellos miedos que la asaltaban, cada vez que se preguntaba si sería correcto desarrollar aún mas sus poderes, si acaso al hacerlo, no estaría poniendo mas en peligro a sus hijos, o por el contrario, era una forma de poderlos cuidar mejor. Se dio cuenta que en su mente existían muchas mas preguntas de las que había creído tener y que parecía que en ésta noche, un ser inmortal, un hombre que acababa de conocer, la podría ayudar y proteger, mucho mas, de otros que habían estado con ella por varios años.

Como muestra de aceptación, llevó su mano al brazo del vampiro, para luego acercar sus labios al oído del inmortal, - Pondré mi vida y mi alma en tus manos... pero por tu bien... no me traiciones, porque... no tendrás lugar en la faz de ésta tierra, para esconderte... mientras yo viva - susurró en el oído de Vlad. No le tenía temor, ya no lo hacía, había perdido tanto, que no quedaba que perder. Se separó levemente, lo suficiente como para clavar su mirada en la ajena, - ahora, disfrutemos de esa bebida caliente - dijo sonriente, como si no hubiera amenazado al inmortal, momentos antes.

por **Vlad** Dom Sep 24, 2017 11:02 pm

No pensaba desaprovechar la oportunidad de esa noche, mucho menos ahora que la bruja que le acompañaba se relajaba ante su presencia. El miedo, la emoción primera que experimentaba Jeanne al encontrarse con él había dado paso a la seguridad, quizás fomentada un poco por las palabras de Vlad pero sobre todo por la inexistencia de agresividad por parte del inmortal. ¿Cómo iba a mostrarse agresivo con una bruja? No existía posibilidad de que eso sucediera. Con cualquier otra criatura, humanos, vampiros, licántropos, podía volverse agresivo y atacar hasta destruir, pero con los brujos tenía un vinculo especial que lo llevaba a respetarlos y hasta a protegerlos, tal como pensaba hacer con la joven que andaba a su lado.

Con amabilidad la invitaba a ir al café, a que calentara su cuerpo en aquel refugió mientras que él continuaba con sus indagaciones respecto a ella, su pasado y sus verdaderos deseos en ese momento. Con descaro también le hizo saber que se encontraba interesado seriamente en ella, tanto como para decirle que le daría la bebida caliente que ella pedía, además de todo lo que deseara, siempre que pudiera tener su alma.

Una sonrisa de medio lado apareció en los labios del inmortal al sentir la cálida mano femenina sobre su brazo y estaba dispuesto a echarse a andar en dirección al café cuando la voz femenina lo llevó a detenerse. Si bien la petición de su alma fue por un lado real, Vlad no espero aquella clase de respuesta por parte de la hechicera. La sonrisa en los labios del inmortal se ensanchó hasta que sus colmillos fueron ligeramente visibles para la bruja.
– No pienso traicionarte y mucho menos esconderme de ti – ladeo el rostro – Quiero que me sigas Jeanne y que no te arrepientas de hacerlo, porque entonces, seré yo quien te siga hasta que tu vida llegue a su fin – y hechas las advertencias por parte de los dos, caminaron lado a lado hasta el café, donde fueron recibidos por un amable joven que les guió hasta una mesa en el fondo, una que les daba suficiente privacidad como para hablar de cualquier cosa.

– Ten la libertad de ordenar lo que te plazca – aseguró a la hechicera al tiempo que él dejaba sobre la mesa la carta que el mesero les hubiera ofrecido con antelación – no me gustaría que mi nueva aprendiz pase hambre.

por **Daviana Ruadh** Dom Oct 01, 2017 6:42 pm

No supo porque, pero aquella amenaza reciproca, le bastó para sentirse segura, tal vez, porque ninguno de los dos, confiaba ciegamente en el otro, o porque ella creyó ver en él, un verdadero maestro, alguien quien podría ayudarle a fortalecer sus poderes, a no ser una mujer indefensa, que necesitaba de un hombre, humano o sobrenatural, para sentirse segura, completa. Deseaba en sobremanera ser tan fuerte y poderosa, para que nadie quisiera meterse con sus hijos. Con ella, no había problema, podría lidiar con ello, hasta morir si era necesario, pero que nadie intentara poner en peligro a sus pequeños, porque no podrían sostener su furia desatada.

Sonrió, al momento de volver a fijar su mirada en el camino, apretando suavemente l brazo del vampiro, - pues vamos entonces por ese rico café - contestó, terminando el tema de amenazas encubiertas, sabiendo que todo había quedado claro entre ellos. La calles que los separaban dl café, no le pesaron, muy por el contrario, se sintió segura, como hacía ya mucho tiempo no lo hacía, tal vez porque en el fondo, siempre había sabido que su esposo no le era del todo leal. - Pero no es su culpa - caviló, - te cegaste en intentar cambiarle, él siempre fue un alma libre, un hombre que amaba el arte y el cuerpo de las mujeres, ¿como puedes culparlo de ser leal a sus pasiones? - aunque intentaba negarse a la realidad, sabía que esa manera de pensar era la más sincera. - Debo agradecerle el que cuide a nuestros hijos, en mi ausencia, porque sé que en sus brazos ellos estarán seguros de cualquier peligro - se dijo en silencio, mientras seguía caminado tomada del brazo del vampiro.

Cuando llegaron al café, los condujeron a una de las mesas mas apartadas, Jannen, agradeció aquello, ya que de esa manera se podía sentir más segura, menos expuesta a sus enemigos. No deseaba comer, en verdad, lo que mas hubiera deseado, era que el vampiro le enseñara a poder manejar sus poderes, desde ese mismo instante, pues cada momento que pasaba,Jeanne, sentía que se debilitaba. Mas para no parecer descortés, sonrió y eligió un café negro sin azúcar, - de comer no deseo, tengo el estomago cerrado - se excusó, - desde hace dias tengo un mal presentimiento, sé que algo cambiara en mi vida, dentro de muy poco, y temo que algo malo le pase a mis hijos - se sinceró, casi sin pensarlo, pero segur de que el vampiro entendería su situación.

por **Vlad** Lun Oct 23, 2017 11:59 pm

Vlad podía percatarse de que aunque Jeanne caminaba sujeta firmemente de su brazo, la mente de la bruja se encontraba en un lugar sumamente lejano, en un sitió donde el inmortal no era capaz de alcanzarla, resultando ser esa distancia que parecía separarlos lo que lo deseo llevar por primera vez en su existencia inmortal a poseer aquel don que permitía leer la mente de los mortales, así como también lo llevo a imaginar qué sería lo que encontraría en aquella mente. El vampiro poseía la capacidad de alterar las memorias de los mortales, manipularlas a su antojo pero eso se usaba sobre todo para eliminar eventos de manera indiscriminada, ya que en su caso, nunca se sabía que era lo que debía eliminarse. De hecho, siempre que Vlad hacía uso de aquella habilidad era después de alimentarse de un mortal a quien decidía dejar con vida, eliminando solamente el tiempo que correspondía con el ataque. ¿Qué sucedería entonces el día que decidiera manipular toda a memoria de un mortal de manera indiscriminada?... Sus ojos se posaron sobre Jeanne y el deseo de experimentar con ella apareció en su mente. ¿Podría hacer que ella olvidara todo y fuera solo suya? ¿Podría cubrir la mente completa de la bruja con falsas memorias sobre ellos? Las respuestas a esas interrogantes eran desconocidas y lo mejor era que fueran de esa manera.

El que la hechicera regresara a él fue lo que elimino por completo el deseo de experimentar con ella y la sinceridad en sus palabras provoco que fuera otro deseo el que apareciera en la mente de Vlad; el de protegerla.
– Dije que pidieras lo que desearas y si es únicamente café lo que quieres, por mi no existe inconveniente alguno aunque sería mucho mejor que al menos trataras de comer algo, eso ayudaría más al control de tus habilidades – el vampiro llamó entonces a un mesero y pidió solamente el café para Jeanne – No debes temer al futuro – prosiguió una vez que el mesero se alejo – Tu vida ya esta cambiando pero nada malo va a ocurrirte. Yo seré tu maestro, te ayudare a que desarrolles todo tu potencial mágico y así puedas proteger lo que desees – hizo una pausa entonces – Tus hijos, ¿Me contarás más de ellos y de su padre?.

por **Daviana Ruadh** Mar Oct 31, 2017 7:09 pm

Asintió, como si fuera una niña, algo en aquel vampiro, le provocaba tranquilidad, tal vez fueran su mirada, que parecía mantener en todo momento una serenidad que no la había experimentado en mucho tiempo, o tal vez en años. Por otro lado, la voz del caballero, que era profunda y seductora, como si le acariciara con petalos de rosas. - rosas negras - caviló, al posar su mirada en los orbes del vampiro, que aun siendo el color de sus ojos, de un azul transparente, a Jeanne, pensó en esas aguas tranquilas, pero que en el fondo en lo mas profundo de su lecho, son oscuras peligrosas. Así era ese hombre, mas por un misterio insondable, ella, necesitaba aceptar lo que él le decía y permanecer a su lado.

El mozo llegó con el pedido que realizaran y ella puso sus frías manos, al rededor de la taza, absorbiendo aquel calor que la hacía sentirse a gusto. Cuando él le preguntó si le hablaría mas de ellos, la bruja sonrió con tristeza, pues desde esa noche en adelante, solo podría recordarlos, hablar de ellos con otras personas, pero jamás volver a cruzar su vida con la de ellos. Pues estaba mas seguros allí, con su padre, él los protegería, con su propia vida.

Suspiró, cerrando sus ojos y llevando su cabeza hacia tras, moviendo lentamente su cuello, como si deseara dejar huir sus preocupaciones, calmar sus miedos. - Mis pequeños, solo son tres hermosos niños, de dos años, llamados Branms, Timothy y Lucca - , abrió sus ojos y buscó los ajenos, sonriendo suavemente, - son tan pequeños he indefensos, pero inteligentes y despiertos... aunque agradezco al cielo que ninguno de ellos heredó mis dones... pues es mi condición de bruja, la que me ha llevado a lidiar con esos enemigos que no descansarán hasta verme muerta - sentenció, manteniendo la mirada clavada en su compañero.

Bajó la mirada al liquido negro, vio su propia imagen reflejada en éste, - presiento que mi destino, será negro, como el liquido que se mece suavemente en la taza, pero no temo, solo espero dar batalla y llevarme al infierno a unos cuantos - sonrió, al levantar la mirada, - si, necesito que me ayudes, porque he de conseguir dominar mis poderes, lo antes posible, porque la muerte ya araña mi sombra, mas no me encontrará, hasta matar la mano que ha sentenciado mi vida -.

por **Vlad** Jue Nov 23, 2017 10:20 pm

Con la mirada fija en la hechicera sentada frente a él, Vlad aguardo pacientemente no solo por la llegada del mesero con el café que ordenaba para la bruja, sino que además, espero porque ella estuviera lista para hablar respecto al esposo y los hijos que abandonará. El inmortal se percataba perfectamente de que pedirle hablar de su familia era como poner el dedo en la yaga, sin embargo, hablar de lo que dejaba era necesario, ya que una vez que se ha contado la historia una y otra vez, llega un momento donde no hiere más o al menos, no hiere de la misma manera y él era una prueba de eso. Cierto era que aún deseaba encontrar la manera de poder volver a poseer sus habilidades mágicas, sin embargo, ya no deseaba su magia de la misma enferma manera que en sus primeros años como inmortal, de hecho, ahora deseaba más que nada moldear brujos a su antojo, usar la magia de ellos para conseguir sus propias metas. ¿Podía estar Jeanne entre esos brujos que pensaba usar? La verdad es que aún era muy pronto para decir que no era de esa manera.

Vlad se mantuvo en silencio, atento a cada una de las palabras que fluían de los labios de la hechicera, mismas que llevaron al inmortal a cuestionarse más y más respecto a la identidad de la mujer frente a él, así como de las habilidades mágicas que poseía. Él la sabía fuerte, pero la verdad es que desconocía que tan poderosa era ella en realidad.
– Encuentra fuerza para continuar el camino que has elegido al pensar entonces que estas salvando a tus hijos de ser perseguidos injustamente – sonrió – pero dime, ¿Qué es lo que has hecho que te has forjado enemigos capaces de atacar a tus hijos? Porque los enemigos no aparecen de la nada – la interrogaba probablemente de más, más era necesario que fuera así, después de todo, necesitaba conocerla perfectamente para poder ayudarla. La sonrisa en sus labios no hizo más que ensancharse al punto que sus colmillos fueron visibles, únicamente para Jeanne – La muerte no va a alcanzarte querida, yo me asegurare de que no sea de esa manera y claro que te ayudaré, ya te dije que lo único que te pido a cambio es tu hermosa alma así como la sangre de tus enemigos – se relamió los labios – ¿A quienes nos enfrentaremos, mi querida bruja?.

por **Daviana Ruadh** Mar Dic 12, 2017 9:27 am

Las palabras del vampiro, eran como un bálsamo a su desesperado corazón. ¿que debería entregar su alma, por la ayuda ofrecida? no tenía ningún reparo, sus hijos, y el cariño que aún guardaba por su antiguo esposo, era mas que suficiente para tal sacrifico. Si, debía abrir su corazón, su alma al vampiro, y si se la entregaba, con mas razón, debía conocerla completamente.

Tomó la taza entre sus manos, y fue dando pequeños sorbos, saboreando el amargo café, pensando que por mucho tiempo, su vida había sido tan amarga, como aquel liquido que descendía por su garganta. Cuando casi terminó su café, depositó con sumo cuidado, la taza vacía, sobre el plato, acarició el filo de la misma, su mirada clavada en su propia mano, intentaba darse valor para abrir ante Vlad, su alma herida. ¿Por donde debería empezar a relatar su historia? lo mas lógico, sería el principio, su nacimiento, ¿pero era acaso eso importante? habían surgido allí,sus poderes? ¿era en realidad culpable de la muerte de su madre? ¿había segado la vida de esa humilde mujer, por el capricho injusto de vivir? no lo sabía, tal vez, jamás, hasta esa noche, se lo había preguntado, pero ¿de que valía ahora, contestar esas preguntas? -de nada-, se contestó, solo quedaba intentar seguir adelante, como toda su vida lo había hecho.

Levantó la vista, buscando la ajena y cuando la encontró, sonrió con un leve dejo de tristeza. inspiró profundamente, para luego, comenzar a hablar, - nací un día de invierno, la tempestad no dejaba ver mas allá de tu nariz -, acallo su voz por un segundo, mas continuó, el relato, cuando aquellos bello ojos le iluminaron, - mi madre, era una pobre campesina, mi padre, un labriego, que solo podía intentar sobrevivir cada invierno, de la mejor manera. Ni él, ni mi madre, estaban preparados para mantener una boca mas - podía no ver sus manos, pero sabía que temblaban, con cada palabra que salía de sus labios. - cuando mi madre se puso en parto, la tormenta no permitió que la partera del pueblo, llegara para auxiliarla, desesperada, sufriendo por el el parto y la imposibilidad de tenerme sin ayuda, rogó al cielo, y al infierno, por ayuda - sonrió de lado, con tristeza, -si me pongo a pensar... ¿fue el cielo, o el infierno, quienes llegaron a socorrerla? - susurró, era una cavilación en voz baja, que se asía a si misma y que no estaba dirigida al vampiro. - Lo siguiente, fue que apareció en la puerta de la cabaña que era su casa, una mujer, quien le ayudo y la que conocía el secreto que mi madre había ocultado por muchos meses. El hombre que se suponía mi padre, en verdad no lo era -, al verla tan debil, y comprender que si el labriego descubría el engaño, me mataría, huyó conmigo en brazos, hasta llegar a un cruze de caminos,en donde me entregó a un caballero - la bruja levantó la mirada y sonrió al encontrar la ajena - si, seguro lo está pensando, él era mi verdadero padre... algo tan común, como un idilio de verano - suspiró, mientras negaba levemente con su cabeza.

- Llegué a la vida de mi padre, en el momento en que se había quedado solo en el mundo, sin mujer, que había muerto en el parto, sin heredero que naciera muerto... sin amante que muriera a manos de un marido celoso... solo me tenía a mi, y me cuidó como si fuera la luz de sus ojos - Cerró por un segundo sus ojos, se sentía cansada, como si hubiera viajado por años, mas continuó con su relato, - él era un noble de la corona escocesa, quien si no poseía descendencia, perdería sus posesiones y otros, codiciaban aquellas posesiones, fue allí donde surgieron los enemigos, que pronto descubrieron que mi origen era un misterio - le miró a los ojos, no quería cansarlo con su historia, pero él le había pedido que se la contara, - ¿no está cansado? - quiso saber, mas pronto continuó con su relato - en pocas palabras, al morir mi padre, todo pasaría a mis manos, por miedo, huí de Escocia, oculté mis poderes, hasta que al casarme y tener mis niños, quise recupera lo que por herencia me correspondía, y fue entonces cuando mis problemas comenzaron -, suspiró desanimada, era algo tan vulgar, tan humano, que le daba vergüenza.

por **Vlad** Miér Dic 27, 2017 12:06 am

Pocas eran las personas que estaban dispuestas a renunciar a todo lo que conocían y amaban con tal de obtener lo que más anhelaban. Vlad en su humanidad había sido de esa manera, por eso era que se encontraba consciente de lo complicado que era entregarle el alma a la oscuridad, esa que aunque traía beneficios también traía dolor y perdidas. Él perdió sus habilidades mágicas pero a cambio consiguió la vida eterna que siempre busco, así como la capacidad de entrenar a otros hechiceros y gitanos para que emplearan sus habilidades a favor de él; ahora, le pedía a una nueva y poderosa bruja que le entregara todo lo que ella era para a cambio recibir ella el apoyo y la fuerza del inmortal.

La mirada de Vlad se mantenía entonces fija en la de Jeanne, a quien le pedía su alma así como su historia. Necesitaba conocerla por completo, saber quienes eran sus enemigos, sus habilidades, sus sueños y sus temores; porque él también se entregaría a ella, le daría todo lo que era sin reparos y la ayudaría a conseguir todo cuanto deseara.

Jeanne bebió con calma el café que llegará hasta su mesa y en silencio se mantuvieron ambos, hasta que la fémina se armo de valor y dejando la tasa, inicio con el relato de su vida. Con atención e interés, el vampiro mantuvo sus ojos sobre los ajenos, insuflando valor a la joven con una ligera sonrisa cada vez que ella hacía alguna pausa. Resultaba pues evidente que la vida de la hechicera nunca había sido sencilla, siempre plagada de peligros y perdida, similar en cierta manera a la de Vlad pero nunca comparable.
– No creo que el día de tu nacimiento haya respondido el cielo o el infierno – mencionó – creo que quien intervino ese día fue simplemente la naturaleza y el destino, al igual que intervienen en el nacimiento de todos cada uno de nosotros – guardo silencio, rememorando lo que ella le había dicho respecto a su verdadero padre y orígenes, siendo evidente entonces que quienes eran sus enemigos debían ser aquellos que planeaban quedarse con la fortuna de su verdadero padre, alegando que la llegada al mundo de Jeanne no era más que un error y que ella, no era más que una bastarda – Y no me encuentro cansando, me es bastante refrescante poder escuchar las historias de vida de otros, ya que contarme mi propia historia no es nada interesante – tras decir eso se recargó en la mesa, acercándose más a la hechicera que lucía ligeramente desanimada – Solo quiero saber si lo que pienso es acertado. ¿Son los conocidos de su padre o parte de la familia “real” de él los que la amenazan a usted y a sus hijos?, porque si son ellos será muy fácil deshacernos de ellos Jeanne, aunque debes preguntarte, ¿Necesitas realmente la herencia? ¿Para qué la quieres ahora después de tantos años? – sonrió – Y no pienses que quiero hacerte cambiar de opinión con mis preguntas, es solo que quiero estar seguro de que lo que haces es porque de verdad lo deseas – de manera curiosa observó la taza de la hechicera, misma que ya se encontraba vacía – ¿Dónde planeas quedarte ahora? – preguntó de manera casual, deseoso porque ella no tuviera donde quedarse para entonces, ofrecerle él su hogar y así tenerla mucho más cerca.

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