Noche de brujas (Casa abandonada) ·Trama Halloween'16·

por **Vincenzo Danislăv** Dom Oct 30, 2016 9:03 am

Los vampiros, vampiros reales, no muerden el cuello de núbiles doncellas, cortan a la gente en pedazos cuando ya han saciado toda su sed. La sangre es muy cálida, es como beber chocolate caliente, pero con más gritos.

La noche se acerca y las luces se encienden aunque escasas por toda la ciudad. Tiempo de brujas, de mitos y de viejas historias que los mayores cuentan a sus más pequeños para atemorizar sus pequeños corazones. Muchos festejan la llegada del otoño, otros se encierran en sus casas, molestos por dedicar una noche a una fiesta que se mofa de las brujas y los fantasmas, de lo sobrenatural en general. Es así como los mortales, entre risas y alcohol, pretenden disfrutar de una velada en la que los terrores más desconocidos salen a la calle, sin miedo a ser descubiertos, retando a los ignorantes y agnósticos a creer en la verdad, aunque ésto signifique una muerte prematura.

¿No te gustan los alborotos, ni el bullicio? ¿Prefieres correr una aventura más dramática, para saciar tu sed de escalofríos? El lugar perfecto está a las afueras de la ciudad, dónde es muy difícil pedir ayuda ya que la ciudad se encuentra lejos y los caminos son apenas transitados, aunque no abandonados del todo. Quizás se haya roto la rueda de tu carruaje y hayas caminado en busca de ayuda, pero al ver que no hay nada te has adentrado más en la espesura. Una luz, si, una luz te ha guiado por el camino creyendo que había alguien dispuesto a ayudarte, pero lo que encuentras es una vieja casona de madera, de apariencia abandonada. ¿Quiénes serán los valientes que quieran entrar? ¿Serás tú, Invitado?

Luces, disfraces, fogatas e historias de miedo se reflejan en cualquier rincón de París con la tan sóla intención de pasar una noche terrorífica.

por **Wendy Di Coppola** Lun Oct 31, 2016 4:17 am

La noche hbaía caido mientras volvía a la ciudad, se suponía que debería haber acabado antes con la actuación en el pueblo, pero las gentes habían decidido alargarla, felices de que algunos actores hubieran acudido a hacer un espectáculo ambulante. Viajar de noche no había sido buena idea, aunque ella no quería esperar, si Kaiden estaba aun en su casa, tal vez se asustara si ella no regresaba o, tal vez, se acabara marchando. Por eso, tal vez, fue la más molesta cuando el carromato que los llevaba tropezó con una piedra. La rueda se rompió y astillo en pedazos y nadie parecía tener prisa por arreglarlo.

Un hombre había tomado un caballo para regresar a París a pedir ayuda, si ella hubiera sabido cabalgar, probablemente habría hecho lo mismo, pero no habría vuelto, tanto que habían querido quedarse a celebrar, que se montasen ahí la fiesta. Pensaba enfurruñada con las mejillas infladas como un pez globo, molesta. Suspiró, cansada, tampoco quería permanecer enfadada, lo mejor sería ir en busca de ayuda, había casas de veraneo repartidas por allí, tal vez alguna tuviera a gente y pudieran prestarles ayuda. El cielo se rompía en truenos, solo les faltaba que lloviera.

Una luz, al final de un camino enramado, le dijo que su idea no era tan descabellada. Sonrió a su grupo e informó de su idea. Pero, borrachos la gran mayoría de ellos, a penas podían moverse del sitio, debería ir sola. Se anudó bien el abrigo y comenzó a andar hasta la luz amarillenta del candil. Cuando la alzcanzó, pudo ver que la casa, a pesar de sus esperanzas, era un lugar más bien pequeño, de madera, casi la cabaña de un cazador, tal vez algo más grande.

Tragó saliva, comenzaba a asustarse, los truenos en el cielo, la luna llena que se cubría por las nubes y se destapaba para dejar una luz pálida, una casa abandonada en medio de la nada con una sola luz encendida, y una joven sola en mitad de un bosque, parecía el preludio de un cuento de miedo. Tomó aire, ¿debería llamar?

por **Kala Bhansali** Mar Nov 01, 2016 6:51 am

Otra vez la había conseguido engañar. Caminaba junto a Nadya, otra chica que, como ella, había sido víctima de la asombrosa capacidad de Joanna para reunir gente en torno a una hoguera. Kala le había dicho que no durante todo el día, pero la insistencia había sido mayor y al final no tuvo más remedio que aceptar la invitación. En esta ocasión, Joanna dijo que la fiesta se celebraría en una cabaña alejada de la ciudad. Tras explicar a las dos jóvenes cómo llegar, se había adelantado con otras tres chicas al lugar en cuestión, donde esperarían la llegada de Kala y Nadya.

Las dos gitanas siguieron el sendero marcado, alejándose cada vez más de su zona de confort. El cielo estaba oscuro y las luces eran escasas. Hablaban alegres y en voz alta, como si estuvieran en casa al calor de un fuego con una taza de té entre las manos. En realidad, su cháchara no era más que una manera de alejar las inquietudes que las asolaban a las dos. Cuanto más avanzaban, más solitario se volvía el paisaje y, por ende, más posibilidades habría de que alguien las asaltara. Los cánticos de las aves nocturnas y los sonidos de pequeños roedores hacían que las dos apretaran el paso y miraran a su alrededor, siempre en guardia.

—¿Estás segura de que es por aquí? —preguntó Nadya.
—Eso dijo Joanna. Seguir el sendero y torcer a la derecha. En el siguiente cruce, a la izquierda. Tú también estabas allí —contestó Kala, mirando a su amiga—. ¿Dijo eso, verdad?

La joven asintió, pero ninguna de las dos estaba realmente convencida del camino que estaban siguiendo. Ya no había risas ni voces alegres; querían llegar cuanto antes a la hoguera, porque eso significaba volver antes a casa. Una neblina suave empezó a inundarlo todo, impidiendo que las dos vieran bien el camino por el que iban. A lo lejos, vieron una luz que brillaba tímida, abriéndose paso entre las nubes bajas. Tenía que ser la hoguera de Joanna, ¿qué otra cosa podría ser, si no? Nadya le dio la mano y empezaron a correr hacia la luz, más tranquilas ahora que por fin habían encontrado el lugar. Pero, en la medida en la que avanzaban, iban frenando el ritmo. La luz se hacía cada vez más pequeña, lo que indicaba que no era la dichosa hoguera. Nadya se paró y tiró del brazo de Kala, pidiéndole que por favor se dieran la vuelta. La morena hizo un gesto con la cabeza, animándola a que se acercara con ella. Quizá había alguien que pudiera indicarles por dónde seguir. Temerosas, llegaron hasta la puerta de la casona, donde pudieron ver la silueta de una persona frente a ella.

—¿Joanna? —llamó Kala—. ¿Eres tú?

por **Emhyr Van Emreys** Mar Nov 01, 2016 9:44 am

Anónima nota que llego al burdel, otro cliente, lugar lejano. Seguramente era un intercambio de información o la necesidad de uno de sus brebajes.

Las calles ya se veían teñidas de la oscuridad nocturno, las estaciones habían cambiado desde que había llegado a aquella ciudad, de las cual, ya había aprendido unos cuantos trucos para poder sobrevivir en su día a día. El tiempo no era gélido como en el invierno, pero a pesar de que los días fuesen calurosos a la luz del sol, al caer la noche hacía un poco de fresco.

Pasos continuados por el bosque, estaba acostumbrado aquella lúgubre situación, era habitual.
Niebla que empezaba a envolverle, y luz lejana. Debía ser el lugar.

Aquel olor fresco y mentolado de la salvia que fumaba era su rastro, su anuncio, su presencia. Emhyr había pegado en la puerta y nadie contestaba.
La impaciencia se empezaba a hacer con él, y el tiempo que empeoraba parecía no estar de su parte.

"A la mierda" Pensó dispuesto a forzar la puerta, no estaba dispuesto a quedarse a la interperie con un tiempo como aquel. Mano que se acerco a la puerta, puerta que se abrió. "Raro".

Justo cruzó el vestíbulo cuando una voz femenina a su espalda, le hizo volverse. Debía de ser su cliente.

-Aquí dentro. -Le dijo como si nada, aunque por un momento pensar que su cliente era clienta, era contar con demasiado suerte. Sonrió para sí.

por **Wendy Di Coppola** Miér Nov 02, 2016 2:04 pm

Al acercarse algo más notó que la puerta estaba abierta, y una voz, desde la distancia, le advirtio que alguien más se acercaba. Asustada, por si era peor el remedio que la enfermedad. Entró a la casa con ciertas prisas.

Si la puerta estaba abierta, la casa debía estar desierta, ¿no? En esa noche, con ese temporal, no sería raro que puertas y ventanas se abriera, ni tampoco lo sería, incluso, que se rompiera algún árbol. Y, si hubiera alguien, seguro habría cerrado la puerta, probablemente fuera más seguro adentrarse en la oscuridad, a pesar del miedo que esto le provocaba, que no quedarse allí a la espera de que un trueno la alcanzara.

- ¿Hola- murmuró adentrándose en la casa. No esperaba que le respondieran, pero se equivocaba, una voz la llamó para que entrase.

Otra voz, a su espalda, sonó también, solo tenía dos opciones, o adentrarse más en la oscura mansión o salir a la tormenta, ninguna le gustaba, pero, al menos, en el interior, tendría sitio para esconderse. Asustada, con ojos algo llorosos por el miedo, corrió hasta el interior de la casa hasta que chocó con algo, no, no con algo, con alguien. Alzó la vista desde el suelo casi llorando del susto.

- Pe...perdón.- se disculpó temblorosa cuando un trueno iluminó la cara de un joven de pelo negro, la persona con la que había tropezado.

por **Gael Lutz** Miér Nov 02, 2016 2:59 pm

Voy a ser sincero: No tengo ni idea de qué hago aquí. Bueno, hacemos, porque Jane está conmigo. Lo único que recuerdo es haber estado en una taberna bebiendo con ella y... puede que me haya pasado con el aguardiente. Vale, lo admito, voy un poco borracho, ¡pero sólo un poco! O un mucho, no sé, que lo juzgue Jane.

¡Ah, ya recuerdo algo más! Recuerdo haber estado diciéndole a Jane que tenía una sorpresa para ella, que quería llevarla a un sitio bonito a las afueras de la ciudad que me encontré hace unos días. Seguro que ella estaba deseando besarme bajo la luz de las estrellas, junto a la enorme cascada que había cerca de una especie de lago. El escenario perfecto. Y por eso le dije que confiase en mí, que me hiciera caso, porque recordaba el camino perfectamente.

¿Os cuento un secreto? Mentí.

Ambos llevamos ya más de media hora caminando por las afueras. Pero sin miedo, claro, porque yo soy indestructible. Nadie se atrevería a acercarse a Jane estando yo presente, porque sería capaz hasta de... de... ¡de arrancarle el corazón a un vampiro con las manos! Así de fuerte soy yo.

El caso es que no recuerdo cómo se llega a la cascada esa, al principio pensaba que sí, pero conforme seguimos andando... cualquier camino me parece el correcto. Pero no lo digo en voz alta, ni siquiera cuando pasamos dos veces por el mismo sitio. Finjo que estoy despistando a Jane o que compruebo que ella está atenta al camino y no va borracha como yo.

Sin embargo, una hora después, me canso de tanto andar. Bueno, Gael, llegó el momento de confesar que no tengo ni idea de dónde estamos...

― Verás Jane, tengo que decirte algo importante... ― estoy a punto de confesar que nos hemos perdido, pero... ¡eh, un momento! ¡Hay más gente! Sí, sí, ¡allí, a lo lejos! ― Te he traído a una fiesta, ¡SORPRESA! Vamos, vamos, que seguro que aún no ha empezado ― agarro a Jane de la mano y la guío como puedo, sin perder el equilibrio en el proceso, hacia donde me lleva una luz. Mi instinto me dice que no, que no siga la luz, ¡pero es tan bonita en estos momentos! No tiene nada que ver con que vaya borracho, ¿eh? Bueno, tal vez sí. El caso es que la luz parece venir de una casa enorme. Mi instinto del peligro, en estos momentos, anda bañándose en alcohol.

Sigo andando y andando, guiando a Jane, hasta que sin darme cuenta me choco con el trasero de alguien (el de Invitado ).

por **Erik Von Kleinmann** Miér Nov 02, 2016 5:50 pm

El Conde del Imperio sacro se ata los botones de su pantalón, guardándose todo el material a buen recaudo. Tiene en su poder algo más valioso que todo su dinero, algo que todas las mujeres desean e incluso algunos hombres, pero él, no se lo da a cualquier mujer. Está algo borracho, ha asaltado la repisa que tiene de bebidas caras en su palacio. La alfombra que cuesta más que dos casas, está empapada por el alcohol que ha derramado, sin importarle lo más mínimo. Él es el Conde del imperio sacro y puede hacer lo que le plazca, incluso orinar en la planta de la entrada. Su orina es mucho más importante que el agua, esa planta debe de estar agradecida por lo que él ha hecho por ella.

Hoy se siente fuerte, ha dejado que Amanda Smith le muerda en la ingle. Y Amanda Smith ha dejado que él beba de su ingle. ¿Os ha dicho ya lo mucho que odia a Amanda Smith? Pero ama su sangre y sobre todo, si es de su ingle. Ninguna mujer es fea, por donde mea. Su boca sabe a una mezcla de whisky, aguardiente y sangre. Sangre de vampiresa. Solo pensar en esa sangre hace que se excite. Pero no tiene tiempo para palos duros, ni para abrazar más la vagina de su vampiresa. Hoy va a una fiesta y va preparado con su daga en el pantalón. Por si tiene que disimular delante de las damas y decir que lo que se les está clavando en el trasero, es la daga y no su miembro.

El conde intenta caminar recto, y para él, lo hace, pero no es real, va haciendo eses como el borracho que es. Va sin saber a donde va, porque ni siquiera sabe donde es la fiesta. Se encuentra con un señor que va con una garrafa de agua al hombro. Él tiene sed, así que no duda en pararle unos instantes.

- ¡Eh señor! Soy el Conde del Imperio Sacro. Debe darme agua. - Ordena, porque él no pide. Él ordena. Está acostumbrado a mandar. Ve como el señor duda unos instantes y antes de que le de una negativa, le interrumpe. Porque él es así. Él puede hacer esto y más. - No sea rata. Que el agua está barata. - Contra ese alegato, el hombre no puede hacer nada, y le rellena el vaso que aún contenía unas gotas de alcohol, tiñendo el agua de un color marrón. No le importa y le da un trago. Después, prosigue su camino.

Llega hasta una casa abandonada en la que hay gente. Ahí es la fiesta... Se acerca a una rubia de melenita, muy mona y la mira, pasando de la demás gente que hay ahí.

- ¿Tu también vienes a la fiesta que te va a dar esta? -Se recoloca el paquete. Esta rubia no se parece en nada a la rubia con la que se acostó aquella vez, esa que no le quiso decir su nombre, pero que le hizo sentir un vaquero de como cabalgaba. Él quería a volver a ser vaquero. Vaquero Conde del Imperio Sacro.

por **Kala Bhansali** Jue Nov 03, 2016 4:15 pm

La figura que vio en la entrada desapareció en el interior de la casa, dejando el camino desierto de nuevo. La niebla era cada vez más densa y fría. Si a eso se le sumaban los relámpagos que alumbraban el horizonte, el ambiente se estaba volviendo cada vez menos apetecible. Tenían que encontrar la cabaña que estaban buscando, y si no era esa, otra similar. Dentro de poco apenas se podría estar a la intemperie. Agarradas de la mano, Kala y Nadya se acercaron hasta la puerta. El farol de la pared alumbraba lo justo para poder ver que estaba entreabierta. Una voz, de hombre, llegó desde el interior, seguido por un murmullo que parecía de mujer. Kala miró por el resquicio sin dejar de notar la mano de Nadya tirando de su camisa.

—Vámonos —le susurraba, visiblemente nerviosa.

La gitana se giró y se puso el índice sobre los labios, indicándole que se callara. Allí dentro había alguien, y ese alguien podía ayudarles a encontrar el camino de nuevo. Abrió la puerta un poco más y se adentró en la casona. Todo estaba sumido en la oscuridad, así que hasta que sus ojos no se habituaran caminaría completamente a ciegas. Avanzó despacio siguiendo las voces.

—¿Hola? —llamó.

Un relámpago iluminó la estancia, permitiéndole ver algo más. Había muebles viejos y llenos de polvo junto a las paredes, y éstas estaban desconchadas y con el papel que las decoraba levantado. Maderas podridas y madrigueras de roedores por todas partes, ventanas con cristales rajados. Aquel sitio daba miedo. Un grupo de personas se había reunido en el centro de la habitación. Sólo fue capaz de ver a tres, pero uno de ellos era… No, no era. ¿O sí?

—¿Emhyr?

Se paró en seco con el ceño fruncido. No debía ser él. Era todo cosa de su mente, que le estaba creando ilusiones. Otra vez. Se llevó una mano a la sien y después a los ojos, frotándolos con fuerza. Quiso avanzar hacia el grupo, pero antes siquiera de dar el primer paso alguien chocó contra su espalda, empujándola hacia delante y haciéndole olvidar lo que había visto. A poco estuvo de caer al suelo. Por suerte para ella, debía ser de las pocas personas que no iban completamente bebidas aquella noche y mantenía los reflejos agudos.

—¡Nadya! Ten cui… —empezó a decir mientras se giraba. No había sido su amiga, sino un chico, mayor que ella tanto en altura como, probablemente, en edad, y acompañado por una chica. Kala le miró sin saber bien qué estaba haciendo allí, en mitad de la nada y con una visible embriaguez. Sin buscarlo, quizá habían encontrado una “fiesta”—. Lo... siento —dijo, irguiéndose—. ¿No habréis visto una hoguera por el camino, verdad? —preguntó, aunque empezaba a perder la esperanza.

por **Lucio Sacro** Vie Nov 04, 2016 7:42 am

Aquella noche no era muy diferente para mi de las demás, ¿Miedo? Que era le miedo si no la sensación ilusa de los tontos. No entendía como unas caretas y unos “buus” pudieran dar miedo. Claro que en mi caso, los sentimientos estaban tan apagados como la fiesta que por las calles me encontraba.

Velones negros seguidos en sepulcral comitiva por creyentes cristianos con su crespón en la solapa y santiguándose entre lagrimas, por los caídos. Era interceptado por las otras culturas que entre danzas paganas y mascaras distintas bailaban al son de antorchar fogosas.

Si algo era cierto en todo aquello es que el alcohol abrasaba mi garganta al ritmo de la música mientras mi ojos miraban a un lado y a otro. ¿Maravillado? diría que esa expresión era excesiva, mas bien intrigado por una fiesta que en Italia es bien distinta.

Hacia apenas unos días que había llegado a la ciudad del amor. Casi se me escapa una carcajada contra el vidrio de la botella ¿que es eso? Ni lo se, ni me importa. Suficiente para mi seguir menguando esta botella hasta el fondo mientras camino hacia el cementerio. Me dejo embriagar por el sonido, o al menos lo intento, de la música, por el ambiente que por desgracia y tras pasarse la primera impresión me parece tan vació e inerte como siempre.

No se en que momento me despiste del grupo, creo que siguiendo una sombra que vi adentrarse entre distintos callejones, y que se me antojo mas “peligroso” que seguir a las masas en busca de la nada.
Adrenalina, necesitaba adrenalina mas que el aire que respiraba y esperaba que eso que se movía entre las calles me la otorgara.

Frente a una casa se detuvieron mis pasos, en su interior el bullicio de la gente, quizás aquí encontrara lo que buscaba, o quizás no, mas solo se me ocurría una idea, entrar y probar suerte.
¿Hagan sus apuestas ¿quien da mas?
Me adentre en ese lugar hundiendo mis ojos en los presentes, no conocía a nadie, pero lo mejor era que tampoco ellos me conocían a mi.
Un nuevo trago, un gesto de saludo con la cabeza que mostró mi falta de entusiasmo y mi completa indiferencia para después adentrarme en el gran salón. Nada parecía captar mi atención.

por **Valeria Cavey** Sáb Nov 05, 2016 5:03 am

Todas las noches eran especiales, siempre salía cuando se suponía debía irse a dormir como una señorita de clase alta la cual debía tener un comportamiento impecable. Y aún así, la noche la llamaba a gritos, le encantaba perderse por las calles de Paris, conocer la vida nocturna y dejarse llevar por ella. Todo lo excitante ocurría de noche y perder la oportunidad de vivir intensamente la noche de los muertos...debía estar loca para no acudir a una de esas fiestas a las afueras, una que seguro se asemejaba más al terror auténtico y no a gente disfrazaba que intentaba darte un susto.

Vestida de riguroso negro, una sombra más entre aquellas errantes y locos que tuvieron la misma idea de acudir a esa fiesta desconocida, diferente a cualquier otra. Algunos la localizarían por mera casualidad y otros… a la aventura. Radiante como cada noche, su vestido negro arrastraba un tanto a medida que caminaba hacia aquel lugar sin nombre, totalmente apartado de las casas y el ajetreo de la ciudad.

Se mordió el labio inferior, otra locura más que añadir a su lista. Iba a ciegas y aún así las ganas aumentaban a la vez que se iba acercando a aquella casa la que no parecía habitable, menos para una fiesta de ese calibre. Sus labios carmesí, se tornaron en una media sonrisa a medida que se adentraba en el pequeño jardín de la entrada, totalmente hecho una ruina como aquella casa. ¿Era ahí? Le daba lo mismo, entraría sí o sí.

La puerta, desencajada podía dejar entrever que ya había gente dentro, al menos…aparentemente. Dejó escapar un suspiro, no iba a abrirla de la forma habitual, tendría que hacerlo de una manera poco ortodoxa y elegante. Se alzó el vestido y sin pensarlo, le dio una patada a la puerta, terminándola de romper y desencajar… o todo o nada. entró como un huracán , observándolo todo con sus enormes ojos verdes. Rió, al ver a aquellas personas allí paradas , como si hubiesen visto un fantasma…o a la misma muerte. Ella era lo más parecido esa noche… por cómo iba vestida, como sus ojos brillaban en la oscuridad como los de un gato antes de saltarte encima.

-Buenas noches…por decir algo -abrió los ojos al notar el impacto de alguien, de un joven muy atractivo que venía acompañado -Vaya qué directo… creía que se invitaba a una copa antes…-se sacudió el vestido, mirando a los presentes…esperando que no se arrepintiese, al menos…esperaba que sirvieran buen alcohol.

Entrecerró los ojos al encontrarse con los del joven Conde, le sonaba pero tampoco sabía de qué….era muy mala para acordarse de las caras y más de los ricos que acudían a las mismas fiestas que ella. Se acomodó el cabello, desviando la mirada… no le interesaba tampoco indagar ahora en su mente…

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