Graduación a medianoche (Libre - Inquisidores)

por **Casiopea Weisser** Miér Oct 05, 2016 5:47 pm

Graduación a medianoche

Aquella noche se sentía realmente especial.

Ella había ido a presentarse para aquella prueba final que por poco aprueba, pero que por motivos de sus sentimientos, por poco hace perder la vida a uno de sus compañeros. No pasó nada al final.

Los inquisidores que estaban a cargo de los examinados acabaron el trabajo satisfactoriamente pero ella había estado distraída aquella vez. No pudo evitar que su corazón se entrometiera pero no echaría las culpas a nadie. A primeras pensó que le dijeron aquello por manía, pero al entrar en una misión de graduación, lo mismo quisieron ver si estaba preparada o no, si estaba preparada frente a cualquier desajuste o frente a cualquier otro tema en particular.

Cuando falló, su padre hizo todo lo que pudo para que le dieran otra oportunidad. Así paso. Ahora estaba de paso en Paris, preparándose para la segunda oportunidad que tenia de aprobar su acceso en la inquisición y de seguir la tradición familiar, aunque más que nada, quería estar cerca de aquel instructor suyo…pero intuía que no sería así.

-Casiopea – Escuché a mi padre llamarme a través de la puerta – Es casi la hora… ¿Estas lista? – Su voz parecía triste, venga, no iba a pasarme nada.
-Sí, ahora salgo – Un último vistazo a la fotografía de mi querido inquisidor del cual supe que ya estaba fuera de peligro, pero que aún seguía recuperándose….no sabía dónde. Mierda, los nervios volvieron a surgir por dentro. Intenté respirar, comenzaba a relajarme. Ya estaba lista.

El carruaje comenzaba su trayecto desde la mansión en la que nos hospedábamos hasta el lugar de encuentro. Pasamos por distinguidos edificios, bastantes parejas, bastantes niños que se iban a dormir de inmediato y muchos policías conforme nos íbamos acercando al punto de encuentro. Suspiré. Mi padre estaba mirándome con firmeza, le sonreía divertida intentando que no viera lo nerviosa que estaba. Seguro iba a fallar de nuevo. No quería la verdad, me gustaba lo que he estado aprendiendo y para lo que quiero ser en el futuro. Proteger a las personas de seres peligrosos, hacer del mundo un sitio más cómodo y mejor.

Al parecer el carruaje ya estaba parando y nos habíamos parado frente a la catedral de Notre Dame.

¿La prueba estaba en el interior de la iglesia o era una broma?

BY ORIELY

por **Crystal von Angelucci** Sáb Nov 19, 2016 6:00 am

Ésto no era algo que acostumbrara a hacer. No estaba entre mis funciones el encargarme de evaluar a aquellos que deseaban entrar en la orden, pero la petición de quién tenía que hacerlo, y no podía, había sido bastante vehemente y convincente hasta el punto que, tras varias veces, había acabado cediendo. El lugar se había elegido de antemano una vez se hubiera fijado la “naturaleza” de la prueba que tenía que superar aquel o aquella que deseaba entrar. El no poseer información detallada era algo que me disgustaba ligeramente, pero también comprendía el motivo para ello, cómo mas información poseyera mas condicionada podría llegar a estar mi valoración en cuanto a los resultados de la prueba. El interior del lugar, se encontraba prácticamente en las penumbras, iluminado por tan solo unas pocas velas, las justas para proporcionar una visión medianamente clara incluso ante alguien que no estuviera acostumbrado a moverse entre penumbras. No se percibía ningún sonido proveniente del interior de la catedral, el silencio era prácticamente como una losa, denso, solo roto por los sonidos provenientes del exterior.

Sumida tanto en las penumbras cómo en el silencio, me encontraba en uno de los bancos, situado en la zona mas oscura del lugar, lugar desde dónde podía observar con suma facilidad la entrada y con ello la llegada de con quién debía encontrarme. Minuto a minuto, se iba acercando la hora en la que debía llegar; quizás otro no llegara a tener en cuenta que tan puntual era pero, para mi, la puntualidad era algo primordial, puesto que en las misiones mas delicadas, el mínimo error, el mínimo retraso podría llegar a ser crucial. En el momento en el que oí como pasos se acercaban, mis sentidos se agudizaron y mi atención de dirigió hacia la dirección de dónde provenían los mismos. Aún en silencio y en las penumbras, esperé a que llegara, que se adentrara en el lugar, buscando el punto de encuentro antes de dejarme ver. —Si fuera una criatura sobrenatural esperando a la caza de una nueva víctima no me lo hubieras puesto muy difícil —mi tono de voz era tranquilo, medido, carente de cualquier tipo de reproche o reprobación en ninguna de mis palabras.

—Hay que saber prestar atención a cualquier detalle, a ser cauto en cada uno de las acciones y movimientos que uno realiza, pero no hay nada que un exhaustivo entrenamiento no pueda mejorar —acercándome hacia dónde se encontraba, con un paso tranquilo y apenas audible proseguí con mis palabras mientras la observaba con detalle— antes de proseguir, tengo un par de preguntas para ti: una que debes responderte a ti misma y otra a la cual espero una respuesta lo mas sincera posible —una leve sonrisa se formó en mis labios antes de formular las preguntas, preguntas que a pesar de su simplicidad eran mas complejas de lo que parecían— Dime ¿Que motivos te impulsan a querer formar parte de esta institución? —las respuestas podían ser varias, distintas para cada uno, quizás algunas parecidas, pero nunca había dos idénticas— Luego, pregúntate a ti misma ¿Estoy lista para esto, lista para cualquier sacrificio, para el trabajo duro?¿Mi dedicación, devoción y entrega son lo suficiente altas? La respuesta es algo que debes guardar para ti, algo que debes recordarte a ti misma —indiqué, con calma antes de dejarle el tiempo para que pensara y diera su respuesta.

por **Carleigh Altdorfer** Sáb Nov 19, 2016 9:20 am

Off: Chicas espero que no os importe que me una también.

Él conocía un poco más de informacion a cerca de lo que iba a ocurrir en la Catedral aquella noche, más que nada por la funcion que le había tocado desempeñar. Sabía cual era el origen de aquella segunda oportunidad, bueno, sabía lo básico. Una chica afortunada que contaba con un padre bien posicionado en aquel mundo. No, Carleigh no juzgaba aquello, ahora que él era padre podía comprender el sentimiento. No obstante, la inquisicion quería asegurarse que aquella mujer estaba bien preparada para el trabajo que iba a tener que ejercer. Y por eso, estaba allí aquella noche. Ni siquiera la otra inquisidora sabía que él iba a estar allí. Tres extranjeros unidos por un mismo proposito pero con diferentes cometidos. Aquella iba a ser una noche sin duda extensa y que iba a revelar muchas cosas.

Había accedido a la torre sur de la catedral una hora antes de que las mujeres llegaran, desde allí tendría la oportunidad de observar el momento y posteriormente a ello actuar. Para la espera se había traído dos libros, por supuesto una biblia en formato pequeño que solía llevar con él, antigua y algo desgastada con los años. Luego un libro en aleman sobre algunos de los últimos artilugios que habían sido creados para la caza. En su lectura casi se le pasa la sigilosa entrada de la inquisidora, desconocía su nombre pero sabía que pertenecía la faccion cuatro. Bajo un poco por las escaleras, tomando un maletín con cosas que llevaba. Silencioso establecio su base temporal no muy lejos de la capilla principal, separada por paredes y puertas pero que podía escuchar todo si ponía atencion.

Dejo el maletín allí y se preparo para su actuacion. Porque si, era literalmente una actuacion. Se retiro la cruz de plata del cuello, solo una leve mueca al notar como le había quemado aquella noche la piel. Y alivio, aunque se negara a manifestarlo. La poso junto a la biblia sobre el maletin y se coloco un abrigo largo, oscuro y con manchas de sangre. No llevaba armas a la vista, nada que le delatase como un miembro de la inquisicion.

Escuchó las preguntas de la inquisidora, unos segundos después salió por una puerta bastante escondida que solo solían utilizar los curas y otro personal de la iglesia. Y que hoy, utilizaría él. No cerro la puerta pues eso causaría un sonido que quizás captarían. Mientras la charla entre ambas mujeres comenzaba, su juego empezo. Acechando como una sombra empezo a moverse por la inglesia, dejando que su sombra se viese a traves de la tenue luz. Tiro uno de los candelabros con la vela al suelo, y luego fueron cayendo todos hasta dejar el sitio con la unica luz de la luna entrando por la ventana. Sabía que la espía no tendría problemas, pero no era ella quien la interesaba, para ella no era aquella prueba.

— Habeis interrumpido mi descanso —la voz sonaba profunda, como si inundase el lugar. Se movio hasta detras de la "examinada" — Lucha —y tras eso, casi instantaneo la empujo con fuerza, tal y como lo haría cualquier bestia o monstruo que pudiera encontrarse ahí fuera. Aquello no era un camino de rosas. Le había costado aceptar aquella tarea, en parte era dejarse llevar por su parte mas instintiva y animal, y sabía que como parte de los condenados, a la faccion que ahora pertenecía, le iban a exigir que usara sus "habilidades sobrenatural", y él debía aprender a tener el autocontrol suficiente. Esperaba que aquel examen no se complicase debido a sus demonios.

por **Casiopea Weisser** Lun Dic 05, 2016 9:18 pm

Graduación a medianoche

Parecía que la noche se consideraba algo densa. La luna había salido de su escondite y precisaba de una impactante proyección sobre las sombras vestidas de cuero negro.

Entre los dichosos, estaba Casiopea, a punto de ser probada por los inquisidores por tener un lugar en la facción de soldados. Si no recordaba mal, la mujer que le estaba haciendo las preguntas le resultaba conocida y los demás que la observaban con atención a como respondería las preguntas. No se dio cuenta de que muy cerca de ellas se acercaba un hombre, un joven de lo que le hizo sobresaltar en el sitio, llevándose una mano a su pecho cerca de su corazón. Se había sobresaltado. Esperaba algo menos pero no, se sintió mal por interrumpir al hombre.

– Lo lamento –Dijo Casiopea con cierto tono serio en su voz. Descubriendo a que los demás estaban poniéndose en marcha, de repente aquel a quien habían interrumpido la empujó, perdió un poco el equilibrio pero prefirió echarse hacia atrás, no para huir, sino para poder tener un margen de tiempo hasta poder coger una de sus pequeñas dagas de plata regaladas por su padre. Se puso en modo defensivo pero vio al resto que se quedaba de brazos cruzados.

Obviamente.

La prueba era para ella, no para nadie más. Ya, pero si no sobrevivia, no podría seguir en pie con la prueba, situándose entonces en una posición abierta, quedando con las preguntas a medio responder de la inquisidora, Casiopea se disponía a atacar a quien le había dado el empujón que por poco la hace caer, pero una bola de humo que explota entre los dos hace que se cubra los brazos, retrocediendo unos milímetros para después cubrirse la boca y olfato tras comenzar a oler un poco a un azufre bastante desagradable.

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