AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Vacio (privado)
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Vacio (privado)
Vacío, eso quedaba en esa habitación de armarios abiertos con olor a lilas y a grosellas. Eso quedaba instalado en mi pecho, pues mi corazón al que ya no sentía latir en mi pecho se lo había llevado en la maleta.
Me senté al filo de aquella cama que algún día esperé compartir con ella, casi podía oír sus risas, esas que poco había disfrutado de ella.
Hundí mi cabeza entre las manos en la soledad de un cuarto oscuro, recordando aquel baile en los jardines, aquella promesa que escapo de sus labios, esa en la que me decía que lo intentaría, que seria paciente conmigo, que me amaría esa que quedo en nada y ahora me dejaba desamparado ,frio y muerto.
Recordé el filo del cuchillo en mi cuello ,como añoraba esa punzante presión ahora.
Casi sin darme cuenta mis manos se llenaron de agua, agua salada que no venia del mar si no de demasiado adentro para ser parada.
Agua que no podía permitirme seguir derramando pues la manada me esperaba. Todos contaban con un líder fuerte, un alfa fuerte, un hermano fuerte y yo..yo estaba muerto, derrumbado, no quedaba nada en pie de ese hombre que todos creían que era.
Ahora solo tenia que vivir una mentira, levantarme y andar, fingir que todo me importaba cuando en el fondo solo quería ir tras ella implorar por su amor, prometerle que no convertiría a sus hijas, que seria un hombre mejor...
Se fue y se llevo una parte de mi consigo, se fue dejándome completamente perdido. Sabia que todo era culpa mía, que cuando quise darme cuenta la había perdido.
El aire salio pesado contra las mismas manos que cubrían el rostro de un hombre abatido.
De nuevo mi recuerdo voló con sigo ,a ese bosque donde me vio convertido en lobo, donde su cuerpo se orillo al mio, donde ambos nos dormimos.
Recordé las noches en vela postrado en su cama, recordé sus ojos cuando me miraban, recordé sus manos acariciando las mías y pronto me di cuenta de que los recuerdos siempre me acompañarían.
Dolor, ese nudo instalado en mi pecho que como una tormenta arreciaba un cuerpo inerte que hoy no quería seguir vivo pero lo estaba.
La peor herida de guerra jamas sufrida, la mas mortal de las estocadas, esa mujer, mi prometida o mejor dicho la que ya no lo era me había matado en vida y lo peor es que ni siquiera lo sabia.
Se fue dejándome allí, en pie, mirándola desaparecer por la puerta con esas dos pequeñas que se habían convertido en este tiempo también en parte de mi, se fue sin que pudiera decirle que estaba enamorado de ella, que la quería, que fuera paciente con un hombre que tenia mil fallos, que posiblemente era de los peores, pero que jamas encontraría a nadie que la miraría como yo lo hacia.
Se fue y me dejo en pie, asumiendo que no iba a volver, y ahora solo podía seguir así, en pie, luchando no por mi, si no por otros, pues yo ese día en que se fue había muerto en esa habitación con olor a lilas y a grosellas, esa habitación donde todo empezó y donde todo termino.
Me puse en pie y seque mis ojos, la falsa de mi vida empezaba así que dirigí mis pasos a la misma puerta por la que ella se fue y salí dispuesto a ser el alfa no el hombre que era.
-Señorita -dije a una de las doncellas -preparé el equipaje de Arely , hoy mismo partimos de esta casa.
Me senté al filo de aquella cama que algún día esperé compartir con ella, casi podía oír sus risas, esas que poco había disfrutado de ella.
Hundí mi cabeza entre las manos en la soledad de un cuarto oscuro, recordando aquel baile en los jardines, aquella promesa que escapo de sus labios, esa en la que me decía que lo intentaría, que seria paciente conmigo, que me amaría esa que quedo en nada y ahora me dejaba desamparado ,frio y muerto.
Recordé el filo del cuchillo en mi cuello ,como añoraba esa punzante presión ahora.
Casi sin darme cuenta mis manos se llenaron de agua, agua salada que no venia del mar si no de demasiado adentro para ser parada.
Agua que no podía permitirme seguir derramando pues la manada me esperaba. Todos contaban con un líder fuerte, un alfa fuerte, un hermano fuerte y yo..yo estaba muerto, derrumbado, no quedaba nada en pie de ese hombre que todos creían que era.
Ahora solo tenia que vivir una mentira, levantarme y andar, fingir que todo me importaba cuando en el fondo solo quería ir tras ella implorar por su amor, prometerle que no convertiría a sus hijas, que seria un hombre mejor...
Se fue y se llevo una parte de mi consigo, se fue dejándome completamente perdido. Sabia que todo era culpa mía, que cuando quise darme cuenta la había perdido.
El aire salio pesado contra las mismas manos que cubrían el rostro de un hombre abatido.
De nuevo mi recuerdo voló con sigo ,a ese bosque donde me vio convertido en lobo, donde su cuerpo se orillo al mio, donde ambos nos dormimos.
Recordé las noches en vela postrado en su cama, recordé sus ojos cuando me miraban, recordé sus manos acariciando las mías y pronto me di cuenta de que los recuerdos siempre me acompañarían.
Dolor, ese nudo instalado en mi pecho que como una tormenta arreciaba un cuerpo inerte que hoy no quería seguir vivo pero lo estaba.
La peor herida de guerra jamas sufrida, la mas mortal de las estocadas, esa mujer, mi prometida o mejor dicho la que ya no lo era me había matado en vida y lo peor es que ni siquiera lo sabia.
Se fue dejándome allí, en pie, mirándola desaparecer por la puerta con esas dos pequeñas que se habían convertido en este tiempo también en parte de mi, se fue sin que pudiera decirle que estaba enamorado de ella, que la quería, que fuera paciente con un hombre que tenia mil fallos, que posiblemente era de los peores, pero que jamas encontraría a nadie que la miraría como yo lo hacia.
Se fue y me dejo en pie, asumiendo que no iba a volver, y ahora solo podía seguir así, en pie, luchando no por mi, si no por otros, pues yo ese día en que se fue había muerto en esa habitación con olor a lilas y a grosellas, esa habitación donde todo empezó y donde todo termino.
Me puse en pie y seque mis ojos, la falsa de mi vida empezaba así que dirigí mis pasos a la misma puerta por la que ella se fue y salí dispuesto a ser el alfa no el hombre que era.
-Señorita -dije a una de las doncellas -preparé el equipaje de Arely , hoy mismo partimos de esta casa.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 293
Fecha de inscripción : 06/06/2016
Edad : 288
Localización : Bajo las estrellas
Re: Vacio (privado)
Sabía que algo sucedía en aquella dichosa mansión de cotillas y alcahuetas en la que me encontraba en esos instantes, presa entre las cuatro paredes de mi habitación, una jaula de oro con hermosa decoración e impecablemente limpia, donde no faltaba la comida o flores recién cortadas, pero una jaula después de todo.
Escuchaba el murmurar inquieto de las doncellas por el pasillo, demasiado revuelo para ser un día más en el que no se esperaban fiestas ni eventos especiales. Algo pasaba o estaba a punto de pasar lo suficientemente importante como para que el ambiente del lugar fuese más movido de lo que normalmente era, lo que picó mi curiosidad, y haciendo caso omiso a las advertencias de los médicos y a las órdenes de Damon, opté por salir de la habitación y enterarme qué demonios estaba ocurriendo allí. Si me servía como excusa, me había levantado con cuidado de la cama, y una tortuga me ganaría en una carrera.
Cuando abrí la puerta de la estancia para poner un paso fuera de ésta, las miradas de cuatro doncellas se quedaron fijas en mí, y se produjo un silencio sepulcral. No me faltó sumar dos más dos para saber que aquello sobre lo que estaban cotilleando algo tenía que ver conmigo, o con Damon, o quizás con ambos. Les dediqué una mirada cargada de ira que fue suficiente para hacer salir a tres de ellas pasillo abajo en busca de otras tareas que hacer, más hubo una que para mi sorpresa, no sólo no se quedó, sino que además me pidió permiso para entrar en mi habitación.
Acepté confusa haciéndome a un lado, mientras la observaba coger mi maleta y abrir el armario donde se encontraba mi ropa. En silencio y con bastante premura, comenzó a llenar la maleta con ésta, sin ser capaz de mirarme siquiera, así que di un paso hacia la cama y le pregunté directamente.
-¿Por qué estáis guardando mi ropa en esa maleta?- pregunté del modo más calmado posible. Sabía que no debía alterarme, que solo era una humana y que probablemente las órdenes venían de un superior, pero ¿por qué?
-El señor Landvik ha ordenado que le prepare el equipaje para su marcha. Según tengo entendido os marcháis de aquí.- contestó escuetamente, continuando con su laboriosa tarea, mientras yo contenta por abandonar aquel horrible lugar y volver a Italia salí de nuevo por la puerta para buscar a Damon y darle un sonoro beso. Imaginaba que Jade habría aceptado el compromiso, y sin más razón para permanecer allí, habían decidido volver a nuestro hogar.
Pero fue cuando abandoné la alcoba y caminaba silenciosa por el pasillo cuando escuché aquellas palabras de la boca de una de las doncellas, palabras que me dejaron paralizaba in situ. No era posible, no podía ser que Jade hubiese abandonado a Damon; él la quería y se lo había demostrado con creces. Ahora entendía por qué no lo había visto las últimas horas, el porqué de nuestra inminente partida...y lo peor de todo, supe que una de las razones por la que la prometida de Damon se había marchado era mi embarazo, ¿qué si no?.
Sentí como la ansiedad se alojaba en mi pecho, como me costaba respirar sabiendo que Damon jamás me perdonaría por haber sido el desencadenante de haber perdido a la mujer que amaba. Debería haberme marchado en cuanto tuve ocasión, quizás ni siquiera debería haber viajado hasta París en una comitiva en la que yo sabía que solo sería un problema más.
Tragué saliva tratando de avanzar hasta su habitación, ofrecerle mi apoyo y mi hombro si lo necesitaba; sabía lo que era pasar por eso, sabía que era amar a una persona con tanta fuerza que sin ella a tu lado piensas que te vas a romper, que ya nada tiene sentido. Lo sabía porque durante todo este tiempo yo había amado a Damon, y él había decidido desposarse con otra mujer. Lo peor de todo es que yo era culpable de toda su agonía, y mi mayor miedo es que Damon se alejase de mí por todo lo que el embarazo había provocado.
Llamé a la puerta de su habitación con suavidad, entreabriéndola despacio para encontrármelo de pie a mitad de la misma, con la mirada perdida en la cama. Apenas reaccionó ante mi llegada, y después de soltar el aire despacio me armé de valor y me acerqué hasta él, colocándome frente a sus ojos. Me puse de puntillas y le di un fuerte abrazo, acariciándole el pelo con la mano al tiempo que con la otra me sujetaba de su cintura para no perder el equilibrio.
-Lo siento Damon. Juntos superaremos esto, te lo prometo.- susurré en su cuello junto a su oído.- Sabes que puedes contar conmigo para lo que necesites, y que si no lo haces lo sabré y volveré a buscarte. Si no quieres darme los disgustos que no necesito, búscame cada vez que me necesites, ¿vale?
Quizás había sonado más a amenaza que a consuelo, pero conocía a mi alfa, y sabía que era capaz de tragarse toda su agonía él solo en lugar de buscar ese apoyo incondicional que yo siempre le ofrecía; y que en momentos así, era más importante de lo que parecía.
Escuchaba el murmurar inquieto de las doncellas por el pasillo, demasiado revuelo para ser un día más en el que no se esperaban fiestas ni eventos especiales. Algo pasaba o estaba a punto de pasar lo suficientemente importante como para que el ambiente del lugar fuese más movido de lo que normalmente era, lo que picó mi curiosidad, y haciendo caso omiso a las advertencias de los médicos y a las órdenes de Damon, opté por salir de la habitación y enterarme qué demonios estaba ocurriendo allí. Si me servía como excusa, me había levantado con cuidado de la cama, y una tortuga me ganaría en una carrera.
Cuando abrí la puerta de la estancia para poner un paso fuera de ésta, las miradas de cuatro doncellas se quedaron fijas en mí, y se produjo un silencio sepulcral. No me faltó sumar dos más dos para saber que aquello sobre lo que estaban cotilleando algo tenía que ver conmigo, o con Damon, o quizás con ambos. Les dediqué una mirada cargada de ira que fue suficiente para hacer salir a tres de ellas pasillo abajo en busca de otras tareas que hacer, más hubo una que para mi sorpresa, no sólo no se quedó, sino que además me pidió permiso para entrar en mi habitación.
Acepté confusa haciéndome a un lado, mientras la observaba coger mi maleta y abrir el armario donde se encontraba mi ropa. En silencio y con bastante premura, comenzó a llenar la maleta con ésta, sin ser capaz de mirarme siquiera, así que di un paso hacia la cama y le pregunté directamente.
-¿Por qué estáis guardando mi ropa en esa maleta?- pregunté del modo más calmado posible. Sabía que no debía alterarme, que solo era una humana y que probablemente las órdenes venían de un superior, pero ¿por qué?
-El señor Landvik ha ordenado que le prepare el equipaje para su marcha. Según tengo entendido os marcháis de aquí.- contestó escuetamente, continuando con su laboriosa tarea, mientras yo contenta por abandonar aquel horrible lugar y volver a Italia salí de nuevo por la puerta para buscar a Damon y darle un sonoro beso. Imaginaba que Jade habría aceptado el compromiso, y sin más razón para permanecer allí, habían decidido volver a nuestro hogar.
Pero fue cuando abandoné la alcoba y caminaba silenciosa por el pasillo cuando escuché aquellas palabras de la boca de una de las doncellas, palabras que me dejaron paralizaba in situ. No era posible, no podía ser que Jade hubiese abandonado a Damon; él la quería y se lo había demostrado con creces. Ahora entendía por qué no lo había visto las últimas horas, el porqué de nuestra inminente partida...y lo peor de todo, supe que una de las razones por la que la prometida de Damon se había marchado era mi embarazo, ¿qué si no?.
Sentí como la ansiedad se alojaba en mi pecho, como me costaba respirar sabiendo que Damon jamás me perdonaría por haber sido el desencadenante de haber perdido a la mujer que amaba. Debería haberme marchado en cuanto tuve ocasión, quizás ni siquiera debería haber viajado hasta París en una comitiva en la que yo sabía que solo sería un problema más.
Tragué saliva tratando de avanzar hasta su habitación, ofrecerle mi apoyo y mi hombro si lo necesitaba; sabía lo que era pasar por eso, sabía que era amar a una persona con tanta fuerza que sin ella a tu lado piensas que te vas a romper, que ya nada tiene sentido. Lo sabía porque durante todo este tiempo yo había amado a Damon, y él había decidido desposarse con otra mujer. Lo peor de todo es que yo era culpable de toda su agonía, y mi mayor miedo es que Damon se alejase de mí por todo lo que el embarazo había provocado.
Llamé a la puerta de su habitación con suavidad, entreabriéndola despacio para encontrármelo de pie a mitad de la misma, con la mirada perdida en la cama. Apenas reaccionó ante mi llegada, y después de soltar el aire despacio me armé de valor y me acerqué hasta él, colocándome frente a sus ojos. Me puse de puntillas y le di un fuerte abrazo, acariciándole el pelo con la mano al tiempo que con la otra me sujetaba de su cintura para no perder el equilibrio.
-Lo siento Damon. Juntos superaremos esto, te lo prometo.- susurré en su cuello junto a su oído.- Sabes que puedes contar conmigo para lo que necesites, y que si no lo haces lo sabré y volveré a buscarte. Si no quieres darme los disgustos que no necesito, búscame cada vez que me necesites, ¿vale?
Quizás había sonado más a amenaza que a consuelo, pero conocía a mi alfa, y sabía que era capaz de tragarse toda su agonía él solo en lugar de buscar ese apoyo incondicional que yo siempre le ofrecía; y que en momentos así, era más importante de lo que parecía.
Arely Pucini- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 86
Fecha de inscripción : 09/06/2016
Localización : Paris
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Re: Vacio (privado)
Oí los rápidos pasos de mi beta, podía detectarla a kilómetros de distancia, no solo por su olor, o ese aura inconfundible que la delataba si no por el modo en el que intentaba correr de puntillas como la niña que recordaba cuando estaba nerviosa o guardaba algún secreto para que no la pillaran.
La puerta se abrió he de confesar que no estaba de ánimos, que estar solo en penumbra era lo único que le vació de mi pecho me permitía en ese preciso instante, aun así destapé mi rostro para mirar a mi beta que arrodillada me acariciaba.
Ya debía de haberse enterado de la noticia, y aunque sabia que no se alegraba, que no era feliz con lo que me pasaba, también sabia que una parte de ella lo necesitaba.
Ahora sin prometida nuestro hijo no tendría necesariamente que ser un bastardo.
Era consciente de lo mejor para ella, de lo mejor para mi hijo y seguramente lo mejor para todos, convertirla en mi prometida y esposa era lo único justo.
Al menos para dos de las personas que mas me importaban en la vida.
Guardaría el tiempo necesario de duelo y lo haría, total, mi vida estaba acabada, y aquello seria un simple formalismo con el que dar una oportunidad a mi hijo.
Una alfa a la manada y en parte hacerla feliz fingiendo que la amaba.
Sonreí de medio lado mirando sus preciosos ojos y como brillaban
-Estoy bien -mentí como un bellaco y sabia que ella lo sabia, peor también sabia que no me insistiría.
-Solo necesito tiempo para organizarme frente a los nuevos improvistos. Tu embarazo retrasará el viaje de vuelta a Italia, pero n ote preocupes he pedido que organicen tu equipaje y hoy mismo saldremos de esta casa.
Hace unos días vi una casa en una zona bastante interesante, una llena de bosques, con un jardin inmenso y una casa perfecta para pasar desapercibidos las noches de luna llena.
Supongo que no tendrán inconveniente en darnos hoy mismo las llaves y dejarnos toda la vivienda amueblada.
Hasta hace poco estaba habitada por los dueños, peor su mujer falleció y el hombre se va con su hija, por lo que el servicio domestico esta todavía en la casa, dudo tengan inconveniente en que los contratemos.
Como ves lo tengo todo controlado.
Sonreí de medio lado poniéndome en pie para ayudarla a ella ha hacerlo. Golpeé con m idedo su frente sin dejar de sonreír frente a ella
-no se preocupe señorita.
La puerta se abrió he de confesar que no estaba de ánimos, que estar solo en penumbra era lo único que le vació de mi pecho me permitía en ese preciso instante, aun así destapé mi rostro para mirar a mi beta que arrodillada me acariciaba.
Ya debía de haberse enterado de la noticia, y aunque sabia que no se alegraba, que no era feliz con lo que me pasaba, también sabia que una parte de ella lo necesitaba.
Ahora sin prometida nuestro hijo no tendría necesariamente que ser un bastardo.
Era consciente de lo mejor para ella, de lo mejor para mi hijo y seguramente lo mejor para todos, convertirla en mi prometida y esposa era lo único justo.
Al menos para dos de las personas que mas me importaban en la vida.
Guardaría el tiempo necesario de duelo y lo haría, total, mi vida estaba acabada, y aquello seria un simple formalismo con el que dar una oportunidad a mi hijo.
Una alfa a la manada y en parte hacerla feliz fingiendo que la amaba.
Sonreí de medio lado mirando sus preciosos ojos y como brillaban
-Estoy bien -mentí como un bellaco y sabia que ella lo sabia, peor también sabia que no me insistiría.
-Solo necesito tiempo para organizarme frente a los nuevos improvistos. Tu embarazo retrasará el viaje de vuelta a Italia, pero n ote preocupes he pedido que organicen tu equipaje y hoy mismo saldremos de esta casa.
Hace unos días vi una casa en una zona bastante interesante, una llena de bosques, con un jardin inmenso y una casa perfecta para pasar desapercibidos las noches de luna llena.
Supongo que no tendrán inconveniente en darnos hoy mismo las llaves y dejarnos toda la vivienda amueblada.
Hasta hace poco estaba habitada por los dueños, peor su mujer falleció y el hombre se va con su hija, por lo que el servicio domestico esta todavía en la casa, dudo tengan inconveniente en que los contratemos.
Como ves lo tengo todo controlado.
Sonreí de medio lado poniéndome en pie para ayudarla a ella ha hacerlo. Golpeé con m idedo su frente sin dejar de sonreír frente a ella
-no se preocupe señorita.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 293
Fecha de inscripción : 06/06/2016
Edad : 288
Localización : Bajo las estrellas
Re: Vacio (privado)
Lo miré preocupada cuando sus manos despejaron su rostro, dando paso a unos preciosos pero tristes ojos pardos que correspondían perfectamente a los de un lobo hundido en su más absoluta desdicha. Arrodillada en el suelo con mis codos sobre sus rodillas, dudé entre ser yo quien lo abrazase o dejarle su espacio; no me alegraba de que Jade se hubiese marchado, Damon la quería y ahora estaba sufriendo un desamor que no merecía; hubiese ofrecido mi vida en total soledad si con eso él pudiese ser feliz; Damon era lo más importante en mi vida, ¿qué más daba como estuviese yo mientras pudiese verlo a él sonreir? . Sabía cómo se sentía, sabía que sería incapaz de hablar conmigo abiertamente sobre lo sucedido, y quizás eso fuese lo que más me dolía; siempre habíamos tenido confianza para hablar de cualquier cosa, pero cuando los sentimientos se cruzaban de por medio, ambos levantábamos una muro delante de nosotros y nos pertrechábamos con mil escudos.
Más no podía echárselo en cara, no cuando yo hacía exactamente lo mismo. Le había ocultado los sentimientos que por él albergaba durante toda mi vida, siendo incapaz de confesarle ni un indicio que le hiciese pensar que entre nosotros había algo más por mi parte que una verdadera amistad, y por las noches, cuando él no estaba derramaba las lágrimas sobre la almohada, cogiendo fuerzas para soportar de nuevo el peso de mi escudo.
Ahora era él quien se escondía tras dichos escudos, quien mintiéndome mientras me miraba a los ojos me quería hacer creer que se recuperaría de aquello y que solo sería un bache en el camino. No insistí, no debía hacerlo, pues aunque era mi amigo también era mi alfa, y le debía obediencia y sumisión; quizás en un tiempo podríamos hablar de ello, quizás algún día buscase en mí ese abrazo que tanto necesitaba en esos momentos
-¿Quedarnos en París? No puedes estar hablando en serio…- contesté haciendo un mohín cuando mi esperanza de regresar a casa se veía condicionada de nuevo al embarazo. Me apoyé sobre mis talones con cierto desazón al darme cuenta de que tardaríamos en volver a nuestro hogar, y que por ende nuestra estancia en aquella maldita ciudad no traería más que problemas.- Seguro que todo va bien, veo que lo tienes todo controlado.
Mis ánimos iban y venían cual veleta; ahora la tristeza de Damon se unía a la mía, y el desconcierto era total. Mi alfa se levantó de la cama donde estaba sentado y con un ligero movimiento me ayudó a mí a ponerme en pie, con una sonrisa de medio lado que sabía que era fingida.
-No me preocuparé.- contesté intentando evocar una sonrisa que no me salía tras sentir el dedo de Damon en la frente.- Esperaré en la habitación a que estén los equipajes listos, ¿de acuerdo?
Necesitaba estar sola, saber que eran aquellos sentimientos extraños que se arremolinaban en mi estómago y presionaban mi pecho; esos sentimientos en los que tan pronto me daban ganas de llorar como de matar a alguien. Acaricié con suavidad la mejilla de Damon con la palma de mi mano, esbozando ahora sí una sonrisa dulce antes de retirarla y volver mis pasos hacia la puerta. Deseaba abrazarlo y hundir mi cabeza en su cuello, pero quizás no era el mejor momento, y no quería que interpretase en ese momento mis gestos como algo más allá que el consuelo de una persona que lo quería como amigo.
Más no podía echárselo en cara, no cuando yo hacía exactamente lo mismo. Le había ocultado los sentimientos que por él albergaba durante toda mi vida, siendo incapaz de confesarle ni un indicio que le hiciese pensar que entre nosotros había algo más por mi parte que una verdadera amistad, y por las noches, cuando él no estaba derramaba las lágrimas sobre la almohada, cogiendo fuerzas para soportar de nuevo el peso de mi escudo.
Ahora era él quien se escondía tras dichos escudos, quien mintiéndome mientras me miraba a los ojos me quería hacer creer que se recuperaría de aquello y que solo sería un bache en el camino. No insistí, no debía hacerlo, pues aunque era mi amigo también era mi alfa, y le debía obediencia y sumisión; quizás en un tiempo podríamos hablar de ello, quizás algún día buscase en mí ese abrazo que tanto necesitaba en esos momentos
-¿Quedarnos en París? No puedes estar hablando en serio…- contesté haciendo un mohín cuando mi esperanza de regresar a casa se veía condicionada de nuevo al embarazo. Me apoyé sobre mis talones con cierto desazón al darme cuenta de que tardaríamos en volver a nuestro hogar, y que por ende nuestra estancia en aquella maldita ciudad no traería más que problemas.- Seguro que todo va bien, veo que lo tienes todo controlado.
Mis ánimos iban y venían cual veleta; ahora la tristeza de Damon se unía a la mía, y el desconcierto era total. Mi alfa se levantó de la cama donde estaba sentado y con un ligero movimiento me ayudó a mí a ponerme en pie, con una sonrisa de medio lado que sabía que era fingida.
-No me preocuparé.- contesté intentando evocar una sonrisa que no me salía tras sentir el dedo de Damon en la frente.- Esperaré en la habitación a que estén los equipajes listos, ¿de acuerdo?
Necesitaba estar sola, saber que eran aquellos sentimientos extraños que se arremolinaban en mi estómago y presionaban mi pecho; esos sentimientos en los que tan pronto me daban ganas de llorar como de matar a alguien. Acaricié con suavidad la mejilla de Damon con la palma de mi mano, esbozando ahora sí una sonrisa dulce antes de retirarla y volver mis pasos hacia la puerta. Deseaba abrazarlo y hundir mi cabeza en su cuello, pero quizás no era el mejor momento, y no quería que interpretase en ese momento mis gestos como algo más allá que el consuelo de una persona que lo quería como amigo.
Arely Pucini- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/06/2016
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Re: Vacio (privado)
Como bien predije todo estaba dispuesto cuando el carruaje que la señorita Agnes había preparado para llevarnos a nuestro nuevo hogar, al menos por nueve largos meses, se detuvo en la puerta.
Aquel lugar era acogedor, era hermoso y lo mas importante, estaba cargado de bosque, de vida y de lugares donde perderse.
Aun así, hoy nada se me antojaba lo suficientemente bello, nada era suficientemente bueno ni me llenaba el vació del pecho.
Me sentía muerto pero estaba en pie, aquella sensación de ausencia, en la que apenas eres capaz de mantenerte cuerdo pero ocn la diferencia de que tenias que fingir ser y estar dispuesto a todo.
A la guerra para mi tio, a solucionar conflictos para la manada, a cuidar a mi hijo para Arely y a sobrevivir a mi desgracia por todos ellos.
Sonreí de medio lado atrapando el cuerpo de mi beta entre mis brazos mientras ella rodeaba mi cuello hundiendo su cabeza en mi pecho.
¿me preguntaba si oiría el palpitar de un corazón muerto?
Acaricié su cintura mientras me adentraba en aquel jardín lleno de flores,ese donde esperaba que tal y como se recuperara pudiera usar para dar largos paseos, para pensar o simplemente para disfrutar de la naturaleza.
Recorrido el jardín, subí las escaleras que nos llevaban a un patio principal, mas elevado donde estaba la puerta de entrada de la mansión.
Allí nos esperaba el mayordomo rodeado de las doncellas que sonreían al ver la estampa de lo que seguramente ellos imaginaban como una pareja de recién casados.
El mayordomo mando a dos mozos a por nuestro equipaje mientras me hacia una reverencia para mostrarme no solo su respeto si no la lealtad que tendría hacia mi persona mientras estuviera a mi servicio
Me abrió la puerta después para que me adentrara en el interior de mi mansión mientras una doncella me indicaba donde habían dispuesto nuestro aposento, al menos uno de ellos, pues Arely ocuparía el secundario y yo el principal.
-Aquí no tendrás que aguantar a la bruja y sus chismes -bromee imitando el gesto que esa mujer siempre imponía frente a nuestras miradas.
Ese de desaprobación y de mujer remilgada que siempre nos dedicaba.
Al menos le saque una sonrisa, algo que posiblemente agradeció pues aunque yo disimulara, era consciente de que ella sabia perfectamente que yo estaba roto, solo que no lo decía.
Aquel lugar era acogedor, era hermoso y lo mas importante, estaba cargado de bosque, de vida y de lugares donde perderse.
Aun así, hoy nada se me antojaba lo suficientemente bello, nada era suficientemente bueno ni me llenaba el vació del pecho.
Me sentía muerto pero estaba en pie, aquella sensación de ausencia, en la que apenas eres capaz de mantenerte cuerdo pero ocn la diferencia de que tenias que fingir ser y estar dispuesto a todo.
A la guerra para mi tio, a solucionar conflictos para la manada, a cuidar a mi hijo para Arely y a sobrevivir a mi desgracia por todos ellos.
Sonreí de medio lado atrapando el cuerpo de mi beta entre mis brazos mientras ella rodeaba mi cuello hundiendo su cabeza en mi pecho.
¿me preguntaba si oiría el palpitar de un corazón muerto?
Acaricié su cintura mientras me adentraba en aquel jardín lleno de flores,ese donde esperaba que tal y como se recuperara pudiera usar para dar largos paseos, para pensar o simplemente para disfrutar de la naturaleza.
Recorrido el jardín, subí las escaleras que nos llevaban a un patio principal, mas elevado donde estaba la puerta de entrada de la mansión.
Allí nos esperaba el mayordomo rodeado de las doncellas que sonreían al ver la estampa de lo que seguramente ellos imaginaban como una pareja de recién casados.
El mayordomo mando a dos mozos a por nuestro equipaje mientras me hacia una reverencia para mostrarme no solo su respeto si no la lealtad que tendría hacia mi persona mientras estuviera a mi servicio
Me abrió la puerta después para que me adentrara en el interior de mi mansión mientras una doncella me indicaba donde habían dispuesto nuestro aposento, al menos uno de ellos, pues Arely ocuparía el secundario y yo el principal.
-Aquí no tendrás que aguantar a la bruja y sus chismes -bromee imitando el gesto que esa mujer siempre imponía frente a nuestras miradas.
Ese de desaprobación y de mujer remilgada que siempre nos dedicaba.
Al menos le saque una sonrisa, algo que posiblemente agradeció pues aunque yo disimulara, era consciente de que ella sabia perfectamente que yo estaba roto, solo que no lo decía.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Re: Vacio (privado)
El carruaje solicitado por Damon no se hizo esperar, y cuando mi alfa vino a por mí para llevarme en brazos hasta el mismo, nuestro equipaje ya había sido cargado y nuestros caballos sujetos a la parte trasera de este. Echaba de menos la libertad de cabalgar sobre mi montura, pero sabía que hasta que pasase el peligro era importante no correr riesgos innecesarios.
Como esperaba la bruja y dueña de la casa no salió a despedirnos, hecho que ni me importó ni me dejó de importar; bastante nos habíamos tenido que soportar ya como para fingir ahora también nuestra marcha.
Durante el trayecto permanecimos en silencio; un sepulcral silencio que nos envolvía a ambos en nuestros propios pensamientos. Damon acababa de llevarse un golpe muy duro, incomparable a cualquier otra pérdida, y aunque se recompondría y volvería a ser el que era, mis palabras ahora no le servirían de mucho. Debía superar esa fase de duelo que presiona nuestra alma cuando perdemos a alguien a quien queremos, cuando sientes que no podrás volver a ser feliz, debía aprender a vivir sin ella, y aunque yo no iba a presionarle para que me contase como se sentía, él sabía que podría contar conmigo en cualquier momento; porque aunque no le agobiase con mis preguntas y mis frases de ánimo, sabía que siempre estaría ahí para él; eso sí, dándole el espacio que necesitase para volver a unir los trozos de ese corazón roto.
Por mi parte no sabía como me sentía; desanimada quizás fuese lo que mejor definía mi estado de ánimo actual. Necesitaba los abrazos de Damon, sus bromas, pero era inhumano pedirle que estuviese así conmigo cuando lo más seguro es que le costase trabajo hasta respirar. Y yo lo sabía; sabía lo que era perder a alguien amado. Lo sabía porque durante unas semanas yo también había vagado como alma en pena.
No tardamos mucho en llegar a una zona con enormes mansiones pero alejada de esas típicas viviendas adoquinadas y alineadas unas tras otras; aquella parte era distinta, sin vecinos allegados y con amplios jardines donde los árboles conferían a las viviendas la intimidad que nosotros como lobos necesitábamos, o al menos, necesitaría Damon, porque yo durante los siguientes nueve meses sería incapaz de transformarme debido al embarazo.
De nuevo me tomó entre sus brazos, acariciándome la cintura al tiempo que yo rodeaba con mis brazos su cuello y apoyaba la cabeza sobre su pecho; buscando con la nariz el contacto con su mejilla, y pasando con suavidad mis dedos por su nuca. Adoraba esos momentos tan nuestros; adoraba sentir su calor y aspirar su aroma cuando más lo necesitaba, cuando me sentía perdida por mis pensamientos. Yo debería ser la fuerte de los dos ahora, sacarlo de su tristeza, ser capaz de controlar todos los problemas que nos acechaban para dejarle a él la posibilidad de pasar por ese duro bache tranquilo, más me sentía impotente ante esa situación; no sabía como afrontar nada, no sin que él estuviese a mi lado. Hasta como beta le había fallado.
-Tendré que buscarme a alguien a quien incordiar y sacar de sus casillas.-contesté después de reír ante su crítica de Agnés y el odio que nos teníamos mutuamente. En el fondo me gustaba retarla y acabar diciendo cualquier barbaridad que enfurecida a todo el mundo, incluido a Damon. Era divertido observar como la mujer se ofuscaba por mis actos y mi lengua viperina. Sin duda, tendría que buscar a otra víctima de mis encantos, o aquel embarazo iba a ser muy aburrido.- No te preocupes, volveremos a estar bien.
Acaricié su mejilla con suavidad, sabiendo que solo había sido un momento efímero en el que nos habíamos dado un respiro para sonreír. Damon estaba abatido, derrotado y yo me sentía impotente e inútil por no poder ayudarlo.
El servicio de la casa permanecía allí, y nos recibió con los brazos abiertos. Al menos no seríamos espiados por las doncellas de la bruja que vivían para contarle cada paso que dábamos en falso.
No tardaron en arreglar el segundo dormitorio, ese que se convertiría en mi alcoba, pues al parecer solo habían preparado uno. Damon me depositó durante unos minutos en el suelo mientras tanto, y el mayordomo aprovechó para presentarnos a parte de las doncellas y mozos encargados de las distintas labores domésticas. Minutos después cuando ya estuvo todo listo, mi alfa volvió a tomarme en brazos y nos dirigimos hacia el piso superior, donde se encontraban las habitaciones, y llevándome a la mía recorrimos un largo pasillo donde sin duda podríamos alojar a toda la manada.
Sonreí al ver la preciosa habitación que me habían designado; llena de luz y con vistas hacia un frondoso bosque de nogales. Sin saber por qué los ojos se llenaron de lágrimas y tenía tantas ganas de reír como de llorar.
- Gracias por todo, Damon.- susurré mientras hipaba y sollozaba por las lágrimas.- La casa es tan bonita..y mi habitación también; ¿has visto el bosque?
Si no fuese porque sabía que las hormonas del embarazo alteraban a las mujeres habría pensado que estaba loca de atar; y como no, que aquella maldita bruja me había envenenado con algo.
Como esperaba la bruja y dueña de la casa no salió a despedirnos, hecho que ni me importó ni me dejó de importar; bastante nos habíamos tenido que soportar ya como para fingir ahora también nuestra marcha.
Durante el trayecto permanecimos en silencio; un sepulcral silencio que nos envolvía a ambos en nuestros propios pensamientos. Damon acababa de llevarse un golpe muy duro, incomparable a cualquier otra pérdida, y aunque se recompondría y volvería a ser el que era, mis palabras ahora no le servirían de mucho. Debía superar esa fase de duelo que presiona nuestra alma cuando perdemos a alguien a quien queremos, cuando sientes que no podrás volver a ser feliz, debía aprender a vivir sin ella, y aunque yo no iba a presionarle para que me contase como se sentía, él sabía que podría contar conmigo en cualquier momento; porque aunque no le agobiase con mis preguntas y mis frases de ánimo, sabía que siempre estaría ahí para él; eso sí, dándole el espacio que necesitase para volver a unir los trozos de ese corazón roto.
Por mi parte no sabía como me sentía; desanimada quizás fuese lo que mejor definía mi estado de ánimo actual. Necesitaba los abrazos de Damon, sus bromas, pero era inhumano pedirle que estuviese así conmigo cuando lo más seguro es que le costase trabajo hasta respirar. Y yo lo sabía; sabía lo que era perder a alguien amado. Lo sabía porque durante unas semanas yo también había vagado como alma en pena.
No tardamos mucho en llegar a una zona con enormes mansiones pero alejada de esas típicas viviendas adoquinadas y alineadas unas tras otras; aquella parte era distinta, sin vecinos allegados y con amplios jardines donde los árboles conferían a las viviendas la intimidad que nosotros como lobos necesitábamos, o al menos, necesitaría Damon, porque yo durante los siguientes nueve meses sería incapaz de transformarme debido al embarazo.
De nuevo me tomó entre sus brazos, acariciándome la cintura al tiempo que yo rodeaba con mis brazos su cuello y apoyaba la cabeza sobre su pecho; buscando con la nariz el contacto con su mejilla, y pasando con suavidad mis dedos por su nuca. Adoraba esos momentos tan nuestros; adoraba sentir su calor y aspirar su aroma cuando más lo necesitaba, cuando me sentía perdida por mis pensamientos. Yo debería ser la fuerte de los dos ahora, sacarlo de su tristeza, ser capaz de controlar todos los problemas que nos acechaban para dejarle a él la posibilidad de pasar por ese duro bache tranquilo, más me sentía impotente ante esa situación; no sabía como afrontar nada, no sin que él estuviese a mi lado. Hasta como beta le había fallado.
-Tendré que buscarme a alguien a quien incordiar y sacar de sus casillas.-contesté después de reír ante su crítica de Agnés y el odio que nos teníamos mutuamente. En el fondo me gustaba retarla y acabar diciendo cualquier barbaridad que enfurecida a todo el mundo, incluido a Damon. Era divertido observar como la mujer se ofuscaba por mis actos y mi lengua viperina. Sin duda, tendría que buscar a otra víctima de mis encantos, o aquel embarazo iba a ser muy aburrido.- No te preocupes, volveremos a estar bien.
Acaricié su mejilla con suavidad, sabiendo que solo había sido un momento efímero en el que nos habíamos dado un respiro para sonreír. Damon estaba abatido, derrotado y yo me sentía impotente e inútil por no poder ayudarlo.
El servicio de la casa permanecía allí, y nos recibió con los brazos abiertos. Al menos no seríamos espiados por las doncellas de la bruja que vivían para contarle cada paso que dábamos en falso.
No tardaron en arreglar el segundo dormitorio, ese que se convertiría en mi alcoba, pues al parecer solo habían preparado uno. Damon me depositó durante unos minutos en el suelo mientras tanto, y el mayordomo aprovechó para presentarnos a parte de las doncellas y mozos encargados de las distintas labores domésticas. Minutos después cuando ya estuvo todo listo, mi alfa volvió a tomarme en brazos y nos dirigimos hacia el piso superior, donde se encontraban las habitaciones, y llevándome a la mía recorrimos un largo pasillo donde sin duda podríamos alojar a toda la manada.
Sonreí al ver la preciosa habitación que me habían designado; llena de luz y con vistas hacia un frondoso bosque de nogales. Sin saber por qué los ojos se llenaron de lágrimas y tenía tantas ganas de reír como de llorar.
- Gracias por todo, Damon.- susurré mientras hipaba y sollozaba por las lágrimas.- La casa es tan bonita..y mi habitación también; ¿has visto el bosque?
Si no fuese porque sabía que las hormonas del embarazo alteraban a las mujeres habría pensado que estaba loca de atar; y como no, que aquella maldita bruja me había envenenado con algo.
Arely Pucini- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/06/2016
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DATOS DEL PERSONAJE
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Datos de interés:
Re: Vacio (privado)
Los días fueron pasando, ojala pudiera decir que con normalidad, mas no fue así.
Arely cada vez estaba mas sensible, creo que le desquiciaba ese encierro entre cuatro paredes, ella que estaba acostumbrada a correr en libertad. La luna le afectaba, mas su cuerpo, sabio por el embarazo y el inmenso desgaste que traía con el, no se trasformaba cuando la luna tocaba el cielo.
La sentía triste, desvalida en muchos casos y completamente irracional en otros.
Yo me limitaba a guardar silencio pues no quería perturbarla, aunque en mi cada día se instalaba un sentimiento de desazón mas profundo.
No había vuelto a recibir noticias de la mujer que a fecha de hoy aun amaba, supongo que n ose olvida en unos días, como no se muere por amor tampoco..así que simplemente dejé que mi cuerpo siguiera la inercia de una vida vacía de sentimientos y llena de preocupaciones.
Para mas inri, un día mi hermano se presento en la casa con mi pequeño sobrino. Pronto aquella casa se lleno de vida y a su vez de desesperanza.
Mi hermano no solo venia con los problemas de una manada abocada al fracaso si no con una boda que se había celebrado en un engaño.
No comprendía como podía fiarse de los vampiros, como me insistía en que escuchara lo que Erlend tenia que decir, no entendía a mi hermano y a su forma de llevar la manada...pero era suya y no mía y tenia que acatar sus decisiones en ese respecto.
La semana fue pasando entre conversaciones vanas, todos errantes como fantasmas, arrastrando nuestra pena con nosotros mismos mas sin ser capaces de expresarla en voz.
Así llego el día de la cena en la playa, ese en el que las cosas quedaran para bien o para mal claras. Ese en el que Lobbo y mi hermano abandonarían mi casa para emprender una vida junto a una mujer que no lo merecía pero que había atrapado a mi hermano por los huevos.
Fin. Continua en la playa.
Arely cada vez estaba mas sensible, creo que le desquiciaba ese encierro entre cuatro paredes, ella que estaba acostumbrada a correr en libertad. La luna le afectaba, mas su cuerpo, sabio por el embarazo y el inmenso desgaste que traía con el, no se trasformaba cuando la luna tocaba el cielo.
La sentía triste, desvalida en muchos casos y completamente irracional en otros.
Yo me limitaba a guardar silencio pues no quería perturbarla, aunque en mi cada día se instalaba un sentimiento de desazón mas profundo.
No había vuelto a recibir noticias de la mujer que a fecha de hoy aun amaba, supongo que n ose olvida en unos días, como no se muere por amor tampoco..así que simplemente dejé que mi cuerpo siguiera la inercia de una vida vacía de sentimientos y llena de preocupaciones.
Para mas inri, un día mi hermano se presento en la casa con mi pequeño sobrino. Pronto aquella casa se lleno de vida y a su vez de desesperanza.
Mi hermano no solo venia con los problemas de una manada abocada al fracaso si no con una boda que se había celebrado en un engaño.
No comprendía como podía fiarse de los vampiros, como me insistía en que escuchara lo que Erlend tenia que decir, no entendía a mi hermano y a su forma de llevar la manada...pero era suya y no mía y tenia que acatar sus decisiones en ese respecto.
La semana fue pasando entre conversaciones vanas, todos errantes como fantasmas, arrastrando nuestra pena con nosotros mismos mas sin ser capaces de expresarla en voz.
Así llego el día de la cena en la playa, ese en el que las cosas quedaran para bien o para mal claras. Ese en el que Lobbo y mi hermano abandonarían mi casa para emprender una vida junto a una mujer que no lo merecía pero que había atrapado a mi hermano por los huevos.
Fin. Continua en la playa.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
- Mensajes : 293
Fecha de inscripción : 06/06/2016
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