Nadie sabe quien fue [libre]

por **Annette Grindelwald** Jue Jun 18, 2015 9:17 pm

Sintiendo nervios en su interior, Annette se disculpa por lo ocurrido en la cocina tras ver lo que ha causado su torpeza. Ver que se le han caído varios platos de una vajilla que estaba ya en desuso, pues pensó que no era para tanto pero quizás se pensaba que habría podido herir a alguien. Cuando se hubo disculpado fue andando tranquilamente hacia su habitación en donde estaban sus doncellas preparando su cuarto para poder dormir. Una doncella se acercó a ella dándole una carta. Era de Irvine. Ese despistado que siempre se metía en problemas por su ego. Menos mal que más o menos sabía lo que le pasaba con las mujeres si no, hubiera sido alguna de sus víctimas de ligue.

Dio las gracias y cuando se quedó sola en su habitación, se sentó en el borde de la cama, se quitó fácilmente el vestido que tenía puesto y enseguida se metió en la cama con el camisón puesto. Se puso los anteojos para poder leer durante varias páginas seguidas, centrada en la ambientación que transmitía la narración de la historia. Cuando señalizo la página cerró el libro y sinceramente no le apeteció apagar la luz de la vela que permanecía firme sobre la mecha de la vela.

Salió de la cama para soltarse la trenza que ataba su cabello, escucho como Cindy se colaba en su habitación, ella se daba la vuelta, sonreía a su doncella y al momento siguiente estaban sin ropa y dándose “calor” la una a la otra. Después de un rato ambas estaban desgatadas y sin aliento, pensando ambas en lo efímero que podría ser su relación a escondidas. Annette se despidió rápidamente de Cindy ya que podrían sospechar. Cuando se durmió y abrió los ojos ya era de día, sus doncellas estaban de aquí para allá pero había un silencio destructor por la sala. Cuando ella pregunto qué pasaba, nadie le respondió pero la miraron como si tuviera la culpa de todo.

Cuando fue al salón principal y vestida vieron a su padre y al resto llevando un cadáver en un ataúd. Solo se pensó que era Cindy. Su padre se le acercó y le dijo que anoche la encontraron muerta entre la basura y con dos agujeros en el cuello. Sus lágrimas salieron a borbotones ya que su padre sabía que eran buenas amigas. Lo único que quedaba de Cindy eran sus besos de la otra noche.

Nunca nadie sabe cuándo va a morir.