Noche de brujas (Cementerio) ·Trama Halloween'16·

por **Vincenzo Danislăv** Dom Oct 30, 2016 9:03 am

Las sombras de mil años suben de nuevo sin ser vistos, el susurro de las voces de los árboles se escucha. Hoy es Halloween.

La noche se acerca y las luces se encienden aunque escasas por toda la ciudad. Tiempo de brujas, de mitos y de viejas historias que los mayores cuentan a sus más pequeños para atemorizar sus pequeños corazones. Muchos festejan la llegada del otoño, otros se encierran en sus casas, molestos por dedicar una noche a una fiesta que se mofa de las brujas y los fantasmas, de lo sobrenatural en general. Es así como los mortales, entre risas y alcohol, pretenden disfrutar de una velada en la que los terrores más desconocidos salen a la calle, sin miedo a ser descubiertos, retando a los ignorantes y agnósticos a creer en la verdad, aunque ésto signifique una muerte prematura.

Nos encontramos en el cementerio de la ciudad. Lugar para venerar a los muertos aunque la juventud de ahora lo utilice como lugar para tener sexo lejos de los ojos curiosos. Sin embargo, mucha gente frecuenta éstos lugares, cual masoquista, para que el sentimiento de miedo sea más elevando, buscando encontrar algo de diversión o quizás para asustar a los que campan allí a sus anchas, sin saber que ellos mismos serán los que corran pidiendo auxilio. ¿Te atreves a entrar? Recuerda que es el lugar de descanso para los que un día caminaron y respiraron como tú Invitado. Ten cuidado, respeta a los muertos o serán ellos quienes se tomarán la libertad de castigar a los intrusos.

Luces, disfraces, fogatas e historias de miedo se reflejan en cualquier rincón de París con la tan sóla intención de pasar una noche terrorífica.

por **Höor Cannif** Lun Oct 31, 2016 12:01 pm

Ruidos paganos en una fiesta cristiana, los muertos caminan entre los vivos todos camino del cementerio. Velas negras, paso lento, cristo en lo alto crucificado, virgen al lado sollozando.
Música funeraria, triste sacrilegio, seguido de fieles con tonos negros.
Varias calles mas arriba se entremezcla con los negros, que cantan entre danzas extasiados para celebrar por sus muertos. Disfraces que se unen con bailes, drogas y alcohol.
Las calles se tornan color, pasión y dolor.

Me detengo frente al hogar de la inmortal que últimamente parece guiar mis pasos, de un modo u otro aquella noche ambos mostraremos nuestros mejores rostros.
Respetaremos a nuestros antepasados en una noche cargada de magia.
Botella en mano apoyo mi espalda en la pared del portón de su casa, mientras el alcohol quema mi garganta, quizás esa noche es mejor olvidar, nadie dijo que había que estar sobrio para poder festejar por los que ya no están.
Skadi, reconozco que ella es la que nubla aquella noche mi juicio, la que me hace recordar que la muerte a todos nos puede llegar y aunque no le temo si siento las ausencias de mis guerreros, esos que ya no estan. Eso quiebra mi alma hasta que de nuevo alzo la botella brindando al cielo.

Espero a la dama de cabellos azabache, siento que esa noche nada tendrá que ver con las demás, quizás porque mi animo esta en otro lugar, porque el alcohol invade mi razón y estoy dispuesto a olvidar hasta no tenerme en pie hoy.
Quizás algo mas nubla mi mente, mas en eso no quiero ni pensar, lo que no puede ser y es imposible, es mejor dejarlo estar.

La veo bajar por el rabillo del ojo y le dedico una sonrisa picara tendiéndole la botella a la que yo ya he dado buena cuenta.
-¿quieres? El cementerio nos espera señorita Lakme ¿estas dispuesta a rememorar?

por **Varek J. Lachance** Lun Oct 31, 2016 1:54 pm

Desde hacía una semana, Vareka había prometido a su hermano que en la siguiente fiesta, él iba sin dudarlo, y casualmente la noche había concedido con esta fecha tan señalada.La desgana se adueñó del mayor de los Lachance, pero el brillo de ilusión en los ojos del pequeño le obligó a no abrir la boca para jurar y maldecir la maldita idea que tuvo aquella mañana. Tras una buena cena en buena compañía, la noche había desembocado con unos chupitos de más y Jean creando símbolos de infinito con sus pasos. Los dos caminaban camino a casa cuando Jean y él se raspearon por pararse a charlar con unos conocidos. A Varek no le quedó más remedio que acompañar a la hija del primer matrimonio hasta casa, dejando orden estricta a su hermano que volviese a casa seguido. Una vez cumplido el favor, Varek decidió atravesar el cementerio para llegar con mucha más rapidez hasta casa. Aquella noche solamente llevaba un pequeño revolver en su cintura para defenderse, y pese a que era bastante no creyente de toda aquella parafernalia, la creencia ya le había dejando mal unas cuantas veces.

por **Madmardigan Kohonen** Mar Nov 01, 2016 12:46 pm

Algo se escucha fuera de la caravana. ¿Qué es? El hombre de las mil historias se pone la mano en la oreja y mira hacia el techo de la caravana con tal de concentrarse en lo que se oye fuera. Hay personas fuera. No una, dos ni tres…. Hay muchas. No, más que muchas. Hay muchísimas. Todo un público que se ha congregado, quizás, lo más seguro según Madmardigan Kohonen pensaba, para ver la nocturna función que prepara. ¿Prepara algo? Si algo bueno tiene es que siempre está preparando algo nuevo. Ni durmiendo, los personajes de su cabeza dejan de pelearse entre ellos por ver quién está prepara la función.

Marmardigan se viste para ocasión. Una camisa que se supone que es blanca pero que con el tiempo se ha vuelto gris, un llamativo chaleco de color rojo, unos pantalones a juego negros y una pajarita roja con lunares rojos. ¡Qué elegante! Aunque podría estarlo más. El hombre de las mil historias debe de estar a la altura del gran público que le espera fuera. Busca entre sus baúles y armarios piezas de ropa que le hagan parecer más elegante. Encuentra una chistera totalmente blanca (un blanco de verdad no como el de la camisa), un monóculo, un bastón negro y un par de anillos de oro falso. Justo lo que necesita. Se pone los complementos y se ve en el espejo. ¡Ahora está más elegante!

Ya está preparado. Listo para que empiece la función que siempre prepara. Sale de la caravana con la boca abierta en una sonrisa que le llega de oreja a oreja y los ojos tan abiertos que parecen dos platos de cara porcelana.

-¡Ya estoy aquí!- celebra moviendo en círculos el bastón.

La sonrisa se borra. El hombre de las mil historias ve a su público algo extraño. Ellos caminan y caminan sin hacer caso a lo que están a su alrededor. Es extraño. ¿Quién se iba a perder el espectáculo de Madmardigan? Nadie podía ser tan ignorando como para rechazar una función como la que prepara. Que no le hagan caso es extraño y más extraño todavía es que todos tienen la cara pintada de forma muy parecida a la del loco. ¡Habrase visto! Ahora todos se creen unos actores que hacen otros personajes que no son ellos. Pues lo hacen fatal. Él loco no es así. Ninguna de las historias de Mad es como los personajes de esa gente. ¿Y por qué iba a ver un personaje que solo camina en el escenario sin decir palabra? Ineptos e ignorantes. Eso es lo que son esos pseudo-actores.

Al loco tiene una idea. Es una respuesta a por qué el público actúa de esa manera y, aunque improbable, todos los fragmentos de todas las historias de su mente coinciden con esa misma idea. Esa gente está interpretando a un personaje que Madmardigan desconoce. ¡Imposible! El los conoce a todos. Incluso a los que la gente se inventa en el momento, él ya lo conocía de antes.

Mad coge una piedra del suelo y se la lanza a uno de los falsos actores. No le llega a dar pero si consigue llamar su atención. El hombre, que a partir de ahora Madmardigan piensa que se llama Raymundo, camina enfadado hacía el loco. Está ofendido y dispuesto a pegarle un puñetazo. ¡Es el combate del siglo! El reputado boxeador Raymundo Lopez contra el joven aspirante Madmardigan Kohonen. Los luchadores entran en el ring. Raymundo está a punto de dar el primer golpe cuando el aspirante al título se abalanza y le da con el bastón elegante en toda la cabeza dejándolo inconsciente.

-Y el ganador eeees,- imita al presentador de una pelea de boxeo cuando alargan la “e” para crear entusiasmo - Madmardigan Kohonen-

-Bien, bien, te queremos Mad- se aplaude así mismo mientras habla con diferentes voces de mujer.

-Gracias, la verdad es que no esperaba ganar este título hoy…-

Mientras da las gracias una y otra vez con la voz que supone que debe de tener un aspirante boxeador, coge el cadáver de Raymundo y lo lleva hacia el interior de la caravana. Aprovecha y lo desnuda. Usa su ropa para vestirse de nuevo. El traje elegante ya no sirve con un público que se cree actor. Necesita vestir como ese público y para ello necesitaba la ropa de Raymundo. Ya vuelve a estar preparado. Camisa blanca bien blanca, pantalones negros, chaqueta negra… ¡Que aburrido todo! Madmardigan le da un toque especial a su nuevo disfraz poniéndose de nuevo la chistera blanca y el monóculo. Mucho mejor, vuelve a estar listo para la ocasión.

Hora de ir al cementerio.

por **Lakme** Mar Nov 01, 2016 1:05 pm

Höor Cannif escribió:
La veo bajar por el rabillo del ojo y le dedico una sonrisa picara tendiéndole la botella a la que yo ya he dado buena cuenta.
-¿quieres? El cementerio nos espera señorita Lakme ¿estas dispuesta a rememorar?

“Incluso en la oscuridad se veía luz, como la que siempre hay sobre la nieve; y parecía que las ráfagas de nieve y los cendales de niebla adoptaran la forma de mujeres con largos vestidos flotantes…”

(Bram Stoker, Drácula)

El aspirar del gélido aire desde la ventana, Lakme dejo que el frío que el próximo invierno cercano traía invadiera su alcoba. Aire innecesario en muertos pulmones que tomaban con gusto sensaciones lejanas, aquella noche tenía algo especial, algo distinto, se sentía más fuerte que nunca, con la mente más clara. Habían pasado los milenios y en todo el mundo existía una noche como aquella, con un nombre distinto con costumbres extrañas. ¿Y la suya? Lejana quedaba.

Un momento de tregua, y descanso. “Ellos” la había dejado sola en aquella noche, incluso el aferrado a su alma se había liberado de los hilos, era su única noche para pasear con libertad y quitarse aquella jaula en forma de doncella eterna. Consecuencia por haber deseado entrar al mundo de los vivos, su único modo había sido atarse a un alma mortal recién nacida, y para desgracia de Lakme, ella había sido la puerta y para siempre estancia de “este”.

Su piel era el frío mármol, no había sonrojo ni calor en aquel espectro de la noche que había decido caminar aquella noche sin máscaras ni trucos. Más aquella sílfide con poco arreglo se hacía cautivadora. Frente al tocador una alhaja que colgaba a su cuello, moscas de oro de otros tiempos, cabello de ébano recogido como era moda en aquellos tiempos, y vestido purpura, bajo sus pliegues, el corsé se ceñía doloroso en su cintura y sus pequeños pechos elevándolos para crear la falsa ilusión de su abundancia.

Una llamada, una invitación del joven que apenas había conocido por azar hacía algunos días. La acepto.
Mano que cerraba el mecanismo de las luces de gas que la estancia iluminaba, oscureciendo al mundo. Modernos inventos de un mundo que había decidido correr sin detenerse. Más ella había soñado con un mundo próximo pero muy distinto al que ahora conocía.

-Rememoremos… -Dijo a su joven acompañante agarrándose a su bracete. Una sonrisa divertida en aquellos labios finos.

por **Dunya** Miér Nov 02, 2016 6:34 am

Halloween. La noche de los muertos. Mi primer Halloween como alguien no muerta. Mi primer Halloween en el que no necesitaba disfraz para asustar a los humanos, simplemente me bastaba con abrir la boca y mostrar los colmillos. Hacía frío en la calle, o eso parecía, las personas que paseaban tranquilas, estaban tapadas hasta las orejas y el vaho se podía ver salir de sus bocas cuando reían. Los niños hoy iban por las casas disfrazados... Pobre de los cuales tocasen la puerta de mi humilde morada. Pobres. Ellos iban a descubrir como era un halloween terrorífico de verdad.

Pero eso solo iba a ocurrir si venían ya, porque estaba preparándome para salir al cementerio. Algo grande iba a ocurrir en ese lugar, podía presentirlo, y si no ocurría nada pues... Al menos podría ver a mis padres, esperaba que fuesen a mi tumba falsa. Si es que la habían hecho. Peiné mi pelo con un cepillo y abrí la puerta, lista para salir. No había venido aún ningún niño, quizás el aspecto destartalado de la casa les causaba temor, pero así evitaba que alguien viniera por el día. Eros lo había hecho muy buen trabajo de camuflaje.

Caminé rápido hasta el cementerio, colándome entre las tumbas, parándome en cada una de ellas hasta que encontré la mía. Ahí estaba. Mis padres ya hacía un poco que me habían dado por muerta. Era algo raro ver que debería de estar ahí debajo y en cambio estaba ahí arriba. Me agarré a mí misma con fuerza mientras mordía mi labio. Podía oler como personas se aproximaban a donde me encontraba.

por **Naitiri Zahir** Miér Nov 02, 2016 9:41 am

Aquella noche se celebraba una fiesta que siempre me había gustado pero que nunca había podido celebrar; la noche de los muertos. Irónico que los muertos tuvieran una fiesta para celebrar, pero más aún ahora que sabía la verdad que aquellos seres tuvieran una fiesta para “ellos”. El ambiente en la ciudad era muy distinto y se podían ver sobre todo a los niños corriendo por las calles disfrazados sin saber que quizás cualquier vampiro que vean alguno pudiera ser de verdad, aquella noche esos seres no tenían por qué esconderse y podían mostrarse tal cual eran. Alessia ya se había marchado no sin antes decirle que tuviera cuidado y yo terminaba de arreglarme.

Había elegido un vestido azul y negro que se ajustaba en torno al corsé y que caía libre de cintura para abajo, el pelo suelto cayendo en ondas por mis hombros y espaldas y un abrigo para el frío de la noche. Lista. Salí de casa dejándome envolver por el ambiente pero mirando a cada persona con la que me cruzaba observando cómo se habían disfrazado y maquillado, observando a los niños corriendo felices por las calles. Sin saber muy bien por qué mis pasos me condujeron al cementerio, quizás porque siendo la noche que era me habría gustado tener una tumba que visitar, un recuerdo de una persona amada y querida a la que me habría gustado tener un lugar donde poder ir a recordarla.

El cementerio estaba tranquilo y en silencio, apenas había un par de personas que estaban paradas delante de las tumbas de seres queridos mientras yo me paseaba por allí sin rumbo fijo sin querer perturbar ni molestar a aquellas personas. Me paré delante de una de las tumbas al azar y suspiré, era de una mujer que había fallecido muy joven y donde había un par de rosas sobre su tumba y me perdí en mis pensamientos y recuerdos sin darme cuenta de que cada vez había más gente en el cementerio.

por **Varek J. Lachance** Miér Nov 02, 2016 9:54 am

A lo alto del cielo reinaba la luna, tan amplia que daba luz a todo el llano del cementerio. No es que alumbrase tanto como podía hacerlo una lampara de aceite pero te ayudaba a poder caminar sin tener que tropezar cada 3 pasos. Varek accedió al cementerio por el ala este, donde estaban la mayoría de las tumbas de gente de clase media. El camino estaba levemente marcado por la continuidad de tumbas de un lado y del otro. Avanzar resultaba sencillo, pues realmente aquel lugar estaba bien ordenado. Al llegar a la zona de criptas y grandes tumbas Varek observó la silueta de una muchacha, joven. Su cuerpo parecía estar iluminado con el brillo de la luna, convirtiéndola en alguien precioso, atrayente y delicado. El joven había sentido anteriormente aquella sensación y supo al instante que aquella mujer no era un ser humano... por unos instantes llegó a pensar que quizás ni si quiera estaba ahí y era una mala jugada de su conciencia, pero hacía ya tiempo que eso no le ocurría y que cada "espejismo" cobraba vida casi de forma brusca. ¿Qué hacía alguien como ella llorando a un par de tumbas?. El muchacho avanzó hasta quedar frente a ella, y mirándola de arriba abajo, apoyó su mano izquierda en su revolver, sobre su cintura - ¿Qué lloráis los que no tenéis más que perder, mademoiselle ? - preguntó educamente. No quería comenzar una lucha allí mismo, sabía que la gente podía entrar al lugar en una noche tan señala, y descubirse no le haría ningún bien.

Dunya

por **Höor Cannif** Sáb Nov 05, 2016 6:57 am

La dama se aferró a mi brazo con una sonrisa felina. Excitante mujer sin duda esa con la que de un modo u otro había elegido compartir mi sino, al menos hasta el final del trato adquirido.
Mas aquella noche no quería hablar de tratos, espadas o consecuencias mágicas. Esa noche era para los muertos, para los vivos y para nosotros.
Beber, divertirnos y dejarnos embriagar por la magia de la ciudad se me antojaba mucho mejor que recordar tiempos pasados, presentes o futuros.

Lleve la botella de nuevo a mis labios dejando que el liquido entrara lentamente a través de mi garganta.
-Pensaba que vos seriáis mas de absenta o bebidas exóticas -susurré tendiéndole la botella -La bebida del norte, es mas fuerte que la de París deberíais algún día acompañarme, os gustaría.

Imagino había visitado el mundo entero, las vivencias que esa dama debía encerrar tras esos orbes negros debían ser casi tan excitantes como su propio cuerpo.
Claro que ver el norte, no era lo mismo que ver el norte conmigo. Sonreí de medio lado centrando mis ojos en el cementerio, que apenas quedaba a unos metros.
Allí había gente de todo tipo, mas no demasiada y la mayoría frente a distintas tumbas parecían velar sus perdidas.
-¿Tenéis alguna tumba en la que llorar Lakme?
Poco o nada sabia de ella, quizás porque nuestro primer encuentro no había dado lugar a conocernos, al menos no de otro modo del que claramente existía entre nosotros.
Distinguí entre las figuras el menudo cuerpo de Dunya, la otra inmortal que al parecer venia acompañada de otro hombre.

por **Dunya** Lun Nov 07, 2016 7:16 am

Un humano llegó justo a donde estaba, poniéndose a mi lado y hablándome. Sabía que era alguien inmortal, una bebedora de sangre de gente como él. ¿Porqué se acercaba tanto entonces? ¿No temía la muerte? Solté mi propio cuerpo y seguí mirando mi tumba. Hice una mueca antes de mirar al muchacho. Su aura era de un color intenso, casi eléctrico. —No lloro. Solo estoy mirando mi propia tumba. ¿Raro verdad? Mis padres ya me han dado por muerta. ¿Qué habrán metido dentro del ataúd?— Me reí con una sonrisa algo nerviosa y volví a mirar la tumba, para después ponerme de rodillas delante de ella y acariciar el nombre y las fechas que allí ponía.

Me levanté y miré al muchacho, también me di cuenta de que había mucha más gente que antes. Pude ver a Hoor con una vampiresa. ¿Qué diablos pasaba hoy? Miré al muchacho sin entender nada. —¿Hay tanta gente que tiene aquí muertos? No es normal ver a tanta gente a estas horas...— La mezcla de olores me estaba volviendo loca, vampiros, humanos... Todo se mezclaba en mis fosas nasales.

por **Tala Misrahi** Lun Nov 07, 2016 11:27 am

Cementerio... Genial. Tala tenía sitios mejores a los que ir, siempre acompañada de su inseparable hermana, pero sin embargo, había pequeños trabajos que no requería la fuerza bruta de dos mujeres. Simple espionaje. Tala prefería la acción, sacar a relucir toda su fuerza metida enaquel cuerpo tan esbelto y de piel morena, en lugar de jugar a ser quien no era. Pero en esas raras ocasiones, ambas hermanas jugaban al despiste, usando aquellos pequeños contratos como un mero "Hobbie" y así retarse mutuamente a ver quién lo hacía mejor y en menos tiempo.

Pero aquella noche, sin importar que se tratase de la noche de los muertos -valga la ironía- decidió añadir uno más a la lista a rendir tributo. Era lo malo de no planear las cosas, ya que Tala finalmente tuvo que acabar con la vida del cliente y para colmo perdió su "cita" de aquella noche, ya que los planes no siempre salen como uno quiere. Aquel hombre no era al que debía asesinar, pero de igual forma se hizo con la cabeza del que era su jefe,ya que la suma de dinero que tenía en sus arcas era mayor a la que le iba a proporcionar. Ella, habiendo encontrado la mentira, se quedó con aquella bolsa de monedas y la introdujo en el escote de aquel vestido verde oscuro de seda, que se había puesto conla intención de cerrar el trato.

El camino de vuelta fué más fácil, ella, pasó por el cementerio con la tan sóla idea de reirse de los espíritus por una noche, ya que ella no creía en seres superiores, pero normalmente sentía cierta afinidad por el mundo fantasmal.

- Buenas noches... - Dijo, pasando por al lado de un grupo de personas, dejando que su aroma dulce y salvaje se filtrase gracias a la leve brisa nocturna.

por **Varek J. Lachance** Mar Nov 08, 2016 5:11 am

Varek visualizó la ridícula escena con una sonrisa en sus labios, ladeó la cabeza al ver aquel drama que estaba montando la muchacha y como si las palabras más coherentes fueran, con un tono de pena, dijo que sus padres ya le habían dado pro muerta ¿Qué se creía que seguía viva?. Varek dio un paso más al frente, para observar el nombre en la tumba, aun con su mano apoyada sobre el revolver leyó la fecha de la muerte, para calcular hacía cuanto aquella mujer era una vampiresa.

Cuando ambos guardaban silencio, se escucharon voces a la lejanía, acercándose. Aquello provocó que la mano de Varek soltase el arma y lo ocultase bajo la chaqueta de nuevo. Al alzar la vista vio a un joven de clase alta acompañado de otra persona, que pareció ser reconocida por Dunya, por lo cual ¿Era otra vampira? Sabía que el muchacho no lo era por habérselo encontrado en alguna fiesta de día. Pero... ¿Sabía él que con la comida no se jugaba y estaba siendo un entretenimiento?. Todo parecía un show, como si muchas historias se hubiese mezclado entre ellas. Ante la escena de la vampira dramática, y el muchacho bocadillo, pasó otra persona, saludando como si aquello fuese la calle mayor de Paris.

Varek dio un paso en negativo para poder observar toda la escena con mayor visión cuando vio a Madmartigan Kohonen el gitano más loco de todo Francia. Lo conocía de años atrás y había llegado hasta él la trágica historia que dibujó quien era ahora. Aquello convertía más pintoresca la escena, si cabía.

Mención para todos.

por **Madmardigan Kohonen** Vie Nov 11, 2016 11:31 am

Observa la escena mientras se esfuerza por disimular una risa que amenaza con salir de un momento a otro. Todas las personas que fingen ser actores le causan mucha gracia. Lo están haciendo fatal. No cómo él, que es todo un profesional de la actuación.

De entre todos los presentes en el cementerio le llama la atención una muchacha delante de una tumba maltrecha. El hombre de las miles de historias comienza a caminar hacia ella. En su cabeza ya se imagina los papeles de cada personaje. Ella es una chica que perdió a su prometido hace unos años y lo llora como cualquier persona llorara un amor perdido. Y en el papel de nuevo futuro amor está, obviamente, Madmardigan Kohonen. Él es el protagonista de cada historia.

El loco abre bien sus ojos al ver otro hombre, un intruso a quien no le había dado papel, entrar en la escena. Es el intruso quien se pone detrás de la chica y le pregunta por qué llora.

Furioso, Madmardigan camina hacia esos dos dando fuertes y sonoros pisotones por el pavimento del cementerio. Esa es su función, no tiene derecho a irrumpirla de esa manera.

-¡Eh!- llama a grito pelado a la vez que se sube los pantalones por la entrepierna en un gesto de clara amenaza.

Acelera el paso. El intruso no va a escapar. Madmardigan Kohonen no va a dejar que escape. Empieza a correr y en su cabeza se forma la imagen de una persecución. Una nueva función y un nuevo espectáculo más entretenido que el primero que había pensado. El intruso de escenarios se convierte en un ladrón y Mad en el policía que le tiene que detener. No piensa en un papel para la chica de enfrente de la tumba. En las persecuciones solo hay lugar para dos personas.

-A por él. Es un criminal. ¡Que no escape!- incita a los otros invitados a que participen en su ilusoria persecución - ¡Alto en el nombre de la ley!- se da cuenta que es la frase más común entre todas las escenas de policías por lo que rectifica añadiendo -¡Aquí la policía secreta, qué no escape!- agita el elegante bastón de atrezo como si fuera una porra.

spoiler:

por **Varek J. Lachance** Lun Nov 14, 2016 11:33 am

Para cuando el cazador cae en cuenta de que todo aquello es una perdida de tiempo, el loco se ha fijado en ellos y camina decidido hacía la muchacha tratando de llamar su atención. Pero poco dura la atención sobre ella. Madmardigan se fija en Varek, y un brillo especial aparece en sus ojos - Joder - masculla agotado el cazador, no quiere seguir siendo parte de aquella escena. Sacaría su revolver y volaría los sesos al pesado del artista.

Varek sigue clavado en el mismo lugar, con la mirada fija, el gitano en cambio corre hacía el gritando, con el bastón sobre su cabeza como si fuese una porra. Alzando la mano sobre su cabeza varek aprieta su mandíbula - Quieto - le dice serio, preparado para agarrar el bastón si es necesario. Quería decirle que no jugaba, que lo intentara con otro. Pero estaba seguro de que el tío no entraría en razón, y seguiría en sus trece.

por **Madmardigan Kohonen** Mar Nov 15, 2016 6:17 am

A estas alturas de la función, la mayoría de los presentes tienen sus ojos clavados en el escenario. Están viendo al que interpreta al policía de la guardia secreto, se creen su papel tanto o más de lo que el actor se lo cree. También ven al otro hombre, quien ha pasado de ser el intruso de una obra a ser el protagonista secundario de una nueva función.

Pronto, los espectadores se unen en un coro de voces y repiten las palabras que Mad grita por todo el cementerio: “Atrapadlo, por favor que alguien lo detenga”. El loco ve sus caras, cree conocer qué piensa el público solo con verles los ojos: Los guardias se disfrazan fatal; ¿por qué llamar tanto la atención si es de la policía secreta? Pues porque él es el protagonista de la función y el protagonista siempre tiene que llamar más la atención que cualquiera que los secundarios.

Madmaridgan Kohonen se queda de frente al que, involuntariamente, interpreta al criminal. Se siente extraño con su razón. No debe quedarse quieto. En su ficticio guión está escrito que debe salir corriendo. Se queda unos instantes mirándolo con atención mientras ladea su cabeza de lado a lado con la intención de observar un detalle en su rostro que le indique el por qué de ese cambio tan repentino de guión. No encuentra la respuesta.

Nervioso con la reacción de quien debe actuar como criminal, le da la espalda de un salto y saca un montón de papeles del interior de su chaqueta. Finge estar leyendo los papeles como si fuera el guión de la obra que se acababa de inventar. Si debe de haber una respuesta que explique el cambio repentino en el criminal debe de estar en el guión. Pero los papeles están en blanco, es imposible que encuentre nada.

De nuevo, con un rápido sobresalto, se vuelve a girar de cara al supuesto criminal. Lo mira con la misma atención anterior y, sin previo aviso, baja el bastón que había utilizado como porra y se apoya en el hombro del coprotagonista de su obra como si fuera un amigo de la infancia.

-Déjame que te explique- pone una voz grave y firme, como la que suelen tener los directores de teatro más estrictos- ahora te toca salir corriendo y huir de mí, no plantarme cara.- señala con el bastón uno de los papeles en blanco donde se imagina que está escrito el guión de la función- ¿Lo ves? Ahí mismo lo pone. Ahora corre, - suelta al supuesto criminal dándole un empujón- ¡el público te espera!-

por **Varek J. Lachance** Vie Nov 25, 2016 4:14 am

Parte de la atención de todos los del cementerio ya está posada en Varek y el gitano. El cazador no soporta ser el centro de atención, pero cuando Madmardigan se fijaba en alguien estabas condenado... Para sorpresa de todos, el hombre loco se para de golpe frente a él y baja el bastón. El joven no puede sentirse más sorprendido por la actitud tranquila que ha adoptado ahora el loco que ha sacado de su chaquetea hojas vacías y trata de buscar a Varek en ellas. El hombre se apoya sobre el hombro de Varek, y esté extrañamente comienza a prestarle atención. Puede que se haya embriagado por la imaginación de aquel hombre que es capaz de idear historias con una básica base como comienzo. Al final Varek sonríe con algo de ternura y como si de una historia de las que leyese se tratase acompañado del empujón que Mad le pega. Sale corriendo por el cementerio. Perdiéndose en la infinita oscuridad del cementerio. Ser un filólogo y encontrarse con alguien como este personaje era un tesoro para la imaginación de Varek, que embriagado por la locura inexplicable que el gitano ha tratado de regalarle, decide que, quiere volver a encontrárselo y ser, una vez más, parte de la función.

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