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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Elora Paine Vie Oct 21, 2016 9:21 am

Roleado en CB. El color rosa corresponde a Elora, el otro a Xaryne.



Elora había conseguido llevar a Leif a su vieja buhardilla y allí curarle las heridas y aplicar un quelante de plata, para que no absorbiera la ponzoña que le producía el metal en su carne licántropa. No había sido agradable, pero había sucedido así y las cosas a veces no eran como uno esperaba.

Tras las presentaciones formales con Xaryne y Gael, Leif se había marchado bastante más tranquilo que antes. Habían hablado un poco, apenas, pero lo suficiente para que el lobo no desapareciese del todo. Su relación padre-hija, pendía de un hilo, eso lo sabía; pero también le había dejado claro que ella apostaba por él, que quería ganarse a su padre y que no dejaría de intentarlo. Tenía una historia demasiado larga de abandonos en su vida. No quería perder a nadie más. Y esto la llevaba al otro problema, que tenía nombre propio y unos ojos de hielo. ¿Cómo iba a reparar el daño? Le había ocultado a Xaryne que su padre era una criatura sobrenatural. No había confiado en ella lo suficiente, porque conocía las reacciones de loca asesina que tenía y había temido por la integridad de Leif. Ciertamente, no había actuado bien, la había cagado hasta el fondo, y no valía buscar excusas ni justificaciones.

¿Y si ahora la perdía también a ella? justamente a ella, que había estado ahí al pie del cañón, cuando su padre no lo estuvo. ¿Por qué? ¿por qué no había elegido a la cazadora antes que al monstruo? ni siquiera ella lo comprendía. Era la llamada de la sangre, algo instintivo e incontrolable.

Regresaron a la mansión en silencio, sin apenas dirigirse la palabra. Le dolía la cara, donde tenía el golpe y estaba deseando poder ponerse un poco de hielo o algun ungüento para el dolor. Xaryne fue a dejar a Zaros al establo y ella se fue derecha al cuarto. Tenía la duda de si la alemana dormiría allí o se iría a otro lugar, porque sabía que estaba molesta. La bruja se dejó caer en un silla y juntó las manos, apretando los puños. Apoyó el puente de la nariz en ellos y dejó que las lágrimas de impotencia rodaran fin freno, nadie la estaba viendo, podía permitirse ese momento de debilidad.


Subí las escaleras de la mansión, Gael me había sacado de aquel trance sangriento, pero iba todavía algo mojada y con restos de sangre en la ropa. Parecía que me había tragado un kraken y había salido de dentro a arañazos. Ese era el aspecto de la cazadora, de la Muerte Negra, de aquella que no confiaba en nadie ni en nada. Mi coraza de hielo parecía resurgir por momentos, pensando en cómo había protegido Elora a aquel ser despreciable que le había hecho aquello. Su padre... ¿cómo podía haberme ocultado algo así? Abrí la puerta lentamente y me quede mirándola en el marco de la puerta, todo cuero, sangre, plata y hielo. Mi cuerpo se quedó completamente inmóvil, sólo se notaba mi respiración, profunda y contenida.

Se sobresaltó al escucharla y todavía más cuando la vio con esa aura helada rodeándola, daba miedo. Se levantó de un brinco pasándose la mano por las mejillas, como si fuera posible obviar que había llorado, y que el golpe le había dejado media cara hinchada.Su expresión era de profunda preocupación al verla.

— ¿estás… bien? ¿te han … herido?— Ala rgó las manos sin pensar, tratando de constatar si alguna de esas manchas correspondían a algun corte o herida propia. No podía perderla. No. Se negaba.— por favor, Xar…dime si estás bien…yo… lo siento. Lo siento mucho.


Ahora sí que estaba asustada, ahora sí que se sentía al borde del abismo con muchas posibilidades de caer al vacío. Le había pedido a Xar que no volviera a hacerle aquello de largarse a Alemania sin explicaciones, y después ella había hecho algo similar, ocultar información relevante sobre su vida por una cuestión de confianza. Eso mermaba cualquier relación, estaba claro; hasta ahí llegaba, porque ninguna de las dos eran precisamente muy competentes emocionalmente. Ambas estaban hechas de retales de amargura.
— pensé que… no lo entenderías. Decidí que era mejor que pasara un tiempo para no enfrentarme a la realidad de que las únicas personas importantes para mí, son en realidad némesis y deberían destruirse entre ellos. Pero…— se mordió el labio y parpadeó varias veces para no empezar de nuevo a llorar.— al final la realidad siempre te aplasta y tienes todo el derecho a odiarme.— Se lo merecía por imbécil. Por desconfiada y egoista.— me lo merezco.


Me quité los pantalones ensangrentados y me vestí con ropa limpia sin mirarla. Mi mente bullía a mil por hora, no sabía qué hacer. Se me estaba partiendo el alma al verla así, pero el dolor de todo lo que me había estado ocultado lo cegaba todo.

Ninguna de las dos era demasiado experta en relaciones, pero de alguna manera lo que nos unía había sido más fuerte que nuestra amargura interior. Suspiré, su cara me estaba derrumbando por completo. Sabía que si salía de allí, esto tenía muchas posibilidades de terminar para siempre. Pero no podía perderla. No a lo que era la luz de mi vida.
- No te odio Elora. Siento muchas cosas ahora mismo, pero el odio... no. Nunca podría... odiarte.

Tragué saliva, me encontraba totalmente perdida. Cogí su cara con suavidad con una mano.
- No llores, por favor.

Decirle a alguien que está peleando para no llorar, que no llore es como echarle pimienta en los ojos. La bruja se levantó bruscamente y se abrazó a Xaryne con fuerza, dejando que las lágrimas brotasen y con ellas las palabras retenidas.
— lo siento… lo siento tanto…no quiero hacerte daño y no sé como me las arreglo, que siempre acabas sufriendo por mi culpa…cuando cierro los ojos imagino un futuro sin… sin estas mierdas… sin problemas, sin dolor… un futuro que deseo compartir contigo… y cuanto más hago para acercarme a tenerlo, más arrastro al infierno.

En ese momento tuvo una revelación. Se separó un segundo de Xaryne para poder mirarla a los ojos.— si tú quieres, lo abandonamos todo y nos largamos de esta sucia cloaca. Me da igual la venganza, no quiero un futuro en el que tu no estés.

Se abrazó a mí y mi cuerpo reaccionó por instinto. La abracé con fuerza, acunando su cabeza contra mi cuello mientras sentía sus sollozos. Cerré los ojos y apreté los dientes mientras estrechaba su cuerpo al mío, notando cómo un bálsamo de calor iba derritiendo las capas de hielo de mi interior.

Ella era mi volcán particular y a la vez mi talón de Aquiles. Tenía la particularidad de conseguir que quisiera bajarme del mundo con una sola mirada de aquellos ojos castaños. Me di cuenta en aquel momento de que seguiría completamente enamorada de ella aunque me abriera en canal.

Suspiré y relajé el cuerpo poco a poco, su contacto me calmaba. Acaricié su pelo, suave y sedoso, aguantando el peso de su cuerpo y sin saber qué decir. Pero entonces llegó la sorpresa.

¿Que nos fuéramos? Estaba escuchando las palabras que nunca creía que oiría salir de su boca. Quería sacrificar su venganza, aquella que tanto sufrimiento nos estaba costando, solo por estar conmigo.

Eso valía para mí más que cualquier palabra de amor. Le limpié las lágrimas con los pulgares y junté su frente con la mía cerrando los ojos.

Dejé un largo minuto en el que sólo los sonidos de nuestras respiraciones, algo agitadas, quebraban aquel silencio tácito.
Al final, le dirigí una mirada imbuida en zafiro, rebosante de la más absoluta rendición por ella. Nunca le había dicho aquello tan directamente.
- Elora... te quiero. - Evalué su reacción mientras hablaba en un susurro. - Completaremos tu venganza. Y entonces podremos irnos de aquí.

Quizás a Xaryne le pareciese que sus maneras agresivas, frías y herméticas la dotaban de una coraza que impedía a los demás saber cómo era la persona que había bajo ella. Pero para la bruja era clara como el agua de un rio, la veía tal como era y sentía que realmente la quería, en cada gesto y en cada acción. “Por tus actos te conocerán.” Y así era, Xar la había seguido a una operación suicida, la había apoyado, sostenido y sujetado en momentos de debilidad. La conocía por sus acciones, por cómo era con ella. Le importaba un santo pepino si mataba a media ciudad, tan sólo le interesaban dos personas, el resto podían morirse. Sabía que se le daba fatal hablar, expresar, decir aquello que más débil podía mostrarla, y sin embargo le había echado huevos y se lo había dicho. Sólo por eso se merecía el cielo, las estrellas y todo el puto universo; que si estuviera a su alcance se lo hubiera conseguido. Se mantuvo con la frente pegada a ella, y elevó las manos para posarlas en sus mejillas, de pómulos altos y angulosos, dejándolas ahí reposar un instante.

— Ya lo sé… yo también te quiero.— sonrió, porque el contacto con Xaryne siempre sacaba lo mejor de ella y disipaba los nubarrones.— y déjame decirte que lo siento mucho por ti. Ahora ya no hay derecho a devolución, ni siquiera con el atenuante de que estás completamente ida de la cabeza y no sabes lo que haces. Y no, no puedes matar a quien hizo las reglas del corazón.


Sonreí de oreja a oreja, cosa que rara vez hacía. La levanté sentándola en mi cintura y apoyé mi barbilla en su pecho, intentando ignorar la hinchazón de su cara. La miré e intenté aligerar algo el ambiente.
- Por favor, dime que tu prima la del pueblo no es un poltergeist o algo así.

Me senté en aquella cama que nos había visto en tantas ocasiones y seguí observándola mientras me preguntaba cómo demonios había llegado todo a aquella situación. Cómo había cambiado todo desde la primera vez.

- ¿Piensas alguna vez en... cuando nos conocimos?
Vale, intentaba distraerla pero no se me daba del todo bien, aunque sí que tenía curiosidad por el tema.

— Oh, sí. Te maldije en tres lenguas diferentes porque primero pensé que eres un marinero borracho como los que me estaban soltando chorradas. Luego insististe en acompañarme a casa así por tu cara bonita. Lo recuerdo como si fuera ayer. Estaba cabreada y vomité todo el veneno sobre ti, hasta que aquel vampiro nos atacó. Y después…no sé cómo una cosa nos llevó a otra. Sólo sé que todo empezo a rodar vertiginosamente.— Le acomodó un mechón de pelo tras la oreja.— Hiciste que empezara a pensar en el futuro en vez de en el pasado.— hizo una breve pausa para buscar sus labios, pero no se entretuvo demasiado, quería decirle algo más.— ¿Sabes? hay muchas almas atormentadas que no encuentran descanso, que me cuentan que jamás fueron amados cuando estaban vivos. Es muy triste. Yo puedo morirme tranquila, al menos una vez, puedo decir que amé y fui correspondida.


Volví a sonreir, recordando cómo aquella noche de cacería se había convertido en algo que nunca creí que volvería a intuir. Esperanza. Me rescató de aquella vida de amargura y resentimiento solo... siendo ella. No sabía si había sido el destino o la casualidad, pero algo había hecho que se encontraran precisamente allí, y la conexión fue tan abrasadora que aún la recordaba en todos sus matices.

Sentía que el corazón me latía con fuerza, casi podía oírlo entre mis sienes. No querría estar en ningún otro lugar en el mundo que en aquella cama con ella sentada a horcajadas sobre mí.

Seguía estando delgada, pero no tan escuálida como cuando la conocí, lo que era un detalle que me agradaba, ya que había llevado una vida demasiado fría. Demasiada soledad para un cuerpo tan pequeño. Pero también podía aplicarse a mi experiencia vital. No iba a dejar que el sufrimiento que vi en aquellos ojos asustados volviera a instalarse y se la volviera a tragar. Esta vez no.

Fruncí el ceño cuando habló de la muerte.
- Tú no vas a morirte, al menos no antes que yo.


— ¡Ah! pues claro que no voy a morirme!! que te crees tú que te lo voy a poner tan fácil. Vas a tener que aguantarme por muuuuucho tiempo.— rozó su nariz en un gesto cariñoso, íntimo, tras haber pasado sus manos alrededor de su cuello. Esa vez sí buscó sus labios para perderse en ellos, sin prisa, sin nada más que importase. Ella era su hogar, se lo había dicho en otra ocasión, y lo mantenía. Se podría equivocar, y mucho, porque era carne de cañón para el karma, pero si algo tenía claro es que la quería, y que nada de lo que hiciese que pudiera dañarla, sería intencionado.

—Perdóname. Perdona que sea tan…pfffff…— ¿Cómo definir su estupidez o su cabezonería, su desconfianza y sus miedos?. Pero si algo tenía Xaryne es que no necesitaba muchas explicaciones para entenderla, la sentía, conectaban. Y si algo bueno tenía la bruja es que no se le caían los anillos por pedir perdón cuando de verdad se había comportado como una imbécil.— no puedo prometerte que cambiaré…que no pasará más… pero puedo intentarlo.


- Ssssh... - le mordí el labio suavemente, ya valía de errores y disculpas. - Si me prometes que no dejarás de besarme, me es suficiente.

Era curioso, era muy torpe expresándome, pero de vez en cuando algo inexplicable me inspiraba alguna frase que hasta a mí me sorprendía. Demasiado tiempo con el empalagoso de Gael.
- Yo tampoco puedo prometerte que no volveré a reaccionar como una psicópata en potencia. Pero puedo prometerte esto.

Me tumbé debajo de ella y cogí una de sus manos con otra de las mías y la apoyé contra mi pecho, por debajo de la camisa, tinta contra piel morena, justo debajo de mi corazón. La miré y ella me entendió a la perfección. Me estaba rindiendo completamente ante ella.


Entendía lo que Xaryne le estaba diciendo con ese gesto, y aunque simbolizaba muchas cosas, sobre todo esa entrega incondicional, a ella le pareció que se rendía de una forma casi abnegada, y esa no era la Xar que ella quería y admiraba, furiosa, orgullosa, valiente. Así que se agachó a dejarle un beso sobre esa piel que cubría su corazón y se elevó de nuevo tirando de ella hacia arriba.
— Te lo prometo.—
Eso sí podía prometerlo, porque sabía que no les faltarían nunca los besos, las caricias y la necesidad de estar piel con piel, porque se atraían como imanes, se completaban como piezas de puzzle y se necesitaban como el sol y la luna. La abrazó, recorrió su pelo hundiendo los dedos entre las guedejas oscuras, aspiró el olor que su piel desprendía, todavía algo ferroso de haber estado expuesta a tanta sangre, y se dedicó a dibujar un mapa de saliva por su piel, despacio, saboreando cada centimetro ganado. Enroscó sus piernas alrededor de la cintura de la cazadora, sentadas en la cama, dispuesta a escribir de nuevo otro capítulo en el lienzo de su piel.

Por mucho que el tiempo se empeñase en ceder a la costumbre, cada vez que se devoraban era una aventura nueva, era como redescubrir el tesoro pirata para luego prenderle fuego y regresar a buscar más. Jamás podría agradecer lo suficiente a los dioses que Xaryne apagara todas sus vacilaciones, colmara todos sus deseos y llenase casi todos los huecos que dejaban las ausencias. Sólo por eso, ya era suficiente razón para desearla y buscarla. Pero es que además era jodidamente guapa, con esa belleza de felino salvaje que le hacía erizar el pelo de la nuca y despertaba sus instintos.

Cada roce con su piel despertaba sensaciones que nada tenían que ver con los vestigios de humanidad que había ido recuperando. Comenzó a saborear mi cuello, cada milimetro de piel expuesta se veía devastada por su lengua, que además de afilada tenía la habilidad increíble de hacer que todos los sonidos disponibles en mi garganta fueran gemidos a su paso. El tiempo dedicado a la piel de la otra nos había hecho orfebres del tacto, sabíamos exactamente dónde ir, pero a la vez cada sensación era nueva. Me empeñaba en descubrir los recovecos más difíciles de su piel, pero al poco tiempo siempre sucumbía a mis instintos. Tenerla tan cerca me impedía pensar, solo podía rendirme ante el deseo ancestral, inhumano de hacerla mía, de devorar su cuello, de tocar el arpa de su cuerpo para hacerla vibrar de placer. En esos momentos ya no era humana, era un fiera poderosa que gruñía y que perseguía un objetivo: que sus uñas acabaran clavadas en mi espalda mientras ponía los ojos en blanco y se olvidaba de nombre.

Así era Xaryne, salvaje, indomable, una fiera hambrienta y acostumbrada a ser como la tormenta: arrasadora, volátil, depredadora. Aunque a la bruja le encantaba perderse en ella, dejarse arrastrar a una espiral de pasión incontrolada, esa vez quería ponérselo complicado a la cazadora. Le empujó hacia abajo, aprovechando la inercia de su cuerpo y le sujetó las manos sobre la nuca. Desde luego, la alemana podía deshacerse del agarre cuando quisiera, su potencia física era muy superior, pero igualmente imprimió fuerza en ello y se colocó a horcajadas sobre su cintura apretando con sus muslos los costados. Se inclinó sobre ella mordisqueándole el labio inferior, notando como la respiración se le volvía más acelerada. Bajó por su cuello y por su clavícula y cuando no pudo bajar más sin soltarla, tuvo que renunciar a sujetar sus manos, así que encontró otro lugar donde ponerlas y allí estaban sus pechos, firmes como cumbres que debían ser coronadas con los labios. Iba a grabar un tatuaje invisible con su lengua en toda esa piel que ahora la desafiaba a hacerlo.

Sus labios me devoraban por fuera, pero me arrasaban como un tornado por dentro. Cuando agarró mis manos y las sujetó, sonreí salvajemente contra sus labios. Me encantaba cuando intentaba llevar el control. Podía soltarme en cualquier momento, pero no lo hice, y menos cuando emprendió una guerra entre su lengua y mis pechos. Me agarré inconscientemente al cabecero de la cama, que crujió ante mi fuerza mientras los músculos de mis brazos se marcaban, fibrosos e impotentes ante el avance de su despiadada lengua, que iba ganando la batalla contra mi poco autocontrol. Aquel giro de los acontecimientos me estaba excitando más que nunca, y de mi garganta solo salían gemidos entrecortados. Recordé fugazmente aquella primera vez, en la buhardilla que ahora quedaba tan lejos, mientras mis manos se soltaban del cabecero y cogían las suyas. Di un giro perfecto y acabé sobre ella. De un movimiento sujeté sus muñecas con una de mis manos detrás de mi cuello. Con la otra dibujé su cara, pasando el pulgar suavemente por su labio inferior, recorrido que seguidamente exploró la punta de mi lengua. Aún quería provocarla más y más. Fui hacia su oreja y la mordí antes de susurrarle:
- ¿Aún te acuerdas de tu nombre, brujita?
Mis dientes rozaron toda su garganta y terminaron en su clavícula, apresando suavemente esa suave piel e intentando no enloquecer del todo.

— ¿que si me acuerdo de mi nombre…? ¿qué nombre…?..— Esa era la broma recurrente que tenían cuando se perdían entre las brumas del intenso placer. No iba a perder más tiempo dialogando, cuando el fuego pedía más fuego, no había razonamientos que valiesen. Levantó la cabeza del colchón para besarla, para recorrer con su lengua cada rincón de la de Xar, y de paso levantó el cuerpo, pegándose a ella, frotando su piel contra la de la cazadora, sintiendo su tacto firme y suave a la vez, cálido y anguloso. Tiró de una de sus manos para sacarla del agarre y la empleó en desabrochar el cinto del pantalón de cuero de la alemana. Demasiada ropa entre ellas. Por desgracia Elora llevaba un vestido con cordones y corsé, y no sería tan fácil arrancarlo, aunque estaba deseando que las manos de aquella fiera la liberasen de aquella carcel, de la tortura que era estar tan cerca de ella y no poder sentirla completamente contra su piel.

Me deshice del pantalón y la camisa rápidamente, soltando sus manos del todo. Un gruñido gutural salió de mi garganta cuando comprobé que llevaba uno de aquellos vestidos que tan incómodos me resultaban. Chasqueé la lengua, me daba exactamente igual la ropa, el desgraciado al que mataríamos en breve le regalaría otro. Agarré el escote del vestido con las dos manos y di un rápido y fuerte tirón hacia los lados, notando cómo la tela se desgarraba a mi paso y descubría su glorioso cuerpo. Sonreí salvajemente contra mientras besaba la piel tersa de uno de sus pechos y me las apañé para susurrar:
- Espero que no le tuvieras mucho apego...
No me preocupé en parecer arrepentida. La fiera estaba suelta, y necesitaba sentir su piel, esa piel cálida y suave que le ataba a la tierra a la vez que le hacía olvidarse del resto del mundo.

Quité de un movimiento el resto del vestido, los jirones cayeron al suelo con un golpe sordo. La observé en todo su esplendor, aunque aun había un trozo de tela que me estorbaba. Borracha de placer, fui bajando entre besos y dejé un camino de saliva hasta el borde de aquella pequeña prenda que me separaba del éxtasis más absoluto. Toda ella era una droga para mí, y sentía un anhelo desesperante cada vez que nos separábamos unos segundos por la falta de aire. Enganché aquel pedazo de tela negra con los dientes y empecé a bajarlo lentamente, mientras mis manos redibujaban sus caderas con un ansia animal.

¿Apego? cuando Xaryne se volvía enajenada de deseo, ningun objeto era más importante que eso. Tiró de sus pantalones hasta que dejaron al descubierto sus muslos, torneados, fuertes y ágiles, surcados por los relieves de sus músculos y alguna que otra cicatriz. El cuerpo de Xaryne era como un pergamino egipcio, lleno de jeroglíficos a descifrar. Los tatuajes, cada uno con su significado; las cicatrices que eran el testimonio perenne de su lucha por la superviviencia y la venganza; los recovecos, esos que la hacían única y especial. Elora lo conocía de sobra, pero redescubrirlos era su afición favorita. Jugar al escondite con su deseo. Se arqueó al sentir su descenso hacia el infierno que ardía entre sus piernas; infierno que se convertía en paraíso cuando la liberaba de esa prisión. Cerró las manos sobre la colcha arrugando el jirón de tela y dejando que los nudillos se pusieran blancos por la fuerza que ejercía con ellos y soltó el aire retenido en los pulmones en forma de gemido, cerrando los ojos y retorciéndose bajo sus manos.


Sonreí ante sus gemidos, me encantaba cómo su cuerpo se retorcía sin cesar al paso de mis manos, que redibujaban su figura como si de un artista se tratara. Comencé a darle placer lentamente tras arrancar ese pedazo incómodo de tela. Quería que se abandonara al placer, que gritara mi nombre con cada uno de sus poros, que clavara las uñas en mi espalda. Dios, adoraba a aquella bruja. Mi lengua exploraba cada uno de sus huecos, necesitaba oírla, saber que se rendía completamente conmigo. En aquel mundo de mierda, ella era la bahía de paz que me mantenía alejada de la locura. Subí por su ombligo de nuevo, mi mano reemplazó lo que mi boca no había acabado. Enganché el lobulo de su oreja con los dientes, estaba enloqueciendo.

Elora se retorció como una serpiente bailando al son de la maestria de Xaryne. Cuando alcanzaba ese estado de semiéxtasis se perdía en una espiral de placer que la absorbía, sacudía y volvía del revés, y no le salía otra cosa que llamarla por su nombre. — Xar….oh, dioses!!… Xaaaaaarrrrr….— se rendía por completo. Era suya, podía hacer con ella lo que quisiera ahora y siempre. La conocía mejor de lo que se conocía ella misma, la buscaba y la incendiaba como nunca antes nadie lo había hecho. Se abandonaba por completo a su deseo, a lo que ella quisiera, porque era la que había llegado a su vida para hacerla olvidar el pasado y empezar a escribir un futuro más feliz, completándose la una a la otra. Estalló en un climax, y a pesar de que tenia los ojos abiertos, se le nubló la vista y toda la habitación dio vueltas. Tardó unos segundos en recuperar la visión y la respiración, y cuando lo hizo, se abrazó a su cuello por el lado de la cara que no le dolía. Le dio un beso en la mejilla, pero que en esa situación era casi más íntimo que uno en la boca y le susurró. — Te quiero.

Caí rendida sobre ella cuando alcanzó el clímax, el cansancio me aplastó de golpe y tardé en recuperar la respiración. Había vivido demasiadas experiencias esa noche. Cuando me susurró que me quería algo se me removió por dentro. Estar allí, en sus brazos, sin nada en lo que pensar... en ese momento me negaba en pensar en nada más. Escondí la cabeza en el hueco de su cuello y respiré hondo, apretándome contra ella. Susurré:
- Y yo a ti, bruja loca... el karma sabrá por qué...
Ni siquiera yo sabía qué era lo que había hecho que siguiera a aquella chica hasta aquel punto. Seguí disfrutando de la cercanía de su piel con la mente en blanco, respirando el aire desde su cuello, completamente relajada.
- Bueno, esta noche ha tenido demasiadas cosas... al menos, existe un burdel de vampiros menos en la ciudad.
Seguí acompasando mi respiración a la suya, abrazada a su cuerpo. Con una mano nos tapé con la sábana. Volví a respirar en su cuello.
- Qué es lo que me haces brujita...

Un gato pelirrojo las había observado desde un sillón tapizado de rojo. Se había colado en la casa en algun momento y fue cuando el animal bostezó cuando se percató en aquellos ojos felinos fosforescentes que se iban aproximando a la cama para saltar con elegancia y aposentarse cerca de los pies de Xaryne. Frunció el ceño.— ¿Un gato? en serio?…— después se dio cuenta de lo surreaista de la situación y rompió a reir.— jajajajaja.. ay! ya tenemos el equipaje casi completo, sólo me falta la escoba…jajajajaja pero si eres pelirrojo!!! yo necesito un gato negro para ser la bruja de los cuentos…meh, ven aquí. Oye Xar, ¿lo adoptamos?tiene una pinta adorable, pero creo que lo llamaré Belcebú, Hades o algo así que suene terrible…¡Gato! no me mires con esa cara, podría llamarte Abelardo!! y mi padre es un lobo, te comerá si te portas mal!!


Levanté la cabeza lentamente del cuello de Elora para fulminar al gato con la mirada.
- ¿El gato estaba mirando mientras...?¿Pero qué...?
Resoplé y el gato me bufó. Le ignoré mientras volvía al cuello de Elora y me dedicaba a darle suaves besos. Musité:
- No suelo llevarme bien con animales que no sean caballos.
Fruncí el ceño desde mi cómoda posición. Quería a Elora un rato más solo para mí.


A mí los gatos si me gustan, son como tú, huraños y ariscos, pero cuando uno te conquista, ya eres suyo para siempre y es lo más mimoso del mundo. Jé!.— le estaba tomando el pelo, obviamente. Le dio un mordisquito en la nariz y le retiró los mechones de la cara. Era como una diosa griega, admirablemente fuerte, precisa, letal. Deberían hacer esculturas o pinturas que llevasen su cara. ¡Oh! mandaría hacer una!! ahora tenía dinero.— los dioses de la guerra estais muy solos… yo te protegeré de la oscuridad.— a veces parecía que decía cosas inconexas, pero tenía todo el sentido del mundo al hilo de sus pensamientos.

Me reí cuando me dijo que me protegería de la oscuridad. Si lo pensabas, una cazadora y una nigromante eran lo menos luminoso del universo. No necesitaba que me protegiera de la oscuridad, sólo necesitaba que fuera el resquicio de luz al que agarrarse cuando saliera de las tinieblas en las noches de cacería... lo que le recordaba un tema algo peliagudo. Me apoyé en un codo ignorando al felino y acaricié con sumo cuidado su cara, intentando no hacerle daño en la parte hinchada. Me obligué a no fijarme demasiado en las lesiones. Suspiré y me puse seria:
- Elora, sabes que... despues de tu venganza... de todo esto... tendré que volver a cazar, ¿verdad? Quiero que tengas esa vida que ansías y quiero compartirla contigo. Pero no soy el tipo de persona que se queda cuidando a los caballos o tomando el té. Me criaron para matar monstruos Elora, y eso seguiré haciendo, aún poniendo en riesgo mi vida. No puedo renunciar a mi credo, no hay cláusula de restricción en este estilo de vida.
Quería que lo entendiera, que aceptara que mi vida no se reduciría a pasar los días en la mansión o haciendo cosas de ricos. Mi sangre clamaba la sangre de las bestias, y ni siquiera el amor más puro podía contrarrestar eso.

Elora la miró intensamente. Ella tampoco iba a renunciar a la magia, al contrario, tenía planificado convertirse en una de las mejores brujas de Francia. Asintió despacio.— sé de sobra que la muerte no es el final de nada pero…prefiero tenerte viva, conmigo. Prométeme que volverás, y que aceptarás toda la ayuda que pueda darte. Sin ti…. el mundo sería un lugar muy sombrio… y seguramente el monstruo que llevo dentro se liberase para ser el portador del dolor. Las brujas siempre se asocian con plagas y muerte… no son cuentos. No quiero convertirme en algo asi, y si me faltas… quien sabe. Enloqueceré.

Enarqué una ceja despacio, la bruja era una buena persona, pero era tan emocional que si la ira o el dolor la inundaban, dejaba de ser ella misma para convertirse en algo mucho más oscuro, que no era más que el reflejo de lo que según la gente ignorante la bruja debía ser. Hundí un dedo en su costado, haciéndole cosquillas.
- ¿Enloquecer? ¿Aún más? Eso si que no me lo pierdo. - Intentaba quitarle hierro al asunto de que pudiera matar a cientos de personas con un solo conjuro. - La mejor ayuda que puedes darme es no ponerte en peligro. Y desde luego, eso no se te da muy bien. Si algo te pasa... - repetí sus palabras con una sonrisa burlona. - ... quien sabe. Enloqueceré.

¡Oh! callate! pazguata!!. Tú ya estás más loca que yo. Kjum.— se hizo la ofendida, pero estaba claro que era puro teatro.— Lo intentaré. Ahora tengo mucho que perder si me pongo en peligro… y tú también.— repasó con sus dedos uno de sus tatuajes.— Estoy terminando de descifrar un conjuro que…mmmm..— dudó si contárselo o no, quería que fuera una sorpresa, pero ya casi estaba listo.— se puede poner en la tinta de un tatuaje. Es el mal de ojo en estado puro. Normalmente se ata a objetos que sirven de amuleto y hacen que los objetivos del mal de ojo sufran tropiezos, percances, enfermedades y mala suerte. Sólo tienes que dirigirlo con tu voluntad hacia los objetivos, y automáticamente empezarán a sufrir problemas. Pensé que quizás te gustase tener un nuevo tatuaje… protector.

Enarqué una ceja.
- Espera espera... ¿controlas ese conjuro? Porque no quiero que empiecen a ocurrirme desgracias toda mi vida por un tatuaje.
Volví a hacerle cosquillas y rodé con ella por la cama, dejando su cuerpo sobre el mío.
- Sólo con una condición... hazte uno tú también. Conmigo.
Sonreí. Los tatuajes tenían un importante sentido para mí. Cada uno era un recuerdo de algo aprendido o un capítulo de una experiencia pasada. Otros representaban ideales fuertes en los que me apoyaba en las noches oscuras de cacería.
- ¿Qué me dices?

A la bruja le brillaron los ojos y sonrió ampliamente.— ¡Si! yo también me haré uno. Pero nada de calaveras, ni flores… no sé, habrá que buscar algo que tenga sentido.Y de paso, me pondré el conjuro de protección. Ya lo he probado con objetos varios, con tinta de escribir y con tintura de Henna. Funciona. Quizás con el paso del tiempo se debilite, pero por el momento funciona.—Estaba sobre ella y no podía encontrarse en mejor sitio. Ladeó la cabeza por la parte que no dolía y la apoyó contra ella abrazandola.

Ronroneé abrazándola. Le aparté el pelo de la cara y besé su coronilla. Quería tomarle el pelo, me encantaba cuando se hacía la indignada.
- Vaya, parece que las brujas son más útiles de lo que creía...
Solté una carcajada.
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Mensaje por Xaryne Ackerman Sáb Oct 22, 2016 10:56 am

Habían pasado unos días desde aquella noche que nada había tenido de tranquila. Todo hubiera ido bien si no fuera porque el día de la boda se iba acercando y mis nervios se iban alterando. Ni siquiera podía descansar bien.

Me desperté a media noche, Elora dormía a mi lado. Me levanté sigilosamente y me lavé la cara en la palangana que reposaba sobre una cajonera. Suspiré mientras miraba la figura de la bruja, su espalda subiendo y bajando al ritmo de su respiración, tranquila y pausada. Me sentía inquieta, sin sueño pero sin ganas de ir a cazar. ¿Cómo iba a afrontar la boda si los días previos estaba tan alterada? Empezaba a dudar de mi propia capacidad de control. Estaba en contra de toda esa mierda burocrática, lo mío era matar y hacer desaparecer. Con lo fácil que hubiera sido.

Me crucé de brazos y salí al balcón, a aquellas horas nadie me vería. No solía fumar, pero esa noche lo necesitaba. Me encendí un cigarrillo y exhalé el humo despacio, perdida en mis oscuros pendamientos.

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Mensaje por Elora Paine Sáb Oct 22, 2016 11:24 am

No dormían bien, ninguna de las dos, porque la tensión era diaria y se podía palpar en el ambiente. Pero la bruja, en general dormía más profundamente que la cazadora, necesitaba reponer la energía mágica que drenaba a diario con tantas cosas por controlar, y tanta mentira que mantener. Aún así, notó el vació al girarse inconscientemente, y al alargar la mano solo pudo abrazar la ausencia de Xaryne y de su cuerpo cálido. Abrió los ojos pesadamente y la buscó, hallando su silueta en el balcón. Salió de la cama y caminó casi a saltitos (porque hacía frío y se le congelaban los pies) hasta ella. La abrazó desde detrás.

¿no puedes dormir? lo entiendo... estamos en medio de una mierda...pero acabará pronto, te lo prometo.

Apoyó su mejilla contra el omóplato de la alemana aspirando el aire frío de la noche. Tenía serias dudas sobre algo que quería hacer. No sabía si hacerlo ya o esperar. Hacerlo podría traerle problemas si se descubría antes de tiempo, pero no hacerlo... No. No quería esperar más, encontraría la solución intermedia al asunto.

¿Me acompañas dentro? quiero enseñarte algo.— La soltó para encaminsarse al tocador y extraer de un cajón un papel. Se lo tendió a Xaryne para que lo mirase.— podemos ir mañana si quieres... pero hay una parte que no puedo hacerme aun, hasta que pase la boda. Tu eres mi ancla, la que evita que me hunda...

Le enseñó el boceto del tatuaje que quería hacerse, tal y como habían dicho.


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Mensaje por Xaryne Ackerman Sáb Oct 22, 2016 11:54 am

Su cuerpo cálido se apoyó contra el mío. Giré ligeramente la cabeza y seguí fumando, pensativa. Entró y me tendió un boceto de lo que parecía ser un tatuaje. Enarqué una ceja y tiré el cigarro. Cogí el papel y lo observé.
- Es bonito pero, ¿estás segura de esto? Un tatuaje no puede borrarse, es para toda la vida.

No acababa de creerme del todo que quisiera hacerse un tatuaje, y menos con mi inicial. Volví a mirarla, un poco indecisa.
- ¿De veras crees que es buena idea lo de la X? ¿Y si te cansas de mí? - lo dije con tono burlón, pero lo pensaba de verdad. Algún día la bruja se cansaría de mis cambios de humor. Yo sabía que era una bomba psicópata de relojería, pero no sabía ser de otra manera. Sonreí de medio lado y cogí la manta de la cama, envolviendo a Elora desde la espalda y tirando hacia mí, lo que nos hizo estar pegadas. Apoyé mi frente contra la suya y cerré los ojos, la situación me estaba superando.
- Siento todo esto Elora, yo... no sé cómo llevarlo mejor. Ojalá pudiera fingir que no pasa nada y entender que es todo una farsa. Pero no puedo evitar sentir cómo me dan una patada en el estómago cada vez que ese bastardo te exhibe como si fueras suya. - apreté la mandíbula y respiré hondo. - Y a veces no puedo evitar pensar que quizás eso es lo normal, que encuentres un hombre bueno que te haga la vida más fácil y que no tengas que esconderte nunca más.

Apreté más los ojos, la sinceridad fluía desde dentro de mi ser como pocas veces hacía.
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Mensaje por Elora Paine Sáb Oct 22, 2016 12:36 pm

La escuchó dudar. Y a pesar de que las dudas eran humanas, eran algo que todos tenían... le dolió en el fuero interno.

¿Por qué crees que me cansaré de ti? eres imbécil. Jamás he estado tan segura de nada. ¿Quieres que te diga que no te querré siempre? pues yo no lo siento así. Pero a pesar de ser bruja, no veo el futuro y no sé que pasará, sólo sé que ahora quiero un futuro contigo, que ahora te quiero, y que ahora quiero que sea para siempre.

Se dejó arropar por la manta, era friolera y buscaba siempre inconscientemente el calor que inexplicablemente desprendía ella.

Ya sé que los tatuajes no se borran. Tampoco las cicatrices. En el supuesto muy improbable de que amase a algun hombre en el futuro, eso no haría que se me olvidaran quien me hizo las de mi espalda. De la misma forma, no podría olvidarte a ti jamás, pasase lo que pasase. Y no quiero olvidar nada. Esta es mi vida, y yo soy como soy gracias a mis cicatrices y mis tatuajes y las cosas que me pasan. Quiero llevarte pegada a mi piel para siempre, y me da igual si en el futuro eres tú la que se larga porque no me aguantas, o la que incumple su promesa de volver tras la caza. Quiero que estés ahi, siempre. Además..— sonrió con malicia, la Elora viperina hacía entrada en escena.— si alguien me pregunta qué significa la X, diré que es de Xenia. Acabas de ser sustituida por un concepto de la biología bastante curioso:es la influencia que el elemento masculino puede ejercer, en ciertos casos, sobre determinadas partes de la hembra, la cual adquiere caracteres propios del macho fecundador.

El concepto en sí era correcto, pero le estaba tomando el pelo miserablemente.
¡pero hazme un favor! si mi padre pregunta, le diré que iba a ponerme dos tibias cruzadas pero no me atreví por si me colgaban por pirata.— le guiño el ojo a Xar y después le dio un beso.No podía enfadarse con ella más de cinco minutos.

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Mensaje por Xaryne Ackerman Sáb Oct 22, 2016 12:59 pm

Resoplé y le di un mordisco suave en la mejilla, de mejor humor al oír cómo intentaba tomarme el pelo. Había conseguido disipar con sus palabras esa ansiedad creciente que parecía ahogarme en determinados momentos. Sonreí ante su beso y miré por encima de su hombro, hacia el armario.
- Bueno señorita, ya que me ha llamado macho fecundador va a tener que pagar por ello, así que póngase unos pantalones míos, va a necesitarlos.

Cogí el boceto de su tatuaje y lo guardé en un bosillo de la cazadora de cuero que acababa de ponerme. Me crucé de brazos apoyada en el marco de la puerta que daba al balcón con una sonrisa burlona. Era verdad que mis cambios de humor eran frecuentes, pero lo mismo me ponía hecha una furia que se me pasaba al poco rato. Todo en la vida tiene sus dos caras de la moneda.

Sonreí de medio lado ante lo que le esperaba, iba a fastidiarla un poco. De repente silbé entre dientes y un trote de cascos resonó bajo el balcón. Antes de que dijera nada dije en voz alta:
- Zaros, hoy te llevará Elora, ¿qué te parece? - Un relincho se escuchó bajo nosotras y antes de que la bruja pudiera decir nada le corté con una mueca burlona y dije:
- Oh sí, y sin rechistar.
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Mensaje por Elora Paine Sáb Oct 22, 2016 1:09 pm

¿Pantalones? para que quiero yo ponerme esos artilugios del demonio... se me clavan en el culo y no puedo andar...— apenas estaba quejandose cuando Xaryne le reveló la verdadera naturaleza de su plan. ¿Llevar ella a Zaros? ¡Ah, no! de ninguna manera! se habían empezado a llevar bien, si entendemos por bien, el hecho de que esa bestia gigante no las lanzase al suelo, ni la arrastrase colgada del estribo ni le mordiese. Pero de ahí a desear montarlo... había un mundo.

Iba a quejarse mucho más y a decirle que ni hablar, su cara ya lo reflejaba con un ceño fruncido y un mohín de desaprobación. No quería montar a caballo, quería dormir... pero Xar no iba a acepatr el No por respuesta. Resopló poniendo los ojos en blanco.

Está bien!!! pero si me desnuco por culpa del caballo, volveré desde el más allá para atormentarte. Nunca más podrás ir al baño tranquila, te morderé el culo cuando te despistes.

Se fue al armario y rebuscó unos pantalones que tenía allí escondidos, y se los puso a regañadientes, maldiciendo en varias lenguas las ocurrencias de la alemana.

no, si no se le puede ocurrir un polvo a medianoche... o una cita... o un paseo romántico.. que va. A cabalgar, a pasar frio y a desnucarse... pfff... mecawendiosjoder.
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Mensaje por Xaryne Ackerman Sáb Oct 22, 2016 10:22 pm

Que hubiera aceptado sin rechistar demasiado ya era un pequeño triunfo. Sonreí de oreja a oreja, amaba cabalgar y pocas cosas me ponían de mejor humor. Cuando se puso los pantalones y una camisa sonreí. Le agarré por la cintura y le di un beso en la sien, susurrando:
- Con esa ropa estás realmente guapa.
Bajamos por la ventana, yo de un par de saltos, ella levitando. Estaba mejorando cada vez más en el control de sus poderes. Abajo nos esperaba Zaros, ya preparado para cabalgar. Aquellos días solía cazar de noche, por lo que le dejaba preparado y con el establo abierto para que pudiera acudir a mi llamada.

Vi la cara de pánico de Elora. Me había propuesto firmemente que aprendiera a cabalgar. Al menos ya toleraba el estar cerca de Zaros. Por su parte, el animal parecía haber congeniado con ella, ya que le dejaba montar sin inquietarse lo más mínimo. El animal era fuerte, potente, de un profundo y brillante negro azabache. Siempre estaba impoluto, me encargaba personalmente de ello y a conciencia. Apoyé una mano en su cuarto delantero, notando la fuerza y el calor del animal. Le miré con cariño, llevaba tantos años conmigo que no se ocurría estar en un lugar en el que él no estuviera. Gael y Zaros habían sido mi única familia y cuando cabalgaba sobre él sentía lo que mi ser anhelaba profundamente: la más absoluta libertad.

Salí de mis pensamientos y cogí la mano de Elora. Tenía que familiarizarse con el animal. - Ven, no te hará daño. Te lo prometo.
Zaros nos miraba con la curiosidad reflejada en sus grandes y profundos ojos oscuros. Puse a Elora enfrente del caballo y guié a Zaros un pelín hacia adelante, haciendo que el pecho del animal quedara contra el suyo. Me puse detrás de ella e hice que Zaros bajara un poco la cabeza, quedando su cuello sobre un hombro de Elora en una especie de abrazo. Me coloqué al lado de los dos e indiqué a Elora que escuchara contra el cuello del animal.

De todos era sabido que los caballos tenían un fuerte poder tranquilizador. Su latido, rítmico, profundo y acompasado, transmitía una calma que pocas otras cosas podían lograr. En algunos países los utilizaban incluso para tratar ciertas afecciones nerviosas. El pelaje de Zaros era suave a pesar de su apariencia y estaba de lo más tranquilo. Observé cómo Elora permanecía apoyada en el caballo. No llegaría a entender cuánto significaba para mí el que ella diera ese paso. Susurré:
- ¿Lo escuchas? Nota esa corriente de paz que le recorre. Si confías en él, él confiará en ti.

Miré a Elora con los ojos brillantes, evaluando su reacción.
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Mensaje por Elora Paine Dom Oct 23, 2016 3:39 pm

La bruja les tenía pánico. Eran grandes, torpes y arrolladores y tenían muy mala leche cuando les daba la vena. ¡Qué manía tenía Xaryne de que aprendiera a montar...pffff.! Pero bueno, ella estaba heciendo muchos sacrificios en todo aquel asunto, lo menos que podía hacer era poner un poco de su parte también, así que se armó de valor y se acercó al caballo. Zaros era impresionante y aunque lo había montado unas cuantas veces, siempre era con ella llevando las riendas. Cuando le indicó que se abrazase al caballo, al principio estaba tensa, pero luego, fue como algo instintivo, como abrazar a su propio padre que tambien era un animal. El caballo era grande, poderoso y cálido a la vez. Su olor no era como el de los perros o las alimañas, olía bien, olía a naturaleza. Apoyó la cabeza en su cuello y pasó el brazo por arriba, hasta la cruz, para abrazarse a él aún más. Respiró profundamente y consiguió relajarse, mucho más de lo que ella creía. Le susurró a Zaros.

Ah... ahora entiendo por qué pasa tanto tiempo contigo... eres muy cálido y hueles mejor que muchos humanos... lo siento si te doy tirones, es que esto no se me da nada bien. Pero bueno, supongo que a ti tampoco te emocionaría la idea de jugar con los muertos, cada cual vale para lo suyo ¿no crees?...- igual hablarle al caballo era como de gente lunática y chalada, pero a esas alturas a la bruja le daba igual. Es más, hablaba con el gato.

Acarició el cuello del animal y suspiró exhalando el aire.— de hecho me extraña que no me quieras morder. Los animales "nobles" como tu, rehuyen a la gente como yo. Por eso las brujas solemos tener gatos, cuervos, lechuzas o ratas. Así que perdóname ya de antemano ¿vale?

Se separó de Zaros y apoyó las manos, una en la cruz y la otra en la silla. Coló el pie en el estribo y se impulsó hacia arriba. Si consiguió hacerlo era sólo porque era ligera, porque lo cierto es que con pantalones se sentía como si la hubieran metido en un saco y lo hubieran cosido después. Una vez arriba, colocó el otro pie en el estribo y agarró las riendas un poco más cortas. Miró a Xaryne con cara de circunstancias,  la angustiaba más subirse encima de Zaros que preparar un frasco de muerte para un rey.
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Mensaje por Xaryne Ackerman Dom Oct 23, 2016 4:12 pm

Sonreí soltando el aire. Había conseguido relajarse y hasta Zaros parecía contento cuando se subió de un salto sobre él. Monté detrás de ella, no las había tenido todas conmigo de que alguna vez fuera a ver aquella estampa. La abracé por detrás y dejé que se apoyara en mi cuerpo para susurrarle: - Gracias. - Le di un beso en la mejilla, su calidez me inundaba.

Le di unas directrices básicas, cómo guiarlo, pararlo y girar.
Sonreí al ver su cara de circunstancias y le tranquilicé frotando suavemente sus brazos.
- No te tirará. Es muy listo. Además, le caes bien. Vamos al barrio nuevo, a la posada del Golden Cat. Quiero presentarte a alguien.

Iba a llevarle a ver a un viejo amigo, un tatuador experto que ocultaba su lugar de trabajo en aquella posada. Nos conocíamos desde hacía tiempo y su arte se reflejaba en varios de los tatuajes que cubrían mi piel. No confiaba en ningún otro de su oficio en todo París.
Miré a Elora con una sonrisa torcida y me acomodé en la silla de montar.
- ¿Preparada? Confío en ti, podrás hacerlo. Guiar un caballo no es como hablar con los muertos. Esto es bastante más fácil. - Con una sonrisa le mordí la oreja, estaba de buen humor.

La verdad es que lo hizo mejor de lo que esperaba. Guió a Zaros, al principio insegura, pero después sin darle demasiados tirones. El caballo ni siquiera se inquietó, de hecho, en ningún momento se puso nervioso por la indecisión inicial de Elora a la hora de guiarlo. Llegamos al Golden Cat, una posada para ricos donde mi amigo evan tenía su estudio de tatuajes. Así se aseguraba de que la policía no interfiriera en sus asuntos. Lo que hiciera tras las bambalinas no era asunto mío, sólo que le había salvado el culo en un par de ocasiones y que tatuaba de una manera increíble. Nos recibió con una sonrisa e hizo tumbarse a Elora en la camilla especial que tenía para tatuar. La cara de la bruja era un poema, pero entonces me levanté la camisa para mostrarle un tatuaje que tenía en el costado zquierdo, intricado y con multitud de formas. Una obra de arte.
- Esto es obra suya. Confía en mí.

Evan le hizo el tatuaje con una precisión increíble, invirtiendo sus mejores materiales en el trabajo. En parte porque sabía que sino, iba a tener problemas conmgo y quería evitarlo a toda costa. Elora aguantó bastante bien el dolor, aunque mi mano se llevó la peor parte, estando apretada por la suya como estaba. Evan terminó y nos acercó a un espejo de cuerpo entero.
Miré a la bruja y sonreí.
- Precioso. Como tú.

Evan lo cubrió con unas gasas limpias y nos dijo que volviéramos cuando quisiéramos. El hecho de que se hubiera hecho el tatuaje me producía un sentimiento extraño, casi como de orgullo al conocer su verdadero significado. Volvimos a la habitación, y me encargué de que el resto de la noche cobrara el significado que reflejaba aquel tatuaje. Que permanecería en su piel para siempre.
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