Campanadas... Medianoche *Libre*

por **Céline Candau** Vie Jul 01, 2011 6:51 pm

Que podía esperar de alguien que solamente desea vivir? No lo se, muchas veces he tratado de hallar una respuesta a esa pregunta, han sido variadas y cada una diferente por mucho. Las noches en Paris se volvían monótonas con cada nuevo amanecer, todo estaba completamente igual que el día anterior, suspire, hoy no quise trabajar, por lo que sin pedir permiso salí a dar un paseo a la plaza, no quería toparme con alguien por lo que me aleje un poco de mis sitios acostumbrados, solté una pequeña carcajada cuando pase por un lado de una pareja discutiendo, por eso mismo yo no tenia una, me quede cerca tratando de prestar mas atención, imaginándome cual seria el problema
-Te dije que yo no quería- le gritaba el hombre
-Pero tenias que hacerlo-
-No quiero hablar más del tema-
-Pero así le caíste mejor a mi padre-
-No quería irle a pedir permiso de salir contigo-
Negué con la cabeza, ¿ese era el tema? Aburrición, me aleje sin mas de ellos, los chicos de ahora se desgastaban por tonterías, un ave cruzo el cielo, alce la mirada añorando esa libertad, la noche era oscura, Luna Nueva. Llegue al centro de la plazoleta donde se alzaba una fuente de agua cristalina, en este momento aparentaba oro negro, sumergí un dedo… helada… cerré los ojos y comencé a tararear una canción de cuna que mi madre solía cantarme, empecé a mecerme al son de la melodía… todo estaba silencioso, la pareja se había marchado… no había nadie mas conmigo… campanadas… medianoche…

por **Chrystelle Desmarais** Vie Jul 01, 2011 9:01 pm

Llevaba vagando varias horas por las calles iluminadas de París. La noche ya había caído tapando todo con su gran manto negro y las pocas personas que quedaban paseando empezaban a retirarse a sus hogares donde podrían comer una caliente y deliciosa cena e irse a dormir ajenos de todo peligro que podría encerrar la ciudad a estas horas. Seres sobrenaturales, como por ejemplo...yo, una llamada cambiaformas.
La verdad es que yo no me consideraba para nada peligrosa, tan solo había cometido algunos robos por mera necesidad pero jamas se me cruzo por la cabeza el herir a alguien. Aun así los humanos insistían en inventar terribles historias de todo aquello que desconocían y les provocaba curiosidad.
Las campanadas empezaron a sonar marcando las doce de la noche. Llegue hasta la Plaza Tertre y me vi atraída por la hermosa fuente de agua situada en el centro y que llamaba a sentarse a su alrededor. Sin perder un momento me aproxime y observe el agua cristalina con una sonrisa en mi rostro sin percatarme de la presencia de otra mujer a mi lado.

Campanadas... Medianoche Libre